Informativo misión jóvenes y adultos - 26 de abril - Cambió las armas por Dios
1. MisiónAdventista-DivisiónSudasiática
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INDIA ORIENTAL I 26 de Abril
Rajendra
selva. Rajendra solo podía ver a su esposa y
sus hijos en las noches en que podía entrar
en la aldea sin ser visto.
Extranjeros en la aldea
Cierto día, Rajendra escuchó que algunos ex
tranjeros estaban organizando reuniones en su
aldea. Decidió entonces que le convenía averiguar
de primera fuente qué era lo que estaba pasando.
Por ello, a la noche siguiente, Rajendra se sentó
en la parte de atrás de una gran tienda mientras
un pastor hablaba de Jesús. Rajendra entrecerró
los ojos. Le parecía que estos hombres estaban
tratando de esclavizar a los aldeanos para su re
ligión, exactamente al igual que los extranjeros
que en el pasado habían esclavizado política
mente al pueblo de la India.
Rajendra escuchó durante tan solo unos mi
nutos antes de salir de la tienda, para unirse
nuevamente a sus amigos allá en la selva. Con
tó a los demás hombres lo que había visto, y
decidieron que a la noche siguiente irían a inte
rrumpir la reunión, y de esa manera forzarían a
los extranjeros a que dejaran la aldea.
Cuando llegó la noche del día siguiente, Rajen
dra marchó a la tienda en medio de la reunión,
y caminó sin dudar hasta el frente, seguido por
su pandilla.
-¡Apresen a estos hombres! -gritó Rajendra-,
Llevémoslos a la selva.
El pastor miró directamente a Rajendra y le
habló con voz calma.
Rajendra Ram, de 48 años, de Biliar, era un ac
tivista en India Oriental antes de aprender acerca
del verdadero Dios.
R
ajendra Ram era un pobre agricultor que
vivía en la región oriental de la India.
Carecía de un buen nivel educativo, no tenía
dinero ni recursos, pero cuidaba de su familia,
y se interesaba en sus vecinos y la gente que
lo rodeaba. Comenzó a sentirse cada vez más
enojado al ver cuán oprimidos estaban los
pobres que vivían en la región.
Rajendra decidió hacer algo sobre la situación,
de manera que él y nueve de sus amigos forma
ron una pandilla que trató de luchar contra la
opresión. A medida que pasaba el tiempo, la pan
dilla se tomó cada vez más violenta. Rajendra y
sus amigos sintieron que la misión que tenían
justificaba la violencia. En ciertos momentos, has
ta llegaron a asesinar a otras personas. Como
resultado de sus crímenes, la policía comenzó a
perseguirlos, y tuvieron que esconderse en la
2. -Hermano, aquí no estamos haciendo nada
malo. Siéntense y escuchen lo que estamos di
ciendo. Si a ustedes no les gusta lo que escuchan,
pueden hacer con nosotros lo que mejor les plaz
ca. Pero, por favor, antes de eso, escuchen lo que
tenemos para decir.
Al escuchar las palabras del pastor, Rajendra
se fue calmando. Le dijo entonces a su pandilla
que se retirara, y se sentó a escuchar el resto del
mensaje.
-Jesús vino a este mundo para morir por nues
tros pecados -dijo el pastor-. U n día, dentro de
no mucho, él regresará, y llevará a su pueblo a
vivir con él en el cielo.
El encuentro
A pesar de lo que había hecho y de quién era,
Rajendra comenzó a mostrar interés en lo que
escuchaba. Al escuchar las palabras del pastor, dejó
de pensar en lo que podía hacer para interrum
pir las reuniones, y comenzó a pensar en todas
las terribles cosas que había hecho en los últimos
años. Algo en su corazón comenzó a cambiar.
Sintió que le hablaba la voz de la conciencia.
Después de que la reunión llegó a su fin, Ra
jendra regresó a la selva. Pero esa noche no pudo
conciliar el sueño. ¿Cómo he podido hacer todas
esas cosas.7, se dijo a sí mismo. ¿Podré ser perdona
do por toda la violencia c[ue cometíI
Cuando llegó la mañana, Rajendra se vistió,
sintiendo como si jamás tendría la posibilidad de
salir de ese pozo de pecado que él mismo se había
cavado. Con profundo desánimo, caminó hasta
la casa donde se estaba hospedando el pastor.
Cuando el pastor le abrió la puerta, en su
mirada pudo ver un gesto de sorpresa. Rajendra
sabía que el pastor se estaba preguntando si ese
hombre que venía de la selva había llegado hasta
allí para matarlo. Pero, a pesar de ello, el pastor
lo invitó a pasar.
-M e gustaría unirme y ser parte de su grupo -
dijo Rajendra con hum ildad-, ¿Me aceptará
Dios?
U na amplia sonrisa atravesó el rostro del
pastor, mientras le respondía:
-Por supuesto que Dios lo va a aceptar. El
acepta a todo aquel que llega pidiendo el per
dón de sus pecados.
El pastor y Rajendra hablaron un buen rato,
y oraron juntos. Rajendra sintió que su corazón
se derretía con el amor de Dios, y supo enton
ces que había sido hecho un hombre nuevo.
Un nuevo hijo de Dios
Cuando Rajendra salió de la casa del pastor, notó
que la gente que pasaba por allí lo obsevaba con te
mor. Sabían que era un hombre peligroso. Algunos
hombres corrieron hasta la casa donde se hospedaba
el pastor, para ver si este estaba muerto.
-Yo estoy muy bien -les dijo el pastor con una
amplia sonrisa . El que se murió es el viejo Rajendra.
El hombre que acaban de ver es el nuevo Rajendra,
¡el hijo más nuevo que tiene Dios!
Rajendra comenzó a estudiar la Biblia con el pas
tor. Cuanto más aprendía, más se convencía de que
esta religión no quería esclavizar a la gente, sino que
Cristo era sinónimo de libertad.
La siguiente vez que el pastor llevó a cabo un bau
tismo en un río cercano, Rajendra estuvo allí junto a
otros 39 candidatos -incluida su esposa-, listos para
ser sumergidos en las aguas. Pero, antes de que pu
diera ser bautizado, vio que la policía había rodeado
la zona. Cuando los policías lo tomaron del brazo,
no se resistió. Y, antes de que se lo llevaran, Rajen
dra dijo a los presentes:
-Les prometo que, tan pronto como sea liberado,
seré bautizado en este preciso lugar.
Rajendra pasó seis meses en prisión. Hasta el día
de hoy, no puede explicar por qué fue liberado tan
pronto. Apenas quedó libre, fue a ver al pastor para
ser bautizado así como lo había prometido, y para
que todos pudieran ver que ahora era un nuevo
hombre en Cristo.
Rajendra se convirtió, entonces, en un evangelista
laico, que cambió las armas por la Biblia, y que co
menzó a trabajar en las mismas aldeas donde antes
había aterrorizado a muchísimas personas. Dios ha
bía transformado su vida. (5)
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