3. Cuenta la leyenda que María Dolores, una chica joven y muy atractiva, con una increíble pasión por el baile, decidió una noche de las festividades de San Juan, celebración muy común en los pueblos de campo, asistir al baile sin importar dejar en el abandono a su pequeño bebé de tan sólo meses, y a su anciana abuela en el pequeño rancho que tenían por hogar.
4. María Dolores era madre soltera y la única persona que atendía al nene cuando ella salía (acción frecuente) era la pobre y enferma anciana de avanzada edad, quien sin importar lo grave de su salud se quedaba atendiendo al desdichado infante mientras su nieta bailaba hasta el amanecer con los hombres del pueblo.
5. La muchacha dispuesta y altanera se dirigió presurosamente por el camino al pueblo, la luna brillaba, el aire le pegaba en la cara y la hacía sentir muchos ánimos de bailar. La hierba del monte se marcaba como las olas del mar por la brisa y los grillos afinaban sus cuerdas festejando aquella hermosa noche, el cielo era estrellado y apacible y a lo lejos se veían las luces del pueblo que engalanaban el paisaje. Sucede que esa dichosa noche de San Juan, María Dolores se alistó muy temprano pues el baile esa vez sería con un reconocido músico de área y por supuesto ella no se lo quería perder, así que bien vestida y con todos los ánimos decidió encaminarse al pueblo ignorando las súplicas de su abuela quien repetidas veces comunicó sentirse mal, y de los llantos ahogados de su hijo pequeño.
6. Por mitad de camino María Dolores se quitó los zapatos y se arrolló el vestido para cruzar el río, éste estaba bastante seco y lleno de cascajo (hojarascas) debido al verano, así que con cuidado fue pasando poco a poco. Cuando iba por la mitad del río sopló una brisa fuerte que le hizo perder el equilibrio y caer sentada mojándose por completo. Cuando fue a levantarse la brisa volvió a soplar y trajo consigo el llanto lejano de un bebé. A María Dolores le dio una especie de remordimiento y dolor al recordar a su hijo y su abuela pero aún así siguió cruzando.
7. Mientras más se acercaba a la orilla los llantos del niño eran más frecuentes y su furia creció, y maldiciendo y renegando se detuvo. En esos momentos un fuerte dolor le atravesó el cuerpo: era como millones de agujas clavándose en su piel. Atormentada por el dolor cae una vez más y siente cómo su cuerpo se llena de un pelo grueso y largo, se fija en el resplandor del agua y ve cómo su rostro se deforma y se cubre de pelo. Horrorizada se revuelca en el agua, intenta escapar pero lo que hace es sumergirse en las profundidades de las riveras oscuras; trata de salir de agua pero sólo logra arrastrarse. Intenta pedir ayuda pero no puede parar de lamentarse, sus quejidos -que le salen del alma- la atormentan.
8. Logra llegar hasta las cercanías de su rancho e intenta entrar pero no puede, una fuerza superior la obliga a caer de rodillas. El viento se agita y los árboles roncan... María Dolores grita aterrada, la puerta se abre y aparecen las figuras de su abuela inerte sobre una silla y su pequeño niño con los pulmones reventados de tanto llorar. En eso una voz del cielo se oye y exclama " TEPESA AHORA TEPESA "... " maldita serás entre las criaturas que habitan la tierra y deberás esconderte entre las sombras, por tu error no andarás de pie sino arrastrada y sólo de tu boca saldrán lamentos por la pérdida de tu hijo y así vagarás por la eternidad hasta que hayas pagado tu crimen ."
9. Esta leyenda es común en Panamá y cuentan las personas que es muy normal oírla por las orillas de los rios al anochecer arrastrándose y lamentándose por lo que hizo, acechando las casas donde hay bebés intentando llevarse los que no están resguardados pues esos son los que la atraen.