MAYO 1 PROYECTO día de la madre el amor más grande
Aldea Global y el mito de Babel
1. ALDEA GLOBAL
Ayudando a ampliar más la definición de la aldea global la se entiende como la
proliferación y generalización de los medios impresos y electrónicos de
comunicación, articulados en tramas multimedia que llegan a todo el mundo,
generando una “cultura mundial”, entendida como cultura de masas, mercado de
bienes culturales, universo de signos y significados que crean el modo en que
unos y otros se sitúan en el mundo o piensan, imaginan, sienten y actúan,
reduciendo con ello las distancias y las fronteras logrando una homogenización de
masas. Metafóricamente "somos habitantes de una aldea".
Saludos Cordiales
DO M I N GO , 1 DE ABRI L DE 2 0 0 7
El mito de la Torre de Babel. Explicación e Interpretación
esotérica.
La incomprensión existente en torno al mito de Babel lo ilustra y legitima su
actualidad. Así, gente procedente de distintos nichos culturales otorga distintos
significados a la leyenda. De esta forma, un cristiano verá en él el pecado de la
vanidad del hombre que quería alcanzar a Dios, y el castigo divino del fuego y la
destrucción del proyecto común; un arqueólogo o empresario emprendedor lo mirará
desapasionadamente y se pondrá a buscar zigurats por Irak a ver si encuentra algo
parecido y así se hace tan famoso como Schliemann al descubrir Troya. Los psicólogos,
por el contrario, pueden ver en la Torre un referente para el análisis de las dinámicas
de grupos, Alejandro González Iñárritu vio en ella una oportunidad de hacer otra
película más sobre historias cruzadas y el sociólogo Niklas Luhmann seguro que ve una
ejemplificación de su teoría sociológica de sistemas y dinámicas macrosociales.
Precisamente, como ya nos indicaba Luhmann en el anterior post, la idea es que cada
uno agarra la realidad desde su propio sistema o piso de la torre y se las arregla para
que la realidad le encaje en su propia perspectiva. Como acabamos de indicar, lo más
gracioso es que esto sucede incluso con la explicación del por qué sucede esto, con el
propio mito.
2. La historia bíblica nos habla de gentes de oriente que hablaban una sola lengua y que
llegaron a la tierra de Shinar y se dijeron “vamos, hagamos ladrillos y cozámoslos al
fuego” (Génesis XI), y se pusieron a construir la torre para que llegara al cielo.
Entonces Dios se cabreó con ellos y los confundió haciéndoles hablar muchas lenguas
para que dejaran de trepar y se dispersaran por la tierra y se multiplicaran. El Talmud
por el contrario cuenta que Dios lo que hizo fue destruir la torre incendiándola porque
algunos de los que la construían querían subir para declararle la guerra en su reino de
los cielos.
Sea como fuere el abandono de la torre, lo importante es que el idioma original del
hombre se perdió y se dividió en 72 lenguas (una de las cuales, según Esteban Garibay
era por supuesto el vasco). Y se dividieron en tribus y se dispersaron como hinchas de
distintos equipos después de un partido, formándose las naciones y la falta de
entendimiento que caracteriza nuestra civilización actual.
El afán integrador de una humanidad dividida ha estado siempre presente, y para ello
se ha emprendido en numerosas ocasiones la loable tarea de encerrar niños
incomunicados a ver qué palabras aprenden de Dios, a ver cuál era el lenguaje original
divino antes de la caída de Babel. Se hace esto desde hace 2.700 años; lo han
efectuado el faraón Psamtik, el rey Jaime V de Escocia, el emperador Federico II
Barbarroja y el emperador Akbar de la India, obteniendo que el idioma original era el
pirgio, el hebreo y ninguno en los dos últimos casos porque los niños murieron sin
decir palabra. (El último intento de descubrir el lenguaje original del hombre lo realizó,
conforme a “ciudad de cristal” de Paul Auster, un tal Stillmann, al parecer con cierto
éxito, pero tampoco podemos fiarnos mucho).
Algo más materialistas y aprovechando lo publicitada que está, los buscadores de
tesoros y fama se empeñan en ver Babel en cada rastro de torre grande que se
encuentran por la zona, y van chillando a turnos: “¡he encontrado Babel, es el ziggurat
de Etemenanki!”, y otro contesta, “¡No, yo la he descubierto, está en Borsippa, a 11
millas ruta Babylón!”. Pero no ha de confundirse la historia con los gritos de los
fruteros del mercado.
A la izquierda tenemos a un marine americano bajando de ver a Dios por las rampas del
minarete de Samarra, una de las construcciones relacionadas con la torre de Babel.
Un dato que debería llevarnos a cierta reflexión es la presencia del mito de Babel en
tradiciones bastante distantes. El Corán sitúa el mito en el Egipto de la época de
3. Moisés, y -lo más extraño- también hay un mito mesoamericano que habla de la
construcción de la gran pirámide de Cholula con objeto de arrasar el cielo, y de su
destrucción por parte de los dioses y la confusión de las lenguas de los trabajadores.
Este mito se lo contó a fraile dominicano Diego Duran un sacerdote de Cholula de 100
años de edad, poco después de la conquista de México. También hay una antigua
leyenda tolteca que cuenta aproximadamente lo mismo. Historias similares corren por
Nepal y el norte de la India, así como en China. En todas se habla de una única lengua
original, del desafío del hombre a Dios y de la instantánea confusión de lenguas a
manos de éste. Finalmente, el Dr. Livingstone contó que las tribus cerca del lago
Ngami tenían una tradición similar (pero en vez de confundir sus lenguas, Dios les
derribaba pedruscos de la torre sobre su cabeza, así que el mito no cuenta).
Naturalmente, pretender que la torre de Babel se construyó en todos esos
emplazamientos es casi tan absurdo como asegurar que todos están equivocados salvo
nosotros, de tradición cristiana, que somos más inteligentes e interpretamos mejor los
“clásicos”. Este es uno de los problemas que surgen de mirar al mundo desde el piso
de la torre en el que uno se encuentra, pretendiendo que dicha perspectiva es la única
posible.
Cuando encontramos la misma leyenda en distintas culturas, ¿qué es aquello a lo que
debemos atender?, ¿qué es lo que no cambia estemos en Irak o en Yucatán? Hay dos
cosas que no cambian: que somos seres humanos y que tenemos este mito. Por lo
tanto, quizás debiéramos partir de los dos únicos datos seguros que permiten
establecer una teoría sólida.
Desde la interpretación esotérica, buscar todos los edificios u objetos mencionados en
la Biblia resulta tan absurdo como interpretar literalmente su significado y creer que
efectivamente algo llamado Dios bajó del cielo, y que estaba enfadado, y que bla, bla,
bla. Para la tradición esotérica, la Biblia entera es una metáfora, así como todo texto
religioso. El mito de Babel, por tanto, también lo es. La separación de lenguas significa
la fragmentación de la unidad, la división… Y la división significa la caída, porque la
voluntad del hombre no puede realizarse si su ego está dividido. La división no fue solo
entre personas, fue además en cada uno de nosotros. Vencer la división y alcanzar la
unidad, el absoluto, equivale a vencer a las mil cabezas de esa hidra que es el ego, ese
cúmulo de “yoes” que van turnándose para reclamar comida, fama, sexo, dinero,
diversión, amor, victoria o molestias de ese estilo.
4. Babel está compuesta de dos palabras: “Baa”, que significa “puerta”, y “El” que
significa “Dios”. Por tanto, la torre es una puerta hacia Dios. Cuando se habla de una
puerta hacia Dios, resulta absurdo interpretar literalmente que hay que subir a saltitos
escalón tras escalón y al final te plantas en el cielo y conoces a Dios, le pides un
autógrafo, te regala una carpeta y un bolígrafo de promoción, te da palmaditas en la
espalda y cosas así… Desde una perspectiva esotérica la puerta hacia Dios nunca ha
estado fuera de uno mismo, sino disponible en cada uno de nosotros, esperando ser
descubierta. Evidentemente, no podemos encontrarla si solo miramos al estrecho
cuartito del piso de la torre donde nos encontramos. Y si miramos “desde la torre” no
vemos “la torre”, sino la vista correspondiende a nuestro cuartito, una distorsión del
absoluto.
La torre, que es una torre helicoidal, está por tanto mostrando un camino, un camino
cuesta arriba, que parte de lo concreto y efímero (la tierra) y lleva hacia lo abstracto y
trascendente (el cielo). Ante el reto de cómo representar un camino interior,
abstracto… humanos de todo el mundo acuden al significado simbólico más evidente:
la construcción humana (no natural, de ahí el ladrillo) interior de un camino que sube,
como las plantas cuando evolucionan, que sube hac ia la luz, las estrellas, lo infinito. El
mito de la torre de Babel es arte, no mera descripción homérica de hechos históricos.
Esto es lo que diferencia esta historia de la de Troya.
Conforme al místico armenio Gurdjieff de principios del siglo XX, de quien hablaremos
en un artículo posterior, el mito de Babel cobra un cariz absolutamente distinto. La
humanidad se halla dividida en estratos, fundamentalmente cuatro. El externo es al
que pertenece la casi completa mayoría de la población, vive en el anonimato, no se
comprende con los demás, todo cuanto ve es reflejo de su propio ego, interpreta
conforme a su propio idioma mental, vive en lo imaginario, prejuicial… incomprendido
e incapaz de comprender nada más allá de su nariz. Una tremenda barrera divisoria
separa este estrato de los otros tres, llamados exotérico, mesotérico y esotérico
respectivamente. Las personas que residen en dichos estratos tienen conocimiento del
camino hacia el Absoluto, los exotéricos un conocimiento meramente teórico y los
esotéricos un conocimiento teórico y también práctico. Continuamente se lanzan
mensajes desde los círculos esotéricos hacia la confusa turba de afuera para tratar de
dirigir a los hombres hacia sus propias posibilidades evolutivas, para sacarlos de la
incomprensión y la división y permitir que en ellos se alce la unidad. Se trata del
camino o “los caminos” místicos de acercamiento a aquello a lo que se llama Dios
5. desde esta perspectiva; no una entidad separada de ti que te gobierna, sino más bien
el “todo”, el “absoluto”.
El lenguaje no es la única barrera, solo las ejemplifica. La incomprensión es total: no
escuchamos lo que dicen sino que remitimos a categorías mentales prefijadas,
etiquetamos personas, actitudes, formas, obligaciones, tonos, sonidos, animales y
desde ese mismo momento dejamos de ver la realidad y comenzamos a vivir en
nuestra imaginación. El pasado y el futuro contaminan la experiencia del presente
hasta tal punto que todo lo que vivimos termina siendo engorrosa repetición de este
pasado o inútil ensoñación del futuro. La división de las lenguas es una metáfora de la
división humana, de cómo estamos alienados, encerrados en cubículos
autorreferenciales que nos impiden movernos por la torre, evolucionar.
Lo de arriba es el cuadro del pintor Brueghel titulado “La torre de Babel”. La
característica fundamental que tradicionalmente se ha señalado en el cuadro era el
abandono de un diseño helicoidal. Esto era interpretado como la imposibilidad de una
evolución de los estilos artísticos, que van montándose unos encima de otros (cada
piso es distinto). Desde la perspectiva esotérica señalada, indicaría una división
insalvable en el camino hacia Dios.
Sin embargo, el pintor abstracto turolense Gonzalo Tena descubrió algo en el cuadro
de Brueghel. Descubrió, de hecho, un camino oculto que permitía atravesar las
plantas, camino que se inicia abajo a la derecha desde la barca y que sube hacia las
10:00, a través de escaleras disimuladas en una parte derruida y tablones de madera
que marcan una clara dirección, hasta arribar a una cabaña pegada al muro, donde
Gonzalo Tena identifica al propio Brueghel, que se ha dibujado a sí mismo en el tercer
piso de la torre, pintando el mismo cuadro en el que aparece pintado, observándolo
con unas lentes de aumento, instrumentos requeridos también por nosotros para
identificar al pintor alemán.
De forma que hay un camino, arduo y peligroso, eso sí, que permite atravesar las
divisiones aparentemente insalvables.
Pero eso no es todo, sino que el propio diseño aparentemente “no helicoidal” de la
torre se pone en cuestión, al descubrir Gonzalo Tena que junto al dibujo de Brueghel
hay una ventana y una puerta distintas de las del resto del piso, como las del
siguiente. Juzgando imposible que este y otros detalles fueran errores, la conclusión es
6. que esta evolución artística progresiva es posible, que los estilos pueden entenderse y
la diversidad conciliarse, que el ser puede cambiar poco a poco andándose la torre
entera, o más rápido caminando por el abrupto sendero abierto en el muro de la torre
de Babel.
Pero para ello debe superar la incomunicación, debe salir de su piso, sea cual sea, y
moverse, caminar, liberarse de los condicionamientos y de la identificación con el
idioma, la tribu, el hogar… liberarse del pasado y del futuro y caminar torre arriba.
Y sin embargo la construimos incesantemente en lo externo, la buscamos fuera sin
comprender que no va a cambiar nada fuera jamás si no es en correlación con un
cambio interno, porque para nosotros solo existe lo que tiene un nombre en nuestra
mente; lo demás son alaridos de bárbaros, cómicos, incomprensibles, despreciables...
¡Como en casa en ninguna parte, Totó!