La evangelización de América Latina ha sido un proceso histórico desde el siglo XVI que ha tenido éxitos y limitaciones. La Iglesia latinoamericana ha jugado un papel importante en la evangelización a través de documentos como los de Medellín, Puebla y Santo Domingo. Estos documentos han guiado la evangelización en temas como la justicia social, la inculturación y la nueva evangelización. La evangelización en y desde América Latina se caracteriza por la esperanza, la experiencia de liberación propia y la dignidad humana
1. * AMÉRICA LATINA:
Un proceso histórico de evangeliación
Desde el "encuentro" con el Nuevo Mundo (1492), la Iglesia anunció en aquellas tierras el
mensaje evangélico por medio de la catequesis en lenguas nativas, obras de caridad, defensa de
los derechos de los indios y esclavos, colegios y universidades, organización eclesiástica,
seminarios, concilios provinciales, arte indígena o mestizo (barroco americano), etc. El proceso
evangelizador tuvo luces y sombras, éstas últimas por parte de personas e instituciones
concretas; pero la acción evangelizadora fue eficiente y ejemplar en sus líneas generales durante
los dos primeros siglos (XVI-XVII).
El hecho evangelizador, con sus éxitos y limitaciones, dio pie a la formulación del derecho
internacional, por parte de los teólogos de la Universidad de Salamanca. Especialmente las
Ordenes religiosas, pero también numerosos clérigos y laicos fueron los protagonistas de la
evangelización. La decadencia política de España y Portugal (siglo XVII) y la expulsión de los
jesuitas (1769), mostraron los puntos flacos de la evangelización anterior. Posteriormente tuvo
lugar la independencia de todos sus pueblos, un cruce de migraciones procedentes de muchos
países europeos y africanos, así como el influjo de ideologías materialistas procedentes de
Europa.
El continente de la esperanza misionera
América Latina ha sido llamada "continente de la esperanza" por su potencial humano y
cristiano. Se le ha llamado también "continente de la esperanza misionera" (Mensaje del Papa
en el COMLA 3, 1983). La situación actual de la Iglesia en América Latina, en cuanto a su
potencial evangelizador y a su vitalidad cristiana, es privilegiada. El número de católicos
latinoamericanos se acerca ya a la mitad del número global en el mundo. La población e
"mayoritariamente joven" (Puebla 71).
El espíritu misionero universalista ha sido fomentado, especialmente después del concilio
Vaticano II, gracias a los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado
Latinoamericano (CELAM), las visitas del Santo Padre, las celebraciones de los Congresos
Misioneros Latinoamericanos (COMLA), a la formación misionológica y a la animación por
parte de las Obras Misionales Pontificias.
Al mismo tiempo, la situación de América Latina sigue siendo, en muchos sectores, de primera
evangelización. Se puede constatar en muchos países la insuficiencia de personal apostólico,
sacerdotal, religioso y laical. Son unos 40 millones los indígenas y 50 millones los
afroamericanos (de los cuales, unos 37 millones en Brasil), además de los numerosos
asioamericanos y emigrantes de otras religiones, que necesitan una acción misionera que llegue a
sus raíces culturales y a su situación concreta.
El compromiso por la justicia y la inculturación
En el mensaje de la cuaresma de 1992, Juan Pablo II denunció una situación de injusticia, que
supone no haber aplicado el evangelio, e invita a un compromiso evangelizador auténtico:
"Cinco siglos de presencia del Evangelio en aquel continente no han logrado aún una equitativa
distribución de los bienes de la tierra; y ello es particularmente doloroso cuando se piensa en los
más pobres entre los pobres: los grupos indígenas y junto con ellos muchos campesinos, heridos
en su dignidad por se mantenidos incluso al margen del ejercicio de los más elementales
derechos, que también forman parte de los bienes destinados a todos".
Las asambleas y documentos del CELAM
Las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, con sus respectivos documentos
(del CELAM), han sido un factor determinante en el proceso de evangelización: Rio de Janeiro
(1955), Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992), Aparecida (2007). En la
2. primera Conferencia de Rio de Janeiro, el Papa Pío XII estimuló a esta apertura con un anuncio
profético: "Llegará un día en que América Latina podrá restituir a toda la Iglesia de Cristo lo
que haya recibido" (Ad Ecclesiam Christi, 29 julio 1955, citado por Juan Pablo II, Disc. al
CELAM, Rio de Janeiro, 2 de julio 1980).
El documento de Medellín (1968) se inspira en la constitución conciliar Gaudium et Spes,
analizando la realidad concreta a la luz del evangelio, e instando a una responsabilidad conjunta
respecto a todo el Continente, abriendo los cauces de una ayuda especial entre Iglesias de
América Latina basada en la comunión de Iglesia universal.
El documento de Puebla (1979) se inspira en la exhortación Evangelii Nuntiandi de Pablo VI
(1975), para afrontar las nuevas situaciones de la evangelización, especialmente respeto a las
prioridades de la familia, la juventud, los pobres y la cultura. El documento abre los horizontes
de la misión universalista: "Finalmente, ha llegado para América Latina la hora... de proyectarse
más allá de sus propias fronteras, ad gentes. Es verdad que nosotros mismos necesitamos
misioneros. Pero debemos dar desde nuestra pobreza" (Puebla 368; citado por RMi 64. Esta
afirmación queda matizada señalando una aportación específica: "Nuestras Iglesias pueden
ofrecer algo original e importante: su sentido de la salvación y liberación, la riqueza de su
religiosidad popular, la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base, la floración de sus
ministerios, su esperanza y la alegría de su fe" (ibídem).
El documento de Santo Domingo (1992), aprovechando también los contenidos Evangelii
Nuntiandi, de Redemptoris Missio y de Puebla, apunta a un objetivo evangelizador señalado
por Juan Pablo II: "Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana". El tema se
afronta a partir de una visión de fe: "Jesucristo ayer, hoy y siempre" (cfr. Heb. 13,8). La "nueva
evangelización" queda explicada señalando el sujeto, los destinatarios, el contenido, la
modalidad (nuevo ardor, nuevos métodos, nuevas expresiones) (nn. 23-30). Se apunta a la
disponibilidad misionera universal "ad gentes" (n. 125).
El documento conclusivo de Aparecida (2007), con su título, indica el objetivo preciso:
Misioneros de Cristo, camino, verdad y vida, para que nuestros pueblos tengan vida en él.
Presenta una visión de la actualidad, para invitar a ser discípulos misioneros según las
enseñanzas evangélicas. Hace aplicaciones concretas a todos los estamentos eclesiales. Invita
especialmente a los agentes de pastoral a vivir el discipulado con todas sus vigencias, con
vistas a poder realizar la misión continental.
Las líneas evangelizadoras en y desde América Latina
Las características de la evangelización, en y desde América Latina, pueden resumirse en las
siguientes: con el signo de la esperanza, a partir de la propia pobreza, desde la experiencia de la
propia liberación o salvación integral, abarcando todo el campo de la justicia social, con la
experiencia de inculturación, respetando la dignidad humana, con el testimonio de unidad y
comunión (con el Papa y la Iglesia universal), bajo el signo mariano (en el contexto de la
catequesis, los sacramentos y los compromisos personales, familiares y sociales)...
La línea de fondo de estas características es de "encarnación", es decir, de "inserción" a la luz
del Verbo encarnado y de la palabra de Dios que da luz para interpretar los acontecimientos y
para transformarlos desde dentro. Los valores de la religiosidad o piedad popular aparecen
principalmente en la piedad mariana, vivida en torno a los santuarios. El fuerte sentido de Dios,
de su cercanía y de su misterio, hacen de América Latina un Continente que puede responder a
los desafíos actuales sobre "la dimensión espiritual de la vida", como "areópago que hay que
evangelizar" (RMi 38; cfr. EN 76).
Documentos: Documentos de Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida; RMi 60, 64
(Puebla). Juan Pablo II, Exhort. Apost. Ecclesia in America (1999).
3. Bibliografía: AA.VV., Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas (Madrid, BAC,
1992); AA.VV., Historia de la evangelización de América. Trayectoria, identidad y esperanza
de un Continente (Lib. Edit. Vaticana 1992); AA.VV., Medellín, reflexiones en el CELAM
(Madrid, BAC, 1977); AA.VV., Testigos de la fe en América Latina (Buenos Aires y Estella,
Verbo Divino, 1986); AA.VV., Después de Aparecida. Interpelaciones a la Iglesia de
América Latina y Caribe: Misiones Extranjeras n.220 (2007);AA.VV., Aparecida, impulso a
missâo: Revista Ecles. Brasileira, n.268 (2007); R. AUBRY, La misión siguiendo a Jesús por
los caminos de América Latina (Buenos Aires, Edit. Guadalupe, 1990); R. BALLAN, El valor
de salir, la apertura de América Latina a la misión universal (Lima, Paulinas, 1990; DEMISCELAM, Ha llegado tu hora, deber misionero universal de América Latina (Bogotá 1984); J.
ESQUERDA BIFET, El despertar misionero "Ad Gentes" en América Latina: Euntes Docete
45 (1992) 159-190; A. GARRIGOS, Evangelización de América, historia de la OCSHA
(Madrid, BAC, 1992); F. GORSKI, El desarrollo histórico de la misionología en América
Latina (La Paz 1985); J-Mª IRABURU, Hechos de los apóstoles de América (Pamplona, Fund.
Gratis Date, 1999) 2ª edic.; PH. KLOECKNER, El documento de Aparecida 2007: Omnis
Terra, n.382 (julio-agosto 2008) 275-280; (Pontificia Comisión para América Latina),
Evangelizadores, Obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, laicos (Lib. Edit.
Vaticana 1996).