Cinco bulbos de narciso viajaron lejos de su hogar en Gales. El bulbo número cinco llegó a una escuela en España donde los niños decidieron cuidarlo. Los niños le dieron la bienvenida, hicieron dibujos en su honor y lo trataron como un príncipe. Número cinco fue feliz y creció para convertirse en un narciso grande, sano y feliz.