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Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
posibilidad de
resignificación y
coexistencia entre
mujeres.
Sororidad
8. marzo. 2014
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Hace 103 años en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, se inició por primera
vez la conmemoración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, fue el punto
de convergencia a favor de los derechos de las mujeres y su participación en la vida
política y económica.
La Universidad Intercontinental, a través de la Dirección General de Formación
Integral, sostiene con la participación de los departamentos de Integración Huma-
na, Impulso Social y Empresarial y Lenguas Extranjeras, la tradición de publicar un
folleto temático, en esta ocasión la XI edición tiene como hilo conductor el tema:
“Sororidad: posibilidad de resignificación y coexistencia entre las mujeres”.
El concepto de sororidad es un término que no es de dominio público y que
resulta extraño para hombres y mujeres, incluso desconocido. Nace en el seno de
los movimientos feministas y es un aporte de una figura académica referencial del
feminismo contemporáneo Marcela Lagarde.
En el concepto de sororidad subsiste la posibilidad de replantear una idea erró-
nea muy antigua: la rivalidad entre mujeres; es una opción crítica para romper el
viejo mito simbólico de que “mujeres juntas ni difuntas”, refrán que desde una visión
patriarcal, ha colocado históricamente a las mujeres en espacios separados, como
enemigas, confabuladoras y saboteadoras, hasta el grado de que existe la fama de
que el trabajo entre mujeres es imposible, que no pueden ser buenas amigas por los
recelos que se tienen, pues si se juntan, se desgarran las vestiduras y atentan contra
su propio género.
Gracias a la colaboración de 9 mujeres académicas de la UIC, nos internaremos en
este concepto de Sororidad, desde diferentes planos de análisis y estilos de abordaje.
El orden del folleto inicia con un breve acercamiento histórico que registra Claudia
Hernández, sobre el papel de las mujeres en procesos revolucionarios y en la creación
de clubs y asociaciones femeninas, con claros fines patrióticos y asistenciales.
Por su parte, Irma Rebeca Sainz González, nos revela la historia de Chistine de
Pizán (1364-1430), madre, viuda, humanista y escritora, cuya personalidad hacedora,
la coloca como una de las primeras precursora de la lucha por los derechos y la equi-
dad de género.
Presentación
Sororidad,
posibilidad de resignificación
y coexistencia entre las mujeres.
El eje de reflexión de María Elena
Martínez de la Vega, es el origen del
concepto de sororidad, pasando por
cuestionar la pertinencia del mismo;
coloca sobre la mesa una interrogante:
¿por qué si hay un reconocimiento de
igualdad en valor, derechos, dignidad
y libertad entre hombres y mujeres se
tiene que recalcar los de estas últimas?,
además, enfatiza que esta situación dis-
trae del objetivo principal que es el de
asumir y ejercer los derechos, destacan-
do el riesgo de remarcar las diferencias,
un trato preferencial y no la igualdad.
La narrativa de Jacqueline Gómez
Mayorga, despliega como centro de su
análisis un recinto misterioso y mágico:
la cocina, el lugar de reunión amena en-
tre mujeres; desde este espacio, rastrea
los ecos de la sororidad. Entreteje los se-
cretos de la laboriosidad y paciencia que
implica la preparación de los alimentos
con momentos de reflexión para encon-
trar el sentido de vida, los empeños y
aprendizajes de las mujeres que se han
arriesgado en tiempos difíciles y han per-
mitido pactos y alianzas profundas.
Desde el campo del psicoanálisis
Anabell Pagaza, plantea la necesidad
de una reparación de las heridas desde
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
la psicoterapia psicoanalítica antes de pensar en una política de sorori-
dad, de reencontrar el origen emocional de nuestros vínculos con otras
mujeres en una relación de semejantes; para lograrlo propone una fór-
mula: la reflexión acerca de lo que han significado cada una de las mujeres
que se han cruzado en nuestra historia de vida, que permite una reedición
de nuestros vínculos primarios.
Noemí Leyva Duarte, recupera en un plumazo las funciones histó-
ricas de las mujeres, para pasar a definir los distintos significados de la
palabra sororidad.
Yetzi García Alonso, nos introduce en el camino que recorren las mu-
jeres en diferentes ámbitos laborales, padeciendo la desigualdad salarial
y las limitaciones para acceder a puestos de alto nivel. Plantea que estas
desigualdades han hecho posible la adhesión a una causa común para esta-
blecer un pacto entre las mujeres.
Zoidec Limón Núñez, nos introduce al concepto de Sororidad a partir de
señalar que las mujeres representamos el 51% de la población mundial, y que
a lo largo del tiempo, las mujeres han estado involucradas en procesos y formas
de organización bajo distintos propósitos. Plantea que la sororidad es una po-
lítica para mitigar los impactos ideológicos del sistema hegemónico, que debe
considerar las particularidades de cada lugar bajo tres categorías: necesidades,
carencias y daños.
Finalmente, Gabriela Márquez, relaciona el concepto de Sororidad con la vi-
vencia e interacción social en la UIC e invita a un proceso de reconocimiento del
otro, de igualdad, una visión de un mundo reconciliado, sin violencia, de abrir opcio-
nes y posibilidades desde la sensibilidad de la mujer sin ser exclusivamente para la
mujer; comprensión y solidaridad sin competencia.
En suma, las autoras nos han permitido vislumbrar el camino para construir una
cultura de la sororidad, como una forma de contribuir al resquebrajamiento de pre-
juicios, a la deconstrucción de los estereotipos que reproducen formas restrictivas
y excluyentes de aquellas mujeres que entonces y ahora, aspiran a condiciones
dignas y legítimas de existencia; representa una opción vital, una nueva gama de
horizontes de posibilidad entre mujeres cómplices, a pesar de sus mundos diversos
y trayectos diferentes.
Mayela Limones Muñiz
Jefa del Departamento de Impulso Social y Empresarial
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
La Revolución
Francesa:
Mujeres ciudadanas
unidas en clubes
y asociaciones.
La verdadera revolución.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
ninas como la Sociedad Patriótica y de
Beneficencia de las Amigas de la Verdad
(1791-1792), la fundadora fue Etta Palm
d’Aelders. La sociedad se centró en la
educación de las niñas pobres, defendió
el divorcio y los derechos políticos de las
mujeres. Sus socias aportaban fuertes
cuotas para apoyar a otras que menos
tenían. Propusieron la expansión de los
clubes de mujeres con fines patrióticos
y asistenciales, lo cual desató enormes
críticas en la opinión pública.
Muchas escribían pequeñas cartas
(adresses) o pronunciaban discursos en
las plazas, solicitando su inclusión en la
esfera pública, su reconocimiento como
ciudadanas iguales ante la ley. Estas mu-
jeres se enfrentaron al orden patriarcal y
al orden “natural” de la división de se-
xos. Ellas se percibieron como parte de
un mismo grupo: el género femenino y
así expresaron sus anhelos frente a un
mundo cambiante, pero no tan cambian-
te como para concedérselos.
Claudia María
Hernández Martínez
Licenciada en Historia.
Con 21 años de experiencia
docente.Catedrática de
la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la
UNAM.Actual coordinadora
y profesora del Bachillerato
en la UIC.
1 Discurso de Eta Palm d’Aelders ante la Confederación de Amigos de la Verdad en Cuatro mujeres en la Revolución
Francesa. Estudio preliminar: José Sazbón. Trad. De José Emilio Boricua y Nicolás Kwiatkowky. Buenos Aires, Editorial Biblos
Lado B, 2007,p. 143. Es un discurso maravilloso y se puede consultar en su idioma original en http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/
bpt6k86050m.r=etta+palm.langES
2 Sans-culotterie literalmente “sin calzones”, se refiere a la vestimenta de la muchedumbre urbana parisina que llevaba
unos pantalones largos y no los pantaloncillos cortos que la nobleza y la burguesía vestían.
3 Godineau, Dominique. “Hijas de la libertad y ciudadanas revolucionarias” en Georges Duby y Michelle Perrot. Historia
de las mujeres en Occidente. Trad. De Marco Aurelio Galmarini. Madrid, Taurus Minor, 1993, p.38-39
Las Revoluciones Burguesas de los
siglos XVIII y XIX rompieron varias estruc-
turas tradicionales y las mujeres tuvieron
la oportunidad de entrar por esos espa-
cios recién abiertos para expresarse y de-
mandar sus derechos. Unidas en asocia-
ciones solicitaron cambios más radicales
que los propuestos por los jacobinos:
“Señores, puesto que ustedes
me permitís tomar la defensa de
mi sexo, comienzo por solicitar
su indulgencia (de las mujeres),
si mis luces y mis medios no
responden a la tarea que em-
prendí, y a lo que podría espe-
rar de la justicia de su causa; y
por ustedes, señores, les pido
que consideren que soy mujer,
nacida y educada en un país ex-
tranjero. Si la construcción de
mis frases no está de acuerdo
con las reglas de la Academia
Francesa, eso es porque he con-
sultado más a mi corazón que al
Diccionario de la Academia.” 1
Al hablar de la Revolución Francesa
muchos evocamos la imagen de la sans-
culotterie que eran las mujeres que insti-
gaban a los hombres a la lucha. El papel
de estas mujeres fue una piedra angular
en la toma de la Bastilla y en gran parte
del proceso revolucionario francés. Así
como existieron las alborotadoras ‘sin
calzones’, también hubo quienes habla-
ron frente a la Asamblea demandando la
igualdad de derechos civiles entre hom-
bres y mujeres.2
Una asociación femenina surgida de
los barrios bajos fue el Club de Ciudada-
nas Republicanas Revolucionarias (mayo
a octubre de 1793) que estaba confor-
mado por mujeres del pueblo. Este club
tuvo una cortísima vida porque fue pro-
hibido por los jacobinos y varias de sus
socias fueron guillotinadas.3
Las mujeres de origen burgués y no-
ble también crearon asociaciones feme-
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Christine,
vida de princesa
y esclava
“La historia de christine, que con
su voz, ayudó a forjar los cimientos
de las murallas que hoy albergan el
reconocimiento de lo que las mujeres
han hecho por el mundo”
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Ante la idea de la sororidad que
nos invita a todas las mujeres a herma-
narnos como género, me gustaría reco-
nocer a una de estas hermanas, a quien
con fuertes dosis de intensidad y pasión
se le conoce como la precursora de la
lucha por los derechos políticos, econó-
micos, sociales y culturales del género
femenino, Christine de Pizán.
Desde la edad media, son pocas las
palabras femeninas que nos han llenado
de goce al leerlas, los varones de enton-
ces tenían el dominio de todo, las letras,
el arte, la religión y la política, confina-
ban a la mujer al ámbito estrictamente
doméstico. Por ello, conocer en la ac-
tualidad los deseos, ilusiones y anhelos
de aquellas mujeres nos resulta una inte-
rrogante, a pesar de la opresión, algunas
mujeres lograron hacer audible su voz y
trascendieron con sus escritos. Tal es el
caso de Christine de Pizán (1364 – 1430),
considerada una de las más antiguas
precursoras de la equidad y paridad de
género de las que se tenga noticia.
A Christine, la pluma le había permi-
tido no solo abrirse paso en un camino
reservado para los varones, sino también
ganarse la vida con ella y defender al gé-
nero femenino de los prejuicios a los que
se les sometía. Nació en Venecia, pero
creció en París, ciudad a la cual llegó a
los cuatro años de edad debido al traba-
jo del padre, quien fuere llamado a esta
ciudad para cubrir el puesto de astrólo-
go del Rey Carlos V de Valois. Christine
fue educada formalmente en lenguas
hablando francés, italiano y latín, y su
educación en casa fue de cortesana, casi
como la de una princesa.
Gradualmente creció y a los quince
años, como bien era costumbre de esa
época, se casó con Étienne du Castel,
procrearon tres hijos y vivieron felizmen-
te casados durante diez años. Para 1380
el padre de Christine murió, y repentina-
mente Étienne también muere víctima de
Irma Rebeca
Sainz González
Licenciada en Pedagogía.
Maestra en Docencia
Basada en Competencias.
Profesora de la línea de
didáctica y capacitación de
la Licenciatura en Pedagogía.
Docente en las licenciaturas
de Comunicación y Filosofía.
Actual Coordinadora de
Servicio Social en la UIC.
la peste. Al quedar viuda y al frente de su
familia, y tras afrontar un fuerte altercado
legal por la herencia de su esposo, se ve
ahogada en una difícil situación económi-
ca. Para solventar su precaria situación se
dedicaría profesionalmente a la escritura,
comenzando con poemas de lamentación
por la muerte de su esposo, progresando
y dirigiéndose poco a poco a temas ata-
ñidos a la condición femenina dentro de
una sociedad dirigida por varones.
El cambio radical en la temática de
su escritura, principalmente debido a
una incipiente renovación en el ámbito
cultural, despertaría el interés de los in-
telectuales del momento por las discipli-
nas relacionadas con todo aquello que
rodea al ser humano y a pronunciarse a
favor de los derechos de las mujeres, sus
palabras eran el reflejo de su personali-
dad única y comprometida.
La mujer y su condición será un argu-
mento tratado ampliamente por la auto-
ra en varias de sus obras. Le Livre de la
Cité des dames (El libro de la ciudad de
las damas), es tal vez la mejor expresión
del feminismo humanista de Christine,
texto que nace como respuesta implícita
a Ciudad de Dios de San Agustín, ins-
pirada en la obra de Boccaccio, el libro
está escrito como un diálogo entre estu-
diante y maestro. Las figuras simbólicas
de la Razón, la Justicia y la Rectitud con-
versan con Christine y la invitan a cons-
truir una ciudad para mujeres famosas
del pasado y para mujeres virtuosas de
todos los tiempos, en un mundo hecho
para los hombres.
Para 1407 estalla la guerra civil en Pa-
rís y en 1411 Christine huye de la capital
“Si las mujeres hubiesen escrito libros,
seguramente todo habría sido diferente”
Christine de Pizán.
para refugiarse en el convento de Poissy,
el cual sería su última morada. Nuestra
precursora de los derechos de las mu-
jeres muere en 1430, no sin dejarnos
un espacio simbólico que resguarda la
presencia viva y significante de la figura
femenina en el mundo, ayudando con su
voz a forjar las murallas, que hasta nues-
tros días, quieren proteger y asegurar el
reconocimiento de lo que las mujeres
han hecho y hacen en él. La ciudad que
Cristina soñó, en su obra “La ciudad de
las damas”, simboliza el espacio público,
recuperando para la política su sentido
originario, que el día de hoy seguimos
soñando y deseando; en ese espacio las
mujeres estamos con, y por, nuestra his-
toria propia, con señorío, no como invita-
das ajenas a su definición y a su diseño.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Sororidad
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Civil dependiente de la Organización de
Naciones Unidas, Mujeres y autora de
más de 100 artículos y varios libros en
materia de género.
La Dra. Lagarde establece la necesi-
dad de que entre las mujeres se creen
intereses comunes con base en las nece-
sidades, carencias y daños para, de esta
forma, empoderar a las mujeres y termi-
nar con el mundo patriarcal, el dominio
de lo masculino y de las instituciones que
reproducen dicho orden. Se busca una
nueva experiencia práctica, intelectual y
política entre mujeres.
Sin embargo, el pretender empo-
derar a las mujeres conlleva un reco-
nocimiento de inferioridad de este
género toda vez que la palabra empo-
derar significa, de acuerdo con la RAE,
(Del ingl. empower) Hacer poderoso
o fuerte a un individuo o grupo social
desfavorecido.
Así pues, la sororidad se supone
como un grupo desfavorecido que re-
quiere de poder.
Por otra parte, la “Declaración Uni-
versal de los Derechos Humanos”, firma-
da en parís en 1948, ya reconocía los de-
rechos de la mujer, al igual que los de los
hombres, y establece en su preámbulo:
“Considerando que la libertad, la justicia
y la paz en el mundo tienen por base el
reconocimiento de la libertad intrínseca
y de los derechos iguales e inalienables
La sororidad es
un tema que pareciera in-
cipiente, aunque en el fon-
do no es así, toda vez que
surge como la continuación
del feminismo que, si bien es
cierto tiene sus orígenes en el
siglo XIX, su máxima expresión
mundial se registró en los años
setenta del siglo XX, perdiendo
fuerza un par de décadas des-
pués, pero sin desaparecer.
Para entender este concep-
to, remitámonos al origen de la
palabra: Sororidad es un vocablo
que no existe en el Diccionario de la
Lengua de la Real Academia Española
(RAE) y, como hay pocas fuentes para
determinar su significado, lo retomare-
mos del Diccionario Feminista, que es
donde tiene su origen y lo define como:
del latín soror, sororis, hermana, e -idad,
relativo a calidad de. Por consiguiente,
el feminismo establece la palabra Sorori-
dad como “calidad de hermana”.
La sororidad busca la modificación
de la relación entre las mujeres, la posi-
bilidad de eliminar la idea de enemistad
histórica entre ellas y la lucha contra los
fenómenos de opresión.
En nuestro país el referente más des-
tacado de este movimiento es la Dra. en
Antropología Marcela Lagarde, quien
es Asesora Internacional de la Sociedad
de todos los miembros de la familia hu-
mana… y en la igualdad de derechos
de hombres y mujeres…”.
Pero ¿por qué si ya hay un reconoci-
miento de igualdad en valor, derechos,
dignidad y libertad entre hombres y mu-
jeres se tienen que recalcar los de estas
últimas? Tal vez la respuesta sea que
existe un conocimiento deficiente que
ha llevado a considerar que se necesita
ser más específico en el reconocimien-
to de los derechos de la mujer, lo que a
su vez nos cuestiona sobre los derechos
de otros grupos. ¿Acaso después de la
“Declaración Universal de los Derechos
Humanos” se deben especificar los de-
rechos de la mujer, de los niños, de los
indígenas o de los grupos que sean con-
siderados, o se consideren a sí mismos
como vulnerables?
Cierto es que las mujeres han tenido
que luchar por la igualdad, por el recono-
cimiento de sus derechos, por la libertad
y hasta por su dignidad, pero enfatizar
en ello, con tanta insistencia, distrae del
objetivo principal que es el de asumirlos
y ejercerlos.
En nuestro país la Constitución esta-
blece en su Artículo 1° “En los Estados
Unidos Mexicanos todo individuo gozará
de las garantías que otorga esta Consti-
tución, las cuales no podrán restringirse
ni suspenderse… Queda prohibida toda
discriminación motivada por origen ét-
“Hombres sus derechos y nada más;
mujeres sus derechos y nada menos…
Susan B. Anthony, Reformadora social, E.U 1820-1906.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
María Elena
Martínez de la Vega
Mansilla
Licenciada en Ciencias de
la Comunicación.Reportera
de radio y televisión durante
más de 18 años en los que
recorrió más de 30 países.
Obtuvo el Premio Nacional
de Periodismo en la categoría
de Crónica Radiofónica.Fue
directora de Comunicación
Social en la Comisión
Nacional deVivienda
y del Comité Ejecutivo
Nacional del PAN.Actual
Coordinadora de Ciencias
Sociales en la UIC.
nico o nacional, el género, la edad, las
discapacidades, la condición social, las
condiciones de salud, la religión, las
opiniones, las preferencias sexuales, el
estado civil o cualquier otra que atente
contra la dignidad humana y tenga por
objeto anular o menoscabar los dere-
chos y libertades de las personas…”
Así pues, debe entenderse la igual-
dad en todos sus órdenes y ejercerla, no
manipularla, porque al buscar el empo-
“Piense por usted mismo y otorgue a
otros el privilegio de hacer lo mismo”
Francois-Marie Arouet de Voltaire, escritor y filósofo, Francia 1694-1778.
deramiento de las mujeres se les supone
como perjudicadas, menospreciadas o,
incluso, totalmente despreciadas.
No se dejan de valorar los logros
que tuvo el feminismo que derivó en
sororidad, y como ejemplos se pueden
señalar que la Organización de Naciones
Unidas, la ONU, decretó 1975 como el
“Año Internacional de la Mujer” y, desde
entonces, el 8 de marzo se conmemora
el “Día Internacional de la Mujer”; en
1979, esa misma Organización realizó la
“Convención sobre la Eliminación de to-
das las formas de Discriminación contra
la Mujer” y en 1993 se firmó la “Declara-
ción sobre la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer”. Todo esto ha facilitado
que se lleve a la práctica lo establecido
en el papel.
Sin embargo tampoco puede dejar
de tomarse en cuenta que movimientos
como el feminismo o la sororidad corren
el riesgo de remarcar las diferencias,
buscando un trato preferencial y no la
igualdad, lo que pudiera derivar en la
manipulación como una maniobra para
la obtención de logros, al fin de cuen-
tas, desiguales.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Las mejores
recetas,
las de las
abuelas
el espacio ideal, la cocina
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
de las lágrimas que producen los gases
de la cebolla que se rebana; o disfru-
tando las alegrías de las gratas noticias
adornándolas de risas tímidas, sonrisas
delineadas y carcajadas rebosantes de
complicidad, mientras nos deleitamos
con las suculentas probaditas
que comprueban que
nuestros guisos ya
se encuentran en
su punto. La
cocina y las
recetas se
Si me lo preguntan, para mí uno de los espacios más placenteros es la cocina.
Lugar donde fluyen los mejores olores, los más deliciosos sabores, la calidez del
hogar. Es donde encontramos nuestras esencias vinculadas a los elementos vitales
de la naturaleza: el agua, que limpia y sana; el aire, perfumado por la alquimia de la
preparación; la tierra, representada por los frutos que nos nutren; el fuego, que mar-
ca nuestros pasos en la evolución; es cada oportunidad para estar en paz y compartir.
Sin duda, la cocina es un lugar ideal.
Aún así, la cocina también es para muchos un espacio poco valo-
rado y de esta manera asignado para las mujeres. Desde una pers-
pectiva negativa y machista es donde deben estar las féminas
para atender a la familia. El lugar de la mujer, o la sirvienta, o la
esclava ha sido la cocina, hemos escuchado esta aseveración
más de una vez. No obstante lo vilipendioso de la asig-
nación, pienso que ha sido una fortuna habernos apro-
piado de este recinto misterioso y mágico, y adornarlo
de femenino. Sin siquiera darse cuenta, las sociedades
“civilizadas” han otorgado con este espacio una opor-
tunidad a las mujeres. La cocina es, probablemente, el
primer lugar donde nos hemos procurado, como gé-
nero, libertad de reflexión, expresión y acción.
Decía mi abuela: las mejores recetas se cocinan a
fuego lento porque con paciencia las cosas se hacen
mejor. Lleva tiempo, largo tiempo y mucha reflexión en-
contrar el sentido a estas palabras. Primero, entender
que los platillos más exquisitos son muy laboriosos y es a
fuerza de empeño y experiencia como una aprende a co-
cinarlos. Luego, comprender que el verdadero sentido no
consiste solo en obtener el manjar deseado, sino en la heu-
rística de su preparación, la cual siempre debe ser en colectivo.
La laboriosidad y la heurística están estrechamente vinculadas
al secreto de las grandes recetas. De pronto, las cocineras experi-
mentadas se dieron cuenta que entre más tiempo de preparación los
guisos no sólo se condimentaban mejor, sino que había más oportunidad para
estar juntas conversando de aquellas cosas de mujeres. Eran los momentos idóneos
para estar en comunión, para compartir con otras, con otros; escuchar, observar,
intercambiar cualquier cosa, pero sobre todo lo más importante: sueños, anhelos,
ilusiones y sucesos relevantes. Todo aquello acontecía durante el cada vez más largo
y menos circunspecto proceso de preparación dando como resultado una diversidad
de pequeños sazonadores, ingredientes esenciales de las famosas recetas de las
abuelas.
Así, la cocina comenzó a tener otro sentido al ser el lugar de reunión amena entre
mujeres. Y quizá entonces surgieron las ventajas de estar unidas, como madres, como
hermanas, como hijas, o nietas, o amigas, o vecinas, en comunidad. Experimentamos
la fortuna de intercambiar anécdotas llenas de sensualidad y sexualidad, entre olores
de ajo y pimienta. Nos hicimos expertas en la identificación de los sabores dulces, sa-
lados o amargos de la vida al compartir, día tras día, nuestros pesares acompañados
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
transformaron en experiencias y estas en
ritual y tradición.
Los rituales y las tradiciones en estos
días han venido a menos; así mismo ya
no valoramos igual el reunirnos entre
mujeres para cocinar y hablar de nues-
tras cosas. Si bien hemos ampliado nues-
tros alcances al involucrarnos en otros
espacios y actividades, algo aún valioso
en el camino hemos demeritado. Las
mujeres del presente cotidiano nos con-
cedemos pocos espacios y tiempos para
descifrar y hacer perdurar los secretos de
las abuelas. Presumimos mayor libertad
y poderío; nos vanagloriamos de lo que
quizá son triunfos robados, porque las
verdaderas guerreras y heroínas han sido
esas mujeres luchonas de antaño, quie-
nes se afanaron en establecer los cimien-
tos, en generar los vínculos, en entrete-
jer los lazos y construir con dedicación
y paciencia los espacios de expresión y
acción en femenino, con la delicada pre-
caución para resguardarlos como recetas
que se heredan de generación en gene-
ración.
Hace ya bastante tiempo que nues-
tros derechos de mujeres se han discu-
tido y definido al calor de las llamas. Las
recetas de las abuelas, de los guisos sazo-
nados a fuego lento, nos han permitido a
las mujeres integrarnos para sentirnos en
paz, con la suficiente seguridad para to-
mar decisiones, las cuales han sido pre-
viamente conversadas y acordadas como
actos solidarios y de justicia para todas,
sin envidias, sin desprecios, ni individua-
lismos o competencias. Esto sucedió así
en las cocinas, con las abuelas, no todas,
sólo aquellas a quienes podemos consi-
derar las grandes guías; mujeres que se
arriesgaron en tiempos donde la expre-
sión resultaba difícil y la acción costaba
la vida, pero lo lograron, trasmitiendo
de generación en generación no solo las
cantidades exactas de cada ingrediente,
sino reviviendo con la preparación de
cada platillo el proceso heurístico de la
unión entre mujeres, para afianzar pactos
y alianzas profundas. Así, las mujeres de
los tiempos recientes heredamos el se-
creto suculento de la autonomía y la in-
clusión. Por eso digo que la mejor receta
es la de las abuelas, y el espacio ideal es
la cocina, donde podemos rastrear los
ecos armoniosos de la sororidad.
Jacqueline
Gómez Mayorga
Licenciada en Comunicación
Social.Maestra en Ciencias
y Artes para el Diseño.
Candidata a doctora en
la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de
la UNAM.Guionista y
Diseñadora de contenidos
para medios audiovisuales.
Actual Docente de
Formación Humanista en el
Departamento de Integración
Humana de la UIC.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
La reparación
antes de pensar
en una política de sororidad
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Marcela Lagarde define al género femenino como la experiencia de ser mu-
jeres. Se trata no sólo del cuerpo, sino de políticas y de experiencias que nos
abarcan a todas, aunque no seamos conscientes de ello. Nos afectan en nuestras
creencias, en nuestros propósitos, en muchas cosas, en las fantasías, aun en los
sueños. La misoginia puede estar ahí. La sororidad es una política para enfrentar
la misoginia entre mujeres. Se propone desmontar la misoginia en todos los sitios
o espacios donde se presente.1
Asimismo explica Lagarde, respecto al núcleo del problema de la sororidad entre
las mujeres contemporáneas: “La ideología de la feminidad surgida de la compe-
tencia social de las mujeres resalta las diferencias entre ellas, hasta convertirlas en
barreras infranqueables para la alianza. Y a la inversa, en la ideología feminista que
emana de la necesidad objetiva de construir la alianza, se destaca lo común entre las
mujeres y se minimizan sus diferencias. Ambos tratamientos ideológicos a lo común
y a lo diferente enrarecen el encuentro entre las mujeres, se basan en el prejuicio. El
problema político para el feminismo es que las feministas reproducimos la rivalidad
entre las mujeres y lo hacemos oscureciendo este hecho con una ideología de la
democracia cuya afinidad político - ideológica conduciría al igualitarismo y a la elimi-
nación automática de las formas de poder tradicional”2
.
En el documento “Enemistad y sororidad: Hacia una nueva cultura feminista” la
autora plantea algunas de las causas ideológicas que obstaculizan el devenir de una
auténtica sisterhood entre las mujeres, quienes aun siendo feministas, siguen rivali-
zando entre ellas en lugar de construir naturalmente una alianza. En esa misma visión,
ella incorpora el punto de vista psicoanalítico, señalando la crítica que hace el Psi-
coanálisis a la cultura que “considera historia sólo a la racional, a la evidente: es una
concepción que devela e incorpora dimensiones psíquicas de la experiencia -como
las síntesis entre lo inconsciente, lo preconsciente y la consciencia, entre lo real, lo
imaginario y lo simbólico-, a la concepción de la realidad y la considera determinante
en la historia” . Sin embargo, hay ciertos aspectos que no toma en cuenta en el ensa-
yo del tema y sobre los que me propongo reflexionar, a modo de texto complemen-
tario de las ideas de la autora.
Creo que hemos llegado a un punto en el que las mujeres tenemos la necesidad
de reencontrar el origen emocional de nuestros vínculos con otras mujeres. En es-
pecial con “tus mujeres”. ¿Quiénes son ellas? Son aquellas que han intervenido en
nuestra historia personal. El análisis de dichas relaciones nos asiste para hallar nuestra
identidad femenina. ¿Cómo podría yo crear una alianza con otra mujer, en una rela-
ción de semejanzas, si no tengo primero claridad de quién soy? La ruta perfecta para
lograrlo es la reflexión acerca de lo que han significado esas mujeres en tu historia:
abuela, madre, tía, hermana, prima, amigas de la infancia, maestras, etcétera. Muchas
veces las expectativas más rígidas vienen precisamente de ellas. Pues se trata no
solo de “un mundo de hombres”, sino también de uno donde las mujeres compiten
duramente entre ellas. ¿Cuántas veces no nos topamos en el consultorio con esas
pacientes que nos relatan una historia tortuosa con su abuela, madre o hermana,
quienes parecían tener estándares de perfección que son de hecho, inalcanzables?
1 Conferencia de Marcela Lagarde sobre “la sororidad” en el Centro para la Igualdad 8 de Marzo de Fuenlabrada. Min. 35:44. Disponible en: http://youtu.be/8CKCCy6R2_g?t=35m44s
2 Legarde, M. (1988) Enemistad y sororidad: Hacia una nueva cultura feminista. PDF disponible en:http://e-mujeres.net/sites/default/files/Enemistad%20y%20sororidad.pdf
Opcit. p.1
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Anabell
Pagaza Arroyo
Licenciada en Psicología.
Maestra en Psicoterapia
Psicoanalítica.Doctora
en Psicoanálisis.Miembro
del Consejo Mexicano
de Psicoanálisis y de la
International Association for
Relational Psychoanalysis
and Psychotherapy.Actual
Coordinadora General de
la Maestría en Psicoterapia
Psicoanalítica y Doctorado en
Psicoanálisis en la UIC.
Cualquier relación de amistad es
una redición de estos vínculos prime-
ros. La misma palabra sororidad invo-
lucra la raíz sor, que etimológicamente
expresa “hermana” en distintas len-
guas. La sororidad como lo propone
Lagarde tiene que entenderse más
bien como una política de sororidad
y menos como un mero llamado a la
amistad entre mujeres. Se trata de eli-
minar la misoginia en todo lugar donde
se halle, como puede ser el inconscien-
te mismo de las mujeres. Si dicho odio
hacia el género femenino está interio-
rizado en las relaciones que tienen las
mujeres con las mujeres de sus familias,
es lógico pensar que la modalidad vin-
cular esté afectada por la misma per-
cepción. Una semilla de auto despre-
cio que transita inconscientemente de
madre a hija, quienes desarrollan sin
saberlo una relación de rivalidad que
no tiene nada que ver con el verdadero
papel que deberían tener en sus vidas.
Apoyo, confianza y amor. Pensemos
en un caso recurrente: “Yo nunca seré
como tú”, podría exclamar una hija
enojada con los ideales que su madre
intenta transmitirle. Pero también es
posible que una madre critique con se-
veridad la persona de su hija, por no
parecerle lo suficientemente cercana a
esos mismos ideales. De pronto madre
e hija descubren que se han convertido
en el adversario de otra mujer y sin sa-
berlo, de sí mismas.
Lo que propone la Psicoterapia psi-
coanalítica es una reparación de estas
heridas, antes de pensar en una política
que simplemente agudizaría la repulsión
típica que hay por el feminismo, y que es
por supuesto, un tipo de misoginia inte-
riorizado con el paso de las generacio-
nes. Necesitamos generosidad. Empatía.
Es esencial el desarrollo de la capacidad
de perdón, otorgado a nuestras propias
mujeres, a nosotras mismas. Si la soro-
ridad está contaminada por la envidia,
rivalidad y demás sentimientos no ela-
borados, será improbable que dicha po-
lítica logre un cambio verdadero hacia el
exterior. La misma Lagarde propone que
una de las batallas más importantes de-
berá darse en la psicología misma de las
mujeres. ¿Pues de qué nos serviría una
sororidad que solo actúa hacia afuera y
que obvia un odio en contra de tu madre
o de tus hijas? Si las mujeres nos arma-
mos de recursos emocionales para ver-
daderamente generar esa sinergia entre
nosotras, entonces será posible vernos
como hermanas.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Las mujeres, desde épocas remotas y después por tradición, he-
mos desarrollado multitud de funciones en forma conjunta, agru-
pándonos en “gremios” y formando equipos de trabajo: mientras
que los hombres primitivos se dedicaban a la caza, a la pesca y a
proveer el alimento, las mujeres se quedaban en la comunidad,
sembraban, cosechaban y cocinaban los alimentos, cuidaban
a los hijos y todo esto lo realizaban en forma grupal, muchas
de estas actividades también en forma simultánea. Estas acti-
vidades las desarrollaron de la misma manera durante gene-
raciones, lo cual fue forjando entre las mujeres, desde niñas,
el concepto de “gremio” y las fue capacitando cada vez más
para realizar las labores en forma compartida y complemen-
taria, siempre acompañadas de la consecuente conversación.
Sirva este antecedente para ilustrar y documentar lo que
hoy se ha denominado con el término “Sororidad”.
La palabra sororidad se deriva de la “hermandad entre
mujeres”, el percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir
y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diver-
sas maneras, hemos experimentado la opresión. De acuerdo con
Marcela Lagarde, antropóloga mexicana, en un texto sobre cul-
tura feminista, las francesas llaman a esta nueva relación entre
las mujeres sororité, del latín sor, cuyo significado es hermana.
Las italianas dicen sororitá, y las feministas de habla inglesa la
llaman sisterhood. Sin embargo, la acepción para esos voca-
blos es la misma: “amistad entre mujeres diferentes y pares,
cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se
encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con
un sentido profundamente libertario”, según palabras de La-
garde. Agrega que la sororidad está basada en una relación
de amistad y complicidad, pues en las amigas las mujeres
encontramos mujeres de las cuales aprendemos y a las que
también podemos enseñar, es decir, a personas a quienes
se acompaña y con quienes se construye. Habla también
de que en esta relación, unas son el espejo de las otras,
lo que permite a las mujeres reconocerse “a través de la
mirada y la escucha, de la crítica y el afecto, de la creación y
de la experiencia” de otras mujeres. Por ello, afirma que en
la sororidad se encuentra la posibilidad de eliminar la idea
de enemistad histórica entre mujeres.
Y estos vínculos abarcan y trascienden el ámbito fami-
liar: van desde la organización y complemento de activida-
des con la persona que colabora con el funcionamiento del
hogar, con quien cuida a los hijos, con otras madres que
apoyan las labores escolares y extraescolares, etc. y por
Noemí
Leyva Duarte
Licenciada en Nutrición y
Ciencia de los Alimentos.
Socia fundadora de
la empresa CONSAL,
Consultores en Nutrición
y Servicios de Alimentos.
Asesora y capacitadora en
Distintivo H por SECTUR.
Profesionista asociada del
Consultorio de Nutrición
1072 del Hospital Ángeles
del Pedregal.Actual
Coordinadora de la
Licenciatura en Nutrición de
la UIC.Pérez, M. (2004), ¿Qué significa la sororidad, mujerpalabra.net 2012, Recupera-
do de: http://www.mujerpalabra.net/pensamiento/analisisfeminista/sororidad.htm
supuesto, con la madre, la abuela, la tía,
la maestra, la compañera de trabajo, la
cuñada, la vecina.
En resumidas cuentas, la sororidad se
traduce en hermandad, confianza, fideli-
dad, apoyo y reconocimiento entre mu-
jeres para construir un mundo diferente;
percatarse que desde tiempos antiguos
hay mujeres que trabajan para lograr re-
laciones sociales favorables para ellas y
para nosotras, recordando siempre que
todas somos diversas y diferentes, radi-
cando en ello nuestra diversidad, nuestra
fortaleza y nuestra riqueza.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Las mujeres
en el mundo
laboral:
triunfos y derrotas.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
A lo largo de la historia muchas mujeres han luchado por conseguir un lugar
renombrado o destacado en diferentes terrenos ya sean culturales, políticos, sociales
y hasta en su propia familia. Muchos avances y costumbres han cambiado este rol de
la mujer abnegada, sometida sin voz ni voto. La participación femenina en
puestos jerárquicos crece a ritmo lento, pero el esfuerzo y la dedicación
por parte de muchas de ellas ha avanzado notablemente para un re-
conocimiento en sus derechos laborales y sociales. Sin embargo, en
la actualidad todavía persisten desigualdades tanto en los salarios
como en el acceso a puestos de altos rangos; aun logrando estos
puestos de mando está comprobado que siguen siendo víctimas de
injusticias salariales, ganando menos que los hombres aun teniendo
una formación académica similar incluso en posiciones directivas.
Una de las explicaciones de esta desigualdad salarial puede ser en-
contrada en el sector cultural. Señalo una explicación y un análisis dados
por la Dra. Patricia Debeljuh directora del centro de conciliación familiar
y empresaria del IAE Bussines School, quien comenta lo siguiente: “El
varón fue visto a lo largo de la historia persistiendo en la actualidad,
como el “proveedor” de la familia. Lo que ganaba la mujer servía como
un complemento que, si era menor no tenía importancia porque no era
imprescindible. Esa dinámica todavía se arrastra a nuestra idiosincrasia”
señala Debeljuh.
A pesar de que hoy es un poco más común ver mujeres ejecutivas,
el progreso en este tipo de puestos es lento. Unos datos arrojados por
investigadores en el tema (IBR) en países más desarrollados como Asia
y el extremo Oriente indican que ha crecido considerablemente el
porcentaje de mujeres líderes en puestos ejecutivos ocupados: en
China pasaron de un 25% en el 2012 a un 51% en 2013, cifras que
son notables aunque no debemos dejar de luchar y por supuesto
menos de claudicar. En cuanto a América Latina, el promedio está
en 23%. Los países latinoamericanos con más progresos en la partici-
pación de puestos gerenciales están liderados por Perú 27%, Mé-
xico y Brasil con 23%, Chile con 22% y Argentina 18%. Los datos
relevantes muestran una mayor flexibilidad y credibilidad en
las mujeres pero aun así, no es suficiente. En este sentido falta
mucho por hacer, falta impulso por parte de las empresas en
incentivar la diversidad, promoción y participación del talento
femenino. Las empresas no desconfían de la preparación de las
mujeres sino de su disponibilidad, porque la relación existente
con la profesión suele asociarse con el crecimiento familiar, cosa
que para las empresas, según su ideología, resulta un factor incon-
veniente para las mismas.
La Organización Internacional del Trabajo establece nuevas medi-
das para la protección de la mujer durante y después del embarazo.
Recomiendan otorgar una licencia de maternidad de por lo menos 14
semanas con goce de sueldo así como la NO discriminación laboral
de la mujer embarazada, es decir, garantizar que la maternidad no
constituya una causa de discriminación en el acceso al empleo ni
Yetzi K.
García Alonso
De la Campa
Licenciada en
Administración Hotelera.
Coordinadora de eventos
corporativos en su propia
empresa.Certificada en
el dominio de la lengua
portugesa.Actual docente
de Portugués en el
Departamento de Lenguas
Extranjeras de la UIC.
en la postulación a puestos jerárquicos
altos. Hasta la fecha, el gobierno mexica-
no no ha ratificado dicho convenio pero
se sigue luchando por alcanzar esta nue-
va medida para la protección de la mujer.
Las mujeres nos destacamos por la
perseverancia, lucha y fuerza para lograr
nuestros propósitos, mismos que no po-
drían alcanzarse de no ser por las alian-
zas entre las mujeres.
En esta reflexión las mujeres buscan
conformarse en sujetos sociales, cultu-
rales, políticos, económicos y hasta reli-
giosos, y conquistar la autonomía para,
legítimamente, establecer el pacto entre
ellas: la sororidad.
“La sororidad se deriva de la herman-
dad entre mujeres, el percibirse como
iguales que pueden aliarse, compartir y,
sobre todo, cambiar su realidad debido
a que todas, de diversas maneras, hemos
experimentado la opresión. Consiste en
la adhesión a una causa común”.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Tejiendo resistencias,
entre redes y alianzas,
alimentando la sororidad
Tejiendo resistencias,
entre redes y alianzas,
alimentando la sororidad
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
es una política social, es también una po-
lítica política (entendida como un análisis
del poder), es decir que además de ser
una política impulsada por la sociedad,
es una invitación a construir un conjunto
de relaciones entre mujeres, de manera
que permeen todos los ámbitos sociales,
es una forma de relación entre mujeres
para hacer política desde una perspecti-
va feminista.
Lo que se requiere para que esta
sororidad pueda darse, señala Marcela
Lagarde, primero es, profundizar en las
diversas perspectivas feministas, con la
intención de darnos herramientas, re-
cursos, capacidades y habilidades para
transformar las relaciones que pueden
ser de enemistad entre mujeres, para
erradicar la opresión y construir nuevas
formas de relación.
Esto me trae a la mente una con-
versación que sostuve con mis vecinas
sobre una de mis amigas, la cual había
quedado viuda hacia un par de años, y
que la crítica hacia esta amiga se había
vuelto muy dura porque estaba estre-
nando novio. Hacía un par de meses a
otro vecino se le murió su esposa, y al
mes ya tenía una nueva pareja, las ve-
cinas argumentaban que era la mejor
decisión para que no estuviera sólo, se
le atendiera, se le diera de comer. Yo les
preguntaba por qué eran tan duras con
mi amiga, pues para ellas era muy pre-
cipitado que tuviera un noviazgo, y que
hubiera esperado unos años más para
poder rehacer su vida, y confrontando
les argumentaba que por qué no tenían
las mismas consideraciones que tuvieron
para con el vecino, por qué no tuvieron la
misma sensibilidad y compresión.
La sororidad es pues, una política di-
señada por las mujeres y para las mujeres
con la finalidad de mitigar los impactos
ideológicos del sistema hegemónico.
Las mujeres son
el 51% de la pobla-
ción mundial, y son
social y económica-
mente el grupo opri-
mido más grande que
existe (Randall: 1981), y sin
embargo tienen el mayor potencial de
conciencia revolucionaria.
En los últimos años las mujeres con-
cientes de esta opresión, se han organi-
zado formando grupos, redes y alianzas;
generando procesos emancipatorios,
buscando mejorar la calidad de sus vidas.
Dentro de estos procesos encontra-
mos organizaciones con diferentes ban-
deras de lucha, algunas lo hacen desde
procesos de sensibilización, otras desde
el abatimiento de sus condiciones de
pobreza, otras desde la búsqueda de
cambios de paradigmas en lucha contra
el machismo o el patriarcalismo, y otras
desde la defensa de los recursos natura-
les y la ecología.
También encontramos una numero-
sa literatura en géneros como novelas,
artículos vistos desde la sociología, la
antropología, la geografía, la arquitectura
entre otras, así como un amplio trabajo
periodístico, plasmando debates, visibili-
zando las diferentes formas de opresión.
En este debate, sobre todo en Méxi-
co, Marcela Lagarde ha sido una lucha-
dora social que le ha aportado acadé-
micamente al movimiento feminista un
conjunto de conocimientos. Entre esas
conceptualizaciones ha acuñado el tér-
mino de “sororidad”, concepto utilizado
en varios procesos emancipatorios, den-
tro de los movimientos feministas.
La sororidad dice Marcela Lagarde,
(www.yotube.com/watch; conferencia de
Marcela Lagarde sobre “la sororidad”,
consultado el 12 de febrero del 2014), es
una política de la democracia feminista y
Dicha política, debe considerar las es-
pecificaciones propias de cada lugar, y
considerar tres categorías importantes:
necesidades, carencias y daños.
Las mujeres recibimos daños de muy
diverso origen y de diversas causas, que
en particular se deben a la condición polí-
tica de género, y que hemos llamado vio-
lencia de género; nos encontramos que
esta violencia a las mujeres se da tanto
en una situación de guerra como en una
situación de paz, es decir se da dentro de
los conflictos armados, en los procesos de
migración y en las mejores democracias.
Es por eso que esta política de soro-
ridad, se vuelve realmente importante y
la sociedad tiene que seguir haciendo
esfuerzos para impulsarla. Si bien ha ha-
bido cambios en nuestras sociedades
respecto a la condición de la mujer, se
sigue haciendo presente esa violencia,
porque no todas las mujeres y hombres
se ponen estas gafas del género.
En este sentido me parece que la
propuesta de Marcela Lagarde sobre la
sororidad, sigue siendo crítica y viable; y
urge ponerse las gafas del género para
mirar las múltiples realidades, y darle así
un giro a las relaciones humanas.
Zoidec
Limón Nuñez
Licenciada en pedagogía.
Candidata a maestra en
Desarrollo Educativo en
la línea de diversidad
sociocultural y lingüística.
Actual docente de
Formación Humanista en el
Departamento de Integración
Humana de la UIC.
Randall, Margaret (1981) (recopiladora). Las mujeres. Editorial Siglo XXI. México D.F
www.yotube.com/watch; conferencia de Marcela Lagarde sobre “la sororidad”, consultado el 12 de febrero del 2014
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Sororidad
en la comunidad UIC
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
En la sociedad actual se ha modifi-
cado el papel de la mujer, por un lado es
decisiva su figura como pilar de la fami-
lia, por otro, en la búsqueda de mejores
condiciones de vida ha incrementado
su participación en todos los ámbitos;
en gran medida esto ha sido posible
gracias a su capacidad de adaptación a
su entorno, dejando en claro que tiene
las capacidades suficientes para ocupar
puestos clave en nuestra sociedad con-
temporánea.
De acuerdo con cifras del INEGI, hoy
en día, cuatro de cada 10 mujeres traba-
jan y 2 de cada 10 son consideradas el
principal soporte familiar; de forma con-
traria, se indica que el 74% de ellas se en-
cuentran en el grupo de población eco-
nómicamente inactiva, eso hace suponer
que un número significativo de ellas se
dedican a actividades no remuneradas,
ocupaciones temporales e informales.
No obstante que la mujer ha supe-
rado un sin número de obstáculos para
ganarse un lugar protagónico en diver-
sos escenarios, en nuestra sociedad los
rituales, tradiciones, leyes, costumbres,
etiquetas, educación… aún la ubican
“sometida” sin existir una clara igualdad
de oportunidades en su participación.
Desde la perspectiva feminista sur-
ge el término sororidad. Esta palabra se
deriva del latín soror, hermana, e -idad,
relativo a la relación paritaria entre muje-
res. Es decir, se trata de una alianza en-
tre mujeres que propicia la confianza, el
reconocimiento recíproco y el apoyo. Se
encontró su uso en otros países, en fran-
cés como sororité, en italiano sororitá,
en español como sororidad y en inglés
como sisterhood, con el mismo significa-
do: crear vínculos de hermandad entre
mujeres, el percibirse como iguales.
Gabriela
Márquez Vásquez
LicenciadaenPedagogía.
MaestraenAdministración
Educativa.Docenteenla
LicenciaturadePedagogia.
Actualresponsablede
CapacitaciónyDesarrollode
PersonalenelDepartamentode
RecursosHumanosdelaUIC.Lagarde, M. (1997). La política de las mujeres. Madrid. Cátedra.
Lagarde, M. Conferencia sobre “La Sororidad” Youtube 21 de abril de 2013.
Posada, L. (2009) Mujeres en transición. Pactos entre mujeres. Consultado el 8 de febrero 2014 en www.creatividadfeminista.org
www.inegi.org.mx
El uso de éste concepto es reciente,
sin embargo ha generando el surgimien-
to de políticas de sororidad como la ma-
nifestación positiva de un igualitarismo
feminista, teniendo como propósito el
enfrentar la misoginia y abatir la desigual-
dad de la actuación de la mujer en los di-
ferentes ámbitos donde se desarrolla.
La antropóloga Marcela Lagarde
afirma que la sororidad tiene implícita
la modificación de las relaciones en-
tre mujeres; desde una visión holística
es una manera de resolver las cosas sin
violencia, una forma diferente de relacio-
narse con el mundo y el prójimo desde
la sensibilidad femenina para contribuir
con acciones específicas a la eliminación
social de todas las formas de opresión.
Promover la sororidad en nuestra
comunidad UIC invita a un proceso de
reconocimiento del otro, de igualdad,
una visión de un mundo reconciliado, sin
violencia, de abrir opciones y posibilida-
des desde la sensibilidad de la mujer sin
ser exclusivamente para la mujer; com-
prensión y solidaridad sin competencia.
En conclusión, una oportunidad de crear
armonía en las relaciones con el prójimo.
Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
Directorio
Mtro. Juan José Corona López
Rector
Lic. Luis Alberto Sandoval Berumen
Vicerrector
C.P. Sergio Márquez Rodríguez
Director General Administrativo y Financiero
Mtro. José Arturo de la Torre Guerrero
Director General de Formación Integral
Elaborado por:
Departamento de Impulso Social y Empresarial
Mtra. Rosa María Mayela Limones Muñíz
Jefa del Departamento
Departamento de Integración Humana
Lic. Eric J. Torrescano Valle
Jefe del Departamento
Departamento de Lenguas Extranjeras
Mtra. Alejandra Bonilla Cassani
Jefa del Departamento
D.G. Irma Alonso Moncada
Diseño y Formación
Títulos Publicados
I. Día Internacional de la Mujer. 2003
II. Una Perspectiva Humanista en el Día Internacional de la Mujer. 2004
III La situación de la Mujer en el contexto de la Educación. 2005
IV. Mujeres Construyendo Democracia. 2006
V. Todas las mujeres, Todos los derechos. 2007
VI. Mujeres en el mundo laboral. 2008
VII. El papel de la mujer en el mundo cultural mexicano. 2010
VIII. Violencia hacia las Mujeres: un problema de todos. 2011
IX. Mujer y medio ambiente. 2012
X. Mujeres: Historias, artes y oficios. 2013
Insurgentes Sur 4303
Colonia Santa Úrsula Xitla Tlalpan D.F.
Tel: 54 87 13 00 y 54 87 14 00Imágenes : http://all-free-download.com

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Sororidad entre mujeres

  • 1. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Sororidad 8. marzo. 2014
  • 2. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Hace 103 años en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, se inició por primera vez la conmemoración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, fue el punto de convergencia a favor de los derechos de las mujeres y su participación en la vida política y económica. La Universidad Intercontinental, a través de la Dirección General de Formación Integral, sostiene con la participación de los departamentos de Integración Huma- na, Impulso Social y Empresarial y Lenguas Extranjeras, la tradición de publicar un folleto temático, en esta ocasión la XI edición tiene como hilo conductor el tema: “Sororidad: posibilidad de resignificación y coexistencia entre las mujeres”. El concepto de sororidad es un término que no es de dominio público y que resulta extraño para hombres y mujeres, incluso desconocido. Nace en el seno de los movimientos feministas y es un aporte de una figura académica referencial del feminismo contemporáneo Marcela Lagarde. En el concepto de sororidad subsiste la posibilidad de replantear una idea erró- nea muy antigua: la rivalidad entre mujeres; es una opción crítica para romper el viejo mito simbólico de que “mujeres juntas ni difuntas”, refrán que desde una visión patriarcal, ha colocado históricamente a las mujeres en espacios separados, como enemigas, confabuladoras y saboteadoras, hasta el grado de que existe la fama de que el trabajo entre mujeres es imposible, que no pueden ser buenas amigas por los recelos que se tienen, pues si se juntan, se desgarran las vestiduras y atentan contra su propio género. Gracias a la colaboración de 9 mujeres académicas de la UIC, nos internaremos en este concepto de Sororidad, desde diferentes planos de análisis y estilos de abordaje. El orden del folleto inicia con un breve acercamiento histórico que registra Claudia Hernández, sobre el papel de las mujeres en procesos revolucionarios y en la creación de clubs y asociaciones femeninas, con claros fines patrióticos y asistenciales. Por su parte, Irma Rebeca Sainz González, nos revela la historia de Chistine de Pizán (1364-1430), madre, viuda, humanista y escritora, cuya personalidad hacedora, la coloca como una de las primeras precursora de la lucha por los derechos y la equi- dad de género. Presentación Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre las mujeres. El eje de reflexión de María Elena Martínez de la Vega, es el origen del concepto de sororidad, pasando por cuestionar la pertinencia del mismo; coloca sobre la mesa una interrogante: ¿por qué si hay un reconocimiento de igualdad en valor, derechos, dignidad y libertad entre hombres y mujeres se tiene que recalcar los de estas últimas?, además, enfatiza que esta situación dis- trae del objetivo principal que es el de asumir y ejercer los derechos, destacan- do el riesgo de remarcar las diferencias, un trato preferencial y no la igualdad. La narrativa de Jacqueline Gómez Mayorga, despliega como centro de su análisis un recinto misterioso y mágico: la cocina, el lugar de reunión amena en- tre mujeres; desde este espacio, rastrea los ecos de la sororidad. Entreteje los se- cretos de la laboriosidad y paciencia que implica la preparación de los alimentos con momentos de reflexión para encon- trar el sentido de vida, los empeños y aprendizajes de las mujeres que se han arriesgado en tiempos difíciles y han per- mitido pactos y alianzas profundas. Desde el campo del psicoanálisis Anabell Pagaza, plantea la necesidad de una reparación de las heridas desde
  • 3. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. la psicoterapia psicoanalítica antes de pensar en una política de sorori- dad, de reencontrar el origen emocional de nuestros vínculos con otras mujeres en una relación de semejantes; para lograrlo propone una fór- mula: la reflexión acerca de lo que han significado cada una de las mujeres que se han cruzado en nuestra historia de vida, que permite una reedición de nuestros vínculos primarios. Noemí Leyva Duarte, recupera en un plumazo las funciones histó- ricas de las mujeres, para pasar a definir los distintos significados de la palabra sororidad. Yetzi García Alonso, nos introduce en el camino que recorren las mu- jeres en diferentes ámbitos laborales, padeciendo la desigualdad salarial y las limitaciones para acceder a puestos de alto nivel. Plantea que estas desigualdades han hecho posible la adhesión a una causa común para esta- blecer un pacto entre las mujeres. Zoidec Limón Núñez, nos introduce al concepto de Sororidad a partir de señalar que las mujeres representamos el 51% de la población mundial, y que a lo largo del tiempo, las mujeres han estado involucradas en procesos y formas de organización bajo distintos propósitos. Plantea que la sororidad es una po- lítica para mitigar los impactos ideológicos del sistema hegemónico, que debe considerar las particularidades de cada lugar bajo tres categorías: necesidades, carencias y daños. Finalmente, Gabriela Márquez, relaciona el concepto de Sororidad con la vi- vencia e interacción social en la UIC e invita a un proceso de reconocimiento del otro, de igualdad, una visión de un mundo reconciliado, sin violencia, de abrir opcio- nes y posibilidades desde la sensibilidad de la mujer sin ser exclusivamente para la mujer; comprensión y solidaridad sin competencia. En suma, las autoras nos han permitido vislumbrar el camino para construir una cultura de la sororidad, como una forma de contribuir al resquebrajamiento de pre- juicios, a la deconstrucción de los estereotipos que reproducen formas restrictivas y excluyentes de aquellas mujeres que entonces y ahora, aspiran a condiciones dignas y legítimas de existencia; representa una opción vital, una nueva gama de horizontes de posibilidad entre mujeres cómplices, a pesar de sus mundos diversos y trayectos diferentes. Mayela Limones Muñiz Jefa del Departamento de Impulso Social y Empresarial
  • 4. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. La Revolución Francesa: Mujeres ciudadanas unidas en clubes y asociaciones. La verdadera revolución.
  • 5. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. ninas como la Sociedad Patriótica y de Beneficencia de las Amigas de la Verdad (1791-1792), la fundadora fue Etta Palm d’Aelders. La sociedad se centró en la educación de las niñas pobres, defendió el divorcio y los derechos políticos de las mujeres. Sus socias aportaban fuertes cuotas para apoyar a otras que menos tenían. Propusieron la expansión de los clubes de mujeres con fines patrióticos y asistenciales, lo cual desató enormes críticas en la opinión pública. Muchas escribían pequeñas cartas (adresses) o pronunciaban discursos en las plazas, solicitando su inclusión en la esfera pública, su reconocimiento como ciudadanas iguales ante la ley. Estas mu- jeres se enfrentaron al orden patriarcal y al orden “natural” de la división de se- xos. Ellas se percibieron como parte de un mismo grupo: el género femenino y así expresaron sus anhelos frente a un mundo cambiante, pero no tan cambian- te como para concedérselos. Claudia María Hernández Martínez Licenciada en Historia. Con 21 años de experiencia docente.Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.Actual coordinadora y profesora del Bachillerato en la UIC. 1 Discurso de Eta Palm d’Aelders ante la Confederación de Amigos de la Verdad en Cuatro mujeres en la Revolución Francesa. Estudio preliminar: José Sazbón. Trad. De José Emilio Boricua y Nicolás Kwiatkowky. Buenos Aires, Editorial Biblos Lado B, 2007,p. 143. Es un discurso maravilloso y se puede consultar en su idioma original en http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/ bpt6k86050m.r=etta+palm.langES 2 Sans-culotterie literalmente “sin calzones”, se refiere a la vestimenta de la muchedumbre urbana parisina que llevaba unos pantalones largos y no los pantaloncillos cortos que la nobleza y la burguesía vestían. 3 Godineau, Dominique. “Hijas de la libertad y ciudadanas revolucionarias” en Georges Duby y Michelle Perrot. Historia de las mujeres en Occidente. Trad. De Marco Aurelio Galmarini. Madrid, Taurus Minor, 1993, p.38-39 Las Revoluciones Burguesas de los siglos XVIII y XIX rompieron varias estruc- turas tradicionales y las mujeres tuvieron la oportunidad de entrar por esos espa- cios recién abiertos para expresarse y de- mandar sus derechos. Unidas en asocia- ciones solicitaron cambios más radicales que los propuestos por los jacobinos: “Señores, puesto que ustedes me permitís tomar la defensa de mi sexo, comienzo por solicitar su indulgencia (de las mujeres), si mis luces y mis medios no responden a la tarea que em- prendí, y a lo que podría espe- rar de la justicia de su causa; y por ustedes, señores, les pido que consideren que soy mujer, nacida y educada en un país ex- tranjero. Si la construcción de mis frases no está de acuerdo con las reglas de la Academia Francesa, eso es porque he con- sultado más a mi corazón que al Diccionario de la Academia.” 1 Al hablar de la Revolución Francesa muchos evocamos la imagen de la sans- culotterie que eran las mujeres que insti- gaban a los hombres a la lucha. El papel de estas mujeres fue una piedra angular en la toma de la Bastilla y en gran parte del proceso revolucionario francés. Así como existieron las alborotadoras ‘sin calzones’, también hubo quienes habla- ron frente a la Asamblea demandando la igualdad de derechos civiles entre hom- bres y mujeres.2 Una asociación femenina surgida de los barrios bajos fue el Club de Ciudada- nas Republicanas Revolucionarias (mayo a octubre de 1793) que estaba confor- mado por mujeres del pueblo. Este club tuvo una cortísima vida porque fue pro- hibido por los jacobinos y varias de sus socias fueron guillotinadas.3 Las mujeres de origen burgués y no- ble también crearon asociaciones feme-
  • 6. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Christine, vida de princesa y esclava “La historia de christine, que con su voz, ayudó a forjar los cimientos de las murallas que hoy albergan el reconocimiento de lo que las mujeres han hecho por el mundo”
  • 7. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Ante la idea de la sororidad que nos invita a todas las mujeres a herma- narnos como género, me gustaría reco- nocer a una de estas hermanas, a quien con fuertes dosis de intensidad y pasión se le conoce como la precursora de la lucha por los derechos políticos, econó- micos, sociales y culturales del género femenino, Christine de Pizán. Desde la edad media, son pocas las palabras femeninas que nos han llenado de goce al leerlas, los varones de enton- ces tenían el dominio de todo, las letras, el arte, la religión y la política, confina- ban a la mujer al ámbito estrictamente doméstico. Por ello, conocer en la ac- tualidad los deseos, ilusiones y anhelos de aquellas mujeres nos resulta una inte- rrogante, a pesar de la opresión, algunas mujeres lograron hacer audible su voz y trascendieron con sus escritos. Tal es el caso de Christine de Pizán (1364 – 1430), considerada una de las más antiguas precursoras de la equidad y paridad de género de las que se tenga noticia. A Christine, la pluma le había permi- tido no solo abrirse paso en un camino reservado para los varones, sino también ganarse la vida con ella y defender al gé- nero femenino de los prejuicios a los que se les sometía. Nació en Venecia, pero creció en París, ciudad a la cual llegó a los cuatro años de edad debido al traba- jo del padre, quien fuere llamado a esta ciudad para cubrir el puesto de astrólo- go del Rey Carlos V de Valois. Christine fue educada formalmente en lenguas hablando francés, italiano y latín, y su educación en casa fue de cortesana, casi como la de una princesa. Gradualmente creció y a los quince años, como bien era costumbre de esa época, se casó con Étienne du Castel, procrearon tres hijos y vivieron felizmen- te casados durante diez años. Para 1380 el padre de Christine murió, y repentina- mente Étienne también muere víctima de Irma Rebeca Sainz González Licenciada en Pedagogía. Maestra en Docencia Basada en Competencias. Profesora de la línea de didáctica y capacitación de la Licenciatura en Pedagogía. Docente en las licenciaturas de Comunicación y Filosofía. Actual Coordinadora de Servicio Social en la UIC. la peste. Al quedar viuda y al frente de su familia, y tras afrontar un fuerte altercado legal por la herencia de su esposo, se ve ahogada en una difícil situación económi- ca. Para solventar su precaria situación se dedicaría profesionalmente a la escritura, comenzando con poemas de lamentación por la muerte de su esposo, progresando y dirigiéndose poco a poco a temas ata- ñidos a la condición femenina dentro de una sociedad dirigida por varones. El cambio radical en la temática de su escritura, principalmente debido a una incipiente renovación en el ámbito cultural, despertaría el interés de los in- telectuales del momento por las discipli- nas relacionadas con todo aquello que rodea al ser humano y a pronunciarse a favor de los derechos de las mujeres, sus palabras eran el reflejo de su personali- dad única y comprometida. La mujer y su condición será un argu- mento tratado ampliamente por la auto- ra en varias de sus obras. Le Livre de la Cité des dames (El libro de la ciudad de las damas), es tal vez la mejor expresión del feminismo humanista de Christine, texto que nace como respuesta implícita a Ciudad de Dios de San Agustín, ins- pirada en la obra de Boccaccio, el libro está escrito como un diálogo entre estu- diante y maestro. Las figuras simbólicas de la Razón, la Justicia y la Rectitud con- versan con Christine y la invitan a cons- truir una ciudad para mujeres famosas del pasado y para mujeres virtuosas de todos los tiempos, en un mundo hecho para los hombres. Para 1407 estalla la guerra civil en Pa- rís y en 1411 Christine huye de la capital “Si las mujeres hubiesen escrito libros, seguramente todo habría sido diferente” Christine de Pizán. para refugiarse en el convento de Poissy, el cual sería su última morada. Nuestra precursora de los derechos de las mu- jeres muere en 1430, no sin dejarnos un espacio simbólico que resguarda la presencia viva y significante de la figura femenina en el mundo, ayudando con su voz a forjar las murallas, que hasta nues- tros días, quieren proteger y asegurar el reconocimiento de lo que las mujeres han hecho y hacen en él. La ciudad que Cristina soñó, en su obra “La ciudad de las damas”, simboliza el espacio público, recuperando para la política su sentido originario, que el día de hoy seguimos soñando y deseando; en ese espacio las mujeres estamos con, y por, nuestra his- toria propia, con señorío, no como invita- das ajenas a su definición y a su diseño.
  • 8. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Sororidad
  • 9. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Civil dependiente de la Organización de Naciones Unidas, Mujeres y autora de más de 100 artículos y varios libros en materia de género. La Dra. Lagarde establece la necesi- dad de que entre las mujeres se creen intereses comunes con base en las nece- sidades, carencias y daños para, de esta forma, empoderar a las mujeres y termi- nar con el mundo patriarcal, el dominio de lo masculino y de las instituciones que reproducen dicho orden. Se busca una nueva experiencia práctica, intelectual y política entre mujeres. Sin embargo, el pretender empo- derar a las mujeres conlleva un reco- nocimiento de inferioridad de este género toda vez que la palabra empo- derar significa, de acuerdo con la RAE, (Del ingl. empower) Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. Así pues, la sororidad se supone como un grupo desfavorecido que re- quiere de poder. Por otra parte, la “Declaración Uni- versal de los Derechos Humanos”, firma- da en parís en 1948, ya reconocía los de- rechos de la mujer, al igual que los de los hombres, y establece en su preámbulo: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la libertad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables La sororidad es un tema que pareciera in- cipiente, aunque en el fon- do no es así, toda vez que surge como la continuación del feminismo que, si bien es cierto tiene sus orígenes en el siglo XIX, su máxima expresión mundial se registró en los años setenta del siglo XX, perdiendo fuerza un par de décadas des- pués, pero sin desaparecer. Para entender este concep- to, remitámonos al origen de la palabra: Sororidad es un vocablo que no existe en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española (RAE) y, como hay pocas fuentes para determinar su significado, lo retomare- mos del Diccionario Feminista, que es donde tiene su origen y lo define como: del latín soror, sororis, hermana, e -idad, relativo a calidad de. Por consiguiente, el feminismo establece la palabra Sorori- dad como “calidad de hermana”. La sororidad busca la modificación de la relación entre las mujeres, la posi- bilidad de eliminar la idea de enemistad histórica entre ellas y la lucha contra los fenómenos de opresión. En nuestro país el referente más des- tacado de este movimiento es la Dra. en Antropología Marcela Lagarde, quien es Asesora Internacional de la Sociedad de todos los miembros de la familia hu- mana… y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres…”. Pero ¿por qué si ya hay un reconoci- miento de igualdad en valor, derechos, dignidad y libertad entre hombres y mu- jeres se tienen que recalcar los de estas últimas? Tal vez la respuesta sea que existe un conocimiento deficiente que ha llevado a considerar que se necesita ser más específico en el reconocimien- to de los derechos de la mujer, lo que a su vez nos cuestiona sobre los derechos de otros grupos. ¿Acaso después de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” se deben especificar los de- rechos de la mujer, de los niños, de los indígenas o de los grupos que sean con- siderados, o se consideren a sí mismos como vulnerables? Cierto es que las mujeres han tenido que luchar por la igualdad, por el recono- cimiento de sus derechos, por la libertad y hasta por su dignidad, pero enfatizar en ello, con tanta insistencia, distrae del objetivo principal que es el de asumirlos y ejercerlos. En nuestro país la Constitución esta- blece en su Artículo 1° “En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las garantías que otorga esta Consti- tución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse… Queda prohibida toda discriminación motivada por origen ét- “Hombres sus derechos y nada más; mujeres sus derechos y nada menos… Susan B. Anthony, Reformadora social, E.U 1820-1906.
  • 10. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. María Elena Martínez de la Vega Mansilla Licenciada en Ciencias de la Comunicación.Reportera de radio y televisión durante más de 18 años en los que recorrió más de 30 países. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de Crónica Radiofónica.Fue directora de Comunicación Social en la Comisión Nacional deVivienda y del Comité Ejecutivo Nacional del PAN.Actual Coordinadora de Ciencias Sociales en la UIC. nico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los dere- chos y libertades de las personas…” Así pues, debe entenderse la igual- dad en todos sus órdenes y ejercerla, no manipularla, porque al buscar el empo- “Piense por usted mismo y otorgue a otros el privilegio de hacer lo mismo” Francois-Marie Arouet de Voltaire, escritor y filósofo, Francia 1694-1778. deramiento de las mujeres se les supone como perjudicadas, menospreciadas o, incluso, totalmente despreciadas. No se dejan de valorar los logros que tuvo el feminismo que derivó en sororidad, y como ejemplos se pueden señalar que la Organización de Naciones Unidas, la ONU, decretó 1975 como el “Año Internacional de la Mujer” y, desde entonces, el 8 de marzo se conmemora el “Día Internacional de la Mujer”; en 1979, esa misma Organización realizó la “Convención sobre la Eliminación de to- das las formas de Discriminación contra la Mujer” y en 1993 se firmó la “Declara- ción sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”. Todo esto ha facilitado que se lleve a la práctica lo establecido en el papel. Sin embargo tampoco puede dejar de tomarse en cuenta que movimientos como el feminismo o la sororidad corren el riesgo de remarcar las diferencias, buscando un trato preferencial y no la igualdad, lo que pudiera derivar en la manipulación como una maniobra para la obtención de logros, al fin de cuen- tas, desiguales.
  • 11. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Las mejores recetas, las de las abuelas el espacio ideal, la cocina
  • 12. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. de las lágrimas que producen los gases de la cebolla que se rebana; o disfru- tando las alegrías de las gratas noticias adornándolas de risas tímidas, sonrisas delineadas y carcajadas rebosantes de complicidad, mientras nos deleitamos con las suculentas probaditas que comprueban que nuestros guisos ya se encuentran en su punto. La cocina y las recetas se Si me lo preguntan, para mí uno de los espacios más placenteros es la cocina. Lugar donde fluyen los mejores olores, los más deliciosos sabores, la calidez del hogar. Es donde encontramos nuestras esencias vinculadas a los elementos vitales de la naturaleza: el agua, que limpia y sana; el aire, perfumado por la alquimia de la preparación; la tierra, representada por los frutos que nos nutren; el fuego, que mar- ca nuestros pasos en la evolución; es cada oportunidad para estar en paz y compartir. Sin duda, la cocina es un lugar ideal. Aún así, la cocina también es para muchos un espacio poco valo- rado y de esta manera asignado para las mujeres. Desde una pers- pectiva negativa y machista es donde deben estar las féminas para atender a la familia. El lugar de la mujer, o la sirvienta, o la esclava ha sido la cocina, hemos escuchado esta aseveración más de una vez. No obstante lo vilipendioso de la asig- nación, pienso que ha sido una fortuna habernos apro- piado de este recinto misterioso y mágico, y adornarlo de femenino. Sin siquiera darse cuenta, las sociedades “civilizadas” han otorgado con este espacio una opor- tunidad a las mujeres. La cocina es, probablemente, el primer lugar donde nos hemos procurado, como gé- nero, libertad de reflexión, expresión y acción. Decía mi abuela: las mejores recetas se cocinan a fuego lento porque con paciencia las cosas se hacen mejor. Lleva tiempo, largo tiempo y mucha reflexión en- contrar el sentido a estas palabras. Primero, entender que los platillos más exquisitos son muy laboriosos y es a fuerza de empeño y experiencia como una aprende a co- cinarlos. Luego, comprender que el verdadero sentido no consiste solo en obtener el manjar deseado, sino en la heu- rística de su preparación, la cual siempre debe ser en colectivo. La laboriosidad y la heurística están estrechamente vinculadas al secreto de las grandes recetas. De pronto, las cocineras experi- mentadas se dieron cuenta que entre más tiempo de preparación los guisos no sólo se condimentaban mejor, sino que había más oportunidad para estar juntas conversando de aquellas cosas de mujeres. Eran los momentos idóneos para estar en comunión, para compartir con otras, con otros; escuchar, observar, intercambiar cualquier cosa, pero sobre todo lo más importante: sueños, anhelos, ilusiones y sucesos relevantes. Todo aquello acontecía durante el cada vez más largo y menos circunspecto proceso de preparación dando como resultado una diversidad de pequeños sazonadores, ingredientes esenciales de las famosas recetas de las abuelas. Así, la cocina comenzó a tener otro sentido al ser el lugar de reunión amena entre mujeres. Y quizá entonces surgieron las ventajas de estar unidas, como madres, como hermanas, como hijas, o nietas, o amigas, o vecinas, en comunidad. Experimentamos la fortuna de intercambiar anécdotas llenas de sensualidad y sexualidad, entre olores de ajo y pimienta. Nos hicimos expertas en la identificación de los sabores dulces, sa- lados o amargos de la vida al compartir, día tras día, nuestros pesares acompañados
  • 13. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. transformaron en experiencias y estas en ritual y tradición. Los rituales y las tradiciones en estos días han venido a menos; así mismo ya no valoramos igual el reunirnos entre mujeres para cocinar y hablar de nues- tras cosas. Si bien hemos ampliado nues- tros alcances al involucrarnos en otros espacios y actividades, algo aún valioso en el camino hemos demeritado. Las mujeres del presente cotidiano nos con- cedemos pocos espacios y tiempos para descifrar y hacer perdurar los secretos de las abuelas. Presumimos mayor libertad y poderío; nos vanagloriamos de lo que quizá son triunfos robados, porque las verdaderas guerreras y heroínas han sido esas mujeres luchonas de antaño, quie- nes se afanaron en establecer los cimien- tos, en generar los vínculos, en entrete- jer los lazos y construir con dedicación y paciencia los espacios de expresión y acción en femenino, con la delicada pre- caución para resguardarlos como recetas que se heredan de generación en gene- ración. Hace ya bastante tiempo que nues- tros derechos de mujeres se han discu- tido y definido al calor de las llamas. Las recetas de las abuelas, de los guisos sazo- nados a fuego lento, nos han permitido a las mujeres integrarnos para sentirnos en paz, con la suficiente seguridad para to- mar decisiones, las cuales han sido pre- viamente conversadas y acordadas como actos solidarios y de justicia para todas, sin envidias, sin desprecios, ni individua- lismos o competencias. Esto sucedió así en las cocinas, con las abuelas, no todas, sólo aquellas a quienes podemos consi- derar las grandes guías; mujeres que se arriesgaron en tiempos donde la expre- sión resultaba difícil y la acción costaba la vida, pero lo lograron, trasmitiendo de generación en generación no solo las cantidades exactas de cada ingrediente, sino reviviendo con la preparación de cada platillo el proceso heurístico de la unión entre mujeres, para afianzar pactos y alianzas profundas. Así, las mujeres de los tiempos recientes heredamos el se- creto suculento de la autonomía y la in- clusión. Por eso digo que la mejor receta es la de las abuelas, y el espacio ideal es la cocina, donde podemos rastrear los ecos armoniosos de la sororidad. Jacqueline Gómez Mayorga Licenciada en Comunicación Social.Maestra en Ciencias y Artes para el Diseño. Candidata a doctora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.Guionista y Diseñadora de contenidos para medios audiovisuales. Actual Docente de Formación Humanista en el Departamento de Integración Humana de la UIC.
  • 14. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. La reparación antes de pensar en una política de sororidad
  • 15. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Marcela Lagarde define al género femenino como la experiencia de ser mu- jeres. Se trata no sólo del cuerpo, sino de políticas y de experiencias que nos abarcan a todas, aunque no seamos conscientes de ello. Nos afectan en nuestras creencias, en nuestros propósitos, en muchas cosas, en las fantasías, aun en los sueños. La misoginia puede estar ahí. La sororidad es una política para enfrentar la misoginia entre mujeres. Se propone desmontar la misoginia en todos los sitios o espacios donde se presente.1 Asimismo explica Lagarde, respecto al núcleo del problema de la sororidad entre las mujeres contemporáneas: “La ideología de la feminidad surgida de la compe- tencia social de las mujeres resalta las diferencias entre ellas, hasta convertirlas en barreras infranqueables para la alianza. Y a la inversa, en la ideología feminista que emana de la necesidad objetiva de construir la alianza, se destaca lo común entre las mujeres y se minimizan sus diferencias. Ambos tratamientos ideológicos a lo común y a lo diferente enrarecen el encuentro entre las mujeres, se basan en el prejuicio. El problema político para el feminismo es que las feministas reproducimos la rivalidad entre las mujeres y lo hacemos oscureciendo este hecho con una ideología de la democracia cuya afinidad político - ideológica conduciría al igualitarismo y a la elimi- nación automática de las formas de poder tradicional”2 . En el documento “Enemistad y sororidad: Hacia una nueva cultura feminista” la autora plantea algunas de las causas ideológicas que obstaculizan el devenir de una auténtica sisterhood entre las mujeres, quienes aun siendo feministas, siguen rivali- zando entre ellas en lugar de construir naturalmente una alianza. En esa misma visión, ella incorpora el punto de vista psicoanalítico, señalando la crítica que hace el Psi- coanálisis a la cultura que “considera historia sólo a la racional, a la evidente: es una concepción que devela e incorpora dimensiones psíquicas de la experiencia -como las síntesis entre lo inconsciente, lo preconsciente y la consciencia, entre lo real, lo imaginario y lo simbólico-, a la concepción de la realidad y la considera determinante en la historia” . Sin embargo, hay ciertos aspectos que no toma en cuenta en el ensa- yo del tema y sobre los que me propongo reflexionar, a modo de texto complemen- tario de las ideas de la autora. Creo que hemos llegado a un punto en el que las mujeres tenemos la necesidad de reencontrar el origen emocional de nuestros vínculos con otras mujeres. En es- pecial con “tus mujeres”. ¿Quiénes son ellas? Son aquellas que han intervenido en nuestra historia personal. El análisis de dichas relaciones nos asiste para hallar nuestra identidad femenina. ¿Cómo podría yo crear una alianza con otra mujer, en una rela- ción de semejanzas, si no tengo primero claridad de quién soy? La ruta perfecta para lograrlo es la reflexión acerca de lo que han significado esas mujeres en tu historia: abuela, madre, tía, hermana, prima, amigas de la infancia, maestras, etcétera. Muchas veces las expectativas más rígidas vienen precisamente de ellas. Pues se trata no solo de “un mundo de hombres”, sino también de uno donde las mujeres compiten duramente entre ellas. ¿Cuántas veces no nos topamos en el consultorio con esas pacientes que nos relatan una historia tortuosa con su abuela, madre o hermana, quienes parecían tener estándares de perfección que son de hecho, inalcanzables? 1 Conferencia de Marcela Lagarde sobre “la sororidad” en el Centro para la Igualdad 8 de Marzo de Fuenlabrada. Min. 35:44. Disponible en: http://youtu.be/8CKCCy6R2_g?t=35m44s 2 Legarde, M. (1988) Enemistad y sororidad: Hacia una nueva cultura feminista. PDF disponible en:http://e-mujeres.net/sites/default/files/Enemistad%20y%20sororidad.pdf Opcit. p.1
  • 16. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Anabell Pagaza Arroyo Licenciada en Psicología. Maestra en Psicoterapia Psicoanalítica.Doctora en Psicoanálisis.Miembro del Consejo Mexicano de Psicoanálisis y de la International Association for Relational Psychoanalysis and Psychotherapy.Actual Coordinadora General de la Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica y Doctorado en Psicoanálisis en la UIC. Cualquier relación de amistad es una redición de estos vínculos prime- ros. La misma palabra sororidad invo- lucra la raíz sor, que etimológicamente expresa “hermana” en distintas len- guas. La sororidad como lo propone Lagarde tiene que entenderse más bien como una política de sororidad y menos como un mero llamado a la amistad entre mujeres. Se trata de eli- minar la misoginia en todo lugar donde se halle, como puede ser el inconscien- te mismo de las mujeres. Si dicho odio hacia el género femenino está interio- rizado en las relaciones que tienen las mujeres con las mujeres de sus familias, es lógico pensar que la modalidad vin- cular esté afectada por la misma per- cepción. Una semilla de auto despre- cio que transita inconscientemente de madre a hija, quienes desarrollan sin saberlo una relación de rivalidad que no tiene nada que ver con el verdadero papel que deberían tener en sus vidas. Apoyo, confianza y amor. Pensemos en un caso recurrente: “Yo nunca seré como tú”, podría exclamar una hija enojada con los ideales que su madre intenta transmitirle. Pero también es posible que una madre critique con se- veridad la persona de su hija, por no parecerle lo suficientemente cercana a esos mismos ideales. De pronto madre e hija descubren que se han convertido en el adversario de otra mujer y sin sa- berlo, de sí mismas. Lo que propone la Psicoterapia psi- coanalítica es una reparación de estas heridas, antes de pensar en una política que simplemente agudizaría la repulsión típica que hay por el feminismo, y que es por supuesto, un tipo de misoginia inte- riorizado con el paso de las generacio- nes. Necesitamos generosidad. Empatía. Es esencial el desarrollo de la capacidad de perdón, otorgado a nuestras propias mujeres, a nosotras mismas. Si la soro- ridad está contaminada por la envidia, rivalidad y demás sentimientos no ela- borados, será improbable que dicha po- lítica logre un cambio verdadero hacia el exterior. La misma Lagarde propone que una de las batallas más importantes de- berá darse en la psicología misma de las mujeres. ¿Pues de qué nos serviría una sororidad que solo actúa hacia afuera y que obvia un odio en contra de tu madre o de tus hijas? Si las mujeres nos arma- mos de recursos emocionales para ver- daderamente generar esa sinergia entre nosotras, entonces será posible vernos como hermanas.
  • 17. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres.
  • 18. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Las mujeres, desde épocas remotas y después por tradición, he- mos desarrollado multitud de funciones en forma conjunta, agru- pándonos en “gremios” y formando equipos de trabajo: mientras que los hombres primitivos se dedicaban a la caza, a la pesca y a proveer el alimento, las mujeres se quedaban en la comunidad, sembraban, cosechaban y cocinaban los alimentos, cuidaban a los hijos y todo esto lo realizaban en forma grupal, muchas de estas actividades también en forma simultánea. Estas acti- vidades las desarrollaron de la misma manera durante gene- raciones, lo cual fue forjando entre las mujeres, desde niñas, el concepto de “gremio” y las fue capacitando cada vez más para realizar las labores en forma compartida y complemen- taria, siempre acompañadas de la consecuente conversación. Sirva este antecedente para ilustrar y documentar lo que hoy se ha denominado con el término “Sororidad”. La palabra sororidad se deriva de la “hermandad entre mujeres”, el percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diver- sas maneras, hemos experimentado la opresión. De acuerdo con Marcela Lagarde, antropóloga mexicana, en un texto sobre cul- tura feminista, las francesas llaman a esta nueva relación entre las mujeres sororité, del latín sor, cuyo significado es hermana. Las italianas dicen sororitá, y las feministas de habla inglesa la llaman sisterhood. Sin embargo, la acepción para esos voca- blos es la misma: “amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario”, según palabras de La- garde. Agrega que la sororidad está basada en una relación de amistad y complicidad, pues en las amigas las mujeres encontramos mujeres de las cuales aprendemos y a las que también podemos enseñar, es decir, a personas a quienes se acompaña y con quienes se construye. Habla también de que en esta relación, unas son el espejo de las otras, lo que permite a las mujeres reconocerse “a través de la mirada y la escucha, de la crítica y el afecto, de la creación y de la experiencia” de otras mujeres. Por ello, afirma que en la sororidad se encuentra la posibilidad de eliminar la idea de enemistad histórica entre mujeres. Y estos vínculos abarcan y trascienden el ámbito fami- liar: van desde la organización y complemento de activida- des con la persona que colabora con el funcionamiento del hogar, con quien cuida a los hijos, con otras madres que apoyan las labores escolares y extraescolares, etc. y por Noemí Leyva Duarte Licenciada en Nutrición y Ciencia de los Alimentos. Socia fundadora de la empresa CONSAL, Consultores en Nutrición y Servicios de Alimentos. Asesora y capacitadora en Distintivo H por SECTUR. Profesionista asociada del Consultorio de Nutrición 1072 del Hospital Ángeles del Pedregal.Actual Coordinadora de la Licenciatura en Nutrición de la UIC.Pérez, M. (2004), ¿Qué significa la sororidad, mujerpalabra.net 2012, Recupera- do de: http://www.mujerpalabra.net/pensamiento/analisisfeminista/sororidad.htm supuesto, con la madre, la abuela, la tía, la maestra, la compañera de trabajo, la cuñada, la vecina. En resumidas cuentas, la sororidad se traduce en hermandad, confianza, fideli- dad, apoyo y reconocimiento entre mu- jeres para construir un mundo diferente; percatarse que desde tiempos antiguos hay mujeres que trabajan para lograr re- laciones sociales favorables para ellas y para nosotras, recordando siempre que todas somos diversas y diferentes, radi- cando en ello nuestra diversidad, nuestra fortaleza y nuestra riqueza.
  • 19. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Las mujeres en el mundo laboral: triunfos y derrotas.
  • 20. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. A lo largo de la historia muchas mujeres han luchado por conseguir un lugar renombrado o destacado en diferentes terrenos ya sean culturales, políticos, sociales y hasta en su propia familia. Muchos avances y costumbres han cambiado este rol de la mujer abnegada, sometida sin voz ni voto. La participación femenina en puestos jerárquicos crece a ritmo lento, pero el esfuerzo y la dedicación por parte de muchas de ellas ha avanzado notablemente para un re- conocimiento en sus derechos laborales y sociales. Sin embargo, en la actualidad todavía persisten desigualdades tanto en los salarios como en el acceso a puestos de altos rangos; aun logrando estos puestos de mando está comprobado que siguen siendo víctimas de injusticias salariales, ganando menos que los hombres aun teniendo una formación académica similar incluso en posiciones directivas. Una de las explicaciones de esta desigualdad salarial puede ser en- contrada en el sector cultural. Señalo una explicación y un análisis dados por la Dra. Patricia Debeljuh directora del centro de conciliación familiar y empresaria del IAE Bussines School, quien comenta lo siguiente: “El varón fue visto a lo largo de la historia persistiendo en la actualidad, como el “proveedor” de la familia. Lo que ganaba la mujer servía como un complemento que, si era menor no tenía importancia porque no era imprescindible. Esa dinámica todavía se arrastra a nuestra idiosincrasia” señala Debeljuh. A pesar de que hoy es un poco más común ver mujeres ejecutivas, el progreso en este tipo de puestos es lento. Unos datos arrojados por investigadores en el tema (IBR) en países más desarrollados como Asia y el extremo Oriente indican que ha crecido considerablemente el porcentaje de mujeres líderes en puestos ejecutivos ocupados: en China pasaron de un 25% en el 2012 a un 51% en 2013, cifras que son notables aunque no debemos dejar de luchar y por supuesto menos de claudicar. En cuanto a América Latina, el promedio está en 23%. Los países latinoamericanos con más progresos en la partici- pación de puestos gerenciales están liderados por Perú 27%, Mé- xico y Brasil con 23%, Chile con 22% y Argentina 18%. Los datos relevantes muestran una mayor flexibilidad y credibilidad en las mujeres pero aun así, no es suficiente. En este sentido falta mucho por hacer, falta impulso por parte de las empresas en incentivar la diversidad, promoción y participación del talento femenino. Las empresas no desconfían de la preparación de las mujeres sino de su disponibilidad, porque la relación existente con la profesión suele asociarse con el crecimiento familiar, cosa que para las empresas, según su ideología, resulta un factor incon- veniente para las mismas. La Organización Internacional del Trabajo establece nuevas medi- das para la protección de la mujer durante y después del embarazo. Recomiendan otorgar una licencia de maternidad de por lo menos 14 semanas con goce de sueldo así como la NO discriminación laboral de la mujer embarazada, es decir, garantizar que la maternidad no constituya una causa de discriminación en el acceso al empleo ni Yetzi K. García Alonso De la Campa Licenciada en Administración Hotelera. Coordinadora de eventos corporativos en su propia empresa.Certificada en el dominio de la lengua portugesa.Actual docente de Portugués en el Departamento de Lenguas Extranjeras de la UIC. en la postulación a puestos jerárquicos altos. Hasta la fecha, el gobierno mexica- no no ha ratificado dicho convenio pero se sigue luchando por alcanzar esta nue- va medida para la protección de la mujer. Las mujeres nos destacamos por la perseverancia, lucha y fuerza para lograr nuestros propósitos, mismos que no po- drían alcanzarse de no ser por las alian- zas entre las mujeres. En esta reflexión las mujeres buscan conformarse en sujetos sociales, cultu- rales, políticos, económicos y hasta reli- giosos, y conquistar la autonomía para, legítimamente, establecer el pacto entre ellas: la sororidad. “La sororidad se deriva de la herman- dad entre mujeres, el percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas maneras, hemos experimentado la opresión. Consiste en la adhesión a una causa común”.
  • 21. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Tejiendo resistencias, entre redes y alianzas, alimentando la sororidad Tejiendo resistencias, entre redes y alianzas, alimentando la sororidad
  • 22. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. es una política social, es también una po- lítica política (entendida como un análisis del poder), es decir que además de ser una política impulsada por la sociedad, es una invitación a construir un conjunto de relaciones entre mujeres, de manera que permeen todos los ámbitos sociales, es una forma de relación entre mujeres para hacer política desde una perspecti- va feminista. Lo que se requiere para que esta sororidad pueda darse, señala Marcela Lagarde, primero es, profundizar en las diversas perspectivas feministas, con la intención de darnos herramientas, re- cursos, capacidades y habilidades para transformar las relaciones que pueden ser de enemistad entre mujeres, para erradicar la opresión y construir nuevas formas de relación. Esto me trae a la mente una con- versación que sostuve con mis vecinas sobre una de mis amigas, la cual había quedado viuda hacia un par de años, y que la crítica hacia esta amiga se había vuelto muy dura porque estaba estre- nando novio. Hacía un par de meses a otro vecino se le murió su esposa, y al mes ya tenía una nueva pareja, las ve- cinas argumentaban que era la mejor decisión para que no estuviera sólo, se le atendiera, se le diera de comer. Yo les preguntaba por qué eran tan duras con mi amiga, pues para ellas era muy pre- cipitado que tuviera un noviazgo, y que hubiera esperado unos años más para poder rehacer su vida, y confrontando les argumentaba que por qué no tenían las mismas consideraciones que tuvieron para con el vecino, por qué no tuvieron la misma sensibilidad y compresión. La sororidad es pues, una política di- señada por las mujeres y para las mujeres con la finalidad de mitigar los impactos ideológicos del sistema hegemónico. Las mujeres son el 51% de la pobla- ción mundial, y son social y económica- mente el grupo opri- mido más grande que existe (Randall: 1981), y sin embargo tienen el mayor potencial de conciencia revolucionaria. En los últimos años las mujeres con- cientes de esta opresión, se han organi- zado formando grupos, redes y alianzas; generando procesos emancipatorios, buscando mejorar la calidad de sus vidas. Dentro de estos procesos encontra- mos organizaciones con diferentes ban- deras de lucha, algunas lo hacen desde procesos de sensibilización, otras desde el abatimiento de sus condiciones de pobreza, otras desde la búsqueda de cambios de paradigmas en lucha contra el machismo o el patriarcalismo, y otras desde la defensa de los recursos natura- les y la ecología. También encontramos una numero- sa literatura en géneros como novelas, artículos vistos desde la sociología, la antropología, la geografía, la arquitectura entre otras, así como un amplio trabajo periodístico, plasmando debates, visibili- zando las diferentes formas de opresión. En este debate, sobre todo en Méxi- co, Marcela Lagarde ha sido una lucha- dora social que le ha aportado acadé- micamente al movimiento feminista un conjunto de conocimientos. Entre esas conceptualizaciones ha acuñado el tér- mino de “sororidad”, concepto utilizado en varios procesos emancipatorios, den- tro de los movimientos feministas. La sororidad dice Marcela Lagarde, (www.yotube.com/watch; conferencia de Marcela Lagarde sobre “la sororidad”, consultado el 12 de febrero del 2014), es una política de la democracia feminista y Dicha política, debe considerar las es- pecificaciones propias de cada lugar, y considerar tres categorías importantes: necesidades, carencias y daños. Las mujeres recibimos daños de muy diverso origen y de diversas causas, que en particular se deben a la condición polí- tica de género, y que hemos llamado vio- lencia de género; nos encontramos que esta violencia a las mujeres se da tanto en una situación de guerra como en una situación de paz, es decir se da dentro de los conflictos armados, en los procesos de migración y en las mejores democracias. Es por eso que esta política de soro- ridad, se vuelve realmente importante y la sociedad tiene que seguir haciendo esfuerzos para impulsarla. Si bien ha ha- bido cambios en nuestras sociedades respecto a la condición de la mujer, se sigue haciendo presente esa violencia, porque no todas las mujeres y hombres se ponen estas gafas del género. En este sentido me parece que la propuesta de Marcela Lagarde sobre la sororidad, sigue siendo crítica y viable; y urge ponerse las gafas del género para mirar las múltiples realidades, y darle así un giro a las relaciones humanas. Zoidec Limón Nuñez Licenciada en pedagogía. Candidata a maestra en Desarrollo Educativo en la línea de diversidad sociocultural y lingüística. Actual docente de Formación Humanista en el Departamento de Integración Humana de la UIC. Randall, Margaret (1981) (recopiladora). Las mujeres. Editorial Siglo XXI. México D.F www.yotube.com/watch; conferencia de Marcela Lagarde sobre “la sororidad”, consultado el 12 de febrero del 2014
  • 23. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Sororidad en la comunidad UIC
  • 24. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. En la sociedad actual se ha modifi- cado el papel de la mujer, por un lado es decisiva su figura como pilar de la fami- lia, por otro, en la búsqueda de mejores condiciones de vida ha incrementado su participación en todos los ámbitos; en gran medida esto ha sido posible gracias a su capacidad de adaptación a su entorno, dejando en claro que tiene las capacidades suficientes para ocupar puestos clave en nuestra sociedad con- temporánea. De acuerdo con cifras del INEGI, hoy en día, cuatro de cada 10 mujeres traba- jan y 2 de cada 10 son consideradas el principal soporte familiar; de forma con- traria, se indica que el 74% de ellas se en- cuentran en el grupo de población eco- nómicamente inactiva, eso hace suponer que un número significativo de ellas se dedican a actividades no remuneradas, ocupaciones temporales e informales. No obstante que la mujer ha supe- rado un sin número de obstáculos para ganarse un lugar protagónico en diver- sos escenarios, en nuestra sociedad los rituales, tradiciones, leyes, costumbres, etiquetas, educación… aún la ubican “sometida” sin existir una clara igualdad de oportunidades en su participación. Desde la perspectiva feminista sur- ge el término sororidad. Esta palabra se deriva del latín soror, hermana, e -idad, relativo a la relación paritaria entre muje- res. Es decir, se trata de una alianza en- tre mujeres que propicia la confianza, el reconocimiento recíproco y el apoyo. Se encontró su uso en otros países, en fran- cés como sororité, en italiano sororitá, en español como sororidad y en inglés como sisterhood, con el mismo significa- do: crear vínculos de hermandad entre mujeres, el percibirse como iguales. Gabriela Márquez Vásquez LicenciadaenPedagogía. MaestraenAdministración Educativa.Docenteenla LicenciaturadePedagogia. Actualresponsablede CapacitaciónyDesarrollode PersonalenelDepartamentode RecursosHumanosdelaUIC.Lagarde, M. (1997). La política de las mujeres. Madrid. Cátedra. Lagarde, M. Conferencia sobre “La Sororidad” Youtube 21 de abril de 2013. Posada, L. (2009) Mujeres en transición. Pactos entre mujeres. Consultado el 8 de febrero 2014 en www.creatividadfeminista.org www.inegi.org.mx El uso de éste concepto es reciente, sin embargo ha generando el surgimien- to de políticas de sororidad como la ma- nifestación positiva de un igualitarismo feminista, teniendo como propósito el enfrentar la misoginia y abatir la desigual- dad de la actuación de la mujer en los di- ferentes ámbitos donde se desarrolla. La antropóloga Marcela Lagarde afirma que la sororidad tiene implícita la modificación de las relaciones en- tre mujeres; desde una visión holística es una manera de resolver las cosas sin violencia, una forma diferente de relacio- narse con el mundo y el prójimo desde la sensibilidad femenina para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión. Promover la sororidad en nuestra comunidad UIC invita a un proceso de reconocimiento del otro, de igualdad, una visión de un mundo reconciliado, sin violencia, de abrir opciones y posibilida- des desde la sensibilidad de la mujer sin ser exclusivamente para la mujer; com- prensión y solidaridad sin competencia. En conclusión, una oportunidad de crear armonía en las relaciones con el prójimo.
  • 25. Sororidad, posibilidad de resignificación y coexistencia entre mujeres. Directorio Mtro. Juan José Corona López Rector Lic. Luis Alberto Sandoval Berumen Vicerrector C.P. Sergio Márquez Rodríguez Director General Administrativo y Financiero Mtro. José Arturo de la Torre Guerrero Director General de Formación Integral Elaborado por: Departamento de Impulso Social y Empresarial Mtra. Rosa María Mayela Limones Muñíz Jefa del Departamento Departamento de Integración Humana Lic. Eric J. Torrescano Valle Jefe del Departamento Departamento de Lenguas Extranjeras Mtra. Alejandra Bonilla Cassani Jefa del Departamento D.G. Irma Alonso Moncada Diseño y Formación Títulos Publicados I. Día Internacional de la Mujer. 2003 II. Una Perspectiva Humanista en el Día Internacional de la Mujer. 2004 III La situación de la Mujer en el contexto de la Educación. 2005 IV. Mujeres Construyendo Democracia. 2006 V. Todas las mujeres, Todos los derechos. 2007 VI. Mujeres en el mundo laboral. 2008 VII. El papel de la mujer en el mundo cultural mexicano. 2010 VIII. Violencia hacia las Mujeres: un problema de todos. 2011 IX. Mujer y medio ambiente. 2012 X. Mujeres: Historias, artes y oficios. 2013 Insurgentes Sur 4303 Colonia Santa Úrsula Xitla Tlalpan D.F. Tel: 54 87 13 00 y 54 87 14 00Imágenes : http://all-free-download.com