Macario y María Teresa recuerdan sus vidas ligadas al ferrocarril mientras escuchan una canción sobre trenes. Macario nació en 1930 y creció viendo el caos de gente alrededor del tren. Trabajó desde joven en las vías del ferrocarril y aprendió el oficio hasta convertirse en frenero. En 1952 conoció a María Teresa, con quien se casó y tuvo cinco hijos. Hoy en día la pareja recuerda con cariño su historia juntos.
1. Crónica
Sentados en una mecedora, con una
taza de café humeante, escuchando
esa canción que dice: “el tren lento va
partiendo, sobre los hilos del acero…”,
Macario y María Teresa recuerdan
aquellos tiempos en que las vías
férreas formaban parte de sus vidas.
Macario, un campesino luchador, nacido el veinte de Junio de mil novecientos
treinta en el municipio de Barbosa. Crece en medio del caos de la gente
agolpada alrededor del tren que llega y que se va, acompañado de historias de
saludos y despedidas.
Los hombres de su familia trabajaban en las vías del ferrocarril y a sus siete
años, comenzó a interesarse por los trabajos que allí se realizaban.
Pasaron los años y Macario aprendió de las labores y demostrando sus
capacidades logró entrar a trabajar como frenero, él debía estar pendiente en
los descensos en las zonas más montañosas, donde debía aplicar el freno a
uno de los vagones, no fuera que el impulso de éste empujara la locomotora,
que tenía su sistema de freno independiente, y se siguiera deslizando sobre los
rieles.
Otro de sus trabajados fue en las cuadrillas que reparaban la línea férrea, en
pequeños carros que se deslizaban por la misma carretera, llevaban las
herramientas y los materiales para enderezar los rieles y reemplazar los
polines.
Amanecía en Cisneros y de mañana reemprendía la marcha como frenero o en
la cuadrilla hacia Medellín o hacia Puerto Berrío.
En uno de sus tanto viajes conoció a la mujer de su vida, a esa que desde mil
novecientos cincuenta y dos, lo acompaña en su despertar cada mañana, esa
2. que lo ha acompañado durante tantos viajes y la que le regalo cinco hijos, su
razón de vivir.
Hoy en esa mecedora, con un sombrero de fieltro, una camisa manga larga,, un
pantalón gris, tomado de la mano de esa mujer que en su mirada refleja años
de ternura y dedicación a su esposo y a sus hijos. Cuentan una historia que les
dejo huellas de amor y felicidad.