1. BIOLOGÍA DE LA CONSERVACIÓN1
La biología de la conservación es una reciente disciplina científica de síntesis que
surgió en la década del 70, y con mayor fuerza en la del 80, como respuesta a la
inminente pérdida de la diversidad biológica (Simberloff, 1988). Se ocupa de explorar
las causas de la disminución y la rareza de las especies y qué se puede hacer para
disminuir los problemas de las poblaciones amenazadas.
Es una disciplina amplia, que necesita contribuciones de campos tan diferentes como
la ecología, la genética, la biogeografía, la biología del comportamiento, las ciencias
políticas, la sociología, la antropología, etc. (Groom et al., 2006).
Existen tres principios que guían la biología de la conservación (Groom et al., 2006):
La evolución es el único mecanismo capaz de explicar los patrones de
biodiversidad que vemos en el mundo hoy, por lo que las respuestas a los
problemas de conservación deben ser desarrolladas dentro de un marco
evolutivo.
El mundo ecológico es dinámico y no se mantiene en equilibrio (al menos no
indefinidamente), y la regulación de la estructura y el funcionamiento de los
ecosistemas es llevada a cabo frecuentemente por procesos externos.
Los seres humanos son y continuarán siendo parte de los sistemas ecológicos,
por lo que la presencia humana debe ser incluida en el planeamiento de la
conservación.
El campo de la biología de la conservación está avanzando en dos frentes
respaldados por dos conjuntos de ideas que se superponen en parte (Caughley,
1994). Estos dos enfoques han sido denominados «los dos paradigmas de la
conservación», entendiendo como paradigma a “realizaciones universalmente
reconocidas que, durante un cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y
1
Información tomada de http://es.wikipedia.org/wiki/Biolog%C3%ADa_de_la_conservaci%C3%B3n
2. soluciones a una comunidad científica” (Kuhn, 1990). Estos son el paradigma de las
poblaciones pequeñas y el paradigma de las poblaciones en disminución.
Paradigma de las poblaciones pequeñas
Las primeras ideas de la conservación estuvieron, casi sin excepción, producidas por
este paradigma, que se ocupa de las consecuencias poblacionales de la rareza de una
especie y de la capacidad de las poblaciones pequeñas de subsistir con su tamaño
reducido (Krebs, 2009).
Se ha denominado “torbellino de extinción” a la retroalimentación positiva por la cual la
depresión por endogamia, la estocasticidad demográfica y ambiental y la deriva génica
pueden combinarse para hacer que una población pequeña disminuya aún más. Dos
ejemplos clásicos son el de una población en una isla pequeña y el de un reducido
grupo de animales de una especie amenazada en un zoológico.
El fundamento del torbellino de extinción es que los tres factores mencionados llevan a
una pérdida de la variabilidad genética, y esto implica una disminución en el fitness, o
aptitud biológica. Esto puede llevar a un incremento en la mortalidad y a una
disminución en la reproducción, lo que trae como consecuencia una disminución del
tamaño poblacional.
Paradigma de las poblaciones en disminución
Este paradigma se ocupa de los procesos por los cuales el riesgo de extinción de las
poblaciones se incrementa por razones ajenas a su tamaño poblacional, y de cómo
mitigarlos. Está fundamentalmente orientado a la acción, por lo que existe poca teoría,
pero han sido identificados cuatro causas de extinción que han sido denominadas en
conjunto “el cuarteto malvado” por Diamond (1989):
La sobreexplotación
La destrucción y fragmentación del hábitat
Las especies introducidas
Las cadenas de extinción
Sobreexplotación
La sobreexplotación consiste en la matanza a una tasa que está por encima del
rendimiento máximo sostenible. Las especies más susceptibles son aquellas con bajas
tasas intrínsecas de crecimiento, por ejemplo grandes mamíferos como las ballenas,
elefantes y rinocerontes. Estas especies se vuelven incluso más vulnerables si son
valiosas como alimento o como mercancía.
Un ejemplo clásico del impacto que puede ocasionar la matanza excesiva de animales
es la extinción de la paloma migratoria (Ectopistes migratorius). La paloma migratoria
fue probablemente el ave más abundante en el mundo, con estimaciones de 1 a 5 mil
millones de individuos, pero la caza por deporte y para utilizar su carne y plumas,
combinada con la deforestación de bosques que constituían sus sitios de anidación,
produjo una fuerte declinación (Bucher, 1992). La última paloma migratoria murió en
cautiverio en el año 1914 en el zoológico de Cincinatti.
El zorro-lobo malvinense, Dusicyon australis, es una especie hoy extinta que habitaba
en pastizales, turbales y costas oceánicas en el archipiélago malvinense, en el sudeste
de Argentina. En 1839, seis años después de la visita de Charles Darwin al
3. archipiélago, esta especie fue cazada por los loberos norteamericanos por su piel de
muy buena calidad, lo que redujo el número de individuos. Sin embargo su extinción
definitiva se habría producido hacia 1873-1876, exterminada por los ganaderos
escoceses que la culparon de predar sobre sus ovejas (Chebez & Bertonatti, 1994).
Un ejemplo de sobreexplotación en plantas es el del árbol de madera negra del este
de África, o Mpingo (Dalbergia melanoxylon), que se encuentra amenazado por
explotación comercial, ya que su hermosa madera es utilizada para la fabricación de
instrumentos de viento, especialmente clarinetes y oboes, y para trabajos de tallado en
madera. Para evitar la extinción comercial de este árbol, se está realizando un
proyecto de conservación denominado “Mpingo”, que intenta conservar los bosques en
peligro promoviendo la explotación sostenible y socialmente equitativa de esta especie
(Groom et al., 2006).
Destrucción y fragmentación del hábitat
Un hábitat puede ser degradado por agentes tales como un cambio en el régimen de
fuegos o pastoreo por parte de ovejas y cabras. A veces el hábitat es eliminado, como
en el caso del drenado de un ambiente acuático o la tala de un bosque.
Un ejemplo típico de destrucción del hábitat es la deforestación ocurrida en la región
del Iguazú, donde se encuentran las fronteras de Brasil, Argentina y Paraguay. Allí la
mayor parte del bosque fue destruido para realizar plantaciones de soja, y las grandes
reservas de Argentina y Brasil que rodean a las cataratas del Iguazú protegen los
últimos remanentes de esos bosques (Groom et al., 2006).
Los derrames de petróleo en los océanos son un ejemplo de degradación del hábitat
que puede afectar a varias aves marinas, especialmente a los pingüinos africano y de
pingüino de Magallanes, y que han provocado la contaminación permanente de las
costas en las que habitan (Adams, 1994; Gandini et al., 1994).
Más comúnmente el hábitat es fragmentado, cuando parte de él es destruido para
construir caminos, edificios, o realizar plantaciones. La fragmentación del hábitat
puede ser analizada considerando la dinámica de las poblaciones subdivididas en
pequeños parches. La función de incidencia es la tasa de ocupación de una especie
de un hábitat en relación a su tamaño. En general hay una buena relación entre el
tamaño corporal de los animales y el área requerida para la supervivencia y
reproducción; los animales más grandes necesitan un hábitat de mayor área.
La ardilla roja, Sciurus vulgaris, ha sido afectada por la fragmentación de los bosques
que habita en los Países Bajos, y se encontró que en muchos de los fragmentos de
menor tamaño no está presente, quizá porque el área no es lo suficientemente grande
como para que se establezca una población (Verboom & van Apeldoorn, 1990).
Especies introducidas
El tercer agente de disminución es la introducción de especies exóticas, ya sea
intencionalmente o no. Este factor puede exterminar a las especies nativas por
competencia, depredación o destrucción de su hábitat.
Las islas de Hawaii son famosas en el mundo por el extraordinario número de
especies exóticas introducidas con éxito y por las cadenas de extinción resultantes
que eliminaron plantas y aves nativas. En estas islas se introdujeron 870 especies de
4. plantas, unos 2.000 invertebrados y 81 vertebrados, y sus efectos en la flora y fauna
nativa fueron devastadores (Dyke, 2008).
El mejillón cebra (Dreissena polymorpha) fue introducido accidentalmente en los
grandes lagos de Norteamérica, donde se observó por primera vez en el año 1988.
Debido a las condiciones favorables del hábitat, el mejillón cebra se multiplicó
rápidamente y colonizó una enorme área, cambiando la abundancia relativa de la
fauna bentónica nativa y cambiando la dinámica de los ecosistemas por el consumo de
grandes cantidades de fitoplancton. Esta especie sigue expandiéndose y amenazando
a las comunidades nativas (Pullin, 2002; Groom, 2006).
Cadenas de extinción
En esta categoría están las extinciones secundarias, es decir la extinción de una
especie causada por la extinción de otra especie de la cual ésta depende. Los
ejemplos más claros de cadenas de extinción involucran a grandes predadores que
desaparecieron cuando su presa se extinguió.
La extinta águila del bosque (Harpagornis moorei) de Nueva Zelanda, que pesaba de
10 a 13 kg y predaba sobre grandes aves terrestres, se extinguió alrededor del año
1400 D.C., cuando desaparecieron las moas en Nueva Zelanda (Holdaway, 1989;
Krebs, 2009).
Referencias
Adams, N.J. (1994). Patterns and impacts of oiling of African penguins
Spheniscus demersus: 1981-1991. Biological Conservation, 68, 35-41.
Bucher, E.H. (1992). The causes of extinction of the passenger pigeon. Curr.
Ornith. 9, 1-36.
Caughley, G. (1994). Directions in conservation biology. Journal of Animal
Ecology, 63, 215-244.
Chebez, J.C. & Bertonatti, C. (1994). Los que se van. Editorial Albatros.
Diamond, J. (1989). Conservation for the twenty-first century. Oxford University
Press, New York.
Dyke, F.V. (2008). Conservation biology. Foundations,concepts, applications.
Springer, segunda edición.
Gandini, P., Boersma, P.D., Frere, E., Gandini, M., Holik, T. & Lichtschein,V.
(1994). Magellanic penguins (Spheniscus magellanicus) affected by chronic
petrolleum pollution along coast of Chubut, Argentina. The auk, 111, 20-27.
Groom, M.J., Meffe, G.K. & Carroll, C.R. (2006). Principles of conservation
biology. Sinauer, Sunderland, tercera edición.
Holdaway, R.N. (1989). New Zealand´s pre-human avifauna and its
vulnerability. New Zealand Journal of Ecology, 12, 11-25-
Krebs, C.J. (2009). Ecology. Benjamin Cummings, San Francisco, sexta
edición.
Kuhn, T.S. (1990). La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de la
Cultura Económica, México DF.
Platt Moulton, M & Sanderson, J. (1999). Wildlife issues in a changing world.
CRC press, segunda edición.
Pullin, A.S. (2002). Conservation biology. Cambridge University Press.
Simberloff, D. (1988). The contribution of population and community biology to
conservation science. Ann. Rev. Ecol. Syst. 19, 473-511.
Verboom, B. & van Apeldoorn, R. (1990). Effects of habitat fragmentation on
the red squirrel, Sciurus vulgaris L. Landscape Ecology, 4, 171-176.