1. Recopilado por: CL Gonzalo Retamal Moya
Rafael Paniagua Zapatero, Psicopedagogo y Jefe de Estudios de Infantil y Primaria del
Colegio San Pablo-CEU de Montepríncipe (12/12/2005)
¿Se puede aprender a aprender?
Se debe enseñar a aprender. Todo aprendizaje requiere voluntad, interés por parte del aprendiz, una
mínima motivación que justifique la finalidad de dicho aprendizaje.
Aprender a aprender ¿para qué? Bastará con que el alumno descubra la facilidad con la que se pueden
adquirir los aprendizajes, para que valore la importancia de estas estrategias.
Todo aprendizaje requiere además el dominio de una técnica. Las técnicas se pueden enseñar, pero es
imprescindible su práctica hasta conseguir dominarla; de lo contrario, se conocerá la técnica, pero no se
sabrá utilizarla. Podemos enseñar cómo se monta en bicicleta, pero no se aprende a montar en bicicleta
hasta que realmente montamos en ella y empezamos a pedalear. Igualmente podemos enseñar a aprender,
pero no se aprenderá hasta que no se ponga en práctica la teoría aprendida.
El aprendizaje de cualquier técnica exige constancia. Todo en la vida es aprendizaje. Decía John Dewey
que el aprendizaje es la actividad más trascendente en la vida de todo humano, es la razón de toda nuestra
filogénesis y ontogénesis. Aprendemos a andar, aprendemos a hablar, aprendemos a conocer nuestro
entorno, aprendemos asentir. Si la primera vez que nos pusimos de pie y dimos los primeros pasos y nos
caímos, no nos hubiéramos levantado para intentarlo de nuevo, no hubiéramos aprendido nuca a andar.
¿Cómo aprenden nuestros alumnos?
Cuando a un alumno de secundaria le preguntamos cómo estudia, nos suele contestar que leyendo la
lección tantas veces como sea necesario hasta aprendérsela de memoria. Nuestros alumnos leen mucho,
pero no estudian nada aprenden de memoria, pero no saben, no entienden lo que han aprendido. Es el
aprendizaje del papagayo.
Para hacer consciente a un alumno sobre su ignorancia en estrategias de aprendizaje basta con hacerle las
siguientes diez preguntas:
1. ¿Tienes una agenda en la que anotas a diario los trabajos y materiales que piden los profesores,
así como las explicaciones de cada clase, y al llegar a casa haces los trabajos pedidos y estudias lo
explicado?
2. ¿Estudias siempre en el mismo lugar?
3. ¿Tienes un horario fijo de trabajo personal en casa para cada día de la semana?
4. ¿Aclaras tus dudas preguntándolas o consultándolas en algún diccionario o enciclopedia?
5. ¿Subrayas las palabras más importantes del texto que estás estudiando?
6. ¿Haces esquemas con esas palabras subrayadas?
7. ¿Utilizas alguna técnica, que no sea la lectura repetitiva del texto, para memorizar?
8. Cuando crees que ya te lo sabes, ¿lo compruebas de alguna manera?
9. ¿Haces "chuletas"?
10. ¿Repasas de vez en cuando tus "chuletas"?
La mayoría de ellos contestarán afirmativamente a menos de 6 preguntas, denotando con ello una forma
de estudiar notablemente deficiente.
Dificultades a la hora de estudiar
De sucesivas encuestas pasadas a alumnos de entre 12 y 16 años tratando de buscar cuáles son las
dificultades más frecuentes que encuentran a la hora de estudiar, nos encontramos los siguientes
resultados:
69% Problemas de atención y concentración.
"Me distraigo fácilmente"
33% Falta de interés.
"Me aburro estudiando"
2. 27% Falta de constancia.
"Me canso enseguida"
18% Problemas de comprensión y técnica.
"No encuentro las ideas esenciales"
Además de otras razones menos frecuentes, como "me falta memoria ", "no puedo con tanto", "me
molestan", "soy vago".
Como se puede comprobar, la suma de los porcentajes es superior al 100%, lo que significa que más de
un alumno señalaba más de una dificultad a la hora de estudiar.
Consultando otras estadísticas, nos encontramos con que solamente un 10% de los alumnos matriculados
en las distintas facultades y escuelas universitarias terminan sus estudios dentro de los años previstos para
ello. Algunos tardarían uno, dos o más años en terminar su carrera, pero son muchos los que no la
terminan. ¿por qué?
¿Qué es estudiar?
El primer grave error de todo estudiante es pensar que estudiar es lo mismo que leer. Leer es simplemente
entender un texto escrito para satisfacer la curiosidad del momento. Estudiar es analizar un objeto,
hacerlo propio y poder reproducir en el futuro lo aprendido.
Hay quien opina que los factores que intervienen en el éxito de los estudios son la inteligencia, a la que le
atribuyen un 600/0 del éxito, y el trabajo, con un peso del 30 %, reservando el 10% restante a la suerte.
No somos de la misma opinión. No podemos dejar ni el 1% de las posibilidades de éxito en los estudio en
manos de la suerte. La suerte solamente debe intervenir en los juegos de azar. El resultado del estudio
hay que garantizarlo al 100%.
Después de más de 30 años de docencia, tratando con adolescentes, participando en evaluaciones
académicas, comparando resultados escolares con los tests psicológicos y hablando con padres y
alumnos, creemos que el 40% del éxito en los estudio se debe a la voluntad del alumno (hace más el que
quiere que el que puede), el 30% a su capacidad intelectual (la inteligencia no nace, se hace), el 15% a un
buen material y a su correcto uso, el 10% al ambiente que rodea al alumno y el 5% a las técnicas que
utilice. Por mucho que quiera el alumno aprobar, por muy inteligente que sea, aunque tenga muy buen
material y le rodee un ambiente muy favorecedor, si no sabe cómo estudiar, no rendirá al1 00% de sus
posibilidades.
La voluntad
En todo acto volitivo tenemos que distinguir una parte intelectiva durante la cual el sujeto debate lo que
quiere, las ventajas e inconvenientes que le reportará su acción y la decisión final de pasar a la acción o
no. La segunda parte sería la puesta en marcha de la acción determinada. Nuestros alumnos desarrollan
perfectamente la primera. Todos saben lo que quieren, conocen sus consecuencias e incluso están
decididos a pasar a la acción, a estudiar seriamente; pero, no lo hacen, algo se lo impide: la falta de
hábito, no saben cómo hacerlo; la falta de confianza en sí mismo, no se consideran capaces; la pereza,
creyendo que cualquier otro momento posterior será mejor para empezar que el presente; la falta de
motivación, porque no encuentran una satisfacción a su esfuerzo; la falta de medios, disculpándose con
que nunca encuentran el material necesario; y, en el peor de los casos, el exceso de confianza, creyéndose
capaces de poder resolver sus problemas cuando llegue el momento sin necesidad de planteamientos
previos.
La capacidad intelectual
De estudios comparativos entre los resultados de las pruebas psicométricas hechas a escolares y sus
resultados académicos se deduce que no son los alumnos más inteligentes los que obtienen mejores
resultados académicos, sino aquellos que presentan mayor motivación, los que ponen más interés y
esfuerzo, los que le dedican a sus estudios el tiempo necesario, los que tienen una buena organización a la
hora de distribuirse su trabajo, los que tienen mayor capacidad de concentración y los que utilizan alguna
técnica a la hora de estudiar.
El material
3. Independiente de los libros cuadernos y demás instrumentos escolares, todo buen estudiante debería
disponer de una agenda donde anotar cuantos trabajos le manden, los temas que en cada clase se hayan
tratado y el material que pida cada profesor; un archivador donde guardar sus apuntes, resúmenes y
esquemas, y un fichero donde almacenar cuantas fichas ("chuletas") vaya realizando; además de muchos
folios de papel.
La mesa de estudio debe tener una superficie lisa y sin brillo, con cajones laterales y apoya-pies y ser lo
suficientemente grande como para poder tener desplegado encima de ella un libro, un atlas, un folio, un
diccionario y un porta-lápices.
La silla debe estar proporcionada con la mesa y la altura del estudiante. No debe ser muy cómoda, pero sí
debería estar ligeramente almohadillada, tener apoya-codos y que el respaldo alcanzara la altura de los
hombros de su usuario.
La luz debe entrar por el lado contrario de la mano con la que se escribe. Es preferible estudiar con luz
natural o con luz artificial blanca y, si es posible, con filtro azul o blanco, mejor que con luz fluorescente.
El estudiante no debería ver el foco de luz cuando está leyendo. Tampoco es bueno que los rayos de luz
se dirijan directamente hacia el folio o libro sobre el que se está trabajando. Si se estudia con flexos, hay
que evitar la aproximación de la cara a las pantallas. Es muy conveniente que el resto de la habitación
también se encuentre algo iluminada.
El ambiente
El estudio requiere mucha concentración, por lo tanto, el lugar de estudio debería estar alejado de ruidos
y otros motivos de distracción, como ventanas que den a parques o calles ruidosas, el salón donde se
reúnen las visitas que llegan a la casa, el cuarto de los hermanos más pequeños, la puerta de entrada a la
casa, el teléfono, la radio o la televisión, para evitar distracciones innecesarias. De igual manera, el cuarto
del estudiante debería estar decorado con motivos que inviten al estudio y no con otros elementos que
desvíen la atención del estudiante. Es muy conveniente que el cuarto del estudiante pueda ventilarse
fácilmente y que no esté muy cargado de plantas. El radiador debería encontrarse lo más distante posible
de la mesa del estudiante. Y, para evitar pérdida de tiempo, la mesa de estudio debería encontrarse cerca
del mueble donde el alumno haya guardo los textos del curso anterior, diccionarios, atlas, folios y demás
instrumentos de trabajo.
Conclusión
Siguiendo este método, solamente hay que estudiar una vez, cada tarde, al llegar a casa, lo que cada
profesor haya explicado en su clase, y repasar la "chuleta" tres veces, antes de acostarse, los fines de
semana y antes de cada examen
http://www.educaweb.com/noticia/2005/12/12/estrategias-aprendizaje-24081.html