Messaggio della Consigliera per le Missioni_14 agosto 2021 por
Triduo Sr Angela Vallese_2 giorno sp
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2° día: 15 agosto2014
¡UNA COMUNIDAD «PARA» DIOS Y «DE» ¡DIOS!
Guía: Los documentos de la Iglesia – después del Vaticano II – llaman de nuevo a un anuncio que se
hace más convincente cuando se hace en comunidad. «El anuncio no es ya más un hecho personal».
Aunque un misionero fuera solo... va siempre en nombre de la comunidad, él es un enviado de la
comunidad. «El misionero está presente y actúa en virtud de un mandato recibido y, aunque se
encuentre solo, está unido mediante vínculos invisibles pero profundos a la actividad evangelizadora
de toda la Iglesia. Quienes lo escuchan antes o después entrevén detrás de él la comunidad que le ha
enviado y le sostiene» (cf. RM 45).
La novedad de Pentecostés confirma con más intensidad la gran importancia de encontrarse reunidos
en comunidad compartiendo la respuesta a una llamada: el Espíritu transforma a los discípulos «de
hombres asustadizos en ardientes misioneros, que, llenos de ánimo, llevan por las sendas del mundo el
alegre anuncio de Jesús resucitado » (Atti CG XXII, 33).
Sor Ángela Vallese no parte sola. Enviada a América como misionera en 1877, parte “con la
comunidad”. Junto a ella, otras 5 FMA dejan Italia hacia la meta soñada: la Patagonia.
Invocación al Espíritu Santo… (escoger un canto u oración)
De la vida de Sor Ángela Vallese
Lector 1: La comunidad de Sor Ángela es una comunidad que trabaja bastante, y encuentra el tiempo
para la oración, para la alegría y también para el silencio. Todo se vive juntos, sencillamente juntos,
sin necesidad de órdenes. «Es la costumbre de lo cotidiano, el laborioso respeto de las reglas de la
obediencia y de la pobreza es esto que se vive y se transmite a las niñas y a las muchachas, que
aprenden muchas cosas de los libros y de las clases, pero sobre todo de la vida al lado de sus “madres
blancas”».
Lector 2: Sor Ángela Vallese, en la lejana América, hizo de la comunión su primer mandamiento. Como
directora y luego como visitadora, siempre tuvo una mirada materna, de ternura y de presencia
solícita hacia sus hermanas. Ella comprendió que se es misionera antes que nada por lo que se es,
como comunidad que vive la unidad en el amor, antes que serlo por lo que se dice o se hace (cf. RM
23).
Lector 1: «Cuando los días eran claros, desde Punta Arenas se veía en lontananza la Isla Dawson, Sor
Ángela Vallese entonces se detenía y pensaba: “¿Qué harán mis hijas? ¿Estarán bien?”»
De la Palabra de Dios (Lc 10, 1 – 3a)
«Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo
precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero
los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la
cosecha. ¡Vayan! Yo los envío…»
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De una carta de Sor Ángela Vallese
«... lo que nos anima es tener a Jesús totalmente y siempre para nosotras; no nos abandona nunca.
¡Ojalá que al menos podamos amarlo mucho y hacer que lo amen las niñas que El nos envía a esta casa
precisamente para esto!
En lo referente a la observancia de la santa Regla, me parece que aquí la hay, aunque no siempre tan
perfecta como sería de desear. Pero tenemos muy buena voluntad de ser cada vez más perfectas; y la
caridad y la obediencia no nos faltan. Esperamos, pues, hacernos verdaderamente santas y poder un
día estar junto a nuestros queridos superiores y superioras en la gloria eterna. Por ellos rezamos
siempre, llevándolos a todos y cada uno en nuestro corazón de hijas sumisas y agradecidas.
Recuerdos especiales al venerado Padre Don Bosco, con el ruego de que se digne bendecir a estas sus
primeras y pobres misioneras de la Patagonia» (Carta a don Cagliero - 2 febrero 1883)
De la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (92) – coros alternos
1. «Allí está la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que realmente
nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la
grandeza sagrada del prójimo,...
2. ... que sabe descubrir a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la
convivencia aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para buscar
la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno.
1. Precisamente en esta época, y también allí donde son un «pequeño rebaño» (Lc 12,32), los
discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del
mundo (cf. Mt 5,13-16).
2. Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera siempre nueva.
1. ¡No nos dejemos robar la comunidad!»
Guía: Oremos juntas…
Oh Señor, te invocamos para permanecer unidas: tú nos lo has enseñado porque sabes cuán
importante es el amor. Haz que seamos un solo corazón y un alma sola, que permanezcamos fieles las
unas con las otras y con nuestra comunidad, que nos ayudemos recíprocamente y que compartamos
nuestra diversidad. Danos la valentía de anunciarte a los demás. Amén.
Guía: Sea el Señor quien ilumine nuestro corazón y nos haga comprender la importancia de ser “un
solo corazón y un alma sola” para ser auténticos testimonios de su Palabra.
Padre Nuestro…
Concluir con un canto apto
Para la reflexión personal:
« La Hija de María Auxiliadora, como miembro de una comunidad concreta, es una enviada» (C 64), en
cualquier estación de la vida, sea cual fuere el servicio y la misión a ella confiados.
La nueva visión de la misión ad gentes expresa esencialmente una forma de vivir la misión de Dios
Trinidad. Por lo cual, la misión ad/inter gentes siempre es comunitaria.
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En la lógica de la espiritualidad misionera la comunidad es el hogar del anuncio, es «la casa que con
los jóvenes evangeliza».
La primera comunidad de Mornese ha sido, a lo largo del tiempo, el ejemplo vivo de una comunidad
«Casa del ¡Amor de Dios!». Una comunidad, no sin pobreza, tensiones, muertes prematuras,
dificultades varias, pero donde se respiraba aire de casa. En efecto, Don Santiago Costamagna la
denominaba «casa ¡de la santa alegría!». Las primeras FMA recordaban que «hasta las paredes
parecían respirar felicidad!». Don Bosco, en julio de 1873, huésped en Mornese, describe así el
ambiente: «Aquí se goza mucho fresco, aunque es muy fuerte el fuego del amor a Dios».
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