2. ¿MOLINOS O GIGANTES?
Caminaban Don Quijote y su
escudero Sancho Panza por los
campos de Montiel, cuando divisaron
a lo lejos treinta o cuarenta molinos
que giraban majestuosamente sus
aspas.
3. La suerte nos acompaña, amigo
Sancho – exclamó Don Quijote -
¿Ves aquellos descomunales
gigantes?
- ¡No son gigantes, mi señor –gritó
Sancho, llevándose las manos a la
cabeza-, son solo molinos de
viento! Y lo que parecen
descomunales brazos son las aspas
que mueven la piedra de moler.
4.
5. - ¡Ay, Sancho, si tienes miedo,
apártate y ponte a rezar! –
respondió Don Quijote, mientras
picaba espuelas a Rocinante y
gritaba a voz en cuello-: ¡No
huyáis, cobardes y viles criaturas,
que es un caballero el que os
acomete!
6. Arremetió, pica en ristre, contra
el primer y gigantesco molino y el
choque fue brutal. Estrelló Don
Quijote su lanza contra las aspas
en movimiento, y estas la hicieron
añicos, derribando por tierra a
caballo y caballero.
7. Corrió al punto Sancho a socorrerle, pero el
caballero se revolvió y, aunque malherido y
descalabrado, culpó otra vez de su
desventura al mago Frestón:
-¡Él ha convertido los gigantes en molinos
para quitarme la gloria de su derrota! ¡Pero
nada han de poder sus malas artes ni
hechizos contra el poder de mi lanza!
Quiso alzarla entonces el caballero ,
cuando se dio cuenta de que solo quedaba
un trozo del asta, habiendo perdido en el
choque la punta de hierro.
8. - No importa – exclamó el caballero-.
En alguna parte he leído que a un soldado
español se le quebró la espada en un
combate y él desgajó, entonces, una
rama de encina y con ella “machacó”
tantos enemigos que se ganó el
sobrenombre de Machuca. También yo
tronzaré una vara de roble y la
convertiré en asta de lanza para mis
futuras hazañas.
9. Seguía preocupado Sancho
Panza por lo maltrecho y
malherido que veía a su
señor, pero este le
tranquilizó con esta
valerosa confesión:
-Has de saber, amigo
Sancho, que no es propio
de un caballero andante
quejarse de herida alguna
¡Aunque se le salgan las
tripas por ella!
10. Volvió luego Don Quijote a culpar
al mago Frestón de sus
desventuras y malandanzas, y le
explicó al buen Sancho que todo
había comenzado cuando le robó de
su biblioteca sus amados libros de
caballería.
11. Aunque he de aclararte ahora
mismo, desocupado lector, que
no fue así: que no fue Frestón
ni ningún otro mago quien hizo
desaparecer la biblioteca de Don
Quijote, sino más bien el ama
que estaba a su servicio, en
complicidad con el cura y el
barbero del pueblo. Como todos
pensaban que se le había secado
el cerebro de tanto leer,
decidieron…¡Quemarlos en una
hoguera!
12. Y fíjate lo que te digo,
comprensivo lector: Que eso fue lo
que empujó a Don Quijote a
convertirse en caballero andante
para luchar contra los que
quemaron sus libros.
¡Y que nadie me diga a mí que por
leer libros se le seca a uno el
cerebro y se vuelve majareta! Al
revés: los que no leen son los que
se vuelven lelos y mentecatos. Los
libros nos hacen más sabios y más
bondadosos.
Por eso Don Quijote no fue un
loco. Fue un hombre bueno y un
idealista de pies a cabeza. ¡Y
punto en boca!