Este documento analiza el fenómeno de la telerrealidad en España y sus efectos en los participantes de los reality shows. Describe cómo cientos de personas han pasado por más de 20 programas diferentes en los últimos 5 años buscando fama y éxito, pero la mayoría han sido "devorados" por la televisión y olvidados una vez terminados los programas. Incluye los casos de varios ex participantes como Rafa de Gran Hermano 4 que sufrió depresión y acoso después, o Íñigo de Gran Hermano 1 que ahora está desempleado.
"Por qué triunfa Ten con Ten". Por Juan Carlos Rodríguez. Fotos de Chema Conesa.
Tragados por los reality shows
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Rafael López Ledo (1).
Concursó en “Gran Hermano 4”.
”
Ex seminarista. 27 años.
Trabaja en una empresa de
fotografías aéreas.
Mi paso por el
programa me ha
destrozado la
vida. A veces
la gente se mofa
de mí o me llama
maricón. Los de
‘GH’ somos los
nuevos payasos
de la tele
”
Televisión|famosos de usar y tirar Tragados
por los “reality shows”
En sólo cinco años, la telerrealidad ha pasado de ser un fenómeno sociológico a convertirse en un forma-to
televisivo asentado. Proporciona audiencias millonarias, contenidos baratos y nuevos famosos de sal-do.
Sólo en España se han puesto en marcha unos 20 “reality shows”, desde “Gran Hermano” a “La casa
de tu vida”, por los que han pasado casi 400 concursantes. Algunos siguen tra-bajando
en la farándula, pero la mayoría han sido arrollados, sin piedad,
por una fama efímera. La tele devoró a Íñigo, Susana, Rafa, Carol o Enrique.
Como otros “famosos-kleneex”, tuvieron que enfrentarse a la dura realidad.
por Juan Carlos Rodríguez fotografías de Luis Davilla
Noche de preestreno en el Teatro Gran Vía de Madrid.
La Cubana presenta su último montaje teatral: Mamá, quiero
ser famoso, una parodia sobre la obsesión de muchas perso-nas
anónimas por alcanzar la fama a toda costa –al margen
del esfuerzo personal o artístico– y de la forma más eficaz:
saliendo en televisión. Entre el público VIP hay un joven de
aspecto corriente –melena lacia, perilla, tímida sonrisa de se-minarista–,
pero ligeramente reconocible por el telespectador
medio. Hace dos años alcanzó cierta notoriedad con motivo
de su participación en Gran Hermano (fue finalista de la cuar-ta
edición), el reality show que, en la temporada ı999-2000,
inauguró el fenómeno de la telerrealidad en España. El nom-bre
que figura en su tarjeta de visita, Rafael López Ledo (1),
despistaría a más de uno. Porque en la calle se le conoce sim-plemente
como Rafa, el concursante de GH que aparcó su
carrera de cura tentado por las mieles del famoseo. “Quería ser
sacerdote a toda costa, pero mi paso por el programa me ha des-trozado
la vida”, confiesa este joven de 27 años en referencia
a los “efectos colaterales” del concurso de Telecinco. La imagen
distorsionada que se ofreció sobre su estancia en la casa trans-parente
de Guadalix de la Sierra, donde convivió con otros in-quilinos
durante tres meses, unido a lo que él considera una
“bestial campaña de outing” (le vendieron como “el cura gay
de la tele”) provocaron que a mediados del año pasado cayera
en una “depresión de caballo”. Hoy, la tele que lo parió ape-nas
se interesa por él. Ha pasado a engrosar la cada vez más nu-trida
lista de famosos-kleenex. Famosos de usar y tirar.
El virus de la telerrealidad ha contagiado a la mayoría de
las cadenas españolas (sobre todo a Telecinco, que el pasado
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TELECINCO
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Íñigo González (2). Participó
en la primera edición de
”
“Gran Hermano”.
Estudiante de Periodismo.
27 años. En el paro.
mes de enero destinó un 36% del tiempo de su emisión a in-cluir
contenidos de telerrealidad, frente al ı7% de Antena 3,
según GECA, una consultora de estudios audiovisuales).
Además de audiencias millonarias, el espectáculo de la “vida
en directo” proporciona contenidos baratos que nutren a va-rios
programas en todas las franjas horarias, así como nue-vos
personajes a precio de saldo dispuestos a fingir amores y
rupturas, dejarse insultar o pegar gritos para atraer el zap-ping
colectivo. Sólo en estos cinco últimos años, productoras
como Zeppelin Tv, Gestmusic-Endemol o Globomedia han
puesto en marcha en España ı9 formatos diferentes: desde
Gran Hermano a Préstame tu vida pasando por Operación Triun-fo,
El Bus, Confianza Ciega, Supervivientes o La casa de tu vida,
en los cuales han participado más de 400 concursantes. Jó-venes,
fotogénicos, narcisistas y desinhibidos, la mayoría con-ciben
el reality como una plataforma de éxito social. Más que
ganar el premio millonario buscan triunfar en la vida; ser
“alguien”. Si añadimos los familiares y amigos que les apoyan
desde el plató, la cifra supera el millar de personas. Nunca la
tele engendró tantos nuevos famosos. Y nunca éstos –salvo ra-ras
excepciones– duraron tan poco.
Riesgos. ¿Qué riesgo representa para los participantes, e
incluso para los telespectadores, este tipo de programas? “El
telespectador corre el riesgo de embrutecerse, si no lo está
ya, pero también tiene la posibilidad de no ver estos progra-mas.
Por el contrario, para los participantes, existe un riesgo
potencial”, explica la socióloga francesa Dominique Mehl, au-tora
de La televisión de la intimidad. “En efecto, salir de esta ma-nera
del anonimato para exponerse a las candilejas durante va-rias
semanas sin estar preparados para una
carrera pública, y luego ser tirados, como
ocurre en casi todos los casos, representa
un riesgo, agravado en la medida en que es-tos
jóvenes casi adultos están en una si-tuación
de fragilidad o de precariedad psi-cológica,
social o profesional”. No obstante,
concluye Mehl, “los participantes también
pueden guardar buenos recuerdos de esta
experiencia y sacarle partido con vistas a
una reconversión profesional. Si la lógica
del mercado guía a los difusores, también
guía a los candidatos”.
“De frágiles, nada”, replica Pilar Blasco,
directora de contenidos de Zeppelin Tv y
productora ejecutiva de programas como
Gran Hermano y La casa de tu vida: “Nues-tro
equipo psicológico y de casting busca
personalidades capaces de afrontar una ex-periencia
voluntaria de aislamiento durante
“La telerrealidad
no es culpable de
nada. Si el con-cursante
que se capte par-te
de su intimi-dad
es su proble-ma.
Esto es un
juego televisivo y
ellos aprovechan
para estar un año
en la palestra”
José María Mainat.
Director de la productora
Gestmusic-Endemol. Prepara
un tiempo determinado. Y desde luego, les
ofrecemos ayuda y apoyo psicológico antes,
durante y después del programa en el caso de que lo necesiten.
Somos conscientes de que, antes que personajes televisivos,
son personas y nos preocupamos por ellos durante todo el pro-ceso”.
“La Granja 2” y “OT 4”.
Rafa lo duda: “Yo no he vuelto a saber de mi psicólo-go.
Qué menos que una llamada. Nos sentimos objetos”. A pe-sar
de todo, defiende “a muerte” su paso por el programa.
En sólo una semana, al cabo de una maratoniana turné que in-cluyó
entrevista pactada en la revista Qué me dices y compa-recencias
en Crónicas Marcianas, Salsa rosa
o A tu lado, se embolsó unos 60.000 euros.
Con esta cantidad, más los bolos, pudo
comprarse una casa. “Pero las cosas nunca
vuelven a ser iguales”, se lamenta. “A veces,
la gente se mofa de mí o me llama maricón
en plena calle. Los de Gran Hermano somos
los nuevos payasos de la tele”.
No le resulta fácil librarse del estigma, una
cruz que también han padecido sus padres:
“Cuando decidí dejar todo esto me matri-culé
en la Facultad de Diseño, pero un día
encendí el ordenador de la clase y vi la pa-labra
gay en el salvapantallas. Me fui llo-rando
y no volví nunca más”. Aunque aho-ra
trabaja en una empresa de fotografías
aéreas –a su jefe no debió importarle que
saliera desnudo en Interviú– confiesa que
se metería “de cabeza” en Gran Hermano
VIP. “Y después me dejaría insultar en Cró-nicas
Marcianas. Sé de qué va esta histo-ria
y ya he aprendido a controlar la situa-ción”.
acepta
Consciente de su papel de títere, recientemente aceptó
ser rescatado del olvido en A tu lado (programa de Telecin-co
que dedica más de la mitad de su programación a conte-nidos
de telerrealidad) a cambio de un reportaje amable.
Recibió la “visita sorpresa” de su madre y de su madrina y,
como guinda del fétido pastel se reconcilió con Kiko Her-nández,
prototipo de ex concursante sin escrúpulos que se ha
hecho un hueco en la tele ejerciendo de tertuliano >>>
Íñigo es el guarro,
el vago, el tonto,
el del 65 de co-ciente
intelectual.
Todos los concur-santes
somos
títeres. Utilizan
la chispa que
tienes y cuando la
agotas te largan
”
TELECINCO
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”
carroñero. Aída Nízar es su alumna más aventajada. “Uno
de los días más felices de mi vida fue ver en la escaleta de la gala
de GH: ‘Aída, ı2 minutos’. Abracé a mi hermano y le dije
que no pararía hasta tener mi propio programa”. Enferma
de fama, tiene su propio púlpito catódico en una tele local: Aída
y punto. Su consultorio suele derivar en insultadero.
Simbiosis.La interactividad con el público es una de las
principales señas de identidad de los reality shows. Pero “los
concursantes de este tipo de programas asumen que su con-tinuidad
en ellos depende de su capacidad para intuir y sa-tisfacer
las volubles demandas de los telespectadores. De
este modo, al delegar en la audiencia la potestad de su elimi-nación,
se promueve una ilimitada violación de la intimidad
del concursante: es lo más parecido a la voladura controlada de
un edificio que deja al descubierto su esqueleto antes de re-ducirlo
a escombros”, explica Enrique Castelló, vicedecano
de la Facultad de Comunicación de Santiago de Compostela
y autor del informe El espectáculo de lo real en el texto televisi-vo.
“Lo de menos es si alcanza el éxito o no, puesto que en
ambos casos habría renunciado a su derecho a la intimidad
y, por tanto, a comparecer en lo sucesivo como ciudadano
en el espacio público”.
Nico, de 34 años, el concursante italiano de Gran Herma-no
5, que se declara “asqueado de este mundillo” pese a las puer-tas
profesionales que se le han abierto –hace bolos, es pro-pietario
de un local de copas en Valencia, una tienda de ropa
y una empresa inmobiliaria en Tenerife– advierte sobre los pe-ligros
de una fama efímera difícil de digerir: “Al salir nos ve-mos
envueltos en una nube. Es como si nos elevaran hasta
la última planta de un rascacielos. El ascenso es vertiginoso,
pero unos vamos bajando de planta en
planta y otros de golpe. El 50% desapare-ce
del mapa, y muchos quedan tocados”.
Durante la elaboración del reportaje, este
periodista pudo constatar casos alarmantes.
Casos como el de J., que despilfarró el di-nero
que ganó en el concurso, se enganchó
a la cocaína en las noches de bolos, acaba de
salir de un centro de desintoxicación y aún
recibe amenazas por moroso. O como el de
B., reconvertida en prostituta de lujo para
seguir manteniendo su nuevo tren de vida.
O como el de N., tentado con un puesto
en la tele a cambio de favores sexuales. O
como el de Mónica “la virgen”, concur-sante
de La casa de tu vida, que ha decidi-do
exiliarse con su novio a Castellón para
comenzar una nueva vida lejos de los focos,
después de ser insultada y literalmente la-pidada
por sus vecinos de Reus, jueces
implacables de su conducta dentro y fue-ra
de la casa. Mónica es licenciada en Ma-gisterio,
pero no consigue trabajo como maestra de Prima-ria.
“Una madre rechazó que le diera clases particulares a su
hijo cuando me identifiqué. Y a mis padres les hacen la vida
imposible en Palencia”, asegura la virginal hija de Rufino.
Su padre saltó a la fama como tertuliano ultracatólico y
desapareció tras ser explotado como freak televisivo. A pesar de
la popularidad o el beneficio económico que reporta el paso
por un reality, muchos personajillos han acabado en la consulta
del psicólogo o enganchados a los antidepresivos.
Sin embargo, la mayoría de los concur-santes
consultados no se sienten víctimas.
“Somos marionetas, pero nos interesa. Eso
sí, mantenerse en este circo crea mucha an-siedad
y tensión. La fama es una droga”, re-flexiona
Ania, concursante de GH ı y aspi-rante
a actriz. “Víctimas son los que quieren
llegar a ser algo y no lo consiguen, o se que-dan
a medio camino”, añade un directivo
del medio que prefiere no identificarse. “La
tele devora a sus propios hijos; no puede
contratar a todos los que participan en estos
concursos, por lo que se ha convertido en
una factoría de muñecos rotos”.
Según José María Mainat, director de
la productora Gestmusic-Endemol, que
prepara el regreso de La Granja y de OT 4,
(Zeppelin contraataca con La casa de tu
vida 2) “la telerrealidad no es culpable de
nada. Los efectos de la fama efímera tam-bién
los sufren cantantes y futbolistas. Si
el concursante acepta que se capte parte de
su intimidad, es su problema. Esto es un juego televisivo, y
ellos lo aprovechan para estar un año en la palestra”. Para el
asturiano Iván Armesto, finalista de la primera edición de GH,
“son los propios concursantes, los que pueden llegar a hacerse
daño a sí mismos. Al verse fuera del circuito, algunos caen en
la rueda de los insultos y las traiciones, convirtiéndose en víc-timas
de los más avezados”. Él se puede considerar afortu-nado:
trabajó cuatro años como tertuliano en Día a día y
hoy dirige una agencia de modelos en Gijón. >>>
M A G A Z I N E P Á G . 2 4
Israel García y
Carol González (4). Ganadores
del concurso “Confianza ciega”.
28 y 25 años. Informáticos,
trabajan en sendas empresas de
telecomunicaciones en León.
“Estoy asqueado
de este mundillo.
Al salir nos ve-mos
envueltos en
una nube, como si
nos elevaran a la
última planta de
un rascacielos.
Unos bajan de
planta en planta
y otros de golpe, y
quedan tocados”
Nico. Concursante italiano de
“GH 5”. Regenta varios
negocios y relaciones públicas.
Al salir te ofrecen
de todo, es un
mundo muy
atractivo. Recha-zamos
montajes e
intervenciones en
programas de
cotilleo porque
ponían en peligro
nuestra intimidad
”
4. El “boom” de un
fenómeno global
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Su ex compañero
Íñigo González (2)
no ha necesitado tera-pia
psicológica, pero
confiesa que al salir
de GH ı se emborra-chó
de fama. “Iñigo es
el guarro, el vago, el
tonto, el del 65 de co-ciente
intelectual”, se
define como persona-je
televisivo este es-tudiante
”
de Periodismo de 27 años, que está a punto de gra-duarse
y en realidad no tiene nada que ver con este estereotipo.
Antes de presentarse al casting estudiaba Filología inglesa y so-ñaba
con asistir como público a Crónicas marcianas. Tras
participar en Gran Hermano VIP (modalidad de reality pro-tagonizado
por personajes famosos: él ya lo era), Javier Sar-dá
le contrató para protagonizar números cómicos. “En Cró-nicas
me lo pasaba bien disfrazándome, pero no sabía si estaba
haciendo el ridículo, nadie me orientaba. He llorado mu-chas
veces a solas en la habitación del hotel; me veía en el es-pejo
disfrazado de mamarracho y sentía vergüenza de mí mis-mo”,
relata con desarmante sinceridad.
Manejados. A los cinco meses se le acabó el contrato y
no le renovaron. “Todos los concursantes somos títeres. Utili-zan
la chispa que tienes y cuando la agotas te largan”, explica
el autor de Borracho de fama, el libro donde relata su expe-riencia
en primera persona. Se lo editó gratuitamente Zeppe-lin
Tv, la productora de GH, y aún no ha recibido ni un duro.
Cuando le invitaron a TNTpara presentarlo, un colaborador se
lo tiró a la cara gritándole que era una mierda. “Fue lo más
denigrante que me ha ocurrido en la vida”. Los comentarios que
recibía en la calle, aunque dolorosos, le hicieron reflexionar: “Si
me quería dedicar al periodismo no podía seguir haciendo el
payaso”. Aunque hizo prácticas en un diario de Ceuta, su ciu-dad
natal, no superó las pruebas para corrector de ELMUNDO,
ni le admitieron en una agencia de prensa rosa cuando el en-trevistador
puso cara a su currículo.
Hace tiempo que a Enrique Anaut (3) no le persigue nadie.
Apenas le piden autógrafos. Nadie se gira al verle pasear por el
parque del Retiro con su guitarra a cuestas. No es David Bis-bal,
el verdadero triunfador de la primera edición de Operación
Triunfo, sino uno de los ex concursantes de OT 2. Fue el ter-cero
en ser expulsado de la academia y el primero en desvin-cularse
del programa. Tras resultar elegido entre 80.000 as-pirantes
(en la primera edición sólo se presentaron 5.000), las
expectativas de este ex corista de Tamara eran enormes. “Pero
trabajaba más antes que después del concurso”, asegura el
triunfito pamplonés de 29 años. Mantiene que el programa
se recreó en su carácter reivindicativo (críticas al jurado in-cluidas),
lo que, unido a la campaña en su contra en Cróni-cas
marcianas, aceleró su expulsión. Como no llegó a vender
200.000 copias de su sencillo, condición de la discográfica
Vale Music para grabar disco, vio frustrada su carrera de can-tante.
Lo duro fue asimilar que otros compañeros sí lo gra-baran
sin haber alcanzado esa cifra. “El programa que me iba
a cambiar la vida sólo me catapultó a mis orígenes. Tama-ra,
la de los boleros, se acordó de mí, pero yo iba a empezar la
gira de OTy no me veía de secundario”. Abducido por la dura
realidad, estos dos años los ha dedicado a componer y dise-ñar
ropa. Empeñado en grabar un disco, reivindica su dere-cho
a buscarse la vida. “Hasta ahora he ido tirando con los
nueve millones de pesetas que gané en el concurso. Al me-nos
ahora tengo manager”. Eso sí, nunca se metería en Gran
Hermano VIP como ha hecho el cantautor Tontxu para ven-der
discos. “Si acaso, participaría en Aventura en África”.
Su colega José Manuel Soto,
con ı5 discos a sus espaldas,
participó en La selva de los fa-mosos
para promocionar el úl-timo
trabajo. Resultó finalista,
pero sólo vendió 30.000 co-pias.
“Creo que mi participa-ción
no influyó en las ventas
del disco, pero sí tuve más ga-las.
Y me volvieron a contratar
como conductor del programa
Caminos de Andalucía”.
El hecho de que muchos con-cursantes
se hayan quedado en
la cuneta es propio de una so-ciedad
capitalista, opina el fi-lósofo
Gustavo Bueno, autor
del ensayo Telebasura y demo-cracia.
“Yo no los haría objeto
de compasión. He conocido as-pirantes
a notarios que están
vendiendo bocadillos; algo
nada degradante, pero sí para
sus expectativas”. Defensor del
primer GH como experimen-to
sociológico, Bueno consi-dera
que la telerrealidad ha ido
degenerando en todos los ór-denes:
“Los primeros concur-santes
no sospechaban el eco
que iban a tener, pero los se-gundos
sabían latín y los terce-ros,
chino. Eran totalmente res-ponsables
de lo que hacían”.
“Se han profesionalizado, sa-ben
que si son más o menos polémicos van a participar en
determinados programas”, añade Jorge Javier Vázquez, pre-sentador
de Aquí hay tomate y comentarista de Gran Hermano
VIP. El morbo vende. Cuantos más bizarros sean los con-cursantes,
mejor. Legionarias, transexuales, strippers, parejas
de gays sobrados de pluma... “Hemos pasado de la telerrea-lidad
a la telerraridad”, dice el periodista Juan Ramón Lucas,
que presentó Estudio
de Actores y el debate
de Confianza Ciega.
En su opinión, “la
mayoría de los con-cursantes
tiene su
momento de gloria,
pero la tele deglute en
poco tiempo si su en-tidad
como figura es
”
aparecer enseñando el culo o gritando”. Confianza ciega, el
reality que ponía a prueba la fidelidad de tres parejas de
novios, tuvo un share medio del 22,5%. Israel y Carol “jo,
tía”(4) demostraron confianza mutua y ganaron
el concurso. Han pasado tres años. “Al salir te ofre-cen
de todo; es un mundo muy atractivo. Pero que-ríamos
volver a ser la pareja de novios de siempre y
retomar nuestros estudios de Informática. Aunque
aceptamos algunos bolos también rechazamos al-gunos
montajes o intervenciones en programas de
cotilleo que ponían en peligro nuestra intimidad”, ex-plican
los fieles tortolitos de León, que acabaron la ca-rrera
de Informática y hoy trabajan en sendas em-presas
de telecomunicaciones.
Entre los ex concursantes que no han visto satisfe-chas
sus expectativas está Susana Domínguez (5).
Los ı5 días que pasó confinada junto a su novio en
La casa de tu vida no han cambiado la vida de esta oren-sana
de 26 años. O lo han hecho para peor. “Cuando
me llamaron yo pasaba por un mal momento. Aca-baba
de cerrar un negocio de hostelería y estaba con las
maletas en la calle tras enfadarme con mi novio, Car-los
Menéndez. Mis agentes de Telegenia (empresa
de Zeppelin que representa a los concursantes) me di-jeron
que era guapa y avispada, que podría trabajar
en una serie de Galicia. Pero después de salir por la tele,
a los que nos ponen de malos lo pasamos mal y nos
cuesta encontrar trabajo”,
explica Susana, que sigue
en paro. En su primera
comparecencia en plató tras
el reality, su cuñada le llamó
“zorra”. Ávidos de morbo,
varios programas fomen-taron
el enfrentamiento fa-miliar.
“Mi novio empezó
a soltar barbaridades para
seguir en la tele. Salió di-ciendo
que había hecho un trío conmigo y con mi madre.
Me volvieron loca”. Por desgracia, Carlos Menéndez vio
truncada su prometedora carrera de famoso-kleneex. Falleció
de madrugada en accidente de tráfico cuando viajaba junto a
su madre en dirección a Madrid para intervenir en A tu lado.
Como homenaje póstumo, el programa le dedicó un emo-cionado
reportaje. La audiencia, por las nubes. ■
*En todo el mundo se emiten
alrededor de 100 reality shows.
Cada vez más extremos e imagina-tivos.
*En Gran Bretaña,
“Guantánamo Guidebook”
reproduce las condiciones de
aislamiento y tortura de la base
militar de Guantánamo.*En
Alemania, los concursantes de
“Big Brother Forever” (Gran
Hermano para siempre) vivirán,
se enamorarán, parirán y morirán
en un pueblo artificial de 4.000
m2.*En EEUU, donde se emiten
30 formatos de telerrealidad de
forma simultánea, la propuesta de
reproducir la ejecución de Bin
Laden –tras ser juzgado, encon-trado
culpable y condenado a
muerte– contaría, según una
encuesta, con el apoyo del 20% de
los telespectadores.*En
España las cadenas siguen apostando por formatos
exitosos: vuelven OT, La casa de tu vida y La Granja. *Según Susana Ortega, directora de investigación de
la consultora GECA, el espectador medio seducido por los
programas de telerrealidad posee un perfil acentuadamente
femenino, algo juvenil (13 a 24 años) y marcadamente
adulto (de 24 a 45 años), de clase social media y pertene-ciente
a hábitats urbanos de 50.000 a 200.000 habitantes.
Susana Domínguez (5).
Participó en “La casa de tu vida”
junto a su novio David, que
perdió la vida en coche en el
trayecto a un programa de TV.
26 años. En el paro.
Me llamaron
‘zorra’. Mi novio
soltaba barbari-dades
para seguir
en la tele. Salió
diciendo que ha-bía
hecho un trío
conmigo y con mi
madre. Me
volvieron loca.
”
Enrique Anaut (3). Concursan-te
de “Operación Triunfo 2”.
29 años. Tiene manager y está
empeñado en sacar un disco.
Trabajaba más
antes que des-pués
del concur-so.
Hablar más de
la cuenta me ha
cerrado puertas.
He ido tirando
con los nueve
millones de
pesetas que gané
”
TVE1
ROSA LÍA
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