Los discípulos de Jesús habían perdido la pasión y la visión por la casa de Dios después de la crucifixión, como se evidencia en que no reconocieron a Jesús resucitado cuando caminaba con ellos. El pasaje enfatiza la importancia de mantener la pasión y el celo por Dios para no perder la alegría y la visión, y advierte que la pérdida de la pasión puede conducir a una religión vacía.