La historia de Renato

Historias que cambian la historia
José Corrales Mucching 2

Historias que
cambian la historia
Por: José Alexander Corrales Mucching

José A. Corrales M.
Derechos de autor:
© 2106 Publicaciones Jmuxing
Primera edición, mayo 2016
© 2016 Publicaciones Jmuxing
Edición y diseño: José Corrales M.
jcorrales2703@gmail.com
Reservados todos los derechos
All rigths reserved
Prohibida la reproducción total o parcial sin la autorización del autor.
Independencia, Lima, Perú

ACERCA DEL AUTOR
José Alexander Corrales Mucching
nació el 27 de marzo de 1992 en La
Victoria, Lima, Perú.
Sus artículos electrónicos como
“Sucede en las mejores iglesias”, “El
trovador de Cristo” y “Pensando pe’,
varón”; siempre tuvieron el mismo fin:
Ayudar, instruir y bendecir las vidas de todos sus lectores.
Por la gracia de Dios, ha realizado diversos eventos
evangelísticos - sociales como: Predi-Car (predicar la Palabra
de Dios en los carros), Desayunón – Predicadón (llevar
alimentos – desayunos- gratuitos a personas de escasos
recursos y predicar la Palabra de Dios) y The Place (predicar
la Palabra de Dios en las plazas).
Actualmente, José Corrales es líder del Ministerio pre-juvenil
“Generación sin Límites” y lleva aproximadamente cuatro
años en el trabajo con adolescentes entre los 10 y 17 años de
edad.
Para mayor información ingresa a:
www.publicaciones-jmuxing.blogspot.pe/2016/05/acerca-del-autor.html
“El liderazgo no se impone, se gana”
Jmuxing

PRÓLOGO
HISTORIAS QUE CAMBIAN LA HISTORIA® es un libro que
contiene diversos tipos de historia que, si bien, pueden ser
aplicables a la vida real, se recomienda no tomarlo de manera
personal, ya que se considera que el obrar de Dios es
multiforme para cada tipo de persona.
Por otro lado, cabe resaltar que las historias mencionadas en
este libro no guardan relación con la realidad, pero puede
llegar a ser real, si tienes la fe de que Dios cambia a las
personas y mueve las situaciones para cumplir su voluntad.
El libro contiene nueve historias que hablan desde personas
tranquilas, como muy extrovertidas, de personas con mucho
dinero hasta gente que tiene que trabajar para sobrevivir,
desde personas que conocieron a Cristo, hasta personas que
ni si quiera creyeron en Él.
Esto es HISTORIAS QUE CAMBIAN LA HISTORIA®
José Corrales Mucching

CONTENIDO
Introducción ......................................................................................................... 08
Historia 1: Elevando el clamor ..................................................................... 10
Historia 2: Desconcierto de invierno ........................................................ 20
Historia 3: Entre el puñal y la cruz ............................................................ 28
Historia 4: La vida entera a tu lado ............................................................ 34
Historia 5: Ama a tu prójimo como a ti mismo y no en vez de ti.. 40
Historia 6: Cambio de corazón...................................................................... 47
Historia 7: Nadie me quita lo vivido .......................................................... 55
Historia 8: Un llamado irrevocable............................................................. 60
Historia 9: Tu historia con Dios ................................................................... 73

INTRODUCCIÓN
Solemos escuchar diversas historias acerca de lo que Dios ha
hecho en la vida de muchas personas, sin embargo, dichas
historias sólo quedan en la mente, en un momento de emoción
y nada más.
Somos pocos los que decidimos escribir una historia con Dios.
Amigo lector, tú no eres parte del montón. Tú eres alguien
especial, alguien a quien Dios quiere usar, pero debes tener la
convicción que lo puede hacer con tu vida.
No limites a Dios, Él es Dios y no dejará de serlo. Él siente un
amor especial hacia ti, es demasiado el amor que siente por ti,
por ello quiere usarte.
Espero que estas historias puedan inspirarte no sólo a pasar
algo similar, sino a aventurarte a realizar una historia con
Dios. Todo depende de ti. Está en tus manos el hacerlo.
Disfruta de HISTORIAS QUE CAMBIAN LA HISTORIA®

“Hay historias que cambian vidas,
pero hay vidas que cambian la historia”
Anónimo

Historia 1
“Elevando el clamor”

Esta es la historia de un muchacho al cual llamaremos Renato
Ramiro Romeo, alias, ‘el chico de las 3 R’.
Renato era el chico más popular de toda la secundaria, con tan
sólo 13 años, ya tenía un reconocimiento especial por su
atractivo. Tenía un par de fuertes tríceps, su estatura era la de
un adulto y en sus brazos, piernas e incluso el pecho, tenía una
gran cantidad de vellos.
A diferencia de sus amigos, Renato estaba experimentando
nuevos cambios en su sexualidad; literalmente, sus hormonas
estaban ‘en ebullición’. Él dejó de pensar en el fútbol, los
juegos de vídeo por las tardes, el pasar tiempo con sus padres
y las sanas diversiones para empezar a salir a divertirse con
las chicas de la secundaria a diversos eventos rumberos.
Sus amigos lo miraban de manera extraña, ya que Renato no
quería estar con ellos. Poco a poco se fue aislando, empezó a
conocer a muchas mujeres; ya no sólo le interesaba pasar un
rato con ellas, sino que quería experimentar algo más… Quería
llevar sus instintos al máximo, empezar a hacer cosas que
jamás hizo.
Inició su vida sexual a la edad 15 años, y quedó cautivado con
dicha experiencia, considerando así que el sexo podría ser un
juego de niños. Renato no se contentó con sólo una
experiencia, deseaba más, ansiaba algo descontrolado,
alocado, quería dar rienda suelta a sus instintos carnales.
Pensó:
Conquistar un chica me sale muy caro, mejor es
‘alquilarme una’, al final, obtendré lo que quiero de
todas formas.

Renato no se daba cuenta que este camino corto y fácil que
saciaba su apetito sexual podría causarle graves problemas.
Su madre, María, preocupada por la situación que su hijo
atravesaba, lo llevó a una charla de orientación sexual, en la
que le hablaron de las ITS (Infecciones de Transmisión
Sexual). Renato, sin embargo, no hacía caso a lo que le decían,
mucho menos le interesaba el consejo de su madre.
Ya había cumplido los 18 años de edad, y su madre le exigía
que trabajara para que aportase dinero al hogar, puesto que
este no tenía un padre que sustente los gastos de casa; así que
empezó a buscar trabajo.
Al comienzo le fue difícil, pero logró tener un puesto en la
vigilancia de una residencial en Miraflores, y aunque el título
de “Guachimán” no le gustaba para nada, lo que ganaba era
suficiente poder disfrutar de sus mayores deleites: el sexo
fácil y el alcohol. Cada fin de semana, Renato iba a los burdeles
del Centro de Lima a saciar su apetito sexual, en ese lugar
conoció a una mujer muy atractiva.
Maritza, era una anfitriona del antro al que Renato
frecuentaba. Ella le decía que había visto algo distinto en él,
un atractivo especial, que con sólo una mirada podría llenar
de placer a cualquier mujer.
Renato fue seducido por Maritza, pero ella no quería tener
relaciones con él sin que haya una condición de por medio…
Una invitación especial, una que cambiaría el sentido de su
vida, una invitación que le podría llevar a un lugar sin retorno.
Maritza llevó a Renato en su carro, ella lo convenció que se
pusiera una venda en los ojos, ya que el lugar al que irían era
muy secreto.

Renato pensó:
Esto debe ser una especie de broma o cámara oculta.
Bueno, no pierdo nada, así que le seguiré el juego.
Finalmente llegaron a un lugar extraño, la entrada tenía
manchas viscosas de color rojo escarlata, las paredes tenían
símbolos que Renato jamás había visto, y casualmente,
estaban escritos con el mismo color que el de las manchas que
vio en la entrada.
Al llegar al salón principal… Un tipo con traje negro, que en
una mano tenía una daga, un bebé ensangrentado y una mujer
desesperada, fue todo lo que Renato pudo ver en aquel lugar.
Tras este impacto, se desmayó.
‘El chico de las 3 R’ había sido invitado a un ritual satánico con
el único fin de consagrar su alma a Lucifer. Él nunca se
imaginó que Maritza fuera una sacerdotisa de alto rango, que
se adentraba en los burdeles para ganar almas para su señor,
el diablo.
Cuando Renato despertó, se encontraba desnudo, atado de
pies y manos encima de una mesa redonda de madera, que
tenía tallado un pentagrama en el centro, se sentía incómodo,
no podía moverse, gritaba pidiendo ayuda, sin embargo a
nadie le importaba. Esos gritos desgarradores eran como una
canción para los sacerdotes satánicos.
Renato una vez más se volvió a desmayar…
Cuando despertó, se encontraba en su cuarto, y pensó que
había sido un mal sueño y nada más. Cuando intentó ponerse
de pie, un mareo vino sobre él y se desplomó, luego de unas
horas, volvió en sí y pudo caminar.

Su madre, después de tanto llorar por la condición de su hijo,
decidió conversar con él, pero lo único que consiguió es que
éste le propine un golpe en la cara y se vaya de la casa.
María había intentado de todo para cambiar a su hijo, se
compró libros para tratar con personas adictas al sexo, buscó
ayuda en organizaciones de alcohólicos anónimos, había
consultado con psicólogos, psiquiatras, pero no encontraba
respuesta a lo que quería. Había pedido préstamos de dinero a
diferentes bancos para poder cubrir los gastos que realizaba
por su hijo. Se sentía frustrada, devastada y sin salida.
Angustiada y desesperada, empezó a rogar al cielo por una
respuesta. Al poco rato ella escuchó una voz muy fuerte que
decía: Yo soy tu Dios, que miro tu aflicción y me compadezco
de ti. Clama a mí y yo te responderé…
María se sentía confundida, sin embargo hizo caso a la voz; y
empezó a clamar a Dios por su hijo.
Por otro lado, Renato trataba de recordar lo que había pasado,
pero una jaqueca que se apoderaba de su cabeza, no lo dejaba
concentrarse.
A la semana siguiente, Renato fue al burdel de siempre y se
encontró con Maritza. Él se le acercó y le dijo que le explicara
qué fue lo que pasó esa noche, pero Maritza, lo miró extrañada
y le dijo:
Yo jamás te he visto en mi vida, si quieres tener
una cita conmigo te va a costar muy caro.
Renato estaba muy confundido, no recordaba nada de lo que
había pasado esa noche. Empezó a tener sueños horribles y
extraños. No entendía por qué había pasado todo esto. Decidió

ir a un curandero, esos de los que anuncian en la radio y
ponen su cartel en los postes. Cuando Renato les preguntó qué
le estaba sucediendo, el curandero le dijo:
Te han hecho maldad, sobrino, pero podemos
hacer una limpia especial y tu problema se
solucionará así de fácil.
Renato aceptó sin ningún reproche lo que este curandero le
había ofrecido. Lo que él no sabía es que cada vez se estaba
sumiendo más en un hoyo del cual no podría salir fácilmente.
María seguía clamando a Dios, pero parecía que no había
respuesta, aun así la madre no se rindió. Días después, se
encontró con Ruth, una amiga suya que no veía desde la
secundaria. Ruth le contó que había tenido un encuentro
especial con Jesucristo; Y le habló sobre la vida nueva y el
arrepentimiento. María al escuchar todas las maravillas que el
Señor había hecho en la vida de su amiga, decidió aceptar a
Jesús en su corazón y arrepentirse genuinamente de toda
maldad que había cometido.
María no dejaba de orar por su hijo, ella se unía a los grupos
de oración de la iglesia para poder compartir su petición con
otros, pues aprendió cuán importante es ponerse de acuerdo
con sus hermanos para hacer peticiones a Dios.
No fue nada fácil para María, pues cada vez que quería
reunirse con sus nuevos hermanos para orar por su hijo,
surgían problemas que no le permitían asistir a la iglesia.
Para variar, el padre de su hijo había vuelto sólo para hacerle
la vida imposible, las deudas que tenía con los bancos se
acumularon y estaban a punto de embargar su casa. Parecía
que todo estaba perdido.

María se sentía desganada, había dejado de comer, no podía
dormir por las noches, porque una crisis nerviosa se
apoderaba de ella.
Fue entonces que una madrugada, alrededor de la 1:30 AM,
salió de casa con la decisión de terminar con su vida. En el
camino iba pensando todas los problemas que tenía hasta el
momento: un hijo descarriado, problemas económicos, las
discusiones con su ex esposo, deudas bancarias, y más.
Llegó a la Costa Verde, un poco agitada de tanto caminar. Se
encontraba en una pendiente muy alta, miró hacia abajo,
cerró los ojos, se lanzó y exclamó: Perdóname, Señor.
A la mañana siguiente, María despertó en su cuarto y no
recordaba mucho de lo que había pasado la noche anterior.
Sólo una luz resplandeciente y una voz muy fuerte era lo que
había quedado en su mente. Inmediatamente fue en búsqueda
de Ruth y le contó todo lo que había sucedido.
Al escuchar dicha experiencia, Ruth quedó sorprendida. Sin
embargo, ella estaba en ese lugar con un propósito: Advertirle
a su amiga María que estaban en problemas.
María, he tenido un sueño contigo y tu hijo.
Ustedes caminaban por un lugar oscuro y sin
rumbo, estaban buscando algo, parecían como
confundidos. Tú decidiste ir por el lado derecho
y tu hijo, no quiso seguirte. Luego, vi un rostro
demoniaco muy aterrador que se tragó a tu hijo
y me dijo: “La próxima será María y nadie lo
podrá evitar”.
De inmediato me puse a interceder por ti y a
reprender ese espíritu maligno.

Aunque María no entendió algunas cosas que Ruth le había
contado, le quedó claro que estaba luchando contra demonios
y esto iba a ser muy complicado, ya que no tenía ningún tipo
de experiencia.
Sin nada más que perder, María pidió ayuda a Ruth para orar
por Renato. Todo lo que pasó en adelante, no se compara en
nada a lo que María estaba viviendo. Cada noche, vivía una
experiencia terrorífica; los primeros días se escuchaban pasos
por toda su casa, algunas voces extrañas en sueños y objetos
que se movían. Otras noches se oían gritos aterradores, como:
“Nadie te salvará”, “Terminarás en el infierno”, “No escaparás
de mí”, “Te odio”, “Tú estás sola”.
María tomó la decisión de hacer una guerra espiritual junto a
sus hermanos y pastores de la iglesia. La iglesia se reunió en
casa de María a partir de las diez de la noche. A medida que
oraban y cantaban, la casa se tornaba cada vez más cargada.
Los muebles empezaban a moverse, los utensilios de la cocina
empezaron a ser lanzados de un lado a otro.
Una de las hermanas que oraba, recibió una visión y dijo:
Aquí no hay sólo demonios, aquí hay un artículo
satánico. La hermana subió por las escaleras y
se dirigió hacia el cuarto de Renato. Buscó bajo
la cama y encontró una bolsa pequeña con
arena blanca.
Entre los hermanos había un ex – brujo, quien dijo:
Yo sé muy bien qué es eso. Es un amuleto para
limpias. Solíamos usar ese artículo cuando
queríamos hacer limpiezas espirituales; pero
eso era en realidad una excusa, porque dentro

de ese conjuro poníamos una maldición para
que la vida del cliente sea debilitada cada día
hasta que se seque como esta arena blanca.
Todos quedaron espantados y sorprendidos; pero incluso así
empezaron a orar. En el transcurso de la oración, la casa
empezó a temblar y se escucharon muchas voces
atormentadoras en el lugar.
Un espíritu inmundo se manifestó y exclamó:
Su vida me pertenece. Ustedes no pueden hacer
nada. Todos sus esfuerzos son inútiles.
El pastor ordenó a no obedecer la voz demoniaca y a dejar de
orar de manera pasiva. Ahora era momento de iniciar la
guerra espiritual.
Entones empezaron a mencionar la sangre de Cristo, el
nombre de Jesús y a revestirse con la armadura de Dios.
Todos estaban con los ojos cerrados, pero María los abrió por
un momento, ya que todo esto le parecía increíble. Para su
sorpresa, ella vio ángeles y demonios peleando en una batalla
extraordinaria. Después de la impresión, ella volvió a cerrar
los ojos y a seguir clamando en voz de guerra.
Después de esa noche, todo cambió… A la mañana siguiente,
Renato volvió a casa; y conmocionado le dijo a su madre:
Mamá, ayer estaba a punto de terminar con mi
vida, pero Él me salvó. Él me dio una nueva
oportunidad. Lo pude ver, lo pude sentir; Él me
habló, Él me habló, me dijo que me amaba, que
dio su vida por mí.

Luego de estas palabras, Renato se desmayó con una gran
sonrisa en su rostro.
María estaba muy contenta por lo que le estaba pasando,
creyó en su corazón que Dios le había respondido y así fue.
Esta es una historia que puede pasarte a ti, si no permites que
decaiga tu fe. Así como María, tú también puedes clamar al
Señor por la salvación de algún amigo o familiar.
Historias que cambian la historia…

Historia 2
“Desconcierto
de invierno”

La protagonista de esta historia es una persona a la que
llamaremos Indhira Mendoza Arévalo. Su historia es, quizá, la
de muchas personas alrededor del mundo.
Era una noche perfecta para una mala noticia, había lluvia,
mucho viento y el cielo se tornaba más oscuro cada vez.
Indhira descubrió la infidelidad de su padre, quien sostenía
una relación secreta con su secretaria.
Ella, a la edad de diez años, no sabía cómo asimilarlo. Rogaba
al cielo que todo esto fuera un sueño o un malentendido. No
podía concebir que su hermosa familia se viera como una
torre a punto de caerse. Por un momento pensó:
¿De qué me sirve la vida ahora que mi familia se
destruye?, ¿por qué me pasó esto a mí, si yo soy
cristiana?, ¿no se supone que a los cristianos
nada malo nos pasa? ¡Todo esto es un engaño!
Indhira se sentía devastada. En cada oportunidad que tuvo
deseó quitarse la vida, pero era muy cobarde como para
hacerlo; intentó cortarse las venas y morir desangrada, pero
al primer pinchazo dio el brazo a torcer; quiso tirarse desde
su último piso, pero al estar con la mirada hacia abajo, asimiló
el dolor y huyó de la escena; hizo todo cuanto pudo, pero era
inútil, su cobardía podía más que sus decisiones.
Habían pasado dos años después desde ese fatídico episodio
en su vida. Para ese momento, la madre de Indhira ya se había
enterado de todo lo que su esposo le había hecho. Las
decisiones que se tomaron fueron muy rápidas. Una carta de
divorcio, peleas y discusiones eran el plato de cada día.

Kassandra, su prima, no estaba ajena a todo lo que a Indhira le
ocurría. Ellas lloraban juntas, por el dolor que sentían. Kassy,
como solía decirle Indhira a su prima, lloraba desconsolada,
ya que recordaba la muerte de su padre e Indhira gemía en
llanto, porque sintió muy fuerte la traición del suyo.
Por ese tiempo, la nueva tendencia que había llegado a Perú
era la moda oriental: los nuevos gestos, ropas, accesorios,
grupos de k-pop, entre otros.
Indhira y Kassandra no fueron ajenas a esta nueva tendencia;
y rápidamente querían saberlo todo, desde dónde podían
comprar las ropas y accesorios hasta en qué lugar se
presentarían los grupos de k-pop. Era un hecho que ellas
buscaban un pasatiempo, una forma de llenar el vacío que
ambas sentían.
Habían pasado seis meses sumergidas del ‘movimiento
oriental’, y las nuevas amistades no tardaron en aparecer.
Las salidas de fin de semana eran parte de la rutina en la vida
de Indhira. Sus lugares de preferencia eran: El barrio chino,
Aviación y Barranco. A ellas no les importaba si salían solas o
con alguien más; se tenían la una para la otra.
Los padres de Indhira ya estaban separados, ellos querían
ganarse a su hija, así que le daban todo lo que ella necesitaba.
Si quería dinero, el padre era el más indicado, si quería
permisos, entonces acudía a su madre. Aunque toda esta
situación le afectaba a Indhira, ella trató de sacarle provecho,
pensó que mientras no le digan nada malo, todo estaría bien.
Así que empezaron los requisitos para escoger al favorito.
Cuando el padre de Indhira no la podía satisfacer, entonces
ella prefería a la madre; y viceversa.

Indhira ya había cumplido trece años, su vida estaba alejada
de Dios. Ella lo decidió así desde aquel desconcierto de
invierno, desde aquella noche en que descubrió la infidelidad
de su padre. Indhira trataba de no pensar en los problemas
que tenía. Cada vez que los recordaba, agitaba fuertemente su
cabeza y se ponía a pensar en sus nuevos ídolos orientales.
No tenía una razón para vivir, no tenía un motivo para existir,
su vida cada vez se asemejaba a una máscara, ella trataba de
aparentar que estaba bien, pero su corazón se encontraba
malherido.
Cansada de toda esta situación, Indhira decidió echarle la
culpa a Dios por todo esto. Luego de llorar casi toda la noche,
Indhira pudo dormir.
Al día siguiente, todo fue peor para Indhira. Su padre había
llegado a casa una vez más, pero en esta ocasión era para
llevarse a Indhira. Ella se encontraba entre la espada y la
pared, por un lado quería quedarse con su madre, porque la
amaba y por otro, sabía que si se iba con su padre podría
gozar de muchos beneficios. De tanta presión, Indhira salió
corriendo de la sala y se fue llorando a su cuarto. No salió de
allí, sino hasta que su padre se fue.
Romina, la madre de Indhira, trataba de acercarse a Dios, ya
que desde su niñez le enseñaron a que debía confiar en Él en
toda momento. Pero, era muy débil para tomar esa decisión;
se desmotivaba con facilidad, así que prefería angustiarse y
llenar de odio su corazón.
Indhira, se puso a pensar en todo lo que estaba sucediendo; y
decidió poner su confianza en Dios, pero a su manera. Una
noche muy helada, ella empezó a orar; tenía muchas

interrogantes para el señor, y sin esperar respuesta se puso
de rodillas. Cuando mencionó la palabra “Señor”, un frío que
le puso la piel de gallina, la silenció por un momento.
No le tomó mucha importancia, y siguió. Mencionó el nombre
de Jesús para dirigirse a él, y sucedió lo inesperado. Una
sombra muy grande invadió la mitad de su habitación. Ella se
encontraba con los ojos cerrados y no se percató que esta
sombra crecía a medida que ella oraba.
Esa noche no sintió nada de parte de Dios, incluso consideró
que lo que estaba haciendo era tonto, así que dejó de hacerlo y
seguía su vida de manera normal.
Pasado tres meses, un sueño muy extraño la despertó de
madrugada. En el sueño, ella vio a una persona vestida de
blanco que le decía:
Hemos recibido tu oración; y tardamos en
responderte porque ‘falta de perdón’ se
interpuso en el camino.
Y la respuesta a tu pregunta es…
Despertó inmediatamente del sueño.
Sorprendida por este sueño revelador, empezó a cuestionarse
sobre la existencia de Dios y de sus ángeles, así que empezó a
buscar en la biblia a ver qué encontraba. Cuando tomó la
Palabra de Dios, una voz perturbadora le dijo:
No hay nada que puedas hacer para salir de mis
redes. Te tengo, te tengo, eres mía, me
perteneces…

Inmediatamente soltó la biblia y corrió gritando hacia su
madre:
El diablo me quiere matar… ¡Auxilio!, por favor
ayúdame, mamá… Tengo mucho miedo.
Romina, quien conocía acerca de la existencia de los
demonios, le dijo a su hija que empiece a pedir la ayuda de
Dios, porque ella no podía hacer nada.
Entonces así lo hizo. Indhira empezó a pedir ayuda a Dios,
porque tenía miedo a que el diablo pueda hacerle daño. Sin
embargo, no buscaba a Dios por amor, sino por conveniencia.
Indhira volvió a tener un sueño, esta vez, la misma persona
vestida de blanco que le dio el mensaje, estaba en el suelo, un
poco sucio y adolorido; sin embargo, le dijo:
¿Qué esperas, Indhira? Hazlo pronto, porque
‘falta de perdón’ va a terminar con tu vida.
Indhira comprendió que el ángel se refería a que debía
perdonar a su padre; sin duda era una decisión muy difícil
para ella, porque la infidelidad de su padre le había causado
un gran daño en su vida.
Cada vez, los tormentos eran más fuertes. Indhira tenía
noches en las que no podía respirar, ella se refería a esa
sensación como a que alguien la estaba ahorcando. Tenía
pesadillas donde una gran cantidad de demonios la maldecían
y la ofendían. Cuando ella decidía buscar a Dios para pedirle
ayuda, los demonios más la atormentaban, y cada vez, Indhira
se volvía más cobarde.
Decidió en su corazón y en su mente tomar el paso de
perdonar su padre. Y así lo hizo. Ella lo citó para encontrarse

en el Centro de la ciudad y no pudo contener las lágrimas.
Empezó a llorar y perdonó a su padre de todo corazón. Su
padre, un poco confuso por la situación, sólo atinó a abrazar y
consolar a su pequeña.
Los días transcurrían y los demonios, aparentemente, se
habían ido. Entonces, Indhira empezó a leer la biblia y el
primer versículo que halló fue este:
“Entonces su señor, enojado, le entregó a los
verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
Así también mi Padre celestial hará con
vosotros si no perdonáis de todo corazón cada
uno a su hermano sus ofensas”.
(Mateo 18:34, 35)
En ese momento, Indhira recordó que le había prometido a
Dios, cuando era muy pequeña, que quería seguirle siempre y
que pase lo que pase siempre le iba a obedecer.
Recordó las veces que Dios le había perdonado, recordó los
sueños que Él le mostraba cuando tenía tan sólo siete años.
Comprendió que todo lo que le había sucedido era por su
desobediencia a Dios, ya que prefirió ir en busca de otras
personas para llenar ese vacío que sentía, en vez de buscar a
su Padre Celestial.
Todo era más claro para Indhira. Con el corazón aliviado,
decidió servir a Dios y a seguirlo a toda costa. En la actualidad,
Indhira trabaja con adolescentes; y para bendición suya,
muchos de ellos tienen similares problemas que Indhira
asumió en su adolescencia.

Dios sabe siempre lo que hace. Si tú te encuentras en una
situación difícil de afrontar, comienza confiando en Dios,
entrégale tu problema y recuerda que a los que aman a Dios,
todo les ayuda para bien. Puede que más adelante le sirva a
alguien más todo lo que estás pasando.

Historia 3
“Entre el puñal y la cruz”

Jairo Chirrión Gutiérrez, un muchacho de aproximadamente
15 años de edad, vivía una vida muy cómoda en su casa de
cuatro pisos. Gozaba de muchos privilegios, tenía todo lo que
un chico de su edad desearía: una familia adinerada, un cuarto
amoblado, cero responsabilidades y, para variar, una mascota
llamada Smoth.
El chico de las quince primaveras, no tenía nada que envidiar
a los de la alta sociedad. Sin embargo, había un problema que
lo perseguía desde su infancia.
Jairo tenía una baja estima, la misma que no le permitía
escoger por sí mismo, le costaba demasiado tomar decisiones,
se sentía insatisfecho con su cuerpo, en especial con su rostro,
por una protuberancia que tenía en la nariz.
Su infancia fue muy trágica. En la primaria no tenía muchos
amigos; y por sus actitudes anti-sociales y muchas veces
extrañas, se llevó el título de ‘lorna’. La secundaria fue, quizá,
su más fatídica experiencia. El bullying era su pan de cada día,
incluso consideró dejar de estudiar por estas razones.
Su familia, muy preocupada, optó por llevarlo al psicólogo.
Este lo único que hizo fue empeorar la situación de Jairo, ya
que en varias ocasiones, el negligente psicólogo agredía a
Jairo con insultos y burlas.
A la edad de dieciséis años, Jairo decidió dar un giro de 360° a
su vida; y optó por “hacerse el valiente” y experimentar cosas
que jamás había hecho. Jairo siempre pedía dinero a su
madre; la excusa inmediata era: Es para un trabajo del colegio.
Sus padres no se imaginaban que Jairo estaba utilizando el
dinero para consumir drogas.

Sus actitudes eran cada vez peores; ahora acostumbraba a
gritar a su madre; y a exigirle más y más dinero. Sobre el
efecto de las drogas, cometía mil y un barbaries. Ya no era tan
tímido, ahora, se podría decir que era más arrebatado.
Llegaba a casa a la hora que quería, y hacía mucha bulla para
que le dejen entrar, si en caso no se lo permitían. Insultaba a
sus vecinos, maltrataba a su madre, golpeaba a sus primos y
hermanos menores.
El chico ‘lorna’, de la trágica infancia se había convertido
ahora en ‘Pantro’, el líder de “Los ChacALes”, una pandilla
vinculada con el club deportivo Alianza Lima.
Pantro había encubierto su timidez y baja estima con una
coraza de maldad y rudeza. Se había convertido en el líder de
los “ChacALes” por demostrar su valentía al apuñalar al líder
de la banda enemiga “La TribU”.
A medida que Jairo, “Pantro”, iba adentrándose en el mundo
de las pandillas, fue volviéndose diestro en el uso de los
puñales (cuchillos, machetes, verduguillos, etc.). Cada vez que
se enfrentaban a otras pandillas, Pantro hacía uso de sus
destrezas; y dejó a muchos vándalos al borde de la muerte.
Jairo tenía un hermano mayor, que siempre buscaba
comprenderlo. Jummer había sido por más de diez años el
consejero personal de Jairo, sin embargo, en esta nueva etapa,
todos los esfuerzos de Jummer porque Jairo recapacite eran
en vano.
Jummer sentía mucha preocupación por su hermano menor;
llegó a sentir culpa de todo lo que le sucedía a Jairo. Se sentía
un mal hermano, un fracasado, incluso consideró huir de casa,
pues no soportaba ver a su hermano en tales condiciones.

Cuando parecía que todo había terminado, Jummer empezó a
pedir ayuda a Dios. Pensó: Si Dios existe, entonces me oirá.
Entonces exclamó:
¡Hey!, ¡Oye!... Jesús… Si tú existes, entonces
demuéstramelo. Tú, que dices que resucitaste al
tercer día, respóndeme. Dime algo.
No sé si me estés escuchando, pero te pido con
todo el corazón que cambies a mi hermano.
Por favor… Por favor…
Un dolor profundo invadió el corazón de Jummer; y este
rompió en llanto aquella noche.
Pasaron tres meses, y Jummer no notaba ningún cambio en
Jairo. Pensó que Dios sólo era una fábula. Se sentía un tonto.
En su depresión empezó a sumirse en el alcohol, a amanecerse
en las discotecas, literalmente daba rienda suelta a sus
instintos. El estado de Jummer era cada vez peor.
A Jairo no le interesaba en nada lo a su hermano le estaba
sucediendo. Así que siguió con su vida de vándalo.
Una noche, “Los chacALes” decidieron atacar a la banda rival
de “Los SCorpiones”. Allí estaba Pantro, liderando a toda su
guerrilla. Diestro en los puñales, empezó a atacar a todo
cuanto podía; dejando como resultado siete personas heridas
y una al borde de la muerte.
En una cuestión de segundos, llegó la policía; y Pantro fue
detenido aquella noche. Con más de catorce denuncias por
robo agravado, fue llevado al penal de Piedras Gordas, de
donde no saldría fácilmente.

En aquel lugar, fue muy respetado por algunos, debido a su
habilidad con los puñales. Muchos lo odiaban, y buscaban
terminar con su vida. Intentaron matarlo en más de una
ocasión, pero siempre se salvaba de milagro.
Luego de permanecer medio año en el penal, Jairo, planeaba
su escape, sin embargo, sus intentos por huir del penal fueron
frustrados por los efectivos policiales y por aquellos quienes
lo odiaban.
En una mañana, reunieron a todos los reclusos en el auditorio
para una reunión imprevista. Mientras se llevaba a cabo la
reunión, Jairo planeaba su escape una vez más.
En un instante, cuando el encargado de realizar la charla
ordenó a todos los presentes a cerrar los ojos, Jairo se puso de
pie para escapar del penal. En ese momento, el predicador le
habló con autoridad:
Tú, Jairo… Dios te está llamando. Este es el
momento, ven aquí adelante y arrepiéntete.
En un abrir y cerrar de ojos, Jairo se encontraba arrodillado
delante del altar, con lágrimas en los ojos y el corazón
humillado. Ese fue el momento en que Jairo aceptó al Señor en
su corazón y se arrepintió de todas las maldades que había
cometido a lo largo de su vida.
Sólo fueron necesarios seis meses más para que Jairo salga del
penal, pues por su disciplina y buen comportamiento le
acortaron la pena.
Al salir, lo primero que hizo fue pedir perdón a sus padres; y
buscar a su hermano, pero al no lo encontrarlo en casa, salió a
buscarlo.

Sus padres le dijeron que hace una semana que había
desaparecido; y que ya habían puesto la denuncia.
Jairo desesperado empezó a orar a Dios:
Señor, te pido perdón. Sé que todo esto es mi
culpa. Mi hermano siempre se preocupaba por
mi vida. Y yo no lo escuché. Fue por mi culpa,
por mi culpa, él está perdido. Perdóname,
Señor. Perdóname, no sé qué más decirte…
Un estruendo conmovió toda su casa y un frío corrió por todo
su cuerpo:
Jairo… La razón de que tú estés aquí es por
Jummer. Él estuvo orando por ti, y hoy su
oración ha dado frutos.
Yo soy tu Dios, yo te salvé de la muerte cuando
intentaron acabar con tu vida. Yo te guardé
hasta el día de hoy.
Jairo no podía contener su cuerpo; y postrado en el suelo lloró
incontrolable y desconsoladamente.
Hoy, Jairo brinda ayuda social en un hogar cristiano llamado
“Clamor en el Barrio”. Él sigue orando por la vida de Jummer,
y cree siempre en su corazón que llegará el momento en que
Jummer pueda recibir a Jesús en su vida.
En esta ocasión, la cruz pudo más que el puñal.

Historia 4
“La vida entera a tu lado”

Jordan Tréboles Pascal era un muchacho de diez años muy
aplicado en todo lo que hacía. Era el orgullo de sus padres, y el
preferido de los maestros de la institución educativa “Four
Suyos Empires”, ubicado en Independence Lake, Chicago, USA.
Era muy talentoso, le gustaba cantar y actuar. A la edad de
siete años aprendió a hablar inglés; y al cumplir nueve, ya
dominaba el francés.
Fue criado desde pequeño en los caminos del Señor. Sus
padres eran pastores de la iglesia “Belenth Church” y su
hermana, un año menor que él, siempre estaba dispuesta a
colaborar en todo lo que sea para la obra de Dios.
Al cumplir trece años, Jordan, tuvo mucha curiosidad por lo
que sus compañeros cuchicheaban en las horas de recreo.
No perdió el tiempo en preguntarles qué era tan misterioso,
que lo decían en voz baja. Jeffrey, le respondió:
No te hagas el buenito, Tréboles, tú sabes bien de
qué estamos hablando. Te voy a dar este
regalito, pero recuerda: “Es sólo para ti”, que
nadie más lo vea.
Jordan había recibido un sobre manila con un DVD en el
interior. Al llegar a casa, el curioso Jordan se dispuso a
reproducir el vídeo en su computadora personal.
Era muy obvio que el vídeo que Jordan tenía en sus manos
contenía material pornográfico. El muchacho quedó pasmado
y algo avergonzado, sin embargo, las escenas habían
despertado mucha curiosidad en él.

Al día siguiente, llamó a escondidas a Jeffrey y le pidió que le
prestara otro vídeo. Jeffrey aprovechando la situación, le dijo:
Sabía que te gustaría. Si quieres otro, yo te lo
daré, pero tú sabes que todo tiene un precio en la
vida, así que sólo te costará 5 dólares.
Jordan pagó lo que Jeffrey pedía a cambio de otro DVD, y fue la
misma historia cada semana.
Era un viernes, y Jordan quería otro vídeo, pero Jeffrey ya no
tenía más, así que este se molestó:
Tréboles, no exageres, todos los días me estás
pidiendo vídeos. Ya no te voy a dar nada, porque
si me atrapan, me expulsan. ¿Por qué mejor no
buscas en el internet? Además, si tienes
computadora en tu cuarto, deberías aprovechar.
Jeffrey despertó en Jordan diversos instintos sexuales, le
enseñó qué era la masturbación y cómo hacerlo. Además, le
recomendó algunas páginas pornográficas donde podía
consumir todo el sexo que deseaba.
Jordan se volvió una persona introvertida, antisocial. Prefería
estar encerrado en su cuarto consumiendo pornografía, antes
que salir a jugar con sus amigos.
Su situación era lamentable. Sus padres no comprendían qué
le sucedió a su hijo ejemplo. Averiguaron si en el colegio
existía algún caso de bullying, pero no hallaron nada. Por más
de que sus padres le preguntaban qué era lo que tenía, Jordan
siempre contestaba que todo estaba bien.
Una noche, Cherry, la hermana de Jordan, se escondió bajo la
cama de su hermano para saber qué estaba pasando con él.

La sorpresa para Cherry fue muy impactante. No lo podía
creer, su hermano, el que siempre daba el ejemplo, el que
parecía un santo, ahora se encontraba atado a este pecado de
lujuria.
Entonces Cherry entendió por qué razón su hermano había
cambiado tanto. De inmediato, les comunicó a sus padres todo
lo que estaba sucediendo con su hermano. A partir de ese día,
todas las noches los tres oraban por la vida de Jordan.
Eran tantas las veces que Jordan acudía a satisfacer sus
deseos, que una noche, después de hacerlo tantas veces, le
sobrevino un paro cardiaco. Sus padres y su hermana lloraron
amargamente porque pensaron que Dios no les había
respondido. Sin embargo, el Señor tenía planes mucho más
sorprendentes.
Jordan despertó muy acalorado, pensó que todo lo que había
pasado era un sueño. Él se veía a sí mismo saliendo de su
cuerpo, y descendiendo hacia el centro de la tierra. En un
abrir y cerrar de ojos, Jordan se encontraba en el infierno.
Estaba muy aterrado, empezó a gritar con mucha
desesperación, pero era en vano.
Dos demonios lo empezaron a atormentar, diciéndole:
Ahora estás con nosotros, Jordan, de aquí no vas
a salir, así que puedes gritar todo lo que quieras.
Te odiamos, siempre quisimos que estuvieras
aquí. Eras el chico ejemplar, estabas dentro de
los planes de Dios, pero lo echaste a perder todo
por un poco de placer.

Lujuria hizo un buen trabajo contigo. Ahora
sufrirás por el resto de tu vida.
¡Qué fácil es engañarlos a ustedes los
adolescentes!
Ahora que estás aquí, debes saber que el próximo
en hacerte compañía será tu amiguito Jeffrey…
Lástima que no lo sepa. Los dos arderán, pero de
dolor.
Cuando los demonios estaban a punto de castigarlo, un
temblor alborotó el infierno. Y con voz muy fuerte exclamó:
Es muy cierto, Satanás. Jordan estaba en mis
planes, y déjame decirte que aún no he
terminado con él. Yo cumpliré el propósito en
todos mis hijos. No los abandonaré.
Jordan despertó muy agitado y gritó:
¡El infierno existe!, ¡el infierno existe!, ¡es real!
Señor perdóname… Quiero ser tu hijo. ¡Ayuda!
Las personas que lo vieron se asustaron, ya que se
encontraban en el funeral de Jordan. Cuando el muchacho se
dio cuenta de que lo estaban velando, se desmayó.
A la mañana siguiente, todo había cambiado para Jordan. Dios
había transformado su corazón. Llegó al colegio y lo primero
que hizo fue advertir a Jeffrey que el diablo quería su vida. Le
dijo que se arrepintiera de vender vídeos pornográficos y que
se deje de masturbar, porque era desagradable para Dios,
pero Jeffrey lo tomó por loco.

Tres días después, Jeffrey muere atropellado por un camión al
que se le habían vaciado los frenos.
En la actualidad, Jordan le canta al Señor con todo su corazón
en el ministerio de alabanza; y asegura que quiere estar la
vida entera a su lado, al lado de Dios. Busca aconsejar a los
jóvenes que lidian con la lujuria, cuenta su testimonio a toda
costa y predica la Palabra del Señor.

Historia 5
“Ama a tu prójimo como a ti
mismo, no en vez de ti”

Esta es la historia de Julio Zambrano Zegarra, un muchacho de
aproximadamente quince años. Era una persona demasiado
servicial. Siempre estaba atento a cualquier pedido de sus
amigos. Si se trataba de prestar dinero, allí estaba él; si se
trataba de algún consejo, él quería darlo; si se trataba de
alguien que estaba triste, hacía todo por animarlo. Julio tenía
siempre el deseo de ayudar a sus amigos.
Al parecer, no había nada malo en él; caía bien a todo el
mundo, era muy sociable, algo extrovertido y muy
conversador, sin embargo había un detalle un tanto curioso en
su comportamiento. Julio pensaba que si hacía algo mal,
dejaría de caer bien a sus amigos, era muy inseguro. Le
costaba mucho creer que él también se podía equivocar. Era
demasiado perfeccionista, al punto de que si algo no le salía
bien, se resignaba.
En una ocasión, Julio llegó muy temprano al colegio. Pensó
que iba a ser un lunes cualquiera; un inicio de semana
rutinario. Pero aquel día llegó al salón una chica nueva, una
persona muy tranquila y poco sociable. Su nombre era Kathy.
Julio puso los ojos en Kathy desde que la vio. Y empezó el ciclo
de enamoramiento. Julio empezó a traerle presentes cada
mañana, cuando ella estaba triste, él le sacaba una sonrisa,
cuando ella llegaba con sueño al salón, él le daba una fruta,
que sacaba de su lonchera y ella se lo comía a escondidas del
profesor.

Al cabo de dos meses, Julio le confesó a Kathy lo mucho que la
quería, le dijo que ella había sido un ángel que llegó a su vida
cuando estaba vacío. Kathy se quedó admirada por lo que él le
decía; y entonces le respondió:
Mira, Julito, tú eres un chico muy bueno. Desde
que llegué a este colegio, has sido el único que
me ha tratado muy bien. Yo no quiero que mal
entiendas las cosas. Sólo quiero tu amistad y
nada más… Lo siento, amigo. No estoy pensando
en nada más que eso.
Julio se decepcionó. Pensó que todo lo que había hecho no
sirvió para nada. En su corazón, empezó a combinar una
especie de rencor y obsesión por no haber sido
correspondido. Cada noche antes de dormir llamaba a Kathy
para decirle que no podía vivir sin ella y que iba a morir si
seguía así.
A Kathy le daba mucho miedo cada vez que Julio llamaba, pero
temía mucho más no responderle, por pensar que podría
terminar con su vida.
Todo esto era el pan de cada día de Kathy. En el salón no se
hablaban para nada. Ni una mirada, ni un saludo. Las cosas
habían cambiado demasiado desde aquella vez en que Julio le
confesó su amor.
Kathy oraba todas las noches para que Julio pueda cambiar,
aunque no era cristiana, sabía que Dios era el único capaz de
transformar a las personas.

Una noche, Julio le llamó para decirle lo mismo de siempre. Y
Kathy, con una voz solloza le dijo:
Julio, quiero que sepas que estoy orando por ti…
Yo sé que Dios te puede cambiar. Es todo lo que
puedo hacer por ti.
¿Dios?, preguntó Julio.
¡Dios no existe, Kathy!, volvió a exclamar.
Luego de esa corta conversación, Julio colgó el teléfono.
Algo que ninguno de sus compañeros de clase sabía era que
Julio provenía de una familia agnóstica de buenas costumbres.
Siempre le enseñaron correctos modales y formas de
convivencia con otras personas, sin embargo jamás recibió el
amor de sus padres, ya que ellos estaban más ocupados en sus
labores.
A Julio le era difícil aceptar la situación por la que pasaba.
Por otro lado, Kathy decidió buscar por sus propios medios
tener un contacto con Dios, así que empezó a experimentar.
Al haber sido criada en una familia católica, esa fue su primera
opción. Recordó que cuando tuvo 10 años había realizado su
primera comunión, entonces optó por hacer su confirmación.
El primer mes, le pareció interesante, conoció nuevos amigos,
sus animadores/catequistas eran muy divertidos, sin embargo
al tercer mes de su enseñanza, habían ciertas contradicciones
en lo que veía. Los amigos que conoció disfrutaban de ir a
fiestas los fines de semana, particularmente después de las
charlas de confirmación. Los animadores/catequistas también

iban e incluso eran ellos los que proponían realizar este tipo
de salidas.
Kathy se cuestionó: ¿No se supone que si queremos seguir a
Dios tenemos que apartarnos de estas cosas? Y qué de
nuestros animadores, ¿no tendrían ellos que darnos el
ejemplo?
Al día siguiente, antes de la misa, Kathy se le acercó a su
animador personal y le preguntó si era correcto ir a la iglesia
y después a la discoteca. Él le respondió que no hay problema,
siempre y cuando lo hagan con cordura.
A Kathy no le convenció su respuesta, así que decidió
conversar con su mamá al respecto y finalmente decidió
abandonar las charlas.
Merlina, la mejor amiga de Kathy pertenecía a una
organización religiosa, y al saber que Kathy estaba en la
búsqueda de Dios, decidió conversarle.
Kathyta, amiguita, ¿por qué no me dijiste que
andabas buscando a Dios? Bueno, eso ya no
importa ahora… Debes saber que Jesús se
encuentra entre nosotros. Él está en la tierra y te
está buscando. Quiero hacerte una invitación
especial a mi iglesia. Se llama “Creciendo en
gracia” y hoy es tu día de suerte, porque Jesús
estará presente en la ciudad. No te puedes
perder esta oportunidad. Te espero hoy en la Av.
Javier Prado Este. A la altura del trébol. Allí te
esperaré. Por favor, no me hagas esperar tanto.
4:30 PM en punto en ese lugar. Nos vemos.

Kathy estaba realmente confundida. Hasta donde ella sabía,
Jesús murió en una cruz, resucitó al tercer día y ahora mora
en los cielos. A pesar de ello, decidió ir a esa reunión.
Gran sorpresa la que se llevó, todos los asistentes a la reunión
tenían marcado en sus brazos y hombros el número 666. Ella
pensaba que se trataba de un ritual satánico, y quiso irse. Pero
Merlina no se lo permitió.
Por favor, Kathy, ya estamos aquí. No te muevas
de tu lugar porque lo bueno empieza ahora…
Esa noche un hombre llamado José Luis de Jesús Miranda
anunciaba que iba a ser transformado en un cuerpo de gloria,
y todos sus seguidores lo aplaudían y aclamaban, parecían
como poseídos por sus palabras.
Terminada la reunión, Merlina le propuso a Kathy seguir a
José Luis y ser su discípula. Para ello debía empezar
tatuándose el número 666 en su brazo derecho, pero ella se
negó rotundamente.
Otra vez más Julio apareció en la vida de Kathy. Ellos habían
pasado mucho tiempo sin conversar. Prácticamente ninguno
sabía del otro hasta ese día.
Julio inició la conversación diciendo:
Kathy, la última vez que hablamos por teléfono
me dijiste que estabas orando por mí. La verdad
yo no creía en Dios, pero cuando tú mencionaste
que sólo Él me podía cambiar, me quedé muy
pensativo…

Decidí investigar acerca de Dios, y llegué a la
conclusión de que sólo a través de su Palabra y la
oración le podremos conocer.
Entonces lo hice…
Julio empezó a leer la biblia y a orar. Él pensó que Dios no
existía, pero empezó a ver grandes cambios en su vida.
Esa falta de amor que le atormentaba cada día fue cubierta
completamente por el inmenso amor de Dios. Fue entonces
que entendió que sí era posible amar a otros con un amor que
proviene de Dios, y que para poder ofrecer amor, en primer
lugar él debía amarse.
Un versículo que marcó su corazón fue: “Ama a tu prójimo
como a ti mismo”. Julio escudriñó fuertemente esta palabra y
llegó a la conclusión de que si él mismo no se amaba, entonces
no podría amar a otros. Al menos no con un verdadero amor.
Kathy le contó de su búsqueda de Dios, y Julio le dijo: No
somos nosotros quienes buscamos a Dios, Él nos encuentra
porque nos ama.
Luego de este episodio, Julio empezó a asistir por varios años
a una iglesia que tenía claros los principios de la Palabra de
Dios. Él se comprometió con Kathy y cinco años después se
casaron. Actualmente, los dos son líderes juveniles y forman
parte de una sociedad misionera que se encarga de llevar la
Palabra de Dios a los pueblos lejanos.

Historia 6
“Cambio de corazón”

¿Alguna vez te empecinaste por no querer cambiar algo que
sabías que debías hacerlo porque te hacía mal?
Si esto te ha sucedido antes, entonces debes leer la historia de
Avril Yanguas Brunet o simplemente Avri, como la llamaban.
Ella era una chica común y corriente, no solía tener muchos
amigos, pero sí le gustaba divertirse y pasarla bien con los
pocos conocidos que tenía alrededor.
Desde muy pequeña se sintió rechazada y poco apreciada.
Trataba de hacer diversas cosas para sorprender a sus padres,
pero ellos no le tomaban mucha atención.
En su primaria siempre quiso ser el primer lugar, pero sus
esfuerzos eran en vano, pues la máxima nota que sacaba era
de 11. Eso le hacía sentirse inferior al resto.
La adolescencia llegó a su vida, y tuvo mucha curiosidad por
tener un enamorado, así que al primer chico que se lo propuso
lo aceptó. Sin embargo la ilusión le duraría muy poco, porque
así como vino, también se fue. Ella no se dio por vencida, sabía
que en algún lugar del mundo estaría su príncipe azul, así que
decidió buscarlo.
A los quince años, ella inició una relación con un compañero
de clase llamado Bryan, el cual se caracterizaba por ser rudo,
agresivo y el mayor de todos. Su edad se debía a que el sujeto
había repetido un par de veces el grado.
A pesar de ello, Avri, le insistió para que puedan ser
enamorados. El chico no era nada atractivo, pero su rudeza y
autoridad sobre los demás, la dejó impresionada.
Bryan, sorprendido que una chica le haga tal proposición
aceptó de inmediato la oferta de su vida.

Avri y Bryan eran la pareja más agresiva del 5to “D”, los dos se
divertían molestando y atormentando a los demás.
Llegó el 17 de abril, y cumplían un año de enamorados, Avri
citó a Bryan en una pollería, pero él nunca llegó. Fue entonces
que ella decidió buscarlo en su casa; y al mirar por la ventana
pudo observar éste que se encontraba en una situación
comprometedora con otra mujer.
Avri quedó destrozada. No quería saber nada de Bryan; y a
este no le quedó de otra que salir por completo de su vida.
El tiempo de colegio culminó; y ahora empezaría una nueva
etapa para Avri. No quiso seguir estudiando, así que consiguió
un trabajo como secretaria. Y decidió alquilar un
departamento por San Martín de Porres.
Ronald, su jefe era una persona muy exigente, y aunque Avri
siempre trataba de hacer las cosas bien, para el Gerente
general no era suficiente, al menos eso le decía Ronald.
Una noche de trabajo, Ronald le dijo a Avri que su contrato ya
no iba más por falta de rendimiento. Esto incomodó a Avri, y
se puso a llorar de impotencia. Ronald le propuso una
condición para que se quedara.
Avri, yo quisiera que te quedes. Sé que soy muy
exigente, pero ya ves que de esto se trata el
trabajo. Mira, yo puedo hacer que tu contrato se
extienda, y como algo adicional por el tiempo
que llevas en la empresa, puedo hacer que te
suban el sueldo al menos unos quinientos soles
más… pero a cambio de eso, me gustaría que
pases una noche conmigo en mi apartamento.

Piénsalo, con ese sueldo podrías a mantener a tu
familia, puedes pensar en alquilar otro
apartamento cerca de aquí, comprarte una casa,
son tantas cosas…
Nos vemos mañana. Y espero una respuesta.
Avri se encontraba entre la espada y la pared, al no tener
estudios superiores, se sentía limitada a conseguir un trabajo
nuevo donde le paguen lo suficiente para seguir rentando su
apartamento.
Entonces consideró que era su última opción y aceptó la
propuesta de su jefe. Al cabo de un mes, Avri siguió
trabajando de manera normal, y una mala noticia llegó a sus
oídos. Ronald había sido denunciado por un grupo de
secretarias del Área de Recursos Humanos, que habían sido
engañadas por este sujeto para tener una noche de placer.
Avri estuvo muy incómoda ese día, se sintió manipulada,
sucia, que nada de lo que hacía tenía sentido. Finalmente,
renunció a la empresa, porque entró en una depresión
profunda.
El alquiler del departamento le pasaba factura, y al no tener
trabajo, decidió dedicarse a un oficio muy antiguo en el
mundo: La prostitución.
Su vida no podría estar peor, se volvió una persona amargada,
resentida de todo, con ganas de perderse cada vez más. Trató
de refugiarse en el alcohol, pero nada le podía quitar las
experiencias que le acontecieron.
Un día, Avri se encontraba con mucha hambre, así que decidió
entrar a una pastelería y comer lo que pueda. Allí fue donde

conoció a Fernando, un tipo buenmozo, que le brindó un
servicio de excelencia. Él era atento, carismático y alegre.
Cuando Fernando vio a Avri por primera vez empezó a sentir
una cierta atracción. Él pensó que era un error, pero sentía
que la conocía desde mucho antes.
Fernando le preguntó su nombre, pero Avri poco caso le hacía.
Ya eran las 11 de la noche, y debían cerrar, así que Fernando
tuvo que despedir a Avri, pero ella dijo que no se iría hasta
que todo esté cerrado, entonces recién saldría por la puerta
principal.
Avri se encontraba muy pensativa, había considerado
terminar con su vida. Estaba buscando la manera de cómo
hacerlo. Lo tenía todo planeado.
Cuando ya estuvo todo cerrado, Fernando se ofreció a
acompañar a Avri hasta su casa, ella se negó, pero Fernando le
siguió ocultamente.
Un sábado, Fernando fue muy temprano al apartamento de
Avri, y le dijo:
Hola, perdón que te moleste, me llamo Fernando,
me presenté en la pastelería, pero creo que
estabas un poco pensativa.
Mi intención no es molestarte, pero desde que te
vi, siento que hay algo muy especial en ti.
No quiero sonar aburrido con lo que te diré, pero
creo que Dios tiene algo muy especial para tu
vida.

Avri, sabía que se trataba de un cristiano. Ella le cerró la
puerta en la cara sin reparo.
Los días pasaban y Fernando se puso a orar de una manera
especial por Avri, le decía al Señor:
Padre, tú sabes que estos tres últimos años
estuve orando por la mujer idónea para mi vida,
pero ahora se cruza ella en mi camino. Una chica
que, al parecer, no te conoce; y desde que la vi,
siento algo que no sé cómo describir.
No quiero cometer el error de conseguir una
mujer en el mundo y luego evangelizarla, porque
sé que esa no es tu voluntad.
Sólo te pido que me ayudes, y quites este falso
sentimiento que tengo…
Avri visitó una vez más la pastelería, y encontró a Fernando
atendiendo como siempre, con una alegría única y un servicio
de primera.
Cuando los dos se vieron se sonrojaron, pero Fernando no
comprendía por qué le pasaba todo esto.
Entonces, Fernando decidió en su corazón hacer algo
inesperado:
Hola de nuevo, señorita. Quería pedirle perdón
por interrumpir aquel día en su hogar, no quiero
ser una molestia. Y la verdad, yo seguiré orando
por aquella persona que será mi ayuda idónea.

Cuando Avri escuchó la palabra “ayuda idónea” se quedó muy
pensativa.
Entonces recordó a un líder suyo cuando iba esporádicamente
a la iglesia. Él le solía hablar a sus discípulos acerca del yugo
desigual y de la ayuda idónea.
Pasados unos minutos de meditar, Avri se presentó:
Perdóname tú, Fernando. Yo fui quien no te
prestó atención desde el comienzo y encima te
tiré la puerta en la cara. Mi nombre es Avril
Yanguas, pero mis amigos me dicen Avri.
Hoy también me quedaré hasta el final, esta vez
aceptaré que me acompañes, pero con una
condición, que no te acerques mucho a mí.
Fernando no comprendió por qué le condicionaba a eso, sin
embargo aun así la acompañó.
En el camino hubieron muchas interrogantes de parte de
Fernando como por ejemplo: ¿dónde trabajas?, ¿por qué no
quieres que me acerque a ti?, ¿tienes problemas?
Pero Avri no respondió a ninguna de sus preguntas.
Este episodio se repetía todos los días, y Fernando consideró
que no estaba haciendo lo correcto delante de Dios.
Cumplidas dos semanas, Fernando decidió enfrentarla; y con
dolor en su corazón, le dijo:
Avril, yo no quiero hacer nada que no esté en la
voluntad de Dios, no es correcto que yo esté
contigo a estas horas y acompañándote, además
no te conozco, y aunque he tratado de hacerlo, tú

no dices nada. Te voy a pedir que, por favor, no
vuelvas a la pastelería, y aun así volvieras no
podré acompañarte a tu casa. Lo siento mucho.
Avri se quedó impactada por esas palabras, entonces pudo
tener una conversación normal con él.
Fernando, en mi vida ha pasado muchas cosas de
las cuales tú no te imaginas. Mi infancia y
adolescencia fueron muy trágicas, mi juventud ni
hablar. Perdí por completo la confianza en los
hombres… Pero desde que apareciste tú con tu
nobleza, tu alegría, tus palabras, me di cuenta
que no eres como los demás. Quiero empezar a
confiar en ti, te veo como un amigo... Y la verdad
jamás he tenido uno.
Pasaron tres años y los dos fueron muy buenos amigos.
Fernando le predicó la Palabra y Dios sanó todas las heridas
que Avri tenía. Ella no imaginaba que podía cambiar, sin duda
Dios tuvo mucho que ver en este plan.
Y con respecto a lo que sentía Fernando por ella, era el amor
que Dios había puesto en su vida por esa alma.
En la actualidad Avril se dedica a trabajar con niños en la
Escuela Dominical y está felizmente casada con un ministro de
alabanza.
Fernando fue nombrado líder de jóvenes en la iglesia local y al
año siguiente Dios le reveló quién sería su ayuda idónea.
Historia que cambian la historia…

Historia 7
“Nadie me quita lo vivido”

Todo lo que se siembra, alguna vez se cosecha. Esta es la ley
de la vida; y aunque no se quiera aceptar, así lo será siempre.
Keyla Delmech Merino, hija de Rubén Delmech y Karina
Merino, fue encaminada en el Señor desde muy pequeña. Sus
padres siempre la consentían en todo lo que hacía.
A los 13 años, empezó ir por sí sola a la iglesia. Ella prefería
estar con los mayores, ya que decía que los de su edad eran
unos inmaduros.
Cuando cumplió 15, quiso experimentar el mundo, pero como
no tenía muchos amigos, decidió convencer a algunos de la
iglesia a que le acompañasen en esta aventura.
El primero al que le dijo se llamaba Michel, él era un
muchacho tranquilo, que recién empezaba en los caminos, y
fue convencido de inmediato, pues consideró que no era nada
malo. Al segundo lo llamaban Rocky, un tipo alto que gustaba
pasarla siempre bien con los demás, este también fue
convencido de la misma forma, el tercero fue Steven, el hijo
del pastor y la cuarta persona fue Rosita, una chica que venía
de vez en cuando a la iglesia.
Los cinco decidieron experimentar la vida de afuera, ya que se
sentían sin libertad. Keyla había sido de mucha influencia para
ellos, incluso les hizo dudar acerca de su fe.
Keyla había escuchado cómo eran las fiestas que organizaban
los compañeros de su colegio, pero nunca le invitaban, porque
estos sabían que ella era cristiana.
Un sábado, Keyla se había contactado con un conocido de otro
colegio, el cual le dijo que habría un evento donde las chicas

entraban gratis, y el costo general era de cinco nuevos soles.
Ella apuntó los datos del lugar y la hora que se iba a realizar.
Los cinco muchachos no sabían cómo salir a las 11:30 PM de
la noche, así que tuvieron la grandiosa idea de pedir permiso
para una vigilia en otra iglesia. Esa era la única manera que les
podrían dar el permiso.
Obviamente, todo estaba planeado. Para su fortuna, había una
iglesia que realizaría una vigilia el día del evento y quedaba a
tres cuadras del lugar.
Así que estos cinco muchachos fueron acompañados hasta la
iglesia por un hermano mayor, el cual los iba a recoger a las
seis de la mañana.
Llegada la medianoche, los cinco muchachos se escaparon de
la vigilia sin que nadie sospeche; y fueron rumbo a su destino.
Al llegar a la fiesta (evento), todo era muy nuevo para ellos.
Estaban maravillados, sorprendidos y ansiosos. Empezaron a
bailar entre sí, y poco a poco se sumaron más chicos y chicas.
Pasaron un par de horas, y los tres varones no encontraron ni
a Keyla ni a Rosita. Era como si hubieran desaparecido.
Ya habían pasado tres horas y ellas no aparecían. Los chicos
se desesperaron, empezaron a gritar por todos lados, pero no
las hallaron. Steven, el hijo del pastor, empezó a llorar
fuertemente y corrió hacia afuera del lugar. Los dos amigos le
siguieron con mucho desespero.
Vieron que Steven se dirigía a la iglesia y tuvieron miedo. Aun
así, entraron. El hijo del pastor contó a los líderes de aquella
iglesia lo que habían hecho. Entonces se levantó un joven y
dijo: No tenemos nada más que hacer… Empecemos a clamar.

Todos clamaron aquella noche, y Dios reveló a un anciano lo
que estaba a punto de suceder. El hermano Durand se puso de
pie y dijo:
He recibido una visión de Dios. Las dos chicas
están en el hostal Laguna Azul, a 2 cuadras de
aquí, en la habitación 303. Dos hombres las
doparon y las subieron a su vehículo.
Algunos hermanos llegaron hasta el lugar de los hechos, y
encontraron un siniestro episodio. Dos mujeres golpeadas y
desmayadas en el piso, una de ellas sangrando con cortes en el
estómago y otra con la cabeza rota. Aparentemente ultrajadas
y sin poder reconocer lo que les había sucedido.
Los tres muchachos estaban en shock, no podían creer lo que
estaba pasando. No sabían mucho menos lo que les dirían a
los padres de las señoritas.
Un año después, las cosas fueron muy difíciles para Keyla,
ahora ya no estaba ella sola, sino que esta vez tenía que
encargarse de un hijo que no deseaba en ese momento.
Rosita, no resistió las operaciones a las que la sometieron. Los
ladrones habían robado sus riñones. Y ella falleció tras un año
de sufrimiento.
Michel, Rocky y Steven no podían superar lo acontecido. Uno
de ellos intentó suicidarse en varias ocasiones, pero fue
frustrado tras su tentativa.
Keyla comprendió que todo lo que había ocurrido fue por
causa suya, ella se sintió muy culpable por todo. Por los
trastornos de los chicos, por la muerte de Rosita y por la culpa
que sentía hacia los padres de todos.

El pastor de la iglesia convocó a una reunión general con
todos los miembros, y mencionó la importancia de pedir
perdón y perdonar. Aquel día, todos los hermanos se
reconciliaron entre sí. Keyla no fue la excepción, cuando
escuchó que la familia de Rosita, le perdonaba, rompió en
llanto. Los tres muchachos también pidieron perdón a la
familia y a sus padres.
Un perdón sincero pudo concretarse aquel día.
Al cabo de un tiempo, las cosas comenzaron a ordenarse. Las
familias habían superado este episodio, y todos decidieron
servir a Dios de corazón, porque Él había sido misericordioso
con ellos.

Historia 8
“Un llamado irrevocable”

Era un día común y corriente, Doña Ofelia Münich, había
terminado de bañar a su pequeño Jhoncito. Como era de
costumbre, Ofelia salió a comprar un chocolate para su hijo en
recompensa por haberse portado bien durante la ducha.
A pocos segundos de salir del hogar, Ofelia escuchó un grito
que la apresuró a regresar. Cuando llegó al cuarto de Jhon,
contempló una escena innombrable.
Su pequeño se encontraba inconsciente y tendido sobre el
piso, pudo ver que salía humo de una toma de corriente
situada a pocos metros del menor. Lo inesperado sucedió, el
travieso Jhon había insertado una varilla de metal en la toma,
y la corriente lo expulsó a tres metros de distancia.
La madre no lo podía creer. Maldijo el momento en que salió a
comprar y dejar a su pequeño solo. Salió desesperada de casa
para pedir ayuda. Gritaba a los vecinos: ¡Ayúdenme, por
favor!, mi hijo se muere… Tomó el primer taxi que encontró,
sin importarle nada más que llevar a su hijo al hospital.
Ofelia estaba muy nerviosa… No quería decirle a su esposo lo
que había pasado para no preocuparlo, pero no pudo evitarlo,
estaba muy desesperada y decidió comunicarse con él.
Joseph Campos, el padre de Jhon, llegó inmediatamente al
hospital a consolar a su amada. Preocupados por Jhon,
decidieron encomendarse a Dios.
A las cuatro horas, salió el médico a dar el informe:
Señor y señora Campos, sólo les puedo decir que
Dios ama bastante su hijo, les diré por qué, en
primer lugar, si el niño hubiera metido la mano
izquierda en el enchufe, esto habría sido un

desastre, ya que la extremidad izquierda conecta
con el corazón y con solamente dos años de edad,
era una muerte segura. Su corazón no hubiese
resistido la descarga eléctrica que recibió su
pequeño; y en segundo lugar, lo que amortiguó
la descarga eléctrica, por así decirlo, e hizo que
el niño salga expulsado de la corriente fueron los
zapatitos de jebe que llevaba puesto, estos
provocaron una contra-reacción al choque
eléctrico.
Los padres quedaron sorprendidos por lo que estaban
escuchando. Le agradecieron a Dios y lloraron juntos por
varias horas.
A su cortísima edad, a Jhoncito le practicaron diversas
cirugías para poder reconstruir su mano derecha, y aunque
los intentos por recrear una mano con dedos similares al de la
izquierda fallaron, el menor no perdió ningún dedo, pero sí los
tuvo de diferentes tamaños.
Pasada esta situación, Jhon ingresó a la primaria en un colegio
muy cercano a su casa. Allí empezó sus primeras experiencias
y contacto con otras personas, ya que gran parte de su vida, la
pasó en un hospital. Sus actitudes y su estima estaban por los
suelos, se volvió muy inseguro e incluso tímido, pues pensó
que todos estarían pendientes de su problema en la mano.
Y así fue, sus compañeros de clase empezaron a burlarse de él,
por su timidez, por su apariencia y otros defectos que le
encontraban. Esto repercutió fuertemente en la vida de Jhon,
pues se volvió violento. Cada vez que alguien le hacía una

broma o burla, él optaba por golpear desmedidamente. Llegó
al punto de alzarle la mano a una compañera de clase.
Todos los días, la madre de Jhon debía ir al colegio para una
cita con el director, por causa de la mala conducta e
indisciplina del menor, aunque ella trataba de corregirlo, su
padre le decía que era correcto lo que estaba haciendo y que
no se debía dejar molestar por nadie. Estaba en una disputa,
por un lado tenía respeto al ser violento, pero sólo trataba de
cubrir su inseguridad y baja estima.
La etapa del colegio terminó a los once años, ahora debía
formar parte de la secundaria en otra institución. Él estaba
con expectativas, pero también nervioso, pues no sabía qué
acontecería de sí en su nueva escuela.
Jhon sabía que no podía seguir con las mismas actitudes,
porque le causaban demasiados problemas, así que empezó a
hacer ciertos ejercicios para mejorar sus relaciones con los
demás. Cada mañana se miraba al espejo y empezaba a hablar
consigo mismo, se automotivaba, y a veces peleaba con su
reflejo. Esto se volvió como parte de su vida, ahora ya no sólo
se hablaba así mismo, sino que hacía muecas, cantaba,
practicaba voces, ademanes, saludaba e iniciaba una
conversación con otras voces hacia su reflejo como si fueran
otras personas.
Aprendió a reírse de sí mismo y a recrear ciertas imitaciones
frente al espejo. Su imaginación empezó a galopar, y cada vez
se le ocurrían ideas ingeniosas. Lo curioso de todo es que Jhon
tan sólo se atrevía a hacer esto en un lugar donde nadie lo
podía ver, pues aún había mucha inseguridad y timidez en su
interior.

Cada vez que quería iniciar una conversación con alguien,
practicaba en su mente y con mucho nerviosismo trataba de
iniciar una conversación. A veces lo hacía, otras no. Pero poco
a poco esto se volvió parte de su diario vivir. Ahora se le hacía
fácil saludar, conversar y ser amistoso.
A sus 15 años de edad, aún con la necesidad de pertenecer a
un grupo, Jhon se juntó con los compañeros de su clase. Juntos
iban por todos lados, desde salidas a jugar fútbol hasta fiestas
en alguna discoteca. Él era muy gracioso, al menos eso
siempre le decían sus amigos, esto le ayudó mucho a caerle
bien al grupillo de muchachos, pero algo no estaba bien en la
casa de Jhon. Al ser parte de un grupo, Jhon se veía presionado
a ir a todas las reuniones a los que sus amigos concurrían, así
que le exigía a su madre que le diera permiso para salir casi
todos los días. Cuando no se lo daba, él se escapaba, incluso
los fines de semana regresaba al día siguiente a casa.
La madre, muy preocupada, decidió conversar con su esposo
con el fin de tratar de ver una mejora para Jhon.
Joseph, nuestro hijo no puede seguir así…
¡Nosotros le hemos dado todo! Ya no puedo con
esto. No me hace caso, y tú no le dices nada.
El padre de Jhon estaba lo suficientemente ocupado en sus
asuntos como para atender a las quejas de su esposa, así que
no le dio importancia. Sólo atinaba a decir: “Ya se le pasará”,
“Es parte de su crecimiento”, “Ya no lo molestes”.
Ese mismo año terminó sus estudios, y empezó una carrera
técnica que le comenzó a gustar por las nuevas tendencias. En
el instituto hizo varios compañeros, pero él prefería estar con
Guissel, la chica que le había cautivado el corazón. Siempre

tuvo la oportunidad de confesarle su amor, pero nunca lo hizo.
Aún habían ciertas limitaciones en su vida, también se
avergonzaba de ese pequeño detalle en su mano derecha.
Para su fortuna, ninguno de sus compañeros de la carrera se
dio cuenta de su problema, pues Jhon siempre encontraba la
manera de desconcentrarlos cuando ellos enfocaban la mirada
hacia su lado derecho. Había encontrado mil formas de
hacerlo: rascarse la cabeza, meter la mano en el bolsillo,
picarse la nariz con el puño, cruzar los brazos, poner las
manos hacia atrás, entre otras posiciones que ocultaban su
mano derecha.
Finalmente, el último año de sus estudios, Jhon empezó a
realizar sus prácticas pre profesionales. Su trabajo fue visto
por los superiores, y lo ascendieron de puesto al tercer mes.
Oscar, uno de los superiores, lo adoptó como su asistente, y
este le enseñó diversas técnicas que le servirían para más
adelante.
Jhon se sentía contento, pero quiso dedicarse a sus estudios,
así que tuvo que renunciar. Al culminar con la carrera técnica,
Oscar, ahora su ex - jefe, se comunicó con él y lo recomendó
con su hermano para un trabajo similar al que desarrollaba en
la anterior empresa.
El contrato y la paga eran muy similares al del trabajo
anterior, así que Jhon aceptó la oferta. En aquel lugar
disfrutaba de servicios gratuitos de masajes, sauna y
hospedaje. Aparentemente todo iba bien, pero sin darse
cuenta se estaba quedando sin vida. Con tan sólo 17 años,
salía de su casa a las 8:00 AM y regresaba alrededor de la 1:00
de la madrugada, si no encontraba un bus de regreso, se
quedaba en el hospedaje de la empresa o alquilaba uno cerca.

En aquel lugar conoció a Teresa, una persona que le solía
hablar de Dios a todos los que conocía. Cada noche de trabajo,
Jhon la escuchaba y se quedaba admirado de la gran
convicción que Teresa tenía hacia su fe en Dios.
Teresa era una líder de la iglesia católica carismática, basaba
sus creencia en la biblia, reconocía a Jesús como Señor y
Salvador y a María como intermediaria entre los hombres y
Cristo. Adoraban a Dios y a la virgen, ayunaban, vigilaban y
otras cosas más.
Teresa le invitó a su parroquia, y Jhon aceptó ir los domingos,
ya que era el único día que descansaba. Tiempo después fue
nombrado miembro. Él estaba muy entusiasmado, incluso
perteneció al coro. Sin embargo, con tan sólo un día de
descanso, Jhon debía escoger entre las fiestas, la familia y la
iglesia. Finalmente decidió pasarla con sus amigos; y con la
excusa de que el lugar quedaba muy lejos de casa, dejó de
asistir a la parroquia.
Jhon se dio cuenta de que el trabajo lo absorbía demasiado, así
que decidió salir después de un año. Solía visitar de vez en
cuando a la parroquia, pero ya no era como antes.
Él pensó por un momento que no era necesario tener que ir al
otro lado de la ciudad para conocer a Dios. Consideró que
cualquiera que hable de Dios había de tener algo de bueno y
concluyó que todos los caminos nos llevan a Dios.
Una mañana, los testigos de Jehová tocaron su puerta. Él los
recibió con mucho agrado, y con el tiempo empezaron un
curso de “Lo que enseña realmente la biblia”.
Nuevas enseñanzas como: El infierno no existe, Jesús es un
dios menor, no se puede donar sangre, entre otros. Fueron

cosas que no las entendía muy bien. Esto le conllevó a
investigar a profundidad sobre el origen de esa denominación.
Lo que encontró fue muy impactante. El fundador fue masón
(una rama de la religión satánica) y basaba sus enseñanzas en
pirámides de Egipto, los co-fundadores se hicieron
millonarios con falsas profecías, entre otras farsas que había
hallado en su investigación.
El muchacho conversó con los testigos de Jehová que le
adoctrinaban, y les dijo que ya no vuelvan más.
Al año siguiente una llamada cambiaría el sentido de su vida
para siempre. Teresa volvió a aparecer en la vida de Jhon.
Hola, Jhon… Espero que te esté yendo bien. La
última vez que conversamos me dijiste que
andabas en la búsqueda de Dios.
Quería decirte dos cosas:
Uno, no eres tú quien busca a Dios, es Él quien te
encuentra a ti, y Dos, pídele a Dios que donde Él
quiera que tú estés, pues tú estarás.
Esa noche, Jhon pidió con todo el corazón a Dios lo que su
amiga le aconsejó. Pasaron unos segundos y al cerrar los ojos,
observó unas palabras que corrían de derecha a izquierda en
un fondo blanco, éstas decían lo siguiente:
"No importa dónde estés, sino que hagas mi Palabra".
Jhon quedó sorprendido, no lo podía creer. Dios le había
hablado notoriamente ese día. Pidió señales para saber a
dónde ir, qué hacer y cómo empezar a vivir una vida
agradable a Dios.

Tres días después, un viejo amigo, compañero de clases, que
alguna vez le predicó la Palabra de Dios a Jhon. Reapareció en
la vida del joven.
¿Jhon?, ¿Qué tal, amigo?, ¿me recuerdas? Soy
Nelson. Te llamaba para invitarte a una reunión
espectacular el día sábado a las 7:00 PM en mi
iglesia. Irán muchos jóvenes y Dios me habló
sobre ti, así que decidí llamarte.
Jhon, un poco incrédulo, pero motivado a la vez accedió
rápidamente a la invitación. Canceló su asistencia a la fiesta de
una ex compañera de trabajo y esa noche él estaba allí, en
medio de gente a la que nunca había visto antes. Dios había
preparado todo para que Jhon le entregue su vida por
completo. El teatro, el mensaje, y una palabra bastó para que
él se pueda dar cuenta de lo mal que andaba por el mundo.
“Dios te quiere frío o caliente, pero tibio te vomitará de su
boca” Esta palabra marcó su corazón y lo quebrantó, ya que
era la palabra que lo definía como persona. Iba algunas veces
a las fiestas y otras a la iglesia, eso lo convertía en un tibio.
Aquella noche, aceptó al Señor en su corazón y desde aquel
día empezó su vida cristiana. Dios empezó a transformar su
corazón de una manera radical. Se alejó de las fiestas, dejó de
escuchar música secular, cambió sus actitudes para con sus
padres, entre otras cosas que estaba haciendo mal.
Jhon empezó a estudiar con mucho ahínco y pasión la Palabra
de Dios, leía libros cristianos, investigaba en internet, se
inscribía a cada curso que lanzaba la Escuela de discipulado y
liderazgo en su nueva iglesia.

Ofelia estaba asombrada, ya que el cambio de Jhon fue muy
notorio, por otro lado, su padre decía que le habían lavado el
cerebro y que no iba a sacar nada bueno de eso.
Con el tiempo y por la gracia de Dios, Jhon logró convencer a
su madre para asistir a una reunión en la iglesia. Aquel día
celebraban el Día del amigo, una reunión con el único fin de
ganar almas para Cristo. Ofelia decidió ir con la condición de
que sería la primera y última vez que lo haría. Sin embargo,
Dios tenía otros planes. Ese mismo día, la madre de Jhon
entregó su corazón a Cristo y empezó una nueva vida.
Los problemas ocurrirían en casa cuando Joseph se enteró
que los dos se habían vuelto cristianos. En algunas ocasiones
discutía con ambos y les reclamaba el hecho de que ya no
asistan a las fiestas patronales, y en el caso de su esposa,
porque ya no quería salir a bailar.
Jhon puso en práctica los principios de oración y ayuno para
que su familia sea transformada y liberada, y al cabo de dos
años Dios respondió a la súplica de su hijo.
Ofelia, con una fuerte convicción de su fe en Cristo, trabaja en
la obra del Señor, ganando almas para el reino; y Joseph, tras
recibir diversos cursos y ser instruido en la Palabra, se dio
cuenta de que cometió muchos errores con su familia, así que
decidió emprender nuevamente, esta vez con una visión más
amplia y con mucha sabiduría.
Ellos, en la actualidad, congregan en la iglesia a la que Jhon
asiste y participan en un grupo familiar, donde más de
cincuenta miembros se relacionan entre sí, comparten la
Palabra de Dios y sirven en la obra.

Por otro lado, había algo que a Jhon le molestaba, y eran esos
pequeños muchachos de entre diez y trece años, que venían a
la iglesia sólo para conversar y tomarse fotos. A él le
disgustaba que siempre interrumpieran en los cultos, e
incluso se enfrentó a alguno de ellos, levantándoles la voz.
Pasado unos meses, Jhon fue invitado a una reunión que
cambiaría en gran manera su percepción de la adolescencia.
En aquella reunión hablaron sobre el liderazgo y su
importancia en la temprana edad. A Jhon le pareció poco
interesante, pero era un plan que Dios estaba preparando
para él.
Jhon empezó a sentir cierta compasión por los pequeños
revoltosos, los vio como ovejas que no tenían pastor.
Entonces, ideó la manera de poder ganarse su confianza y así
lo hizo.
Su pastor, Don Oswaldo, le dio una noticia que sorprendió a
Jhon, le dijo que había estado orando por él y que en la gracia
de Dios, sería elegido como uno de los líderes de grupos
familiares, pero este tendría un objetivo especial: Captar a la
adolescencia del distrito.
Con muchas ganas de servir, Jhon empezó a relacionarse con
los adolescentes. Al comienzo fue muy difícil, ya que ellos no
solían abrir su corazón a nadie, pero con el tiempo muchas
bendiciones lo alcanzaron. Jhon se dedicó de lleno a la red de
adolescentes, empezó a hacer diversos eventos creativos y
evangelísticos, los cuales Dios ponía en su corazón. Todo este
trabajo no se podía realizar por sí solo, así que dentro de los
planes del Señor hubo un adolescente muy especial llamado
Dennis, quien se convertiría en su mejor aliado de la milicia

espiritual. Juntos empezaron a orar por la adolescencia; y Dios
respondía sorprendentemente. Pasó un año y los adolescentes
pasaron de ser doce a ciento veinte miembros. Las cosas no
fueron nada fáciles para Jhon, pero a pesar de todo lo que le
podía pasar, tenía la confianza de que Dios estaba con él.
En ese lapso de tiempo, el bichito del amor tocó una vez más
el corazón de Jhon, pero él sabía que no podía desviar su
atención de la visión que Dios había puesto en él, así que, de
manera especial, elevó su oración al cielo:
Padre, tú sabes que todo esto ni yo mismo lo
entiendo, yo no pedí trabajar con adolescentes,
pero ahora siento que son como mi familia. Sin
embargo, una vez más siento esas cosquillitas en
el estómago por alguien de esta iglesia. Yo no
quiero hacer nada que esté fuera de tu voluntad,
así es que haré lo siguiente:
Trabajaré cinco años duro y parejo por esta
adolescencia; y luego de eso ya podré pensar en
una ayuda idónea. Que se haga tu voluntad.
Durante ese tiempo, trató de cumplir con su promesa; y
aunque fue duro para él, se mantuvo firme. No fue nada fácil, a
veces quiso dar rienda suelta a sus sentimientos y emociones,
pero Dios estaba preparándolo para nuevas cosas.
Cuando cumplió veinticuatro años, una vez más el amor tocó
la puerta de su corazón. Esta vez fue muy diferente, Jhon
sintió un fuerte amor hacia alguien a la que jamás consideró
como una posible ayuda idónea. Sin embargo, todo estaba
dentro de los planes de Dios.

Jhon se preguntaba por qué razón le ocurría esto, entonces fue
que recordó la promesa de los cinco años. Para su sorpresa,
esos años se cumplían en la misma fecha en que su corazón
volvió a palpitar fuertemente por una mujer.
Esta vez le costó demasiado, pues aunque Jhon hacía lo
posible por captar la atención de la señorita, ella no le hacía
caso. Sus esfuerzos fueron inútiles, no lograba ni si quiera un
saludo, ella estaba concentrada en otras cosas.
Por más de dos años, Jhon trató de ganar el corazón de la que
él consideraba su mujer ideal, pero fue en vano, ella sólo lo
veía como amigo; así que pensó que todo esto quizá había sido
sólo una ilusión.
Esa misma noche, Dios le volvió a hablar como la primera vez.
Un fondo blanco y unas letras que decían: Salmos 128:1-4.
Jhon despertó por la mañana, buscó en su biblia el versículo
que Dios le había revelado y esto fue lo que halló:
“Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en
sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos,
bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid
que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de
olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el
hombre que teme a Jehová”.
Él estuvo muy pensativo aquél día, después de un tiempo de
oración, entendió que Dios le decía que primero que todo
debía temerlo y andar en sus caminos. Que era necesario
contar con un trabajo que pueda sustentarle, no sólo a él, sino
también a su esposa y futuros hijos. Pero primero que todo es
el temor a Jehová.

Y así lo hizo, dejó de afanarse tanto en agradar a la señorita; y
empezó a buscar más de Dios, a afianzar su fe en Él y a
relacionarse con el Señor de una manera especial.
Algo estaba sucediendo con la señorita a la que Jhon
pretendía. Ella no quería saber nada de hombres, tan sólo
seguir a Dios y dedicarse a sus labores, pero no pudo resistir
ante los planes del Señor. Su corazón empezó a llenarse de un
amor puro y sencillo para con Jhon.
El tiempo había llegado, se conocieron un poco más y al cabo
tres años, Jhon se casó con su amada. Actualmente, los dos
sirven a Dios en el ministerio de adolescentes. Cuentan con
una red de tres mil adolescentes en Lima y cinco mil en
provincias.
Jhon recuerda con lágrimas en los ojos aquel accidente que
pudo terminar con su vida cuando tan sólo tenía dos años.
Pero luego comprendió que irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios.

Historia 9
“Tu historia con Dios”

Esta es la historia de tu vida, y comienza con una decisión que
debe ser tomada únicamente por ti. No importa tu condición
social ni religión, ni nada de eso, Dios puede hacer a alguien
especial de lo más vil y menospreciado de esta tierra.
Y si aún no has decidido por Cristo, te invito a que, con mucha
fe, eleves una oración a Dios.
Señor Jesús, por medio de estas historias he
podido comprender que tú cambias corazones a
través de tu Palabra y el mensaje del evangelio.
Me arrepiento de todas mis maldades
(especifícalas ante Dios), quiero que cambies mi
corazón. Perdóname, Señor.
Yo creo Tú, Jesús eres el Señor y que resucitaste
de entre los muertos al tercer día.
Quiero que entres a mi corazón, te acepto como
mi único Señor y Salvador. Hazme una nueva
creación y transforma mi vida.
Escribe mi nombre en el libro de la vida; y que tu
Santo Espíritu esté conmigo para siempre.
Todo esto te lo pido en tu nombre, Jesús.
Amén.
¡Adelante!, escribe tu historia con Dios.
Estoy seguro que será fantástica; y bendecirá muchas vidas.
Cuando termines de hacerlo, no olvides compartirla también
conmigo. Estaré gustoso de verla, leerla o escucharla.

Gracias por leer:
Historias que cambian la historia®
Para un contacto personal:
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jcorrales2703@gmail.com
Jmuxing

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