1. Y Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Presentado por: Pastor: Adán Rivera
Miembro Directorio Ministerial CCE-“El Salvador”
LA IGLESIA, DESAGRADABLE Y ABOMINABLE.
Apo. 3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
En cierta ocasión me senté a la mesa al lado de un hombre, que al parecer
cuando hablaba mostraba educación y respeto a sus semejantes; entre otras
cosas que platicábamos, me llamó la atención al comentarme que por muchos
años había sido pastor evangélico pero que ahora ya no ejerce ese ministerio.
Después de un buen rato de dialogo, me manifestaba con rostro triste y mucho
dolor, sentirse tan mal con Dios, por haber dejado el ministerio por un tiempo, la
mayoría de sus ovejas regresaron al mundo, y eso no lo deja vivir feliz.
Eso me hizo reflexionar en muchas cosas, que hoy en día muchos no valoran, no
respetan a sus ovejas, únicamente las ven como su fuente económica, además
que le “quitan su dinero”, las ultrajan, las menosprecian y las expulsan como algo
sin valor. Es tanta la dureza de sus corazones que no se dan cuenta que no son
de su propiedad y que además cuestan el sacrificio de Jesús.
Razón tuvo Jesús cuando se le revela a Juan en la isla de Patmos, y le dice que la
iglesia en Laodisea se desenfocó y cayó en la tibieza espiritual. En realidad lo que
Jesús hizo fue usar un ejemplo comparativo para que entendieran su mensaje.
Laodisea era la ciudad más opulenta de las siete que había en Asia, se le conocía
por su banca industrial, la manufactura de lana y la escuela de medicina.
Pero la ciudad siempre tuvo un problema con el suministro de agua, en cierta
oportunidad se construyó un acueducto para transportar agua a la ciudad desde
manantiales de agua caliente, cuando esta llegaba a la ciudad no estaba ni
caliente ni fría sino tibia, y ese fue el comparativo a la iglesia porque había llegado
a ser tan desagradable como esa agua, a nadie le gusta beber agua tibia al menos
por alguna razón pero es tan de mal gusto a nuestro paladar. La iglesia se había
vuelto así, desagradable y repugnante, no hay nada más abominable para Dios
que un cristiano en esa condición, porque le produce vómito.
Permítame finalizar de esta manera: No nos conformemos a seguir a Dios a
medias, orando, cantando y pecando. Rindámonos porque el tiempo se nos
acaba. Permitamos a Cristo que avive nuestra fe y pongámoslo en práctica.