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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD DE CARABOBO
ÁREA DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
MAESTRÍA EN HISTORIA DE VENEZUELA
GOLPES DE ESTADO, ALZAMIENTOS E INSURRECCIONES MILITARES
Y CIVILES COMO FORMAS DE VIOLENCIA POLÍTICA
EN LA HISTORIA VENEZOLANA DE 1958 A 1998.
Autor: Pavel José Oropeza Sánchez
Tutor: Dr. José Napoleón Oropeza
3
Introducción
El presente proyecto de investigación aborda el análisis del proceso histórico
social, que se generó el 23 de enero de 1958, tras la caída del último dictador del siglo
XX venezolano, Marcos Evangelista Pérez Jiménez.
El proceso político que comenzó en 1959 con las primeras elecciones
democráticas que llevaron a la presidencia de la República de Venezuela al Sr.
Rómulo Betancourt, quien, para algunos historiadores, fue y ha sido el presidente más
combatido en la era democrática, ha decaído a lo largo de estas cuatro décadas. Desde
esta perspectiva, intentaremos analizar el proceso ideológico que se generó, en nuestro
país tras el triunfo de la Revolución Cubana, en aquellos años en que las ideas
prevalecían sobre los hechos, como una consecuencia natural de la supremacía de lo
ideológico ante la acción.
Fuera de los cuarteles, el descontento se evidenciaba. Pero dentro de ellos
empezaba a gestarse un movimiento político que pronto intentaría tomar el poder, a
sangre y fuego; se dan los movimientos militares de El Barcelonazo; El Carupanazo y
El Porteñazo, como los más emblemáticos dentro de la era democrática. Igualmente,
los partidos que preconizaban la insurrección intentaron emular al ejército de Fidel
Castro, dando nacimiento a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (F.A.L.N).
Las cuales no podrán tomar el poder por la vía de la insurgencia armada, pero crearán
malestar y desasosiego dentro de las Fuerzas Armadas Nacionales.
Los años transcurren dentro del proceso económico venezolano, y su futuro se
volverá a ennegrecer con la entrada al poder del señor Carlos Andrés Pérez, en 1988
(Segundo Período).
Pero los “éxitos” macroeconómicos seguían sin dejarse sentir en la calle y el
descontento era general. De modo que, lo que más llamaba la atención es que,
teniendo tanto paño donde cortar, los insurrectos del 04 de febrero de 1992 no
hubiesen hecho ni siquiera el intento de presentar un programa de reivindicaciones
civiles para justificar su acción militar.
¿Se trataba de una intentona castrense, sin importancia y sobre todo sin
futuro?, ¿Había razones de las puramente militares, para un estallido? La pregunta
fundamental que la inmensa mayoría de los venezolanos se hizo, desde el primer
4
momento, fue: ¿Cuál sería la reacción popular? ¿Actuaría el pueblo como sucedió el
07 de septiembre de 1958, lanzándose al asalto de un cuartel con las manos desnudas
para defender a la recién conquistada Democracia?, ¿O por el contrario reeditaría un
“CARACAZO” para apoyar a quienes intentaban derrocar a un gobierno que, según
las encuestas, detestaba mayoritariamente?
La primera reacción de la dirigencia de los partidos fue cerrar filas en
torno a la defensa de la Democracia, amenazada por el viejo fantasma del Golpe de
Estado, que se creía enterrado desde hacía treinta años. En este trabajo de
investigación, nos planteamos analizar los Golpes de Estado, Alzamientos e
Insurrecciones Militares y Civiles como forma de Violencia Política en la Historia de
Venezuela desde 1958 a 1998.
Desde esta perspectiva, resulta imperativo analizar el papel histórico de la lucha
armada en la vida nacional, durante la década de los años sesenta.
Igualmente, conocer las razones históricas que condujeron al fracaso de la
lucha armada en Venezuela. Y es fundamental en nuestra investigación analizar las
razones históricas que produjeron los alzamientos militares, durante el período
democrático de Rómulo Betancourt. En este estudio, se intentó ubicar y determinar las
razones históricas que condujeron al fracaso de los golpes de Estado e Insurrecciones
militares en Venezuela, durante el período histórico 1958 a 1998. Es deber del
investigador señalar e investigar las respuestas del Estado como consecuencia de la
violencia insurreccional y militar, durante el período 1958-1998. Estas son las
premisas que van a centrar; a esta investigación.
Metodológicamente, la reconstrucción historiográfica se efectuará,
fundamentalmente, a partir del análisis crítico de las fuentes documentales, enlazando,
estos elementos teóricos; con los diferentes contextos históricos, los cuales, de forma
elemental, se basarán en la investigación bibliográfica existente.
Por estas razones, el trabajo podría ser considerado como una Investigación
Histórica de tipo documental, siendo este tipo de investigación, el más acorde en la
definición y explicación de los objetivos aquí planteados.
La investigación ha sido concebida en seis capítulos, más lo relativo a las
conclusiones. En el primer y segundo capítulo se abordarán, las consideraciones
5
generales en base al tema desarrollado, estableciendo especial referencia a las
insurrecciones militares y civiles. Estos eventos se vincularán a los hechos y procesos
políticos e históricos de la actualidad.
Se centrará en el estudio y a los análisis de todos los movimientos de carácter
insurreccional, por parte de los partidos políticos en la clandestinidad, ocurridos
durante el inicio de la era democrática. El capítulo tres, se va a fundamentar en la
violencia política de los años sesenta, junto a lo concerniente al proceso de formación
de la Fuerza Armada Nacional, dentro del ámbito político nacional, fundamentándose
en los conceptos emitidos por Samuel Hungtinton, quien; realiza un análisis, en base al
rol de los militares y su papel en el desarrollo del sistema político, y como este último
ha pretendido un supuesto control por parte de los civiles (hacia las fuerzas
castrenses), que dirigen al Estado Venezolano y el capítulo cuatro, respectivamente;
corresponderá a los movimientos insurgentes contra el Sistema Democrático durante el
gobierno de Rómulo Betancourt, el papel del grupo Guerrillero “Bandera Roja”. El
capítulo quinto, se concentra en la llamada insurrección armada, como guerra de baja
intensidad, el capítulo sexto el análisis de las decadas setenta y ochenta, y por último
la intentona golpista de 04 de febrero, hasta concluir con la victoria electoral del actual
presidente Tcnel (Ej) Hugo Rafael Chávez Frías. Por último se le dedicará a las
conclusiones pertinentes al estudio aquí planteado.
6
Capítulo I.-
Los hechos violentos acaecidos en el marco del proceso socio-político
generado en la madrugada del 23 de enero de 1958 hasta nuestros días, tales como: El
Barcelonazo, El Carupanazo, y el Porteñazo, entre otros, han transformado y
contribuido a desarrollar y renovar, estructuralmente, al Estado venezolano,
conjuntamente con la sociedad venezolana en general. Igualmente, se podría indicar
que la reestructuración del país nacional, a través de la aplicación de una carta magna
de carácter progresista, que en los actuales momentos se plantea desde el gobierno
de Hugo Chávez Frías. Ella constituye el resultado directo de estos hechos, tras el
estudio histórico de las causas y consecuencias que han generado estos eventos en la
manera de comprender y vivir el hecho político del hombre venezolano actual.
Dentro de este contexto se delimitarán los lineamientos del diseño del presente
proyecto. Según el criterio de Luis España, expuesto en su obra, “Las Razones del
Venezolano”, en el cual, se reconoce que la situación es compleja y se escapa de los
límites del discurso regular de política. Se trata de un problema nacional, cuyas raíces
son complejas para el análisis. Ernesto “CHE” Guevara; lo diría más icásticamente al
afirmar que “El camino de la liberación nacional en América Latina es el camino de la
violencia, necesaria para la casi totalidad de los países latinoamericanos”, (texto
tomado de VALSALICE LUIGI: Guerrilla y Política. Editorial Pleamar. Buenos
Aires. Argentina, 1973). Con esta afirmación genérica del CHE Guevara, el líder
carismático de la revolución cubana, se deberá enfrentar el Estado venezolano a partir
del año 1962, en la prueba táctica y político social de mayor envergadura que la
modernidad haya impuesto como fenómeno social.
En este sentido nadie se propone resolver directamente el problema de la
violencia, fenómeno digno de analizar desde distintas ópticas. En los últimos años
hemos sido testigos de los sucesos del 27 de Febrero de 1989, conocido como “El
Caracazo”. Luego, el crecimiento desmedido de la inseguridad y de la violencia
delictiva, el aumento de la pobreza y la desigualdad, la conflictividad sociopolítica, las
protestas semanales irracionalmente violentas, la violación de los derechos humanos
(El Amparo, los cadáveres del sector de La Peste, la represión policial), sólo por
7
nombrar algunos hechos que han generado y afianzado un clima de violencia en el
país.
Posteriormente, la madrugada del 04 de Febrero de 1992, con el intento de
golpe de Estado liderado por Hugo Chávez Frías, queda al descubierto la inestabilidad
del régimen político imperante. Se despierta con ello el uso cotidiano de la fuerza para
“resolver” los asuntos públicos, todo lo cual generó la permanente intranquilidad de
tener la certeza de que aún, lo peor no ha pasado.
Angela Zago, en su libro “La Rebelión de los Ángeles”, afirma: “Los
comentarios políticos que a partir del 04 de febrero se hicieron a través de los medios
audiovisuales –y en algunos casos de la prensa escrita- acerca de lo que es un militar,
deben haber molestado profundamente a estos profesionales”. Mientras que la opinión
pública manifestaba una sorprendente solidaridad hacia los militares rebeldes que se
alzaron el 4 de febrero, la mayoría de los dirigentes políticos y algunos intelectuales
pegaron el grito al cielo: “había llegado el lobo y caperucita comenzó a chillar
histérica.” (Angela Zago pp 46).
En los últimos cuarenta años, el Estado venezolano, ha sufrido fuertes
enfrentamientos, algunos de carácter ideológico, como los hechos de la década de los
años sesenta, donde el comunismo era la panacea, dentro de los jóvenes cimarrones de
aquella época. Con el transcurrir de los años, la lucha se hizo más sencilla, y sin tintes
políticos. El Estado se adapta rápidamente, a esta forma de violencia, generando una
respuesta, que fácilmente se le podría comparar con las políticas STALINISTAS, el
boato y la corrupción han socavado el sistema, y la sociedad generó una respuesta
rápida frente a este mal, el sentimiento de repulsión del Estado corrupto y corruptor
que han llevado a hombres al poder, con el sentimiento muy arraigado de querer
desaparecerlo.
Tras el intento de golpe de Estado del año 1992, se generó un clima de
discusiones: El Presidente llamó a los notables, encabezados, por Arturo Uslar Pietri.
Luego, sé habló de la necesidad de una convocatoria a la Asamblea Constituyente.
La ebullición política aparentemente encontró en el gobierno de Caldera un
momento de paz, mientras avanzaba la sombra de un gobierno aparentemente
pacificador e inerte, la figura de Hugo Rafael Chávez Frías, quien pasaría, desde 1992,
8
hasta un año antes de tomar el poder por la vía electoral, retomando las banderas que
habían quedado olvidadas desde los tiempos de “El Caracazo”.
Hugo Chávez Frías gana las elecciones en 1998. Y convoca a la Asamblea
Nacional Constituyente. En tres meses tendría lista una Constitución que sería tomada
como una panacea a través de la cual se solventarían, según sus redactores, las
necesidades más perentorias de la población venezolana y se dará forma a un Estado
“moderno y contemporáneo”.
Por más de tres décadas, la democracia venezolana funcionó con éxito,
sobresaliendo, junto con Colombia y Costa Rica, en un contexto latinoamericano
signado por la recurrencia de gobiernos dictatoriales. No obstante, a partir de 1989, el
país se había sumergido en una severa crisis, que sembró dudas acerca del llamado
“Excepcionalismo” venezolano. En la actualidad han resurgido viejas inquietudes
acerca de las condiciones y posibilidades de funcionamiento del orden democrático del
país. Nos podríamos preguntar ¿Cuáles son los determinantes de la crisis del sistema
político venezolano? ¿Qué lecciones se pueden extraer de los logros y deficiencias de
los cuarenta años del régimen democrático en el país? ¿Qué perspectivas de corto y
mediano plazo se le plantean al sistema político venezolano?
Partiendo de estos elementos, la investigación está orientada bajo los
elementos de la historiografía, apegados a las concepciones de los métodos de
investigación social, en aras de dilucidar las consecuencias políticas que ciertos
eventos históricos habían desarrollado en Venezuela, tales como: El Porteñazo, Las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, conocidas como las F.A.L.N, el mismo
derrocamiento del último dictador venezolano del siglo XX, así como la influencia del
triunfo de la Revolución Cubana, bajo las órdenes de Fidel Castro y sus insurgentes.
Todos estos eventos que, ideológicamente, influyeron positivamente en la mente de
los jóvenes venezolanos y del mundo entero, en una década llena de ideales y sueños
de libertad.
Por otra parte se abordó el final de la era guerrillera, la pacificación por parte
de congresantes y mandatarios de la época: ¿cuál fue su aporte a la formación de la
idiosincrasia y la mente política del venezolano moderno, que desde sus curules
parlamentarios siempre han deseado la Revolución?. Se abordará igualmente la
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debacle económica del gobierno de Luis Herrera Campíns y su Viernes Negro; el
segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y los golpes de Estado del año 1992.
Al final de nuestro análisis, se podrán responder y analizar los objetivos que
dieron forma y fin a esta investigación e indicar, los resultados positivos que los
mismos pueden dar a la sociedad cambiante de la nación, en las postrimerías del siglo
XXI. Los paradigmas se han desarrollado y cambiado siempre en búsqueda del futuro
para el nacional actual
En este sentido, la investigación contribuirá con una bibliografía que aportará
un nuevo elemento de análisis de un fenómeno contemporáneo que atañe a todos: La
violencia política como generadora de cambios.
Por otra parte esta contribución bibliográfica podrá ser motivo de consulta
para otros investigadores que encuentren, en sus páginas, ecos de un problema
comunitario y nacional que nos atañe a todos los venezolanos del presente.
Los ajustes teóricos y metodológicos, por otra parte, permitirán hacer cortes en
torno a los objetivos y fines que delimitan a este diseño, permitiendo ceñirse al
objetivo de análisis fundamental que nos hemos abocado en esta investigación.
10
Capítulo II.-
La izquierda jacobina fue influida fuertemente por la teoría de la dependencia,
que postulaba que la totalidad de la economía latinoamericana, tanto en las áreas
urbanas como periféricas, fue integrada al capitalismo mundial, y que la elite
económica, incluida la burguesía, sostenía y defendía al Sistema político, social y
económico imperante. Esta teoría representaba un desafío a la versión comunista
ortodoxa del concepto de las dos etapas de la Revolución del Proletariado (versión
clásica). Es este nuevo paradigma social e ideológico que va a llevar a formar a nuevos
grupos de violencia social (guerrillas), con un nuevo discurso y una nueva ideología,
que, hoy en día, persiste en toda la América Latina.
Como suele ocurrir en tiempos de decisión, en este momento todas las
posibilidades permanecen abiertas. El mapa político luce impregnado de
incertidumbre.
En las actuales circunstancias parecen visualizarse cinco imágenes de futuro
para el corto plazo, cada una con su respectivo grado de viabilidad y probabilidad”.
Así nos ilustra Manuel Caballero en su libro, “La crisis de la Venezuela
Contemporánea” (1998): “La continuación de la situación prevaleciente desde el 4 F,
el éxito de la política de concertación nacional promovida por importantes fuerzas
sociales; la imposición de las tesis de un referéndum popular sobre la reforma a la
Constitución y la permanencia o no de las actuales autoridades ejecutivas, legislativas
y jurisdiccionales; un golpe militar ejecutado por militares de alta graduación con
miras a restablecer “el orden” y “la tranquilidad” de la sociedad venezolana; y un
golpe militar realizado por oficiales de mediana y baja graduación con objetivos
similares a los que aparentemente inspiraron a los cabecillas del 4 de febrero de
1992”.
Siempre, el ideal que propugnan los alzados al sistema democrático, en el
mundo entero señala que su movimiento se basa en el ideal de reestablecer el orden
alterado. Recordemos el acta constitutiva de la Junta de Gobierno de 1948, igualmente
el 23 de enero de 1958.
El Coronel (EJ), José Machillanda Pinto, en su libro “Poder Político y Poder
Militar en Venezuela; 1958-1986” (1986) Pág. 87 nos señala: “La situación político-
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social después del derrocamiento del General Marcos Pérez Jiménez, en Venezuela,
es de enfrentamiento, de disturbios y de insurrección. Manifestaciones de numerosos
desempleados y una agitación estudiantil permanente, sirven de fermento
revolucionario a la caída del régimen dictatorial”.
La separación del gobierno, del Partido Unión Republicana Democrática,
después de la Conferencia de San José de Costa Rica, ocurrida el 11 de noviembre de
1961, remata el cuadro de inestabilidad, conflicto y enfrentamiento en toda la
sociedad.
Domingo Irwin en su texto “Relaciones Civiles-Militares en el Siglo XX”, Pág.
103 (2000), advierte que:”El Pacto de Punto Fijo, la Constitución de 1961 y el
fracaso del rosario de golpes militares, hasta el llamado Porteñazo, garantizan el
triunfo de la tesis del capitalismo de estado”.
Los movimientos subterráneos insurrecciónales de naturaleza militar, o cívico-
militar, se fortalecen durante la década de los años ochenta. Las organizadas logias
militares se manifestarán abruptamente en 1992, en dos frustrados golpes de Estado.
Con cada conspiración militar que fracasa, o bien que es develada y se frustra,
se logra avanzar en el proceso institucionalizador. Es, dentro de la oficialidad militar,
el fracaso recurrente de la tendencia pretoriana y el predominio constante de la
tendencia de orientación profesional. Afortunadamente, sobre este período de la
realidad militar venezolana, se cuenta con el excelente trabajo de compilación
testimonial desarrollado por Agustín Blanco Muñoz (1981-1982), en seis gruesos
volúmenes.
Todos los intentos fracasan. La crónica de estos sucesos, según sus más
importantes protagonistas visibles, los recoge pulcramente Agustín Blanco Muñoz
(1981). Crónica testimonial donde se siguen los detalles de los contactos entre los
sectores radicales de orientación marxista-leninista y sus aliados militares. El aspecto
culminante es la insurrección militar en las instalaciones navales en Puerto Cabello, en
1962, y su sangriento fracaso.
De los defensores militares del gobierno sólo el Contralmirante Ricardo Sosa
Ríos (1979), dejó para las generaciones futuras su visión de los sucesos en un libro
autobiográfico: Mar de Leva. Lo verdaderamente importante del llamado Porteñazo,
12
no es la crónica testimonial, el detalle de los sucesos, las veladas delaciones del radical
movimiento.
Lo paradógico de este proceso histórico de 1958 a 1962, radica en que se
evidencia la institucionalidad como superior a la participación política, en el sentido
huntingtoniano de ambos términos. Esto que parece inicialmente contradictorio,
encuentra una fácil explicación al resaltar la auténtica constitucionalidad del régimen,
su legalidad y legitimidad. Como institucionalmente se canaliza la participación
política. Ésta se realiza, vía los partidos políticos, por medios electorales e
institucionales y la violencia contra esta realidad con Potestas, Imperium y Autoritas,
no tiene éxito. En términos huntigtonianos se entra en una realidad política Cívica-
progresista y de ella, teóricamente, se puede avanzar hacia una Cívica-de
participación.
Desde la década de los años sesenta, la institución política venezolana avanza en
el proceso de modernización de sus instituciones, dejando atrás fórmulas visiblemente
anticuadas.
Desde la década que se inicia a partir de 1970, hay un renacer de proyectos
político-militares clandestinos. Los paradógicos acuerdos de los años sesenta entre
civiles de orientación marxista-leninista, opositores a los gobiernos presididos por
Betancourt o Leoni y militares en proceso de politización, tienen una segunda edición,
mejorada, corregida y aumentada. Las llamadas ideas sobre seguridad nacional y
desarrollo socio-económico ganan adeptos, también, dentro del cuerpo de Oficiales
venezolanos, como vía para detener la influencia marxista en las Fuerzas Armadas
Nacionales.
El 23 de Enero de 1958 fue derrocado el General Marcos Evangelista Pérez
Jiménez. Tras este golpe de estado, concluyen casi diez años de férrea dictadura. Para
poder explicar o lograr entender lo que ocurrió, en esta década aciaga, en nuestro país,
debemos analizar el significado de ese 23 de Enero.
En el fondo, acaso se temía que jamás el País lograría sacudirse el yugo de las
tiranías. El derecho a expresar de viva voz el pensamiento, tanto tiempo ignorado por
los regímenes de facto, se manifestó en los medios de comunicación social. Y el
hombre de la calle comprendió que en lo sucesivo se podrían fijar los destinos de la
13
nación. Por otra parte, el espíritu castrense tampoco podía olvidar, en un día, el papel
eminentemente protagónico que hasta entonces le había correspondido, incluso desde
los mismos días de la independencia nacional.
Se trataba de un país con nuevas características de la que muchos protagonistas de
la política echaron mano para enmendar rumbos, cada cual en la dirección de su
propio interés. Por muy férreo que fuese el espíritu de la unidad nacional, tan fuerte
disparidad de criterios no podía sino traducirse en un enfrentamiento violento. En el
campo civil, la insurrección es permanente. La guerrilla urbana y las manifestaciones
populares y estudiantiles transforman las calles en campos guerrilleros bajo la
orientación ideológica del marxismo leninismo. Desde otro escenario, en un mitin
multitudinario celebrado en La Habana el 26 de Julio de 1962, conmemorando la fecha
del asalto al cuartel Moncada, Fidel Castro apuesta a que convertirá a la Cordillera de
los Andes en la Sierra Maestra del continente Americano. La tesis de la insurrección
armada sostenida por el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de
Izquierda Revolucionaria es discutida abiertamente y sus fracciones parlamentarias
hablan del “gobiernito” de Betancourt, haciéndose eco de las arengas de Castro, desde
Cuba.
Durante marzo de 1992, en un encuentro de emergencia que sostuvo el
principal partido de oposición (COPEI) para analizar las causas del fallido intento
“Del 04 de Febrero”, se llegó a la conclusión que un elevado número de oficiales y
soldados, teniendo en cuenta el volumen total de efectivos del ejército que está siendo
sometido a los procesos de la justicia militar a raíz de la insurrección, tuvo
participación en la acción, y resultaban contaminados con las ideologías comunistas
anticristianas.
Casi la totalidad de las fuerzas de lidia del ejército venezolano participaron en el
golpe del 04 de Febrero de 1992. La principal división blindada estacionada en
Valencia. La principal división misilística en la ciudad de Maracaibo. Cosa que no se
veía en ninguna insurrección militar desde el 24 de noviembre de 1948, que fuerzas
militares de tal magnitud se separaran de la línea institucionalista de la Fuerza Armada
Nacional.
14
Eso conduce a ir más allá del tema limítrofe como causa del sacudón militar.
De hecho, los oficiales alzados hablaron de la forma cómo se está conduciendo el
proceso histórico.
Por primera vez en la historia de la democracia, la clase media, integrada por los
hijos de obreros y trabajadores, lograron cambiar de status. Alcanzando los sueños de
sus progenitores de bienestar y opulencia, asumieron un rol activo en la discusión
política, de manera cotidiana.
Tal vez una de las más importantes consecuencias de la crisis de 1983 se sitúe en
el terreno psicológico. A partir de entonces los venezolanos han estado habituándose a
la idea de que viven, más allá de una situación y una circunstancia, en una realidad
permanente y también en un país diferente.
15
Capítulo III.-
En la historiografía venezolana resulta sumamente interesante que, a pesar de
la importancia histórica de la Violencia en el manejo de la democracia, buena parte del
contenido sobre el tema Violencia se encuentra diluido, con el tema político, en los
textos que tratan sobre la evolución histórica venezolana del siglo XX. De allí surge
parte de la confusión analítica y conceptual. En parte esta situación, resulta un reflejo
fiel de esa fusión militar-civil y político-militar, que se ha venido comentando y
analizando en textos anteriores. Si antes se diferenció entre el caudillo y el dictador,
entre caudillismo y dictadura militar, resulta ahora necesario, avanzar en el proceso de
depuración conceptual, de clarificar términos empleados sin mucho esfuerzo de
precisión analítica en la historiografía venezolana.
El problema básico es el contenido político del término Violencia. Una forma
efectiva de descalificar ante un público culto, de orientación liberal, los gobiernos de
facto que expresan las dictaduras militares iberoamericanas.
El método histórico se afianza en el conocimiento de las distintas etapas de los
objetos en su sucesión cronológica. Para conocer la evolución y desarrollo del objeto o
fenómeno de investigación se hace necesario revelar su historia, las etapas
principales de su desenvolvimiento y las conexiones históricas fundamentales.
Mediante el método histórico se analiza la trayectoria concreta de la teoría, su
condicionamiento a los diferentes períodos de la historia. Los métodos lógicos se
basan en el estudio histórico poniendo de manifiesto la lógica interna de desarrollo, de
su teoría y halla el conocimiento más profundo de esta, de su esencia. Sobre estas
premisas, sometemos el estudio planteado. Así, vemos en las páginas siguientes como
la violencia política, de las últimas décadas en nuestro país ha generado cambios.
16
LA VIOLENCIA POLITICA EN LOS AÑOS SESENTA
Por largo tiempo privó en la ciudadanía el ambiente de júbilo que se inició
el día 23 de Enero de 1958, tras la huida del país del dictador Pérez Jiménez.
Venezuela, puede decirse, parecía celebrar la fiesta de la libertad. Era un jolgorio
natural y comprensible. Tenía su explicación en las dictaduras que había soportado el
pueblo. En el fondo, acaso se temía que jamás lograría sacudirse el yugo. El derecho a
expresar de viva voz el pensamiento, tanto tiempo ignorado por los regímenes de
facto, se manifestó en los medios de comunicación social. Y el hombre de la calle
comprendió que en lo sucesivo se podrían fijar los destinos de la Nación.
La convocatoria a elecciones libres, hizo de inmediato la Junta de Gobierno
presidida por el Vicealmirante Wolfang Larrazabal Ugeto, quien fue designado,
apresuradamente, para ocupar tan honroso cargo. Venezuela, casi desconocida hasta
entonces en el concierto de las naciones latinoamericanas de este siglo, pareció
alcanzar la mayoría de edad política y marchar llena de confianza hacia un futuro
promisor.
Pero las diversas opiniones, ideales y ambiciones de la Nación, que el dictador
había logrado mantener amordazadas durante toda una década, se manifestaron
entonces abiertamente. Y ya no fue un sentimiento unitario de oposición a la tiranía el
que se produjo, sino la aparición de una pugna de ideologías de clases claramente
opuestas, dando inicio a una polémica nacional para la cual el país posiblemente no
estaba del todo preparado. Venezuela, en aquel entonces, aparecía como una de las
naciones económicamente más holgadas del continente y el capital privado
internacional, no estaba dispuesto a perder la oportunidad de inversión que se ofrecía.
Pero las ideologías de izquierda también querían hacer oír su voz.
Por otra parte, el espíritu castrense tampoco podía olvidar, en un día, el
papel eminentemente protagónico que hasta entonces le había correspondido, incluso
desde los mismos días de la independencia nacional.
Se trataba de un país con nuevas características del que muchos echaron
mano para trazar rumbos, cada quien perfilando aquellos en la dirección de su propio
interés. Por muy férreo que fuese el espíritu de la unidad nacional, tan fuerte
disparidad de criterios no podía sino traducirse en un enfrentamiento violento.
17
Por otra parte, al primer presidente de la nueva era democrática, le
correspondió asumir el mando en que, no lejos de Venezuela, triunfaba y se hacía del
poder la revolución quizá de mayor trascendencia ocurrida, en este siglo, en nuestro
continente: La Revolución Cubana.
La visita a Caracas que a los pocos días realizara el comandante, Dr. Fidel
Castro Ruz, pareció señalar, fehacientemente, que el pueblo se aprestaba a vivir
acontecimientos muy diferentes, en los que no sólo pudiera tomar parte, sino de los
cuales aspiraba, ni más ni menos ser el conductor.
Acción Democrática –ese partido ilegal hasta hacía tan poco- demostró
ser la agrupación política mejor organizada, y su candidato Rómulo Betancourt ganó
las elecciones limpia y abrumadoramente. Recibió el poder constitucional de manos
del entonces soberano Congreso Nacional. Pero el programa que puso en práctica para
gobernar, evidentemente, no satisfizo a todos y, aparte de los sucesivos levantamientos
en armas que debió sofocar con mano de hierro, las mismas escisiones de su propio
partido demostraron claramente que los ciudadanos en Venezuela se encontraban muy
lejos de pensar al unísono.
Y surgieron quienes alentados sin duda por el ejemplo victorioso de los
insurgentes cubanos, optaron, de una vez, por tomar las armas, en su idea de dar a
Venezuela un régimen de gobierno en el cual el pueblo no fuera solamente espectador,
sino también el responsable conductor.
A partir del intento de golpe del General Jesús María Castro León y por
más de un lustro, el país no conocería ya tregua alguna y únicamente vino a disfrutar
de una paz ciudadana una década después. Los rumores circulantes sobre la inminente
posibilidad del alzamiento de tal o cual repartición militar, o una asonada encabezada
por ese ó aquel Coronel o General retirado que, súbitamente, habían regresado al país,
eran continuos. Más de un caraqueño madrugador encendía la radio a primera hora de
la mañana esperando encontrarse con la lectura de alguna proclama de contenido
netamente “revolucionario”, en la cual el nuevo jefe de gobierno daba a conocer sus
directrices generales. Se vivía un clima de gran inseguridad, pues nadie estaba en
capacidad dónde y cuando habría de producirse el próximo atentado con bombas y
quién habría de ser la víctima escogida para la ocasión.
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Estos episodios de terror quizá se resuman en la sangrienta y terrible
aventura terrorista del Paseo de los Próceres, el 24 de Junio de 1960- en la cual perdió
la vida uno de los edecanes del Presidente de la República Don Rómulo Betancourt,
quien debió ser hospitalizado enseguida con quemaduras en las manos-. Los servicios
policiales debieron ser incrementados. Tras la desenfrenada orgía de sangre que había
constituido el ataque por parte del pueblo enardecido a la tenebrosa Seguridad
Nacional de Pérez Jiménez, organismo que sería disuelto. En su lugar, se creó uno
nuevo, pero con otro nombre y nuevo personal: La Dirección General de Policía, o
simplemente DIGEPOL, dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores.
Continuamente sus patrullas ululantes “volaban” por las embotelladas
calles y las cada vez más peligrosas autopistas, para acudir al súbito estallido de una
bomba. Todo esto mantenía en zozobra a los inquietos pobladores. Pero la
inexperiencia de sus noveles funcionarios y la gravedad de la situación obligaron al
Ejército a crear su propio y moderno S.I.F.A., que no era otra cosa que el Servicio de
Inteligencia de las Fuerzas Armadas, cuyos métodos coercitivos comenzaron a causar
temor en los medios subversivos.
Pese a su acción, los enfrentamientos continuaban. El temerario, aunque
incruento alzamiento de la Escuela Militar de Conejo Blanco, en la noche del 20 de
Febrero de 1961, encabezado por el Coronel retirado Edito Ramírez y la espectacular y
sangrienta sublevación del cuartel de Infantería
“Pedro María Freites” de Barcelona, Estado Anzoátegui, en la madrugada del
26 de Junio del mismo año, largamente planificada por un grupo de oficiales retirados,
(entre los que figuró el propio ex-comandante general de las Fuerzas Armadas de
Cooperación ó Guardia Nacional, Coronel Oscar Tamayo Suárez), dejó claramente
establecido, por un lado, que en los cuarteles del país no existía un pretendido espíritu
de férrea unidad para deponer al gobierno, y que, por el otro, que este tenía la
intención absoluta de ahogar en sangre toda intentona de subvertir el orden.
Pero, además, se hizo notorio un fenómeno que habría de caracterizar
cada vez más, en lo sucesivo, el matiz político de las actividades insurreccionales, a
comienzos de 1958 dentro de lo que pudiera llamarse tendencia conservadora,
reaccionaria de ultra derecha de la sociedad venezolana. Se produjo lento pero seguro,
19
un viraje hacia el campo de la ultra izquierda, alentada, sin duda, por el éxito de la
Revolución Cubana y el surgimiento, en la escena latinoamericana, de un personaje de
gran carisma, como lo fue el Comandante Ernesto “CHE” Guevara.
Al mismo tiempo se observó también otro fenómeno singular que ayudó a
acentuar la virulencia de la sublevación en general y a darle, cada vez más, un tinte
distintivo a la orientación política del partido gubernamental: la lucha vehemente e una
clase campesina desposeída de la tierra. Ello obligó al presidente Betancourt, con
carácter prioritario, la ansiada Ley de Reforma Agraria, lo que condujo, prontamente,
hacia la representación de las ambiciones del capital privado, oscilando así
notoriamente de la izquierda hacia la derecha.
En el año de 1960, el gobierno presidido por Rómulo Betancourt, decide
ilegalizar al Partido Comunista de Venezuela (P.C.V.). En los meses siguientes a la
organización partidista surgida tras la división del partido Acción Democrática: el
M.I.R (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Este partido también fue ilegalizado
por actividades conspirativas. Desde este momento, se abre el camino de la Violencia
que ya se enseñoreaba en los liceos y universidades, convirtiendo a los estudiantes en
carne de cañón.
“Tras cada conspiración militar que fracasa, o bien, que es develada y
se frustra, se logra avanzar en el proceso institucionalizador. Es, dentro de la
oficialidad militar, el fracaso recurrente de la tendencia pretoriana y el predominio
constante de la tendencia de orientación profesional”. Afortunadamente, sobre este
período de la realidad militar venezolana, se cuenta con el excelente trabajo de
compilación testimonial desarrollado por Agustín Blanco Muñoz (1981-1982).
Los movimientos del más ingenuo y bruto pretorianismo fueron relativamente
dominados con facilidad. El Ministro de la Defensa, General Jesús María Castro León,
parecía creer que todavía ese despacho era la antesala de la Presidencia de Venezuela.
Con derrota, exilio y prisión pagó el precio de su ingenuidad política. El Coronel Hugo
Trejo nunca llegó a materializar sus amagos o proyectos conspirativos y se acomoda al
exilio dorado y un rápido retiro. Pero los intentos golpistas continúan.
Unos pocos Oficiales jóvenes de ideas marxistas, dentro de la organización
militar y algunos políticos de orientación marxista-leninista (PCV y algunos líderes de
20
URD) y civiles de difícil ubicación ideológica como Manuel Quijada (serán
"progresistas", por denominarles de alguna forma) procuran organizar una acción
militar que ponga fin al gobierno constitucional, republicano y democrático de
Rómulo Betancourt.
Todos los intentos fracasan. La crónica de estos sucesos, según sus más
importantes protagonistas visibles, los recoge pulcramente Agustín Blanco Muñoz
(1981). Crónica testimonial donde se siguen los detalles de los contactos entre los
sectores radicales de orientación marxista-leninista y sus aliados militares. El aspecto
culminante es la insurrección militar en las instalaciones navales en Puerto Cabello, en
1962, y su sangriento fracaso. De los defensores militares del gobierno sólo el
Contralmirante Ricardo Sosa Ríos (1979), que se tenga bibliografíado, dejó para las
generaciones futuras su visión de los sucesos en un libro autobiográfico: Mar de Leva.
“Lo verdaderamente importante del llamado Porteñazo, no es la crónica testimonial,
el detalle de los sucesos, las veladas delaciones del radical movimiento”.
Lo paradójico de este proceso 1958-1962, es que se evidencia la
institucionalidad como superior a la participación política, en el sentido
huntingtoniano (Samuel Huntington) de ambos términos. Esto que parece inicialmente
contradictorio, encuentra una fácil explicación al resaltar la auténtica
constitucionalidad del régimen, su legalidad y legitimidad. Como institucionalmente
se canaliza la participación política. Ésta se realiza, vía los partidos políticos, por
medios electorales e institucionales y la violencia contra esta realidad con Potestas,
Imperium y Autoritas, no tiene éxito. En términos huntigtonianos se entra en una
realidad política Cívica-progresista y de ella, teóricamente, se puede avanzar hacia
una Cívica-de participación.
Las medidas estructurales básicas para vencer a los pretorianos son
ampliamente conocidas. Se sustituye el Estado Mayor General, por el Estado Mayor
Conjunto. Se les da mayor autonomía a las cuatro Fuerzas: Ejército, Armada, Aviación
y Guardia Nacional. Se educa al cuerpo de oficiales en los valores democráticos. Se
mantiene un nivel socioeconómico digno para la oficialidad militar, atendiendo los
niveles de sueldos, servicios médico-odontológicos, facilidades para la adquisición de
vivienda, vehículo, fortalecimiento del sistema de prevención social de las Fuerzas
21
Armadas, facilidades recreativas, garantizando un digno sistema de pensiones y
jubilaciones para los Oficiales en condición de retiro.
El Ministro de la Defensa es un Oficial activo que funge de vocero o puente
entre la realidad política gubernamental y la institución militar. Las compras de
nuevos equipos militares, se mantiene dentro de las exigencias y aspiraciones básicas
del sector castrense. Otro tanto se puede decir de la educación militar, se vuelve a las
Escuelas para cada una de las Fuerzas, eliminándose la Escuela Básica de las Fuerzas
Armadas. Pero, fundamentalmente, surge una comunidad de intereses entre el
gobierno de los partidos políticos reformistas y los militares al enfrentarse a un
enemigo común: la guerrilla de orientación marxista-leninista y apoyada
logísticamente desde la Cuba gobernada por Fidel Castro. Esta situación reafirma la
influencia estadounidense, refuerza la tendencia de orientación profesional entre la
oficialidad venezolana y contribuye a neutralizar el protagonismo político a la
oficialidad pretoriana.
Partidos políticos y Fuerzas Armadas redefinen sus áreas de influencia y
competencia, durante 1958-1962. La secular simbiosis de poder entre militares y
civiles venezolanos entra en una fase de reacomodo, mas no desaparece. La tradicional
política militar, encuentra nuevas formas de expresarse, deja de lado su condición
visiblemente protagónica, pero se mantiene como un factor clave de poder. El sector
civil de la sociedad se logra organizar efectivamente en partidos políticos que se dicen
modernos, doctrinales y de masas. Ya no son las pretendidas "luces del gomecismo" ni
los dirigentes de una República de Notables a lo López Contreras y Medina Angarita.
Ahora son organizaciones políticas piramidales, con un alcance y cobertura nacional,
con relaciones influyentes y dominantes dentro del sector obrero organizado y los
gremios profesionales, con vinculaciones con sectores empresariales privados. Dos
partidos políticos se evidencian como dominantes, Acción Democrática (AD) y
COPEI. La dirigencia política de ambos, emerge como la élite política dirigente. Es
ésta la que se entiende con el sector militar, dentro de la muy tradicional y venezolana:
fusión de intereses militar-civil y político-militar.
22
MODERNIZACION Y PROFESIONALISMO: SU PECULIAR DINÁMICA
CON RELACION CON EL PRETENDIDO CONTROL CIVIL Y LA
DEMOCRACIA EN VENEZUELA (1960-1980).
Desde la década de los años 60, la institución castrense venezolana avanza en el
proceso de profesionalización militar, dejando atrás fórmulas visiblemente pretorianas.
Pero la tendencia de orientación pretoriana no desaparece, completamente, dentro del
cuerpo de Oficiales venezolanos en esta segunda mitad del siglo XX. Se fortalece sí,
por ahora, hasta donde es posible conocer del tema según la evidencia documental y
testimonial disponible, la tendencia de los Oficiales auténticamente profesionales.
La satanización de la influencia de los partidos políticos con una desmedida
injerencia dentro de la realidad militar, sencillamente, no se adecúa a la evidencia
histórica conocida sobre el medio castrense venezolano. Durante la década de los años
sesenta se desarrolla una nueva versión del secular acuerdo militar-civil y político-
militar venezolano. El protagonismo político visible será ahora de los partidos
políticos AD y COPEI. Pero el sector militar sigue siendo parte integrante y
fundamental del sistema de poder y no precisamente en su totalidad subordinado ante
la élite política-partidista gobernante. La cual, dicho sea de paso, nunca fue tan
monolítica como se pretende en su obediencia hacia el Estado venezolano.
El término profesionalismo militar debe ser aclarado conceptualmente, para ello
se recurrirá a los clásicos planteamientos de autores reconocidos como autoridades en
el mundo académico sobre este tema. Cotejando la información teórica con el caso
concreto venezolano, se propone que el profesionalismo militar, como proceso
histórico, en Venezuela, no presenta evidencias irrebatibles de estar plenamente
consolidado. En consecuencia, el proceso democratizador y el efectivo Control Civil
sobre el sector militar, en el siglo XX venezolano, ni concluye como proceso ni se
materializa efectiva y definitivamente.
23
Las Fuerzas Armadas y los inicios de la democracia en Venezuela: de la
dominación a la pretendida subordinación política.
El pretorianismo gobernante venezolano fracasa en su intento por lograr el favor
de las mayorías, durante la década 1948-1958. La corrupción de la dictadura militar
del General Pérez Jiménez, el fortalecimiento de las clases medias urbanas, la nueva
coyuntura hemisférica de finales de la década de los años 50 y, particularmente, el
avance en el proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas, son todos factores
que ayudan a explicar el colapso del gobierno pretoriano, el 23 de enero de 1958.
Contando con el visto bueno del Departamento de Estado estadounidense, se
inicia un proceso de cambios políticos con la intención de lograr una segunda edición,
mejorada y corregida del Trienio. La élite dirigente civil venezolana se fracciona en
dos segmentos enfrentados para inicios de los años 60.
Lo curioso de este divorcio definitivo de intereses políticos, es la confesión de fe
socializante, o mejor dicho, estatizante de los proyectos enfrentados. Ningún sector
político se declara abiertamente partidario del liberalismo económico. Todos parecen
igualmente interesados en avanzar hacia la modernidad, en procura de una mejor
justicia social y una equitativa distribución de la riqueza. La idea recurrente, en el
liderazgo político de esos años, es que el potencial económico del Estado debe
promover el bien común y ser empleado en el desarrollo de la industria nacional y
modernizar el sector agropecuario. La diferencia estriba en que unos son partidarios de
instaurar en Venezuela una dictadura marxista-leninista, mientras los otros aseguran
que se debe llegar al Estado de Bienestar Social o Welfare State, vía el reformismo
pequeño burgués y el capitalismo de estado.
Detrás de los discursos de los líderes civiles de ambos proyectos, se esconde la
ambición de poder con tintes personalistas y el oportunismo. Un clásico ejemplo es la
evolución histórica del partido de Jovito Villalba: URD. Entre ambos sectores se dan
los acuerdos más disímiles buscando fortalecer su posición. Así, los autoproclamados
marxistas-leninistas-progresistas, entran en acuerdos con sectores que favorecen un
regreso hacia formas de gobierno militar. Sus opositores y rivales socialdemócratas o
democristianos, buscan la bendición del Departamento de Estado y gobierno
estadounidense.
24
El Pacto de Punto Fijo, la Constitución de 1961 y el fracaso del rosario de
golpes militares, hasta el llamado Porteñazo, garantizan el triunfo de la tesis del
capitalismo de estado, bajo el manto de un Welfare State, o Estado de Bienestar
Social. Las acciones de las guerrillas urbanas y rurales, durante los años 60, por
paradójico que perezca, apuntalan los gobiernos de la naciente democracia venezolana.
El proyecto político civilista de 1945-1948, se cumple exitosamente finalizando
los años 70. Favorecidos por un alza impresionante en los precios internacionales del
petróleo, un peculiar modelo de capitalismo de estado se desarrolla en Venezuela, en
el que las políticas distributivas populistas van de la mano de un capitalismo de estado.
Este a su vez, depende de un alto ingreso estatal producto de las cotizaciones del
petróleo en los mercados internacionales. El maná petrolero distribuido por el estado,
va formando una clase empresarial subordinada y dependiente de los intereses
políticos de los partidos hegemónicos. También, unos sectores profesionales, urbanos
y de provincia, parasitarios económicamente del sector político gobernante.
A partir de la década que se inicia en 1970, hay un renacer de proyectos
político-militares clandestinos. Los paradójicos acuerdos de los años 60, entre civiles
de orientación marxista-leninista, opositores a los gobiernos presidios por Betancourt
o Leoni y militares en proceso de politización, tienen una segunda edición, mejorada,
corregida y aumentada. Las llamadas ideas sobre seguridad nacional y desarrollo
socio-económico, ganan adeptos, también, dentro del cuerpo de Oficiales venezolanos
por estos años.
Los movimientos subterráneos insurreccionales de naturaleza militar o civil y
militar se fortalecen durante la década de los años ochenta. No deja de sorprender al
analista imparcial esta situación, ya que son años en que se avanza sustancialmente en
el proceso de modernización y aparentemente se profundiza en el proceso, lento pero
constante, de profesionalización militar, en la Venezuela del siglo XX. Las
organizadas logias militares se manifestarán violentamente en 1992, en dos frustrados
golpes de estado. Evidenciándose, así, las limitaciones, deformaciones o
particularidades del proceso de profesionalización militar en Venezuela. Resulta, pues,
indispensable, aclarar conceptos claves vinculados con el tema. Tal es el caso del
25
llamado profesionalismo militar. Por lo que se abordará de seguidas ese necesario
aspecto teórico.
Sobre el profesionalismo militar y sus implicaciones políticas: conceptos
básicos y fundamentales.
Al estudiar o investigar sobre el profesionalismo militar debemos, leer
detenidamente para abordar este tema los textos de Samuel P. Huntington (1957).
Otro tanto podemos decir del texto del reconocido padre de la sociología militar
estadounidense Morris Janowitz (1960). Igualmente otros tres autores es bueno tener
en mente cuando se aborda este tema: S.E. Finer (1962), Alfred Stepan (1973 y 1988)
y Eric Nordlinger (1977). En su oportunidad, en las páginas siguientes nos referiremos
a sus propuestas.
Huntington argumenta que “el Oficial militar profesional, al igual que el
empresario industrial, es un producto de la sociedad moderna y contemporánea. Que
su aparición se aprecia gradualmente a lo largo del siglo XIX, en los países
industrializados”, y que las principales características del profesionalismo castrense se
pueden sintetizar en:
A) Un sistema competitivo de estudio-evaluaciones, como única vía de
ingreso al cuerpo de oficiales.
B) Entrenamiento académico avanzado en la ciencia y el arte de la
guerra, como preparación indispensable para ocupar posiciones de
Estado Mayor y cargos de comando.
C) Rotación de los Oficiales en cargos de línea y Estado Mayor.
D) Supervisión periódica del cuerpo de Oficiales por sus superiores
inmediatos.
E) Remoción de aquellos Oficiales que no demuestren las cualidades y
destrezas exigidas.
En el desarrollo histórico del Ejército venezolano, desde la primera década
del siglo XIX, existe una definida y minoritaria tendencia de Oficiales militares de
orientación profesional. Siempre minoritaria y subordinada ante los caudillos primero
26
y los pretorianos después, pero permanente en la data histórica venezolana. Fue ya
referida en páginas anteriores, como identificada inicialmente en bibliografía y
hemerografía venezolana de los años cuarenta, de manera "empírica", es decir, sin
recurrir a la metódica histórica. Luego Robert L. Gilmore (1964) desarrollará esta
idea.
Gene E. Bigler (1977 y 1982), quien inicia los estudios académicos serios
sobre las relaciones civiles-militares en Venezuela, tiende a desestimar el pasado del
siglo XIX y centra su interés en la evolución reciente de las Fuerzas Armadas
venezolanas y su proceso de modernización y profesionalización en el siglo XX. El
proceso modernizador y de profesionalismo militar pareciera, pues, ser una
experiencia reciente para la realidad militar venezolana. Se ha tratado de corregir esos
errores interpretativos en las páginas anteriores de este escrito, encontrando una
explicación para éstos en lo que señala Irwin G (1988-1999, p. 48):
"El papel protagónico desempeñado por [...] caudillos y
pretorianos, en el devenir histórico venezolano oculta la
existencia del militar-militar, es decir, del oficial de orientación
profesional, de esos [cientos de] egresados de los institutos
educativos militares y de esos valientes que abrazan la carrera
de las armas como una profesión, libres de la condición de
mercenarios y ajenos al personalismo político".
Las consecuencias de lo señalado supra en relación con el denominado, en
términos académicos, como el Control Civil sobre el sector militar es fundamental.
Inicialmente se tendría qué destacar que se entiende por Control Civil. Este no es otra
cosa que la supremacía de los civiles en la gerencia política de la sociedad moderna.
Esto es particularmente importante en las democracias, ya que sin Control Civil sobre
el sector militar no puede existir una auténtica democracia.
Para Huntington, el Control Civil puede lograrse mediante dos tipos ideales
weberianos. Uno es el que llama Subjetivo y el otro el Objetivo. Considera tres
variables para estructurar los tipos ideales ya mencionados: Poder político de los
militares, que podemos llamar nosotros Ppm. Profesionalismo militar, el cual podemos
27
nosotros simbolizar como Pfm. Ideología anti o pro militar, las cuales podremos bien
referir como Iam y Ipm.
Sostiene que la combinación histórica de estos tres variables genera cinco
posibles tipos ideales de relaciones civiles-militares. Dos de éstas son de tipo
Subjetivo, con su correspondiente bajo nivel de profesionalismo militar. Tres son de
tipo Objetivo.
Para Huntington, el profesionalismo militar implica la neutralidad política
militante y protagónica del sector militar. Por lo que propone el Control Objetivo
como la fórmula superior para lograr el Control Civil. Lo que supone también que los
ejércitos profesionales aceptan per se el Control Civil.
El argumento sería uno de carácter "circular": si un ejército no acepta el
Control Civil es porque no alcanza un efectivo y auténtico profesionalismo militar, en
caso contrario, si lo hace, es porque adquirió ya un nivel profesional militar.
La diferencia entre pretorianismo y Control Civil es obvia. Si los civiles
gobiernan y ejercen el poder político, el cuerpo de Oficiales militares acepta su
condición subordinada, en lo político, ante las autoridades civiles. La relación entre
pretorianismo y Control Civil es pues dicotómica. Sobre este tema se volverá,
obligadamente, en las próximas páginas.
Se debe, igualmente, resaltar que bajo predominantes condiciones de Control
Subjetivo existe profesionalismo militar, aún cuando por lo ya expuesto, los
mecanismos de Control Civil son fundamentalmente extra-profesionales militares. Es
decir, instituciones sociales y políticas controladoras de la realidad militar, que operan
fuera de esa realidad militar, como el escrutinio de la realidad castrense por parte de
los medios de comunicación social o las actividades legislativas del Parlamento y
supervisoras de la Contraloría General de la República.
En el Control Civil Objetivo, el mecanismo esencial de control político del
sector militar es, paradójicamente, un intenso profesionalismo militar. Es éste, más
que agentes institucionales exógenos a la realidad castrense, lo que asegura la
voluntaria sujeción de los militares a la institucionalidad política.
Por lo recién expuesto, es por lo que según el modelo teórico de Huntington
(quien dicho sea de paso no refiere específicamente al caso venezolano) lo
28
característico de sociedades como la de Venezuela, después de 1958 es una ideología
antimilitar, con un poder político militar alto y un profesionalismo militar bajo:
Iam + alto Ppm + bajo Pfm = Control Civil Subjetivo.
Otra alternativa, es la crítica directa a los planteamientos teóricos de este autor.
Es decir, sostener que el argumento de Huntington es un sofisma académico,
intelectual, desvinculado de la realidad concreta. Que su argumentación es
recurrentemente "circular". Sobre este aspecto se avanzará en las siguientes páginas,
pero antes resulta necesario, esbozar algunas de las ideas de Morris Janowitz.
Según el criterio de Janowitz (1960), el profesionalismo militar no es un seguro
de vida para el Control Civil. Dicho en otras palabras, ejércitos profesionales pueden
mutar hacia formas pretorianas y destruir el Control Civil. Sostiene este autor, la
existencia de varios tipos de Oficiales militares profesionales: el líder heroico,
quintaesencia de las tradicionales virtudes castrenses asociadas al valor personal y al
espíritu marcial. El militar administrador viene a ser el resultado del avance
impresionante de la ciencia-arte militar, con conocimientos provenientes del mundo
civil pero dirigido a la visión Lasswelliana del militar como gerente directo de la
violencia legitima del Estado. El militar técnico, como su nombre lo indica, es aquel
que procura incorporar los avances tecnológicos y científicos del mundo civil a la
esfera militar.
29
Capitulo IV
LAS INSURRECIONES CONTRA BETANCOURT
El gobierno constitucional de Rómulo Betancourt, se inició el 13 de Febrero de
1959, después de su triunfo en las elecciones del mes de Diciembre del año anterior.
Su anterior ejercicio del poder supremo fue encabezado por un motín cuartelario
exitoso. El 4 de Agosto del primer año el presidente Betancourt decretó la primera
suspensión de garantías constitucionales, seguida de otras, el 28/11/60, el 23/01/61 y
el 08/10/62, continuando suspendidas las garantías económicas hasta 1990.
Esa continuada situación de disturbios populares, muchas veces ligados a
conspiraciones militares que no estallaban, fue bautizada con el apelativo de
“POPULARAZO”, para equiparar esa situación casi permanente de descontento
popular de tendencia izquierdizante con los alzamientos militares formales. Casi todos
los alzamientos acaecidos en el gobierno de Betancourt, hablando en el aspecto
netamente militar, están conectados a los programas tácticos de los partidos
ilegalizados como el M.I.R. y el P.C.V.
En muchos de los teatros de operaciones en contra de las insurrecciones
militares, fueron capturados dirigentes reconocidos de estos partidos políticos, en los
hechos antes descritos, Betancourt, desde el primer momento en que llega a la primera
magistratura, es percibido por la Burguesía nacional como el comunistoide antigomez,
pero pronto los manejos del poder, dan clara alusiones a su pretendido gobierno
pronorteamericano, lo cual le permite establecer nexos comerciales con las principales
compañías norteamericanas.
Es así, como un gran sector de la población que observaba con beneplácito la
llegada al poder de Fidel Castro en Cuba; y analizaba sus primeras políticas exigieron
los mismos instrumentos políticos en nuestro país, Betancourt que necesitaba
demostrar su abirraigado anticomunismo; les tienta y ellos se dirigieron hacia la lucha
armada, pensando que era el camino de lograr los cambios que el país requería para
lograr el bienestar general.
30
EL BARCELONAZO
El lunes 26 de Junio de 1961, a las tres y media de la mañana, estalla la
insurrección de Barcelona conocida como el “BARCELONAZO”, dirigida por el
Coronel retirado Edito Vivas Ramírez, acompañado del Capitán Tesalio Morillo,
quienes se apoderan con gran facilidad, del cuartel Pedro María Freites de Barcelona.
El Capitán Morillo había servido allí, y gozaba de gran ascendencia sobre sus
oficiales.
De inmediato, fueron sacados de sus camas el gobernador del Estado, Dr.
Rafael Solórzano Bruce, y su Secretario Carlos Canache Mata, trayéndolos detenidos
al cuartel. Así transcurre el día y comienza la respuesta del gobierno, con la Infantería
de Marina. Al día siguiente, fueron detenidos los principales cabecillas; junto a ellos,
caen detenidos, un número de 16 civiles: entre ellos algunos miembros del partido
U.R.D. Partido político siempre dispuesto a vincularse a cualquier hecho que
produjera el derrocamiento de los adecos.
No hubo muertos ni heridos entre los militares. En cambio, los 16 civiles
detenidos murieron miserablemente acribillados a balazos después de haberse rendido
y estar detenidos. Según el Teniente Elonis López Curra, la responsabilidad de ese
asesinato recae sobre el Secretario de gobierno de Estado, Carlos Canache Mata, quien
en un momento de ira había exclamado ¡Mátenlos a todos!.
Es posible que fuese una simple expresión de su iracundia, semejante a la que
llevó a su correligionario David Morales Bello a pedir la pena de muerte en el
Congreso Nacional para los alzados del 4 de Febrero de 1992.
No resulta factible que la soldadesca del cuartel fuera a acatar una orden de un
civil. Este es un aspecto oscuro que quedó en nuestra historia de violencia política.
En el campo civil, la insurrección se torna permanente. La guerrilla urbana y
las manifestaciones populares y estudiantiles transforman las calles en campos
guerrilleros teñidos de Marxismo- Leninismo, alimentados con armas y dinero por
Fidel Castro. En mitin multitudinario celebrado en la Habana el 26 de Julio de 1962
conmemorando la fecha del asalto al cuartel Moncada, Fidel jura que convertirá a la
Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra del continente Americano. Asaltos y
robos a bancos, establecimientos mercantiles y jefaturas provinciales proporcionan
31
recursos económicos y armas, matizando de terror un régimen de gobierno que solo
alcanzará la pacificación al corromperse y degradarse en el orden moral. Rafael
Caldera en 1969, arroja, un manto de clemencia, y los guerrilleros, hambreados y
visiblemente cansados de las garrapatas, y otros especimenes, se reintegran a la vida
civil.
La tesis de la insurrección armada sostenida por el Partido Comunista de
Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria es discutida abiertamente y
sus fracciones parlamentarias hablan del “gobiernito” de Betancourt. En su seno,
Fabricio Ojeda renuncia a su curul parlamentario, para unirse a las guerrillas de El
Charal, donde será detenido. Tiempo después será ajusticiado por la policía del estado
“Digepol” dentro de su celda; en la prensa de la época se señaló que había cometido
suicidio.
Tal es el descaro, que dentro de la asustada burguesía se asegura que esa
anarquía es sostenida por el líder adeco, que en el fondo no ha dejado de ser
comunista, y trata de destruir a la sociedad capitalista. De nada vale exhibirles la
vinculación del régimen que dándole la espalda al pueblo se ata cada vez más a los
intereses extranjeros y al gran capital nacional.
En ese relajo imperante y en la posterior transformación de la anarquía en
corrupción institucionalizada, se perderá, posiblemente para siempre, no solamente el
usufructo de la libertad y democracia, que nació la madrugada del 23 de enero de
1958, sino la oportunidad de transformarse Venezuela en esa gran nación por medio de
los ingentes recursos de que estaba dotada.
No es solamente la habilidad de Rómulo Betancourt lo que salva al régimen.
Su éxito se debe más bien a la falta de unidad de mando y de acción coordinada por
parte de los insurgentes, también podríamos sumar el miedo atroz a una guerra
revolucionaria total, que a futuro si pudiese igualar a otras fuerzas nacionalistas del
mundo, consideradas revolucionarias. El individualismo dispersa la ambición en
sublevaciones aisladas y en actos de terrorismo que aglutinan a los ciudadanos en
torno al gobierno.
32
EL CARUPANAZO
El 4 de mayo de 1962 se anuncia la sublevación de Carúpano. El capitán de Corbeta
Jesús Teodoro Molina Villegas, nativo de allí, junto a otros noveles oficiales se ha
apoderado de la ciudad sin disparar un solo tiro, obteniendo la adhesión del Batallón
de Infantes de Marina nº 3 que guarnecía la ciudad. Son solamente 250 hombres en
una guarnición aislada que no tiene ninguna significación estratégica. Pero la euforia e
ingenuo optimismo hacen creer a los alzados que será una chispa que hará explotar
toda la nación. Posiblemente, este sentimiento se repetiría en los alzados de Chavéz;
esta interrogante sólo será respondida cuando los actores principales de esos hechos
históricos, respondan a esa pregunta.
Cuando el gobierno inicia la reconquista, si habrá lucha, pues los civiles
estarán mucho más involucrados que cuando el Barcelonazo. Ya en esos momentos las
luchas se vestían de rojo marxista.
Ahora la insurrección está vinculada más directamente a las organizaciones
partidistas de izquierda., con quienes se han ido identificando los cabecillas.
Douglas Bravo y Germán Lairet, del P.C.V. y del M.I.R., comisarios políticos
de la insurrección, le habían asegurado a Molina Villegas que el pueblo caraqueño
provocaría la insurrección civil, mientras Víctor Hugo Morales, Comandante del
Batallón nº 1 de La Guaira, le informaba que el también estaba listo para alzarse.
“Chuchú” cree ingenuamente en todo ello y sabiendo que Carúpano solo, con su
guarnición de 250 hombres, poco significa militarmente, piensa que una insurrección a
la desesperada, si resiste un poco, forzará la solidaridad de los demás. Pero nada de
eso sucede. Un avión Camberra sobrevuela la ciudad disparando sus ametralladoras y
mata en la calle a una señora. Es la primera víctima de esa pequeña guerra. Le sigue la
de un Subteniente y un Cabo que perecieron al estallarles anticipadamente sendas
granadas antes de lanzarlas. Al siguiente día, las fuerzas del gobierno convergen sobre
la ciudad.
Por el Este, el Batallón Urdaneta procedentes de Güiria y Ciudad Bolivar,
avanzan sin prisa pero sin pausa. Por el Sur procedentes de Maturín y Caripito,
marchan también las tropas de la Guardia Nacional. Por el Oeste el Batallón Mariño nº
9, desde Cumaná, inicia el asalto a la ciudad y un Maestre de la Infantería de Marina,
33
pero en el lado insurrecto, que los enfrenta con una ametralladora punto 50, abandona
su puesto de combate y le dice a Molina que el avance es encabezado por una
compañía de su mismo cuerpo y él no puede disparar en contra de sus hermanos. Un
gesto parecido se produce en el bando del gobierno: un oficial le dice a su superior que
él es muy amigo de Molina y pide ser relevado del mando para no combatirlo. Una
agrupación de Artillería procedente de Barcelona ha movilizado sus cañones de 155
milímetros que se preparan a bombardear la ciudad. Los colaboradores civiles actúan
torpemente. Su acción se basó solamente en la detección de algunos militantes de A.D.
y prominentes figuras del gobierno regional, dando discursos en algunas calles que
produjeron que el pueblo se escondiera en sus hogares.
A las siete de la noche del día 6, Molina se dió cuenta que todo estaba perdido
y pidió negociación para deponer las armas. El insurrecto se rindió
incondicionalmente; fue juzgado y condenado; se escapó de la cárcel de Trujillo
sobornando a sus carceleros y se incorporó al frente guerrillero en El Charal, bajo las
órdenes del comandante Juan Vicente Cabezas alias “PABLO”.
En su discurso triunfalista, el presidente Betancourt anuncia la victoria como una
página más de gloria y heroísmo agregado a nuestra historia.
Si analizamos, el alzamiento se observa que los insurrectos siempre esperan el
alzamiento de otras unidades militares. Lo más interesante de todo resultaba el hecho
que los civiles aparecían muy involucrados en el alzamiento pero en calidad de
soldados y no de comandantes. El recelo de los militares hacia los civiles, aunque
fuesen camaradas ideológicos no les permitía dar a los civiles el mando directo del
alzamiento. Los civiles siempre han mostrado conductas anárquicas y ellos se sentían
en contra de ello A futuro, los militares insurgentes, que fueron capturados se
convertirían en los comandantes directos de los frentes guerrilleros
EL PORTEÑAZO
Un mes después, el dos de junio de 1962, después de haber dejado solo a
Molina Villegas, le corresponderá al Capitán de Navío (equivalente a Coronel) Víctor
Hugo Morales experimentar también la amargura del aislamiento y la traición, luego
del frustrado movimiento insurreccional conocido como “El Porteñazo”. Estuvo
34
acompañado en el alzamiento en armas del también Capitán de Navío Manuel Ponte
Rodríguez. Las fuerzas navales vuelven a exhibir un espíritu de rebeldía y renovación
ideológica que sin duda no les había sido inculcado por los hermanos Carlos y
Wolfang Larrazabal, sus comandantes naturales de más alta graduación.
Tanto los insurrectos de Carúpano, como ahora los de Puerto Cabello,
aceptaban la preeminencia de Carlos Larrazabal, quien fue Comandante General de la
Marina hasta Febrero de 1962.
Él alentaba sus rebeldías y protestas. Y por ello, cuando preparaban sus
respectivas insurrecciones, confiaba en la solidaridad de quien era su superior, suplía
sus deficiencias y podía garantizarles el triunfo. “Si el Carupanazo hubiera
triunfado -confesó Larrazabal a un periodista- yo hubiera sido uno de los grandes
jefes. Ahí estaba un muchachito, Chuchú Molina que es como hijo mío. El es una
hechura mía, completamente mía.” Su cuñado, el Contralmirante Carlos Sosa Ríos,
en su libro “Mar de Leva”, dice que él le había informado a Betancourt acerca de las
conspiraciones del Jefe de la Armada y el aliento que daba a oficiales descontentos,
por lo cual debía ser encarcelado, pero el presidente le respondió “que el no hacía
mártires de bolsas”.
Carlos Larrazabal estaba resentido por la preeminencia de su hermano Wolfang
y tras el nombramiento de Rómulo Betancourt como Ministro de Defensa al General
de Brigada Antonio Briceño Linares en lugar de su persona, que tenía un grado por
encima de aquél en el escalafón militar. No era precisamente un revolucionario y
esperaba que los altos designios le fuesen otorgados sin arriesgarse mucho. En su libro
“Los Golpes de Estado en Venezuela”, Carlos Capriles Ayala, menciona una frase de
Carlos Larrazabal, ilustrativa de su espíritu cuando afirma: “El día en que yo me
meta en una conspiración, es porque estoy seguro de que la voy a ganar, porque
yo de pistola no tengo un pelo”.
Carlos Larrazabal era compadre del dictador Pérez Jiménez, quien le había
apadrinado su último hijo y nunca quiso conspirar contra él. Betancourt no tomaba en
serio esa actitud y prefirió pasarlo a retiro el mismo día que cumplió el tiempo
reglamentario de 30 años de servicio, el 2 de febrero de 1962.
35
Desde las primeras horas de la madrugada del dos de Junio de 1962, las tropas
del Batallón de Infantería de Marina nº 2 habían empezado a tomar posiciones en la
ciudad de Puerto Cabello y a patrullar sus calles. El Capitán de Navío Manuel Ponte
Rodríguez, jefe de la insurrección, había detenido al Capitán de Navío Jesús Carbonell
Izquierdo, jefe de la escuadra Surta en la base naval, y al Capitán de Fragata
Guillermo Ginnari, jefe de la base naval.
A Ponte Rodriguezz le corresponderá el mismo destino del General Jesús
María Castro León: morir prisionero en el cuartel de San Carlos de la ciudad de
Caracas.
Radio Puerto Cabello: tomada por los rebeldes al amanecer, comenzó a
transmitir las consignas revolucionarias, las cuales pusieron en movimiento a las
fuerzas del gobierno designadas para suprimir la insurrección. En conversaciones que
sostuve con personas que vivieron aquellos años violentos, me comentaron que para
ese día las radios valencianas suponían que algo sucedía en el Puerto. Pero por no
tener conocimiento alguno sobre los sucesos, sólo transmitían una y otra vez la
canción “Mi Puerto Cabello”, interpretado por bolerista de América Felipe Pírela.
El Batallón Carabobo, acantonado a la salida de Valencia, por su ubicación
más cercano a la ciudad donde acontecían los hechos ya estaba en alerta, por lo que se
puso en movimiento casi de inmediato. Dos horas más tarde, este batallón ocupaba el
aeropuerto de El Palito, cuando todavía no habían salido de la Base Naval las fuerzas
insurrectas que iban a cumplir su objetivo. De Palo Negro y Maracay, marcharon la
agrupación Salom de artillería y dos compañías de paracaidistas. El presidente delegó
plenos poderes para obtener la sumisión de los rebeldes al coronel Alfredo Monch,
jefe de la cuarta división, quien, secretamente, había sostenido reuniones con los
alzados, pero Betancourt lo colocó al mando de las tropas del gobierno, ganando la
guerra de antemano en el plano psicológico.
El Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez es el cabecilla de la
insurrección. El ejercía la jefatura de la Segunda Sección del Estado Mayor, y cuando
se produjo el alzamiento de Carúpano, surgieron indicios de su vinculación con ese
movimiento y por ello fue sometido a un consejo de investigación, separándolo de su
cargo. Al recibir el Capitán de Fragata la señal convenida de estar todo listo, penetró
36
en la base naval a la 4 de la madrugada y asumió el mando de las operaciones. De
inmediato, fueron liberados y armados unos 60 guerrilleros detenidos en el Castillo
Libertador. La orientación extremista del movimiento se puso de manifiesto con la
participación del diputado Raúl Lugo Rojas del M.I.R. y Teodoro Petkoff de P.C.V.
Los rebeldes tomaron posiciones por la ciudad, que pronto quedó en su poder.
Se atrincheraron en algunos edificios claves a lo largo de la calle Bolívar, que se inicia
en los muelles, y a la entrada de la ciudad, en un callejón denominado “La
Alcantarilla”. Los pisos superiores del hospital del Seguro Social será el sitio desde
donde se combatirá con más ardor. Los enfermos fueron trasladados al piso inferior,
pero muy pocos quedaron en el edificio cuando las tropas leales empezaron a
bombardearlo. Otros centros de resistencia, serán el liceo Miguel Peña, los edificios de
la Mantequera Siván, de Jabón Las Llaves, la Agencia Ford y la Telefónica. En ellos
especialmente lucharán los civiles incorporados a la insurrección, que desde el
domingo 3 de junio actuaron por su cuenta por haber sido aprisionados los cabecillas
militares en forma incruenta.
En los muelles y el edificio de la Aduana, una compañía de la Guardia
Nacional que se ocupaba de los servicios portuarios se mantendrá leal al gobierno. Su
Comandante, el Teniente-Coronel Eusebio Suzzarini, se negó a plegarse al
movimiento, y permanecerá inactivo, como una isla neutral, durante el combate.
Este se avecina cuando las tropas del gobierno se acercan a la ciudad y
comienzan a posicionar las grandes baterías de 155 milímetros.
Entretanto, Radio Puerto Cabello emite, continuamente, discursos y proclamas,
invitando a estudiantes y pueblo a sumarse al “Movimiento de Recuperación
Democrática”. Los secundaban en las calles algunos estudiantes con entusiasmo, pues,
para ellos la democracia no les había aportado nada. (Igual ocurrirá en Febrero de
1992 cuando fracasa el golpe de los Comandantes Francisco Arias Cárdenas y Hugo
Rafael Chávez).
Los alzados esperan y obtienen ventajas de la falta de experiencia guerrera del
Ejército, sobre todo en el enfrentamiento de francotiradores y guerrillas. Ese tipo de
acción para la cual algunos extremistas habían recibido instrucción de expertos
cubanos.
37
Por inexperiencia, los jefes creen que no encontrarán resistencia al no
distinguir reductos y avanzan por la calle que conduce a La Alcantarilla. La mayor
parte de las bajas se produjo por ataques sorpresivos de francotiradores. “Si el Coronel
Monch hubiese visto con interés didáctico películas de la II Guerra Mundial, se habría
dado cuenta que los tanques operan muy bien en campo abierto, pero en las ciudades
tienen que barrer los inmuebles si avanzan protegiendo a los infantes, limpiándolos
antes de seguir adelante. Una compañía del Batallón Carabobo penetró en los aledaños
de la ciudad dejando a un lado el cerro Santa Lucía. Los insurrectos los dejaron
avanzar hasta las cercanías del liceo Miguel Peña y abren fuego causándoles grandes
bajas con sus ametralladoras punto cincuenta, ubicadas en sitios estratégicos del
inmueble”.
El Capitán de Fragata Víctor Hugo Morales relata lo sucedido en esa
operación: “A las tres de la tarde, la primera compañía del “Carabobo”, intentó
avanzar por la línea del tren, situación inexplicable ya que estaban a la vista de los
defensores del liceo y la zona fue intensamente batida por sus fuegos. Podríamos
pensar que fue un gesto de valor temerario, o una orden insensata. Lo cierto es que el
pelotón, al mando del Teniente Luis Antonio Rivero Sanoja, marchó en columnas a
ambos lados de la línea. No habían avanzado 50 metros cuando cayó sobre ellos un
infierno de balas”.
Los 23 años de juventud de Luis Antonio Rivero Sanoja se perdieron
lentamente al morir desangrado pues no hubo quien lo rescatara al caer mal herido.
Junto con él murieron otros ocho humildes hijos del pueblo, víctimas de una lucha que
para ellos nada significaba, sino obediencia automática de las órdenes superiores sin
ideales que defender, sin un objetivo justo que conquistar. Se dice que cuando el
Comandante de la compañía le ordenó avanzar por la línea del tren, el Teniente Rivero
Sanoja, discutió con él tratando de hacerle ver que era un suicidio cualquier intento,
pero al ser acusado de tener miedo no vaciló ni un segundo más. Y allí moriría de
mengua, sin poder ser auxiliado por sus compañeros.
Hasta el día siguiente en que la compañía no recibió el refuerzo de un pelotón
de tanques, no hubo refuerzos por allí.
38
En La Alcantarilla aconteció lo mismo. Los tanques adelantaban
tranquilamente y cada uno de ellos lleva detrás un pelotón de infantes. Creían expedito
el terreno pues no les disparaban. Pero al pasar el último de los blindados, las
ametralladoras abrieron fuego a sus espaldas y causaron el mayor número de muertos
de todo el combate. Los tanques no podían maniobrar y dar vuelta, porque la calle era
estrecha y lucía llena de cadáveres y heridos de su propio bando. Cuando lo hicieron,
ya los atacantes habían huido y el fuego de los cañones de 75 milímetros se cebaba
indiscriminadamente en los inmuebles que todavía se mantenían ocupados por civiles
inocentes. Ahora que podían avanzar se quedaron inmovilizados. El error táctico de
meter los tanques en esa emboscada había sido señalado al Coronel Monch por un
oficial del “Carabobo”, que había estado luchando en el sector y constató que estaba
bien guarnecido. Pero el Coronel desestimó la advertencia.
Desde el mediodía, la aviación hizo acto de presencia y empezó a bombardear
y ametrallar con vuelo rasante de camberras. Hacia las ocho de la noche el Batallón
Blindado Bravos de Apure, procedente de Maracay, se colocó en posición de ataque
frente a las líneas enemigas. Pero dejó su acción para el día siguiente en la mañana. Se
continuará combatiendo durante todo el Domingo 3 en las calles y edificios de la
ciudad.
En la Base Naval la insurrección había sido derrotada con un final que parecía
sacado de una película. En primer lugar, la parte más operativa de la flota no se plegó
al movimiento. Los destructores “Morán” y “Clemente”, al mando de los Capitanes de
Navío Manuel Rojas y Omar Guevara, se hicieron a la mar, manteniéndose mar
afuera. Desde allí empezaron a bombardear a sus camaradas, sin siquiera tomar en
cuenta que allí permanecían también como prisioneros los oficiales leales. Otro
destructor, el “Flores” se separó del muelle y permaneció neutral fondeándose en la
rada. El “Zulia”, estaba inoperante por reparaciones y aunque sí se sumó y era la nave
con mayor poder de fuego, poco podía hacer, inmovilizado en su muelle. Las demás
unidades eran de menor categoría y casi no actuaron.
Se les ha reprochado a los vencedores el hecho de su conocimiento de que ya
todos los cabecillas habían sido detenidos. Sin embargo, actuaron con una inclemencia
y crueldad innecesaria. Se supuso que había sido como una especie de venganza por
39
las bajas infringidas el día anterior y la vergüenza de haber sido derrotadas esas
fuerzas acorazadas por unos fusiles. Pero luego se determinó que había privado un
interés político. El propio presidente Betancourt, secundado por su ministro de la
defensa General Antonio Briceño Linares, ordenó la ejecución rápida y sin clemencia
de la toma de la ciudad, para evitar que su ejemplo pudiera extenderse a otras áreas
donde existía el mismo descontento.
Como resultado, de esta pequeña guerra, tras la inclemente represión del
“Porteñazo”, el gobierno obtuvo pingües beneficios. Estos beneficios dieron como
resultado, que las fuerzas insurgentes perdieran poder dentro del pueblo; Tal vez
podamos indicar que ya el discurso Marxista-Leninista no encontraba eco en el
pueblo. Pero sí en las mentes quejumbrosas de algunos universitarios dispuestos a
seguir combatiendo desde otras trincheras de lucha.
40
Parte de Guerra (fuente Ministerio de la Defensa):
Fuerzas leales al Gobierno:
Fuerzas Terrestres:
Unidad: Efectivos / Equipos:
Batallón de Infantería Carabobo No.41 615 / Cañones S/R M-40 de 106mm
Dos compañías del Batallón de Infantería
General en Jefe Juan Carlos Piar No.31
300
Dos compañías del Batallón de
Paracaidistas
José Leonardo Chirinos (FAV)
300
Una compañía del Batallón de Infantería
Girardot
175
Una Batería Mixta del Grupo de Artillería
de Campaña Salóm
135 / Obuses remolcados M-
1A1Howistzer Pack de 75mm y M-1
Howistzer de105mm.
Una compañía del Batallón de Infantería
General en Jefe Simón Bolívar
134
Una compañía del Batallón Blindado
Bravos de Apure No.4
116 / 16 tanques ligeros Crusot Loire
AMX-13 M51.
Policía Militar +100
Destacamento No.55 (Guardia Nacional) 600
Fuerza Aérea Venezolana:
Unidad: Aeronaves:
Escuadrón de Bombardeo B-39 BAC Canberra B.2
Escuadrón de Bombardeo B-40 B-25J Mitchell
Escuadrón de Caza C-35 F-86F Sabre
Escuadrón de Caza C-36 D.H. Vampire
Por la Armada Venezolana los destructores ARV Almirante Clemente, ARV General
Morán y ARV Zulia (antes de rebelarse) que realizaron bombardeos costeros.
Fuerzas Rebeldes:
Unidad: Efectivos
Batallón de Infantería de Marina Rafael
Urdaneta No.2
-1.000
Policía Naval +150
Destructor ARV Zulia La mayoría de la tripulación.
Guerrilleros castro-comunistas +50
(Fuente Ministerio de la Defensa)
41
“Cada momento silbaban proyectiles en el aire, muy cerca de las cabezas de los que
cruzaban el patio de la ciudad... como a las siete y media escuché al Coronel Monch
que era necesario el auxilio del la Aviación para bombardear el Fortín Solano donde
estaba un nido de ametralladoras que no dejaba avanzar. Al poco llegaron los aviones
y se efectuó el bombardeo con toda precisión, luego vi que marcharon... los tanques
hacia la ciudad con dotación de hombres.
A poco rato se escuchó un ensordecedor eco de disparos con distintos estampidos en
un trayecto como de dos cuadras que hay entre la primera estación de gasolina y la
esquina de la Alcantarilla. A la distancia vi bultos que se movían en el suelo pensé
que eran cuerpos humanos, invité a una ambulancia inmediata y fuimos hasta la
estación de gasolina, donde estaba un hombre de uniforme tendido, me bajé, lo auxilié
espiritualmente. La ambulancia quedó alzándolo y yo partí por el centro de la calle
hacia donde estaba el grueso de los caídos que era justamente la esquina de la
Alcantarilla. Allí yacían creo que nueve soldados tendidos, dos heridos mortalmente y
los demás ya muertos, uno al tocarlo me dijo: “ayúdeme padrecito”. Procuraba
echármelo al hombro de pronto llegó una ráfaga de ametralladora que hizo blanco en
él, me paré y dándole la absolución y expiró. Otro herido me dijo al tocarlo: “dígale a
mi mamá cómo morí”... sobre todos di la absolución y me retiré en busca de
ambulancias pero las ambulancias no se atrevían a avanzar porque el fuego se veía
cerrado. Entonces advertí mis manos y sotana llenas de sangre...desde entonces me
limité a ayudar a las ambulancias y a auxiliar muertos y moribundos...” (Extracto del
testimonio del Monseñor Luis Maria Padilla al Consejo de Guerra).
42
Capítulo V
LAS GUERRILLAS EN VENEZUELA, Las Fuerzas Armadas de
Liberación Nacional F.A.L.N.
Desde el “Porteñazo”, la protesta contra el orden democrático constituido se
realizará por medio de la guerra de guerrillas, en un estéril sacrificio de vidas jóvenes,
y por la insurrección popular urbana. Esta nueva modalidad produciría más muertos
que todos los habidos en insurrecciones militares y represión dictatorial o democrática
para encontrarnos, al final de ese espinoso camino, en el mismo punto de partida, pero
con problemas de mucha envergadura por resolver.
Extrayendo un resumen de los titulares de la prensa caraqueña durante el año
de 1963, encontramos: asalto al Museo de Bellas Artes y robo de los cuadros de la
exposición “CIEN AÑOS DE PINTURA FRANCESA”. Asalto a la “prefectura de
San Diego de los Altos”. “Asalto a la población de Río Claro, en las vecindades de
Barquisimeto”. “Muertos y heridos en el choque entre la policía y grupos armados en
el 23 de enero y en Lomas de Pro-Patria”. “Clarín” pública largas listas de “detenidos,
de torturados y desaparecidos” su director Miquilena, hoy día ex_coordinador
nacional del M.V.R (movimiento quinta república), denuncia un fusilamiento en
Junquito. “Toma del buque mercante “Anzoategui” después de zarpar de la Guaira”.
“Secuestro del futbolista DiStéfano”. “Asalto a la oficina de Dinner’s Club”. “Asaltos
en Maracay y en Ciudad Bolívar”. “Fuga de Teodoro Petkoff del Hospital Militar”.
“Asalto al Hospital Militar”. “Asalto a las tiendas Adam’s y a la fábrica de pinturas
Dupont”.
“Voladura de un oleoducto en Barcelona”. “Asalto a los talleres de imprenta
donde se edita el material para el consejo supremo electoral”. “Incendio en una
compañía norteamericana de seguros”. “Asaltos a la emisora Crono Radar”. “Luchas
de guerrillas en la sierra de Coro”. “Asalto a la Columbia Pictures”. “Asalto a la Good
Year de Valencia”. “Guerrillas en Portuguesa”. “Disturbios en Valencia”.
“Asalto a la oficina nacional de reclutamiento”. “Voladura de un oleoducto de
Puerto la Cruz”. “Asalto al tren de excursión a “El Encanto” y asesinato de 5 Guardias
Nacionales siendo heridos de gravedad dos mujeres y dos niños”. “Fuga masiva del
43
Penal de Trujillo de los implicados en la insurrección de Carúpano”, “otra fuga
masiva del Penal de la Isla de Tacarigua en el Lago de Valencia”.
El caos es total en el país. Nadie se explica como un gobierno puede
sobrellevar tal anarquía y como se sostiene exhibiéndose tan inepto a enfrentarla. Todo
el mundo cree y espera en la inminencia de un golpe de estado, (igual a las
expectativas creadas después del alzamiento del 4 de Febrero de 1992).
Con la llegada a la presidencia del Doctor Rafael Caldera en 1969, se impulsa
en su gobierno la política de la pacificación, con la cual se termina con doce años de
muerte y sangre para nuestra patria sojuzgada por una guerra de ideales. Pero estos
ideales no morirán, se mantendrán latentes y volverán resurgir en la década de los
noventa con el desgobierno de la tecnocracia impuesta por Carlos Andrés Pérez.
¿Fue necesaria la muerte, de tantos jóvenes venezolanos que cayeron por unos
ideales, tal vez falsos, pero en los cuales creyeron y por los que murieron?, ¿ fue la
pobreza extrema de nuestro país, impulsora de esta década de muerte ó fue la mano del
extranjero intromisor en nuestra patria, la culpable de esta década?.
Sólo al final de este trabajo de investigación, podremos responder a estas y
otras interrogantes, simplemente esperar los años, esos años, que ayudan a borrar y
perdonar. Tal vez, el lector, lamenta estos años de muerte y desenfreno, pero llenos de
juventud soñadora que comprendió que la vida de las armas, no es el camino, “POR
AHORA”.
El proceso que se aprecia con nitidez es como una vez dominados los
pretorianos en su iniciales pretensiones políticas post-1958, las acciones de la guerrilla
marxista-leninista, contribuye a fortalecer la posición de la oficialidad de orientación
profesional dentro de la institución militar. Esto opera en tres sentidos:
A) En el primero, hay un enemigo común que procuraba destruir la institución
armada por lo que se fortalece el sprit de corps, reduciendo a un mínimo las tensiones
internas.
B) En el segundo, existe la presencia de un visible y activo militarmente
enemigo exterior (la Cuba de Fidel Castro) que procura destruir las Fuerzas
44
Armadas venezolanas, por lo que se reafirma la vinculación con los
estadounidenses dentro del contexto de la guerra fría.
C) Finalmente, crea intereses comunes entre los partidos políticos AD-COPEI
y la oficialidad militar dirigente de las Fuerzas Armadas. Esa comunidad de
intereses resultaría un disparate histórico, más aún académico, identificarla con
el modelo de penetración que propone Nordlinger.
Especie de comisarios políticos nunca, hasta ahora, se han podido identificar
dentro de la institución militar venezolana. El proceso manifiesto resulta en algo
parecido al que sufrió y padeció toda la sociedad criolla, debido a los errores
cometidos por las dos principales organizaciones políticas del país entre las décadas de
los años setenta y ochenta: AD y COPEI. Éstos, dejaron de ver al futuro y
pretendieron, en distintos momentos, llegar a permear toda la sociedad venezolana por
una suerte de metástasis político-partidista.
Esa metástasis se traducía en una situación clientelar, donde el "patrón
partido" tenía "clientes" en todo lo largo y ancho de la geografía nacional y en sus
asociaciones, agrupaciones e instituciones, con la milagrosa excepción de la Iglesia.
Las Fuerzas Armadas fueron afectadas por esta situación, pero nunca alcanzó las
proporciones alarmantes que sí logró en los sindicatos, gremios profesionales,
empresas del estado, universidades e institutos educativos públicos, asociaciones de
vecinos, juntas vecinales, etc.
Era sí una sociedad civil asfixiada por la realidad clientelar, especie de
intelillentzia, apparatich y nomenklatura de los partidos políticos dominantes y
mayoritarios: AD y COPEI. Algunos Oficiales, por méritos castrenses indiscutibles,
afectos a estos dos partidos alcanzaron sustancial influencia en la organización militar,
al llegar a los grados militares de Generales y Almirantes. Consecuencialmente, pasan
a desempeñar importantes cargos en la institución militar. Pero hasta allí.
Insistimos, en la realidad militar venezolana del siglo XX, no encontramos
evidencia sólida de nada que pueda comparar con la presencia de comisarios políticos
o infiltración y adoctrinamiento político, en, las Fuerzas Armadas por activistas adecos
y copeyanos. El adoctrinamiento, la educación castrense venezolana de los años 60 en
adelante, era técnica-militar y constitucionalista.
45
El modelo Liberal, según Nordlinger, se apoya en la existencia de élites bien
diferenciadas y con responsabilidades propias. Los militares son ya profesionales o se
encuentran en el proceso de serlo. Son instruidos en los principios de obediencia y
respeto ante las autoridades civiles. Se busca así, despolitizar en la medida de lo
posible al sector castrense, pero respetando las condiciones propias de la institución
militar, como su sprit de corps y su efectiva autonomía en los aspectos estrictamente
militares y profesionales castrenses.
Lo antes señalado, es fundamental entenderlo en su auténtica dimensión
histórica. El avance positivo, durante los años sesenta, en lo que atañe a las relaciones
civiles-militares deviene ciertamente impresionante, comparado con el pasado
inmediato y mediato. Esto se trasluce rigurosamente exacto, a pesar del deformado
carácter del modelo Liberal.
Por primera vez en la historia del siglo XX venezolano, la tradicional
simbiosis entre militares y civiles (esta vez genuinamente gobernantes, o más que en
ningún otro momento de la historia venezolana contemporánea), alcanza un
fundamento efectivo que se expresa, institucionalmente, sin trazos protagónicos y
visiblemente preponderantes de personalismo político. Ese constituye el valor
histórico, del llamado Pacto de Punto Fijo y de la Constitución de 1961 en la
evolución de las áreas de influencia y competencia entre la realidad política civil y el
sector militar.
La llamada insurrección armada: La guerra de baja intensidad en Venezuela
y los acuerdos, entre militares y civiles, de naturaleza política en los años 60, sus
efectos en las relaciones civiles-militares.
Quizás el factor clave para la consolidación de la institucionalidad y la
supremacía de ésta sobre la participación política, en términos Huntingtonianos, en el
caso venezolano de los años 60, fue la dinámica hemisférica vinculada con la guerra
fría. La sociedad venezolana se divide en dos grandes segmentos, donde el más
cohesionado y el que contaba con mayor apoyo internacional logra imponerse.
Son los turbulentos años del gobierno de la Junta de Gobierno, el único
gobierno constitucional presidido por Rómulo Betancourt y luego el presidido por
46
Leoni. Parece existir la idea, en algunos de los derrotados protagonistas políticos de
estos sucesos, de minimizar su intensidad e importancia. Las palabras guerra civil no
son empleadas y se prefiere el de la Lucha Armada. De allí el título de varios gruesos
tomos de evidencia testimonial, salvada para la historia por Agustín Blanco Muñoz y
que ya se mencionó en páginas anteriores. Se volverá, obligadamente, sobre esta
fuente.
Para uno de los tres "comandantes" de la izquierda revolucionaria,
entrevistados por Blanco Muñoz (1982, pp.66-67), Lino Martínez, en estos años de la
década de 1960 en Venezuela: ... "no hubo guerra [...] Hubo esporádicos
enfrentamientos armados y hubo débiles intentos de formar un ejército popular que no
culminaron, no cristalizaron". Si bien es cierto que el llamado "ejército popular" nunca
llegó a formarse realmente como tal, guerra sí hubo, guerra irregular, de baja
intensidad, entremezclada con acciones de terrorismo y de violencia física urbana
promovida por las llamadas unidades tácticas de combate (UTC) o guerrillas urbanas.
Los frentes guerrilleros rurales no constituyen una ficción sino una realidad
histórica; el que fracasaran en lograr sus propósitos es otra cuestión. El que fueran
vencidos por las Fuerzas Armadas Nacionales y el que su proyecto político no
cristalizara, trasluce una verdad histórica que no puede rebatirse para el siglo XX
venezolano.
Revisando la evidencia testimonial arriba destacada (Blanco Muñoz, 1981-
82), parece ser posible el distinguir un lapso inicial en el cual se buscaba comprometer
a un sector de las Fuerzas Armadas en un intento golpista, fundamentalmente militar,
pero con apoyo de los sectores civiles radicalizados. Este proceder no era nada nuevo,
era tratar de volver a lo que fue octubre de 1945...
El punto culminante del proceder político-militar arriba señalado, es la
frustrada insurrección militar de algunas unidades de la Armada en Puerto Cabello, en
1962. Suceso conocido en la historiografía venezolana como El Porteñazo. Esta
acción insurgente militar-civil estaba destinada al fracaso, así como antes lo habían
estado acciones de fuerza de inspiración netamente militar, expresión del más rancio
pretorianismo venezolano, como las del General Jesús María Castro León, Ministro de
la Defensa del gobierno provisional que nace en enero de 1958. Ambos movimientos
47
miraban al pasado y no al futuro. Surgían momentos de cambio innovador no de
segundas ediciones.
Tanto las frustradas "fusiones" civiles-políticas-militares (Carupanazo o
Porteñazo), así como las fracasadas insurrecciones de Castro León, ilustran sobre la
miopía intelectual de los comprometidos en ambos movimientos. Seguían aferrados a
los tradicionales procedimientos de pasado político venezolano. Era tiempo de
innovaciones creativas, no de seculares soluciones de fuerza con un pronunciado matiz
autoritario.
El Ministro de la Defensa se creía en una posición de poder, prácticamente
antesala de la Presidencia de la República. Ese había sido el caso para Eleazar López
Contreras, Isaías Medina Angarita, Carlos Delgado Chalbaud y Marcos Evangelista
Pérez Jiménez. Desde 1936 hasta 1957, había sido una constante en la realidad política
venezolana. Al no tener éxito en su intento de golpe de estado de mediados de 1958 se
cierra el vaso comunicante de poder pretoriano entre el Ministerio de la Defensa y la
Presidencia de la República. El General Castro León no lo percibió, pero con su acción
fracasada estaba evidenciando un cambio importante en los mecanismos del ejercicio
del poder político en Venezuela.
Al no tener éxito en las los esfuerzos golpistas-insurreccionales, para 1963-
1964 se inicia la llamada Lucha Armada. Se crean Las Fuerzas Armadas de Liberación
Nacional (FALN) y el Frente de Liberación Nacional (FLN) como brazo político-
logístico. Surgen los frentes guerrilleros rurales. Particularmente útil para estudiar este
período, tan escaso de fuentes bibliohemerográficas serias y donde predominan las
evidencias testimoniales de los derrotados políticos y militares, es el libro publicado
por la Dirección de Educación del Ejército para finales de 1980:
Los Cinco De Línea (Apología a los cinco teatros de operaciones que durante
17 años formaron una sólida línea defensiva frente a la subversión, que trató de
imponer al pueblo venezolano una dictadura de tipo marxista-leninista). Es un texto
mimeografiado de 209 páginas, autorizado para ser un manual con fines
instruccionales en las Escuelas del Ejército. Su circulación, pues, ha sido restringida.
Lo interesante del texto arriba señalado es que sus autores son, o eran,
militares activos: Coronel Juan Biaggini Gutiérrez, Mayores Nelson Noriega y
48
Roberto Moreán Umánez, Capitán Eduardo Lobo Parra y Teniente Marcos Arleo
Espinoza. Distinguen un lapso de 17 años de actividad subversiva que fraccionan en
varios períodos. Estudiando éstos y la data que presentan para apoyarla, resultan como
evidentes algunos aspectos de interés. Así, inicialmente, se hace posible reducir los
distintos períodos que presentan los autores del análisis a sólo tres: uno de
antecedentes y preparación, otro de desarrollo y crisis, para luego destacar finalmente
el de decadencia y derrota militar. El primero se da entre 1958-1962. El segundo entre
1962-1968. Finalmente, 1968-1970.
Otro aspecto que llama la atención estriba en el hecho de que en enero de
1962 se implementaron, antes del Porteñazo, los primeros esfuerzos guerrilleros
rurales visibles y organizados. También resulta evidente que la derrota del movimiento
guerrillero fue antes política que militar. La militar tomará hasta finales de los años
sesenta. Para quedar reducidos a sólo muy pequeños grupos después de esta década.
Detalles sobre apoyo logístico, material y humano del gobierno cubano de
Fidel Castro al movimiento guerrillero venezolano, es otro de los aspectos interesantes
que surge de la data que ofrece este libro escrito por militares venezolanos para
militares venezolanos. La actividad bélica se prolongará por años debido a este apoyo
foráneo.
Para finales de 1963 fue descubierto por el Ejército, el tercer cargamento de
armas enviadas desde Cuba, en las playas del estado Falcón. Otras ayudas en dinero,
armamento y hombres siguieron a ésta. Una prueba de la participación activa de
nacionales cubanos en las actividades guerrilleras en Venezuela lo hallamos en un
enfrentamiento sostenido por tropas del Batallón de Cazadores Cruz Carrillo, el 17 de
abril de 1968, en Chupulún, Estado Yaracuy. En esa acción pierden la vida 15
guerrilleros, entre ellos cinco individuos de nacionalidad cubana que habían ingresado
en territorio venezolano por las cercanías de Tucacas, en 1966.
Las Fuerzas Armadas venezolanas deben prepararse rápidamente para
enfrentar la amenaza de las guerrillas rurales y urbanas. En las ciudades será
básicamente la actividad policial y de inteligencia la que predomina. Pero en provincia
son las guerrillas rurales y éstas serán enfrentadas, fundamentalmente, por las fuerzas
Golpes, insurrecciones y violencia política 1958-1998
Golpes, insurrecciones y violencia política 1958-1998
Golpes, insurrecciones y violencia política 1958-1998
Golpes, insurrecciones y violencia política 1958-1998
Golpes, insurrecciones y violencia política 1958-1998
Golpes, insurrecciones y violencia política 1958-1998
Golpes, insurrecciones y violencia política 1958-1998
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  • 1. 2 REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD DE CARABOBO ÁREA DE ESTUDIOS DE POSTGRADO MAESTRÍA EN HISTORIA DE VENEZUELA GOLPES DE ESTADO, ALZAMIENTOS E INSURRECCIONES MILITARES Y CIVILES COMO FORMAS DE VIOLENCIA POLÍTICA EN LA HISTORIA VENEZOLANA DE 1958 A 1998. Autor: Pavel José Oropeza Sánchez Tutor: Dr. José Napoleón Oropeza
  • 2. 3 Introducción El presente proyecto de investigación aborda el análisis del proceso histórico social, que se generó el 23 de enero de 1958, tras la caída del último dictador del siglo XX venezolano, Marcos Evangelista Pérez Jiménez. El proceso político que comenzó en 1959 con las primeras elecciones democráticas que llevaron a la presidencia de la República de Venezuela al Sr. Rómulo Betancourt, quien, para algunos historiadores, fue y ha sido el presidente más combatido en la era democrática, ha decaído a lo largo de estas cuatro décadas. Desde esta perspectiva, intentaremos analizar el proceso ideológico que se generó, en nuestro país tras el triunfo de la Revolución Cubana, en aquellos años en que las ideas prevalecían sobre los hechos, como una consecuencia natural de la supremacía de lo ideológico ante la acción. Fuera de los cuarteles, el descontento se evidenciaba. Pero dentro de ellos empezaba a gestarse un movimiento político que pronto intentaría tomar el poder, a sangre y fuego; se dan los movimientos militares de El Barcelonazo; El Carupanazo y El Porteñazo, como los más emblemáticos dentro de la era democrática. Igualmente, los partidos que preconizaban la insurrección intentaron emular al ejército de Fidel Castro, dando nacimiento a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (F.A.L.N). Las cuales no podrán tomar el poder por la vía de la insurgencia armada, pero crearán malestar y desasosiego dentro de las Fuerzas Armadas Nacionales. Los años transcurren dentro del proceso económico venezolano, y su futuro se volverá a ennegrecer con la entrada al poder del señor Carlos Andrés Pérez, en 1988 (Segundo Período). Pero los “éxitos” macroeconómicos seguían sin dejarse sentir en la calle y el descontento era general. De modo que, lo que más llamaba la atención es que, teniendo tanto paño donde cortar, los insurrectos del 04 de febrero de 1992 no hubiesen hecho ni siquiera el intento de presentar un programa de reivindicaciones civiles para justificar su acción militar. ¿Se trataba de una intentona castrense, sin importancia y sobre todo sin futuro?, ¿Había razones de las puramente militares, para un estallido? La pregunta fundamental que la inmensa mayoría de los venezolanos se hizo, desde el primer
  • 3. 4 momento, fue: ¿Cuál sería la reacción popular? ¿Actuaría el pueblo como sucedió el 07 de septiembre de 1958, lanzándose al asalto de un cuartel con las manos desnudas para defender a la recién conquistada Democracia?, ¿O por el contrario reeditaría un “CARACAZO” para apoyar a quienes intentaban derrocar a un gobierno que, según las encuestas, detestaba mayoritariamente? La primera reacción de la dirigencia de los partidos fue cerrar filas en torno a la defensa de la Democracia, amenazada por el viejo fantasma del Golpe de Estado, que se creía enterrado desde hacía treinta años. En este trabajo de investigación, nos planteamos analizar los Golpes de Estado, Alzamientos e Insurrecciones Militares y Civiles como forma de Violencia Política en la Historia de Venezuela desde 1958 a 1998. Desde esta perspectiva, resulta imperativo analizar el papel histórico de la lucha armada en la vida nacional, durante la década de los años sesenta. Igualmente, conocer las razones históricas que condujeron al fracaso de la lucha armada en Venezuela. Y es fundamental en nuestra investigación analizar las razones históricas que produjeron los alzamientos militares, durante el período democrático de Rómulo Betancourt. En este estudio, se intentó ubicar y determinar las razones históricas que condujeron al fracaso de los golpes de Estado e Insurrecciones militares en Venezuela, durante el período histórico 1958 a 1998. Es deber del investigador señalar e investigar las respuestas del Estado como consecuencia de la violencia insurreccional y militar, durante el período 1958-1998. Estas son las premisas que van a centrar; a esta investigación. Metodológicamente, la reconstrucción historiográfica se efectuará, fundamentalmente, a partir del análisis crítico de las fuentes documentales, enlazando, estos elementos teóricos; con los diferentes contextos históricos, los cuales, de forma elemental, se basarán en la investigación bibliográfica existente. Por estas razones, el trabajo podría ser considerado como una Investigación Histórica de tipo documental, siendo este tipo de investigación, el más acorde en la definición y explicación de los objetivos aquí planteados. La investigación ha sido concebida en seis capítulos, más lo relativo a las conclusiones. En el primer y segundo capítulo se abordarán, las consideraciones
  • 4. 5 generales en base al tema desarrollado, estableciendo especial referencia a las insurrecciones militares y civiles. Estos eventos se vincularán a los hechos y procesos políticos e históricos de la actualidad. Se centrará en el estudio y a los análisis de todos los movimientos de carácter insurreccional, por parte de los partidos políticos en la clandestinidad, ocurridos durante el inicio de la era democrática. El capítulo tres, se va a fundamentar en la violencia política de los años sesenta, junto a lo concerniente al proceso de formación de la Fuerza Armada Nacional, dentro del ámbito político nacional, fundamentándose en los conceptos emitidos por Samuel Hungtinton, quien; realiza un análisis, en base al rol de los militares y su papel en el desarrollo del sistema político, y como este último ha pretendido un supuesto control por parte de los civiles (hacia las fuerzas castrenses), que dirigen al Estado Venezolano y el capítulo cuatro, respectivamente; corresponderá a los movimientos insurgentes contra el Sistema Democrático durante el gobierno de Rómulo Betancourt, el papel del grupo Guerrillero “Bandera Roja”. El capítulo quinto, se concentra en la llamada insurrección armada, como guerra de baja intensidad, el capítulo sexto el análisis de las decadas setenta y ochenta, y por último la intentona golpista de 04 de febrero, hasta concluir con la victoria electoral del actual presidente Tcnel (Ej) Hugo Rafael Chávez Frías. Por último se le dedicará a las conclusiones pertinentes al estudio aquí planteado.
  • 5. 6 Capítulo I.- Los hechos violentos acaecidos en el marco del proceso socio-político generado en la madrugada del 23 de enero de 1958 hasta nuestros días, tales como: El Barcelonazo, El Carupanazo, y el Porteñazo, entre otros, han transformado y contribuido a desarrollar y renovar, estructuralmente, al Estado venezolano, conjuntamente con la sociedad venezolana en general. Igualmente, se podría indicar que la reestructuración del país nacional, a través de la aplicación de una carta magna de carácter progresista, que en los actuales momentos se plantea desde el gobierno de Hugo Chávez Frías. Ella constituye el resultado directo de estos hechos, tras el estudio histórico de las causas y consecuencias que han generado estos eventos en la manera de comprender y vivir el hecho político del hombre venezolano actual. Dentro de este contexto se delimitarán los lineamientos del diseño del presente proyecto. Según el criterio de Luis España, expuesto en su obra, “Las Razones del Venezolano”, en el cual, se reconoce que la situación es compleja y se escapa de los límites del discurso regular de política. Se trata de un problema nacional, cuyas raíces son complejas para el análisis. Ernesto “CHE” Guevara; lo diría más icásticamente al afirmar que “El camino de la liberación nacional en América Latina es el camino de la violencia, necesaria para la casi totalidad de los países latinoamericanos”, (texto tomado de VALSALICE LUIGI: Guerrilla y Política. Editorial Pleamar. Buenos Aires. Argentina, 1973). Con esta afirmación genérica del CHE Guevara, el líder carismático de la revolución cubana, se deberá enfrentar el Estado venezolano a partir del año 1962, en la prueba táctica y político social de mayor envergadura que la modernidad haya impuesto como fenómeno social. En este sentido nadie se propone resolver directamente el problema de la violencia, fenómeno digno de analizar desde distintas ópticas. En los últimos años hemos sido testigos de los sucesos del 27 de Febrero de 1989, conocido como “El Caracazo”. Luego, el crecimiento desmedido de la inseguridad y de la violencia delictiva, el aumento de la pobreza y la desigualdad, la conflictividad sociopolítica, las protestas semanales irracionalmente violentas, la violación de los derechos humanos (El Amparo, los cadáveres del sector de La Peste, la represión policial), sólo por
  • 6. 7 nombrar algunos hechos que han generado y afianzado un clima de violencia en el país. Posteriormente, la madrugada del 04 de Febrero de 1992, con el intento de golpe de Estado liderado por Hugo Chávez Frías, queda al descubierto la inestabilidad del régimen político imperante. Se despierta con ello el uso cotidiano de la fuerza para “resolver” los asuntos públicos, todo lo cual generó la permanente intranquilidad de tener la certeza de que aún, lo peor no ha pasado. Angela Zago, en su libro “La Rebelión de los Ángeles”, afirma: “Los comentarios políticos que a partir del 04 de febrero se hicieron a través de los medios audiovisuales –y en algunos casos de la prensa escrita- acerca de lo que es un militar, deben haber molestado profundamente a estos profesionales”. Mientras que la opinión pública manifestaba una sorprendente solidaridad hacia los militares rebeldes que se alzaron el 4 de febrero, la mayoría de los dirigentes políticos y algunos intelectuales pegaron el grito al cielo: “había llegado el lobo y caperucita comenzó a chillar histérica.” (Angela Zago pp 46). En los últimos cuarenta años, el Estado venezolano, ha sufrido fuertes enfrentamientos, algunos de carácter ideológico, como los hechos de la década de los años sesenta, donde el comunismo era la panacea, dentro de los jóvenes cimarrones de aquella época. Con el transcurrir de los años, la lucha se hizo más sencilla, y sin tintes políticos. El Estado se adapta rápidamente, a esta forma de violencia, generando una respuesta, que fácilmente se le podría comparar con las políticas STALINISTAS, el boato y la corrupción han socavado el sistema, y la sociedad generó una respuesta rápida frente a este mal, el sentimiento de repulsión del Estado corrupto y corruptor que han llevado a hombres al poder, con el sentimiento muy arraigado de querer desaparecerlo. Tras el intento de golpe de Estado del año 1992, se generó un clima de discusiones: El Presidente llamó a los notables, encabezados, por Arturo Uslar Pietri. Luego, sé habló de la necesidad de una convocatoria a la Asamblea Constituyente. La ebullición política aparentemente encontró en el gobierno de Caldera un momento de paz, mientras avanzaba la sombra de un gobierno aparentemente pacificador e inerte, la figura de Hugo Rafael Chávez Frías, quien pasaría, desde 1992,
  • 7. 8 hasta un año antes de tomar el poder por la vía electoral, retomando las banderas que habían quedado olvidadas desde los tiempos de “El Caracazo”. Hugo Chávez Frías gana las elecciones en 1998. Y convoca a la Asamblea Nacional Constituyente. En tres meses tendría lista una Constitución que sería tomada como una panacea a través de la cual se solventarían, según sus redactores, las necesidades más perentorias de la población venezolana y se dará forma a un Estado “moderno y contemporáneo”. Por más de tres décadas, la democracia venezolana funcionó con éxito, sobresaliendo, junto con Colombia y Costa Rica, en un contexto latinoamericano signado por la recurrencia de gobiernos dictatoriales. No obstante, a partir de 1989, el país se había sumergido en una severa crisis, que sembró dudas acerca del llamado “Excepcionalismo” venezolano. En la actualidad han resurgido viejas inquietudes acerca de las condiciones y posibilidades de funcionamiento del orden democrático del país. Nos podríamos preguntar ¿Cuáles son los determinantes de la crisis del sistema político venezolano? ¿Qué lecciones se pueden extraer de los logros y deficiencias de los cuarenta años del régimen democrático en el país? ¿Qué perspectivas de corto y mediano plazo se le plantean al sistema político venezolano? Partiendo de estos elementos, la investigación está orientada bajo los elementos de la historiografía, apegados a las concepciones de los métodos de investigación social, en aras de dilucidar las consecuencias políticas que ciertos eventos históricos habían desarrollado en Venezuela, tales como: El Porteñazo, Las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, conocidas como las F.A.L.N, el mismo derrocamiento del último dictador venezolano del siglo XX, así como la influencia del triunfo de la Revolución Cubana, bajo las órdenes de Fidel Castro y sus insurgentes. Todos estos eventos que, ideológicamente, influyeron positivamente en la mente de los jóvenes venezolanos y del mundo entero, en una década llena de ideales y sueños de libertad. Por otra parte se abordó el final de la era guerrillera, la pacificación por parte de congresantes y mandatarios de la época: ¿cuál fue su aporte a la formación de la idiosincrasia y la mente política del venezolano moderno, que desde sus curules parlamentarios siempre han deseado la Revolución?. Se abordará igualmente la
  • 8. 9 debacle económica del gobierno de Luis Herrera Campíns y su Viernes Negro; el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y los golpes de Estado del año 1992. Al final de nuestro análisis, se podrán responder y analizar los objetivos que dieron forma y fin a esta investigación e indicar, los resultados positivos que los mismos pueden dar a la sociedad cambiante de la nación, en las postrimerías del siglo XXI. Los paradigmas se han desarrollado y cambiado siempre en búsqueda del futuro para el nacional actual En este sentido, la investigación contribuirá con una bibliografía que aportará un nuevo elemento de análisis de un fenómeno contemporáneo que atañe a todos: La violencia política como generadora de cambios. Por otra parte esta contribución bibliográfica podrá ser motivo de consulta para otros investigadores que encuentren, en sus páginas, ecos de un problema comunitario y nacional que nos atañe a todos los venezolanos del presente. Los ajustes teóricos y metodológicos, por otra parte, permitirán hacer cortes en torno a los objetivos y fines que delimitan a este diseño, permitiendo ceñirse al objetivo de análisis fundamental que nos hemos abocado en esta investigación.
  • 9. 10 Capítulo II.- La izquierda jacobina fue influida fuertemente por la teoría de la dependencia, que postulaba que la totalidad de la economía latinoamericana, tanto en las áreas urbanas como periféricas, fue integrada al capitalismo mundial, y que la elite económica, incluida la burguesía, sostenía y defendía al Sistema político, social y económico imperante. Esta teoría representaba un desafío a la versión comunista ortodoxa del concepto de las dos etapas de la Revolución del Proletariado (versión clásica). Es este nuevo paradigma social e ideológico que va a llevar a formar a nuevos grupos de violencia social (guerrillas), con un nuevo discurso y una nueva ideología, que, hoy en día, persiste en toda la América Latina. Como suele ocurrir en tiempos de decisión, en este momento todas las posibilidades permanecen abiertas. El mapa político luce impregnado de incertidumbre. En las actuales circunstancias parecen visualizarse cinco imágenes de futuro para el corto plazo, cada una con su respectivo grado de viabilidad y probabilidad”. Así nos ilustra Manuel Caballero en su libro, “La crisis de la Venezuela Contemporánea” (1998): “La continuación de la situación prevaleciente desde el 4 F, el éxito de la política de concertación nacional promovida por importantes fuerzas sociales; la imposición de las tesis de un referéndum popular sobre la reforma a la Constitución y la permanencia o no de las actuales autoridades ejecutivas, legislativas y jurisdiccionales; un golpe militar ejecutado por militares de alta graduación con miras a restablecer “el orden” y “la tranquilidad” de la sociedad venezolana; y un golpe militar realizado por oficiales de mediana y baja graduación con objetivos similares a los que aparentemente inspiraron a los cabecillas del 4 de febrero de 1992”. Siempre, el ideal que propugnan los alzados al sistema democrático, en el mundo entero señala que su movimiento se basa en el ideal de reestablecer el orden alterado. Recordemos el acta constitutiva de la Junta de Gobierno de 1948, igualmente el 23 de enero de 1958. El Coronel (EJ), José Machillanda Pinto, en su libro “Poder Político y Poder Militar en Venezuela; 1958-1986” (1986) Pág. 87 nos señala: “La situación político-
  • 10. 11 social después del derrocamiento del General Marcos Pérez Jiménez, en Venezuela, es de enfrentamiento, de disturbios y de insurrección. Manifestaciones de numerosos desempleados y una agitación estudiantil permanente, sirven de fermento revolucionario a la caída del régimen dictatorial”. La separación del gobierno, del Partido Unión Republicana Democrática, después de la Conferencia de San José de Costa Rica, ocurrida el 11 de noviembre de 1961, remata el cuadro de inestabilidad, conflicto y enfrentamiento en toda la sociedad. Domingo Irwin en su texto “Relaciones Civiles-Militares en el Siglo XX”, Pág. 103 (2000), advierte que:”El Pacto de Punto Fijo, la Constitución de 1961 y el fracaso del rosario de golpes militares, hasta el llamado Porteñazo, garantizan el triunfo de la tesis del capitalismo de estado”. Los movimientos subterráneos insurrecciónales de naturaleza militar, o cívico- militar, se fortalecen durante la década de los años ochenta. Las organizadas logias militares se manifestarán abruptamente en 1992, en dos frustrados golpes de Estado. Con cada conspiración militar que fracasa, o bien que es develada y se frustra, se logra avanzar en el proceso institucionalizador. Es, dentro de la oficialidad militar, el fracaso recurrente de la tendencia pretoriana y el predominio constante de la tendencia de orientación profesional. Afortunadamente, sobre este período de la realidad militar venezolana, se cuenta con el excelente trabajo de compilación testimonial desarrollado por Agustín Blanco Muñoz (1981-1982), en seis gruesos volúmenes. Todos los intentos fracasan. La crónica de estos sucesos, según sus más importantes protagonistas visibles, los recoge pulcramente Agustín Blanco Muñoz (1981). Crónica testimonial donde se siguen los detalles de los contactos entre los sectores radicales de orientación marxista-leninista y sus aliados militares. El aspecto culminante es la insurrección militar en las instalaciones navales en Puerto Cabello, en 1962, y su sangriento fracaso. De los defensores militares del gobierno sólo el Contralmirante Ricardo Sosa Ríos (1979), dejó para las generaciones futuras su visión de los sucesos en un libro autobiográfico: Mar de Leva. Lo verdaderamente importante del llamado Porteñazo,
  • 11. 12 no es la crónica testimonial, el detalle de los sucesos, las veladas delaciones del radical movimiento. Lo paradógico de este proceso histórico de 1958 a 1962, radica en que se evidencia la institucionalidad como superior a la participación política, en el sentido huntingtoniano de ambos términos. Esto que parece inicialmente contradictorio, encuentra una fácil explicación al resaltar la auténtica constitucionalidad del régimen, su legalidad y legitimidad. Como institucionalmente se canaliza la participación política. Ésta se realiza, vía los partidos políticos, por medios electorales e institucionales y la violencia contra esta realidad con Potestas, Imperium y Autoritas, no tiene éxito. En términos huntigtonianos se entra en una realidad política Cívica- progresista y de ella, teóricamente, se puede avanzar hacia una Cívica-de participación. Desde la década de los años sesenta, la institución política venezolana avanza en el proceso de modernización de sus instituciones, dejando atrás fórmulas visiblemente anticuadas. Desde la década que se inicia a partir de 1970, hay un renacer de proyectos político-militares clandestinos. Los paradógicos acuerdos de los años sesenta entre civiles de orientación marxista-leninista, opositores a los gobiernos presididos por Betancourt o Leoni y militares en proceso de politización, tienen una segunda edición, mejorada, corregida y aumentada. Las llamadas ideas sobre seguridad nacional y desarrollo socio-económico ganan adeptos, también, dentro del cuerpo de Oficiales venezolanos, como vía para detener la influencia marxista en las Fuerzas Armadas Nacionales. El 23 de Enero de 1958 fue derrocado el General Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Tras este golpe de estado, concluyen casi diez años de férrea dictadura. Para poder explicar o lograr entender lo que ocurrió, en esta década aciaga, en nuestro país, debemos analizar el significado de ese 23 de Enero. En el fondo, acaso se temía que jamás el País lograría sacudirse el yugo de las tiranías. El derecho a expresar de viva voz el pensamiento, tanto tiempo ignorado por los regímenes de facto, se manifestó en los medios de comunicación social. Y el hombre de la calle comprendió que en lo sucesivo se podrían fijar los destinos de la
  • 12. 13 nación. Por otra parte, el espíritu castrense tampoco podía olvidar, en un día, el papel eminentemente protagónico que hasta entonces le había correspondido, incluso desde los mismos días de la independencia nacional. Se trataba de un país con nuevas características de la que muchos protagonistas de la política echaron mano para enmendar rumbos, cada cual en la dirección de su propio interés. Por muy férreo que fuese el espíritu de la unidad nacional, tan fuerte disparidad de criterios no podía sino traducirse en un enfrentamiento violento. En el campo civil, la insurrección es permanente. La guerrilla urbana y las manifestaciones populares y estudiantiles transforman las calles en campos guerrilleros bajo la orientación ideológica del marxismo leninismo. Desde otro escenario, en un mitin multitudinario celebrado en La Habana el 26 de Julio de 1962, conmemorando la fecha del asalto al cuartel Moncada, Fidel Castro apuesta a que convertirá a la Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra del continente Americano. La tesis de la insurrección armada sostenida por el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria es discutida abiertamente y sus fracciones parlamentarias hablan del “gobiernito” de Betancourt, haciéndose eco de las arengas de Castro, desde Cuba. Durante marzo de 1992, en un encuentro de emergencia que sostuvo el principal partido de oposición (COPEI) para analizar las causas del fallido intento “Del 04 de Febrero”, se llegó a la conclusión que un elevado número de oficiales y soldados, teniendo en cuenta el volumen total de efectivos del ejército que está siendo sometido a los procesos de la justicia militar a raíz de la insurrección, tuvo participación en la acción, y resultaban contaminados con las ideologías comunistas anticristianas. Casi la totalidad de las fuerzas de lidia del ejército venezolano participaron en el golpe del 04 de Febrero de 1992. La principal división blindada estacionada en Valencia. La principal división misilística en la ciudad de Maracaibo. Cosa que no se veía en ninguna insurrección militar desde el 24 de noviembre de 1948, que fuerzas militares de tal magnitud se separaran de la línea institucionalista de la Fuerza Armada Nacional.
  • 13. 14 Eso conduce a ir más allá del tema limítrofe como causa del sacudón militar. De hecho, los oficiales alzados hablaron de la forma cómo se está conduciendo el proceso histórico. Por primera vez en la historia de la democracia, la clase media, integrada por los hijos de obreros y trabajadores, lograron cambiar de status. Alcanzando los sueños de sus progenitores de bienestar y opulencia, asumieron un rol activo en la discusión política, de manera cotidiana. Tal vez una de las más importantes consecuencias de la crisis de 1983 se sitúe en el terreno psicológico. A partir de entonces los venezolanos han estado habituándose a la idea de que viven, más allá de una situación y una circunstancia, en una realidad permanente y también en un país diferente.
  • 14. 15 Capítulo III.- En la historiografía venezolana resulta sumamente interesante que, a pesar de la importancia histórica de la Violencia en el manejo de la democracia, buena parte del contenido sobre el tema Violencia se encuentra diluido, con el tema político, en los textos que tratan sobre la evolución histórica venezolana del siglo XX. De allí surge parte de la confusión analítica y conceptual. En parte esta situación, resulta un reflejo fiel de esa fusión militar-civil y político-militar, que se ha venido comentando y analizando en textos anteriores. Si antes se diferenció entre el caudillo y el dictador, entre caudillismo y dictadura militar, resulta ahora necesario, avanzar en el proceso de depuración conceptual, de clarificar términos empleados sin mucho esfuerzo de precisión analítica en la historiografía venezolana. El problema básico es el contenido político del término Violencia. Una forma efectiva de descalificar ante un público culto, de orientación liberal, los gobiernos de facto que expresan las dictaduras militares iberoamericanas. El método histórico se afianza en el conocimiento de las distintas etapas de los objetos en su sucesión cronológica. Para conocer la evolución y desarrollo del objeto o fenómeno de investigación se hace necesario revelar su historia, las etapas principales de su desenvolvimiento y las conexiones históricas fundamentales. Mediante el método histórico se analiza la trayectoria concreta de la teoría, su condicionamiento a los diferentes períodos de la historia. Los métodos lógicos se basan en el estudio histórico poniendo de manifiesto la lógica interna de desarrollo, de su teoría y halla el conocimiento más profundo de esta, de su esencia. Sobre estas premisas, sometemos el estudio planteado. Así, vemos en las páginas siguientes como la violencia política, de las últimas décadas en nuestro país ha generado cambios.
  • 15. 16 LA VIOLENCIA POLITICA EN LOS AÑOS SESENTA Por largo tiempo privó en la ciudadanía el ambiente de júbilo que se inició el día 23 de Enero de 1958, tras la huida del país del dictador Pérez Jiménez. Venezuela, puede decirse, parecía celebrar la fiesta de la libertad. Era un jolgorio natural y comprensible. Tenía su explicación en las dictaduras que había soportado el pueblo. En el fondo, acaso se temía que jamás lograría sacudirse el yugo. El derecho a expresar de viva voz el pensamiento, tanto tiempo ignorado por los regímenes de facto, se manifestó en los medios de comunicación social. Y el hombre de la calle comprendió que en lo sucesivo se podrían fijar los destinos de la Nación. La convocatoria a elecciones libres, hizo de inmediato la Junta de Gobierno presidida por el Vicealmirante Wolfang Larrazabal Ugeto, quien fue designado, apresuradamente, para ocupar tan honroso cargo. Venezuela, casi desconocida hasta entonces en el concierto de las naciones latinoamericanas de este siglo, pareció alcanzar la mayoría de edad política y marchar llena de confianza hacia un futuro promisor. Pero las diversas opiniones, ideales y ambiciones de la Nación, que el dictador había logrado mantener amordazadas durante toda una década, se manifestaron entonces abiertamente. Y ya no fue un sentimiento unitario de oposición a la tiranía el que se produjo, sino la aparición de una pugna de ideologías de clases claramente opuestas, dando inicio a una polémica nacional para la cual el país posiblemente no estaba del todo preparado. Venezuela, en aquel entonces, aparecía como una de las naciones económicamente más holgadas del continente y el capital privado internacional, no estaba dispuesto a perder la oportunidad de inversión que se ofrecía. Pero las ideologías de izquierda también querían hacer oír su voz. Por otra parte, el espíritu castrense tampoco podía olvidar, en un día, el papel eminentemente protagónico que hasta entonces le había correspondido, incluso desde los mismos días de la independencia nacional. Se trataba de un país con nuevas características del que muchos echaron mano para trazar rumbos, cada quien perfilando aquellos en la dirección de su propio interés. Por muy férreo que fuese el espíritu de la unidad nacional, tan fuerte disparidad de criterios no podía sino traducirse en un enfrentamiento violento.
  • 16. 17 Por otra parte, al primer presidente de la nueva era democrática, le correspondió asumir el mando en que, no lejos de Venezuela, triunfaba y se hacía del poder la revolución quizá de mayor trascendencia ocurrida, en este siglo, en nuestro continente: La Revolución Cubana. La visita a Caracas que a los pocos días realizara el comandante, Dr. Fidel Castro Ruz, pareció señalar, fehacientemente, que el pueblo se aprestaba a vivir acontecimientos muy diferentes, en los que no sólo pudiera tomar parte, sino de los cuales aspiraba, ni más ni menos ser el conductor. Acción Democrática –ese partido ilegal hasta hacía tan poco- demostró ser la agrupación política mejor organizada, y su candidato Rómulo Betancourt ganó las elecciones limpia y abrumadoramente. Recibió el poder constitucional de manos del entonces soberano Congreso Nacional. Pero el programa que puso en práctica para gobernar, evidentemente, no satisfizo a todos y, aparte de los sucesivos levantamientos en armas que debió sofocar con mano de hierro, las mismas escisiones de su propio partido demostraron claramente que los ciudadanos en Venezuela se encontraban muy lejos de pensar al unísono. Y surgieron quienes alentados sin duda por el ejemplo victorioso de los insurgentes cubanos, optaron, de una vez, por tomar las armas, en su idea de dar a Venezuela un régimen de gobierno en el cual el pueblo no fuera solamente espectador, sino también el responsable conductor. A partir del intento de golpe del General Jesús María Castro León y por más de un lustro, el país no conocería ya tregua alguna y únicamente vino a disfrutar de una paz ciudadana una década después. Los rumores circulantes sobre la inminente posibilidad del alzamiento de tal o cual repartición militar, o una asonada encabezada por ese ó aquel Coronel o General retirado que, súbitamente, habían regresado al país, eran continuos. Más de un caraqueño madrugador encendía la radio a primera hora de la mañana esperando encontrarse con la lectura de alguna proclama de contenido netamente “revolucionario”, en la cual el nuevo jefe de gobierno daba a conocer sus directrices generales. Se vivía un clima de gran inseguridad, pues nadie estaba en capacidad dónde y cuando habría de producirse el próximo atentado con bombas y quién habría de ser la víctima escogida para la ocasión.
  • 17. 18 Estos episodios de terror quizá se resuman en la sangrienta y terrible aventura terrorista del Paseo de los Próceres, el 24 de Junio de 1960- en la cual perdió la vida uno de los edecanes del Presidente de la República Don Rómulo Betancourt, quien debió ser hospitalizado enseguida con quemaduras en las manos-. Los servicios policiales debieron ser incrementados. Tras la desenfrenada orgía de sangre que había constituido el ataque por parte del pueblo enardecido a la tenebrosa Seguridad Nacional de Pérez Jiménez, organismo que sería disuelto. En su lugar, se creó uno nuevo, pero con otro nombre y nuevo personal: La Dirección General de Policía, o simplemente DIGEPOL, dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores. Continuamente sus patrullas ululantes “volaban” por las embotelladas calles y las cada vez más peligrosas autopistas, para acudir al súbito estallido de una bomba. Todo esto mantenía en zozobra a los inquietos pobladores. Pero la inexperiencia de sus noveles funcionarios y la gravedad de la situación obligaron al Ejército a crear su propio y moderno S.I.F.A., que no era otra cosa que el Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, cuyos métodos coercitivos comenzaron a causar temor en los medios subversivos. Pese a su acción, los enfrentamientos continuaban. El temerario, aunque incruento alzamiento de la Escuela Militar de Conejo Blanco, en la noche del 20 de Febrero de 1961, encabezado por el Coronel retirado Edito Ramírez y la espectacular y sangrienta sublevación del cuartel de Infantería “Pedro María Freites” de Barcelona, Estado Anzoátegui, en la madrugada del 26 de Junio del mismo año, largamente planificada por un grupo de oficiales retirados, (entre los que figuró el propio ex-comandante general de las Fuerzas Armadas de Cooperación ó Guardia Nacional, Coronel Oscar Tamayo Suárez), dejó claramente establecido, por un lado, que en los cuarteles del país no existía un pretendido espíritu de férrea unidad para deponer al gobierno, y que, por el otro, que este tenía la intención absoluta de ahogar en sangre toda intentona de subvertir el orden. Pero, además, se hizo notorio un fenómeno que habría de caracterizar cada vez más, en lo sucesivo, el matiz político de las actividades insurreccionales, a comienzos de 1958 dentro de lo que pudiera llamarse tendencia conservadora, reaccionaria de ultra derecha de la sociedad venezolana. Se produjo lento pero seguro,
  • 18. 19 un viraje hacia el campo de la ultra izquierda, alentada, sin duda, por el éxito de la Revolución Cubana y el surgimiento, en la escena latinoamericana, de un personaje de gran carisma, como lo fue el Comandante Ernesto “CHE” Guevara. Al mismo tiempo se observó también otro fenómeno singular que ayudó a acentuar la virulencia de la sublevación en general y a darle, cada vez más, un tinte distintivo a la orientación política del partido gubernamental: la lucha vehemente e una clase campesina desposeída de la tierra. Ello obligó al presidente Betancourt, con carácter prioritario, la ansiada Ley de Reforma Agraria, lo que condujo, prontamente, hacia la representación de las ambiciones del capital privado, oscilando así notoriamente de la izquierda hacia la derecha. En el año de 1960, el gobierno presidido por Rómulo Betancourt, decide ilegalizar al Partido Comunista de Venezuela (P.C.V.). En los meses siguientes a la organización partidista surgida tras la división del partido Acción Democrática: el M.I.R (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Este partido también fue ilegalizado por actividades conspirativas. Desde este momento, se abre el camino de la Violencia que ya se enseñoreaba en los liceos y universidades, convirtiendo a los estudiantes en carne de cañón. “Tras cada conspiración militar que fracasa, o bien, que es develada y se frustra, se logra avanzar en el proceso institucionalizador. Es, dentro de la oficialidad militar, el fracaso recurrente de la tendencia pretoriana y el predominio constante de la tendencia de orientación profesional”. Afortunadamente, sobre este período de la realidad militar venezolana, se cuenta con el excelente trabajo de compilación testimonial desarrollado por Agustín Blanco Muñoz (1981-1982). Los movimientos del más ingenuo y bruto pretorianismo fueron relativamente dominados con facilidad. El Ministro de la Defensa, General Jesús María Castro León, parecía creer que todavía ese despacho era la antesala de la Presidencia de Venezuela. Con derrota, exilio y prisión pagó el precio de su ingenuidad política. El Coronel Hugo Trejo nunca llegó a materializar sus amagos o proyectos conspirativos y se acomoda al exilio dorado y un rápido retiro. Pero los intentos golpistas continúan. Unos pocos Oficiales jóvenes de ideas marxistas, dentro de la organización militar y algunos políticos de orientación marxista-leninista (PCV y algunos líderes de
  • 19. 20 URD) y civiles de difícil ubicación ideológica como Manuel Quijada (serán "progresistas", por denominarles de alguna forma) procuran organizar una acción militar que ponga fin al gobierno constitucional, republicano y democrático de Rómulo Betancourt. Todos los intentos fracasan. La crónica de estos sucesos, según sus más importantes protagonistas visibles, los recoge pulcramente Agustín Blanco Muñoz (1981). Crónica testimonial donde se siguen los detalles de los contactos entre los sectores radicales de orientación marxista-leninista y sus aliados militares. El aspecto culminante es la insurrección militar en las instalaciones navales en Puerto Cabello, en 1962, y su sangriento fracaso. De los defensores militares del gobierno sólo el Contralmirante Ricardo Sosa Ríos (1979), que se tenga bibliografíado, dejó para las generaciones futuras su visión de los sucesos en un libro autobiográfico: Mar de Leva. “Lo verdaderamente importante del llamado Porteñazo, no es la crónica testimonial, el detalle de los sucesos, las veladas delaciones del radical movimiento”. Lo paradójico de este proceso 1958-1962, es que se evidencia la institucionalidad como superior a la participación política, en el sentido huntingtoniano (Samuel Huntington) de ambos términos. Esto que parece inicialmente contradictorio, encuentra una fácil explicación al resaltar la auténtica constitucionalidad del régimen, su legalidad y legitimidad. Como institucionalmente se canaliza la participación política. Ésta se realiza, vía los partidos políticos, por medios electorales e institucionales y la violencia contra esta realidad con Potestas, Imperium y Autoritas, no tiene éxito. En términos huntigtonianos se entra en una realidad política Cívica-progresista y de ella, teóricamente, se puede avanzar hacia una Cívica-de participación. Las medidas estructurales básicas para vencer a los pretorianos son ampliamente conocidas. Se sustituye el Estado Mayor General, por el Estado Mayor Conjunto. Se les da mayor autonomía a las cuatro Fuerzas: Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional. Se educa al cuerpo de oficiales en los valores democráticos. Se mantiene un nivel socioeconómico digno para la oficialidad militar, atendiendo los niveles de sueldos, servicios médico-odontológicos, facilidades para la adquisición de vivienda, vehículo, fortalecimiento del sistema de prevención social de las Fuerzas
  • 20. 21 Armadas, facilidades recreativas, garantizando un digno sistema de pensiones y jubilaciones para los Oficiales en condición de retiro. El Ministro de la Defensa es un Oficial activo que funge de vocero o puente entre la realidad política gubernamental y la institución militar. Las compras de nuevos equipos militares, se mantiene dentro de las exigencias y aspiraciones básicas del sector castrense. Otro tanto se puede decir de la educación militar, se vuelve a las Escuelas para cada una de las Fuerzas, eliminándose la Escuela Básica de las Fuerzas Armadas. Pero, fundamentalmente, surge una comunidad de intereses entre el gobierno de los partidos políticos reformistas y los militares al enfrentarse a un enemigo común: la guerrilla de orientación marxista-leninista y apoyada logísticamente desde la Cuba gobernada por Fidel Castro. Esta situación reafirma la influencia estadounidense, refuerza la tendencia de orientación profesional entre la oficialidad venezolana y contribuye a neutralizar el protagonismo político a la oficialidad pretoriana. Partidos políticos y Fuerzas Armadas redefinen sus áreas de influencia y competencia, durante 1958-1962. La secular simbiosis de poder entre militares y civiles venezolanos entra en una fase de reacomodo, mas no desaparece. La tradicional política militar, encuentra nuevas formas de expresarse, deja de lado su condición visiblemente protagónica, pero se mantiene como un factor clave de poder. El sector civil de la sociedad se logra organizar efectivamente en partidos políticos que se dicen modernos, doctrinales y de masas. Ya no son las pretendidas "luces del gomecismo" ni los dirigentes de una República de Notables a lo López Contreras y Medina Angarita. Ahora son organizaciones políticas piramidales, con un alcance y cobertura nacional, con relaciones influyentes y dominantes dentro del sector obrero organizado y los gremios profesionales, con vinculaciones con sectores empresariales privados. Dos partidos políticos se evidencian como dominantes, Acción Democrática (AD) y COPEI. La dirigencia política de ambos, emerge como la élite política dirigente. Es ésta la que se entiende con el sector militar, dentro de la muy tradicional y venezolana: fusión de intereses militar-civil y político-militar.
  • 21. 22 MODERNIZACION Y PROFESIONALISMO: SU PECULIAR DINÁMICA CON RELACION CON EL PRETENDIDO CONTROL CIVIL Y LA DEMOCRACIA EN VENEZUELA (1960-1980). Desde la década de los años 60, la institución castrense venezolana avanza en el proceso de profesionalización militar, dejando atrás fórmulas visiblemente pretorianas. Pero la tendencia de orientación pretoriana no desaparece, completamente, dentro del cuerpo de Oficiales venezolanos en esta segunda mitad del siglo XX. Se fortalece sí, por ahora, hasta donde es posible conocer del tema según la evidencia documental y testimonial disponible, la tendencia de los Oficiales auténticamente profesionales. La satanización de la influencia de los partidos políticos con una desmedida injerencia dentro de la realidad militar, sencillamente, no se adecúa a la evidencia histórica conocida sobre el medio castrense venezolano. Durante la década de los años sesenta se desarrolla una nueva versión del secular acuerdo militar-civil y político- militar venezolano. El protagonismo político visible será ahora de los partidos políticos AD y COPEI. Pero el sector militar sigue siendo parte integrante y fundamental del sistema de poder y no precisamente en su totalidad subordinado ante la élite política-partidista gobernante. La cual, dicho sea de paso, nunca fue tan monolítica como se pretende en su obediencia hacia el Estado venezolano. El término profesionalismo militar debe ser aclarado conceptualmente, para ello se recurrirá a los clásicos planteamientos de autores reconocidos como autoridades en el mundo académico sobre este tema. Cotejando la información teórica con el caso concreto venezolano, se propone que el profesionalismo militar, como proceso histórico, en Venezuela, no presenta evidencias irrebatibles de estar plenamente consolidado. En consecuencia, el proceso democratizador y el efectivo Control Civil sobre el sector militar, en el siglo XX venezolano, ni concluye como proceso ni se materializa efectiva y definitivamente.
  • 22. 23 Las Fuerzas Armadas y los inicios de la democracia en Venezuela: de la dominación a la pretendida subordinación política. El pretorianismo gobernante venezolano fracasa en su intento por lograr el favor de las mayorías, durante la década 1948-1958. La corrupción de la dictadura militar del General Pérez Jiménez, el fortalecimiento de las clases medias urbanas, la nueva coyuntura hemisférica de finales de la década de los años 50 y, particularmente, el avance en el proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas, son todos factores que ayudan a explicar el colapso del gobierno pretoriano, el 23 de enero de 1958. Contando con el visto bueno del Departamento de Estado estadounidense, se inicia un proceso de cambios políticos con la intención de lograr una segunda edición, mejorada y corregida del Trienio. La élite dirigente civil venezolana se fracciona en dos segmentos enfrentados para inicios de los años 60. Lo curioso de este divorcio definitivo de intereses políticos, es la confesión de fe socializante, o mejor dicho, estatizante de los proyectos enfrentados. Ningún sector político se declara abiertamente partidario del liberalismo económico. Todos parecen igualmente interesados en avanzar hacia la modernidad, en procura de una mejor justicia social y una equitativa distribución de la riqueza. La idea recurrente, en el liderazgo político de esos años, es que el potencial económico del Estado debe promover el bien común y ser empleado en el desarrollo de la industria nacional y modernizar el sector agropecuario. La diferencia estriba en que unos son partidarios de instaurar en Venezuela una dictadura marxista-leninista, mientras los otros aseguran que se debe llegar al Estado de Bienestar Social o Welfare State, vía el reformismo pequeño burgués y el capitalismo de estado. Detrás de los discursos de los líderes civiles de ambos proyectos, se esconde la ambición de poder con tintes personalistas y el oportunismo. Un clásico ejemplo es la evolución histórica del partido de Jovito Villalba: URD. Entre ambos sectores se dan los acuerdos más disímiles buscando fortalecer su posición. Así, los autoproclamados marxistas-leninistas-progresistas, entran en acuerdos con sectores que favorecen un regreso hacia formas de gobierno militar. Sus opositores y rivales socialdemócratas o democristianos, buscan la bendición del Departamento de Estado y gobierno estadounidense.
  • 23. 24 El Pacto de Punto Fijo, la Constitución de 1961 y el fracaso del rosario de golpes militares, hasta el llamado Porteñazo, garantizan el triunfo de la tesis del capitalismo de estado, bajo el manto de un Welfare State, o Estado de Bienestar Social. Las acciones de las guerrillas urbanas y rurales, durante los años 60, por paradójico que perezca, apuntalan los gobiernos de la naciente democracia venezolana. El proyecto político civilista de 1945-1948, se cumple exitosamente finalizando los años 70. Favorecidos por un alza impresionante en los precios internacionales del petróleo, un peculiar modelo de capitalismo de estado se desarrolla en Venezuela, en el que las políticas distributivas populistas van de la mano de un capitalismo de estado. Este a su vez, depende de un alto ingreso estatal producto de las cotizaciones del petróleo en los mercados internacionales. El maná petrolero distribuido por el estado, va formando una clase empresarial subordinada y dependiente de los intereses políticos de los partidos hegemónicos. También, unos sectores profesionales, urbanos y de provincia, parasitarios económicamente del sector político gobernante. A partir de la década que se inicia en 1970, hay un renacer de proyectos político-militares clandestinos. Los paradójicos acuerdos de los años 60, entre civiles de orientación marxista-leninista, opositores a los gobiernos presidios por Betancourt o Leoni y militares en proceso de politización, tienen una segunda edición, mejorada, corregida y aumentada. Las llamadas ideas sobre seguridad nacional y desarrollo socio-económico, ganan adeptos, también, dentro del cuerpo de Oficiales venezolanos por estos años. Los movimientos subterráneos insurreccionales de naturaleza militar o civil y militar se fortalecen durante la década de los años ochenta. No deja de sorprender al analista imparcial esta situación, ya que son años en que se avanza sustancialmente en el proceso de modernización y aparentemente se profundiza en el proceso, lento pero constante, de profesionalización militar, en la Venezuela del siglo XX. Las organizadas logias militares se manifestarán violentamente en 1992, en dos frustrados golpes de estado. Evidenciándose, así, las limitaciones, deformaciones o particularidades del proceso de profesionalización militar en Venezuela. Resulta, pues, indispensable, aclarar conceptos claves vinculados con el tema. Tal es el caso del
  • 24. 25 llamado profesionalismo militar. Por lo que se abordará de seguidas ese necesario aspecto teórico. Sobre el profesionalismo militar y sus implicaciones políticas: conceptos básicos y fundamentales. Al estudiar o investigar sobre el profesionalismo militar debemos, leer detenidamente para abordar este tema los textos de Samuel P. Huntington (1957). Otro tanto podemos decir del texto del reconocido padre de la sociología militar estadounidense Morris Janowitz (1960). Igualmente otros tres autores es bueno tener en mente cuando se aborda este tema: S.E. Finer (1962), Alfred Stepan (1973 y 1988) y Eric Nordlinger (1977). En su oportunidad, en las páginas siguientes nos referiremos a sus propuestas. Huntington argumenta que “el Oficial militar profesional, al igual que el empresario industrial, es un producto de la sociedad moderna y contemporánea. Que su aparición se aprecia gradualmente a lo largo del siglo XIX, en los países industrializados”, y que las principales características del profesionalismo castrense se pueden sintetizar en: A) Un sistema competitivo de estudio-evaluaciones, como única vía de ingreso al cuerpo de oficiales. B) Entrenamiento académico avanzado en la ciencia y el arte de la guerra, como preparación indispensable para ocupar posiciones de Estado Mayor y cargos de comando. C) Rotación de los Oficiales en cargos de línea y Estado Mayor. D) Supervisión periódica del cuerpo de Oficiales por sus superiores inmediatos. E) Remoción de aquellos Oficiales que no demuestren las cualidades y destrezas exigidas. En el desarrollo histórico del Ejército venezolano, desde la primera década del siglo XIX, existe una definida y minoritaria tendencia de Oficiales militares de orientación profesional. Siempre minoritaria y subordinada ante los caudillos primero
  • 25. 26 y los pretorianos después, pero permanente en la data histórica venezolana. Fue ya referida en páginas anteriores, como identificada inicialmente en bibliografía y hemerografía venezolana de los años cuarenta, de manera "empírica", es decir, sin recurrir a la metódica histórica. Luego Robert L. Gilmore (1964) desarrollará esta idea. Gene E. Bigler (1977 y 1982), quien inicia los estudios académicos serios sobre las relaciones civiles-militares en Venezuela, tiende a desestimar el pasado del siglo XIX y centra su interés en la evolución reciente de las Fuerzas Armadas venezolanas y su proceso de modernización y profesionalización en el siglo XX. El proceso modernizador y de profesionalismo militar pareciera, pues, ser una experiencia reciente para la realidad militar venezolana. Se ha tratado de corregir esos errores interpretativos en las páginas anteriores de este escrito, encontrando una explicación para éstos en lo que señala Irwin G (1988-1999, p. 48): "El papel protagónico desempeñado por [...] caudillos y pretorianos, en el devenir histórico venezolano oculta la existencia del militar-militar, es decir, del oficial de orientación profesional, de esos [cientos de] egresados de los institutos educativos militares y de esos valientes que abrazan la carrera de las armas como una profesión, libres de la condición de mercenarios y ajenos al personalismo político". Las consecuencias de lo señalado supra en relación con el denominado, en términos académicos, como el Control Civil sobre el sector militar es fundamental. Inicialmente se tendría qué destacar que se entiende por Control Civil. Este no es otra cosa que la supremacía de los civiles en la gerencia política de la sociedad moderna. Esto es particularmente importante en las democracias, ya que sin Control Civil sobre el sector militar no puede existir una auténtica democracia. Para Huntington, el Control Civil puede lograrse mediante dos tipos ideales weberianos. Uno es el que llama Subjetivo y el otro el Objetivo. Considera tres variables para estructurar los tipos ideales ya mencionados: Poder político de los militares, que podemos llamar nosotros Ppm. Profesionalismo militar, el cual podemos
  • 26. 27 nosotros simbolizar como Pfm. Ideología anti o pro militar, las cuales podremos bien referir como Iam y Ipm. Sostiene que la combinación histórica de estos tres variables genera cinco posibles tipos ideales de relaciones civiles-militares. Dos de éstas son de tipo Subjetivo, con su correspondiente bajo nivel de profesionalismo militar. Tres son de tipo Objetivo. Para Huntington, el profesionalismo militar implica la neutralidad política militante y protagónica del sector militar. Por lo que propone el Control Objetivo como la fórmula superior para lograr el Control Civil. Lo que supone también que los ejércitos profesionales aceptan per se el Control Civil. El argumento sería uno de carácter "circular": si un ejército no acepta el Control Civil es porque no alcanza un efectivo y auténtico profesionalismo militar, en caso contrario, si lo hace, es porque adquirió ya un nivel profesional militar. La diferencia entre pretorianismo y Control Civil es obvia. Si los civiles gobiernan y ejercen el poder político, el cuerpo de Oficiales militares acepta su condición subordinada, en lo político, ante las autoridades civiles. La relación entre pretorianismo y Control Civil es pues dicotómica. Sobre este tema se volverá, obligadamente, en las próximas páginas. Se debe, igualmente, resaltar que bajo predominantes condiciones de Control Subjetivo existe profesionalismo militar, aún cuando por lo ya expuesto, los mecanismos de Control Civil son fundamentalmente extra-profesionales militares. Es decir, instituciones sociales y políticas controladoras de la realidad militar, que operan fuera de esa realidad militar, como el escrutinio de la realidad castrense por parte de los medios de comunicación social o las actividades legislativas del Parlamento y supervisoras de la Contraloría General de la República. En el Control Civil Objetivo, el mecanismo esencial de control político del sector militar es, paradójicamente, un intenso profesionalismo militar. Es éste, más que agentes institucionales exógenos a la realidad castrense, lo que asegura la voluntaria sujeción de los militares a la institucionalidad política. Por lo recién expuesto, es por lo que según el modelo teórico de Huntington (quien dicho sea de paso no refiere específicamente al caso venezolano) lo
  • 27. 28 característico de sociedades como la de Venezuela, después de 1958 es una ideología antimilitar, con un poder político militar alto y un profesionalismo militar bajo: Iam + alto Ppm + bajo Pfm = Control Civil Subjetivo. Otra alternativa, es la crítica directa a los planteamientos teóricos de este autor. Es decir, sostener que el argumento de Huntington es un sofisma académico, intelectual, desvinculado de la realidad concreta. Que su argumentación es recurrentemente "circular". Sobre este aspecto se avanzará en las siguientes páginas, pero antes resulta necesario, esbozar algunas de las ideas de Morris Janowitz. Según el criterio de Janowitz (1960), el profesionalismo militar no es un seguro de vida para el Control Civil. Dicho en otras palabras, ejércitos profesionales pueden mutar hacia formas pretorianas y destruir el Control Civil. Sostiene este autor, la existencia de varios tipos de Oficiales militares profesionales: el líder heroico, quintaesencia de las tradicionales virtudes castrenses asociadas al valor personal y al espíritu marcial. El militar administrador viene a ser el resultado del avance impresionante de la ciencia-arte militar, con conocimientos provenientes del mundo civil pero dirigido a la visión Lasswelliana del militar como gerente directo de la violencia legitima del Estado. El militar técnico, como su nombre lo indica, es aquel que procura incorporar los avances tecnológicos y científicos del mundo civil a la esfera militar.
  • 28. 29 Capitulo IV LAS INSURRECIONES CONTRA BETANCOURT El gobierno constitucional de Rómulo Betancourt, se inició el 13 de Febrero de 1959, después de su triunfo en las elecciones del mes de Diciembre del año anterior. Su anterior ejercicio del poder supremo fue encabezado por un motín cuartelario exitoso. El 4 de Agosto del primer año el presidente Betancourt decretó la primera suspensión de garantías constitucionales, seguida de otras, el 28/11/60, el 23/01/61 y el 08/10/62, continuando suspendidas las garantías económicas hasta 1990. Esa continuada situación de disturbios populares, muchas veces ligados a conspiraciones militares que no estallaban, fue bautizada con el apelativo de “POPULARAZO”, para equiparar esa situación casi permanente de descontento popular de tendencia izquierdizante con los alzamientos militares formales. Casi todos los alzamientos acaecidos en el gobierno de Betancourt, hablando en el aspecto netamente militar, están conectados a los programas tácticos de los partidos ilegalizados como el M.I.R. y el P.C.V. En muchos de los teatros de operaciones en contra de las insurrecciones militares, fueron capturados dirigentes reconocidos de estos partidos políticos, en los hechos antes descritos, Betancourt, desde el primer momento en que llega a la primera magistratura, es percibido por la Burguesía nacional como el comunistoide antigomez, pero pronto los manejos del poder, dan clara alusiones a su pretendido gobierno pronorteamericano, lo cual le permite establecer nexos comerciales con las principales compañías norteamericanas. Es así, como un gran sector de la población que observaba con beneplácito la llegada al poder de Fidel Castro en Cuba; y analizaba sus primeras políticas exigieron los mismos instrumentos políticos en nuestro país, Betancourt que necesitaba demostrar su abirraigado anticomunismo; les tienta y ellos se dirigieron hacia la lucha armada, pensando que era el camino de lograr los cambios que el país requería para lograr el bienestar general.
  • 29. 30 EL BARCELONAZO El lunes 26 de Junio de 1961, a las tres y media de la mañana, estalla la insurrección de Barcelona conocida como el “BARCELONAZO”, dirigida por el Coronel retirado Edito Vivas Ramírez, acompañado del Capitán Tesalio Morillo, quienes se apoderan con gran facilidad, del cuartel Pedro María Freites de Barcelona. El Capitán Morillo había servido allí, y gozaba de gran ascendencia sobre sus oficiales. De inmediato, fueron sacados de sus camas el gobernador del Estado, Dr. Rafael Solórzano Bruce, y su Secretario Carlos Canache Mata, trayéndolos detenidos al cuartel. Así transcurre el día y comienza la respuesta del gobierno, con la Infantería de Marina. Al día siguiente, fueron detenidos los principales cabecillas; junto a ellos, caen detenidos, un número de 16 civiles: entre ellos algunos miembros del partido U.R.D. Partido político siempre dispuesto a vincularse a cualquier hecho que produjera el derrocamiento de los adecos. No hubo muertos ni heridos entre los militares. En cambio, los 16 civiles detenidos murieron miserablemente acribillados a balazos después de haberse rendido y estar detenidos. Según el Teniente Elonis López Curra, la responsabilidad de ese asesinato recae sobre el Secretario de gobierno de Estado, Carlos Canache Mata, quien en un momento de ira había exclamado ¡Mátenlos a todos!. Es posible que fuese una simple expresión de su iracundia, semejante a la que llevó a su correligionario David Morales Bello a pedir la pena de muerte en el Congreso Nacional para los alzados del 4 de Febrero de 1992. No resulta factible que la soldadesca del cuartel fuera a acatar una orden de un civil. Este es un aspecto oscuro que quedó en nuestra historia de violencia política. En el campo civil, la insurrección se torna permanente. La guerrilla urbana y las manifestaciones populares y estudiantiles transforman las calles en campos guerrilleros teñidos de Marxismo- Leninismo, alimentados con armas y dinero por Fidel Castro. En mitin multitudinario celebrado en la Habana el 26 de Julio de 1962 conmemorando la fecha del asalto al cuartel Moncada, Fidel jura que convertirá a la Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra del continente Americano. Asaltos y robos a bancos, establecimientos mercantiles y jefaturas provinciales proporcionan
  • 30. 31 recursos económicos y armas, matizando de terror un régimen de gobierno que solo alcanzará la pacificación al corromperse y degradarse en el orden moral. Rafael Caldera en 1969, arroja, un manto de clemencia, y los guerrilleros, hambreados y visiblemente cansados de las garrapatas, y otros especimenes, se reintegran a la vida civil. La tesis de la insurrección armada sostenida por el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria es discutida abiertamente y sus fracciones parlamentarias hablan del “gobiernito” de Betancourt. En su seno, Fabricio Ojeda renuncia a su curul parlamentario, para unirse a las guerrillas de El Charal, donde será detenido. Tiempo después será ajusticiado por la policía del estado “Digepol” dentro de su celda; en la prensa de la época se señaló que había cometido suicidio. Tal es el descaro, que dentro de la asustada burguesía se asegura que esa anarquía es sostenida por el líder adeco, que en el fondo no ha dejado de ser comunista, y trata de destruir a la sociedad capitalista. De nada vale exhibirles la vinculación del régimen que dándole la espalda al pueblo se ata cada vez más a los intereses extranjeros y al gran capital nacional. En ese relajo imperante y en la posterior transformación de la anarquía en corrupción institucionalizada, se perderá, posiblemente para siempre, no solamente el usufructo de la libertad y democracia, que nació la madrugada del 23 de enero de 1958, sino la oportunidad de transformarse Venezuela en esa gran nación por medio de los ingentes recursos de que estaba dotada. No es solamente la habilidad de Rómulo Betancourt lo que salva al régimen. Su éxito se debe más bien a la falta de unidad de mando y de acción coordinada por parte de los insurgentes, también podríamos sumar el miedo atroz a una guerra revolucionaria total, que a futuro si pudiese igualar a otras fuerzas nacionalistas del mundo, consideradas revolucionarias. El individualismo dispersa la ambición en sublevaciones aisladas y en actos de terrorismo que aglutinan a los ciudadanos en torno al gobierno.
  • 31. 32 EL CARUPANAZO El 4 de mayo de 1962 se anuncia la sublevación de Carúpano. El capitán de Corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas, nativo de allí, junto a otros noveles oficiales se ha apoderado de la ciudad sin disparar un solo tiro, obteniendo la adhesión del Batallón de Infantes de Marina nº 3 que guarnecía la ciudad. Son solamente 250 hombres en una guarnición aislada que no tiene ninguna significación estratégica. Pero la euforia e ingenuo optimismo hacen creer a los alzados que será una chispa que hará explotar toda la nación. Posiblemente, este sentimiento se repetiría en los alzados de Chavéz; esta interrogante sólo será respondida cuando los actores principales de esos hechos históricos, respondan a esa pregunta. Cuando el gobierno inicia la reconquista, si habrá lucha, pues los civiles estarán mucho más involucrados que cuando el Barcelonazo. Ya en esos momentos las luchas se vestían de rojo marxista. Ahora la insurrección está vinculada más directamente a las organizaciones partidistas de izquierda., con quienes se han ido identificando los cabecillas. Douglas Bravo y Germán Lairet, del P.C.V. y del M.I.R., comisarios políticos de la insurrección, le habían asegurado a Molina Villegas que el pueblo caraqueño provocaría la insurrección civil, mientras Víctor Hugo Morales, Comandante del Batallón nº 1 de La Guaira, le informaba que el también estaba listo para alzarse. “Chuchú” cree ingenuamente en todo ello y sabiendo que Carúpano solo, con su guarnición de 250 hombres, poco significa militarmente, piensa que una insurrección a la desesperada, si resiste un poco, forzará la solidaridad de los demás. Pero nada de eso sucede. Un avión Camberra sobrevuela la ciudad disparando sus ametralladoras y mata en la calle a una señora. Es la primera víctima de esa pequeña guerra. Le sigue la de un Subteniente y un Cabo que perecieron al estallarles anticipadamente sendas granadas antes de lanzarlas. Al siguiente día, las fuerzas del gobierno convergen sobre la ciudad. Por el Este, el Batallón Urdaneta procedentes de Güiria y Ciudad Bolivar, avanzan sin prisa pero sin pausa. Por el Sur procedentes de Maturín y Caripito, marchan también las tropas de la Guardia Nacional. Por el Oeste el Batallón Mariño nº 9, desde Cumaná, inicia el asalto a la ciudad y un Maestre de la Infantería de Marina,
  • 32. 33 pero en el lado insurrecto, que los enfrenta con una ametralladora punto 50, abandona su puesto de combate y le dice a Molina que el avance es encabezado por una compañía de su mismo cuerpo y él no puede disparar en contra de sus hermanos. Un gesto parecido se produce en el bando del gobierno: un oficial le dice a su superior que él es muy amigo de Molina y pide ser relevado del mando para no combatirlo. Una agrupación de Artillería procedente de Barcelona ha movilizado sus cañones de 155 milímetros que se preparan a bombardear la ciudad. Los colaboradores civiles actúan torpemente. Su acción se basó solamente en la detección de algunos militantes de A.D. y prominentes figuras del gobierno regional, dando discursos en algunas calles que produjeron que el pueblo se escondiera en sus hogares. A las siete de la noche del día 6, Molina se dió cuenta que todo estaba perdido y pidió negociación para deponer las armas. El insurrecto se rindió incondicionalmente; fue juzgado y condenado; se escapó de la cárcel de Trujillo sobornando a sus carceleros y se incorporó al frente guerrillero en El Charal, bajo las órdenes del comandante Juan Vicente Cabezas alias “PABLO”. En su discurso triunfalista, el presidente Betancourt anuncia la victoria como una página más de gloria y heroísmo agregado a nuestra historia. Si analizamos, el alzamiento se observa que los insurrectos siempre esperan el alzamiento de otras unidades militares. Lo más interesante de todo resultaba el hecho que los civiles aparecían muy involucrados en el alzamiento pero en calidad de soldados y no de comandantes. El recelo de los militares hacia los civiles, aunque fuesen camaradas ideológicos no les permitía dar a los civiles el mando directo del alzamiento. Los civiles siempre han mostrado conductas anárquicas y ellos se sentían en contra de ello A futuro, los militares insurgentes, que fueron capturados se convertirían en los comandantes directos de los frentes guerrilleros EL PORTEÑAZO Un mes después, el dos de junio de 1962, después de haber dejado solo a Molina Villegas, le corresponderá al Capitán de Navío (equivalente a Coronel) Víctor Hugo Morales experimentar también la amargura del aislamiento y la traición, luego del frustrado movimiento insurreccional conocido como “El Porteñazo”. Estuvo
  • 33. 34 acompañado en el alzamiento en armas del también Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez. Las fuerzas navales vuelven a exhibir un espíritu de rebeldía y renovación ideológica que sin duda no les había sido inculcado por los hermanos Carlos y Wolfang Larrazabal, sus comandantes naturales de más alta graduación. Tanto los insurrectos de Carúpano, como ahora los de Puerto Cabello, aceptaban la preeminencia de Carlos Larrazabal, quien fue Comandante General de la Marina hasta Febrero de 1962. Él alentaba sus rebeldías y protestas. Y por ello, cuando preparaban sus respectivas insurrecciones, confiaba en la solidaridad de quien era su superior, suplía sus deficiencias y podía garantizarles el triunfo. “Si el Carupanazo hubiera triunfado -confesó Larrazabal a un periodista- yo hubiera sido uno de los grandes jefes. Ahí estaba un muchachito, Chuchú Molina que es como hijo mío. El es una hechura mía, completamente mía.” Su cuñado, el Contralmirante Carlos Sosa Ríos, en su libro “Mar de Leva”, dice que él le había informado a Betancourt acerca de las conspiraciones del Jefe de la Armada y el aliento que daba a oficiales descontentos, por lo cual debía ser encarcelado, pero el presidente le respondió “que el no hacía mártires de bolsas”. Carlos Larrazabal estaba resentido por la preeminencia de su hermano Wolfang y tras el nombramiento de Rómulo Betancourt como Ministro de Defensa al General de Brigada Antonio Briceño Linares en lugar de su persona, que tenía un grado por encima de aquél en el escalafón militar. No era precisamente un revolucionario y esperaba que los altos designios le fuesen otorgados sin arriesgarse mucho. En su libro “Los Golpes de Estado en Venezuela”, Carlos Capriles Ayala, menciona una frase de Carlos Larrazabal, ilustrativa de su espíritu cuando afirma: “El día en que yo me meta en una conspiración, es porque estoy seguro de que la voy a ganar, porque yo de pistola no tengo un pelo”. Carlos Larrazabal era compadre del dictador Pérez Jiménez, quien le había apadrinado su último hijo y nunca quiso conspirar contra él. Betancourt no tomaba en serio esa actitud y prefirió pasarlo a retiro el mismo día que cumplió el tiempo reglamentario de 30 años de servicio, el 2 de febrero de 1962.
  • 34. 35 Desde las primeras horas de la madrugada del dos de Junio de 1962, las tropas del Batallón de Infantería de Marina nº 2 habían empezado a tomar posiciones en la ciudad de Puerto Cabello y a patrullar sus calles. El Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, jefe de la insurrección, había detenido al Capitán de Navío Jesús Carbonell Izquierdo, jefe de la escuadra Surta en la base naval, y al Capitán de Fragata Guillermo Ginnari, jefe de la base naval. A Ponte Rodriguezz le corresponderá el mismo destino del General Jesús María Castro León: morir prisionero en el cuartel de San Carlos de la ciudad de Caracas. Radio Puerto Cabello: tomada por los rebeldes al amanecer, comenzó a transmitir las consignas revolucionarias, las cuales pusieron en movimiento a las fuerzas del gobierno designadas para suprimir la insurrección. En conversaciones que sostuve con personas que vivieron aquellos años violentos, me comentaron que para ese día las radios valencianas suponían que algo sucedía en el Puerto. Pero por no tener conocimiento alguno sobre los sucesos, sólo transmitían una y otra vez la canción “Mi Puerto Cabello”, interpretado por bolerista de América Felipe Pírela. El Batallón Carabobo, acantonado a la salida de Valencia, por su ubicación más cercano a la ciudad donde acontecían los hechos ya estaba en alerta, por lo que se puso en movimiento casi de inmediato. Dos horas más tarde, este batallón ocupaba el aeropuerto de El Palito, cuando todavía no habían salido de la Base Naval las fuerzas insurrectas que iban a cumplir su objetivo. De Palo Negro y Maracay, marcharon la agrupación Salom de artillería y dos compañías de paracaidistas. El presidente delegó plenos poderes para obtener la sumisión de los rebeldes al coronel Alfredo Monch, jefe de la cuarta división, quien, secretamente, había sostenido reuniones con los alzados, pero Betancourt lo colocó al mando de las tropas del gobierno, ganando la guerra de antemano en el plano psicológico. El Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez es el cabecilla de la insurrección. El ejercía la jefatura de la Segunda Sección del Estado Mayor, y cuando se produjo el alzamiento de Carúpano, surgieron indicios de su vinculación con ese movimiento y por ello fue sometido a un consejo de investigación, separándolo de su cargo. Al recibir el Capitán de Fragata la señal convenida de estar todo listo, penetró
  • 35. 36 en la base naval a la 4 de la madrugada y asumió el mando de las operaciones. De inmediato, fueron liberados y armados unos 60 guerrilleros detenidos en el Castillo Libertador. La orientación extremista del movimiento se puso de manifiesto con la participación del diputado Raúl Lugo Rojas del M.I.R. y Teodoro Petkoff de P.C.V. Los rebeldes tomaron posiciones por la ciudad, que pronto quedó en su poder. Se atrincheraron en algunos edificios claves a lo largo de la calle Bolívar, que se inicia en los muelles, y a la entrada de la ciudad, en un callejón denominado “La Alcantarilla”. Los pisos superiores del hospital del Seguro Social será el sitio desde donde se combatirá con más ardor. Los enfermos fueron trasladados al piso inferior, pero muy pocos quedaron en el edificio cuando las tropas leales empezaron a bombardearlo. Otros centros de resistencia, serán el liceo Miguel Peña, los edificios de la Mantequera Siván, de Jabón Las Llaves, la Agencia Ford y la Telefónica. En ellos especialmente lucharán los civiles incorporados a la insurrección, que desde el domingo 3 de junio actuaron por su cuenta por haber sido aprisionados los cabecillas militares en forma incruenta. En los muelles y el edificio de la Aduana, una compañía de la Guardia Nacional que se ocupaba de los servicios portuarios se mantendrá leal al gobierno. Su Comandante, el Teniente-Coronel Eusebio Suzzarini, se negó a plegarse al movimiento, y permanecerá inactivo, como una isla neutral, durante el combate. Este se avecina cuando las tropas del gobierno se acercan a la ciudad y comienzan a posicionar las grandes baterías de 155 milímetros. Entretanto, Radio Puerto Cabello emite, continuamente, discursos y proclamas, invitando a estudiantes y pueblo a sumarse al “Movimiento de Recuperación Democrática”. Los secundaban en las calles algunos estudiantes con entusiasmo, pues, para ellos la democracia no les había aportado nada. (Igual ocurrirá en Febrero de 1992 cuando fracasa el golpe de los Comandantes Francisco Arias Cárdenas y Hugo Rafael Chávez). Los alzados esperan y obtienen ventajas de la falta de experiencia guerrera del Ejército, sobre todo en el enfrentamiento de francotiradores y guerrillas. Ese tipo de acción para la cual algunos extremistas habían recibido instrucción de expertos cubanos.
  • 36. 37 Por inexperiencia, los jefes creen que no encontrarán resistencia al no distinguir reductos y avanzan por la calle que conduce a La Alcantarilla. La mayor parte de las bajas se produjo por ataques sorpresivos de francotiradores. “Si el Coronel Monch hubiese visto con interés didáctico películas de la II Guerra Mundial, se habría dado cuenta que los tanques operan muy bien en campo abierto, pero en las ciudades tienen que barrer los inmuebles si avanzan protegiendo a los infantes, limpiándolos antes de seguir adelante. Una compañía del Batallón Carabobo penetró en los aledaños de la ciudad dejando a un lado el cerro Santa Lucía. Los insurrectos los dejaron avanzar hasta las cercanías del liceo Miguel Peña y abren fuego causándoles grandes bajas con sus ametralladoras punto cincuenta, ubicadas en sitios estratégicos del inmueble”. El Capitán de Fragata Víctor Hugo Morales relata lo sucedido en esa operación: “A las tres de la tarde, la primera compañía del “Carabobo”, intentó avanzar por la línea del tren, situación inexplicable ya que estaban a la vista de los defensores del liceo y la zona fue intensamente batida por sus fuegos. Podríamos pensar que fue un gesto de valor temerario, o una orden insensata. Lo cierto es que el pelotón, al mando del Teniente Luis Antonio Rivero Sanoja, marchó en columnas a ambos lados de la línea. No habían avanzado 50 metros cuando cayó sobre ellos un infierno de balas”. Los 23 años de juventud de Luis Antonio Rivero Sanoja se perdieron lentamente al morir desangrado pues no hubo quien lo rescatara al caer mal herido. Junto con él murieron otros ocho humildes hijos del pueblo, víctimas de una lucha que para ellos nada significaba, sino obediencia automática de las órdenes superiores sin ideales que defender, sin un objetivo justo que conquistar. Se dice que cuando el Comandante de la compañía le ordenó avanzar por la línea del tren, el Teniente Rivero Sanoja, discutió con él tratando de hacerle ver que era un suicidio cualquier intento, pero al ser acusado de tener miedo no vaciló ni un segundo más. Y allí moriría de mengua, sin poder ser auxiliado por sus compañeros. Hasta el día siguiente en que la compañía no recibió el refuerzo de un pelotón de tanques, no hubo refuerzos por allí.
  • 37. 38 En La Alcantarilla aconteció lo mismo. Los tanques adelantaban tranquilamente y cada uno de ellos lleva detrás un pelotón de infantes. Creían expedito el terreno pues no les disparaban. Pero al pasar el último de los blindados, las ametralladoras abrieron fuego a sus espaldas y causaron el mayor número de muertos de todo el combate. Los tanques no podían maniobrar y dar vuelta, porque la calle era estrecha y lucía llena de cadáveres y heridos de su propio bando. Cuando lo hicieron, ya los atacantes habían huido y el fuego de los cañones de 75 milímetros se cebaba indiscriminadamente en los inmuebles que todavía se mantenían ocupados por civiles inocentes. Ahora que podían avanzar se quedaron inmovilizados. El error táctico de meter los tanques en esa emboscada había sido señalado al Coronel Monch por un oficial del “Carabobo”, que había estado luchando en el sector y constató que estaba bien guarnecido. Pero el Coronel desestimó la advertencia. Desde el mediodía, la aviación hizo acto de presencia y empezó a bombardear y ametrallar con vuelo rasante de camberras. Hacia las ocho de la noche el Batallón Blindado Bravos de Apure, procedente de Maracay, se colocó en posición de ataque frente a las líneas enemigas. Pero dejó su acción para el día siguiente en la mañana. Se continuará combatiendo durante todo el Domingo 3 en las calles y edificios de la ciudad. En la Base Naval la insurrección había sido derrotada con un final que parecía sacado de una película. En primer lugar, la parte más operativa de la flota no se plegó al movimiento. Los destructores “Morán” y “Clemente”, al mando de los Capitanes de Navío Manuel Rojas y Omar Guevara, se hicieron a la mar, manteniéndose mar afuera. Desde allí empezaron a bombardear a sus camaradas, sin siquiera tomar en cuenta que allí permanecían también como prisioneros los oficiales leales. Otro destructor, el “Flores” se separó del muelle y permaneció neutral fondeándose en la rada. El “Zulia”, estaba inoperante por reparaciones y aunque sí se sumó y era la nave con mayor poder de fuego, poco podía hacer, inmovilizado en su muelle. Las demás unidades eran de menor categoría y casi no actuaron. Se les ha reprochado a los vencedores el hecho de su conocimiento de que ya todos los cabecillas habían sido detenidos. Sin embargo, actuaron con una inclemencia y crueldad innecesaria. Se supuso que había sido como una especie de venganza por
  • 38. 39 las bajas infringidas el día anterior y la vergüenza de haber sido derrotadas esas fuerzas acorazadas por unos fusiles. Pero luego se determinó que había privado un interés político. El propio presidente Betancourt, secundado por su ministro de la defensa General Antonio Briceño Linares, ordenó la ejecución rápida y sin clemencia de la toma de la ciudad, para evitar que su ejemplo pudiera extenderse a otras áreas donde existía el mismo descontento. Como resultado, de esta pequeña guerra, tras la inclemente represión del “Porteñazo”, el gobierno obtuvo pingües beneficios. Estos beneficios dieron como resultado, que las fuerzas insurgentes perdieran poder dentro del pueblo; Tal vez podamos indicar que ya el discurso Marxista-Leninista no encontraba eco en el pueblo. Pero sí en las mentes quejumbrosas de algunos universitarios dispuestos a seguir combatiendo desde otras trincheras de lucha.
  • 39. 40 Parte de Guerra (fuente Ministerio de la Defensa): Fuerzas leales al Gobierno: Fuerzas Terrestres: Unidad: Efectivos / Equipos: Batallón de Infantería Carabobo No.41 615 / Cañones S/R M-40 de 106mm Dos compañías del Batallón de Infantería General en Jefe Juan Carlos Piar No.31 300 Dos compañías del Batallón de Paracaidistas José Leonardo Chirinos (FAV) 300 Una compañía del Batallón de Infantería Girardot 175 Una Batería Mixta del Grupo de Artillería de Campaña Salóm 135 / Obuses remolcados M- 1A1Howistzer Pack de 75mm y M-1 Howistzer de105mm. Una compañía del Batallón de Infantería General en Jefe Simón Bolívar 134 Una compañía del Batallón Blindado Bravos de Apure No.4 116 / 16 tanques ligeros Crusot Loire AMX-13 M51. Policía Militar +100 Destacamento No.55 (Guardia Nacional) 600 Fuerza Aérea Venezolana: Unidad: Aeronaves: Escuadrón de Bombardeo B-39 BAC Canberra B.2 Escuadrón de Bombardeo B-40 B-25J Mitchell Escuadrón de Caza C-35 F-86F Sabre Escuadrón de Caza C-36 D.H. Vampire Por la Armada Venezolana los destructores ARV Almirante Clemente, ARV General Morán y ARV Zulia (antes de rebelarse) que realizaron bombardeos costeros. Fuerzas Rebeldes: Unidad: Efectivos Batallón de Infantería de Marina Rafael Urdaneta No.2 -1.000 Policía Naval +150 Destructor ARV Zulia La mayoría de la tripulación. Guerrilleros castro-comunistas +50 (Fuente Ministerio de la Defensa)
  • 40. 41 “Cada momento silbaban proyectiles en el aire, muy cerca de las cabezas de los que cruzaban el patio de la ciudad... como a las siete y media escuché al Coronel Monch que era necesario el auxilio del la Aviación para bombardear el Fortín Solano donde estaba un nido de ametralladoras que no dejaba avanzar. Al poco llegaron los aviones y se efectuó el bombardeo con toda precisión, luego vi que marcharon... los tanques hacia la ciudad con dotación de hombres. A poco rato se escuchó un ensordecedor eco de disparos con distintos estampidos en un trayecto como de dos cuadras que hay entre la primera estación de gasolina y la esquina de la Alcantarilla. A la distancia vi bultos que se movían en el suelo pensé que eran cuerpos humanos, invité a una ambulancia inmediata y fuimos hasta la estación de gasolina, donde estaba un hombre de uniforme tendido, me bajé, lo auxilié espiritualmente. La ambulancia quedó alzándolo y yo partí por el centro de la calle hacia donde estaba el grueso de los caídos que era justamente la esquina de la Alcantarilla. Allí yacían creo que nueve soldados tendidos, dos heridos mortalmente y los demás ya muertos, uno al tocarlo me dijo: “ayúdeme padrecito”. Procuraba echármelo al hombro de pronto llegó una ráfaga de ametralladora que hizo blanco en él, me paré y dándole la absolución y expiró. Otro herido me dijo al tocarlo: “dígale a mi mamá cómo morí”... sobre todos di la absolución y me retiré en busca de ambulancias pero las ambulancias no se atrevían a avanzar porque el fuego se veía cerrado. Entonces advertí mis manos y sotana llenas de sangre...desde entonces me limité a ayudar a las ambulancias y a auxiliar muertos y moribundos...” (Extracto del testimonio del Monseñor Luis Maria Padilla al Consejo de Guerra).
  • 41. 42 Capítulo V LAS GUERRILLAS EN VENEZUELA, Las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional F.A.L.N. Desde el “Porteñazo”, la protesta contra el orden democrático constituido se realizará por medio de la guerra de guerrillas, en un estéril sacrificio de vidas jóvenes, y por la insurrección popular urbana. Esta nueva modalidad produciría más muertos que todos los habidos en insurrecciones militares y represión dictatorial o democrática para encontrarnos, al final de ese espinoso camino, en el mismo punto de partida, pero con problemas de mucha envergadura por resolver. Extrayendo un resumen de los titulares de la prensa caraqueña durante el año de 1963, encontramos: asalto al Museo de Bellas Artes y robo de los cuadros de la exposición “CIEN AÑOS DE PINTURA FRANCESA”. Asalto a la “prefectura de San Diego de los Altos”. “Asalto a la población de Río Claro, en las vecindades de Barquisimeto”. “Muertos y heridos en el choque entre la policía y grupos armados en el 23 de enero y en Lomas de Pro-Patria”. “Clarín” pública largas listas de “detenidos, de torturados y desaparecidos” su director Miquilena, hoy día ex_coordinador nacional del M.V.R (movimiento quinta república), denuncia un fusilamiento en Junquito. “Toma del buque mercante “Anzoategui” después de zarpar de la Guaira”. “Secuestro del futbolista DiStéfano”. “Asalto a la oficina de Dinner’s Club”. “Asaltos en Maracay y en Ciudad Bolívar”. “Fuga de Teodoro Petkoff del Hospital Militar”. “Asalto al Hospital Militar”. “Asalto a las tiendas Adam’s y a la fábrica de pinturas Dupont”. “Voladura de un oleoducto en Barcelona”. “Asalto a los talleres de imprenta donde se edita el material para el consejo supremo electoral”. “Incendio en una compañía norteamericana de seguros”. “Asaltos a la emisora Crono Radar”. “Luchas de guerrillas en la sierra de Coro”. “Asalto a la Columbia Pictures”. “Asalto a la Good Year de Valencia”. “Guerrillas en Portuguesa”. “Disturbios en Valencia”. “Asalto a la oficina nacional de reclutamiento”. “Voladura de un oleoducto de Puerto la Cruz”. “Asalto al tren de excursión a “El Encanto” y asesinato de 5 Guardias Nacionales siendo heridos de gravedad dos mujeres y dos niños”. “Fuga masiva del
  • 42. 43 Penal de Trujillo de los implicados en la insurrección de Carúpano”, “otra fuga masiva del Penal de la Isla de Tacarigua en el Lago de Valencia”. El caos es total en el país. Nadie se explica como un gobierno puede sobrellevar tal anarquía y como se sostiene exhibiéndose tan inepto a enfrentarla. Todo el mundo cree y espera en la inminencia de un golpe de estado, (igual a las expectativas creadas después del alzamiento del 4 de Febrero de 1992). Con la llegada a la presidencia del Doctor Rafael Caldera en 1969, se impulsa en su gobierno la política de la pacificación, con la cual se termina con doce años de muerte y sangre para nuestra patria sojuzgada por una guerra de ideales. Pero estos ideales no morirán, se mantendrán latentes y volverán resurgir en la década de los noventa con el desgobierno de la tecnocracia impuesta por Carlos Andrés Pérez. ¿Fue necesaria la muerte, de tantos jóvenes venezolanos que cayeron por unos ideales, tal vez falsos, pero en los cuales creyeron y por los que murieron?, ¿ fue la pobreza extrema de nuestro país, impulsora de esta década de muerte ó fue la mano del extranjero intromisor en nuestra patria, la culpable de esta década?. Sólo al final de este trabajo de investigación, podremos responder a estas y otras interrogantes, simplemente esperar los años, esos años, que ayudan a borrar y perdonar. Tal vez, el lector, lamenta estos años de muerte y desenfreno, pero llenos de juventud soñadora que comprendió que la vida de las armas, no es el camino, “POR AHORA”. El proceso que se aprecia con nitidez es como una vez dominados los pretorianos en su iniciales pretensiones políticas post-1958, las acciones de la guerrilla marxista-leninista, contribuye a fortalecer la posición de la oficialidad de orientación profesional dentro de la institución militar. Esto opera en tres sentidos: A) En el primero, hay un enemigo común que procuraba destruir la institución armada por lo que se fortalece el sprit de corps, reduciendo a un mínimo las tensiones internas. B) En el segundo, existe la presencia de un visible y activo militarmente enemigo exterior (la Cuba de Fidel Castro) que procura destruir las Fuerzas
  • 43. 44 Armadas venezolanas, por lo que se reafirma la vinculación con los estadounidenses dentro del contexto de la guerra fría. C) Finalmente, crea intereses comunes entre los partidos políticos AD-COPEI y la oficialidad militar dirigente de las Fuerzas Armadas. Esa comunidad de intereses resultaría un disparate histórico, más aún académico, identificarla con el modelo de penetración que propone Nordlinger. Especie de comisarios políticos nunca, hasta ahora, se han podido identificar dentro de la institución militar venezolana. El proceso manifiesto resulta en algo parecido al que sufrió y padeció toda la sociedad criolla, debido a los errores cometidos por las dos principales organizaciones políticas del país entre las décadas de los años setenta y ochenta: AD y COPEI. Éstos, dejaron de ver al futuro y pretendieron, en distintos momentos, llegar a permear toda la sociedad venezolana por una suerte de metástasis político-partidista. Esa metástasis se traducía en una situación clientelar, donde el "patrón partido" tenía "clientes" en todo lo largo y ancho de la geografía nacional y en sus asociaciones, agrupaciones e instituciones, con la milagrosa excepción de la Iglesia. Las Fuerzas Armadas fueron afectadas por esta situación, pero nunca alcanzó las proporciones alarmantes que sí logró en los sindicatos, gremios profesionales, empresas del estado, universidades e institutos educativos públicos, asociaciones de vecinos, juntas vecinales, etc. Era sí una sociedad civil asfixiada por la realidad clientelar, especie de intelillentzia, apparatich y nomenklatura de los partidos políticos dominantes y mayoritarios: AD y COPEI. Algunos Oficiales, por méritos castrenses indiscutibles, afectos a estos dos partidos alcanzaron sustancial influencia en la organización militar, al llegar a los grados militares de Generales y Almirantes. Consecuencialmente, pasan a desempeñar importantes cargos en la institución militar. Pero hasta allí. Insistimos, en la realidad militar venezolana del siglo XX, no encontramos evidencia sólida de nada que pueda comparar con la presencia de comisarios políticos o infiltración y adoctrinamiento político, en, las Fuerzas Armadas por activistas adecos y copeyanos. El adoctrinamiento, la educación castrense venezolana de los años 60 en adelante, era técnica-militar y constitucionalista.
  • 44. 45 El modelo Liberal, según Nordlinger, se apoya en la existencia de élites bien diferenciadas y con responsabilidades propias. Los militares son ya profesionales o se encuentran en el proceso de serlo. Son instruidos en los principios de obediencia y respeto ante las autoridades civiles. Se busca así, despolitizar en la medida de lo posible al sector castrense, pero respetando las condiciones propias de la institución militar, como su sprit de corps y su efectiva autonomía en los aspectos estrictamente militares y profesionales castrenses. Lo antes señalado, es fundamental entenderlo en su auténtica dimensión histórica. El avance positivo, durante los años sesenta, en lo que atañe a las relaciones civiles-militares deviene ciertamente impresionante, comparado con el pasado inmediato y mediato. Esto se trasluce rigurosamente exacto, a pesar del deformado carácter del modelo Liberal. Por primera vez en la historia del siglo XX venezolano, la tradicional simbiosis entre militares y civiles (esta vez genuinamente gobernantes, o más que en ningún otro momento de la historia venezolana contemporánea), alcanza un fundamento efectivo que se expresa, institucionalmente, sin trazos protagónicos y visiblemente preponderantes de personalismo político. Ese constituye el valor histórico, del llamado Pacto de Punto Fijo y de la Constitución de 1961 en la evolución de las áreas de influencia y competencia entre la realidad política civil y el sector militar. La llamada insurrección armada: La guerra de baja intensidad en Venezuela y los acuerdos, entre militares y civiles, de naturaleza política en los años 60, sus efectos en las relaciones civiles-militares. Quizás el factor clave para la consolidación de la institucionalidad y la supremacía de ésta sobre la participación política, en términos Huntingtonianos, en el caso venezolano de los años 60, fue la dinámica hemisférica vinculada con la guerra fría. La sociedad venezolana se divide en dos grandes segmentos, donde el más cohesionado y el que contaba con mayor apoyo internacional logra imponerse. Son los turbulentos años del gobierno de la Junta de Gobierno, el único gobierno constitucional presidido por Rómulo Betancourt y luego el presidido por
  • 45. 46 Leoni. Parece existir la idea, en algunos de los derrotados protagonistas políticos de estos sucesos, de minimizar su intensidad e importancia. Las palabras guerra civil no son empleadas y se prefiere el de la Lucha Armada. De allí el título de varios gruesos tomos de evidencia testimonial, salvada para la historia por Agustín Blanco Muñoz y que ya se mencionó en páginas anteriores. Se volverá, obligadamente, sobre esta fuente. Para uno de los tres "comandantes" de la izquierda revolucionaria, entrevistados por Blanco Muñoz (1982, pp.66-67), Lino Martínez, en estos años de la década de 1960 en Venezuela: ... "no hubo guerra [...] Hubo esporádicos enfrentamientos armados y hubo débiles intentos de formar un ejército popular que no culminaron, no cristalizaron". Si bien es cierto que el llamado "ejército popular" nunca llegó a formarse realmente como tal, guerra sí hubo, guerra irregular, de baja intensidad, entremezclada con acciones de terrorismo y de violencia física urbana promovida por las llamadas unidades tácticas de combate (UTC) o guerrillas urbanas. Los frentes guerrilleros rurales no constituyen una ficción sino una realidad histórica; el que fracasaran en lograr sus propósitos es otra cuestión. El que fueran vencidos por las Fuerzas Armadas Nacionales y el que su proyecto político no cristalizara, trasluce una verdad histórica que no puede rebatirse para el siglo XX venezolano. Revisando la evidencia testimonial arriba destacada (Blanco Muñoz, 1981- 82), parece ser posible el distinguir un lapso inicial en el cual se buscaba comprometer a un sector de las Fuerzas Armadas en un intento golpista, fundamentalmente militar, pero con apoyo de los sectores civiles radicalizados. Este proceder no era nada nuevo, era tratar de volver a lo que fue octubre de 1945... El punto culminante del proceder político-militar arriba señalado, es la frustrada insurrección militar de algunas unidades de la Armada en Puerto Cabello, en 1962. Suceso conocido en la historiografía venezolana como El Porteñazo. Esta acción insurgente militar-civil estaba destinada al fracaso, así como antes lo habían estado acciones de fuerza de inspiración netamente militar, expresión del más rancio pretorianismo venezolano, como las del General Jesús María Castro León, Ministro de la Defensa del gobierno provisional que nace en enero de 1958. Ambos movimientos
  • 46. 47 miraban al pasado y no al futuro. Surgían momentos de cambio innovador no de segundas ediciones. Tanto las frustradas "fusiones" civiles-políticas-militares (Carupanazo o Porteñazo), así como las fracasadas insurrecciones de Castro León, ilustran sobre la miopía intelectual de los comprometidos en ambos movimientos. Seguían aferrados a los tradicionales procedimientos de pasado político venezolano. Era tiempo de innovaciones creativas, no de seculares soluciones de fuerza con un pronunciado matiz autoritario. El Ministro de la Defensa se creía en una posición de poder, prácticamente antesala de la Presidencia de la República. Ese había sido el caso para Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Carlos Delgado Chalbaud y Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Desde 1936 hasta 1957, había sido una constante en la realidad política venezolana. Al no tener éxito en su intento de golpe de estado de mediados de 1958 se cierra el vaso comunicante de poder pretoriano entre el Ministerio de la Defensa y la Presidencia de la República. El General Castro León no lo percibió, pero con su acción fracasada estaba evidenciando un cambio importante en los mecanismos del ejercicio del poder político en Venezuela. Al no tener éxito en las los esfuerzos golpistas-insurreccionales, para 1963- 1964 se inicia la llamada Lucha Armada. Se crean Las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y el Frente de Liberación Nacional (FLN) como brazo político- logístico. Surgen los frentes guerrilleros rurales. Particularmente útil para estudiar este período, tan escaso de fuentes bibliohemerográficas serias y donde predominan las evidencias testimoniales de los derrotados políticos y militares, es el libro publicado por la Dirección de Educación del Ejército para finales de 1980: Los Cinco De Línea (Apología a los cinco teatros de operaciones que durante 17 años formaron una sólida línea defensiva frente a la subversión, que trató de imponer al pueblo venezolano una dictadura de tipo marxista-leninista). Es un texto mimeografiado de 209 páginas, autorizado para ser un manual con fines instruccionales en las Escuelas del Ejército. Su circulación, pues, ha sido restringida. Lo interesante del texto arriba señalado es que sus autores son, o eran, militares activos: Coronel Juan Biaggini Gutiérrez, Mayores Nelson Noriega y
  • 47. 48 Roberto Moreán Umánez, Capitán Eduardo Lobo Parra y Teniente Marcos Arleo Espinoza. Distinguen un lapso de 17 años de actividad subversiva que fraccionan en varios períodos. Estudiando éstos y la data que presentan para apoyarla, resultan como evidentes algunos aspectos de interés. Así, inicialmente, se hace posible reducir los distintos períodos que presentan los autores del análisis a sólo tres: uno de antecedentes y preparación, otro de desarrollo y crisis, para luego destacar finalmente el de decadencia y derrota militar. El primero se da entre 1958-1962. El segundo entre 1962-1968. Finalmente, 1968-1970. Otro aspecto que llama la atención estriba en el hecho de que en enero de 1962 se implementaron, antes del Porteñazo, los primeros esfuerzos guerrilleros rurales visibles y organizados. También resulta evidente que la derrota del movimiento guerrillero fue antes política que militar. La militar tomará hasta finales de los años sesenta. Para quedar reducidos a sólo muy pequeños grupos después de esta década. Detalles sobre apoyo logístico, material y humano del gobierno cubano de Fidel Castro al movimiento guerrillero venezolano, es otro de los aspectos interesantes que surge de la data que ofrece este libro escrito por militares venezolanos para militares venezolanos. La actividad bélica se prolongará por años debido a este apoyo foráneo. Para finales de 1963 fue descubierto por el Ejército, el tercer cargamento de armas enviadas desde Cuba, en las playas del estado Falcón. Otras ayudas en dinero, armamento y hombres siguieron a ésta. Una prueba de la participación activa de nacionales cubanos en las actividades guerrilleras en Venezuela lo hallamos en un enfrentamiento sostenido por tropas del Batallón de Cazadores Cruz Carrillo, el 17 de abril de 1968, en Chupulún, Estado Yaracuy. En esa acción pierden la vida 15 guerrilleros, entre ellos cinco individuos de nacionalidad cubana que habían ingresado en territorio venezolano por las cercanías de Tucacas, en 1966. Las Fuerzas Armadas venezolanas deben prepararse rápidamente para enfrentar la amenaza de las guerrillas rurales y urbanas. En las ciudades será básicamente la actividad policial y de inteligencia la que predomina. Pero en provincia son las guerrillas rurales y éstas serán enfrentadas, fundamentalmente, por las fuerzas