1. Revista Digital +Q9meses
ILEANA MEDINA
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El mecanismo del vínculo
{ ó por qué no tengo leche }
Existe la creencia generalizada de que unas mujeres "tenemos leche" y
otras no, a algunas se "nos va" la leche o la leche "es agua". Pero... ¿de
verdad todas las mujeres tenemos leche?
La respuesta, indudablemente es SÍ. Al menos, el mismo porcenta je de
mujeres que tenemos saliva en la boca, orina en los riñones o lágrimas en
los ojos. ¿Por qué si nos funcionan todos nuestros órganos, no habrían de
funcionarnos las tetas?
Sin embargo, es increíble la cantidad de mujeres y de personas en general
convencidas de que "no tienen leche" o de que "su leche no es buena".
El problema está en la forma de medir.
Después de un par de generaciones de uso generalizado del biberón, en la
que los bebés nos hemos alimentado con leche de vaca manipulada
industrialmente, mucha gente cree que la lactancia materna debe
tomarse igual que la leche de vaca: 10 minutos cada 3 horas. Ingestión
rápida y digestión lenta. Así incluso lo recomiendan todavía algunas
enfermeras y pediatras. Es una inversión cultural y reciente . Igual que la de
decir que los bebés cogen "la teta de chupete". ¿Qué fue primero, la teta o
el chupete?
Todos los expertos en nutrición recomiendan comer despacio alimentos
ligeros. O sea, ingestión lenta y digestión rápida. La proteína de la leche de
vaca (que es la que está presente en las fórmulas industriales, no lo
olvidemos) es una de las de más difícil digestión para el sistema digestivo
humano..
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"La evolución ha marcado la frecuencia de las tomas en las diferentes
especies en función del contenido en solutos de la leche de los diferentes
mamíferos. Por ejemplo, la leche de león marino contiene 62-65% de
solutos y se alimenta una vez por semana; la de conejo contiene 33% y se
alimenta cada 24 horas; la de rata contiene 21% y amamanta de forma
continua. La leche humana contiene 12,4% ¿Cada cuánto tiempo debería
amamantar entonces una cría humana?
Sabemos que el tiempo de digestión de la leche materna es
aproximadamente 20 minutos. ¿Resultaría razonable entonces pedirle a
una madre que amamante a su hijo cada 3 horas?
No podemos pasar por alto
la satisfacción emocional
que supone la succión para
el bebé y su reconocida
importancia para el
desarrollo cerebral que
determina un mejor
desempeño cognoscitivo y
psicoafectivo. Éste se ve
alterado por el uso de
biberón, puesto que no sólo
i n ter r u m pe e l p ro ce s o
fisiológico, sino que
tampoco satisface la succión
no nutritiva al ser retirado
una vez vacío de la boca del
niño. Para compensar esta
carencia se volvió práctica
común el uso de chupete
conocido curiosamente como “pacificador” en el idioma inglés."
(Lactancia Materna: Guía para profesionales. Comité de Lactancia
Materna de la Asociación Española de Pediatría. Ergon, 2004, pág. 28.)
Si queremos que la lactancia materna funcione dando 10 minutos cada 3
horas, resulta que efectivamente, no tenemos leche. No tenemos leche
porque la producción de leche materna se a justa a la succión del niño.
Para que tengamos leche el niño tiene que mamar cada vez que quiera.
Como se ha dicho, el pecho materno no funciona como un depósito de
leche, más bien como un grifo, que deja pasar la leche que se produce
continuamente.
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Si creemos que por el hecho de pedir antes de las tres horas, "nuestra
leche no es buena", pues efectivamente, no será buena la de ninguna
mujer en absoluto. Porque la leche de la especie humana sólo tarda 20
minutos en digerirse.
No hace falta esperar a que "haga la digestión". La digestión de la leche
materna es continua, como continuo es el deseo del bebé de ser
amamantado.
El mágico mecanismo de "continuidad" de la lactancia materna (lo que se
ha llamado "a demanda") no sólo garantiza que el niño reciba toda la
cantidad de leche que necesita (si necesita más, mamará más y
produciremos más) sino que además garantiza que el niño permanezca
en contacto directo con el pecho y el cuerpo de su madre la mayor parte
del tiempo, que es justamente lo que satisface las necesidades afectivas y
de seguridad del bebé en sus primeros meses.
El bebé necesita una etapa de "continuum" con su etapa prenatal, sin
ruptura brusca, donde el contacto y la alimentación con su madre sean
continuos, a semejanza de la vida prenatal. "El hábitat del bebé recién
nacido es el cuerpo de su madre", dice la bióloga María de Jesús Blázquez.
Cuando damos de mamar; cuando la madre puede permanecer
disponible la mayor parte del tiempo para que su hijo se alimente; cuando,
sostenidas por nuestra familia y nuestra comunidad, podemos
"abandonarnos" a la misión de alimentar y cobijar a nuestro bebé todo el
tiempo, no sólo le estamos alimentando físicamente, también le estamos
protegiendo contra las enfermedades y a la vez le estamos prodigando la
corporalidad necesaria para que él se sienta querido y protegido,
generando oxitocina y prolactina para crear el vínculo que nuestro recién
nacido necesita para crecer sano y feliz.
La lactancia materna es el maravilloso mecanismo biológico que
demuestra que alimento, afecto y salud son la misma cosa. Y no sólo
cuando somos bebés, sino toda nuestra vida.
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