1. SENTINEL
LA HECHICERA DEL
PANTANO
10 Noviembre 1993
Por:
Ismael Zamora Corona
2. SENTINEL
PROLOGO
Esta es la leyenda de una mujer quien vivía en le pantano que poco a poco se fue
convirtiendo en la Laguna de Yuriria, hay quien dice que tuvo que mudarse con el tiempo,
otros aseguran que habita en la rivera del Río Lerma.
Como cualquier relato fantástico, esta es una mera leyenda… hasta que usted,
estimado lector se encuentre con “Ella”, y ahí, cuando la conozca, tal vez el que se
convierta en leyenda sea usted.
Ismael Zamora C.
3. SENTINEL
La gente de aquel pueblo asentado en el valle siente respeto por una mítica mujer, todos hablan de ella, sin
embargo no ha habido aún quien ose decir conocerla en persona. Ir en su búsqueda dentro del pantano ha sido
el reto que pocos audaces han aceptado, atreverse a verla es el máximo reto, ¿será acaso monstruosa o bella?;
ese es el misterio que a muchos ha atrapado.
Todos saben que la anciana ahí vive, donde una blanca cúpula limita su comarca, verde es su inexpugnable lar
al cual pantano nombran ahora; allá, en el extremo poniente del valle nombrado por los conquistadores
Huatzindeo; algunos escépticos se han aventurado a ir en busca de la leyenda pensando en volver y hacerse
famosos, no obstante, todos esperaron en vano a quienes la buscaron, con llanto oraron por su regreso, mas
nunca regresaron.
El Sol vuela de nuevo sobre los pensamientos de la gente del valle, hoy enriquecerá la leyenda la visita del
viajero, Dios guarde la naturaleza y a la Hechicera del pantano de los incrédulos. Un niño se le acerca al
visitante y le cuenta de los atractivos de la zona: la cascada del río grande, la laguna que le roba terreno al
pantano, las cuevas, los túneles. Luego lo lleva hasta donde la anciana Doña Tere canta melodiosamente, es el
corrido acerca de una mujer milenaria quien habita los pantanos desde tiempos inmemoriales, el viajero no
acepta la folclórica saga que los labios sabios le cuentan a ritmo de canción, ríe pensando en que es una alegre
ocurrencia de los abuelos del valle para hacer alejarse a los niños de los peligros del pantano.
- Nada sobrenatural por ahí vaga - dice el forastero en un tono que es casi raya en la burla – es la
superstición del populacho.
- Muchos otros han dudado también y el reto de ir a buscarla han aceptado, ¿usted lo haría?, ¿por qué no
lo intenta? - la anciana le reta con su mirada profunda.
- ¿Qué ganaría usted “abuelita”?
- Nada material, pero si no regresa, tendré más que cantar, y si vuelve, obtendré un héroe para una nueva
oda.
- Iré al pantano que tanto temen, conoceré a la mujer y le vendré a cantar mi hazaña “abuela” pase lo que
pase, lo juro por Dios.
- Quien por Dios jura cumple aún después de la muerte- aquello sonó como advertencia hecha oración en
los oídos del escéptico.
Toma su arco el extranjero, una navaja, varias flechas y su recelo lo hace dudar un momento, pero sonriendo a
las bellas mujeres que lo observan se convence de lo fácil que será ganar la peculiar apuesta; los viejos reunidos
en la esquina de la plaza lo ven prepararse y le dicen desde lejos: "Hasta nunca"; las solteronas que regresan de
misa se lamentan de la perdida de tan buen mozo, los jovenzuelos hacen sus apuestas y los niños brincan tras de
el viajero mientras toma el camino real hacia el pantano.
Los arboles refrescan el andar del viajero, poco a poco va cambiando el entorno a un verde más obscuro, el
hombre escéptico entra a la cúpula misteriosa envuelto en un heroísmo falso, andar en esas tierras es como
caminar entre las nubes pues la espesa niebla desaparece la fisionomía del suelo, viajar en los limites del pantano
y la laguna es cambiar de mundo; a cada paso la neblina se va disipando dejando ver una flora y fauna que
asombraría a cualquiera que sepa apreciar la biodiversidad, lo que él no sabe es que la naturaleza también lo
observa a él; un conejo lo ve con extrañeza desde su madriguera, pues el arquero no pertenece a aquella
naturaleza pura.
Una triste mujer también ve acercarse al viajero, se lleva ambas manos al pecho cómo sosteniendo una ligera
esperanza, sin embargo, él... tensa su arco, apunta con decisión – “Que fácil es” - su saeta letal mata un jilguero
sólo por demostrar su superioridad ante aquel ecosistema que no logra comprender, se ufana de haber matado al
avecilla colgándola de su cinturón.
Unas rosas rojas junto al agua se mecen majestuosas a ritmo del suave viento, él se acerca únicamente para
cortar una, el quejido que recorre los árboles lo estremece todo conmoviendo al pantano y sus seres; él ve a
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4. SENTINEL
todos lados sin mirar, mil explicaciones suenan en su cabeza para calmar el miedo. Entre la maleza brilla una
cruz, parece hipnotizante, el viajero va en busca del origen de esa luz, se acerca curioso y ambicioso, ¿todo lo
que brilla es oro?; tras el humo blanco Ella aparece lentamente, cae el arco al barro y él retrocede. No estaba
preparado para presenciar un milagro tal.
La noche les envuelve súbitamente, magia los retiene, el tiempo ya no es dimensión, es una sensación de
abandono total en un éxtasis profundo, en un instante un brillo de sabiduría cruza la mirada escéptica de quien
dijo vencería al mito, por un segundo ha logrado mirar al mundo con respeto, en un segundo ha comprendido
todo lo que había negado de la vida; después de asimilar esta dolorosa verdad, ante la brillante cruz un cadáver
cae, mientras el viajero no aparta la mirada de esa mujer.
La anciana mujer de azuloso manto se acerca al viajero, Ella es la Hechicera del Pantano; el aventurero la ha
encontrado, el miedo le llena al punto de la asfixia, ahora está tan cerca de la leyenda, pero él no puede tocarla,
le sonríe la dulce anciana.
- ¿Por qué no pueden venir a mí sin que un hijo mío deba morir?- gime ella, en sus manos yace el ave sin
vida, Ella lo acaricia con ternura y se vuelve polvo entre sus finos dedos, esas manos de donde cae el
polvo gris van contra toda lógica humana, no corresponden a la edad que el bello rostro muestra – No
me entristece su muerte sino la forma, espero comprendas mis palabras y no sólo las escuches, no eres lo
que crees ser.
- Soy… soy…
- Eres.
Una serpiente a él se acerca sigilosa, siente algo parecido a lo que se imagina es la muerte; sin embargo, la
sierpe se sigue de frente, cómo atravesando lo inexistente, lo ha ignorado de una manera tal. La osadía ahora es
confusión y cobardía en el viajero, mira a la hermosa maga, Ella en cuyo seno el sufrir nunca acaba; Ella mira la
rosa roja cortada, la lleva junto a la cruz y la empapa de la sangre vertida en el fango para luego sembrarla de
nuevo, el viajero sigue inmóvil ante tantas imágenes imposibles, mira los árboles que por la noche sus ojos
abren, escucha el ronroneo de las ramas.
Ya él conoce ahora la magia natural del pantano, ahora comprende la tan renombrada saga; la Hechicera le ha
hecho ver lo errado de su creer en este eterno segundo que aún no acaba pues el tiempo sigue quieto; la
dimensión del tiempo regresa por fin, él se siente tan cansado y aturdido, al tratar de recargarse en un árbol cae
otra vez al suelo, al verlo así, la anciana triste sonríe mientras lo ve transformarse internamente, él se pone de
pie para encararla, aún conserva odio en sí, trata patear una roca y nada toca su pie, la sibila sonríe nuevamente.
Con insultos el osado la ataca, Ella lo mira afligida tras su mirada azul.
- ¿Eres un ente... un fantasma... maldita anciana? - Ella llora tiernamente, decepcionada le contesta:
- El ente eres tú – y señala hacia la luz, él voltea a la cruz, aquello que yace a su pie es su cuerpo, la lápida
debajo de la cruz ya tiene su nombre grabado además de su fecha de nacimiento seguida de la fecha de
hoy separadas por un asterisco, como si lo hubiese estado siempre esperando, se ve a sí mismo, trata
tocarse pero es nada ya.
Por si fuera poco él recuerda la promesa, aquella que juró cumplir nombrando a Dios de testigo, enloquecido
se oculta entre la suave tibia verde maleza, en verdad, de corazón desea no salir de su escondite, aprieta los
parpados como tratando de no despertar de este sueño infernal, se siente tan indefenso como el jilguero que
mató, desearía volverse polvo gris como él. De pronto, siente aire cálido que se filtra debajo de los brazos,
temeroso, abre lentamente los ojos, ésto nunca lo ha visto así antes en su vida, el valle ha agrandado cada uno de
sus trazos, de pronto se siente libre, voltea a todos lados, la hechicera ya no está ahí, huye agradecido con Cristo
por todo lo que observa, se siente tan ligero ahora que, extiende los brazos como un recién nacido, expande sus
pulmones, lleno de alegría se dirige al pueblo raudamente, nada lo detiene, nada ya lo sorprende.
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5. SENTINEL
El sol ya inició de nuevo su recorrido cíclico, y la gente ha iniciado sus labores cotidianas en la ciudad de
Chochones; en la plaza la anciana Doña Tere charla con unos niños junto a la fuente, les dice todo lo agradecidos
que deben estar con Dios por el nuevo día, que deben vivirlo con alegría en sus corazones y respetando la
naturaleza; unos ojillos la observan con ternura, ojos antes grandes, ahora pequeños; el viajero cumple lo
prometido, se posa junto a ella y relata con canciones lo visto en el pantano, su canto sube al cielo alegremente.
Ella le extiende su mano al jilguero y lo coloca en su hombro, es sabia y ha entendido lo que ha ocurrido, su
canto alegra la mañana en la plaza del Carmen, la anciana Doña Tere ora agradeciendo a la Hechicera por el
milagro.
El sol vuela de nuevo, la anciana en el pueblo disfruta del regalo de Dios; un milagro en el humano por la
Hechicera del pantano.
- Miren niños, esta ave junto a mí, canta alegre porque esta lleno de agradecimiento; si ustedes son agradecidos
también pueden cantar.
Al pueblo ha llegado otro viajero amante de la naturaleza, no puede menos sino admirarse por la leyenda de la
Hechicera y su belleza, contada de los labios de la anciana en forma de canción; cómo bello es el alegre canto
del jilguero que permanece a su lado. Canto que inició desde el día cuando el osado no regresó, el ave se despide
de la gente y va de regreso al pantano, donde alguien le espera contenta.
Esta noche ocurrirá que la Hechicera no llorará... por hoy.
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