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LECTIO DIVINA, Dom XXV, Ciclo ‘C’
(Lc 15, 1-32)
Juan José Bartolomé, sdb
No concuerda bien con la imagen que nos hacemos de Jesús el que un
día se atreviera a proponer a sus discípulos como ejemplo a seguir, la
conducta deshonesta de un administrador infiel, porque poco hay que
aprender de un hombre que derrochó los bienes que se le habían
confiado y que, antes de dar cuenta de su gestión, labró su futuro
personal, empobreciendo a su dueño.
El dinero de su señor le sirvió para asegurarse la benevolencia de sus deudores. Pensó
perdonarles sus deudas para hacerlos sus amigos y asegurarse su ayuda en los momentos
de necesidad.
Se comprende que una persona astuta puede despertar una cierta envidia por sus
acciones, pero difícilmente podríamos elogiarla en público, y mucho menos la
presentaríamos como ejemplo para los demás. ¿Qué quiso Jesús enseñar a sus discípulos
con esta parábola?
SEGUIMIENTO:
1. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un
administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
2. Entonces lo llamó y le dijo:"¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el
balance de tu gestión, porque quedas despedido."
3. El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi
amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza.
4. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración,
encuentre quien me reciba en su casa."
5. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto
debes a mi amo?"
6. Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa,
siéntate y escribe cincuenta."
7. Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien cargas de trigo." Le
dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
8. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido.
Indudablemente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los
hijos de la luz.
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9. Y yo les digo: Gánense amigos con los bienes de este mundo, para que, cuando
les falten, los reciban en las moradas eternas.
10.El que es de fiar en lo poco, también lo es en lo mucho. Y el que es injusto en lo
poco, lo es también en lo mucho.
11.Pues si no fueron de fiar en los bienes de este mundo, ¿quién les confiará el
verdadero bien?
12.Y si no fueron de fiar administrando bienes ajenos, ¿Quién les confiará lo que es
de ustedes?
13.Ningún criado puede servir a dos señores, pues odiará a uno y amará a otro, o será
fiel a uno y despreciará al otro. No pueden servir Dios y al dinero.
I. LEER: entender lo que dice el texto fijándose en cómo lo dice
En esta parábola, Lucas usa siete veces el
término “administrador” o administración”,
que viene a ser así la palabra clave del
pasaje y del mensaje que el Señor quiso
dar a sus oyentes.
En el Antiguo Testamento se encuentra
varias veces esta realidad, sobre todo
referida a las riquezas de los reyes o a las
riquezas de las ciudades o imperios.
En los libros de las Crónicas (o
Paralipómenos), se habla de administrado-
res del rey David (1 Cr 27,31; 28,1); en los
libros de Ester (3,9), Daniel (2,49; 6,4) y
Tobías (1,22) hay administradores de
reyes y príncipes.
Se habla de una administración del todo
mundana, ligada a las posesiones, al
dinero, a la riqueza, al poder, a la
acumulación, la usurpación, la violencia.
Una administración caduca y engañosa,
aun cuando se reconozca que ella sea, en
cierta medida, necesaria para el desarrollo
de la sociedad.
El Nuevo Testamento trata el tema de
manera distinta. Lo que se requiere en los
administradores es que cada uno resulte
fiel” (1 Cor 4, 1s); “Cada uno viva según la
gracia recibida, poniéndola al servicio de
los otros, como buenos administradores de
la multiforme gracia de Dios” (1 Pt 4,10).
Ser fiel y bueno. La parábola alaba
expresamente la astucia de un
administrados corrupto. No hay mucho que
elogiar en quien falsifica los balances
económicos de su amo para asegurarse
una buena partida a su favor.
Jesús no da por buena una actuación a
todas luces deshonesta, sino la prontitud y
la sagacidad del administrador ante la
inevitable desgracia de verse pronto
despedido.
En realidad, el gerente no hizo ni más ni
menos que lo que siempre hacía,
derrochar los bienes de su amo. Pero
además de confirmar su descarada
indecencia, tuvo reflejos y astucia
suficiente para afrontar la desventura que
le estaba por venir.
Jesús no alaba un comportamiento
desvergonzado e injusto, sino la rápida
reacción y la imaginativa solución que supo
darle a su problema. Jesús concluye, con
un cierto pesimismo que nos tiene que
hacer pensar: ‘los hijos de este mundo son
más listos que los hijos de la luz’: porque
saben ganarse amigos y un porvenir con lo
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que tienen a la mano, aunque no les
pertenezca.
Con unas cuantas afirmaciones, que no se
compaginan bien entre sí ni hacen más
comprensible el mensaje de la parábola,
Jesús continúa su enseñanza, alejándose
paulatinamente de su sentido central.
En contraste con el administrador infiel,
sus discípulos han de ser honrados,
manejando lo poco que tienen; no serán
dignos de confianza ni recibirán mayores
dones, si no fueron leales en lo pequeño. Y
lo que es más sorprendente: ‘para recibir lo
que se nos debe, lo propio, es necesario
ser justos con lo que no nos pertenecía.
Jesús culmina su instrucción rebasando
con creces el tema del discurso. No se
trata de administrar bien los bienes de
otros, sino de cómo manejo los míos, que
al fin de cuentas son los de Dios, porque lo
que tengo lo recibí de Él y es para su
gloria. Una cosa es el manejo de los
bienes ajenos y otra, muy distinta, es
dejarse manejar por Dios.
Como un siervo no puede tener más que
su señor, el discípulo no puede servir más
que a Dios.
Hay que advertir la capacidad que hombre
para embaucar y encadenarse al dinero,
Se contrapuso nada menos que a Dios.
Los mejores bienes son el peor enemigo
del Bien supremo, que es dejarse poseer
por Él.
II. MEDITAR: aplicar lo que dice el texto a nuestra vida
Jesús, nos sorprende con esta parábola, pero hay que descubrir qué quiso decir y por qué la
dijo, cuál fue su intención: No alaba la astucia del gerente infiel, su engaño y despilfarro. En
realidad, disponiendo de lo que no es suyo por última vez, no hace más que confirmar lo que
siempre había hecho y así se comprende el castigo que recibe. La astucia del mal gestor no
estuvo en reservarse para sí bienes ajenos; fue infiel hasta el final, lo que le alaba el Señor
fue que el haber sido previsor: cómo pensó en tener amigos en los tiempos de desgracia que
veía venir.
Los cristianos tenemos que dar razón de cuanto se puso en nuestras manos y aprender
a manejar con astucia nuestro futuro; nada de lo que tenemos es propio; la vida es un
bien, la recibimos de Dios. ajeno y llegará el momento en el que le tengamos que dar
cuenta razón de ella.
¡Qué poco pensamos en esta gran verdad! Nuestra vida es muy valiosa; cuántas cosas
podemos hacer con nuestra existencia, lo que es para nosotros ver un amanecer, gozar
nuestros sentidos, nuestras capacidades. Lo que podemos lograr y aprovecharlas. ¿Nos
damos cuenta que algún día daremos cuenta de lo mucho que hemos recibido? Jesús
quiso enseñar con esta parábola que todos gestionamos bienes que no son propios, que
no los hemos originado nosotros y que no nos pertenecen. .
¿Por qué no agradecemos lo que hemos recibido? No estamos del todo conformes con
lo que tenemos, siempre nos preguntamos el por qué tenemos poco; por qué no son
las cosas no son como nosotros quisiéramos que fueran. Que si porque llueve poco, o
porque llovió demasiado; porque si hace calor o nos molesta el frío.
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El pasaje dice que el dueño alaba a su mayordomo injusto, porque obró con “astucia, con
sagacidad” y repite el término varias veces. Quizás una traducción más correcta podría ser
“sapiente”, o sea “sabio” o “prudente”. Jesús quiso que sus oyentes pensaran, que fueran
buenos administradores. Que comprendieran cómo prevenir con prontitud e imaginación;
que supieran arriesgar el presente que tenían en sus manos asegurando su futuro.
Jesús pedía astucia y perspicacia en los suyos, porque son hijos de la luz; no los quería
dormidos, sino capaces de administrar bien todo lo que habían recibidos de Dios. Quería de
ellos madurez y carácter.
Es preciso estar preparados; saber sembrar para poder cosechar. ¿Qué es lo que rige
muestro pensamiento y nuestras acciones?
Otra palabra repetida en este texto es “injusta”, “deshonesta”. Al administrador se le llama
injusto y también a la riqueza. La deshonestidad es una característica que puede atacar al
ser, en las grandes cosas, en lo mucho, pero también en las pequeñas, en lo poco.
El texto griego no usa propiamente el término “injusto”, sino que dice “administrador de la
injusticia”, “riqueza de la injusticia” e “injusto en lo mínimo”, “injusto en lo mucho”. Quien no
ha sabido administrar en lo poco, tampoco sabrá administrar en lo mucho,
¿Qué capacidad hemos demostrado al administrar la vida que Dios nos ha dado? Si
llegara nuestro Señor en este momento, ¿qué le diríamos del manejo de todo lo que
ha puesto en nuestras manos?
El administrador infiel es ejemplo para los hijos de la luz por su astucia; porque supo
prepararse para la desgracia por venir granjeándose la gratitud de los endeudados con su
amo. Malgastó el dinero ajeno sin pensar en su futuro, pero buscó cómo ser acogido por
quienes había condonado la deuda de su señor; benefició a aquellos de los que podía
recibir algún beneficio. No fue fiel, pero tampoco tonto. Se ganó amigos con el dinero injusto:
por su astucia al prepararse un futuro, no con bienes, pero sí con amigos a los que acudir,
III. OREMOS nuestra vida desde este texto.
Dios Bueno, Tú nos conoces bien y sabes cómo estamos
administrando la vida que nos has dado. Somos conscientes
que nuestra administración no ha sido fiel ni responsable.
Queremos cambiar, ayúdanos a ser justos y a saber amar.
Nuestra vida, en tus manos, puede ser barriles de aceite,
medidas de grano, consolación y alimento para nuestro
prójimo.
Enséñanos a hacer de nuestra vida un don, que se multiplique y comparta con quien menos
tiene, para que todos tengamos y podamos salir adelante en los momentos de dificultad.
Que encontremos en ti y en lo que Tú lo que necesitamos, como lo hizo Cristo Jesús, tu Hijo
y nuestro Hermano, como lo han hecho los santos, que dieron todo lo que Tú les diste y
ahora tienen lo mejor que pudieron desear: Le eternidad. ¡Así sea!