2. Grito hacia Roma
Desde la torre del Crysler Building
Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino, Pero el viejo de las manos traslucidas
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto, dirá: amor, amor, amor,
ni quien abra los linos del reposo, aclamado por millones de moribundos;
ni quien llore por las heridas de los elefantes. dirá: amor, amor, amor,
(…) entre el tisú estremecido de ternura;
No hay más que un gentío de lamentos dirá: paz, paz, paz,
que se abren las ropas en espera de la bala. entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
El hombre que desprecia la paloma debía hablar, dirá: amor, amor, amor,
debía gritar desnudo entre las columnas, hasta que se le pongan de plata los labios.
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante. los negros que sacan las escupideras,
Pero el hombre vestido de blanco los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
ignora el misterio de la espiga, las mujeres ahogadas en aceites minerales,
ignora el gemido de la parturienta, la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ignora que Cristo puede dar agua todavía, ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio ha de gritar frente a las cúpulas,
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán. ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
Los maestros enseñan a los niños ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
una luz maravillosa que viene del monte; ha de gritar como todas las noches juntas,
pero lo que llega es una reunión de cloacas ha de gritar con voz tan desgarrada
donde gritan las oscuras ninfas del cólera. hasta que las ciudades tiemblen como niñas
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas y rompan las prisiones del aceite y la música,
sahumadas; porque queremos el pan nuestro de cada día,
pero debajo de las estatuas no hay amor, flor de aliso y perenne ternura desgranada,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo. porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
El amor está en las carnes desgarradas por la sed, que da sus frutos para todos.
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre, Federico García Lorca, en el 75 aniversario de su muerte
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.