Un grupo de pescadores se encontraban en el mar cuando de repente surgió una gran tormenta. Una de las barcas chocó contra una roca extraña que resultó ser una imagen de la Virgen María. Atrapados por el mal tiempo, los pescadores rezaron a la Virgen y milagrosamente la tormenta cesó, permitiéndoles regresar a salvo al puerto. En agradecimiento, construyeron una iglesia en el lugar del milagro y establecieron una festividad anual en honor a Nuestra Señora de la Barca.