El documento presenta dos breves reflexiones sobre la voz y el eco. La primera reflexiona que las caricias y besos del cuerpo no alteran el yo, al igual que la montaña no se debilita a pesar de ser acariciada por las nubes o penetrada por los rayos. La segunda reflexión expresa dudas sobre si tiene voz o existencia, y que aunque grite, solo las nubes lo escuchan, mientras que cuando la cima se convierta en un vacío profundo, será el eco de su palabra vacilante lo que se escuche, quizás por un pájar