Este documento resume los principales retos y avances de los feminismos en América Latina y el Caribe. Resalta que los feminismos han heredado las luchas de generaciones anteriores y han cuestionado las estructuras de poder patriarcales. Destaca logros como la declaración del 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Explica que los feminismos han analizado la explotación de las mujeres y buscado transformar las estructuras socioeconómicas para alcanzar la igualdad de género
CLACSO Retos y avances de los feminismos en América Latina y el Caribe Olga Amparo Sánchez G- Casa de la Mujer
1.
1
Retos y avances de los feminismos en América Latina y el Caribe
Olga Amparo Sánchez G- Casa de la Mujer
Medellín, 12 noviembre 2015
Un agradecimiento especial a las organizadoras/es del coloquio “Igualdad
de género y luchas feministas”, en el marco de la VII Conferencia
Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales. Esta invitación, la
asumo como la práctica política feminista del crédito deuda entre las
mujeres. Crédito porque de generaciones anteriores heredamos rebeldías,
derechos y la conciencia de nuestra situación de sujeción y opresión.
Deuda porque tenemos el deber ético de no perder lo heredado y de
ampliar las vindicaciones en el logro de un mundo a la medida de las
mujeres.
La política del crédito deuda nos reta a otorgarnos autoridad, a
reconocernos en la diferencia y legitimarnos como pares, a contribuir a que
la mujer, a que cada mujer, obtenga el puesto de sujeto en el orden
simbólico. Una política que se fundamenta en la "práctica del partir de sí,
de las contradicciones vividas en primera persona, no para quedarse en sí
ni para absolutizar la propia experiencia sino para llevarse a lo vivo del
intercambio social: la práctica del partir de si no enseña en realidad la
inmediatez, sino por el contrario, la mediación" (Dominijanni, Ida; 1995:26).
2.
2
Considero que este coloquio tiene que ver con la práctica feminista de
hacer centro. Práctica constante y persistente para superar la dificultad
femenina y alcanzar el puesto de sujeto, para situarnos psicológicamente y
de hecho “en el centro de lo que una desea, quiere y hace” (Dominijanni,
Ida; 1995:27). Y las feministas hemos hecho centro, para alcanzar el
puesto de sujetos, para hacer de nuestras vidas lo que hemos querido y
deseado. Esa es nuestra historia de vida, historia que no nos pertenece,
hace parte de una pluralidad colectiva, de la memoria histórica de este
continente, porque caleidoscópicamente es la suma de la interpretación
que hacemos de esos hechos que hemos vivido, pero que viven las
mujeres en esta América Latina y el Caribe.
Las preguntas del Coloquio tienen que ver, con la política feminista que no
teme a los vacíos, por el contrario los cruza, con la certeza de que en el
vacío nace lo imprevisto y la carencia puede volverse recurso. Abriendo así
la puerta a una subjetividad descargada de la dialéctica sirvo-amo y a una
política ya no movida por el victimismo reactivo sino por el deseo activo de
desestructurar el paradigma de la opresión (Dominijanni, Ida; 1995:16).
Compartiré con ustedes reflexiones, desde el lugar de enunciación de una
mujer feminista que ha vivido en una sociedad en guerra, desde hace más
de 6 décadas, mestiza, de clase media, lo cual me ha reportado ventajas,
3.
3
pero ello no ha significado no vivir injusticias, discriminaciones y violencias.
Hablo desde un feminismo situado, que me permite asumirme con una
historia y una subjetividad moldeada en una lucha permanente entre la
mujer transgresora y la mujer ancestral. Un feminismo situado que me ha
posibilitado vivir mis propios dolores y compartir con otras mujeres sus
dolores y encontrar caminos no solo para su re-significación, interpretación
sino también para exigir justicia y reconocimiento, y para arrebatarle al
patriarcado día a día jirones de autonomía y de poder sobre nuestros
cuerpos.
Aportes de los feminismos en América Latina y el Caribe
El feminismo como teorías y prácticas políticas y sociales, en América
Latina y el Caribe, es heredero de las vindicaciones y producciones de
mujeres de la cultura occidental, con sus bondades y limitaciones. Pero
cualquiera que sea la postura crítica que se utilice para analizar sus
avances y retos, hay que reconocer que los feminismos en América Latina
y el Caribe, no han estado de espaldas a las realidades de las mujeres, que
por su pertenencia de clase o su condición étnica viven injusticias y no
tienen garantizados sus derechos fundamentales, tampoco lo han estado
para enfrentar dictaduras y regímenes despóticos y autoritarios.
4.
4
Considero los feminismos como lugares políticos, éticos, epistemológicos
que no solo tienen un análisis crítico a las sociedades socio-sexuales
patriarcales sino también a las sociedades capitalistas. Los feminismos en
América Latina y el Caribe se han construido en procesos de
continuidades, rupturas y construcción de teorías y prácticas, que han
incidido en lo nacional, regional y mundial, Un ejemplo de ello, es el 25 de
noviembre como día internacional de No a la violencia contra las mujeres.
En el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano, julio de 1981,
doscientas sesenta mujeres caribeñas, latinoamericanas, norteamericanas
y europeas estuvimos en la gran odisea de aunar esfuerzos, ganas,
dolores, frustraciones, sueños y esperanzas y nos comprometimos a
conmemorar desde ese año, todos los 25 de noviembre como el Día
Internacional de No a la Violencia contra las Mujeres.
Fue y es una acción de la política de crédito-deuda con nosotras y con las
otras, con todas las mujeres que en sus cuerpos, almas, sueños y
esperanzas les han quedado marcadas las violencias perpetradas contra
ellas, contra nosotras. La acción propuesta en ese Primer Encuentro
Feminista ha retumbado en todos los continentes, hoy 34 años después,
las acciones, las propuestas, las denuncias pero sobre todo la conciencia
progresiva que las violencias contra las mujeres es una violación
5.
5
sistemática a sus derechos fundamentales, son logros innegables del
feminismo latinoamericano y caribeño.
Los feminismos, en el Continente, han y continúan interpelando los
fundamentos del poder patriarcal, sustentado en los servicios domésticos
sexuales, reproductivos, económicos y emocionales desinteresados y no
remunerados de las mujeres. Analizan el carácter social y político de la
explotación y subordinación de éstas a los varones, en las formaciones
sociales patriarcales y en las sociedades capitalistas.
Plantean la necesidad de transformar las estructuras socio económicas y
de buscar un orden simbólico nacido de las mediaciones femeninas y las
relaciones entre ellas independientes en lo posible, del orden dominante. El
feminismo ha avanzado en la creación de nuevas categorías teóricas e
instrumentos metodológicos en su intento de explicar cómo se ha
constituido, a la largo de la historia y en las diversas culturas, las
diferencias jerárquicas entre varones y mujeres, y cómo se reproducen y
transforman.
El discurso y las prácticas feministas han irrumpido por circuitos antes
impensados: vida cotidiana, organizaciones políticas, Estados, iglesias,
familias y escuelas. Los grupos y las organizaciones de mujeres se han
6.
6
multiplicado y han crecido cualitativa y cuantitativamente. Se han roto las
fronteras ideológicas de lo privado y lo público, arrebatando a la cultura
patriarcal el derecho a la vida, a la autonomía, a la participación, al libre
ejercicio de la sexualidad, a la palabra, a la diferencia, y se ha avanzado
también en la autonomía y toma de conciencia de las mujeres.
Los feminismos han develado el carácter sexuado del conocimiento, la
parcialidad de todas sus afirmaciones, la íntima relación entre saber y
poder. Ha colocado a las grandes narrativas en el incómodo contexto de la
política, retirándolas del confortable dominio de la epistemología. Cuestiona
la supuesta neutralidad respecto a los sexos que muchos pensadores
suelen utilizar para explicar sus teorías, la documentan y, finalmente,
analizan sus consecuencias. Asimismo, documenta exhaustivamente la
tesis que sostiene que la tradición del pensamiento de occidente se basa
en la concepción de lo “político” y de la práctica política que excluye a las
mujeres, así como todo lo que representa la feminidad y los cuerpos de
ellas.
Se han tratado de edificar prácticas políticas y sociales en las cuales se
reconozcan las limitaciones individuales y colectivas y en las que se
desconfía de la razón última, lo que ha implicado aceptar la finitud de
nuestro quehacer humano. Con el propósito político de transitar por estas
7.
7
prácticas sin generar esencialismos, dogmas y esclavitudes; aceptando la
autonomía propia y ajena con todos sus riesgos y consecuencias en
conclusión: aprender a ser humanos y humanas, “tras el objetivo de
alcanzar una sociedad donde la diferencia sexual no esté significada por la
dominación de un sexo sobre el otro, la injusticia, la explotación y el
sometimiento” (CHEJTER, Silvia. Intervención estatal y movimientos
antiviolencia en Revista Ediciones de las Mujeres. No 21. Isis Internacional
Santiago de Chile .1995)
Por otro lado, se ha avanzado en esclarecer, en el plano teórico y de la
acción, la necesidad de construir la autoestima, la autoafirmación; procesos
consustanciales a todo grupo social subordinado que decide rebelarse y
postular una nueva alternativa a la sociedad. En este sentido, la identidad,
la autoestima, la autoafirmación son formas de tomar fuerza individual y
colectiva, de formular proyectos colectivos integrales, con el propósito de
luchar por ellos, dándoles una fuerte proyección política e ideológica.
Además, una de las tareas que se ha propuesto el feminismo es una
relectura de la ética, pero no con el sentido de formular principios éticos
solo para las mujeres o dar mayor valor social y político a los valores
sociales que se les han asignado; por el contrario, lo que ha buscado el
feminismo, en los últimos años, es la formulación de una ética que lucha
8.
8
por formas de vida en los que todos los individuos, varones y mujeres,
tengan la posibilidad de plantear sus problemas en términos éticos, y de
elegir.
En este sentido una ética desde el feminismo es una crítica a la ética. Y “no
puede ser sino denuncia de ficción de universalidad que se encuentra
como presupuesto ideológico en la base de las distintas éticas que se han
propuesto a través de la historia. No puede ser sino crítica de la actitud a
crítica de la ética que construye su destinatario sobre la base de la mala
abstracción, la de una universalidad sin determinaciones de contenido o un
contenido sin universalidad y la mistificación” (AMOROS, Celia. Hacia una
crítica de la razón patriarcal. Editorial Antropos. Madrid. 1999). Por
supuesto, la crítica a la seudo-universalidad y la elaboración de un nuevo
concepto de universalidad, son tareas aún no concluidas por los
feminismos.
Desafíos de los feminismos
Los desafíos responden a las realidades de cada país pero algunos son
compartidos en América Latina y el Caribe, Unos desafíos de orden teórico,
metodológico y de la acción política.
9.
9
Desde una perspectiva histórica, el feminismo enfrenta tensiones y retos
para la producción de conocimiento y para su accionar político y social.
Reconocer estas situaciones, permitirá una comprensión real de las
injusticias socio- económicas que viven las mujeres, de las violencias en su
contra, del déficit de ciudadanía y democracia para ellas, de sus presencias
y sus ausencias, de sus fragmentaciones, de sus contradicciones, de sus
posibilidades, de sus alianzas tanto internas como con otros sectores
sociales y, por supuesto de sus propuestas políticas.
1. La producción de conocimiento feminista y de prácticas políticas y
sociales. Nunca como antes el feminismo en Colombia, está abocado a la
urgente e inaplazable tarea de producir pensamiento feminista y prácticas
políticas y sociales que le permitan analizar, interpretar y entender la
cultura patriarcal en una sociedad en guerra y en pos-acuerdo, con la
pretensión de cambiarla y desafiarla. Este conocimiento debe ser guía para
la práctica política feminista.
Desde diferentes posturas teóricas y metodológicas se han realizado
estudios e investigaciones que tratan de dar cuenta de la situación de
opresión y subordinación de las mujeres, del impacto de la violencia y del
conflicto armado en la vida de las mujeres; de la exclusión de las mujeres
de los espacios de poder. Y aunque se registra un avance significativo en
10.
10
la documentación sobre la vida de las mujeres existen vacíos significativos
en cuanto a la interpretación de las sociedades latinoamericanas y
caribeñas, de la diversidad de la situación de las mujeres, del Estado como
agente transformado, reproductor y productor de la cultura patriarcal,
Es necesario que el feminismo avance en la comprensión del Estado como
uno de los pilares de la cultura patriarcal, un sitio de producción cultural
discursiva, un lugar en el cual se reproducen y recrean las relaciones de
subordinación y opresión entre varones y mujeres, y se re-significan,
recodifican y reconfiguran. “El Estado sostiene y representa el poder
masculino como forma de dominio y así produce a los sujetos femeninos,
produce sujetos estatales burocratizados, dependientes, disciplinados y con
marcas de género” (ALVAREZ, Sonia E. ¿En qué Estado está el feminismo?
Reflexiones teóricas y perspectivas comparativas. Bogotá. 1998.
Fotocopia).
No se deben idealizar las políticas estatales, sería más útil para la causa de
las mujeres analizarlas, como lo plantea Nancy Fraser, “como sistemas
interpretativos institucionalizados que construyen a las mujeres y sus
necesidades según ciertas específicas – en principio, cuestionables o
disputables- interpretaciones”. Es decir, las políticas y programas estatales
tienen efectos culturales claros en relación a como se representan, y como se
11.
11
podrían solucionar, los problemas y las necesidades de las mujeres y como
se construye la ciudadanía diferenciada.
Tener en cuenta estas dinámicas posibilita el análisis de las coyunturas
políticas, lo que facilitaría el abrir canales de acceso a través de los cuales las
feministas podemos a veces promover políticas favorables a las mujeres y
construir una “veeduría discursiva” feminista, en relación a las interpretaciones
y representaciones que agencia el Estado.
Se hace necesario revisar los marcos de análisis; una redefinición de sujeto
de estudio y de los parámetros teórico-metodológicos desde los que
abordamos la opresión, la explotación y las violencias en contra de las
mujeres. Existe en la actualidad un acervo importante de estudios e
investigaciones que nos pueden guiar.
Ante nuevas realidades y subjetividades que emergen dos preguntas
¿Cómo concebimos el sujeto o los sujetos de la política feminista? ¿Es
universal el sujeto feminista? Podríamos pensar ese sujeto o sujetos desde
la “experiencia vivida”, abriendo el camino a un sujeto diverso y plural
atravesado por múltiples ejes de diferenciación social.
12.
12
En esta dirección, es necesario indagar acerca de cómo se intersectan y
entrecruzan las diferencias sociales y sexuales, dando como resultado
formas particulares de opresión y discriminación (Suárez Liliana, Martín
Emma, Hernández Rosalba. Feminismos en la antropología: Nuevas
propuestas críticas en http://www.ankulegi.org/wp-
content/uploads/2012/03/0606Reigada-Olaizola.pdf)
Es perentorio investigar la opresión, explotación y las violencias en nuestra
contra, desde el cuestionamiento a la categoría «mujeres» por su
pretensión universal y relacionar categorías como la clase, la raza al
sexo/género para saber “cómo el patriarcado tiene efectos diferentes en las
mujeres cuando estas categorías les atraviesan” (Anzaldúa, Gloria y los
feminismos postcolonialistas: “Los movimientos de rebeldía y las culturas
que traicionan” en
https://lalentevioleta.files.wordpress.com/2012/06/gloria-
anzaldua-y-los-feminismos-postcolonialistas.pdf.)
Diversos estudios han tratado de explicar la naturaleza de la violencia, los
tipos que esta asume, el sexismo y la misoginia como factores que
subyacen en la explicación. Ahora bien, pocos analizan la violencia como
dominio hegemónico sobre las mujeres, su naturalización y legitimación en
diferentes ámbitos sociales y personales, y su asociación con el racismo, el
13.
13
clasismo y el sexismo que sustenta el orden social. Es hora que lo
empecemos hacer.
¿Sabemos hoy como se entrecruza la experiencia de una mujer negra,
pobre y víctimas de múltiples opresiones, subordinaciones y violencias?
Cada vez recurrimos a lugares comunes para darle salida a una pregunta
teórica y política de vital importancia para erradicar la opresión, explotación
y las violencias contra de las mujeres y para orientar las agendas políticas
frente a realidades como las violencias contra las migrantes, la trata de
personas, las violencias en las redes sociales.
Es necesario no solo indagar sino también tomar postura acerca de la
violencia de género, la violencia contra las mujeres o la violencia patriarcal,
con estas categorías a qué nos referimos. Por ejemplo, tiene el mismo
significado político y teórico hablar de violencia de género que de violencia
contra las mujeres. ¿Se debe utilizar el mismo parámetro y la misma
categoría para analizar la violencia sexual contra las mujeres en el contexto
del conflicto armado y la violencia contra varones o niños?
2. Lo público privado. El feminismo ha colocado en entredicho la
construcción de lo público - privado; ocupando un lugar privilegiado en sus
luchas, y en la formulación de una teoría de la práctica social
14.
14
verdaderamente general, que incluiría a varones y mujeres por igual, basada
en la interrelación y no en la oposición de la vida individual y colectiva, o de la
vida personal o la política.
Llama la atención que en las actuales agendas de las mujeres, no se da
prioridad a la transformación de lo público/privado. En este terreno se exige,
al Estado, medidas o acciones positivas que posibiliten la igualdad de
oportunidades para participar en los espacios de poder y de toma de
decisiones, algo así como repartir equitativamente el poder “entre los
géneros”; sin colocar en cuestión los fundamentos de la cultura patriarcal que
produce y reproduce la subordinación y opresión de las mujeres.
Si las mujeres han de participar por igual en la vida social, los varones han
de compartir por igual la crianza y cuidado de las hijas/os. Mientras a las
mujeres se les continúe identificando con el “trabajo privado”, su estatus
público siempre se verá debilitado. Que varones y mujeres compartan por
igual la crianza y cuidado de la prole, y que participen por igual en
actividades sociales y políticas implica transformaciones fundamentales en
la división sexual del trabajo, en lo público, en la organización de la
producción, en lo que se entiende por trabajo y en la práctica de la
ciudadanía. En este campo no aparecen propuestas de las mujeres que
15.
15
permitan vislumbrar un quiebre a la tradicional organización sexual del
trabajo, de la política y la cultura.
3. La superación de fragmentaciones. Si bien es cierto, en las últimas
décadas las organizaciones y grupos de mujeres han crecido cuantitativa y
cualitativamente, también es un hecho su fragmentación y polarización.
Existen serias dificultades para negociar y concertar agendas que logren un
mayor impacto social y político. Se han realizado esfuerzos para superar
esta dificultad, pero no se logra trascender lo regional o lo sectorial; en este
sentido, se requiere de una gran voluntad política, de generosidad y
claridad en las reglas del juego para que se pueda avanzar en la
superación de la fragmentación y la polarización.
4. El reconocimiento de la autoridad entre las mujeres. Las feministas
tenemos la responsabilidad de discutir y razonar sobre lo realizado.
Debemos enfrentarlo sin buscar vías rápidas, pero sobre todo sin dejarnos
frenar por el temor de reconocer las formas a través de las cuales
reproducimos las relaciones patriarcales entre nosotras.
Debemos y tenemos que estar en los procesos de construcción de paz con
justicia social. Pero es ineludible, si deseamos construir paz desde la
deconstrucción del patriarcado, que fisuremos el relacionamiento entre las
16.
16
mujeres y nos demos la oportunidad de tener como nuestros pares, nuestras
cómplices, a las otras y no sólo a los otros; es una propuesta reparadora de
nuestra capacidad de ser, un fundamento para ganar autoridad social y
democracia en nuestras relaciones; es solicitar y brindar a la experiencia
humana femenina, el medio de significarse para que logre alcanzar su
verdadera y gran existencia en el mundo.
Hacer política feminista no es sólo es participar en luchas para erradicar las
desigualdades, las injusticias, las exclusiones, es también la práctica de las
mujeres para de-construir las relaciones de opresión y subordinación entre
varones y mujeres, para construir alianzas para erradicar la violencia en su
contra y en contra de las demás, para convertirse en sujetas y no objetas
de pactos, para ser interlocutoras, dialogantes, con voz propia y que esta
voz sea valorada, es decir, para ser mujeres pactantes de un nuevo orden,
para ser sujetas políticas, para de-construir el pacto patriarcal desde una
ética feminista.
Hacer política feminista a favor de la paz y la democracia implica asumirnos
como objetoras de conciencia, en desobediencia a los mandatos
patriarcales de la guerra, el nacionalismo y el militarismo. Como feministas
tenemos el deber ético de rebelarnos contra todo tipo de autoridad
patriarcal. Con nuestras prácticas públicas y privadas, con palabras,
17.
17
acciones y simbólicos estamos contribuyendo a erradicar el sexismo y el
militarismo.
Tenemos que tomarnos nuevamente la calle, para exigir, para protestar,
para hacer frente al terror y al miedo a través de los cuales nos desean
acallar, hay que hacerlo ahora porque todos y todas nos merecemos una
vida diferente. Porque deseamos tener un presente libre de violencias y
guerras públicas y privadas. Tomarnos la calle como una forma de proteger
el sagrado derecho a la rebeldía, es un imperativo hoy y porque debemos
hacer visible nuestra resistencia a la guerra, a la política militarista, y
abogar por la solidaridad entre las mujeres por encima de las fronteras
étnicas y territoriales.
Nosotras afirmamos que no puede haber paz y democracia radicalizada,
mientras todas las personas no puedan expresar y llevar a cabo sus
aspiraciones en un mundo justo, libre e igualitario. No puede haber paz
mientras se oprima y se impida el desarrollo pleno de la mitad de la
humanidad, las mujeres.
6. La construcción y pacto de una agenda global mínima compartida.
Si aceptamos que existen nuevas formas de opresión, explotación y de
violencias contra las mujeres que se articulan a viejas opresiones,
18.
18
explotaciones y violencias. Se hace necesario la construcción de una
agenda global mínima para situaciones como las maquilas, la flexibilización
laboral, la trata de personas, la violencia del crimen organizado, la situación
de las mujeres migrantes, las violencias en las redes.
Se debe avanzar en reconocer la amplitud de prácticas de opresión,
explotación y violencia, hay que superar la intervención a la reducción de
los daños, centrada solamente en las víctimas, ellas no son sujetos pasivos
resisten y buscan alternativas. Por supuesto, es hora de hacer visibles a los
victimarios y responsables y encontrar políticas efectivas que transformen
estas realidades que viven las mujeres en el continente.
En la agenda global mínima debemos diseñar estrategias para enfrentar
críticamente los mensajes dominantes, que banalizan ciertas formas,
jerarquizan ciertas prácticas y a otras no las ven. También tenemos que
enfrentar la idea todavía muy fuerte de que las violencias hacia las mujeres
son menos graves que otras violencias sociales y políticas.
Tenemos que insistir que no son situaciones excepcionales sino prácticas
rutinarias, toleradas, minimizadas. Y si bien durante años tuvimos que
esforzarnos porque se reconociera la victimización de las mujeres, creo
que hoy la tarea es insistir en la responsabilizar a los varones.
19.
19
Creo, estamos en la dirección de superar las visiones fragmentadas de la
opresión, explotación y violencias contra las mujeres, que es la visión
patriarcal y avanzar hacia una concepción que muestra la raíz estructural
de la opresión, explotación y violencias, y su carácter sexista y sexuado; la
profunda articulación entre las distintas manifestaciones y frente a la cual
las respuestas tienen que ser amplias, integrales, ubicándola como un
tema de ciudadanía y de democracia. (Violencias contra las mujeres: los
nuevos temas de la agenda feminista.
http://www.clam.org.br/pdf/Chejter_para_CLAM.pdf.)
En la construcción de la agenda global es necesario que pasemos de
sujetos políticos individuales a sujetos colectivos con poder político, con
capacidad de convencer, incidir, hacer pensar, ser fuerza política con
autoridad y legitimidad. Fuerza colectiva que debe ser tenida en cuenta
para las decisiones y rumbos de los destinos de la sociedad. No es un
sujeto colectivo iconizado o idolatrado, salvador de las mujeres. Por el
contrario es un sujeto político colectivo, que no sólo responde a las
coyunturas, sino que tiene una visión de la sociedad patriarcal capitalista,
que tiene un sentido propio de la vida, que comparte con el mundo, y con
20.
20
otras mujeres. Es decir, un sujeto colectivo con poder político que tiene la
capacidad de trascender el estado actual de las realidades, y que integra
las esferas humanas, no para movilizar masas o usufructuar del poder para
intereses individuales o grupales, sino con la pretensión de contribuir a
crear conciencia y de lograr que las mujeres seamos sujetos y pactantes de
los pactos socio-sexuales que los varones hacen.
7. Radicalizar la democracia. Las feministas tenemos la capacidad de
radicalizar la democracia que significa transformaciones en el modelo de
explotación económica generador de injusticias y exclusiones, en el
patriarcado que se sustenta en el sexismo, el racismo y la imposición de
una sola forma de vivir la sexualidad y el amor entre los seres humanos.
Son necesarias transformaciones en los órganos del poder político y del
poder económico y para ello debemos exigir democracia paritaria en todos
los órdenes de las sociedades latinoamericana y caribeñas. Democracia
que tenga como propósito irracionalizar el monopolio masculino del poder
político y del poder económico.
La paridad debe ser un instrumento para radicalizar la democracia que
implica transformar estereotipos acerca de lo que debemos hacer las
mujeres y lo que deben hacer los varones, para pasar a repartir
21.
21
paritariamente poder y responsabilidades en todos los ámbitos de la vida
económica del país.
Radicalizar la democracia implica necesariamente transformar la
normatividad femenina que ha sido un obstáculo para la autoconstrucción
de las mujeres como sujetos. Normatividad que nos ha privado de recursos
políticos, económicos, culturales y de autonomía personal; por ello es
necesario, la construcción de una normatividad femenina que nos permita
actuar como sujetos de derechos y como sujetos autónomos, críticos y
reflexivos para demandar el ejercicio pleno de la ciudadanía, porque una
democracia que no otorga condiciones para ser ciudadanas con plenos
derechos es una democracia que carece de legitimidad (Cobo, Rosa;
2002:42).
Radicalizar la democracia exigiendo la paridad es una forma de ensanchar
los derechos políticos de las mujeres y por ello contribuye a la legitimidad y
la dimensión política de la democracia.