1. El ocaso de una vida
Alguna vez habrán contemplado un amanecer y el primer rayo de luz de ese día
habrán notado lo majestuoso que es apreciar tal espectáculo, pero en realidad lo han
hecho? o siguen la misma rutina diaria, algo que nos consume y no permite apreciar
cada momento por estar tan ocupados y pendientes de nuestras actividades
cotidianas, así piensa Roberto Saddin Pereira en el ocaso de su vida, meditando sobre
sí y contrastando un amanecer en oposición del atardecer!, habré apreciado cada día
de mi vida o me enfrasque en el vaivén del péndulo de aquel reloj viejo que mi padre
tanto apreciaba y que nunca dejo de marcar el tiempo, ese que es interminable e
imparable.
“Juzguen si mi vida fue vacía!”
Siempre estuve pendiente de la hora a la que debía levantarme para llegar a tiempo al
trabajo, la agenda cargada de compromisos con fechas y horas, cada minuto un tesoro
que no podía perder, cada junta, cada viaje, me enfrasque de por si en el tiempo y él se
apodero de mí! Somos esclavos al fin y alcabo de aquel que marca nuestro amanecer y
ocaso de cada día. Aunque sabía que era lo correcto en función de las actividades que
marcaban el rumbo de mi vida, creo que en algún momento el tiempo se detuvo para
mí y fue con la muerte de mi padre.
Tal acontensimiento abatió lo más profundo de mi ser y desgarro mi corazón; no
puedo describir ese instante esa llamada, puesto que para mí, era un día normal con
juntas y reuniones, tratando de reprogramar mi agenda por un viaje inesperado; pero
inesperado fue aquella llamada de Octubre, recuerdo a mi madre con una voz
temblorosa y llorando, casi sin palabras me dice “tú padre a muerto”, no logre
reaccionar! No entendí! Me senté y mi madre al teléfono llorando repetía una y otra
vez “tú padre ya no está con nosotros, está descansando”, cuantas veces escuche esas
palabras de distintas personas y solo decía en mi interior “pobre ser”, pero cuando
toca recibir las malas noticias no estás preparado. Sera que no meditamos o somos
insensibles al dolor ajeno! Que no percibimos el cuanto sufren los demás; que una
palmada en el hombro y un abrazo a una persona que ha perdido un ser tan amado es
un apoyo en ese momento, puesto que estamos allí, para hacer resistir aquel
desvalido!.
Hasta ese momento supe que “las palabras no son parte del tiempo, sino de
memorias” de hechos ajenos que en algún momento llegan a nosotros y abofetean
nuestra mejía con tal fuerza que el dolor producido será retribuible a los recuerdos de
aquellos tiempos perdidos, aquel en el que pude apreciar el amanecer y sin meditarlo;
porque aquel que marca el compás de nuestra vida no nos permite, levantar el
teléfono y poder realizar una llama y decir “hola! como están hoy”, perdí ese tiempo
lo perdí donde está ahora? tú sigues corriendo y aquel péndulo sigue haciendo su tic
2. tac, el péndulo de mi vida, puesto que el tiempo me permite hacer más con menos, y
jamás podremos quitarle o darle, solo hacer más con menos, “Aprovechar su piedad”.
Han pasado muchos años de aquel momento, mi madre descansa al lado de mi padre
he igual de doloroso, esta vez decidí tomar el control y dedique aquel “que no es más
que menos” a ella; el tiempo que compartió su vida con la mía desde mi nacimiento;
esos abrazos, esas palabras de aliento, esa mirada en cada despedida, esas lágrimas de
alegría, de dolor, que tanto compartió conmigo,……. Lloro! si ella no está más conmigo,
solo puedo recordar lo último que menciono muy brevemente, “Vive tu vida y no dejes
que el tiempo te la arrebate, aprecia cada momento y trata de ser feliz”, esas palabras
ahora resuenan con más poder en mí!.
Me case ya entrado en años y con Julieth mi esposa, tenemos dos hijos, no pasa un día
de mi vida en que no los despido con un abrazo y un beso, y cuando llego tarde, ellos a
la espera en la sala de la casa ya dormidos, me ruedan lágrimas de felicidad y tristeza,
puesto que ellos esperaron hasta que les abate el cansancio y el sueño se apodera de
ellos, “me esperaban”, tristeza porque no les vi en todo el día y aunque los llamó por
teléfono el vacío de no tenerlos a mi lado, hacen resonar aquellas palabras de mi
madre, mi esposa me relata los hechos del día y lo divertido que la pasaron, aquel viejo
amigo inseparable que nunca se detiene que no es piadoso hace que cada día mis hijos
crezcan y “yo” impotente los veo crecer, y me reprocho! Habré disfrutado de ellos
esos primeros pasos, esas sonrisas angelicales ese brillo en sus ojos cada vez que me
veían llegar, pase el tiempo necesario con ellos? Si el tiempo necesario puesto que él
es más que menos!.
Ya tengo 80 años mis hijos están casados soy abuelo y Julieth nunca cambio su carácter
y porte en todos estos años siendo mi esposa, aquí sentados viendo el ocaso cruzamos
miradas y sin hablar sonreímos, fue difícil la vida no es fácil pero nos enseña mucho, y
aunque no estamos preparados, resistimos.
Inesperadamente caí en cama “un derrame” los médicos no dan esperanzas Juliet
siempre a mi lado y mis hijos me rodean, apenas y logro mover mis ojos, los veo
reunidos a todos y sonrió en mi interior pues ellos estarán allí cuando yo parta! No
puedo describir es bien difícil, pero puedo meditar algo, “no dejemos de dar ese
abrazo y ese beso a nuestros seres queridos, no dejen que el tiempo los haga esclavos
y que lo cotidiano se vuelva una carga”, eso lo aprendí muy bien. Ya no siento los pies
mis manos están heladas y mi respiración es tenue, apenas y puedo ver a mi familia
entorno a mí, veo a Julieth llorar y mis hijos con sus esposas a mi alrededor, veo el
atardecer a través de una ventana, y pienso ya es el tiempo, el ocaso de mi vida, al fin
mi viejo amigo se detendrá para mi!.
Descanse en Paz Roberto Saddin Pereira, siempre estarás en nuestras memorias y corazones, tu familia!
By MG.