2. amanPor NAZARET ESTRADA
D
esde los cuentos infan-
tiles aprendimos que
las madrastras son una
maldición para los hijos.
Y por extensión los padrastros tam-
poco tienen una buena imagen en
la mente de las personas. Es en la
última década que los programas
norteamericanos de televisión para
niños y adolescentes nos muestran
la manera de ser de las "nuevas"
familias, en las que hay un padras-
tro, una madrastra y 2 o más hijas-
tros y todos, aunque con sus bemo-
les, se llevan bien. Al menos así lo
constata la comedia norteamerica-
na Drake y Josh, que tuviera gran
éxito de 2004 a 2009. Pero ¿cómo
es realmente vivir en una familia de
este tipo? ¿Qué tan conveniente es
para una familia abrirle las puertas
a un "intruso"?
¿SERES PERVERSOS?
Padrastros y madrastras han sido
tachados por la literatura y la socie-
dad en general como seres perver-
sos que sólo quieren hacer daño a
los hijastros, cuando en realidad,
dice la psicóloga y docente egresa-
da de la UNAM y maestra del Diplo-
mado en Desarrollo Humano en
el Instituto Ateneo Itaca, Verónica
Mendoza, no hay diferencia entre
éstos y los padres adoptivos, pues
cumplen más o menos la misma
función.
—Nos programamos —seña-
la— y por eso preferimos sustituir
el término padrastro (que es peyo-
rativo, negativo, "malo") por el de
"padre adoptivo".
[ MAYO 2013 / Contenido ]
3. En cambio, para Jorge Mar-
tinez, asesor educativo en la fun-
dación EXEB para escuelas de
educación básica en el Estado de
México y facilitador educativo en el
Diplomado de Desarrollo Humano
Ateneo Itaca, también egresado de
la UNAM, hay diferencia. El padras-
tro —asegura Martínez— llega a
una familia por una separación del
padre biológico (muerte, abandono
o divorcio), mientras que el padre
adoptivo aparece en la vida de
niños que no tienen ni tuvieron
ningún vínculo familiar.
La reacción normal en los miem-
bros de una familia ante la llegada
de un nuevo integrante, que, en la
mayoría de las veces no es deseado,
es el miedo y la incertidumbre.
—Si el padre biológico murió,
por ejemplo, los niños los van a com-
parar con su "nuevo papá"—dice
Martinez—, pero si está vivo, ten-
drá que haber cierta negociación
entre los hijos, el padrastro y la
cónyuge.
LOS RETOS
Para que un padrastro sea aceptado
en su nueva familia influye mucho
el contexto del clan al que se va a
integrar (es decir, cómo fue el pro-
ceso de divorcio o muerte, el duelo,
el tipo de comunicación y relación
que lleve el ex matrimonio, la edad
de los niños implicados.
—Pero lo más importante —ase-
gura Verónica Mendoza—, es la
comunicación que hay entre padres
y niños y que éstos sepan que sus
padres, aunque ya no estén juntos,
los aman.
Si para los niños este proceso
no es fácil, tampoco lo es para el
padrastro. Uno de los retos al que
se enfrenta —señala Martínez—
es la aceptación de parte de su
nueva familia. El padrastro necesita
aprender a desarrollar una buena
comunicación con los hijos de la
pareja y sobre todo ganarse su res-
peto. Es muy importante que no
quiera demostrar que es mejor que
el padre biológico —advierte.
Otro obstáculo —dice la psicólo-
ga— es que lo traten de usurpador
o que luche por el poder con el pri-
mogénito. Y agrega: —Para lograr
una aprobación de los hijos hacia
sus nuevos padres y la aceptación
de los nuevos hermanos o herma-
nastros (si los hay) es indispensable
que no haya diferencias en el trato;
que se fijen reglas, deberes, res-
ponsabilidades, límites, acuerdos,
negociaciones, que se fomenten las
relaciones sanas y armónicas, que
haya tiempo para que ambas partes
se vayan adaptando. El padrastro
debe ser paciente y amoroso. Si
ama a su pareja, también amará a
sus hijos —enfadza la especialista.
Es conveniente pedir ayuda —se-
ñala Mendoza— cuando los impli-
cados no sepan qué hacer o haya
mucha resistencia en alguna de
las partes. Sin una guía adecuada
los niños y/o adolescentes pueden
padecer depresión, frustración, baja
[ Contenido / MAYO 2013 ]
4. tolerancia, desórdenes emocionales,
bajo rendimiento escolar o conduc-
tas transgresoras.
—El rol del padrastro —dice la
psicóloga— falla el 60% de las veces.
UN SEGUNDO MATRIMONIO
El papel de la mujer que escoge una
nueva pareja para reconstruir su
vida también es importante. San-
dra Ruiz (comerciante, 44 años, 2
veces divorciada, madre de 3 hijos),
se casó con un compañero de su
trabajo a quien apenas conocía.
El hombre supo de la existencia
de la hija de Sandra (de una
unión anterior) 2 días antes
de que se casaran.
—Me sentía rara —dice la
comerciante—, jamás pensé -,
rehacer mi vida. Al prin-
cipio —recuerda—, mi
hija y Rodolfo simpatiza-
ron, pero con el tiempo él
fue cambiando y se tornó
distante. Ella en cambio,
con 5 años de edad esta-
ba muy contenta, pues iba
a tener a alguien a quien
llamar papá. La relación
con Rodolfo duró 18 años.
Tuvimos 2 hijos. El proce-
so de integrar a mi primo-
génita con 2 nuevos niños
fue al principio muy diñ-
cil, porque mi mamá le
decía c[ue Rodolfo y yo ya
no la íbamos a querer. Lo
que aprendí de esta expe-
riencia es que no existen
hombres que real-
mente consideren
a los hijos ajenos como un compro-
miso de amor y que sería muy raro
que existiera uno así —concluye.
PÉRDIDAS Y CAMBIOS
No cabe duda que los hijastros son
quienes juegan un papel funda-
mental y que no siempre están pre-
parados para esta situación. Estos
niños ya han pasado por pérdidas
y cambios importantes en su vida.
Muchos ya tuvieron una familia
í
5. "Si tuviera que
escribirle una carta a
mi hijastro simplemente
le daría las gracias por
haber entrado a mi vida".
Rafael Alejandro
(36 años, comerciante,
padrastro de un niño de 9)
nuclear (ellos y sus progenitores);
atravesaron por un proceso de
duelo cuando sus padres se sepa-
raron (o alguno de ellos falleció)
y ahora deben enfrentarse a un
"intruso" que no va a sustituir a
su padre, pero será el adulto con el
que compartirán su casa y el cariño
de su madre.
A mayor edad de los hijos,
mayor será el rechazo hacia el
padrastro. En el articulo Cómo hacer
que las familias reconstituidas funcio-
nen, de la Asociación Americana
de Psicología {http://www.apa.org/
centrodeapoyo/familias, aspx) el autor
asegura que a los chicos de 10a 14
años les cuesta más trabajo adap-
tarse a una familia reconstituida.
Los adolescentes mayores de 15
años pueden tener menos interés
en integrarse en la vida de la fami-
lia reconstituida, mientras que los
niños más pequeños suelen acep-
tar más a un nuevo adulto en la
familia, sobre todo cuando es una
influencia positiva. El mismo texto
señala que los niños y las niñas en
familias reconstituidas prefieren las
muestras de afecto verbal en lugar
de abrazos y besos. Las niñas se
sienten incómodas con esto y tien-
den más al rechazo. En cambio
los niños aceptan al padrastro con
mayor rapidez. Como quiera que
sea, el padrastro (como el padre) es
un papel que se debe ganar con las
actitudes. Al menos así lo constata
la estudiante de la carrera de Rela-
ciones Internaciones, Dassha Reyes
Gandera, de 24 años. Abandonada
por su padre biológico (a quien
conoció hasta que tuvo 16) entró
en contacto con su padrastro a los
6 años de edad. El proceso, dice la
joven, fue dificil.
—Los padrastros no quieren de
la misma forma que un padre. Mi
mamá nunca me obligó a decirle
papá, pero me recomendaba llamar-
lo así para que en la escuela no me
molestaran. Los recuerdos que ten-
go de él, en una relación que duró
10 años, son más malos que buenos.
Mi padrastro nunca supo ganarse
mi amor, creo que siempre me vio
como una responsabilidad que no
le correspondía —afirma.
En cambio, la defeña Rosa Mar-
thaJiménez —de 35 años de edad,
soltera y maestra en una escuela
primaria—, asegura que esta expe-
riencia le fue grata.
—Tenía 6 años cuando conocí
a Carlos. Al principio me caía mal,
lo rechazaba, pero con el tiempo lo
fui queriendo. Nunca me obligaron
[ Contenido / MAYO 2013 ]
6. a decide papá, aunque a mí me
hubiera gustado. Muchos años des-
pués a través de las redes sociales nos
contactamos y nos volvimos a ver.
Pude decirle entonces que me dolió
mucho que se fuera sin despedirse
de mí. Sólo estuvimos juntos poco
más de un año, pero esto me bas-
tó para reconocer que a mí me
hubiera gustado tenerlo más en mi
vida —dice.
¿Y EL PADRASTRO?
—Si tuviera que escribirle una carta
a mi hijastro —dice Rafael Alejan-
dro (36 años, comerciante, padras-
tro de un niño de 9, con un diplo-
mado en superación personal)—
simplemente le daría las gracias por
haber entrado a mi vida.
Con 3 años viviendo en unión
libre, Rafael conoció a su actual
pareja por unos amigos en común.
—Sabía que venía de una rela-
ción rota y que tenía un hijo, enton-
ces de 6 años. Yo siempre había
dicho que los niños no eran mi
fuerte, pero también, alguna vez,
hablando con Dios, le dije que si me
tocaba ser papá, lo aceptaría. Hoy
sé que biológicamente no puedo
serlo, pero entonces Dios me regaló
la oportunidad de ser papá de otra
manera. Y yo acepté esta responsa-
bilidad —enfatiza.
—Al principio, cuando empe-
zó la relación, el niño tenía cierta
resistencia, pero yo no buscaba su
aprobación. Tengo muchas bases
en crecimiento personal y esto me
ha ayudado mucho. Mi pareja y yo
tenemos un diálogo constante. Yo sé
muy bien que el papá es el papá y
tiene sus reglas. Pero el niño vive en
mi casa y tiene que respetar las mías.
Algo que nos ha ayudado mucho es
escribir los acuerdos que tenemos.
También anotamos las consecuen-
cias de los comportamientos. Esto
fue más fácil conforme el papá
se alejó. Me daba mucha ternura
ver cómo el niño se desesperaba
porque el papá no le hablaba. Se
pegaba al teléfono y decía: "Que
me hable, que me hable, que me
hable...." ¿Por qué mi papá no me
quiere hablar?" "Es su decisión"
—le contestaba—. "Cuando quie-
ra estar contigo te buscará. Es tu
papá y puedes hablarle las veces
que quieras". Lo más difícil para mí
ha sido enfrentarme a los efectos de
violencia, alcoholismo y drogadic-
ción que el niño padece por ser hijo
de un hombre adicto. De repente,
lo veo lleno de miedo, de culpa, de
ira, de necesidad de aprobación. En
momentos es muy agresivo. Esto
me hace amarlo más, porque yo era
como él. Aceptándolo y amándolo
es como hemos ayudado a que el
niño equilibre su furia. Cuando
estoy con él, dejo todo para atender-
lo. Me gusta compartir con él tareas
y trabajos escolares. Disfruto hacer-
le de comer. Transformar mi vida
de soltería a padre de famOia ha
sido genial, pues entre otras cosas
me ha ayudado a curar las heridas
internas de mi infancia. Uno de los
recuerdos más lindos que tengo de
él es la vez que me despertó con un
beso en la mejilla diciéndome que
me ama —fmaliza.C
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