1. Ser Universitario: ¿Factor de riesgo obesogénico?<br />En los últimos años la obesidad se ha convertido en una innegable realidad en nuestro país. La disponibilidad de productos manufacturados, con alto contenido energético, ricos en grasas y de baja calidad nutricional ha alcanzado todos los sectores de nuestra sociedad. Así, los jóvenes universitarios no escapan de esta preocupante situación. Por el contrario, constituyen un grupo de alto riesgo. En las líneas que continúan se establecerá una cadena causal de la mencionada problemática. <br />Muchos jóvenes cambian de residencia para realizar sus estudios universitarios y adquieren así mayor autonomía, por lo que cambian radicalmente sus costumbres y su estilo de vida. Así, se produce un desajuste en los horarios y la calidad de su comida, lo que los lleva al desarrollo de hábitos alimenticios poco saludables. Irónicamente, en las universidades la venta de alimentos con alto índice de grasas y azúcares sobrepasa a la de alimentos nutritivos, que permitirían mantener una dieta rica y balanceada. Así mismo, la amistad con pares universitarios y la jornada académica constituyen limitantes para mantener conductas alimenticias saludables. De este modo, los horarios variables obligan a acelerar el tiempo destinado a la alimentación. Por otro lado, la influencia de los pares lleva a la elección de lo que el grupo quiere, lo cual no necesariamente es lo más saludable. <br />La evidencia científica revela que la obesidad desarrollada durante la primera y el comienzo de la segunda década de vida, edad promedio del periodo universitario, tiende a cronificarse y agravarse. Su desarrollo tendrá un efecto negativo sobre la calidad de vida, que se deteriora progresivamente con el aumento del grado de obesidad .De este modo, se verá afectada no solo la salud física, sino también mental y social. En cuanto a consecuencias biológicas, la obesidad se asocia con el desarrollo de graves comorbilidades, que afectan la estructura y el correcto funcionamiento de órganos y aparatos importantes del organismo. Así, complicaciones cardiovasculares, como la hipertensión; endocrinas, como la diabetes tipo 2; gastrointestinales, como el reflujo repercuten negativamente en el metabolismo, la regulación hormonal y la homeostasis. Además, las mencionadas complicaciones pueden, a su vez, derivar en otras más graves como accidentes cerebro-vasculares o insuficiencia renal. <br />Los estudiantes y las personas con sobre preso, en general, viven hoy en una sociedad “obeso-fóbica” que estigmatiza al obeso. Esto trae consecuencias en la autoestima, que derivan en depresión, ansiedad, distorsión de la imagen corporal, aislamiento social e incluso patologías opuestas como la anorexia nerviosa y la bulimia. De este modo, se evidencia la urgencia con que debe regularse la venta de alimentos manufacturados en las universidades. Esto obedece no solo a las graves consecuencias descritas, sino, además, a los hábitos obesogénicos que generan severas dificultades en la comprensión de la información, poca retención, cansancio y distracción. En consecuencia, se produce una preocupante disminución en el rendimiento académico del estudiante, su aprendizaje y, por tanto, su calidad profesional.<br />En conclusión, resulta indispensable limitar la venta de alimentos obesogénicos en las universidades limeñas. Debemos considerar a su población altamente vulnerable a la obesidad por múltiples factores. Así mismo, se deben tener muy en cuenta las graves consecuencias a las que el desarrollo de esta patología conlleva. Por otra parte, se evidencia, además, que una alimentación balanceada constituye una clara e importante estrategia para su prevención. Es así que la ruptura de la cadena, que se inicia en una alimentación deficiente y termina en tratamientos médicos costosos, es posible con una sencilla regulación de los hábitos alimenticios.<br />