1. Ansiedad Precompetitiva y Rendimiento
Deportivo:
¿mito o realidad?
José Carlos Caracuel Tubío
José Carlos Jaenes Sánchez
Los factores de los que depende el rendimiento de un deportista en
competición son numerosos y se dan en una estructura interrelacional muy
compleja. Aislar algunos de estos factores sin considerar los demás conlleva
un riesgo importante. Sin embargo, la investigación implica, entre otros,
asumir ese riesgo pues, de otra forma, no sería posible determinar la
influencia que representan determinados factores sobre ésta o cualquier
otra actividad humana.
Uno de los aspectos más investigados en el ámbito de la psicología del deporte
es el efecto del estado emocional de un atleta ante la competición y, más
concretamente, la evaluación de los niveles de ansiedad y su posible influencia en el
rendimiento, definido éste como marca realmente realizada. Pero, como se ha
apuntado, el rendimiento deportivo no depende en exclusiva ni, en gran medida, del
estado emocional del deportista, aún siendo ése un elemento a tener en cuenta. El
rendimiento depende también de aspectos tales como logros (marcas) en anteriores
competiciones, estado de forma actual, prestaciones del atleta y –en un plano más
estrictamente psicológico– de la confianza en uno mismo (auto eficacia, competencia
percibida, etc.), así como de las expectativas de marca próxima a conseguir.
Investigaciones llevadas a cabo por nosotros mismos (Jaenes y Caracuel, 2005)
aplicando el CSAI-2 a corredores de maratón, muestran que:
· La llamada Ansiedad Cognitiva tiene cierta influencia sobre el rendimiento
· Dicha influencia puede ser positiva, sobre todo si más que con ansiedad el
atleta afronta la prueba con un buen nivel de implicación en la misma
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2. · Para que ello ocurra, el deportista debe tener un buen nivel de confianza en sí
mismo y en sus posibilidades
· La ansiedad somática y sus manifestaciones apenas influyen en el
rendimiento, como parecería deducirse de su aparatosidad
· Las marcas –anterior y esperada– y su relación entre ellas, influyen en el
rendimiento (marca finalmente obtenida) de forma más destacada que el estado
emocional del atleta
De todo ello cabría concluir que:
· Los factores emocionales son menos influyentes en el rendimiento final de lo
que a priori señalan algunas propuestas
· El estado emocional de un deportista ante una competición funciona, en
primer lugar, como variable dependiente, es decir, es generado por otras variables
que lo determinan (tipo de competición, nivel de preparación condición física,
rivales con los que va a competir, confianza en su capacidad, etc). Una vez este
estado emocional ha surgido, puede ejercer su influencia sobre el modo en que el
atleta afronta la competición y se desempeña en ella, lo que culmina en un
determinado logro o resultado (marca obtenida)
· El estado emocional no es algo fijo, sino que puede variar a lo largo de la
competición en función de –entre otras cosas– la duración de la misma
· La mejor forma de mejorar los niveles de ansiedad precompetitiva es –en el
plano técnico– aumentando las prestaciones del atleta y –en el plano psicológico–
mejorando sus habilidades de afrontamiento de situaciones ansiógenas.
· Ambas cuestiones deberán ser aprendidas por el deportista en las sesiones
de un entrenamiento integrado, donde no sólo se atienda la preparación físico–
técnica sino también la psicológica.
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