2. Es necesario reconocer que la fuerza armada ha
desempeñado un importante papel en la construcción
del Estado y la formación de la nación peruana. Sin
embargo, esta destacada participación también ha sido
un obstáculo para la construcción de una democracia
institucionalizada en nuestro país, pues durante largos
períodos la fuerza armada se constituyó en un actor
relevante dentro del proceso político, además de
gozar de niveles de autonomía y prerrogativas
corporativas incompatibles con un régimen
democrático.
Área de Defensa y Reforma Militar, IDL http://www.defensaidl.org.pe/publica/revolucion_decreto.pdf
3. A partir del movimiento militar del 3 de octubre de 1968,
que encabeza el general Velasco. Un largo proceso social que
se expresa en las movilizaciones campesinas, en las quiebras
del orden rural tradicional, en el acelerado proceso de
urbanización y en la modernización económica que torna
preponderante al polo urbano industrial de la economía, está
en la base de la crisis de hegemonía que se observa en el
bloque en el poder. El gobierno del 68 implica un corte en el
proceso histórico que cancela la vigencia de una forma de
dominación. A partir de entonces las clases y fracciones
conocidas como oligárquicas salen del bloque en el poder y
pierden su base material, a la vez que se intenta una
redefinición de las relaciones con el capital imperialista.
Área de Defensa y Reforma Militar, IDL http://www.defensaidl.org.pe/publica/revolucion_decreto.pdf
4. El general Velasco asume el poder tras una larga crisis política.
El gobierno del presidente Belaúnde (1963-68) expresó la
crisis de hegemonía presente en el seno de las clases
dominantes. Belaúnde, al frente de la alianza de partidos acción
popular-democracia cristiana, levantó las banderas reformistas
que expresaban las demandas populares antioligárquicas —
particularmente la reforma agraria—, sin concretar en
realizaciones significativas su programa. Enfrentado a la
coalición oligárquica que controlaba el parlamento, vio
quebrarse y desmoronarse su propia base, popular y partidaria,
a la vez que recibía el embate de un insurgente movimiento
popular urbano y rural, este último dinamizado por las
guerrillas de 1965.
http://www.cuadernospoliticos.unam.mx/cuadernos/contenido/CP.19/CP19.6.HenryPease.pdf
5. El deterioro del régimen de Belaúnde, y la pugna política de las
clases dominantes que expresa, abrirán a la Fuerza Armada un
importante margen de juego en el poder. La intervención militar —que
surge en una coyuntura de descomposición que se expresa en el acta
de Talara— podrá tener en la frustración de las banderas nacionalistas
y antioligárquicas un contexto eficiente para la generación de nuevos
consensos. Con Velasco, la Fuerza Armada abandona el papel de árbitro
que tenía desde 1956 para tomar directamente el gobierno y a partir
de él ampliar notoriamente su margen de poder. En una sociedad
desarticulada, en la que fuera del ejército y la Iglesia pocas
instituciones fueron estables y significativas —fuera del poder
económico—, el nuevo gobierno ha de conseguir el poder suficiente
para realizar los cambios políticos y socioeconómicos que los partidos
reformistas ofrecieron, agotando y superando rápidamente las
banderas que éstos desplegaron entonces.
http://www.cuadernospoliticos.unam.mx/cuadernos/contenido/CP.19/CP19.6.HenryPease.pdf