1. CONDICIONES LABORALES EN CERREJÓN
Apartes del debate del Senador Robledo realizado el 7 de junio de 2011
Video de la intervención del senador Robledo: bit.ly/YJD1Yf
Video de la intervención de Igor Díaz, Presidente de Sintracarbón:
http://bit.ly/TS15ck
Tercerización:
Veamos cómo opera la subcontratación en El Cerrejón, perteneciente nada menos que a
Xtrata, que es Glencore, HP Billinton y Angloamerican, peces gordos de la economía
mundial. Total trabajadores, 9.800, estoy redondeando. Tercerizados, 4.600. Tasa de
sindicalización, 30%. El 70% no pertenece a sindicato alguno ni tiene contrato directo. Allí
funcionan 300 empresas de contratistas. La ONG danesa, Danwatch, señala que los
tercerizados, que no se pueden sindicalizar, ganan el 30% de lo que perciben los obreros de
nómina, que sí se pueden sindicalizar. Ahí está el meollo del asunto. Además, cuando en
alguna de las empresas de contratistas los trabajadores logran crear excepcionalmente un
sindicato, como ocurrió en Sotrans, una empresa transportadora, lo que les cae encima es
una persecución tan recia que acaba destruyendo la incipiente organización, con la
alcahuetería de la trasnacional. En Chaneme todavía sobrevive el sindicato, pero lo tienen
reducido al mínimo y el Ministerio de la Protección Social no protege a esos trabajadores, a
quienes tiene la empresa por completo arrinconados.
Salarios
Miremos un poco los salarios, porque también se dice que en las minas de las
trasnacionales son elevados. Nos tropezamos con un lío porque conseguir la información es
de una dificultad inmensa. O el gobierno no la entrega, si es que la conoce, porque el
desinterés es completo, o las empresas alegan que es propiedad privada. Sin embargo, en el
caso de El Cerrejón se pudo establecer más o menos cómo son las cosas. La empresa aduce
que el salario promedio de los trabajadores directos es 4,5 veces el salario mínimo. La
ONG Danwatch precisa que los indirectos o tercerizados solo ganan el 30% de lo que
perciben los directos. Unas operaciones sencillas dan entonces que el salario por hora es de
4,74 dólares. En Estados Unidos es de 23 dólares la hora, es decir, aquí los trabajadores
mineros ganan cinco veces menos que en Estados Unidos, utilizando maquinarias muy
parecidas, con niveles de productividad también muy parecidos y el carbón se vende en
muy buena medida en Estados Unidos y en los mercados europeos. Se puede afirmar que
los salarios supuestamente altos no lo son, entre otras cosas, por un truco que voy a
explicar. Si el salario de los trabajadores directos es en promedio de 2.4 millones de pesos,
pero el salario de los indirectos bastante menor, el promedio que se termina estableciendo
es el que cuenta y el que al final le interesa al patrono. Dicho de otra manera, las
trasnacionales hablan todo el día de los trabajadores directos, pero ocultan cuánto ganan los
indirectos y cuántos son. Ocultan que el promedio salarial es al final lo que define los
costos de producción y lo que a los trabajadores les termina interesando, como clase, es
bastante menos de lo que alega la trasnacional. Y lo anterior se hace también con la
alcahuetería del Ministerio de la desprotección Social.
2. Jornada Laboral
Lo de la jornada laboral es de una gravedad inaudita y entramos al problema de la salud
ocupacional. En Colombia la jornada laboral es de ocho horas diarias y excepcionalmente
hay unas horas extras. Pero en las trasnacionales mineras, ministro, y usted ha de saberlo,
no es de ocho horas diarias y 48 semanales, como lo ordena la ley, sino que las empresas se
han inventado unos sistemas, por ejemplo, en Drummond, con jornadas de doce horas al día
por siete días seguidos y tres días de descanso. O jornadas de doce horas al día, siete días
seguidos y cuatro días de descanso. Entonces, no se trabajan 48 horas a la semana, sino 63,
30% más que la jornada laboral corriente, pero no de manera excepcional sino todo el
tiempo. Lo señalo como un ejemplo. Hay otro caso en el puerto de El Cerrejón, 60 horas
semanales de trabajo, 25% más de lo corriente. ¿Qué oculta esta realidad? Porque presentan
como un logro trabajar seguido y descansar unos días más, pero esto encierra un truco y es
que trabajan muchísimo más de la jornada corriente. Y está además el truco salarial. Un
salario de 2,4 millones de pesos, como lo aducen las empresas, suena como alto, pero es por
una jornada de 63 horas, de modo que cuando uno le descuenta la sobrejornada, el
sobretrabajo, el salario real resulta ser de 1,6 millones de pesos, una vez descontados $720
mil mensuales de las horas mensuales de más. La gracia es ganar más pero con el mismo
trabajo, porque si gano un poco más, pero estoy obligado a trabajar 60 horas a la semana, es
evidente que se oculta la verdadera realidad salarial y los verdaderos costos de producción.
Con un agravante especialmente complicado y es que cuando los trabajadores con la lucha
ganaron la jornada de ocho horas era en parte para gastar menos el organismo, para morirse
menos rápido. El cuerpo humano es un organismo que se gasta dependiendo de lo que se le
exija y la gente se muere más rápido si las jornadas son indeseables. El exceso de trabajo
genera daños en la salud, enfermedades e incapacidades, menos vida. Luego el reclamo no
es caprichoso. Es a costa de la vida de nuestros compatriotas como se establecen estas
relaciones labores. Ahora, para la empresa, buenísimo. En vez de programar tres turnos de
ocho horas, funciona con dos turnos de doce horas, finalmente lo que opera en las minas.
Disminuyen los costos por ciertos derechos convencionales distintos de los salariales, por
ejemplo, en los casos de los préstamos para vivienda, y los costos de administración son
menores, porque no es lo mismo manejar tres turnos que dos, y hay menores presiones por
alzas salariales, porque el trabajador piensa que gana bien, pero no cae en cuenta de que le
están forzando su máquina, el cuerpo humano.
Salud ocupacional
Esta realidad se pega a la otra realidad, un gravísimo problema de salud ocupacional. El
Ministerio de la Protección Social, otra vez, ministro Santa María, no les exige a estas
empresas lo que debe en salud ocupacional y en control de riesgos. Empiezo por explicarlo
así: la Procuraduría, el 16 de diciembre pasado, impetró una acción popular contra El
Cerrejón, contra ARP Positiva y contra el Ministerio de la Protección Social por violación
de las normas de seguridad social. Está claro que a la Procuraduría le parece que lo que está
sucediendo allí es ilegal, porque hay una especie de asociación entre el Ministerio, El
3. Cerrejón y la ARP Positiva para no ofrecerles a los trabajadores la seguridad social a que
tienen derecho.
Cuál es el lío de esta gran minería. Que debería estar declarada como actividad de alto
riesgo, pero el gobierno no lo hace. En las ocupaciones de alto riesgo los trabajadores se
pensionan con menos tiempo trabajo, y en ese sentido se les dan unas ciertas
compensaciones. Un trabajador corriente se pensiona en Colombia con 1.300 semanas de
cotización-trabajo, pero en oficios de alto riesgo la cotización es de 700 semanas, un
reconocimiento a que su vida se gasta más. El que trabaja más y en peores condiciones ve
en juego su salud. En el caso de la gran minería hay entonces una serie de problemas que
paso a detallar.
Riesgos físicos, vibraciones a cuerpo entero en máquinas que se mueven todo el tiempo,
con el consiguiente deterioro del cuerpo. No es lo mismo estar sentados en cómodos
sillones, como nosotros aquí, que estarlo en una volqueta inmensa que vibra todo el tiempo,
o laborar pegado de un martillo que sacude el cuerpo entero y que genera traumatismos de
columna vertebral, dolores abdominales y digestivos, problemas de equilibro, dolores de
cabeza y trastornos visuales. Dice el médico experto en salud ocupacional, el doctor
Ricardo Álvarez, que los daños ocurren casi que inevitablemente, así no se superen ciertos
límites. El deterioro por vibración produce un desgaste de manera inexorable, pero que se
agrava si las condiciones son peores. Vibraciones parciales, dependiendo de las máquinas,
generan problemas en articulaciones y extremidades y en la articulación sanguínea. Riesgos
ergonómicos por posición sedente prolongada y movimientos repetitivos, deflexiones,
tensión, rotaciones e inclinaciones de la columna lumbar, daños en túnel del carpo, lesiones
en hombros y en columna vertebral. El ruido, un factor de salud ocupacional
importantísimo, ruido repetitivo intenso por explosiones y ruido continuo de máquinas
suelen causar rotura de tímpanos, daños en el oído interno. Ruido leve y moderado, produce
fatiga del sistema ósteo-muscular del oído medio, trastorno del sueño, irritabilidad y
cansancio. Riesgos químicos, son miles los productos químicos que se utilizan en las minas
y que suelen afectar la salud. El polvillo del carbón: daña los pulmones, pues contiene
sílices, una sustancia cancerígena, y genera silicosis, cáncer de pulmón, bronquitis,
síndrome de Kaplan, bronqueolitis. El níquel, en el caso de Cerromatoso, otro cancerígeno,
causa reacciones alérgicas, rinitis alérgica, rinitis hipertrófica, perforación del tabique nasal,
cáncer de los senos nasales, bronquitis crónica, asma y cáncer de pulmón. No son juegos ni
asuntos menores, sino materiales y riesgos que se traducen en enfermedad y muerte. Se
añaden vapores cancerígenos de benceno, de cadmio, de cromo, de hidrocarburos de la
destilación del carbón. Riesgos sicosociales: la gente se enferma también de la cabeza por
las condiciones laborales cuando hay sobrecarga laboral, trabajos repetitivos, turnos
nocturnos y acoso laboral. Suelen producirse estados de ansiedad, infarto del miocardio,
hipertensión arterial. Riesgos biológicos, por la mala atención en los casinos. Lo que
estaban reclamando los trabajadores asesinados por los paramilitares era que la comida en
los casinos dejaba mucho que desear.
Veamos un caso específico. Un estudio hecho sobre El Cerrejón por el ingeniero Álvaro
Duque, un especialista, dice que el valor límite de los estándares internacionales en lo que
tiene que ver con la vibración de los equipos es 0,5 m/sec2 y para jornadas de ocho horas
4. diarias y 40 semanales. Y las mediciones encontradas en El Cerrejón se ven en la siguiente
tabla:
EQUIPO ACELERACIÓN ENCONTRADA
MTS/SE2
R.M.S
TRACTOR ORUGA CAT-103 1,1322
TRACTOR ORUGA CAT-042 1,4941
TRAÍLLA CAT 1,5639
TRACTOR LLANTAS CAR-203 1,2388
MOTONIVELADORA 1,0260
TANQUERO CAT 0,8374
CARGADOR CAT-206 1,0292
CAMIÓN CAT-416 0,7584
Lo que está diciendo es que la maquinaria está triplicando el nivel máximo tolerado en las
normas internacionales. Estamos hablando, no de desviaciones menores, sino de
desviaciones supremamente altas. El Ministerio contrató en el 2009 dos profesionales para
que visitaran El Cerrejón. Su informe deja ver una situación lamentable, porque lo que hay
allí es un desastre. La empresa aduce que hace las cosas bien, pero según los profesionales,
eso no se encuentra documentado, como tampoco lo está la efectividad de las medidas
tomadas. Una página entera de recomendaciones hacen los técnicos de cosas que deberían
ser de una manera y la empresa las está haciendo de otra. Y estamos hablando de
especialistas que entienden y saben cómo operan las minas. En estas circunstancias no
sorprende que estemos hablando de niveles tan altos de enfermedad, como lo han
mencionado aquí los trabajadores que hablaron en esta sesión.
El Cerrejón alega que presentó un nuevo plan de salud ocupacional y el sindicato,
Sintracarbón, sostiene que es por completo insuficiente. Hay 714 enfermos, entre ellos,
principalmente, ósteo-musculares, 462; respiratorias, 114; cardiovasculares, 41; auditivas,
76. En Drummond están cargando las volquetas con los conductores adentro, unas
volquetas descomunales y unas palas enormes, y les tiran el carbón a las volquetas con los
conductores adentro, absolutamente inaudito, para ahorrarse unos minutos. En Cerromatoso
ocurren los mismos problemas, con un agravante. La empresa está presionando a los
trabajadores enfermos para que negocien con la empresa una indemnización y se retiren.
Está violando las normas, porque eso está prohibido. Hay por lo menos cien casos
documentados y esas conciliaciones las están haciendo, ministro, con los inspectores del
Trabajo alcahueteando, unos funcionarios que se supone deberían preocuparse por la suerte
de los trabajadores.