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Arequipa:
El PC, ensayo para completar
Francisco del Carpio
Antecedentes históricos
En la última etapa del colonialismo español, paladines tan arequipeños y reaccionarios como José Manuel de
Goyeneche y Barreda y Juan Pío de Tristán y Moscoso arrastraron a buena parte de los habitantes de la Intendencia
de Arequipa tras la causa de la monarquía. Aunque Goyeneche sirvió a disímiles banderas como las de Fernando (VII)
de Borbón, Carlota de Portugal y José Bonaparte, al regresar los Borbones al trono español, tras la derrota de las
tropas francesas y la firma del Tratado de Valencia el 11 de diciembre de 1813, Goyeneche juró lealtad la monarquía
borbónica.
Ante el levantamiento de Pedro Murillo en el Alto Perú, José Manuel de Goyeneche, siendo Presidente de la Real
Audiencia del Cuzco, partió como comandante en jefe del ejército pacificador de Abascal a debelar a los insurgentes,
Audiencia del Cuzco, partió como comandante en jefe del ejército pacificador de Abascal a debelar a los insurgentes,
llevó tras si 5.000 milicianos nobles de Arequipa y Cuzco que encabezaron una tropa realista integrada exclusivamente
por criollos españoles e indígenas peruanos. Goyeneche derrotó a las de fuerzas de Murillo y tras esa victoria, envió a
su primo el coronel Domingo de Tristán (padre de Flora) a someter a los rebeldes, refugiados en las Yungas
bolivianas. Goyeneche restableció el orden en la ciudad de La Paz, fusilando a ocho y encarcelando a quince patriotas
altoperuanos en los presidios de Boca Chica, Islas Malvinas, Filipinas y en el Morro de La Habana.
Tras la Revolución de Mayo, Abascal incorporó el Alto Perú al Virreinato del Perú y nuevamente Goyeneche organizó
nuevas fuerzas y en pocas semanas ocupó todas las provincias del Alto Perú, incluyendo las ciudades de La Paz,
Cochabamba, Chuquisaca y Potosí, recuperando el dominio español de todo aquel vasto territorio. Su victoria en la
Batalla de Guaqui (o del Desaguadero) le valió los títulos de Conde de Guaqui y "Vizconde del Alto Perú” otorgados
por Fernando VII accediendo a la solicitud que presentaron súbditos españoles residentes en Potosí, Cochabamba, La
Plata y Arequipa
Fracasado en su intento de debelar la Revolución de Mayo en el Río de la Plata Goyeneche regresó a su España
como teniente general de los Ejércitos Reales, Vocal de la Junta de Guerra de Indias, Vocal del Consejo de Guerra y
Presidente de la Junta de Arreglo de Comercio de Ultramar. Fue elegido, también, diputado a Cortes por Arequipa y
Senador del Reino por la provincia de Canarias. El Rey Fernando le nombró su Gentilhombre de Cámara con Ejercicio
y Servidumbre, así como Caballero de la Orden Militar de Santiago. Ocupó igualmente los cargos de Consejero
Honorario de Estado, Senador Vitalicio, Prócer del Reino, Regidor Perpetuo de Cádiz, Comisario Regio del Banco
Español de San Fernando, etc.
En 1814 sucedió la sublevación de los Angulo en el Cusco. Se formó una Junta de Gobierno la misma que depuso el
poder colonial y colocó a la cabeza del movimiento, más por estrategia política que por valor militar, al veterano
cacique de Chincheros, un brigadier realista retirado llamado Mateo García a quien, por su rasgos nativos, le llamaban
“Pumacahua” antes que su verdadero nombre. La Junta cusqueña decidió el envío de sus fuerzas en tres direcciones.
Una expedición se dirigió a Puno y La Paz, para establecer contacto con Belgrano y con las fuerzas argentinas en el
Alto Perú. Otra división fue a Huamanga, con el intento de avanzar, posteriormente, hacia Lima y la tercera división
marchó a Arequipa, al mando del propio Pumacahua, que llevaba como segundo jefe a Vicente Angulo y que esperaba
extenderse desde allí hacia Moquegua y Tacna.
El ambiente en Arequipa era entonces (y antes y después) favorable a los realistas. El intendente José Gabriel
Moscoso creía, sinceramente, que Pumacahua, por sus antecedentes realistas, no iba a entrar en la ciudad. Pero no
fue así, las tropas cuzqueñas derrotaron a los españoles en la Apacheta el 9 de noviembre; y, al día siguiente,
Pumacahua entró triunfalmente en la ciudad con júbilo, zozobra, cupos, y saqueos contando con el apoyo entusiasta
de Mariano José de Arce un cura de encendido fervor revolucionario quien recorría las calles levantando a la multitud,
ataviado de un sombrero con una divisa azul y blanca que lo identificaba con la causa de los sublevados en el Río de
la Plata. La radical actitud de Arce determinó que se rechazaran conatos de fidelidad a la Corona española y que en el
Cabildo Abierto se acordara tanto la adhesión a la Junta Revolucionaria del Cuzco como, también, el nombramiento de
Pumacahua como teniente general del Ejercito Libertador. Se procedió luego a la formación de un gobierno civil, en el
que figuraba, a propuesta de Arce, José María Corbacho.
Mientras tanto Mariano Melgar, que estaba en el valle de Majes, se enroló en el ejército de Pumacahua convocado por
el “Partido de Chuquibamba". Melgar se alistó en la columna de patriotas que allí se formó y se dirigió con ella a su
Arequipa natal, como soldado raso, al encuentro de sus amigos José Maria Corbacho y Mariano José de Arce. Las
fuerzas de Pumacahua eran inexpertas y buena parte de la población arequipeña seguía fiel al virrey. Pese a su poca
simpatía por Pumacahua, debido a sus antecedentes realistas, Melgar continuó en la empresa. La ocupación de
Arequipa por las tropas rebeldes fue muy corta. El mando militar de la administración colonial desde el Alto Perú
encomendó al mariscal de Campo Juan Ramírez la misión de combatir a los alzados en el Cusco. Sus tropas los
derrotaron en La Paz y avanzaron a Puno. Pumacahua al enterarse del avance de Ramírez sobre Arequipa salió de la
ciudad el 30 de noviembre. El 9 de diciembre Ramírez hizo su ingreso triunfal a la ciudad por las mismas calles
cubiertas de flores en que, días antes, se había aclamado deslealmente a Pumacahua.
Ramírez se detuvo dos meses en Arequipa para avituallar su ejército. El Ayuntamiento, lo aprovisionó con mulas,
arrieros y víveres, además de tiendas de campaña, zapatos, camisas, frazadas y monturas. El 12 de febrero de 1815
las fuerzas realistas salieron hacia Cabanillas, para seguir a Lampa y Pucará y llegar el 10 de marzo a la altura de
Ayaviri. A corta distancia estaba el ejército patriota que, desde Sicuani, se dirigía hacia el Collao preparándose para un
encuentro que iba a ser ya definitivo.
Los dos ejércitos fueron avanzando con cautela y dificultad al paso del río Ayaviri, que había crecido por las lluvias. En
la madrugada del 11 de marzo el general Ramírez levantó su campo y sus tropas cruzaron el río teniendo al frente
suyo, una columna interminable, desordenada y fogosa multitud de soldados de Pumacahua. La batalla, si así puede
suyo, una columna interminable, desordenada y fogosa multitud de soldados de Pumacahua. La batalla, si así puede
llamarse al enfrentamiento entre las experimentadas tropas coloniales y el improvisado ejercito patriota, se dio en la
quebrada de Umachiri donde sobró arrojo y entusiasmo pero faltó orden, disciplina y experiencia militar. Por la noche
la batalla había terminado y los cadáveres quedaron tendidos en el campo. Durante la batalla se sucedieron las
ejecuciones de la oficialidad patriota, entre ellos dos coroneles que se tomaron prisioneros, reservando la vida del
auditor de Guerra, hasta recibir su declaración, tras la cual fue fusilado en el campo de batalla el 12 de marzo de 1815.
Este no fue otro que Mariano Melgar, un muchacho de veinticuatro años y medio de edad, armado solo de sus versos
de amor a su musa y a su patria.
La historia registra, también, que Juan Pío de Tristán y Moscoso fue uno de los oficiales “de la corona” que combatió a
los patriotas de García Pumacahua. Luego de fracasar en el develamiento de la Revolución de Mayo en el Río de la
Plata ordenado por José Manuel de Goyeneche y Barreda, su primo, Tristán regresó al Perú para seguir sirviendo a
España, participó en la reducción del levantamiento de Mateo García Pumacahua donde Mariano Melgar, el
arequipeño más ilustre de todos los tiempos, fuera auditor de guerra. Tristán fue leona de dos mundos: general,
gobernador y virrey español. Después de Ayacucho fue prefecto del General Santa Cruz en la Arequipa confederada.
Como primo de Goyeneche tuvo menos suerte en honores y títulos pero llegó a la presidencia de la Real Audiencia del
Cusco en 1816. En 1823 el virrey José de la Serna lo ascendió a Mariscal de campo participando como tal en la lucha
contra el Ejército Libertador de Simón Bolívar. Un año después fue electo por la Real Audiencia del Cusco como “jefe
de gobierno del virreinato peruano” (una suerte de virrey tardío) en reemplazo de La Serna quien cayó prisionero en la
batalla de Ayacucho.
Firmada la capitulación y ante la imposibilidad del retorno del gobierno colonial, a Pío Tristán no le quedó más remedio
que adoptar las ideas republicanas siendo designado prefecto de Arequipa. Participó en la creación de la
Confederación Peruano-Boliviana siendo nombrado, en 1836, Ministro de Estado y luego, entre 1838 y 1839,
Secretario General del Consejo de Ministros del Estado Sur- Peruano, bajo la égida del general Santa Cruz. con sede
en Arequipa, siendo así que hoy una calle de la Ciudad Blanca lleva su nombre.
La narración de estos episodios sirven de alguna manera para explicar el por qué, hasta promediar el Siglo XX, un
sector fuerte de la población de la Ciudad de Arequipa y aún alrededores se envanecía de ser una suerte de reducto
colonial (virreinal o español, para los que gusten de esta terminología) siendo por eso que las principales expediciones
contra la independencia del Virreinato de Río de la Plata y el Alto Perú partieran de aquí. Concomitante a ello se ha
llegado a afirmar que el nombre de “Ciudad Blanca” no viene del color del material de sus construcciones (sillar) que
aún quedan en el centro histórico o monumental, sino por la predominancia de la población “española” en la ciudad.
Para documentar este absurdo recurren a los empadronamientos que España hacía en sus colonias y dicen que en el
censo del virrey Toledo la población española en Arequipa asomaba al 90 %. ¿Y los indios? Sencillamente no existían.
A comienzos de la República, en 1836, el pueblo de Arequipa se pronunció a favor de la Confederación Perú Boliviana
y apoyó a Andrés de Santa Cruz contra Felipe Santiago Salaverry pues, este coronelillo, al ocupar la Ciudad Blanca,
impuso cupos impagables y el servicio militar forzoso; además, obligó a los artesanos a trabajar gratuitamente para el
ejército nombrando como Prefecto del departamento a un tiranuelo de apellido Mendiburo quien ordenó silenciar toda
oposición, ganándose la ojeriza del pueblo que lo había cobijado. Salaverry fue finalmente derrotado en Socabaya y
fusilado en la Plaza de Armas junto a sus generales ante la resignación de sus partidarios y la indiferencia popular.
La lealtad del sector más conservador de la población de esta parte del Perú con algunos caudillos se repitió veintidós
años después. La más incompresible de todas fue la tenida hacia Manuel Ignacio de Vivanco, el mismo caudillo que
terminó cediendo las Islas Chincha a España en 1866. Caudillista y conspiradora, Arequipa, en el siglo XIX, fue una
ecuación insoluble. Castillista contra Vivanco en 1854, vivanquista contra Castilla en 1856. En 1857, se levantó contra
el ordenamiento republicano que encabezaba don Ramón Castilla.
Sin embargo, para entonces, Vivanco se había convertido solo en un pretexto para luchar contra el centralismo limeño
pues, el caudillo, ya nada tenía que hacer en el campo de batalla. Sin líder a quien seguir, el propio pueblo arequipeño
se constituye en caudillo colectivo. Javier Sánchez y Benito Bonifaz, artesano el primero y poeta el segundo, se
convirtieron a su vez en jefes militares de la rebelión y como tales defendieron la ciudad al mando de un regimiento de
paisanos, compuesto por trabajadores. Este regimiento era una columna de milicianos llamada “Inmortales". Bonifaz,
siendo solo un poeta fue investido como capitán de artillería repitiéndose la figura de Mariano Melgar. Al fragor de la
batalla Bonifaz escribió acerca de la Columna Inmortales: ¿Los veis lanzándose a la pelea con serenidad de valientes?
¿Los veis marchar con la cabeza erguida en busca de gloria o muerte? ¿Los veis pasadas las trincheras cómo sus
líneas en el campo tienden? ¿Los veis en el combate cual despliegan al ruido del cañón tanta osadía? Son los hijos del
Misti, los de fuerte y noble corazón, soldados del honor….
Castilla ordenó el sitio de la ciudad y el presidente se hizo cargo, personalmente, de su asedio bombardeándola con
artillería pesada. Después de ocho meses de cerco, Castilla decidió el asalto final. Sus divisiones acometieron contra
los «Inmortales». Se combatió calle por calle, todo el día. Las barricadas se convierten en formidables obstáculos para
los sitiadores. “El capitán de artillería” Benito Bonifaz arengó a su tropa con versos: “Hijos del Misti volad a los campos
de la gloria” y al llegar la noche cayó muerto, junto con todos sus defensores al pie de la barricada a la que
pomposamente bautizó como “Fuerte Malakov”. Al día siguiente Castilla reanudó el ataque. Los arequipeños sin
alimento ni municiones sostuvieron el combate. A las diez cayeron las barricadas del callejón de Santa Rosa y de los
muros de Santa Teresa defendidos por la Columna Inmortales de Javier Sánchez. En esta batalla destacó el joven
castillista Andrés Avelino Cáceres quien tomó las barricadas de San Pedro, hasta llegar a los altos de la torre de Santa
Rosa. La Columna Inmortales, finalmente, cayó integra, sin retroceder. A las once el enemigo tomó la última barricada
llamada “Fuerte Sebastopol”, los defensores de la ciudad siguieron resistiendo, aparecieron nuevos jefes y lo mismo
fueron abatidos; a las once y treinta los vencedores estaban en la Plaza de Armas.
Arequipa fue castigada por su osadía. Castilla la “borró” de la geografía y de la historia, quitándole el rango de ciudad
capital del departamento y la redujo a provincia. La justeza de este episodio histórico será siempre motivo de
controversia; pero, lo que no está en discusión es la valentía de Sánchez ni Bonifaz ni del pueblo arequipeño.
El manejo que los caudillos hicieron de Arequipa en el siglo XIX sirvió para todas las causas. El 11 de septiembre de
1867 al grito de ¡Viva la religión! estos hicieron que Arequipa se levantara contra la Constitución liberal proclamada por
el Congreso Constituyente y el Presidente Provisorio Mariano Ignacio Prado, dicha rebelión fue liderada nada menos
que por el general Pedro Diez Canseco, a quien dos años antes había ayudado a encumbrarse en el poder. Un mes
después las fuerzas del gobierno, pertrechadas con los equipos de ataque más adelantados de la época y al mando
del vencedor de la escuadra española, desembarcaron en Islay y marcharon sobre Arequipa. El 19 de noviembre las
tropas del gobierno atacan la ciudad, pero son rechazadas con grandes pérdidas. El 27 de diciembre, Prado emprende
un último ataque desesperado, pero el valor fanático de los arequipeños que luchan por su Cristo Rey y la religión, lo
obliga a retroceder. De retorno a Lima, Prado renuncia a la presidencia. Esta fue la última gran revolución (a la inversa)
de Arequipa, convertida en «el rifle que apuntaba al corazón de Lima».
El 20 de enero, el general Pedro Diez Canseco, caudillo de la revolución, asume la Presidencia de la República.
Durante su breve gobierno realiza dos de las demandas por las que se había batido a muerte el pueblo arequipeño,
una referida a los fueros de la religión católica, aboliendo la «impía» Constitución liberal; y la otra relacionada más bien
con los intereses económicos de los comerciantes laneros, impulsando la construcción del ferrocarril entre Arequipa y
con los intereses económicos de los comerciantes laneros, impulsando la construcción del ferrocarril entre Arequipa y
la costa.
El 13 de agosto, un violento terremoto, de 8 minutos de duración, destruyó la ciudad, que tuvo que ser íntegramente
levantada de nuevo. El Prefecto de la ciudad comunica el hecho al Ministro de Gobierno en los siguientes términos
dramáticos: «Bajo la impresión del horror y de la más aflictiva situación puedo comunicar a Uds., que Arequipa, la bella
y hermosa ciudad no existe más».
Partido Comunista: los comienzos
El siglo XX y las primeras formaciones revolucionarias
A comienzos del siglo XX, Arequipa era una ciudad arisca e impredecible. Seguía siendo lo que dijo Basadre "el rifle
que apuntaba a Lima” aunque ya no el caudillo colectivo del Perú. A partir de entonces, sobre todo después de la
guerra con Chile, se convirtió en el referente revolucionario de cuanto líder o bandolero quisiera dar un golpe o hacer
una revolución como se le entendía entonces. Así lo pensó Nicolás de Piérola y sus montoneros, quienes tomaron la
ciudad el 25 de enero de 1895 protestando por el golpe de estado de Andrés Avelino Cáceres. Piérola recurrió al típico
combate guerrillero de sus famosas montoneras: combatir-huir, y triunfó. A estos tiempos se refieren los versos de la
marinera emblemática de los arequipeños antiguos: "Montonero Arequipeño", compuesta por Jorge Huirse. Lo mismo
puede decirse del grito de guerra de entonces: ¡Viva Piérola, carajo!
La nueva inmigración europea (no española) fue consecuencia de la participación activa de militares ingleses contra
España en la guerra de la independencia. Los nuevos inmigrantes llegaron con sus ahorros y muchas ganas de
multiplicarlos, se arriesgaron a invertir y ganaron, formaron aquí sus hogares y dieron origen a grupos económicos
familiares que gravitaron fuertemente en la economía regional del sur del país, principalmente Arequipa. Ese fue el
caso de los Gibbs y Emmel los que lograron levantar grandes negocios y casas comerciales, dedicados a la
importación de artículos suntuarios y exportación de lanas. A ellos se sumaron, posteriormente, los Forga, Stafford,
Gibson, Fletcher, y otras firmas. Emmel llegó de Alemania, aproximadamente en 1830, para trabajar en la firma Stamm
& Petersen de alemanes radicados en Arequipa. Posteriormente Federico Emmel, funda la sociedad comercial
Petersen & Emmel, que se cuenta entre una de las fundadoras de la Cámara de Comercio de Arequipa, en 1887. En
1899 se constituye la casa comercial Emmel Hermanos, la más importante del país en cuanto a la exportación de
algodón, té y café se refería. Otros alemanes, como Carl Wagner invirtieron en la minería. En 1868, Alexander von der
Heyde y Edward Möller importarían cerveza para Arequipa. Y, en 1898, Ernst Günther estableció la Fábrica de
Cerveza Pilsener, que luego se llamó Compañía Cervecera del Sur del Perú, Cervesur.
En la década de 1870, apenas figuraba en Arequipa una empresa industrial, la fosforera “Luz de Arequipa”. A fines del
siglo XIX, los altos aranceles de importación, favorecieron, indirectamente, a la industria nacional, Miguel Forga funda,
entonces, la fábrica de tejidos “El Huayco”, ubicada en Congata fuera de la ciudad. Hasta 1925, funcionaban en
Arequipa 17 fundiciones, 15 fábricas de jabón, 11 curtiembres, 4 molinos de trigo, 4 fábricas de tejidos y 11 empresas
diversas.
De esta manera Arequipa en los primeros años del siglo XX ya estaba insertada en el mercado capitalista, habiéndose
creado una oligarquía “arequipeña” en base a las familias europeas llegadas a la ciudad y al concurso de los pocos
remanentes que quedaron de la economía colonial española.
Las Picanterías
Las Picanterías o chicherías en Arequipa, según Rommel Arce fueron desde la colonia “un espacio democrático en
que fraternizaron por igual el hombre del campo y la ciudad: el loncco y el ccala, respectivamente. Pero también
simboliza(ba) la respuesta nacionalista y republicana a lo extranjero”. Según Arce, en el siglo XIX, las chicherías se
ubicaban en las afueras de la ciudad y eran de aspecto muy rústico, de ventilación escasa y sin muebles donde
sentarse. Mientras se tomaba la chicha, se comía un preparado de ají y entre vaso y vaso o entre chicha y picante la
gente iba socializando, hablando de política y cantando los que sabían. Los hombres de la ciudad hablaban y discutían
del tema del momento, los del campo escuchaban y tomaban nota de cada detalle para trasmitirlo a sus vecinos en su
pueblo.
La historiadora norteamericana Sara Chambers, citada por Arce, sugiere que en las chicherías se conspiraba teniendo
una amplia red política que comunicaba a los líderes barriales con los jefes rebeldes locales. “La Sebastopol”, por
ejemplo, ubicada en el viejo barrio de San Lázaro, fue una taberna donde los conjurados del movimiento rebelde de
1858, los que luego formarían la “Columna Inmortales” se reunían para proyectar sus acciones. A ella, los hombres de
Hipólito Sánchez Trujillo, Javier Sánchez y Benito Bonifaz le pusieron por nombre “Fuerte Sebastopol” demostrando
que cumplían, también, un objetivo político y militar.
Las picanterías, al comenzar el siglo XX, mejoraron su infraestructura. Las más elegantonas priorizaban la venta de
cerveza y otros licores sobre la chicha, estas optaron por llamarse “Jardín”. "Jardín" era el denominador común para
todas las cantinas-chichería o restaurantes campestres ubicados en los alrededores de la ciudad, los habían en
Paucarpata, Tingo y Yanahuara porque hasta allí llegaba el tranvía eléctrico, que era el único medio de transporte
masivo que entonces existía y porque los caballos y las pocas carretas que aún subsistían solo servían para el
traslado, individual o en pareja, de los chacareros acomodados que venían desde los distritos a la ciudad para pleitear,
sobre todo.
Estaba el Jardín Primavera ubicado en la primera cuadra de la calle San Pedro, entre el Monasterio de Santa Rosa y el
Colegio de Los Salesianos, era una suerte de picantería, con aires de taberna española, donde se vendía de
preferencia cerveza alemana, los otros licores de ese tiempo y los infaltables extras simples, dobles o triples. Se
llamaba Jardín Primavera porque desde el zaguán de la calle hasta el lindero posterior de la casa había una huerta de
medio topo, rodeada de eucaliptos, perales, higueras, membrillos y un viejo cedrón que esparcía un aroma especial.
Un muro de barro pircado con piedras, cubierto por tupidas matas de rosa-común entrelazadas con una enredadera
silvestre de campanillas lila o fucsia servía de cerco a la huerta del maestro Teodosio Salazar, el mecánico del barrio
que sacaba de apuros a la vecindad, sobre todo a las monjas de Santa Teresa cuyo convento se encontraba a media
legua de la fonda. Las monjas, para preparar sus alimentos y las de muchos menesterosos, habían hecho traer de
España tres cocinas de fierro fundido, de cuatro hornillas y un horno cada una, a las que el maestro Salazar daba
mantenimiento.
Al pie del muro, discurría por una pequeña acequia el agua de la ronda que llegaba posiblemente desde el Filtro y
Al pie del muro, discurría por una pequeña acequia el agua de la ronda que llegaba posiblemente desde el Filtro y
regaba los plantones de hortalizas y algunas flores que crecían en los bordes del canalillo que finalmente se perdía en
el muro posterior que limitaba con el Monasterio de Santa Rosa
Pasado el primer patio donde vivía la familia de Teodosio Salazar, sostenido por cuatro horquetas de sauce y techado
con ramas de eucalipto, paja de trigo y chala, se levantaba un cobertizo que proporcionaba una sombra escurridiza
sobre las mesas de la fonda protegiendo, del sol del medio día, a los comensales que a esa hora gustaban asistir al
restaurante, porque en la tarde los rayos rojos del astro caían lánguidos entristeciendo el ambiente. En medio de la
enramada se mantenía, aún de pie, un enorme molle de 1.20m de diámetro del tallo, cuyas viejas ramas se entretejían
con la hojarasca del techo dándole un aspecto soberbio. Cuatro rústicas mesas largas de cinco metros y pico,
rodeadas de bancas, más rústicas aún, estaban colocadas en los extremos de la cantina completando el ambiente
campestre de esta parte de Arequipa que se negaba a dar paso al desarrollo urbano que ya la amenazaba. A este
ambiente se le conocía como "El Patio Grande".
Al fondo de la casa, sirviendo de marco al patio grande, estaba la cocina de adobe con techo de paja a dos aguas
luciendo por adentro el tizne que dejaba la candela del fogón, impregnada con la grasa de los aderezos que allí se
preparaban y que el vapor llevaba. Ese hollín, llamado c'achinche, con las telarañas ennegrecidas decoraba el
oscurísimo interior de la cocina alumbrado solamente por la luz que penetraba por la ventanilla de una de las paredes
del costado izquierdo que sostenía la tijera donde descansaba el techo de paja de la cocina. En otro lado, sobre los
fogones de piedra cruzados por una parrilla de sunchos se encontraba una claraboya que, a manera de chimenea,
colocara Teodosio al fondo del cuarto. La cocina era amplia y desordenada, solo el fogón guardaba relación con la
chimenea pues se encontraba al pie de ella. En el suelo y a cualquier lado del fogón se encontraba la leña, al otro la
pucuna y más allá la tocpina, implementos necesarios para atizar la candela; los cuyes eran parte del paisaje y se
paseaban impávidos por los rincones ocultándose tras las inmensas tinajas donde le preparaba la chicha sin presentir
que pronto serían sacrificados.
Para la calle San de Pedro habían construidas dos habitaciones de bóveda levantadas con sillar, ambas se
encontraban unidas por un zaguán de unos cuatro metros de alto. La habitación de la izquierda era la cantina,
propiamente dicha, la de los licores y la cerveza. El piso era de madera y de él emanaba un olor desagradable,
producto de la mezcla de grasa con que enlucían el piso y la cerveza que arrojaban sobre él los parroquianos
borrachos que frecuentaban el lugar. En la cantina se encontraba un andamio repleto de licores, un mostrador de
madera y una pianola vieja. En la otra habitación de la calle, la de la derecha, se hallaba el taller de mecánica de
Teodosio Salazar.
Fue aquí donde, a fines de enero de 1929, se reunieron por primera vez un grupo de conspiradores revolucionarios
(Jacinto Liendo, Teodosio Salazar, Guillermo Mercado y Armando Rivera Bodero y junto a ellos Augusto Chávez
Bedoya y José Domingo Montesinos) influenciados por el anarquismo de Gonzáles Prada y el bolchevismo triunfante
en Rusia para ver la posibilidad de formar en Arequipa un partido capaz de compulsar las fuerzas sociales existentes
en la ciudad no solo para mejorar las difíciles condiciones de vida de los trabajadores y la parte más sufrida de la
sociedad, sino para conquistar el poder y a la vez poner en evidencia las inmensas posibilidades del país y a la vez
asegurar un rápido progreso económico de la población en este país donde los hijos de los encomenderos españoles
seguían gobernando en connivencia con los inmigrantes ingleses que ya se asentaron en esta ciudad cobijados en el
Club Arequipa junto a la pragmática colonia de inmigrantes alemanes que ya tenía, desde 1887, hasta Cámara de
Comercio,
El ejemplo de la Revolución Bolchevique los impulsó a seguir en el empeño. Los primeros conspiradores no eran otros
que Jacinto Liendo, un tipógrafo artesanal ocupado en la impresión de "estampitas" o "capillos" (recuerdos) de bautizo
o primera comunión, de invitaciones a misa, diplomas y algunos cancioneros; Teodosio Salazar pertenecientes a un
grupo de anarquistas conocido por “el Grupo Rojo” en el que además confluían: Vicente Salas, Manuel Liendo, Vicente
Núñez, Factor Lama, José Salas Cuadros, César Llamas, Francisco Arellano Delgado, Isaías Valdivia Fernández,
Patrón Vega, Antonio la Hoz, José Ballón, Antonio del Carpio Núñez (1), Enrique Paz y Manuel Aguilar. Héctor Ballón
considera posible que el embrión del que se originó el partido comunista en Arequipa lo constituyó este grupo llamado,
también, grupo ácrata, debido a su posición inconformista y librepensador, integrado mayormente por artesanos de
todos los oficios como peluqueros, sastres, zapateros y panaderos; los había también gráficos y choferes motoristas
del tranvía eléctrico de Arequipa. Hombres de coraje y de clara orientación anarquista.
Esta corriente, por esos días, era mundialmente popular debido al proceso y posterior ajusticiamiento en
Massachussets, Estados Unidos, de los inmigrantes italianos de esa militancia: Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti.
Como se sabe, o debería saberse, el controvertido juicio de los anarquistas italianos duró casi una década atrayendo
una enorme atención internacional en vista que el Juez Webster Thayer se dejó llevar por sus prejuicios xenofóbicos y
anti anarquistas induciendo al jurado para condenarlos a la silla eléctrica. Las ejecuciones de Sacco y Vanzetti
anti anarquistas induciendo al jurado para condenarlos a la silla eléctrica. Las ejecuciones de Sacco y Vanzetti
generaron protestas masivas y disturbios en todo el mundo y una creciente simpatía por el anarquismo. Fue así,
entonces, que a fines de 1927 el grupo ácrata se consolidó, paradójicamente, como organización, tomando el nombre
de "Grupo Rojo" haciendo gala de su orientación "libertaria" y sus simpatías por Manuel Gonzáles Prada.
Jorge del Prado, Juan Cuentas Zavala, Guillermo Mercado y Augusto Chávez Bedoya
Guillermo Mercado y Armando Rivera pertenecían al Grupo Revolución, agrupación fundada en agosto de 1928 por
Jorge Del Prado a su regreso de Lima, donde fue a radicar junto al resto de su familia a causa de la repentina muerte
de su padre, el senador leguiísta Eleodoro Del Prado.
Jorge Del Prado junto a Armando Rivera y Guillermo Mercado aunaron esfuerzos para formar un Comité llamado
“Educación y Cultura”, encargado de actividades relativas a la unificación del magisterio y a tareas para crear un
vínculo entre el padre de familia y el maestro. Rivera, que era el director de una Escuela Fiscal, mantenía contactos
epistolares con José Carlos Mariátegui por ser él el distribuidor de Amauta y Labor y propietario de la librería “Leer”,
una de las pocas que existían en la Arequipa de comienzos del siglo XX; Mercado, por su parte, era un bardo
moderno, poeta, bohemio y soñador que mantenía relaciones con casi todo el ambiente cultural de ese tiempo y en
quien prendió la chispa de la revolución de los bolcheviques en Rusia.
El "Grupo Revolución", no tenía ideas muy claras, pero si una decidida vocación revolucionaria y estaba conformado,
fundamentalmente, por, escritores, fotógrafos, poetas y artistas plásticos e intelectuales en general y estudiantes
universitarios decididos a ser portadores de un mensaje social justiciero identificado con los trabajadores. Junto a Del
Prado, Rivera y Mercado confluyeron Raúl Medina Osorio, Eleazar Bustamante, Manuel Mansilla, Enrique Rodríguez
Escobedo, Manuel Alzamora, Juan Cuentas Zavala y Carlos Castillo. Héctor Ballón incluye, además, a Carlos Trujillo,
los hermanos Jorge, Carlos y Manuel Segundo Núñez Valdivia y Roberto del Carpio.
Su actividad era más bien "romántica y rudimentaria", pero Del Prado le dio una orientación "revolucionaria" más
cercana al marxismo que al anarquismo de Manuel Gonzáles Prada o al "liberalismo de izquierda" de Mariano Lino
Urquieta.
Los hermanos de Jorge Del Prado (Blanca y Julio) residentes en Lima, habían propiciado un acercamiento epistolar
entre el Grupo Revolución y José Carlos Mariátegui, quien ya polemizaba con Haya de la Torre sobre si en el Perú se
necesitaba un partido de clase o un frente policlasista y si el imperialismo era la primera o la etapa superior del
capitalismo. Mariátegui sostuvo la tesis del partido de clase, más concretamente "de la clase obrera", consecuente con
ello funda la CGTP. En cuanto a la caracterización del imperialismo, Mariátegui asume la tesis leninista de que este es
la etapa superior del capitalismo, tesis que, además, defendían el partido de los bolcheviques rusos, que habían
tomado el poder en su país, y la Tercera Internacional (Komintern). La intermediación de Armando Rivera Bodero,
maestro primario en ejercicio, propietario de la librería Leer, distribuidora de las publicaciones que enviaba de Lima la
editorial "Minerva" entre ellas Amauta y Labor logró que el "GR" se comunicara con el Amauta a comienzos de 1928.
Pero Rivera, además, había entablado contacto con los editores del diario El Pueblo y desde allí fueron difundidos
varios de los artículos publicados por Mariátegui en Amauta y Labor. Por otra parte, la librería Simiente (subsidiaria de
Leer) venía difundiendo, también, ese tipo de literatura.
Los contactos de los Del Prado con Mariátegui determinaron que algunos integrantes del "Grupo Revolución" se
negaran a participar en "un proyecto comunista" debido a la radicalización de José Carlos en defensa del marxismo.
Instigados por un tal Rómulo Meneses (yerno del prospero industrial limeño Manuel Vinelli) algunos abandonaron el
Grupo para conformar la "Célula Aprista de Arequipa". Meneses, por las vinculaciones de su suegro (que fue ministro
primero de José Pardo y después de Sánchez Cerro) viajó a Alemania a comienzos de la década del 20 habiéndose
entusiasmado, en Berlín, con la prédica "latinoamericanista" de Haya de la Torre. A su regreso al Perú fue destacado
por la dirigencia nacional del APRA para dirigir en Arequipa una escuela de cuadros partidaria a la que llamaron, como
en todo el Perú, "Universidad Popular Gonzáles Prada". Producida la polémica entre Mariátegui y Haya de la Torre, Del
Prado, junto a sus mas cercanos colaboradores, fundó la "Célula Socialista de Arequipa", contrapuesta a la "Célula
Prado, junto a sus mas cercanos colaboradores, fundó la "Célula Socialista de Arequipa", contrapuesta a la "Célula
Aprista" formada por Meneses a la que, sin embargo, siguieron llamando Grupo Revolución. La primera tarea de la
"Célula Socialista de Arequipa" fue enviar a Jorge Del Prado a Lima para contactar con los organizadores del partido
marxista que proponía Mariátegui y donde activaban sus hermanos Blanca y Julio.
Fuera de ambos grupos se encontraban: Augusto y Antonio Chávez Bedoya, José Domingo Montesinos y los jóvenes
universitarios Herman Ugarte Chamorro, Humberto Núñez Borja, Jorge Núñez Valdivia, Vicente Mendoza Díaz, Pedro
Arenas y Aranda y un grupo numeroso de estudiantes de la Universidad Nacional de San Agustín..
Augusto Chávez Bedoya, el hombre del Komintern
Era Augusto Chávez Bedoya y Valencia, un larguirucho joven perteneciente a la burguesía local que mantenía sus
propios contactos con el Buró Sudamericano de la Internacional Comunista, Komintern. Augusto Chávez Bedoya tenía
un basto conocimiento de teoría marxista y principios de organización bolchevique; era un estratega político, cuyos
conocimientos los había adquirido de sus contactos con el Komintern. Chávez Bedoya no tenía vínculo orgánico con
ninguno de los grupos revolucionarios que en Arequipa procuraban formar un partido obrero, más bien compartía
criterios con José Domingo Montesinos y Montesinos, otro joven burgués que fue ganado para la causa de los
trabajadores y por la proscrita literatura marxista. Ambos se pusieron a trabajar con la finalidad de construir un
instrumento político que les permitiera enfrentar al capital y al estado.
Así se produjo, en enero de 1929, un encuentro en el Jardín Primavera entre Jacinto Liendo, Teodosio Salazar,
Guillermo Mercado y Armando Rivera Bodero; y, junto a ellos Augusto Chávez Bedoya y José Domingo Montesinos,
para intercambiar pareceres sobre la conveniencia de crear en Arequipa la anhelada organización política que
recogiera las tradiciones revolucionarias de nuestra tierra para conjuncionarlas con la lucha política de los
trabajadores. Producto de esta reunión se constituyó una suerte de comisión "de hecho" con la finalidad de promover
la ansiada organización.
A mediados de marzo se produjo la segunda reunión ampliándose al doble el número de concurrentes. La agenda
empezó a esbozarse por si sola. Lo primero que se plantearon los asistentes fue ¿Qué clase de organización se
quiere? Chávez Bedoya, el más claro de todos, planteó la creación de un partido político revolucionario, con una
ideología clara, libre de oportunismo, dogmatismo y sectarismo, que, como tal, no existía en Arequipa. Este partido
revolucionario debía estar ligado a las masas trabajadoras y su núcleo de dirección debía estar integrado por
revolucionarios profesionales.
Los del Grupo Revolución aceptaron, subrayando que preferían su calidad de “partido de los trabajadores” pero los del
Grupo Rojo, más bien planteaban una "organización" más amplia, libre y voluntaria basada en el desarrollo espontáneo
de los acontecimientos, excluía la creación de un partido organizado y todos sus esfuerzos los encarrilaban para
mantener el espíritu "libertario" de las masas. Nuevamente Chávez Bedoya insistió en la necesidad de crear una
organización, en el sentido cabal de la palabra, centralizada, con dirección única, compuesta por hombres abnegados
y entregados sin reservas a la causa de la clase obrera aunque sus integrantes no lo fueran como quería el Grupo
Revolución. Los dirigentes del nuevo partido deberían tener, según las tesis de Chávez Bedoya, convicciones firmes y
deberían dominar el trabajo conspirativo en condiciones de clandestinidad pues los tiempos se estaban poniendo
difíciles. Chávez Bedoya insistió en que la nueva organización precisaba de una dirección firme y prestigiada. Hasta
para el menos avispado de los analistas políticos de aquel tiempo, esos no eran otros que los planeamientos de la III
internacional. El Grupo Rojo fue cediendo algunas posiciones pero mantenía otras de acuerdo a su pensamiento
bakuninista. El primero en manifestar su conformidad con Chávez Bedoya fue Jacinto Liendo del Grupo Rojo, luego lo
hizo Guillermo Mercado del Grupo Revolución.
La tercera reunión se formalizó a fines de abril, y el comité “de hecho” se dedicó a preparar los festejos del Primero de
La tercera reunión se formalizó a fines de abril, y el comité “de hecho” se dedicó a preparar los festejos del Primero de
Mayo que se avecinaba retomando la celebración pública del Día Internacional de los Trabajadores que habían
iniciado los liberales de Santiago Mostajo pero que, por la crisis interna de este movimiento y la situación política de
esos días, se había abandonado. El año de 1929 el comité “de hecho” programó para ese día una actuación en el
Teatro Fénix con todas las galas de una Velada Literario Musical que por entonces se estilaba, incluyendo la presencia
de una banda musical de Paucarpata llamada: "Los Ccaperos de Santa Ana" que tocó, hasta el cansancio, canciones
mexicanas como La Cucaracha, La Adelita, Cielito Lindo y algunas marineras con tonada de marcha. Un dúo de
guitarristas llamado “Los Chogray” cantaron yaravíes entre ellos "Pajarillo Cautivo" que era el Bet Seller de la época;
Guillermo Mercado recitó varios poemas suyos lo mismo Carlos Oquendo de Amat que estaba nuevamente en
Arequipa, buscando establecerse en esta ciudad. Armando Rivera leyó el discurso de orden, que no fue otra cosa que
una proclama revolucionaria, basada en el mensaje por el Primero de Mayo de 1924 que había escrito José Carlos
Mariátegui. Finalmente, el público de pie cantó "La Internacional" a todo pulmón.
Esa misma noche el Grupo Rojo colocó en una de las casas que daban al frente de la Plazoleta del Mercado de San
Camilo un gran cartel saludando al 1º de Mayo el que permaneció allí, colgado, hasta mediados de junio, fecha en que
por raído fue retirado por el propio grupo, ya que nadie se atrevió a sacarlo. El Grupo Rojo, continuó por su cuenta con
sus actividades políticas formales, propias de su organización, lo mismo que el Grupo Revolución, aunque ambos
estudiaban la literatura proporcionada por Armando Rivera Bodero y ambos discutían la forma de organizar un partido
marxista en nuestra ciudad que hiciera frente a la política dictatorial, despilfarradora y antipopular de Augusto B.
Leguía, debido a que los partidos políticos, existentes entonces, solo servían de coreografía al régimen.
En la reunión de julio fue tomando cuerpo la idea de formar un partido marxista leninista con las características del
partido bolchevique ruso, el mismo que aglutinara a la incipiente clase obrera y al resto de los trabajadores. La
resistencia del Grupo Rojo a organizarse fue cediendo poco a poco, los hermanos Liendo se acercaron a Chávez
Bedoya para darle su punto de vista y asegurarle que estaban a favor de su propuesta.
Para agosto, el grupo deliberante ya tenía una idea de la organización que se necesitaba. Estaba consciente que era
necesaria una sola dirección, centralizada, compuesta por un estrecho núcleo de revolucionarios profesionales y
decidieron crear, en aquel momento, un "Comité Central de Dirección" para canalizar todas las propuestas que
confluyeran en la formación del partido único de los revolucionarios arequipeños. Ellos compartían, también, la idea de
que la organización debería contar con una amplia red de formaciones periféricas, de comités fabriles, de círculos
universitarios, de mutuales y de clubes que coadyuvara en el quehacer revolucionario.
Para mediados de setiembre se convocó, nuevamente, en el Jardín Primavera, al núcleo principal deliberante al que se
ratificó como Comité Central de Dirección con el fin de sacar algunas conclusiones de todos los encuentros habidos.
Acudieron a esta reunión solo Augusto Chávez Bedoya, Guillermo Mercado y Jacinto Liendo. Por deferencia especial y
por sus contactos con otros grupos se invitó también a Ricardo del Carpio Rosado y Herman Ugarte Chamorro. Ellos,
consideraron que cinco, no era número suficiente el para tomar tan trascendentales acuerdos y convinieron en
convocar una nueva reunión ampliada del Comité Central de Dirección con una mayor concurrencia para otra fecha
con el propósito de estudiar los estatutos del Partido Socialista del Perú que Jorge Del Prado les habían enviado desde
Lima; y, para limar las ultimas contrariedades, sobre todo con los compañeros venidos del anarquismo, que era un
tumulto mayoritario.
La nueva reunión se concretó en la primera semana de octubre con la participación, además, de Vicente Salas, Isaías
Valdivia y Vicente Núñez del Grupo Rojo; Eleazar Bustamante, Enrique Rodríguez Escobedo y Manuel Alzamora de
Grupo Revolución. Augusto Chávez Bedoya llegó junto a su hermano Antonio y también lo hicieron José Domingo
Montesinos, Herman Ugarte Chamorro y Ricardo del Carpio Rosado. En esta reunión ya no hubo oposición del Grupo
Rojo a ningún punto de la agenda, integrándose de hecho en una sola organización. De consenso se aprobaron los
estatutos que, de hecho, los incorporaba al partido socialista de Mariátegui. El problema quedó en que si, al integrarse,
lo hacían como "Partido Socialista" o como "Partido Comunista", teniendo información que en el Cusco se había
formado un "Partido Comunista", bajo la conducción de Sergio Caller que, también, se había adherído al partido de
Mariátegui, conservando su nombre. El propio Caller se habría contactado con Guillermo Mercado para ver la
posibilidad de establecer algún tipo de relación "orgánica", pero nada se pudo concretar pues Del Prado ya trabajaba
estrechamente con Mariátegui.
Para dar los toques finales el comité organizador (Comité Central de Dirección) se dio cita, nuevamente, en el Jardín
Primavera la tarde del sábado 26 de octubre de 1929 con el fin de terminar con todos los problemas que quedaban
pendientes y sancionar las propuestas aprobadas en reuniones anteriores. Esto se cumplió de rutina sin las
discusiones de encuentros anteriores dándose algunas responsabilidades dentro del Comité Central de Dirección. Así,
Jacinto Liendo fue nominado responsable político; a Augusto Chávez Bedoya se le encomendó la secretaría de
organización e ideología; Ricardo del Carpio Rosado se encargaría de la movilización y a Guillermo Mercado y
Armando Rivera se les confiaría las secretarías de educación y propaganda, respectivamente. Igualmente se vio la
Armando Rivera se les confiaría las secretarías de educación y propaganda, respectivamente. Igualmente se vio la
necesidad de convocar a una reunión mayor, con la participación de toda la militancia de las agrupaciones que se
habían integrado. Esta fue acordada para el jueves 7 de noviembre de paso que se conmemoraba, solemnemente, el
XII aniversario de la Revolución Bolchevique.
Aprovechando las festividades de “Todos los Santos”, de “Difuntos” y “El Día de los Compadres” El Comité Central de
Dirección se reunió desde el viernes primero para dar los toques finales a la organización. A todos los camaradas se
les dio la tarea de llevar al Jardín Primavera la mayor cantidad de gente para el jueves 7 de noviembre que incluyera
“la militancia de todos los grupos y las personas independientes que estén de acuerdo con nuestros planteamientos"
según citación que hiciera circular el comité organizador. La reunión tenía por finalidad, también, ratificar al Comité
Central de Dirección o elegir una nueva directiva “única y centralizada del partido”. Del mismo modo la asamblea debía
aprobar (o desaprobar) los acuerdos a los que habían llegado los encargados de la unificación de los grupos y la
creación del nuevo partido.
Teniendo en cuenta que el día 7 de noviembre se conmemoraban 12 años del triunfo de la revolución de los
bolcheviques en Rusia, se pusieron como tarea llenar el Jardín Primavera, con la anuencia de Teodosio Salazar, su
propietario. Cada uno se comprometió a citar a los compañeros de su entorno para la tarde de ese día. A los
independientes los invitaría el Comité Central de Dirección. Ese 7 de noviembre de 1929 se dieron cita en la fonda de
Teodosio Salazar todos los camaradas. Uno a uno fueron llegando los artesanos de Salazar y de Carpio Rosado, los
intelectuales de Mercado, los tipógrafos de Jacinto Liendo y los mecánicos, herreros o cerrajeros de Vicente Salas.
En un ambiente separado, al costado de la cocina de la fonda se reunieron los cinco del “Secretariado” del Comité
Central de Dirección y acordaron someter a consideración de los demás camaradas los acuerdos tomados en los días
anteriores. Estos acuerdos no eran otros que la organización de un partido revolucionario, marxista, en Arequipa y dar
cuenta de los contactos que los Del Prado mantenían en Lima con José Carlos Mariátegui.
Luego de ponerse de acuerdo entre ellos, los cinco pasaron a la ramada del Patio Grande donde los esperaban los
asambleístas en número mayor a cien, entre los que destacaban Carlos Oquendo de Amat que había llegado de Puno
especialmente para la ceremonia, José Domingo Montesinos, su hermana Adela y Herman Ugarte Chamorro. El pleno
los recibió con un sonoro aplauso y se dio inicio a la asamblea. El informe central fue leído por Augusto Chávez
Bedoya y puesto a consideración de la asamblea. Se dio cuenta pormenorizada de cada una de las reuniones habidas
desde enero, se expuso con lujo de detalles las posiciones y planteamientos del Grupo Rojo y el Grupo Revolución y
de cómo fueron confluyendo en un solo proyecto.
Con tono enérgico Chávez Bedoya fue narrando uno a uno cada hecho, cada ocurrencia que había escrito en su
cuaderno de notas. “Nos reunimos por primera vez el 29 de enero de este año: Jacinto, Teodosio, Guillermo, Armando
Rivera y yo en esta misma casa y nos propusimos la nada fácil tarea de forjar un partido que… etc.”
Nadie objetó punto alguno. De consenso se acordó la creación de un partido que reuniera a todos los revolucionarios
dispersos en la ciudad y se propusiera no solo luchar por salarios justos, sino para tomar el poder. Igualmente
ratificaron los Estatutos y al núcleo de dirección, nombrado por los encargados en las conversaciones. La discusión se
centró en el hecho si al nuevo partido se le ponía el nombre de "comunista", "socialista", "obrero", "revolucionario",
"bolchevique", "de los trabajadores" o si se mantenía como "Grupo Rojo" o "Grupo Revolución". La discusión acabó con
una propuesta salomónica: "Que lo decidan las bases en una próxima reunión", mientras tanto se llamaría solo: "El
Partido". Por primera vez se comenzó ha hablar de “las bases del partido”.
La aprobación de todos los puntos de la agenda fue unánime. La alegría con que se tomaron las resoluciones fue
contagiante. Todos se abrazaron a manera de felicitación mutua. Vicente Salas narraba que, terminada la reunión, le
reclamó al dueño de la fonda un clarito (anisado) para celebrarlo y Teodosio Salazar mandó traer una chomba de
chicha y varios "claritos" en cantarillas. Mientras llegaba la chicha y el clarito se vino la velada por los doce años de la
Revolución de los Bolcheviques con discursos de Liendo y Chávez Bedoya, poemas de Guillermo Mercado y Carlos
Oquendo de Amat, proclamas de Armando Rivera y la interpretación de algunas canciones cantadas por Víctor Felipe
Salas quien activaba en el grupo de Teodosio Salazar y a quien motejaban "Chogray" por la similitud de su voz con el
trinar de un pajarillo del mismo nombre. La ceremonia acabó con las notas de "La Internacional", cantada por los
asistentes.
La nota emotiva en el evento la puso Adela Montesinos, una muchacha de 19 años quien llegó acompañando a su
hermano José Domingo para declamar algunos poemas revolucionarios dedicados a los trabajadores rusos que
habían conquistado el poder en su país. Entre los versos escogidos por Adela se encontraba uno de Vladimir
Maiakovski, que cayó como anillo al dedo para el momento, haciéndoseles un nudo en la garganta a los asistentes.
Adela empezó diciendo:
El Partido es como un huracán bravío.
El Partido es una mano de un millón de dedos,
apretada con vigor, en recio puño demoledor.
El Partido es el cerebro de la clase,
la acción de la clase,
la fuerza de la clase,
la gloria de la clase,
¡eso es el Partido!
Un silencio elocuente y emotivo recorrió el Patio Grande del Jardín Primavera, mientras algunos tragaban saliva
apretando las mandíbulas y a otros se les humedecía los ojos cuando ella concluyó. El auditorio emocionado se puso
de pie y prorrumpió en atronadores aplausos que fueron escuchados hasta por las monjas de Santa Teresa, tres
cuadras más allá, al frente.
Adela Montesinos compartía la inquietud revolucionaria de su hermano José Domingo quien está considerado como
uno de los pioneros del marxismo arequipeño junto a Augusto Chávez Bedoya. José Domingo no pertenecía a ninguno
de los "Grupos" (ni al Rojo ni al Revolución). La posición económica de los Montesinos le permitió tener a su alcance la
literatura del momento, José Domingo leía a Marx y Lenin, mientras Adela prefería la literatura clásica revolucionaria,
entre esas preferencias tenía "los Miserables"; ella había demostrado simpatía especial por la historia de Adele Hugo,
la hija de Víctor Hugo que se había suicidado por culpa de un amor obsesivo y no correspondido hacia un militar
francés ("Te he perdido preciosa hija tú, que hoy llenas mi destino con la luz de tu ataúd", le cantó su padre). La
tenencia de copias de los Diarios de Adele Hugo determinó que ella fuera expulsada del Colegio de los Sagrados
Corazones y de haber tenido más de un problema con las monjas del Colegio Sophianun.
La tarde del 7 de noviembre de 1929 surgió en Arequipa, una pequeña ciudad del sur del Perú, con una población
menor a 100 mil habitantes, el partido de los trabajadores: obreros, campesinos, artesanos e intelectuales, Ese parido
tendría una orientación marxista y organización leninista. Se insistió que la nueva agrupación debería estar compuesta
y dirigida preferentemente por trabajadores. Es por esta razón que los cinco del Comité Central de Dirección fueron
ratificados como dirigentes convirtiéndose en el primer Comité Departamental del nuevo Partido en Arequipa con el
nombre, por analogía con los bolcheviques, de "Presidium" y esa misma tarde eligieron como primer responsable
político (Secretario General) al obrero gráfico Jacinto Liendo.
Así pues, el nuevo partido que se formó aquí, nació como el continuador de la tradición popular y revolucionaria de
nuestra ciudad y como el más tenaz defensor de los intereses del pueblo de Arequipa; pero, también, se fundó como el
partido de la clase obrera, como su vanguardia organizada, como su destacamento avanzado, consciente y
cohesionado por una voluntad única, por su unidad en la acción y una férrea disciplina. Fueron claros sus fundadores
en afirmar que la nueva organización, si bien representaba a la clase obrera como su destacamento avanzado, no
podía confundírsele con toda la clase. Hicieron saber, además, que esta iría incrementando sus fuerzas ganando a los
mejores representantes de la clase obrera: los más conscientes, los más organizados, los más abnegados y más fieles
a la causa revolucionaria, teniendo en cuenta que el proletariado, tan incipiente en nuestra ciudad a comienzos del
siglo pasado, no era homogéneo y que, además, estaba dividido en capas. A la creación del partido en Arequipa no
solo concurrieron obreros, que fue el sector minoritario, sino, también, otras fuerzas como artesanos, campesinos,
pequeños productores, intelectuales y estudiantes universitarios. La nueva organización por un tiempo se le llamó solo
"El Partido" y a su dirección “El Presidium”.
Mientras tanto, Jorge Del Prado había comunicado la conformidad de Mariátegui con admitir en el Partido Socialista al
Grupo Revolución. Por la dificultad de las comunicaciones la noticia llegó cuando ya se había constituido la nueva
entidad política, a pesar de ello existen algunos elementos paradójicos en los comienzos de la vida del partido en
Arequipa como el hecho de que, si bien los Del Prado trabajaban directamente con Mariátegui y el Partido Socialista
del Perú, sin embargo, el partido en Arequipa actuaba autónomamente. Es elocuente el caso de que, a los pocos días
de conocerse la formación del nuevo partido este ya era denunciado de comunista por los diarios "El Pueblo" y "El
Deber" al tener conocimiento que tanto Mercado como Chávez Bedoya habían expuesto, públicamente, los
planteamientos revolucionarios de su organización. Otro elemento radica en que Augusto Chávez Bedoya llamaba
machaconamente a la nueva organización “Partido Comunista" contra la opinión de otros y a la propia denominación
del partido al que se adhirió en su asamblea fundacional, es que el camarada Alfredo era partidario de llamar a las
cosas por su nombre. Finalmente, el último aderezo lo pusieron apristas y leguiístas pretendiendo dar al término
“comunista” una connotación peyorativa y extremista relacionada con la subversión y el terrorismo. Lo cierto es que,
antes del 1 de enero de 1930, ya se comenzó hablar en nuestra ciudad de "los comunistas" .
No se puede afirmar, taxativamente, que el 7 de noviembre de 1929 se fundó "oficialmente" el partido comunista en
Arequipa, pues nadie dijo "desde hoy queda constituido" etc. Además, el proceso de formación de la nueva entidad
abarcó desde enero hasta noviembre de 1929 y se produjo de la unión de dos grupos revolucionarios: los trabajadores
anarquistas del Grupo Rojo y los intelectuales marxistas del Grupo Revolución. Estos, una vez conjuncionados,
empezaron sus labores procurando reclutar nuevos militantes entre lo mejor de la clase obrera, los que fueron
organizados en células donde se les daba orientación ideológica y política hacia el marxismo leninismo. Héctor Ballón
comenta que apenas "fundado" el partido se emitieron circulares a los primeros organismos celulares para la formación
de fracciones en los gremios artesanales y sindicales, aprovechando el antecedente histórico, objetivamente
demostrado de que el artesanado arequipeño fue el fundador de los organismos de defensa de los trabajadores por el
espíritu de cuerpo que poseía.
Herman Ugarte Chamorro, Decano, por los años 60, de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de San
Agustín, se solazaba conversando con los estudiantes del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y de la Juventud del
Partido Comunista (JCP) de esa Universidad, acerca de los episodios protagonizados por él en la formación del PC en
Arequipa. Ugarte narraba que el año 29, a pesar de su juventud y siendo estudiante universitario, asistió, junto a
Guillermo Mercado a las reuniones del Jardín Primavera. Recordaba con precisión sociológica los encuentros que
empezaron la mañana del domingo 3 de noviembre de 1929 y acabaron el jueves 7.
Los coloquios de Ugarte Chamorro con los estudiantes marxistas de la UNSA los llevaba a cabo en el local del
Decanato de Letras situado en la Ciudad Universitaria. Relataba Ugarte que el año 27 se contactó con Jorge Del Prado
y el Grupo Revolución y participó de sus reuniones, mezcla de arte, bohemia y política. Contaba sonriente, como
anécdota, que allí adquirió el hábito de fumar lo mismo un cigarro, que una cajetilla o una tiza. Ugarte mantenía una
especial relación con los jóvenes marxistas de la UNSA a pesar de que algunos afiliados al PCP-JCP lo acusaban de
ciertas deslealtades con el partido, referentes al manejo administrativo de la Universidad. Esta acusación tuvo su
origen en los diretes de Juan Reynoso Días, un curioso militante no militante, marxista no comunista del PC quien se
las ingeniaba para controlar al partido dentro los claustros de dicha casa superior de estudios. "Lolo", como así lo
llamaban, cultivaba (y cultiva aún) ciertos odios y rencores muy particulares, no solo contra Ugarte, que lo ha llevado a
escribir dos tomos (hasta ahora) sobre sus agitados pasos por la Universidad agustina. A esos tomos Reynoso ha
titulado "La Verdad", su rara verdad, claro está.
Ricardo del Carpio (4), afirmaba que el gran animador de las reuniones del Jardín Primavera fue “el camarada Alfredo”:
Augusto Chávez Bedoya quien, desde 1927, venía difundiendo en determinados círculos la obra de José Carlos
Mariátegui. Don Ricardo contaba, por los años 80, que Chávez Bedoya y José Domingo Montesinos, pertenecieron a
familias "aristocráticas" burguesas y terratenientes, antiguas y acomodadas. A esta clase social también pertenecieron
las familias de Jorge del Prado y de Ugarte Chamorro. Dada su posición económica ellos pudieron tener acceso a
literatura marxista, por eso, tempranamente, conocieron los escritos de Marx y Lenin y se dedicaron a difundirlos,
hecho que les causó más de una contrariedad y amargura por las detenciones y destierros que sufrieron por este
motivo, sobre todo los dos primeros.
La familia de José Domingo Montesinos estaba compuesta por 13 miembros. Once hermanos sobrevivieron de un total
de 19. Todos tuvieron posiciones avanzadas e ideas progresistas, unos más que otros, siendo José Domingo y Adela
los que más participaron de las actividades del partido comunista. Augusto Chávez Bedoya tenía dos hermanos: José
y Antonio. Ambas familias poseían fundos en el Valle de Tambo que les daba al hogar determinada estabilidad
económica. Pese a ello, las dos familias tenían ideas progresistas para su época. El padre de los Chávez Bedoya fue
un liberal de izquierda y por ello fue confinado a al Isla de San Lorenzo, lo mismo que sus hijos José y Augusto. José
se confesó anarquista desde muy joven y murió como tal, Antonio era solo un joven "izquierdista" al que los problemas
políticos no le causaban mayor preocupación. Fue Augusto quien, por sus ideas y por defender a los trabajadores,
abandonó fortuna y familia para vivir, a salto de mata, siendo, por sus actividades partidarias, desterrado a Bolivia y a
Chile hasta en dos oportunidades.
A mediados de 1927, Chávez Bedoya viajó a Bolivia a lomo de mula, perseguido por la policía de Leguía. En La Paz
contactó con Manuel Cerpa, un desterrado arequipeño, responsable de la "Célula Aprista de Bolivia" y lo convenció
para que abandonara el partido de Haya de la Torre y participara de las reuniones de la fracción boliviana del partido
marxista que Mariátegui estaba estructurando en Lima. Y así fue. Cerpa deja la Célula Aprista junto con buena parte
de sus compañeros y con Chávez Bedoya organizaron un "Círculo de estudios marxistas" en La Paz. De Bolivia
Augusto es nuevamente expulsado "por actividades antibolivianas" y se dirige a Santiago de Chile donde toma
contacto con el Buró Sudamericano de la III Internacional, milita en el partido comunista chileno trabajando con Elías
Lafferte y Luis Emilio Recabarren hasta fines de 1928.
Ese año el Komintern decide su regreso al Perú. El PC chileno traslada a Chávez Bedoya de Santiago a la ocupada
provincia de Arica y de allí a Tacna, como si se tratara de un “patriota” mapochino que viajaba para participar de la
provincia de Arica y de allí a Tacna, como si se tratara de un “patriota” mapochino que viajaba para participar de la
“chilenización” de las provincias peruanas ocupadas, desde la guerra de 1879, ante un posible plebiscito para
determinar a que país querían pertenecer los habitantes de las provincias cautivas. Descubierto el ardid, en noviembre
de 1928 las autoridades chilenas de Tacna lo expulsan a Moquegua, ingresando luego a Arequipa con el aura de
perseguido por el régimen chileno por su condición de peruano. Esta circunstancia, casi rocambolesca, en que llegara
Augusto Chávez Bedoya a Arequipa hizo que muchos le atribuyeron el papel de comisario del Komintern en el Perú.
Chávez Bedoya, hasta su muerte, le dio a la cosa partidaria un manejo prusiano por el orden y disciplina que le
imponía. Él, por los años 20-30, tenía muy clara su militancia comunista y su filiación marxista-leninista estaba a toda
prueba. Ambas cualidades fueron adquiridas en el destierro mucho antes de la fundación oficial, en el Perú, de un
partido con esas características.
De vuelta a su ciudad natal, Augusto Chávez Bedoya, con remozadas ideas acerca de la organización leninista,
producto de su militancia partidaria en Chile, persuade a Antonio, el menor de sus hermanos, de la necesidad de
organizarse en un partido obrero revolucionario. Antonio lo contacta con Ricardo del Carpio Rosado, el hijo del
peluquero más famoso de Arequipa, Antonio del Carpio, un viejo anarquista, admirador de Bakunín y Gonzáles Prada
quien, en cada cliente que se acercaba para "cortarse" el pelo, barba o bigote veía un potencial militante "libertario".
Antonio del Carpio era dueño de la "Peluquería Maury", la más elegante y moderna de Arequipa, ubicada en la
segunda cuadra de la calle Santo Domingo, en el 211 para ser exactos: Su hijo Ricardo era, entonces, un joven y
dinámico relojero quien mantenía sus reuniones con los artesanos anarquistas en el local de la peluquería de su padre.
Chávez Bedoya gana para su causa al joven relojero, logrando que este abandonara las prácticas inorgánicas y
conspirativas del anarquismo. Lo convence de la necesidad de organizar a los trabajadores y logra formar con él y su
hermano Antonio un circulo de estudios marxistas al que uno tras otro se irían integrando el resto de los jóvenes
"libertarios" amigos de Ricardo. Este grupo de muchachos que acompañaba a "Carpio Rosado" estaba compuesto,
fundamentalmente, por peluqueros y relojeros, aunque también los seguía un carpintero de apellido Velásquez. Por la
misma razón, Chávez Bedoya fue relacionándose, también, con los intelectuales y artistas del "Grupo Revolución"
reunidos en la célula socialista de Arequipa y con los anarquistas del "Grupo Rojo". Carpio Rosado ya estaba ganado,
ciertamente, a la causa de Chávez Bedoya. Esa era la razón por la que siempre actuaba de consuno con “el camarada
Alfredo" en las conversaciones del Jardín Primavera que se realizaban con este fin.
Jorge Del Prado en "Los años cumbres de Mariátegui" dice que el verdadero fundador del Partido Comunista y del
Movimiento Sindical en Arequipa fue Augusto Chávez Bedoya, no solo por sus contactos con la III Internacional
(Komintern) sino porque él fue el artífice de todas las tentativas que hubieron en Arequipa por constituir un partido
marxista. Fue él, el primero en procurar organizar a los trabajadores en sindicatos, a los artesanos en gremios, a las
mujeres en asociaciones y a los jóvenes en clubes; pero, sobre todo, hizo todo lo que estuvo a su alcance para darles
un partido político, organizado a la manera de los bolcheviques rusos, con disciplina e ideología revolucionarias,
basadas en leninismo.
Por la evolución de los acontecimientos políticos en el Perú, a comienzos de 1930 el régimen leguiísta vuelve a
deportar a Chile a Chávez Bedoya y él nuevamente se reintegra al PC chileno. Esta vez militará en una célula
"peruana", junto a Jorge del Prado, José Domingo Montesinos, su hermana Adela y Pompeyo Herrera Mejía el esposo
de ella, además de otros paisanos expatriados por el mismo motivo: "actividades comunistas". Es bueno anotar que
Adela Montesinos viajó voluntariamente a Chile para reunirse con Herrera. Ella se incorporó a las tareas del PC
chileno, trabajando estrechamente con Volodia Teitelboim, Marcos Chamudez -Secretario General del partido chileno-,
y con su esposa Martha Vergara. En 1933 Adela quedó viuda, a los 23 años, regresando al Perú junto a su hermano
José Domingo y su hijo Guillermo (Herrera Montesinos), en 1937.
Constituido el partido en Arequipa, como parte de la estructura nacional de la organización fundada por Mariátegui,
este se convirtió en el ariete de las movilizaciones contra la dictadura de Augusto B. Leguía en nuestra ciudad. En
1930 la convulsión política que se vivía en esa época en Arequipa, fue tal, que sirvió de pretexto o coartada al
comandante Luis M. Sánchez Cerro para, desde aquí, pronunciarse contra el presidente Leguía perpetrando su golpe
militar. Por ello, tanto el "Manifiesto del 22 de agosto" como los primeros documentos del gobierno golpista fueron
redactados por José Luis Bustamante y Rivero, nada menos. En esta coyuntura Chávez Bedoya regresa por segunda
vez, clandestinamente, al Perú en enero de 1931, llamado por el partido.
Un levantamiento popular a nivel nacional, sin precedentes, obliga a Sánchez Cerro a dejar el poder sucediéndole, en
10 días, 4 "presidentes", entre ellos un obispo arequipeño llamado Mariano Holguín. David Samanez Ocampo se
queda con el gobierno, culpa a los comunistas del caos existente y decide "pacificar al país" desatando en abril del 31
una feroz cacería contra ellos. Los comunistas en Arequipa, con Chávez Bedoya a la cabeza, trabajan en la
clandestinidad dirigiendo el movimiento obrero y popular. A mediados de 1931 es convocada una "Asamblea de
organizaciones populares" para analizar la situación política frente al proceso electoral convocado para el 11 de
organizaciones populares" para analizar la situación política frente al proceso electoral convocado para el 11 de
octubre y los constantes atropellos del gobierno contra los trabajadores y el pueblo en general. En esta Asamblea,
participaron los principales gremios y organizaciones políticas de la ciudad. El partido estuvo representado por Augusto
Chávez Bedoya quien presentó un frente con la UGA y los Ferroviarios, sin embargo, el discurso electoral y
demagógico del APRA ganó más terreno que las propuestas del partido y sus aliados.
Partido para hacer la revolución
El partido comunista, en la Ciudad Blanca, se formó recogiendo las experiencias revolucionarias de varias
generaciones de paisanos y como una invariable continuidad de las tradiciones del pueblo arequipeño.
Antes de lo que podría llamarse "la fundación" del Partido Comunista, en Arequipa, los trabajadores se habían
organizado en diferentes centrales, de acuerdo a su pensamiento político, según el rol que ocupaban en el proceso de
producción o rama del trabajo independiente. Así, a comienzos del siglo XX, los trabajadores del departamento se
encontraban agrupados en diferentes gremios de obreros o de artesanos según sea el caso. Héctor Ballón, un viejo
militante del PC, quien por muchos años fue profesor y director de la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional
de San Agustín (UNSA) nos da una relación casi completa de estos gremios en su libro “Cien años de vida política de
Arequipa 1890–1990”. De acuerdo al estudio de Ballón estos "organismos de defensa de la clase obrera" como el los
llama, se les puede clasificar en centros, sociedades o cooperativas obreras, gremios de artesanos, de trabajadores
independientes (Choferes), de empleados e intelectuales.
Existe la versión de Sergio Caller (5) que el partido comunista fue organizado en Arequipa como una sección del
partido comunista fundado en el Cusco o el 28 de enero o el 1º de febrero de 1929 por él. Según tal conjetura este
"Partido Comunista" tenía como aspiración extender la doctrina y acción del "Grupo Ande Comunista" del Cusco hacia
nuestra región. Esta versión no ha sido corroborada ni por documento alguno ni por la tradición oral que se ha
heredado de los viejos dirigentes comunistas arequipeños que sobrevivieron hasta los años 80 del siglo pasado, como
los hermanos Chávez Bedoya, Ricardo del Carpio, Isaías Valdivia o el propio Jorge Del Prado. Guillermo Mercado, que
desde 1940 ya no mantenía relaciones orgánicas con el PC, nunca mencionó tal hecho; por el contrario, él se ufanaba
no solo de ser uno de los fundadores del partido en Arequipa, sino de haber propuesto que el partido a fundarse en
nuestra ciudad debiera llamarse "Partido Comunista de Arequipa". Con amargura contaba que su pedido no prosperó
en vista que se estaba esperando el resultado de las conversaciones de Jorge Del Prado con Mariátegui. Mercado (lo
mismo que los Chávez Bedoya y los Montesinos) siempre fue muy respetado por todos los sectores políticos de la
localidad, de izquierda a derecha. Los comunistas arequipeños siempre lo consideraron como uno de los fundadores
de su partido. Fue poeta y como prosista de fina pluma escribió para muchos medios, no habiendo jamás mencionado
tal episodio aunque se diga lo contrario
Lo real y concreto es que el Comité Departamental de Arequipa del Partido Comunista, no fue sección de ninguna otra
organización, sino parte consustancial del partido fundado por Mariátegui y así comenzó a trabajar vehementemente,
en sus años aurorales, en coordinación con esa organización. Se propuso, como meta, una política de crecimiento
orgánico para atraer a su causa nuevos sectores y nuevos militantes, lo mismo se preocupó, no solo por conquistar el
grueso del proletariado fabril de las pocas industrias que por esos años se iban estableciendo en nuestro
departamento como curtiembres y otras.
El Partido Comunista desde 1950
El 13 de junio de 1950 Arequipa amaneció con la noticia de una huelga de escolares en el Colegio emblemático de
Arequipa. El estudiantado de la "I" se declaró en huelga exigiendo mejoras materiales, cambio de métodos
pedagógicos y la renuncia del director.
El prefecto de Arequipa, Coronel (EP) Daniel Meza Cuadra, ordenó desalojar por la fuerza a los estudiantes que
habían tomado el colegio. Cuando los policías quisieron cumplir la orden, sin dudas ni murmuraciones, los estudiantes
se organizaron dentro del plantel y rechazaron la violencia de los asaltantes con los materiales de la construcción del
internado que se llevaba acabo dentro del plantel
La noticia de la carga policial corrió como un reguero de pólvora por la ciudad en el sentido que se estaba masacrando
a los niños y en muchos casos a sus hijos. Cuando los padres acudieron al plantel para defenderlos, la policía, con
torpeza inaudita, los tomó como rehenes para forzar a los estudiantes a dejar el colegio.
Ante esta absurda torpeza, los trabajadores abandonaron las fábricas, los artesanos sus talleres, se cerraron los
negocios, se paralizó el transporte y la gente se constituyó en los alrededores del plantel rodeando al destacamento
policial. Se liberó a los rehenes y los estudiantes sublevados salieron del local en acto que consideraron su victoria y la
derrota policial. Llevando a sus heridos por las calles concitaron la conmoción popular expresada en la realización
inmediata de concentraciones callejeras a las que la policía atacó a balazos, apoyada por el ejército que también salió
a las calles. Un obrero de la construcción al que solo se le conocía por el apellido Chicata, fue la primera victima. Le
destrozaron el cráneo de un sablazo. Su cuerpo fue recuperado por los trabajadores del poder de la policía y fue
paseado por las calles, y más tarde, velado en la universidad.
Las barricadas comenzaron a levantarse por todo lado con asombrosa celeridad. Los camiones militares fueron
asaltados por la muchedumbre, arrancando a los militares armas y municiones. Al día siguiente el pueblo le dio uso a
las armas “confiscadas” y comenzó a disparar. Para las siete de la noche hasta el amanecer, el tiroteo se había
generalizado en todo el centro de la ciudad comprendido entre la calles Pizarro-Colón y Cruz Verde-Villalba.
Actores de esos acontecimientos, en el plano estudiantil fueron los pocos estudiantes comunistas que como Rómulo
Gonzáles estudiaban en el plantel. Rómulo Gonzáles fue quien, luego de reventar el clásico "camaretazo", arengó a
sus compañeros anunciando el comienzo de la huelga. Héctor Ballón cursaba el segundo año de secundaria.
En la Universidad existía un buen grupo de estudiantes comunistas en el que destacaba Pedro Luis Gonzáles, Augusto
Guillén Peralta, Mauro Irigoyen, Félix Vargas de Vinatea, Manuel Fuentes Delgado, Carlos Jaén Roldán, Enrique Soto
León Velarde y el infaltable "no comunista" de hoy: Juan Reinoso Días. Ellos, con la simpatía de profesores
León Velarde y el infaltable "no comunista" de hoy: Juan Reinoso Días. Ellos, con la simpatía de profesores
universitarios como: César Guardia Mayorga, Miguel Ángel Rodríguez Rivas, Teodoro Núñez Ureta, Alfonso
Montesinos, los hermanos Núñez Valdivia y Humberto Núñez Borja impulsaron y canalizaron el movimiento iniciado en
el Colegio Nacional de la Independencia Americana. Núñez Borja, fue nombrado para constituir la Junta Provisional de
Gobierno durante esos días, pero fue tomado preso por el gobierno y confinado en los calabozos de la prefectura de
Lima.
Fue el Centro de Trabajadores de Arequipa (CTA) dirigida por Eduardo Flores Mamani el que más contribuyó a darle
una orientación política antidictatorial y democrática, la central regional de los trabajadores, en consulta con los
empleados de la FECIA, la UGA, los ferroviarios, los choferes y la Asociación Estudiantil Universitaria decretó un paro
general y fueron los sindicatos y los estudiantes los que organizaron la movilización popular.
La prensa de esos días ocultó la participación del PC en el levantamiento de junio de 1950 "para no dar pretextos a la
dictadura" y solo destacaron la participación de Francisco Mostajo, Carlos Bellido, Arturo Villegas, Arnoldo Guillén y
Javier de Belaúnde además de militantes apristas o social cristianos, ocultando el papel de Augusto Chávez Bedoya y
Teodoro Azpilcueta como delegados del PC ante la Junta Provisional de Gobierno presidida por Mostajo, secundado
por Humberto Núñez Borja, el maestro universitario a quien todos tenían por comunista. La junta la integraban,
además, Alfredo Roberts, Arnoldo Guillén y Carlos Ortiz Peralta. Guillermo Torreblanca y Raúl Acosta (los dos últimos
comunistas) actuaron como delegados de los trabajadores.
Por el prurito de no politizar el movimiento se ha tratado de ocultar la formación de la Guardia Urbana cuya
comandancia general estuvo integrada, casi en su totalidad, por comunistas. La guardia urbana fue una suerte de
milicia popular toda vez que la policía había puesto pies en polvorosa y ya no se encontraba patrullando en las calles.
De esta forma el mismo pueblo impidió mayores desmanes como fueron la quema del Casino Militar, la casa del
Prefecto, el saqueo de la "Zapatería Paredes" y otros negocios. La Compañía de Bomberos accedió a integrar esta
Guardia Urbana proporcionando sus instalaciones para cuartel General. La Bomba otorgó distintivos sellados para que
se reconociesen a sus integrantes. Los voluntarios inscritos pasaron del millar, cuando la población total de la ciudad
no pasaba de cien mil habitantes. La organización de esta Guardia Urbana fue encomendada a Enrique Zapater y
Carlos de la Riva, nada menos.
La Guardia Urbana cuidó de la correcta administración de energía eléctrica a la ciudad y logró la rendición pacífica del
destacamento del Ejército que cuidaba Radio Continental. Esa misma tarde la radio comenzó a propalar los
comunicados de la Junta (local) de Gobierno, uno de los cuales decía: "La Junta Provisional de Gobierno de Arequipa,
acaba de hacerse cargo del gobierno de la ciudad y comunica a los pueblos del Perú, que se ha iniciado la ansiada
revolución por la libertad del pueblo peruano y la reivindicación de los derechos de la ciudadanía". Esta Junta
Provisional hizo suyo el Paro General decretado por la Central de Trabajadores e inició conversaciones con el
gobierno militar. Al día siguiente un segundo comunicado fue transmitido por Radio Continental donde se daba a
conocer que una Comisión Popular se había entrevistado con el Prefecto del Departamento llegando a los siguientes
acuerdos: 1. La Junta Provisional de Gobierno toma bajo su control los radios y periódicos; 2. La Milicia (Guardia)
Urbana, en formación, toma bajo su control la ciudad para su custodia; y 3. Todas las autoridades nombradas por el
gobierno central cesan en sus funciones.
Cuatro días, llenos de incidentes habían pasado desde que se inició el conflicto. Se sucedieron tres prefectos. Tropas
llegadas de otros departamentos rodearon la ciudad. Los combates se producían por todas partes. Los principales
focos de resistencia estaban en el Municipio y la Universidad. Se abrieron "frentes" en la Pontezuela, en Radio Landa y
nuevamente en Radio Continental. La balacera se generalizó en toda la ciudad. Los soldados tomaron los puentes y
dispararon a discreción. Los defensores de la ciudad se instalaron en sitios estratégicos, resistiendo heroicamente.
Desde los techos de los edificios, de los campanarios, desde las azoteas de las casas y las ventanas, el pueblo salió al
encuentro no solo con los fusiles arrancados a la policía y al propio ejercito, sino con piedras, palos y botellas cargadas
con gasolina (bombas molotov) que explosionaban al hacer impacto.
Las noches del 14 y 15 de junio en la ciudad solo se escuchó la voz de la metralla y las descargas retumbaron como
nunca. El tiroteo fue intenso. Durante esas noches la ciudad no durmió. Los francotiradores, apostados en diversos
sitios, mantenían a raya al ejército. Muchos cayeron muertos y otros tantos heridos, en ambos bandos. Las
ambulancias remplazando a la Cruz Roja, realizaron un trabajo continuo recogiendo a los heridos y los cadáveres.
Al final solo quedaron dos focos de resistencia: uno en la Municipalidad y el otro en la Universidad donde los
estudiantes y los trabajadores se defendieron bravamente. A media noche del 15 la tropa logró penetrar en la
Universidad y reducir a sus defensores.
Fue en el fragor de esa batalla cuando la Junta de Gobierno Local decide una tregua con el representante del segundo
Prefecto, nombrado por el gobierno en reemplazo de Daniel Meza Cuadra: el Comandante Cardeña. Mostajo
comisionó a 4 parlamentarios: Javier de Belaúnde, Arturo Villegas, Amoldo Guillén y Carlos Bellido. Ellos salieron del
Concejo en misión de paz, portando una bandera blanca, pero la soldadesca del comandante Cardeña los recibió con
una ráfaga de ametralladora. Cayeron muertos Bellido y Villegas y heridos Guillén y Belaúnde. Cardeña exigió una
rendición incondicional. La Junta no aceptó.
El Gobierno central se vio obligado a cambiar por tercera vez de Prefecto, nombrando al General Alejandro Ruiz
Bravo, y este aceptó conversar con Mostajo y la Junta bajo nuevas condiciones, sin exigir la prepotente “rendición
incondicional” de Cardeña. Se forma una Comisión Conciliadora compuesta, como siempre, "por los notables", los
mismos que cosecharon los frutos del sudor y la sangre del pueblo. La Comisión Conciliadora llegó a los siguientes
acuerdos con la prefectura: Se suspende el Paro General convocado por trabajadores y estudiantes y hecho suyo por
la Junta Provisional. Se entrega a los caídos durante los acontecimientos de los días 13, 14 Y 15 cuyos sepelios se
verificarán independientemente por cada familia el día 17. La Municipalidad se obliga a correr con todos los gastos que
demande el entierro de las victimas civiles como de los heridos. El representante del gobierno central se compromete a
poner en libertad a los dirigentes populares detenidos por el ejército, así como, la junta provisional gestionaría para
que se pusiera en libertad a los oficiales policiales y militares detenidos por los combatientes de la ciudad y que
estaban detenidos en diversos lugares. El ejercito y policía asumía los gastos del entierro de sus efectivos y la
curación de sus heridos. No habrá represalias contra los Sindicatos y sus dirigentes. Se acoge los reclamos de los
estudiantes del Colegio Nacional de la Independencia. A las 8 de la noche del día 16 de junio de 1950 se firmaron los
acuerdos de paz y la ciudad volvió nuevamente a la tranquilidad.
Los comunistas arequipeños y el movimiento obrero: la FDTA
El 20 de enero de 1951 en el viejo Ateneo Municipal de Arequipa, culminó con una gran ceremonia pública y
multitudinaria, el congreso de la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa realizado en diciembre, el
mismo que confirmó a la FDTA como la máxima central laboral del departamento logrando unificar, sobre criterios
clasistas, la organización de los trabajadores. La nueva central basaría su práctica, tanto en la unidad sindical,
mantenida en la comunidad de intereses de la clase obrera, como en el centralismo democrático que es la
concentración de las decisiones de las bases bajo una sola dirección. Este último principio establecería el respeto a las
opiniones de las minorías y el acatamiento disciplinado de éstas a las decisiones de la mayoría.
Las más viejas referencias acerca de las primeras formaciones sindicales en Arequipa se remontan a comienzos del
siglo XX con la instalación de las primeras industrias fabriles en la ciudad. Trabajadores sindicalistas de todas las
orientaciones ideológicas y tendencias políticas tuvieron sus primeros encuentros a partir de los años 20 siguiendo el
ejemplo de sus hermanos de clase del resto del país, principalmente de Lima y Callao y de paisanos suyos como
Javier Sánchez y Benito Bonifaz, artesanos arequipeños que en 1868 se habían levantado en armas para defender su
ciudad y lo que ellos consideraban como principios de fe patriótica, combatiendo, fusil en mano, en calles y barricadas
contra el agresor venido de la capital de la república, agresor que algunas veces tenía de su parte la razón, como así
fue en 1868.
Fueron los anarquistas de finales del XIX y principios del XX los que fundaron diversos organismos de defensa de los
trabajadores como: el Centro Social Obrero de Arequipa el 22 de julio de 1905, la Cooperativa Obrera de Caja de
Ahorro el 1º de mayo de 1912, la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos en el Huaico el 20 de setiembre de 1917, la
Coalición Obrera de los Barrios y Socorros Mutuos el 12 de diciembre de 1918. Por su parte los artesanos fundaron la
Sociedad Unión de Sastres el 18 de setiembre de 1918, la Sociedad Mutua de Peluqueros el 29 de febrero de 1919 y
la Sociedad Unión de Choferes de Arequipa el 18 de setiembre de 1919. Ese año también se constituyó la Federación
de Zapateros y Socorros Mutuos y en 1925 la Sociedad Gremial de Panaderos. (*)
de Zapateros y Socorros Mutuos y en 1925 la Sociedad Gremial de Panaderos. (*)
La Confederación Obrero Ferrocarrilera del Sur fue fundada el 3 de noviembre de 1919. la Confederación de
Empleados en Ferrocarriles el 29 de enero de 1924, la Confederación de Tranviarios y Electricistas de Arequipa el 8 de
noviembre de 1924. En 1925, obreros albañiles, ya en contacto con sindicalistas de pensamiento marxista, fundan la
Sociedad de Trabajadores del Ramo de la Construcción. Con estas bases se crea ese año la Federación Local de
Sociedades Obreras de Arequipa. Finalmente, y como organizaciones independientes, se formarín la Federación de
Empleados de Comercio y la Industria el 28 de setiembre de 1926 y la Federación de Intelectuales Artistas y
Trabajadores el 30 de noviembre de 1926. (*)
El antecedente más cercano a la creación de la FDTA se encuentra en la fundación de la Unión Gráfica Arequipa
(UGA) el 26 de junio de 1930 y luego en la Federación Obrera Local (FOL) formada en base a la UGA y otras
organizaciones pequeñas, ese mismo año. Cabe destacar que para burlar el acoso del Estado y del patrón, los obreros
gráficos de Arequipa decidieron no llamar sindicato a su organización sino, simplemente "Unión". Al poco tiempo la
FOL es ilegalizada creándose en 1932, en su reemplazo, la Unión Sindical Obrera de Arequipa la misma que, al cabo
de unos años, corrió la misma suerte.
El 22 de junio de 1940, la perseverancia y la pertinaz tenacidad de los trabajadores arequipeños hizo que organizaran
en el Centro de Trabajadores de Arequipa (CTA) conformado, además de los gráficos de la UGA, por obreros de las
Curtiembres "Ibáñez" y América (Pedro P. Díaz), Leche Gloria, Cervecería y los obreros de la "Sociedad de
Trabajadores del Ramo de la Construcción" o sea lo que es hoy Construcción Civil. Este "Centro" duró hasta 1948
fecha en que se realiza la primera conferencia obrera que se propuso como meta llamar al primer congreso
departamental de trabajadores, procurando congregar a un número mayor de organizaciones sindicales.
Esa conferencia obrera convirtió a la CTA de "Centro" en "Confederación", encargándosele la tarea de convocar al
magno evento. En el empeño, le acompañaría la Confederación Ferrocarrilera del sur dirigida por Guillermo
Torreblanca, la FECIA (Federación de Empleados del Comercio y la Industria de Arequipa) con Luis Héctor Salas a la
cabeza, la Central de Choferes y Anexos de Felipe Villasante, la Federación de Empleados Bancarios cuyo secretario
general era Julio Vizcarra, el Sindicato de Obreros del Tranvía Eléctrico (TEASA) de Arequipa, el Sindicato de
Telefonistas y Electricistas de Arequipa y el Sindicato de Campesinos de Caylloma dirigidos por Jesús Quispe Begazo.
Para constituir la nueva central obrera, los trabajadores eligieron una Comisión Organizadora del primer congreso
departamental de trabajadores, esta comisión tomó el nombre de "Comité Departamental de Trabajadores" y lo
presidió Mariano Bejarano quien hizo las veces de Secretario General. El levantamiento popular de junio de 1950,
conocido por unos como "La Revolución de Arequipa" o "El Levantamiento de la I", por otros, sorprendió a los
trabajadores en plena organización de su congreso, teniendo que posponer su realización unos meses. La represión
de la dictadura militar de Odría obligó al Comité Departamental y a la CTA a programar nuevas acciones de lucha en
vista de los acontecimientos que se generaron en el Colegio Nacional de la Independencia Americana.
Junto a los otros integrantes del Congreso se convocó al Paro General el día 14 de junio, pese a la poca organización
habida en ese momento. Sin embargo, los obreros comunistas movilizaron al pueblo en las faenas de esos días.
Dirigentes del PC como Augusto Chávez Bedoya y Teodoro Azpilcueta participaron de la formación de la Junta
Provisional de Gobierno Local presidida por Francisco Mostajo. Otros como Teodoro Nuñez Ureta, Enrique Zapater y
Carlos de la Riva, formarían la "Milicia Popular" adjunta a la Guardia Urbana, creada por la Junta Local en base a la
Compañía de Bomberos voluntarios. La Milicia Popular participó en la toma de Radio Continental y en la reducción de
algunos camiones militares que patrullaban la ciudad. Finalmente, se intentó organizar el Socorro Rojo, tarea
encargada al médico Juan Casapía junto a Elena Butrón, Doris Paredes y Luzmila Rivera. Ellos (y ellas) fueron los que
socorrieron a los heridos de la Plaza de Armas la noche del tiroteo del 14 de junio y los que trataron de auxiliar, sin
éxito, a Carlos Bellido Gutheridge, el parlamentario acribillado por la soldadesca.
Luego de esos días que convulsionaron la ciudad, se retomó a la organización del Congreso. La CTA, de innegable
tendencia comunista, tomó la iniciativa de invitar a este evento a la USTA, de vocación aprista, que aceptó participar
bajo ciertas condiciones. El APRA, por esos días y, teniendo como base el sindicato de obreros textiles de El Huayco
había creado la Unión Sindical de Trabajadores de Arequipa (USTA). Así fue que entre los días 17 al 21 de Diciembre
de 1950 en el local del Centro Social de Trabajadores, situado en los altos del Ateneo Municipal, se llevó a cabo el
encuentro de 32 bases sindicales de obreros, campesinos y empleados, las que dieron nacimiento a la Federación
Departamental de Trabajadores de Arequipa, la actual FDTA.
Los congresistas, en decisión histórica, eligieron una primera junta directiva presidida por Guillermo Torreblanca de la
Unión Ferrocarrilera del Sur e integrada por Raúl y Luis Acosta Salas de la Unión Grafica, Víctor Salas Rodríguez y
Augusto Salazar Ortiz por el Sindicato de Choferes camioneros, Bernardo Linares Fajardo por Construcción Civil, Luis
Héctor Salas por los empleados de FECIA; Víctor Medina Jáuregui y Raúl Lozada Daza, por los maestros; Pablo
Héctor Salas por los empleados de FECIA; Víctor Medina Jáuregui y Raúl Lozada Daza, por los maestros; Pablo
Alarcón y Ricardo del Carpio Rosado por los artesanos. Y, junto a ellos, Mariano Bejarano, Rubén Pajuelo, Eduardo
Flores Mamani, Tomás Villagra y Maximiliano Huaracha, quienes se habían convertido en los grandes animadores de
este acontecimiento.
De acuerdo a la resolución final del Congreso, la Junta Directiva, elegida en ese máximo evento, debería hacerse
cargo de sus funciones antes de 30 días, y se escogió el sábado 20 de enero de 1951 para la ceremonia de
juramentación de los nuevos directivos. Por eso, dicha fecha es considerada como fundacional por los trabajadores.
Trascendental en la constitución de FDTA como la máxima central sindical del departamento fue la participación del
Partido Comunista, el PC destacó a sus mejores cuadros nacionales para la realización de este evento en plena
dictadura militar de Manuel Odría.
Fueron los comunistas quienes imprimieron carácter de clase a la nueva organización sindical (en vista que habían
otras organizaciones gremiales que solo existían para reclamar migajas a sus patrones) uniendo a sus reclamaciones,
estrictamente laborales, propuestas políticas. De aquí en adelante los trabajadores arequipeños no solo lucharían por
mejores salarios o gratificaciones, sino que pelearían por democracia y libertad y añadirían, explícitamente, algo que
pondrían los pelos de punta a los empresarios capitalistas, la palabra “socialismo”. Los trabajadores lo dirían
explícitamente.
En 1955 otro hecho importante protagonizaron los trabajadores de la FDTA. El 22 de diciembre se produjeron choques
entre la policía militarizada de la dictadura militar de Manuel Odría, reforzada con matones llegados de Lima y
manifestantes opositores. Las únicas víctimas de estos incidentes fueron trabajadores y estudiantes que repudiaban
tanto a los abusos de la policía militarizada como al oportunismo de la derecha oligárquica que quiso aprovecharse del
clima político que entonces se vivía en nuestra ciudad, adverso a la dictadura que auparon en su momento. La FDTA
llamó a la formación de un Frente Único Obrero Estudiantil para enfrentar a Odría. Este se concretó el 23 (de
diciembre) en el Paraninfo de la Universidad Nacional de San Agustín y de inmediato se convocó a un Paro General
por el cual se exigía la salida del ministro de gobierno y policía Alejandro Esparza Zañartu, responsabilizándolo de la
brutal represión del 21 de diciembre. El 24 ante la contundencia del Paro General el temido ministro Esparza fue
destituido. Fin de este capitulo de la legendaria historia de la FDTA.
La FDTA, hasta fines del siglo pasado -antes que Fujimori desmantelara el Parque Industrial- fue la central obrera más
combativa del Perú y la que protagonizara los más grandes levantamientos populares de mitad y fines del siglo pasado
debido a que Arequipa tenía una poderosa fuerza laboral de mayoritaria composición obrera. La FDTA durante ese
periodo protagonizó el primer (y tal vez el único) paro político del Perú, llevado a cabo los días 19, 20, 21 y 22 de
setiembre de 1952 con la exclusiva finalidad de exigir la libertad de Raúl Acosta Salas, Secretario General de la UGA,
dirigente de la FDTA y miembro de la dirección departamental del Partido Comunista.
Por su doble condición de dirigente obrero y comunista Acosta Salas fue secuestrado el 15 de setiembre y trasladado
en avión a Lima por la policía política del gobierno militar, toda vez que se venía venir una protesta masiva de los
sindicatos por reclamos salariales y libertades democráticas. El secuestro de Salas precipitó la paralización y esta fue
acatada por toda la fuerza laboral de Arequipa a excepción de algunas peluquerías y el Correo Central. El gobierno
mandó detener a Acosta solo por ser comunista y los trabajadores lo rescataron solo por ser comunista. No hubo otro
punto en la orden del día. El prefecto Ricardo Pérez Godoy se vio obligado a viajar a Lima para gestionar directamente
su excarcelación. Al cuarto día de negociaciones, iniciadas el 18 de setiembre, los ánimos se tranquilizaron cuando el
“Camarada Renato” (nombre de combate de Acosta) regresó sano y salvo.
El Movimiento estudiantil en los 60'.
De la “I” a la “J”
A mitad del siglo XX la política exterior norteamericana pretendía uniformizar criterios en su cruzada contra el
comunismo. El Perú estaba gobernado por una dictadura militar de cuyo mandato los trabajadores estaban hartos y la
burguesía fatigada. Lo mismo pasaba en Venezuela. En Colombia fue asesinado Eliécer Gaitán el líder de la oposición
liberal, este crimen provocó “el Bogotazo” y dio comienzo a la lucha armada que años más tarde fue retomada por las
FARC. Finalmente en Bolivia sucedió algo atípico, una revolución popular liderada por el MNR derrocó a la oligarquía y
ajustició al presidente de la república e instauró un gobierno popular..
En junio de 1950, en Arequipa, ocurrió el levantamiento estudiantil del Colegio Nacional de la Independencia
Americana conocido como “la Revolución del 50” del que poco se ha escrito a pesar de lo mucho que de ellol se ha
hablado. En 1955 otra revuelta obligó al dictador militar que gobernaba entonces: Manuel A. Odría, a convocar
elecciones generales. Protagonistas de ambas jornadas fueron la Federación de Trabajadores y el Partido Comunista
La leyenda que se tejió alrededor de uno y otro suceso, sobre todo del primero, y el desempeño de conocidos líderes
comunistas en ambas contingencias hizo que en el Colegio de la Independencia crecieran las simpatías de los
estudiantes “alfeñiques” hacia el socialismo, a pesar de que el profesorado, mayoritariamente, fuera de orientación
aprista.
Se fabricó una suerte de “tradición” huelguística del colegio bolivariano que hacía de sus estudiantes, revoltosos por
excelencia. Con razón o sin ella, a partir de 1950 se hizo ”tradicional” la huelga del año, organizada alternativamente
por los estudiantes de cuarto o quinto, “evento” que iba forjando futuros líderes con tendencias izquierdistas. Estos
acontecimientos, jornadas y tradiciones, determinaron que, años más tarde, ingresara oficialmente al PC muchos ex
alumnos de este plantel al que propios y extraños prefieren llamar ”glorioso”. Todos con ideas definidas del socialismo
y el comunismo.
Entre los sucesos de junio del 50 y setiembre de 1952 habían mediado una serie de acontecimientos que
transformaron la historia social de nuestra ciudad. Los trabajadores, en histórico congreso se habían unido en una sola
organización: la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa (FDTA) y los estudiantes universitarios lo
hicieron a través de la Federación Universitaria de Arequipa (FUA).
Los acontecimientos de junio de 1950 habían determinado que a partir de la fecha apristas y comunistas se disputaran
enconadamente la influencia política no solo en la Universidad sino, también, entre los estudiantes del Colegio de la
Independencia.
Del 51 al 56 habían ingresado a la Universidad los protagonistas del levantamiento del 50, entre ellos, Rómulo
Gonzáles, Daniel Neira Salinas, Luis Ordóñez Carrera, Sigifredo Zegarra, Luis Yañez, Héctor Ballón y otros. El 56
ingresaron Juan Lazo y Marcial Chalco. En 1957 lo hicieron otro buen grupo, todos con ideas definidas del socialismo y
el comunismo, muchos de ellos eran ya militantes de la juventud del PC.
En la Universidad de San Agustín los estudiantes comunistas se fueron organizando en sucesivas agrupaciones: el
Movimiento Autentico Revolucionario (MAR) el Frente Reformista Auténtico (FRA), hasta llegar al FER (reformista)
para, luego, el 20 de junio de 1951 junto a otras agrupaciones políticas constituir (o más exactamente reconstituir) la
Federación Universitaria de Arequipa (FUA), en base a la "Asociación Universitaria de Arequipa" que no tenía una
configuración orgánica.
A partir de entonces la FUA se forma en base a la estructuración descentralizada de los centros federados de alumnos
de cada facultad, los mismos que deberían confluir en un organismo superior centralizado. Estudiantes de todas la
tiendas políticas decidieron ese 20 de junio convocar a elecciones universitarias para el 9 de julio siguiente donde se
elegiría presidente y vicepresidente de la federación de estudiantes y los delegados por cada Facultad o escuela
profesional. Un total de 17 dirigentes estudiantiles se harían cargo, en adelante, de la organización estudiantil más
HOMENAJE AL POETA GUILLERMO MERCADO BARROSO,JORGE DEL PRADO,AUGUSTO CHAVEZ BEDOYA ,JUAN CUENTAS ZAVALA Y LA HISTORIA DEL PARTIDO COMUNISTA-AREQUIPA JORNAL DE AREQUIPA
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  • 1. Inicio Arequipa: El PC, ensayo para completar Francisco del Carpio Antecedentes históricos En la última etapa del colonialismo español, paladines tan arequipeños y reaccionarios como José Manuel de Goyeneche y Barreda y Juan Pío de Tristán y Moscoso arrastraron a buena parte de los habitantes de la Intendencia de Arequipa tras la causa de la monarquía. Aunque Goyeneche sirvió a disímiles banderas como las de Fernando (VII) de Borbón, Carlota de Portugal y José Bonaparte, al regresar los Borbones al trono español, tras la derrota de las tropas francesas y la firma del Tratado de Valencia el 11 de diciembre de 1813, Goyeneche juró lealtad la monarquía borbónica. Ante el levantamiento de Pedro Murillo en el Alto Perú, José Manuel de Goyeneche, siendo Presidente de la Real Audiencia del Cuzco, partió como comandante en jefe del ejército pacificador de Abascal a debelar a los insurgentes,
  • 2. Audiencia del Cuzco, partió como comandante en jefe del ejército pacificador de Abascal a debelar a los insurgentes, llevó tras si 5.000 milicianos nobles de Arequipa y Cuzco que encabezaron una tropa realista integrada exclusivamente por criollos españoles e indígenas peruanos. Goyeneche derrotó a las de fuerzas de Murillo y tras esa victoria, envió a su primo el coronel Domingo de Tristán (padre de Flora) a someter a los rebeldes, refugiados en las Yungas bolivianas. Goyeneche restableció el orden en la ciudad de La Paz, fusilando a ocho y encarcelando a quince patriotas altoperuanos en los presidios de Boca Chica, Islas Malvinas, Filipinas y en el Morro de La Habana. Tras la Revolución de Mayo, Abascal incorporó el Alto Perú al Virreinato del Perú y nuevamente Goyeneche organizó nuevas fuerzas y en pocas semanas ocupó todas las provincias del Alto Perú, incluyendo las ciudades de La Paz, Cochabamba, Chuquisaca y Potosí, recuperando el dominio español de todo aquel vasto territorio. Su victoria en la Batalla de Guaqui (o del Desaguadero) le valió los títulos de Conde de Guaqui y "Vizconde del Alto Perú” otorgados por Fernando VII accediendo a la solicitud que presentaron súbditos españoles residentes en Potosí, Cochabamba, La Plata y Arequipa Fracasado en su intento de debelar la Revolución de Mayo en el Río de la Plata Goyeneche regresó a su España como teniente general de los Ejércitos Reales, Vocal de la Junta de Guerra de Indias, Vocal del Consejo de Guerra y Presidente de la Junta de Arreglo de Comercio de Ultramar. Fue elegido, también, diputado a Cortes por Arequipa y Senador del Reino por la provincia de Canarias. El Rey Fernando le nombró su Gentilhombre de Cámara con Ejercicio y Servidumbre, así como Caballero de la Orden Militar de Santiago. Ocupó igualmente los cargos de Consejero Honorario de Estado, Senador Vitalicio, Prócer del Reino, Regidor Perpetuo de Cádiz, Comisario Regio del Banco Español de San Fernando, etc. En 1814 sucedió la sublevación de los Angulo en el Cusco. Se formó una Junta de Gobierno la misma que depuso el poder colonial y colocó a la cabeza del movimiento, más por estrategia política que por valor militar, al veterano cacique de Chincheros, un brigadier realista retirado llamado Mateo García a quien, por su rasgos nativos, le llamaban “Pumacahua” antes que su verdadero nombre. La Junta cusqueña decidió el envío de sus fuerzas en tres direcciones. Una expedición se dirigió a Puno y La Paz, para establecer contacto con Belgrano y con las fuerzas argentinas en el Alto Perú. Otra división fue a Huamanga, con el intento de avanzar, posteriormente, hacia Lima y la tercera división marchó a Arequipa, al mando del propio Pumacahua, que llevaba como segundo jefe a Vicente Angulo y que esperaba extenderse desde allí hacia Moquegua y Tacna. El ambiente en Arequipa era entonces (y antes y después) favorable a los realistas. El intendente José Gabriel Moscoso creía, sinceramente, que Pumacahua, por sus antecedentes realistas, no iba a entrar en la ciudad. Pero no fue así, las tropas cuzqueñas derrotaron a los españoles en la Apacheta el 9 de noviembre; y, al día siguiente, Pumacahua entró triunfalmente en la ciudad con júbilo, zozobra, cupos, y saqueos contando con el apoyo entusiasta de Mariano José de Arce un cura de encendido fervor revolucionario quien recorría las calles levantando a la multitud, ataviado de un sombrero con una divisa azul y blanca que lo identificaba con la causa de los sublevados en el Río de la Plata. La radical actitud de Arce determinó que se rechazaran conatos de fidelidad a la Corona española y que en el Cabildo Abierto se acordara tanto la adhesión a la Junta Revolucionaria del Cuzco como, también, el nombramiento de Pumacahua como teniente general del Ejercito Libertador. Se procedió luego a la formación de un gobierno civil, en el que figuraba, a propuesta de Arce, José María Corbacho. Mientras tanto Mariano Melgar, que estaba en el valle de Majes, se enroló en el ejército de Pumacahua convocado por el “Partido de Chuquibamba". Melgar se alistó en la columna de patriotas que allí se formó y se dirigió con ella a su Arequipa natal, como soldado raso, al encuentro de sus amigos José Maria Corbacho y Mariano José de Arce. Las fuerzas de Pumacahua eran inexpertas y buena parte de la población arequipeña seguía fiel al virrey. Pese a su poca simpatía por Pumacahua, debido a sus antecedentes realistas, Melgar continuó en la empresa. La ocupación de Arequipa por las tropas rebeldes fue muy corta. El mando militar de la administración colonial desde el Alto Perú encomendó al mariscal de Campo Juan Ramírez la misión de combatir a los alzados en el Cusco. Sus tropas los derrotaron en La Paz y avanzaron a Puno. Pumacahua al enterarse del avance de Ramírez sobre Arequipa salió de la ciudad el 30 de noviembre. El 9 de diciembre Ramírez hizo su ingreso triunfal a la ciudad por las mismas calles cubiertas de flores en que, días antes, se había aclamado deslealmente a Pumacahua. Ramírez se detuvo dos meses en Arequipa para avituallar su ejército. El Ayuntamiento, lo aprovisionó con mulas, arrieros y víveres, además de tiendas de campaña, zapatos, camisas, frazadas y monturas. El 12 de febrero de 1815 las fuerzas realistas salieron hacia Cabanillas, para seguir a Lampa y Pucará y llegar el 10 de marzo a la altura de Ayaviri. A corta distancia estaba el ejército patriota que, desde Sicuani, se dirigía hacia el Collao preparándose para un encuentro que iba a ser ya definitivo. Los dos ejércitos fueron avanzando con cautela y dificultad al paso del río Ayaviri, que había crecido por las lluvias. En la madrugada del 11 de marzo el general Ramírez levantó su campo y sus tropas cruzaron el río teniendo al frente suyo, una columna interminable, desordenada y fogosa multitud de soldados de Pumacahua. La batalla, si así puede
  • 3. suyo, una columna interminable, desordenada y fogosa multitud de soldados de Pumacahua. La batalla, si así puede llamarse al enfrentamiento entre las experimentadas tropas coloniales y el improvisado ejercito patriota, se dio en la quebrada de Umachiri donde sobró arrojo y entusiasmo pero faltó orden, disciplina y experiencia militar. Por la noche la batalla había terminado y los cadáveres quedaron tendidos en el campo. Durante la batalla se sucedieron las ejecuciones de la oficialidad patriota, entre ellos dos coroneles que se tomaron prisioneros, reservando la vida del auditor de Guerra, hasta recibir su declaración, tras la cual fue fusilado en el campo de batalla el 12 de marzo de 1815. Este no fue otro que Mariano Melgar, un muchacho de veinticuatro años y medio de edad, armado solo de sus versos de amor a su musa y a su patria. La historia registra, también, que Juan Pío de Tristán y Moscoso fue uno de los oficiales “de la corona” que combatió a los patriotas de García Pumacahua. Luego de fracasar en el develamiento de la Revolución de Mayo en el Río de la Plata ordenado por José Manuel de Goyeneche y Barreda, su primo, Tristán regresó al Perú para seguir sirviendo a España, participó en la reducción del levantamiento de Mateo García Pumacahua donde Mariano Melgar, el arequipeño más ilustre de todos los tiempos, fuera auditor de guerra. Tristán fue leona de dos mundos: general, gobernador y virrey español. Después de Ayacucho fue prefecto del General Santa Cruz en la Arequipa confederada. Como primo de Goyeneche tuvo menos suerte en honores y títulos pero llegó a la presidencia de la Real Audiencia del Cusco en 1816. En 1823 el virrey José de la Serna lo ascendió a Mariscal de campo participando como tal en la lucha contra el Ejército Libertador de Simón Bolívar. Un año después fue electo por la Real Audiencia del Cusco como “jefe de gobierno del virreinato peruano” (una suerte de virrey tardío) en reemplazo de La Serna quien cayó prisionero en la batalla de Ayacucho. Firmada la capitulación y ante la imposibilidad del retorno del gobierno colonial, a Pío Tristán no le quedó más remedio que adoptar las ideas republicanas siendo designado prefecto de Arequipa. Participó en la creación de la Confederación Peruano-Boliviana siendo nombrado, en 1836, Ministro de Estado y luego, entre 1838 y 1839, Secretario General del Consejo de Ministros del Estado Sur- Peruano, bajo la égida del general Santa Cruz. con sede en Arequipa, siendo así que hoy una calle de la Ciudad Blanca lleva su nombre. La narración de estos episodios sirven de alguna manera para explicar el por qué, hasta promediar el Siglo XX, un sector fuerte de la población de la Ciudad de Arequipa y aún alrededores se envanecía de ser una suerte de reducto colonial (virreinal o español, para los que gusten de esta terminología) siendo por eso que las principales expediciones contra la independencia del Virreinato de Río de la Plata y el Alto Perú partieran de aquí. Concomitante a ello se ha llegado a afirmar que el nombre de “Ciudad Blanca” no viene del color del material de sus construcciones (sillar) que aún quedan en el centro histórico o monumental, sino por la predominancia de la población “española” en la ciudad. Para documentar este absurdo recurren a los empadronamientos que España hacía en sus colonias y dicen que en el censo del virrey Toledo la población española en Arequipa asomaba al 90 %. ¿Y los indios? Sencillamente no existían.
  • 4. A comienzos de la República, en 1836, el pueblo de Arequipa se pronunció a favor de la Confederación Perú Boliviana y apoyó a Andrés de Santa Cruz contra Felipe Santiago Salaverry pues, este coronelillo, al ocupar la Ciudad Blanca, impuso cupos impagables y el servicio militar forzoso; además, obligó a los artesanos a trabajar gratuitamente para el ejército nombrando como Prefecto del departamento a un tiranuelo de apellido Mendiburo quien ordenó silenciar toda oposición, ganándose la ojeriza del pueblo que lo había cobijado. Salaverry fue finalmente derrotado en Socabaya y fusilado en la Plaza de Armas junto a sus generales ante la resignación de sus partidarios y la indiferencia popular. La lealtad del sector más conservador de la población de esta parte del Perú con algunos caudillos se repitió veintidós años después. La más incompresible de todas fue la tenida hacia Manuel Ignacio de Vivanco, el mismo caudillo que terminó cediendo las Islas Chincha a España en 1866. Caudillista y conspiradora, Arequipa, en el siglo XIX, fue una ecuación insoluble. Castillista contra Vivanco en 1854, vivanquista contra Castilla en 1856. En 1857, se levantó contra el ordenamiento republicano que encabezaba don Ramón Castilla. Sin embargo, para entonces, Vivanco se había convertido solo en un pretexto para luchar contra el centralismo limeño pues, el caudillo, ya nada tenía que hacer en el campo de batalla. Sin líder a quien seguir, el propio pueblo arequipeño se constituye en caudillo colectivo. Javier Sánchez y Benito Bonifaz, artesano el primero y poeta el segundo, se convirtieron a su vez en jefes militares de la rebelión y como tales defendieron la ciudad al mando de un regimiento de paisanos, compuesto por trabajadores. Este regimiento era una columna de milicianos llamada “Inmortales". Bonifaz, siendo solo un poeta fue investido como capitán de artillería repitiéndose la figura de Mariano Melgar. Al fragor de la batalla Bonifaz escribió acerca de la Columna Inmortales: ¿Los veis lanzándose a la pelea con serenidad de valientes? ¿Los veis marchar con la cabeza erguida en busca de gloria o muerte? ¿Los veis pasadas las trincheras cómo sus líneas en el campo tienden? ¿Los veis en el combate cual despliegan al ruido del cañón tanta osadía? Son los hijos del Misti, los de fuerte y noble corazón, soldados del honor…. Castilla ordenó el sitio de la ciudad y el presidente se hizo cargo, personalmente, de su asedio bombardeándola con artillería pesada. Después de ocho meses de cerco, Castilla decidió el asalto final. Sus divisiones acometieron contra los «Inmortales». Se combatió calle por calle, todo el día. Las barricadas se convierten en formidables obstáculos para los sitiadores. “El capitán de artillería” Benito Bonifaz arengó a su tropa con versos: “Hijos del Misti volad a los campos de la gloria” y al llegar la noche cayó muerto, junto con todos sus defensores al pie de la barricada a la que pomposamente bautizó como “Fuerte Malakov”. Al día siguiente Castilla reanudó el ataque. Los arequipeños sin alimento ni municiones sostuvieron el combate. A las diez cayeron las barricadas del callejón de Santa Rosa y de los muros de Santa Teresa defendidos por la Columna Inmortales de Javier Sánchez. En esta batalla destacó el joven castillista Andrés Avelino Cáceres quien tomó las barricadas de San Pedro, hasta llegar a los altos de la torre de Santa Rosa. La Columna Inmortales, finalmente, cayó integra, sin retroceder. A las once el enemigo tomó la última barricada llamada “Fuerte Sebastopol”, los defensores de la ciudad siguieron resistiendo, aparecieron nuevos jefes y lo mismo fueron abatidos; a las once y treinta los vencedores estaban en la Plaza de Armas. Arequipa fue castigada por su osadía. Castilla la “borró” de la geografía y de la historia, quitándole el rango de ciudad capital del departamento y la redujo a provincia. La justeza de este episodio histórico será siempre motivo de controversia; pero, lo que no está en discusión es la valentía de Sánchez ni Bonifaz ni del pueblo arequipeño. El manejo que los caudillos hicieron de Arequipa en el siglo XIX sirvió para todas las causas. El 11 de septiembre de 1867 al grito de ¡Viva la religión! estos hicieron que Arequipa se levantara contra la Constitución liberal proclamada por el Congreso Constituyente y el Presidente Provisorio Mariano Ignacio Prado, dicha rebelión fue liderada nada menos que por el general Pedro Diez Canseco, a quien dos años antes había ayudado a encumbrarse en el poder. Un mes después las fuerzas del gobierno, pertrechadas con los equipos de ataque más adelantados de la época y al mando del vencedor de la escuadra española, desembarcaron en Islay y marcharon sobre Arequipa. El 19 de noviembre las tropas del gobierno atacan la ciudad, pero son rechazadas con grandes pérdidas. El 27 de diciembre, Prado emprende un último ataque desesperado, pero el valor fanático de los arequipeños que luchan por su Cristo Rey y la religión, lo obliga a retroceder. De retorno a Lima, Prado renuncia a la presidencia. Esta fue la última gran revolución (a la inversa) de Arequipa, convertida en «el rifle que apuntaba al corazón de Lima». El 20 de enero, el general Pedro Diez Canseco, caudillo de la revolución, asume la Presidencia de la República. Durante su breve gobierno realiza dos de las demandas por las que se había batido a muerte el pueblo arequipeño, una referida a los fueros de la religión católica, aboliendo la «impía» Constitución liberal; y la otra relacionada más bien con los intereses económicos de los comerciantes laneros, impulsando la construcción del ferrocarril entre Arequipa y
  • 5. con los intereses económicos de los comerciantes laneros, impulsando la construcción del ferrocarril entre Arequipa y la costa. El 13 de agosto, un violento terremoto, de 8 minutos de duración, destruyó la ciudad, que tuvo que ser íntegramente levantada de nuevo. El Prefecto de la ciudad comunica el hecho al Ministro de Gobierno en los siguientes términos dramáticos: «Bajo la impresión del horror y de la más aflictiva situación puedo comunicar a Uds., que Arequipa, la bella y hermosa ciudad no existe más». Partido Comunista: los comienzos El siglo XX y las primeras formaciones revolucionarias A comienzos del siglo XX, Arequipa era una ciudad arisca e impredecible. Seguía siendo lo que dijo Basadre "el rifle que apuntaba a Lima” aunque ya no el caudillo colectivo del Perú. A partir de entonces, sobre todo después de la guerra con Chile, se convirtió en el referente revolucionario de cuanto líder o bandolero quisiera dar un golpe o hacer una revolución como se le entendía entonces. Así lo pensó Nicolás de Piérola y sus montoneros, quienes tomaron la ciudad el 25 de enero de 1895 protestando por el golpe de estado de Andrés Avelino Cáceres. Piérola recurrió al típico combate guerrillero de sus famosas montoneras: combatir-huir, y triunfó. A estos tiempos se refieren los versos de la marinera emblemática de los arequipeños antiguos: "Montonero Arequipeño", compuesta por Jorge Huirse. Lo mismo puede decirse del grito de guerra de entonces: ¡Viva Piérola, carajo! La nueva inmigración europea (no española) fue consecuencia de la participación activa de militares ingleses contra España en la guerra de la independencia. Los nuevos inmigrantes llegaron con sus ahorros y muchas ganas de multiplicarlos, se arriesgaron a invertir y ganaron, formaron aquí sus hogares y dieron origen a grupos económicos familiares que gravitaron fuertemente en la economía regional del sur del país, principalmente Arequipa. Ese fue el caso de los Gibbs y Emmel los que lograron levantar grandes negocios y casas comerciales, dedicados a la importación de artículos suntuarios y exportación de lanas. A ellos se sumaron, posteriormente, los Forga, Stafford, Gibson, Fletcher, y otras firmas. Emmel llegó de Alemania, aproximadamente en 1830, para trabajar en la firma Stamm & Petersen de alemanes radicados en Arequipa. Posteriormente Federico Emmel, funda la sociedad comercial Petersen & Emmel, que se cuenta entre una de las fundadoras de la Cámara de Comercio de Arequipa, en 1887. En 1899 se constituye la casa comercial Emmel Hermanos, la más importante del país en cuanto a la exportación de algodón, té y café se refería. Otros alemanes, como Carl Wagner invirtieron en la minería. En 1868, Alexander von der Heyde y Edward Möller importarían cerveza para Arequipa. Y, en 1898, Ernst Günther estableció la Fábrica de Cerveza Pilsener, que luego se llamó Compañía Cervecera del Sur del Perú, Cervesur. En la década de 1870, apenas figuraba en Arequipa una empresa industrial, la fosforera “Luz de Arequipa”. A fines del siglo XIX, los altos aranceles de importación, favorecieron, indirectamente, a la industria nacional, Miguel Forga funda, entonces, la fábrica de tejidos “El Huayco”, ubicada en Congata fuera de la ciudad. Hasta 1925, funcionaban en Arequipa 17 fundiciones, 15 fábricas de jabón, 11 curtiembres, 4 molinos de trigo, 4 fábricas de tejidos y 11 empresas diversas. De esta manera Arequipa en los primeros años del siglo XX ya estaba insertada en el mercado capitalista, habiéndose creado una oligarquía “arequipeña” en base a las familias europeas llegadas a la ciudad y al concurso de los pocos remanentes que quedaron de la economía colonial española. Las Picanterías
  • 6. Las Picanterías o chicherías en Arequipa, según Rommel Arce fueron desde la colonia “un espacio democrático en que fraternizaron por igual el hombre del campo y la ciudad: el loncco y el ccala, respectivamente. Pero también simboliza(ba) la respuesta nacionalista y republicana a lo extranjero”. Según Arce, en el siglo XIX, las chicherías se ubicaban en las afueras de la ciudad y eran de aspecto muy rústico, de ventilación escasa y sin muebles donde sentarse. Mientras se tomaba la chicha, se comía un preparado de ají y entre vaso y vaso o entre chicha y picante la gente iba socializando, hablando de política y cantando los que sabían. Los hombres de la ciudad hablaban y discutían del tema del momento, los del campo escuchaban y tomaban nota de cada detalle para trasmitirlo a sus vecinos en su pueblo. La historiadora norteamericana Sara Chambers, citada por Arce, sugiere que en las chicherías se conspiraba teniendo una amplia red política que comunicaba a los líderes barriales con los jefes rebeldes locales. “La Sebastopol”, por ejemplo, ubicada en el viejo barrio de San Lázaro, fue una taberna donde los conjurados del movimiento rebelde de 1858, los que luego formarían la “Columna Inmortales” se reunían para proyectar sus acciones. A ella, los hombres de Hipólito Sánchez Trujillo, Javier Sánchez y Benito Bonifaz le pusieron por nombre “Fuerte Sebastopol” demostrando que cumplían, también, un objetivo político y militar. Las picanterías, al comenzar el siglo XX, mejoraron su infraestructura. Las más elegantonas priorizaban la venta de cerveza y otros licores sobre la chicha, estas optaron por llamarse “Jardín”. "Jardín" era el denominador común para todas las cantinas-chichería o restaurantes campestres ubicados en los alrededores de la ciudad, los habían en Paucarpata, Tingo y Yanahuara porque hasta allí llegaba el tranvía eléctrico, que era el único medio de transporte masivo que entonces existía y porque los caballos y las pocas carretas que aún subsistían solo servían para el traslado, individual o en pareja, de los chacareros acomodados que venían desde los distritos a la ciudad para pleitear, sobre todo. Estaba el Jardín Primavera ubicado en la primera cuadra de la calle San Pedro, entre el Monasterio de Santa Rosa y el Colegio de Los Salesianos, era una suerte de picantería, con aires de taberna española, donde se vendía de preferencia cerveza alemana, los otros licores de ese tiempo y los infaltables extras simples, dobles o triples. Se llamaba Jardín Primavera porque desde el zaguán de la calle hasta el lindero posterior de la casa había una huerta de medio topo, rodeada de eucaliptos, perales, higueras, membrillos y un viejo cedrón que esparcía un aroma especial. Un muro de barro pircado con piedras, cubierto por tupidas matas de rosa-común entrelazadas con una enredadera silvestre de campanillas lila o fucsia servía de cerco a la huerta del maestro Teodosio Salazar, el mecánico del barrio que sacaba de apuros a la vecindad, sobre todo a las monjas de Santa Teresa cuyo convento se encontraba a media legua de la fonda. Las monjas, para preparar sus alimentos y las de muchos menesterosos, habían hecho traer de España tres cocinas de fierro fundido, de cuatro hornillas y un horno cada una, a las que el maestro Salazar daba mantenimiento. Al pie del muro, discurría por una pequeña acequia el agua de la ronda que llegaba posiblemente desde el Filtro y
  • 7. Al pie del muro, discurría por una pequeña acequia el agua de la ronda que llegaba posiblemente desde el Filtro y regaba los plantones de hortalizas y algunas flores que crecían en los bordes del canalillo que finalmente se perdía en el muro posterior que limitaba con el Monasterio de Santa Rosa Pasado el primer patio donde vivía la familia de Teodosio Salazar, sostenido por cuatro horquetas de sauce y techado con ramas de eucalipto, paja de trigo y chala, se levantaba un cobertizo que proporcionaba una sombra escurridiza sobre las mesas de la fonda protegiendo, del sol del medio día, a los comensales que a esa hora gustaban asistir al restaurante, porque en la tarde los rayos rojos del astro caían lánguidos entristeciendo el ambiente. En medio de la enramada se mantenía, aún de pie, un enorme molle de 1.20m de diámetro del tallo, cuyas viejas ramas se entretejían con la hojarasca del techo dándole un aspecto soberbio. Cuatro rústicas mesas largas de cinco metros y pico, rodeadas de bancas, más rústicas aún, estaban colocadas en los extremos de la cantina completando el ambiente campestre de esta parte de Arequipa que se negaba a dar paso al desarrollo urbano que ya la amenazaba. A este ambiente se le conocía como "El Patio Grande". Al fondo de la casa, sirviendo de marco al patio grande, estaba la cocina de adobe con techo de paja a dos aguas luciendo por adentro el tizne que dejaba la candela del fogón, impregnada con la grasa de los aderezos que allí se preparaban y que el vapor llevaba. Ese hollín, llamado c'achinche, con las telarañas ennegrecidas decoraba el oscurísimo interior de la cocina alumbrado solamente por la luz que penetraba por la ventanilla de una de las paredes del costado izquierdo que sostenía la tijera donde descansaba el techo de paja de la cocina. En otro lado, sobre los fogones de piedra cruzados por una parrilla de sunchos se encontraba una claraboya que, a manera de chimenea, colocara Teodosio al fondo del cuarto. La cocina era amplia y desordenada, solo el fogón guardaba relación con la chimenea pues se encontraba al pie de ella. En el suelo y a cualquier lado del fogón se encontraba la leña, al otro la pucuna y más allá la tocpina, implementos necesarios para atizar la candela; los cuyes eran parte del paisaje y se paseaban impávidos por los rincones ocultándose tras las inmensas tinajas donde le preparaba la chicha sin presentir que pronto serían sacrificados. Para la calle San de Pedro habían construidas dos habitaciones de bóveda levantadas con sillar, ambas se encontraban unidas por un zaguán de unos cuatro metros de alto. La habitación de la izquierda era la cantina, propiamente dicha, la de los licores y la cerveza. El piso era de madera y de él emanaba un olor desagradable, producto de la mezcla de grasa con que enlucían el piso y la cerveza que arrojaban sobre él los parroquianos borrachos que frecuentaban el lugar. En la cantina se encontraba un andamio repleto de licores, un mostrador de madera y una pianola vieja. En la otra habitación de la calle, la de la derecha, se hallaba el taller de mecánica de Teodosio Salazar. Fue aquí donde, a fines de enero de 1929, se reunieron por primera vez un grupo de conspiradores revolucionarios (Jacinto Liendo, Teodosio Salazar, Guillermo Mercado y Armando Rivera Bodero y junto a ellos Augusto Chávez Bedoya y José Domingo Montesinos) influenciados por el anarquismo de Gonzáles Prada y el bolchevismo triunfante en Rusia para ver la posibilidad de formar en Arequipa un partido capaz de compulsar las fuerzas sociales existentes en la ciudad no solo para mejorar las difíciles condiciones de vida de los trabajadores y la parte más sufrida de la sociedad, sino para conquistar el poder y a la vez poner en evidencia las inmensas posibilidades del país y a la vez asegurar un rápido progreso económico de la población en este país donde los hijos de los encomenderos españoles seguían gobernando en connivencia con los inmigrantes ingleses que ya se asentaron en esta ciudad cobijados en el Club Arequipa junto a la pragmática colonia de inmigrantes alemanes que ya tenía, desde 1887, hasta Cámara de Comercio, El ejemplo de la Revolución Bolchevique los impulsó a seguir en el empeño. Los primeros conspiradores no eran otros que Jacinto Liendo, un tipógrafo artesanal ocupado en la impresión de "estampitas" o "capillos" (recuerdos) de bautizo o primera comunión, de invitaciones a misa, diplomas y algunos cancioneros; Teodosio Salazar pertenecientes a un grupo de anarquistas conocido por “el Grupo Rojo” en el que además confluían: Vicente Salas, Manuel Liendo, Vicente Núñez, Factor Lama, José Salas Cuadros, César Llamas, Francisco Arellano Delgado, Isaías Valdivia Fernández, Patrón Vega, Antonio la Hoz, José Ballón, Antonio del Carpio Núñez (1), Enrique Paz y Manuel Aguilar. Héctor Ballón considera posible que el embrión del que se originó el partido comunista en Arequipa lo constituyó este grupo llamado, también, grupo ácrata, debido a su posición inconformista y librepensador, integrado mayormente por artesanos de todos los oficios como peluqueros, sastres, zapateros y panaderos; los había también gráficos y choferes motoristas del tranvía eléctrico de Arequipa. Hombres de coraje y de clara orientación anarquista. Esta corriente, por esos días, era mundialmente popular debido al proceso y posterior ajusticiamiento en Massachussets, Estados Unidos, de los inmigrantes italianos de esa militancia: Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Como se sabe, o debería saberse, el controvertido juicio de los anarquistas italianos duró casi una década atrayendo una enorme atención internacional en vista que el Juez Webster Thayer se dejó llevar por sus prejuicios xenofóbicos y anti anarquistas induciendo al jurado para condenarlos a la silla eléctrica. Las ejecuciones de Sacco y Vanzetti
  • 8. anti anarquistas induciendo al jurado para condenarlos a la silla eléctrica. Las ejecuciones de Sacco y Vanzetti generaron protestas masivas y disturbios en todo el mundo y una creciente simpatía por el anarquismo. Fue así, entonces, que a fines de 1927 el grupo ácrata se consolidó, paradójicamente, como organización, tomando el nombre de "Grupo Rojo" haciendo gala de su orientación "libertaria" y sus simpatías por Manuel Gonzáles Prada. Jorge del Prado, Juan Cuentas Zavala, Guillermo Mercado y Augusto Chávez Bedoya Guillermo Mercado y Armando Rivera pertenecían al Grupo Revolución, agrupación fundada en agosto de 1928 por Jorge Del Prado a su regreso de Lima, donde fue a radicar junto al resto de su familia a causa de la repentina muerte de su padre, el senador leguiísta Eleodoro Del Prado. Jorge Del Prado junto a Armando Rivera y Guillermo Mercado aunaron esfuerzos para formar un Comité llamado “Educación y Cultura”, encargado de actividades relativas a la unificación del magisterio y a tareas para crear un vínculo entre el padre de familia y el maestro. Rivera, que era el director de una Escuela Fiscal, mantenía contactos epistolares con José Carlos Mariátegui por ser él el distribuidor de Amauta y Labor y propietario de la librería “Leer”, una de las pocas que existían en la Arequipa de comienzos del siglo XX; Mercado, por su parte, era un bardo moderno, poeta, bohemio y soñador que mantenía relaciones con casi todo el ambiente cultural de ese tiempo y en quien prendió la chispa de la revolución de los bolcheviques en Rusia. El "Grupo Revolución", no tenía ideas muy claras, pero si una decidida vocación revolucionaria y estaba conformado, fundamentalmente, por, escritores, fotógrafos, poetas y artistas plásticos e intelectuales en general y estudiantes universitarios decididos a ser portadores de un mensaje social justiciero identificado con los trabajadores. Junto a Del Prado, Rivera y Mercado confluyeron Raúl Medina Osorio, Eleazar Bustamante, Manuel Mansilla, Enrique Rodríguez Escobedo, Manuel Alzamora, Juan Cuentas Zavala y Carlos Castillo. Héctor Ballón incluye, además, a Carlos Trujillo, los hermanos Jorge, Carlos y Manuel Segundo Núñez Valdivia y Roberto del Carpio. Su actividad era más bien "romántica y rudimentaria", pero Del Prado le dio una orientación "revolucionaria" más cercana al marxismo que al anarquismo de Manuel Gonzáles Prada o al "liberalismo de izquierda" de Mariano Lino Urquieta. Los hermanos de Jorge Del Prado (Blanca y Julio) residentes en Lima, habían propiciado un acercamiento epistolar entre el Grupo Revolución y José Carlos Mariátegui, quien ya polemizaba con Haya de la Torre sobre si en el Perú se necesitaba un partido de clase o un frente policlasista y si el imperialismo era la primera o la etapa superior del capitalismo. Mariátegui sostuvo la tesis del partido de clase, más concretamente "de la clase obrera", consecuente con ello funda la CGTP. En cuanto a la caracterización del imperialismo, Mariátegui asume la tesis leninista de que este es la etapa superior del capitalismo, tesis que, además, defendían el partido de los bolcheviques rusos, que habían tomado el poder en su país, y la Tercera Internacional (Komintern). La intermediación de Armando Rivera Bodero, maestro primario en ejercicio, propietario de la librería Leer, distribuidora de las publicaciones que enviaba de Lima la editorial "Minerva" entre ellas Amauta y Labor logró que el "GR" se comunicara con el Amauta a comienzos de 1928. Pero Rivera, además, había entablado contacto con los editores del diario El Pueblo y desde allí fueron difundidos varios de los artículos publicados por Mariátegui en Amauta y Labor. Por otra parte, la librería Simiente (subsidiaria de Leer) venía difundiendo, también, ese tipo de literatura. Los contactos de los Del Prado con Mariátegui determinaron que algunos integrantes del "Grupo Revolución" se negaran a participar en "un proyecto comunista" debido a la radicalización de José Carlos en defensa del marxismo. Instigados por un tal Rómulo Meneses (yerno del prospero industrial limeño Manuel Vinelli) algunos abandonaron el Grupo para conformar la "Célula Aprista de Arequipa". Meneses, por las vinculaciones de su suegro (que fue ministro primero de José Pardo y después de Sánchez Cerro) viajó a Alemania a comienzos de la década del 20 habiéndose entusiasmado, en Berlín, con la prédica "latinoamericanista" de Haya de la Torre. A su regreso al Perú fue destacado por la dirigencia nacional del APRA para dirigir en Arequipa una escuela de cuadros partidaria a la que llamaron, como en todo el Perú, "Universidad Popular Gonzáles Prada". Producida la polémica entre Mariátegui y Haya de la Torre, Del Prado, junto a sus mas cercanos colaboradores, fundó la "Célula Socialista de Arequipa", contrapuesta a la "Célula
  • 9. Prado, junto a sus mas cercanos colaboradores, fundó la "Célula Socialista de Arequipa", contrapuesta a la "Célula Aprista" formada por Meneses a la que, sin embargo, siguieron llamando Grupo Revolución. La primera tarea de la "Célula Socialista de Arequipa" fue enviar a Jorge Del Prado a Lima para contactar con los organizadores del partido marxista que proponía Mariátegui y donde activaban sus hermanos Blanca y Julio. Fuera de ambos grupos se encontraban: Augusto y Antonio Chávez Bedoya, José Domingo Montesinos y los jóvenes universitarios Herman Ugarte Chamorro, Humberto Núñez Borja, Jorge Núñez Valdivia, Vicente Mendoza Díaz, Pedro Arenas y Aranda y un grupo numeroso de estudiantes de la Universidad Nacional de San Agustín.. Augusto Chávez Bedoya, el hombre del Komintern Era Augusto Chávez Bedoya y Valencia, un larguirucho joven perteneciente a la burguesía local que mantenía sus propios contactos con el Buró Sudamericano de la Internacional Comunista, Komintern. Augusto Chávez Bedoya tenía un basto conocimiento de teoría marxista y principios de organización bolchevique; era un estratega político, cuyos conocimientos los había adquirido de sus contactos con el Komintern. Chávez Bedoya no tenía vínculo orgánico con ninguno de los grupos revolucionarios que en Arequipa procuraban formar un partido obrero, más bien compartía criterios con José Domingo Montesinos y Montesinos, otro joven burgués que fue ganado para la causa de los trabajadores y por la proscrita literatura marxista. Ambos se pusieron a trabajar con la finalidad de construir un instrumento político que les permitiera enfrentar al capital y al estado. Así se produjo, en enero de 1929, un encuentro en el Jardín Primavera entre Jacinto Liendo, Teodosio Salazar, Guillermo Mercado y Armando Rivera Bodero; y, junto a ellos Augusto Chávez Bedoya y José Domingo Montesinos, para intercambiar pareceres sobre la conveniencia de crear en Arequipa la anhelada organización política que recogiera las tradiciones revolucionarias de nuestra tierra para conjuncionarlas con la lucha política de los trabajadores. Producto de esta reunión se constituyó una suerte de comisión "de hecho" con la finalidad de promover la ansiada organización. A mediados de marzo se produjo la segunda reunión ampliándose al doble el número de concurrentes. La agenda empezó a esbozarse por si sola. Lo primero que se plantearon los asistentes fue ¿Qué clase de organización se quiere? Chávez Bedoya, el más claro de todos, planteó la creación de un partido político revolucionario, con una ideología clara, libre de oportunismo, dogmatismo y sectarismo, que, como tal, no existía en Arequipa. Este partido revolucionario debía estar ligado a las masas trabajadoras y su núcleo de dirección debía estar integrado por revolucionarios profesionales. Los del Grupo Revolución aceptaron, subrayando que preferían su calidad de “partido de los trabajadores” pero los del Grupo Rojo, más bien planteaban una "organización" más amplia, libre y voluntaria basada en el desarrollo espontáneo de los acontecimientos, excluía la creación de un partido organizado y todos sus esfuerzos los encarrilaban para mantener el espíritu "libertario" de las masas. Nuevamente Chávez Bedoya insistió en la necesidad de crear una organización, en el sentido cabal de la palabra, centralizada, con dirección única, compuesta por hombres abnegados y entregados sin reservas a la causa de la clase obrera aunque sus integrantes no lo fueran como quería el Grupo Revolución. Los dirigentes del nuevo partido deberían tener, según las tesis de Chávez Bedoya, convicciones firmes y deberían dominar el trabajo conspirativo en condiciones de clandestinidad pues los tiempos se estaban poniendo difíciles. Chávez Bedoya insistió en que la nueva organización precisaba de una dirección firme y prestigiada. Hasta para el menos avispado de los analistas políticos de aquel tiempo, esos no eran otros que los planeamientos de la III internacional. El Grupo Rojo fue cediendo algunas posiciones pero mantenía otras de acuerdo a su pensamiento bakuninista. El primero en manifestar su conformidad con Chávez Bedoya fue Jacinto Liendo del Grupo Rojo, luego lo hizo Guillermo Mercado del Grupo Revolución. La tercera reunión se formalizó a fines de abril, y el comité “de hecho” se dedicó a preparar los festejos del Primero de
  • 10. La tercera reunión se formalizó a fines de abril, y el comité “de hecho” se dedicó a preparar los festejos del Primero de Mayo que se avecinaba retomando la celebración pública del Día Internacional de los Trabajadores que habían iniciado los liberales de Santiago Mostajo pero que, por la crisis interna de este movimiento y la situación política de esos días, se había abandonado. El año de 1929 el comité “de hecho” programó para ese día una actuación en el Teatro Fénix con todas las galas de una Velada Literario Musical que por entonces se estilaba, incluyendo la presencia de una banda musical de Paucarpata llamada: "Los Ccaperos de Santa Ana" que tocó, hasta el cansancio, canciones mexicanas como La Cucaracha, La Adelita, Cielito Lindo y algunas marineras con tonada de marcha. Un dúo de guitarristas llamado “Los Chogray” cantaron yaravíes entre ellos "Pajarillo Cautivo" que era el Bet Seller de la época; Guillermo Mercado recitó varios poemas suyos lo mismo Carlos Oquendo de Amat que estaba nuevamente en Arequipa, buscando establecerse en esta ciudad. Armando Rivera leyó el discurso de orden, que no fue otra cosa que una proclama revolucionaria, basada en el mensaje por el Primero de Mayo de 1924 que había escrito José Carlos Mariátegui. Finalmente, el público de pie cantó "La Internacional" a todo pulmón. Esa misma noche el Grupo Rojo colocó en una de las casas que daban al frente de la Plazoleta del Mercado de San Camilo un gran cartel saludando al 1º de Mayo el que permaneció allí, colgado, hasta mediados de junio, fecha en que por raído fue retirado por el propio grupo, ya que nadie se atrevió a sacarlo. El Grupo Rojo, continuó por su cuenta con sus actividades políticas formales, propias de su organización, lo mismo que el Grupo Revolución, aunque ambos estudiaban la literatura proporcionada por Armando Rivera Bodero y ambos discutían la forma de organizar un partido marxista en nuestra ciudad que hiciera frente a la política dictatorial, despilfarradora y antipopular de Augusto B. Leguía, debido a que los partidos políticos, existentes entonces, solo servían de coreografía al régimen. En la reunión de julio fue tomando cuerpo la idea de formar un partido marxista leninista con las características del partido bolchevique ruso, el mismo que aglutinara a la incipiente clase obrera y al resto de los trabajadores. La resistencia del Grupo Rojo a organizarse fue cediendo poco a poco, los hermanos Liendo se acercaron a Chávez Bedoya para darle su punto de vista y asegurarle que estaban a favor de su propuesta. Para agosto, el grupo deliberante ya tenía una idea de la organización que se necesitaba. Estaba consciente que era necesaria una sola dirección, centralizada, compuesta por un estrecho núcleo de revolucionarios profesionales y decidieron crear, en aquel momento, un "Comité Central de Dirección" para canalizar todas las propuestas que confluyeran en la formación del partido único de los revolucionarios arequipeños. Ellos compartían, también, la idea de que la organización debería contar con una amplia red de formaciones periféricas, de comités fabriles, de círculos universitarios, de mutuales y de clubes que coadyuvara en el quehacer revolucionario. Para mediados de setiembre se convocó, nuevamente, en el Jardín Primavera, al núcleo principal deliberante al que se ratificó como Comité Central de Dirección con el fin de sacar algunas conclusiones de todos los encuentros habidos. Acudieron a esta reunión solo Augusto Chávez Bedoya, Guillermo Mercado y Jacinto Liendo. Por deferencia especial y por sus contactos con otros grupos se invitó también a Ricardo del Carpio Rosado y Herman Ugarte Chamorro. Ellos, consideraron que cinco, no era número suficiente el para tomar tan trascendentales acuerdos y convinieron en convocar una nueva reunión ampliada del Comité Central de Dirección con una mayor concurrencia para otra fecha con el propósito de estudiar los estatutos del Partido Socialista del Perú que Jorge Del Prado les habían enviado desde Lima; y, para limar las ultimas contrariedades, sobre todo con los compañeros venidos del anarquismo, que era un tumulto mayoritario. La nueva reunión se concretó en la primera semana de octubre con la participación, además, de Vicente Salas, Isaías Valdivia y Vicente Núñez del Grupo Rojo; Eleazar Bustamante, Enrique Rodríguez Escobedo y Manuel Alzamora de Grupo Revolución. Augusto Chávez Bedoya llegó junto a su hermano Antonio y también lo hicieron José Domingo Montesinos, Herman Ugarte Chamorro y Ricardo del Carpio Rosado. En esta reunión ya no hubo oposición del Grupo Rojo a ningún punto de la agenda, integrándose de hecho en una sola organización. De consenso se aprobaron los estatutos que, de hecho, los incorporaba al partido socialista de Mariátegui. El problema quedó en que si, al integrarse, lo hacían como "Partido Socialista" o como "Partido Comunista", teniendo información que en el Cusco se había formado un "Partido Comunista", bajo la conducción de Sergio Caller que, también, se había adherído al partido de Mariátegui, conservando su nombre. El propio Caller se habría contactado con Guillermo Mercado para ver la posibilidad de establecer algún tipo de relación "orgánica", pero nada se pudo concretar pues Del Prado ya trabajaba estrechamente con Mariátegui. Para dar los toques finales el comité organizador (Comité Central de Dirección) se dio cita, nuevamente, en el Jardín Primavera la tarde del sábado 26 de octubre de 1929 con el fin de terminar con todos los problemas que quedaban pendientes y sancionar las propuestas aprobadas en reuniones anteriores. Esto se cumplió de rutina sin las discusiones de encuentros anteriores dándose algunas responsabilidades dentro del Comité Central de Dirección. Así, Jacinto Liendo fue nominado responsable político; a Augusto Chávez Bedoya se le encomendó la secretaría de organización e ideología; Ricardo del Carpio Rosado se encargaría de la movilización y a Guillermo Mercado y Armando Rivera se les confiaría las secretarías de educación y propaganda, respectivamente. Igualmente se vio la
  • 11. Armando Rivera se les confiaría las secretarías de educación y propaganda, respectivamente. Igualmente se vio la necesidad de convocar a una reunión mayor, con la participación de toda la militancia de las agrupaciones que se habían integrado. Esta fue acordada para el jueves 7 de noviembre de paso que se conmemoraba, solemnemente, el XII aniversario de la Revolución Bolchevique. Aprovechando las festividades de “Todos los Santos”, de “Difuntos” y “El Día de los Compadres” El Comité Central de Dirección se reunió desde el viernes primero para dar los toques finales a la organización. A todos los camaradas se les dio la tarea de llevar al Jardín Primavera la mayor cantidad de gente para el jueves 7 de noviembre que incluyera “la militancia de todos los grupos y las personas independientes que estén de acuerdo con nuestros planteamientos" según citación que hiciera circular el comité organizador. La reunión tenía por finalidad, también, ratificar al Comité Central de Dirección o elegir una nueva directiva “única y centralizada del partido”. Del mismo modo la asamblea debía aprobar (o desaprobar) los acuerdos a los que habían llegado los encargados de la unificación de los grupos y la creación del nuevo partido. Teniendo en cuenta que el día 7 de noviembre se conmemoraban 12 años del triunfo de la revolución de los bolcheviques en Rusia, se pusieron como tarea llenar el Jardín Primavera, con la anuencia de Teodosio Salazar, su propietario. Cada uno se comprometió a citar a los compañeros de su entorno para la tarde de ese día. A los independientes los invitaría el Comité Central de Dirección. Ese 7 de noviembre de 1929 se dieron cita en la fonda de Teodosio Salazar todos los camaradas. Uno a uno fueron llegando los artesanos de Salazar y de Carpio Rosado, los intelectuales de Mercado, los tipógrafos de Jacinto Liendo y los mecánicos, herreros o cerrajeros de Vicente Salas. En un ambiente separado, al costado de la cocina de la fonda se reunieron los cinco del “Secretariado” del Comité Central de Dirección y acordaron someter a consideración de los demás camaradas los acuerdos tomados en los días anteriores. Estos acuerdos no eran otros que la organización de un partido revolucionario, marxista, en Arequipa y dar cuenta de los contactos que los Del Prado mantenían en Lima con José Carlos Mariátegui. Luego de ponerse de acuerdo entre ellos, los cinco pasaron a la ramada del Patio Grande donde los esperaban los asambleístas en número mayor a cien, entre los que destacaban Carlos Oquendo de Amat que había llegado de Puno especialmente para la ceremonia, José Domingo Montesinos, su hermana Adela y Herman Ugarte Chamorro. El pleno los recibió con un sonoro aplauso y se dio inicio a la asamblea. El informe central fue leído por Augusto Chávez Bedoya y puesto a consideración de la asamblea. Se dio cuenta pormenorizada de cada una de las reuniones habidas desde enero, se expuso con lujo de detalles las posiciones y planteamientos del Grupo Rojo y el Grupo Revolución y de cómo fueron confluyendo en un solo proyecto. Con tono enérgico Chávez Bedoya fue narrando uno a uno cada hecho, cada ocurrencia que había escrito en su cuaderno de notas. “Nos reunimos por primera vez el 29 de enero de este año: Jacinto, Teodosio, Guillermo, Armando Rivera y yo en esta misma casa y nos propusimos la nada fácil tarea de forjar un partido que… etc.” Nadie objetó punto alguno. De consenso se acordó la creación de un partido que reuniera a todos los revolucionarios dispersos en la ciudad y se propusiera no solo luchar por salarios justos, sino para tomar el poder. Igualmente ratificaron los Estatutos y al núcleo de dirección, nombrado por los encargados en las conversaciones. La discusión se centró en el hecho si al nuevo partido se le ponía el nombre de "comunista", "socialista", "obrero", "revolucionario", "bolchevique", "de los trabajadores" o si se mantenía como "Grupo Rojo" o "Grupo Revolución". La discusión acabó con una propuesta salomónica: "Que lo decidan las bases en una próxima reunión", mientras tanto se llamaría solo: "El Partido". Por primera vez se comenzó ha hablar de “las bases del partido”. La aprobación de todos los puntos de la agenda fue unánime. La alegría con que se tomaron las resoluciones fue contagiante. Todos se abrazaron a manera de felicitación mutua. Vicente Salas narraba que, terminada la reunión, le reclamó al dueño de la fonda un clarito (anisado) para celebrarlo y Teodosio Salazar mandó traer una chomba de chicha y varios "claritos" en cantarillas. Mientras llegaba la chicha y el clarito se vino la velada por los doce años de la Revolución de los Bolcheviques con discursos de Liendo y Chávez Bedoya, poemas de Guillermo Mercado y Carlos Oquendo de Amat, proclamas de Armando Rivera y la interpretación de algunas canciones cantadas por Víctor Felipe Salas quien activaba en el grupo de Teodosio Salazar y a quien motejaban "Chogray" por la similitud de su voz con el trinar de un pajarillo del mismo nombre. La ceremonia acabó con las notas de "La Internacional", cantada por los asistentes. La nota emotiva en el evento la puso Adela Montesinos, una muchacha de 19 años quien llegó acompañando a su hermano José Domingo para declamar algunos poemas revolucionarios dedicados a los trabajadores rusos que habían conquistado el poder en su país. Entre los versos escogidos por Adela se encontraba uno de Vladimir Maiakovski, que cayó como anillo al dedo para el momento, haciéndoseles un nudo en la garganta a los asistentes. Adela empezó diciendo:
  • 12. El Partido es como un huracán bravío. El Partido es una mano de un millón de dedos, apretada con vigor, en recio puño demoledor. El Partido es el cerebro de la clase, la acción de la clase, la fuerza de la clase, la gloria de la clase, ¡eso es el Partido! Un silencio elocuente y emotivo recorrió el Patio Grande del Jardín Primavera, mientras algunos tragaban saliva apretando las mandíbulas y a otros se les humedecía los ojos cuando ella concluyó. El auditorio emocionado se puso de pie y prorrumpió en atronadores aplausos que fueron escuchados hasta por las monjas de Santa Teresa, tres cuadras más allá, al frente. Adela Montesinos compartía la inquietud revolucionaria de su hermano José Domingo quien está considerado como uno de los pioneros del marxismo arequipeño junto a Augusto Chávez Bedoya. José Domingo no pertenecía a ninguno de los "Grupos" (ni al Rojo ni al Revolución). La posición económica de los Montesinos le permitió tener a su alcance la literatura del momento, José Domingo leía a Marx y Lenin, mientras Adela prefería la literatura clásica revolucionaria, entre esas preferencias tenía "los Miserables"; ella había demostrado simpatía especial por la historia de Adele Hugo, la hija de Víctor Hugo que se había suicidado por culpa de un amor obsesivo y no correspondido hacia un militar francés ("Te he perdido preciosa hija tú, que hoy llenas mi destino con la luz de tu ataúd", le cantó su padre). La tenencia de copias de los Diarios de Adele Hugo determinó que ella fuera expulsada del Colegio de los Sagrados Corazones y de haber tenido más de un problema con las monjas del Colegio Sophianun. La tarde del 7 de noviembre de 1929 surgió en Arequipa, una pequeña ciudad del sur del Perú, con una población menor a 100 mil habitantes, el partido de los trabajadores: obreros, campesinos, artesanos e intelectuales, Ese parido tendría una orientación marxista y organización leninista. Se insistió que la nueva agrupación debería estar compuesta y dirigida preferentemente por trabajadores. Es por esta razón que los cinco del Comité Central de Dirección fueron ratificados como dirigentes convirtiéndose en el primer Comité Departamental del nuevo Partido en Arequipa con el nombre, por analogía con los bolcheviques, de "Presidium" y esa misma tarde eligieron como primer responsable político (Secretario General) al obrero gráfico Jacinto Liendo. Así pues, el nuevo partido que se formó aquí, nació como el continuador de la tradición popular y revolucionaria de nuestra ciudad y como el más tenaz defensor de los intereses del pueblo de Arequipa; pero, también, se fundó como el partido de la clase obrera, como su vanguardia organizada, como su destacamento avanzado, consciente y cohesionado por una voluntad única, por su unidad en la acción y una férrea disciplina. Fueron claros sus fundadores en afirmar que la nueva organización, si bien representaba a la clase obrera como su destacamento avanzado, no podía confundírsele con toda la clase. Hicieron saber, además, que esta iría incrementando sus fuerzas ganando a los mejores representantes de la clase obrera: los más conscientes, los más organizados, los más abnegados y más fieles a la causa revolucionaria, teniendo en cuenta que el proletariado, tan incipiente en nuestra ciudad a comienzos del siglo pasado, no era homogéneo y que, además, estaba dividido en capas. A la creación del partido en Arequipa no solo concurrieron obreros, que fue el sector minoritario, sino, también, otras fuerzas como artesanos, campesinos, pequeños productores, intelectuales y estudiantes universitarios. La nueva organización por un tiempo se le llamó solo "El Partido" y a su dirección “El Presidium”. Mientras tanto, Jorge Del Prado había comunicado la conformidad de Mariátegui con admitir en el Partido Socialista al Grupo Revolución. Por la dificultad de las comunicaciones la noticia llegó cuando ya se había constituido la nueva entidad política, a pesar de ello existen algunos elementos paradójicos en los comienzos de la vida del partido en Arequipa como el hecho de que, si bien los Del Prado trabajaban directamente con Mariátegui y el Partido Socialista del Perú, sin embargo, el partido en Arequipa actuaba autónomamente. Es elocuente el caso de que, a los pocos días de conocerse la formación del nuevo partido este ya era denunciado de comunista por los diarios "El Pueblo" y "El Deber" al tener conocimiento que tanto Mercado como Chávez Bedoya habían expuesto, públicamente, los planteamientos revolucionarios de su organización. Otro elemento radica en que Augusto Chávez Bedoya llamaba machaconamente a la nueva organización “Partido Comunista" contra la opinión de otros y a la propia denominación del partido al que se adhirió en su asamblea fundacional, es que el camarada Alfredo era partidario de llamar a las cosas por su nombre. Finalmente, el último aderezo lo pusieron apristas y leguiístas pretendiendo dar al término “comunista” una connotación peyorativa y extremista relacionada con la subversión y el terrorismo. Lo cierto es que, antes del 1 de enero de 1930, ya se comenzó hablar en nuestra ciudad de "los comunistas" .
  • 13. No se puede afirmar, taxativamente, que el 7 de noviembre de 1929 se fundó "oficialmente" el partido comunista en Arequipa, pues nadie dijo "desde hoy queda constituido" etc. Además, el proceso de formación de la nueva entidad abarcó desde enero hasta noviembre de 1929 y se produjo de la unión de dos grupos revolucionarios: los trabajadores anarquistas del Grupo Rojo y los intelectuales marxistas del Grupo Revolución. Estos, una vez conjuncionados, empezaron sus labores procurando reclutar nuevos militantes entre lo mejor de la clase obrera, los que fueron organizados en células donde se les daba orientación ideológica y política hacia el marxismo leninismo. Héctor Ballón comenta que apenas "fundado" el partido se emitieron circulares a los primeros organismos celulares para la formación de fracciones en los gremios artesanales y sindicales, aprovechando el antecedente histórico, objetivamente demostrado de que el artesanado arequipeño fue el fundador de los organismos de defensa de los trabajadores por el espíritu de cuerpo que poseía. Herman Ugarte Chamorro, Decano, por los años 60, de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de San Agustín, se solazaba conversando con los estudiantes del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y de la Juventud del Partido Comunista (JCP) de esa Universidad, acerca de los episodios protagonizados por él en la formación del PC en Arequipa. Ugarte narraba que el año 29, a pesar de su juventud y siendo estudiante universitario, asistió, junto a Guillermo Mercado a las reuniones del Jardín Primavera. Recordaba con precisión sociológica los encuentros que empezaron la mañana del domingo 3 de noviembre de 1929 y acabaron el jueves 7. Los coloquios de Ugarte Chamorro con los estudiantes marxistas de la UNSA los llevaba a cabo en el local del Decanato de Letras situado en la Ciudad Universitaria. Relataba Ugarte que el año 27 se contactó con Jorge Del Prado y el Grupo Revolución y participó de sus reuniones, mezcla de arte, bohemia y política. Contaba sonriente, como anécdota, que allí adquirió el hábito de fumar lo mismo un cigarro, que una cajetilla o una tiza. Ugarte mantenía una especial relación con los jóvenes marxistas de la UNSA a pesar de que algunos afiliados al PCP-JCP lo acusaban de ciertas deslealtades con el partido, referentes al manejo administrativo de la Universidad. Esta acusación tuvo su origen en los diretes de Juan Reynoso Días, un curioso militante no militante, marxista no comunista del PC quien se las ingeniaba para controlar al partido dentro los claustros de dicha casa superior de estudios. "Lolo", como así lo llamaban, cultivaba (y cultiva aún) ciertos odios y rencores muy particulares, no solo contra Ugarte, que lo ha llevado a escribir dos tomos (hasta ahora) sobre sus agitados pasos por la Universidad agustina. A esos tomos Reynoso ha titulado "La Verdad", su rara verdad, claro está. Ricardo del Carpio (4), afirmaba que el gran animador de las reuniones del Jardín Primavera fue “el camarada Alfredo”: Augusto Chávez Bedoya quien, desde 1927, venía difundiendo en determinados círculos la obra de José Carlos Mariátegui. Don Ricardo contaba, por los años 80, que Chávez Bedoya y José Domingo Montesinos, pertenecieron a familias "aristocráticas" burguesas y terratenientes, antiguas y acomodadas. A esta clase social también pertenecieron las familias de Jorge del Prado y de Ugarte Chamorro. Dada su posición económica ellos pudieron tener acceso a literatura marxista, por eso, tempranamente, conocieron los escritos de Marx y Lenin y se dedicaron a difundirlos, hecho que les causó más de una contrariedad y amargura por las detenciones y destierros que sufrieron por este motivo, sobre todo los dos primeros. La familia de José Domingo Montesinos estaba compuesta por 13 miembros. Once hermanos sobrevivieron de un total de 19. Todos tuvieron posiciones avanzadas e ideas progresistas, unos más que otros, siendo José Domingo y Adela los que más participaron de las actividades del partido comunista. Augusto Chávez Bedoya tenía dos hermanos: José y Antonio. Ambas familias poseían fundos en el Valle de Tambo que les daba al hogar determinada estabilidad económica. Pese a ello, las dos familias tenían ideas progresistas para su época. El padre de los Chávez Bedoya fue un liberal de izquierda y por ello fue confinado a al Isla de San Lorenzo, lo mismo que sus hijos José y Augusto. José se confesó anarquista desde muy joven y murió como tal, Antonio era solo un joven "izquierdista" al que los problemas políticos no le causaban mayor preocupación. Fue Augusto quien, por sus ideas y por defender a los trabajadores, abandonó fortuna y familia para vivir, a salto de mata, siendo, por sus actividades partidarias, desterrado a Bolivia y a Chile hasta en dos oportunidades. A mediados de 1927, Chávez Bedoya viajó a Bolivia a lomo de mula, perseguido por la policía de Leguía. En La Paz contactó con Manuel Cerpa, un desterrado arequipeño, responsable de la "Célula Aprista de Bolivia" y lo convenció para que abandonara el partido de Haya de la Torre y participara de las reuniones de la fracción boliviana del partido marxista que Mariátegui estaba estructurando en Lima. Y así fue. Cerpa deja la Célula Aprista junto con buena parte de sus compañeros y con Chávez Bedoya organizaron un "Círculo de estudios marxistas" en La Paz. De Bolivia Augusto es nuevamente expulsado "por actividades antibolivianas" y se dirige a Santiago de Chile donde toma contacto con el Buró Sudamericano de la III Internacional, milita en el partido comunista chileno trabajando con Elías Lafferte y Luis Emilio Recabarren hasta fines de 1928. Ese año el Komintern decide su regreso al Perú. El PC chileno traslada a Chávez Bedoya de Santiago a la ocupada provincia de Arica y de allí a Tacna, como si se tratara de un “patriota” mapochino que viajaba para participar de la
  • 14. provincia de Arica y de allí a Tacna, como si se tratara de un “patriota” mapochino que viajaba para participar de la “chilenización” de las provincias peruanas ocupadas, desde la guerra de 1879, ante un posible plebiscito para determinar a que país querían pertenecer los habitantes de las provincias cautivas. Descubierto el ardid, en noviembre de 1928 las autoridades chilenas de Tacna lo expulsan a Moquegua, ingresando luego a Arequipa con el aura de perseguido por el régimen chileno por su condición de peruano. Esta circunstancia, casi rocambolesca, en que llegara Augusto Chávez Bedoya a Arequipa hizo que muchos le atribuyeron el papel de comisario del Komintern en el Perú. Chávez Bedoya, hasta su muerte, le dio a la cosa partidaria un manejo prusiano por el orden y disciplina que le imponía. Él, por los años 20-30, tenía muy clara su militancia comunista y su filiación marxista-leninista estaba a toda prueba. Ambas cualidades fueron adquiridas en el destierro mucho antes de la fundación oficial, en el Perú, de un partido con esas características. De vuelta a su ciudad natal, Augusto Chávez Bedoya, con remozadas ideas acerca de la organización leninista, producto de su militancia partidaria en Chile, persuade a Antonio, el menor de sus hermanos, de la necesidad de organizarse en un partido obrero revolucionario. Antonio lo contacta con Ricardo del Carpio Rosado, el hijo del peluquero más famoso de Arequipa, Antonio del Carpio, un viejo anarquista, admirador de Bakunín y Gonzáles Prada quien, en cada cliente que se acercaba para "cortarse" el pelo, barba o bigote veía un potencial militante "libertario". Antonio del Carpio era dueño de la "Peluquería Maury", la más elegante y moderna de Arequipa, ubicada en la segunda cuadra de la calle Santo Domingo, en el 211 para ser exactos: Su hijo Ricardo era, entonces, un joven y dinámico relojero quien mantenía sus reuniones con los artesanos anarquistas en el local de la peluquería de su padre. Chávez Bedoya gana para su causa al joven relojero, logrando que este abandonara las prácticas inorgánicas y conspirativas del anarquismo. Lo convence de la necesidad de organizar a los trabajadores y logra formar con él y su hermano Antonio un circulo de estudios marxistas al que uno tras otro se irían integrando el resto de los jóvenes "libertarios" amigos de Ricardo. Este grupo de muchachos que acompañaba a "Carpio Rosado" estaba compuesto, fundamentalmente, por peluqueros y relojeros, aunque también los seguía un carpintero de apellido Velásquez. Por la misma razón, Chávez Bedoya fue relacionándose, también, con los intelectuales y artistas del "Grupo Revolución" reunidos en la célula socialista de Arequipa y con los anarquistas del "Grupo Rojo". Carpio Rosado ya estaba ganado, ciertamente, a la causa de Chávez Bedoya. Esa era la razón por la que siempre actuaba de consuno con “el camarada Alfredo" en las conversaciones del Jardín Primavera que se realizaban con este fin. Jorge Del Prado en "Los años cumbres de Mariátegui" dice que el verdadero fundador del Partido Comunista y del Movimiento Sindical en Arequipa fue Augusto Chávez Bedoya, no solo por sus contactos con la III Internacional (Komintern) sino porque él fue el artífice de todas las tentativas que hubieron en Arequipa por constituir un partido marxista. Fue él, el primero en procurar organizar a los trabajadores en sindicatos, a los artesanos en gremios, a las mujeres en asociaciones y a los jóvenes en clubes; pero, sobre todo, hizo todo lo que estuvo a su alcance para darles un partido político, organizado a la manera de los bolcheviques rusos, con disciplina e ideología revolucionarias, basadas en leninismo. Por la evolución de los acontecimientos políticos en el Perú, a comienzos de 1930 el régimen leguiísta vuelve a deportar a Chile a Chávez Bedoya y él nuevamente se reintegra al PC chileno. Esta vez militará en una célula "peruana", junto a Jorge del Prado, José Domingo Montesinos, su hermana Adela y Pompeyo Herrera Mejía el esposo de ella, además de otros paisanos expatriados por el mismo motivo: "actividades comunistas". Es bueno anotar que Adela Montesinos viajó voluntariamente a Chile para reunirse con Herrera. Ella se incorporó a las tareas del PC chileno, trabajando estrechamente con Volodia Teitelboim, Marcos Chamudez -Secretario General del partido chileno-, y con su esposa Martha Vergara. En 1933 Adela quedó viuda, a los 23 años, regresando al Perú junto a su hermano José Domingo y su hijo Guillermo (Herrera Montesinos), en 1937. Constituido el partido en Arequipa, como parte de la estructura nacional de la organización fundada por Mariátegui, este se convirtió en el ariete de las movilizaciones contra la dictadura de Augusto B. Leguía en nuestra ciudad. En 1930 la convulsión política que se vivía en esa época en Arequipa, fue tal, que sirvió de pretexto o coartada al comandante Luis M. Sánchez Cerro para, desde aquí, pronunciarse contra el presidente Leguía perpetrando su golpe militar. Por ello, tanto el "Manifiesto del 22 de agosto" como los primeros documentos del gobierno golpista fueron redactados por José Luis Bustamante y Rivero, nada menos. En esta coyuntura Chávez Bedoya regresa por segunda vez, clandestinamente, al Perú en enero de 1931, llamado por el partido. Un levantamiento popular a nivel nacional, sin precedentes, obliga a Sánchez Cerro a dejar el poder sucediéndole, en 10 días, 4 "presidentes", entre ellos un obispo arequipeño llamado Mariano Holguín. David Samanez Ocampo se queda con el gobierno, culpa a los comunistas del caos existente y decide "pacificar al país" desatando en abril del 31 una feroz cacería contra ellos. Los comunistas en Arequipa, con Chávez Bedoya a la cabeza, trabajan en la clandestinidad dirigiendo el movimiento obrero y popular. A mediados de 1931 es convocada una "Asamblea de organizaciones populares" para analizar la situación política frente al proceso electoral convocado para el 11 de
  • 15. organizaciones populares" para analizar la situación política frente al proceso electoral convocado para el 11 de octubre y los constantes atropellos del gobierno contra los trabajadores y el pueblo en general. En esta Asamblea, participaron los principales gremios y organizaciones políticas de la ciudad. El partido estuvo representado por Augusto Chávez Bedoya quien presentó un frente con la UGA y los Ferroviarios, sin embargo, el discurso electoral y demagógico del APRA ganó más terreno que las propuestas del partido y sus aliados. Partido para hacer la revolución El partido comunista, en la Ciudad Blanca, se formó recogiendo las experiencias revolucionarias de varias generaciones de paisanos y como una invariable continuidad de las tradiciones del pueblo arequipeño. Antes de lo que podría llamarse "la fundación" del Partido Comunista, en Arequipa, los trabajadores se habían organizado en diferentes centrales, de acuerdo a su pensamiento político, según el rol que ocupaban en el proceso de producción o rama del trabajo independiente. Así, a comienzos del siglo XX, los trabajadores del departamento se encontraban agrupados en diferentes gremios de obreros o de artesanos según sea el caso. Héctor Ballón, un viejo militante del PC, quien por muchos años fue profesor y director de la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA) nos da una relación casi completa de estos gremios en su libro “Cien años de vida política de Arequipa 1890–1990”. De acuerdo al estudio de Ballón estos "organismos de defensa de la clase obrera" como el los llama, se les puede clasificar en centros, sociedades o cooperativas obreras, gremios de artesanos, de trabajadores independientes (Choferes), de empleados e intelectuales. Existe la versión de Sergio Caller (5) que el partido comunista fue organizado en Arequipa como una sección del partido comunista fundado en el Cusco o el 28 de enero o el 1º de febrero de 1929 por él. Según tal conjetura este "Partido Comunista" tenía como aspiración extender la doctrina y acción del "Grupo Ande Comunista" del Cusco hacia nuestra región. Esta versión no ha sido corroborada ni por documento alguno ni por la tradición oral que se ha heredado de los viejos dirigentes comunistas arequipeños que sobrevivieron hasta los años 80 del siglo pasado, como los hermanos Chávez Bedoya, Ricardo del Carpio, Isaías Valdivia o el propio Jorge Del Prado. Guillermo Mercado, que desde 1940 ya no mantenía relaciones orgánicas con el PC, nunca mencionó tal hecho; por el contrario, él se ufanaba no solo de ser uno de los fundadores del partido en Arequipa, sino de haber propuesto que el partido a fundarse en nuestra ciudad debiera llamarse "Partido Comunista de Arequipa". Con amargura contaba que su pedido no prosperó en vista que se estaba esperando el resultado de las conversaciones de Jorge Del Prado con Mariátegui. Mercado (lo mismo que los Chávez Bedoya y los Montesinos) siempre fue muy respetado por todos los sectores políticos de la localidad, de izquierda a derecha. Los comunistas arequipeños siempre lo consideraron como uno de los fundadores de su partido. Fue poeta y como prosista de fina pluma escribió para muchos medios, no habiendo jamás mencionado tal episodio aunque se diga lo contrario Lo real y concreto es que el Comité Departamental de Arequipa del Partido Comunista, no fue sección de ninguna otra organización, sino parte consustancial del partido fundado por Mariátegui y así comenzó a trabajar vehementemente, en sus años aurorales, en coordinación con esa organización. Se propuso, como meta, una política de crecimiento orgánico para atraer a su causa nuevos sectores y nuevos militantes, lo mismo se preocupó, no solo por conquistar el grueso del proletariado fabril de las pocas industrias que por esos años se iban estableciendo en nuestro departamento como curtiembres y otras. El Partido Comunista desde 1950
  • 16. El 13 de junio de 1950 Arequipa amaneció con la noticia de una huelga de escolares en el Colegio emblemático de Arequipa. El estudiantado de la "I" se declaró en huelga exigiendo mejoras materiales, cambio de métodos pedagógicos y la renuncia del director. El prefecto de Arequipa, Coronel (EP) Daniel Meza Cuadra, ordenó desalojar por la fuerza a los estudiantes que habían tomado el colegio. Cuando los policías quisieron cumplir la orden, sin dudas ni murmuraciones, los estudiantes se organizaron dentro del plantel y rechazaron la violencia de los asaltantes con los materiales de la construcción del internado que se llevaba acabo dentro del plantel La noticia de la carga policial corrió como un reguero de pólvora por la ciudad en el sentido que se estaba masacrando a los niños y en muchos casos a sus hijos. Cuando los padres acudieron al plantel para defenderlos, la policía, con torpeza inaudita, los tomó como rehenes para forzar a los estudiantes a dejar el colegio. Ante esta absurda torpeza, los trabajadores abandonaron las fábricas, los artesanos sus talleres, se cerraron los negocios, se paralizó el transporte y la gente se constituyó en los alrededores del plantel rodeando al destacamento policial. Se liberó a los rehenes y los estudiantes sublevados salieron del local en acto que consideraron su victoria y la derrota policial. Llevando a sus heridos por las calles concitaron la conmoción popular expresada en la realización inmediata de concentraciones callejeras a las que la policía atacó a balazos, apoyada por el ejército que también salió a las calles. Un obrero de la construcción al que solo se le conocía por el apellido Chicata, fue la primera victima. Le destrozaron el cráneo de un sablazo. Su cuerpo fue recuperado por los trabajadores del poder de la policía y fue paseado por las calles, y más tarde, velado en la universidad. Las barricadas comenzaron a levantarse por todo lado con asombrosa celeridad. Los camiones militares fueron asaltados por la muchedumbre, arrancando a los militares armas y municiones. Al día siguiente el pueblo le dio uso a las armas “confiscadas” y comenzó a disparar. Para las siete de la noche hasta el amanecer, el tiroteo se había generalizado en todo el centro de la ciudad comprendido entre la calles Pizarro-Colón y Cruz Verde-Villalba. Actores de esos acontecimientos, en el plano estudiantil fueron los pocos estudiantes comunistas que como Rómulo Gonzáles estudiaban en el plantel. Rómulo Gonzáles fue quien, luego de reventar el clásico "camaretazo", arengó a sus compañeros anunciando el comienzo de la huelga. Héctor Ballón cursaba el segundo año de secundaria. En la Universidad existía un buen grupo de estudiantes comunistas en el que destacaba Pedro Luis Gonzáles, Augusto Guillén Peralta, Mauro Irigoyen, Félix Vargas de Vinatea, Manuel Fuentes Delgado, Carlos Jaén Roldán, Enrique Soto León Velarde y el infaltable "no comunista" de hoy: Juan Reinoso Días. Ellos, con la simpatía de profesores
  • 17. León Velarde y el infaltable "no comunista" de hoy: Juan Reinoso Días. Ellos, con la simpatía de profesores universitarios como: César Guardia Mayorga, Miguel Ángel Rodríguez Rivas, Teodoro Núñez Ureta, Alfonso Montesinos, los hermanos Núñez Valdivia y Humberto Núñez Borja impulsaron y canalizaron el movimiento iniciado en el Colegio Nacional de la Independencia Americana. Núñez Borja, fue nombrado para constituir la Junta Provisional de Gobierno durante esos días, pero fue tomado preso por el gobierno y confinado en los calabozos de la prefectura de Lima. Fue el Centro de Trabajadores de Arequipa (CTA) dirigida por Eduardo Flores Mamani el que más contribuyó a darle una orientación política antidictatorial y democrática, la central regional de los trabajadores, en consulta con los empleados de la FECIA, la UGA, los ferroviarios, los choferes y la Asociación Estudiantil Universitaria decretó un paro general y fueron los sindicatos y los estudiantes los que organizaron la movilización popular. La prensa de esos días ocultó la participación del PC en el levantamiento de junio de 1950 "para no dar pretextos a la dictadura" y solo destacaron la participación de Francisco Mostajo, Carlos Bellido, Arturo Villegas, Arnoldo Guillén y Javier de Belaúnde además de militantes apristas o social cristianos, ocultando el papel de Augusto Chávez Bedoya y Teodoro Azpilcueta como delegados del PC ante la Junta Provisional de Gobierno presidida por Mostajo, secundado por Humberto Núñez Borja, el maestro universitario a quien todos tenían por comunista. La junta la integraban, además, Alfredo Roberts, Arnoldo Guillén y Carlos Ortiz Peralta. Guillermo Torreblanca y Raúl Acosta (los dos últimos comunistas) actuaron como delegados de los trabajadores. Por el prurito de no politizar el movimiento se ha tratado de ocultar la formación de la Guardia Urbana cuya comandancia general estuvo integrada, casi en su totalidad, por comunistas. La guardia urbana fue una suerte de milicia popular toda vez que la policía había puesto pies en polvorosa y ya no se encontraba patrullando en las calles. De esta forma el mismo pueblo impidió mayores desmanes como fueron la quema del Casino Militar, la casa del Prefecto, el saqueo de la "Zapatería Paredes" y otros negocios. La Compañía de Bomberos accedió a integrar esta Guardia Urbana proporcionando sus instalaciones para cuartel General. La Bomba otorgó distintivos sellados para que se reconociesen a sus integrantes. Los voluntarios inscritos pasaron del millar, cuando la población total de la ciudad no pasaba de cien mil habitantes. La organización de esta Guardia Urbana fue encomendada a Enrique Zapater y Carlos de la Riva, nada menos. La Guardia Urbana cuidó de la correcta administración de energía eléctrica a la ciudad y logró la rendición pacífica del destacamento del Ejército que cuidaba Radio Continental. Esa misma tarde la radio comenzó a propalar los comunicados de la Junta (local) de Gobierno, uno de los cuales decía: "La Junta Provisional de Gobierno de Arequipa, acaba de hacerse cargo del gobierno de la ciudad y comunica a los pueblos del Perú, que se ha iniciado la ansiada revolución por la libertad del pueblo peruano y la reivindicación de los derechos de la ciudadanía". Esta Junta Provisional hizo suyo el Paro General decretado por la Central de Trabajadores e inició conversaciones con el gobierno militar. Al día siguiente un segundo comunicado fue transmitido por Radio Continental donde se daba a conocer que una Comisión Popular se había entrevistado con el Prefecto del Departamento llegando a los siguientes acuerdos: 1. La Junta Provisional de Gobierno toma bajo su control los radios y periódicos; 2. La Milicia (Guardia) Urbana, en formación, toma bajo su control la ciudad para su custodia; y 3. Todas las autoridades nombradas por el gobierno central cesan en sus funciones. Cuatro días, llenos de incidentes habían pasado desde que se inició el conflicto. Se sucedieron tres prefectos. Tropas llegadas de otros departamentos rodearon la ciudad. Los combates se producían por todas partes. Los principales focos de resistencia estaban en el Municipio y la Universidad. Se abrieron "frentes" en la Pontezuela, en Radio Landa y nuevamente en Radio Continental. La balacera se generalizó en toda la ciudad. Los soldados tomaron los puentes y dispararon a discreción. Los defensores de la ciudad se instalaron en sitios estratégicos, resistiendo heroicamente. Desde los techos de los edificios, de los campanarios, desde las azoteas de las casas y las ventanas, el pueblo salió al encuentro no solo con los fusiles arrancados a la policía y al propio ejercito, sino con piedras, palos y botellas cargadas con gasolina (bombas molotov) que explosionaban al hacer impacto. Las noches del 14 y 15 de junio en la ciudad solo se escuchó la voz de la metralla y las descargas retumbaron como nunca. El tiroteo fue intenso. Durante esas noches la ciudad no durmió. Los francotiradores, apostados en diversos sitios, mantenían a raya al ejército. Muchos cayeron muertos y otros tantos heridos, en ambos bandos. Las ambulancias remplazando a la Cruz Roja, realizaron un trabajo continuo recogiendo a los heridos y los cadáveres.
  • 18. Al final solo quedaron dos focos de resistencia: uno en la Municipalidad y el otro en la Universidad donde los estudiantes y los trabajadores se defendieron bravamente. A media noche del 15 la tropa logró penetrar en la Universidad y reducir a sus defensores. Fue en el fragor de esa batalla cuando la Junta de Gobierno Local decide una tregua con el representante del segundo Prefecto, nombrado por el gobierno en reemplazo de Daniel Meza Cuadra: el Comandante Cardeña. Mostajo comisionó a 4 parlamentarios: Javier de Belaúnde, Arturo Villegas, Amoldo Guillén y Carlos Bellido. Ellos salieron del Concejo en misión de paz, portando una bandera blanca, pero la soldadesca del comandante Cardeña los recibió con una ráfaga de ametralladora. Cayeron muertos Bellido y Villegas y heridos Guillén y Belaúnde. Cardeña exigió una rendición incondicional. La Junta no aceptó. El Gobierno central se vio obligado a cambiar por tercera vez de Prefecto, nombrando al General Alejandro Ruiz Bravo, y este aceptó conversar con Mostajo y la Junta bajo nuevas condiciones, sin exigir la prepotente “rendición incondicional” de Cardeña. Se forma una Comisión Conciliadora compuesta, como siempre, "por los notables", los mismos que cosecharon los frutos del sudor y la sangre del pueblo. La Comisión Conciliadora llegó a los siguientes acuerdos con la prefectura: Se suspende el Paro General convocado por trabajadores y estudiantes y hecho suyo por la Junta Provisional. Se entrega a los caídos durante los acontecimientos de los días 13, 14 Y 15 cuyos sepelios se verificarán independientemente por cada familia el día 17. La Municipalidad se obliga a correr con todos los gastos que demande el entierro de las victimas civiles como de los heridos. El representante del gobierno central se compromete a poner en libertad a los dirigentes populares detenidos por el ejército, así como, la junta provisional gestionaría para que se pusiera en libertad a los oficiales policiales y militares detenidos por los combatientes de la ciudad y que estaban detenidos en diversos lugares. El ejercito y policía asumía los gastos del entierro de sus efectivos y la curación de sus heridos. No habrá represalias contra los Sindicatos y sus dirigentes. Se acoge los reclamos de los estudiantes del Colegio Nacional de la Independencia. A las 8 de la noche del día 16 de junio de 1950 se firmaron los acuerdos de paz y la ciudad volvió nuevamente a la tranquilidad. Los comunistas arequipeños y el movimiento obrero: la FDTA El 20 de enero de 1951 en el viejo Ateneo Municipal de Arequipa, culminó con una gran ceremonia pública y multitudinaria, el congreso de la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa realizado en diciembre, el mismo que confirmó a la FDTA como la máxima central laboral del departamento logrando unificar, sobre criterios clasistas, la organización de los trabajadores. La nueva central basaría su práctica, tanto en la unidad sindical, mantenida en la comunidad de intereses de la clase obrera, como en el centralismo democrático que es la concentración de las decisiones de las bases bajo una sola dirección. Este último principio establecería el respeto a las opiniones de las minorías y el acatamiento disciplinado de éstas a las decisiones de la mayoría. Las más viejas referencias acerca de las primeras formaciones sindicales en Arequipa se remontan a comienzos del siglo XX con la instalación de las primeras industrias fabriles en la ciudad. Trabajadores sindicalistas de todas las orientaciones ideológicas y tendencias políticas tuvieron sus primeros encuentros a partir de los años 20 siguiendo el ejemplo de sus hermanos de clase del resto del país, principalmente de Lima y Callao y de paisanos suyos como Javier Sánchez y Benito Bonifaz, artesanos arequipeños que en 1868 se habían levantado en armas para defender su ciudad y lo que ellos consideraban como principios de fe patriótica, combatiendo, fusil en mano, en calles y barricadas contra el agresor venido de la capital de la república, agresor que algunas veces tenía de su parte la razón, como así fue en 1868. Fueron los anarquistas de finales del XIX y principios del XX los que fundaron diversos organismos de defensa de los trabajadores como: el Centro Social Obrero de Arequipa el 22 de julio de 1905, la Cooperativa Obrera de Caja de Ahorro el 1º de mayo de 1912, la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos en el Huaico el 20 de setiembre de 1917, la Coalición Obrera de los Barrios y Socorros Mutuos el 12 de diciembre de 1918. Por su parte los artesanos fundaron la Sociedad Unión de Sastres el 18 de setiembre de 1918, la Sociedad Mutua de Peluqueros el 29 de febrero de 1919 y la Sociedad Unión de Choferes de Arequipa el 18 de setiembre de 1919. Ese año también se constituyó la Federación de Zapateros y Socorros Mutuos y en 1925 la Sociedad Gremial de Panaderos. (*)
  • 19. de Zapateros y Socorros Mutuos y en 1925 la Sociedad Gremial de Panaderos. (*) La Confederación Obrero Ferrocarrilera del Sur fue fundada el 3 de noviembre de 1919. la Confederación de Empleados en Ferrocarriles el 29 de enero de 1924, la Confederación de Tranviarios y Electricistas de Arequipa el 8 de noviembre de 1924. En 1925, obreros albañiles, ya en contacto con sindicalistas de pensamiento marxista, fundan la Sociedad de Trabajadores del Ramo de la Construcción. Con estas bases se crea ese año la Federación Local de Sociedades Obreras de Arequipa. Finalmente, y como organizaciones independientes, se formarín la Federación de Empleados de Comercio y la Industria el 28 de setiembre de 1926 y la Federación de Intelectuales Artistas y Trabajadores el 30 de noviembre de 1926. (*) El antecedente más cercano a la creación de la FDTA se encuentra en la fundación de la Unión Gráfica Arequipa (UGA) el 26 de junio de 1930 y luego en la Federación Obrera Local (FOL) formada en base a la UGA y otras organizaciones pequeñas, ese mismo año. Cabe destacar que para burlar el acoso del Estado y del patrón, los obreros gráficos de Arequipa decidieron no llamar sindicato a su organización sino, simplemente "Unión". Al poco tiempo la FOL es ilegalizada creándose en 1932, en su reemplazo, la Unión Sindical Obrera de Arequipa la misma que, al cabo de unos años, corrió la misma suerte. El 22 de junio de 1940, la perseverancia y la pertinaz tenacidad de los trabajadores arequipeños hizo que organizaran en el Centro de Trabajadores de Arequipa (CTA) conformado, además de los gráficos de la UGA, por obreros de las Curtiembres "Ibáñez" y América (Pedro P. Díaz), Leche Gloria, Cervecería y los obreros de la "Sociedad de Trabajadores del Ramo de la Construcción" o sea lo que es hoy Construcción Civil. Este "Centro" duró hasta 1948 fecha en que se realiza la primera conferencia obrera que se propuso como meta llamar al primer congreso departamental de trabajadores, procurando congregar a un número mayor de organizaciones sindicales. Esa conferencia obrera convirtió a la CTA de "Centro" en "Confederación", encargándosele la tarea de convocar al magno evento. En el empeño, le acompañaría la Confederación Ferrocarrilera del sur dirigida por Guillermo Torreblanca, la FECIA (Federación de Empleados del Comercio y la Industria de Arequipa) con Luis Héctor Salas a la cabeza, la Central de Choferes y Anexos de Felipe Villasante, la Federación de Empleados Bancarios cuyo secretario general era Julio Vizcarra, el Sindicato de Obreros del Tranvía Eléctrico (TEASA) de Arequipa, el Sindicato de Telefonistas y Electricistas de Arequipa y el Sindicato de Campesinos de Caylloma dirigidos por Jesús Quispe Begazo. Para constituir la nueva central obrera, los trabajadores eligieron una Comisión Organizadora del primer congreso departamental de trabajadores, esta comisión tomó el nombre de "Comité Departamental de Trabajadores" y lo presidió Mariano Bejarano quien hizo las veces de Secretario General. El levantamiento popular de junio de 1950, conocido por unos como "La Revolución de Arequipa" o "El Levantamiento de la I", por otros, sorprendió a los trabajadores en plena organización de su congreso, teniendo que posponer su realización unos meses. La represión de la dictadura militar de Odría obligó al Comité Departamental y a la CTA a programar nuevas acciones de lucha en vista de los acontecimientos que se generaron en el Colegio Nacional de la Independencia Americana. Junto a los otros integrantes del Congreso se convocó al Paro General el día 14 de junio, pese a la poca organización habida en ese momento. Sin embargo, los obreros comunistas movilizaron al pueblo en las faenas de esos días. Dirigentes del PC como Augusto Chávez Bedoya y Teodoro Azpilcueta participaron de la formación de la Junta Provisional de Gobierno Local presidida por Francisco Mostajo. Otros como Teodoro Nuñez Ureta, Enrique Zapater y Carlos de la Riva, formarían la "Milicia Popular" adjunta a la Guardia Urbana, creada por la Junta Local en base a la Compañía de Bomberos voluntarios. La Milicia Popular participó en la toma de Radio Continental y en la reducción de algunos camiones militares que patrullaban la ciudad. Finalmente, se intentó organizar el Socorro Rojo, tarea encargada al médico Juan Casapía junto a Elena Butrón, Doris Paredes y Luzmila Rivera. Ellos (y ellas) fueron los que socorrieron a los heridos de la Plaza de Armas la noche del tiroteo del 14 de junio y los que trataron de auxiliar, sin éxito, a Carlos Bellido Gutheridge, el parlamentario acribillado por la soldadesca. Luego de esos días que convulsionaron la ciudad, se retomó a la organización del Congreso. La CTA, de innegable tendencia comunista, tomó la iniciativa de invitar a este evento a la USTA, de vocación aprista, que aceptó participar bajo ciertas condiciones. El APRA, por esos días y, teniendo como base el sindicato de obreros textiles de El Huayco había creado la Unión Sindical de Trabajadores de Arequipa (USTA). Así fue que entre los días 17 al 21 de Diciembre de 1950 en el local del Centro Social de Trabajadores, situado en los altos del Ateneo Municipal, se llevó a cabo el encuentro de 32 bases sindicales de obreros, campesinos y empleados, las que dieron nacimiento a la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa, la actual FDTA. Los congresistas, en decisión histórica, eligieron una primera junta directiva presidida por Guillermo Torreblanca de la Unión Ferrocarrilera del Sur e integrada por Raúl y Luis Acosta Salas de la Unión Grafica, Víctor Salas Rodríguez y Augusto Salazar Ortiz por el Sindicato de Choferes camioneros, Bernardo Linares Fajardo por Construcción Civil, Luis Héctor Salas por los empleados de FECIA; Víctor Medina Jáuregui y Raúl Lozada Daza, por los maestros; Pablo
  • 20. Héctor Salas por los empleados de FECIA; Víctor Medina Jáuregui y Raúl Lozada Daza, por los maestros; Pablo Alarcón y Ricardo del Carpio Rosado por los artesanos. Y, junto a ellos, Mariano Bejarano, Rubén Pajuelo, Eduardo Flores Mamani, Tomás Villagra y Maximiliano Huaracha, quienes se habían convertido en los grandes animadores de este acontecimiento. De acuerdo a la resolución final del Congreso, la Junta Directiva, elegida en ese máximo evento, debería hacerse cargo de sus funciones antes de 30 días, y se escogió el sábado 20 de enero de 1951 para la ceremonia de juramentación de los nuevos directivos. Por eso, dicha fecha es considerada como fundacional por los trabajadores. Trascendental en la constitución de FDTA como la máxima central sindical del departamento fue la participación del Partido Comunista, el PC destacó a sus mejores cuadros nacionales para la realización de este evento en plena dictadura militar de Manuel Odría. Fueron los comunistas quienes imprimieron carácter de clase a la nueva organización sindical (en vista que habían otras organizaciones gremiales que solo existían para reclamar migajas a sus patrones) uniendo a sus reclamaciones, estrictamente laborales, propuestas políticas. De aquí en adelante los trabajadores arequipeños no solo lucharían por mejores salarios o gratificaciones, sino que pelearían por democracia y libertad y añadirían, explícitamente, algo que pondrían los pelos de punta a los empresarios capitalistas, la palabra “socialismo”. Los trabajadores lo dirían explícitamente. En 1955 otro hecho importante protagonizaron los trabajadores de la FDTA. El 22 de diciembre se produjeron choques entre la policía militarizada de la dictadura militar de Manuel Odría, reforzada con matones llegados de Lima y manifestantes opositores. Las únicas víctimas de estos incidentes fueron trabajadores y estudiantes que repudiaban tanto a los abusos de la policía militarizada como al oportunismo de la derecha oligárquica que quiso aprovecharse del clima político que entonces se vivía en nuestra ciudad, adverso a la dictadura que auparon en su momento. La FDTA llamó a la formación de un Frente Único Obrero Estudiantil para enfrentar a Odría. Este se concretó el 23 (de diciembre) en el Paraninfo de la Universidad Nacional de San Agustín y de inmediato se convocó a un Paro General por el cual se exigía la salida del ministro de gobierno y policía Alejandro Esparza Zañartu, responsabilizándolo de la brutal represión del 21 de diciembre. El 24 ante la contundencia del Paro General el temido ministro Esparza fue destituido. Fin de este capitulo de la legendaria historia de la FDTA. La FDTA, hasta fines del siglo pasado -antes que Fujimori desmantelara el Parque Industrial- fue la central obrera más combativa del Perú y la que protagonizara los más grandes levantamientos populares de mitad y fines del siglo pasado debido a que Arequipa tenía una poderosa fuerza laboral de mayoritaria composición obrera. La FDTA durante ese periodo protagonizó el primer (y tal vez el único) paro político del Perú, llevado a cabo los días 19, 20, 21 y 22 de setiembre de 1952 con la exclusiva finalidad de exigir la libertad de Raúl Acosta Salas, Secretario General de la UGA, dirigente de la FDTA y miembro de la dirección departamental del Partido Comunista. Por su doble condición de dirigente obrero y comunista Acosta Salas fue secuestrado el 15 de setiembre y trasladado en avión a Lima por la policía política del gobierno militar, toda vez que se venía venir una protesta masiva de los sindicatos por reclamos salariales y libertades democráticas. El secuestro de Salas precipitó la paralización y esta fue acatada por toda la fuerza laboral de Arequipa a excepción de algunas peluquerías y el Correo Central. El gobierno mandó detener a Acosta solo por ser comunista y los trabajadores lo rescataron solo por ser comunista. No hubo otro punto en la orden del día. El prefecto Ricardo Pérez Godoy se vio obligado a viajar a Lima para gestionar directamente su excarcelación. Al cuarto día de negociaciones, iniciadas el 18 de setiembre, los ánimos se tranquilizaron cuando el “Camarada Renato” (nombre de combate de Acosta) regresó sano y salvo.
  • 21. El Movimiento estudiantil en los 60'. De la “I” a la “J” A mitad del siglo XX la política exterior norteamericana pretendía uniformizar criterios en su cruzada contra el comunismo. El Perú estaba gobernado por una dictadura militar de cuyo mandato los trabajadores estaban hartos y la burguesía fatigada. Lo mismo pasaba en Venezuela. En Colombia fue asesinado Eliécer Gaitán el líder de la oposición liberal, este crimen provocó “el Bogotazo” y dio comienzo a la lucha armada que años más tarde fue retomada por las FARC. Finalmente en Bolivia sucedió algo atípico, una revolución popular liderada por el MNR derrocó a la oligarquía y ajustició al presidente de la república e instauró un gobierno popular.. En junio de 1950, en Arequipa, ocurrió el levantamiento estudiantil del Colegio Nacional de la Independencia Americana conocido como “la Revolución del 50” del que poco se ha escrito a pesar de lo mucho que de ellol se ha hablado. En 1955 otra revuelta obligó al dictador militar que gobernaba entonces: Manuel A. Odría, a convocar elecciones generales. Protagonistas de ambas jornadas fueron la Federación de Trabajadores y el Partido Comunista La leyenda que se tejió alrededor de uno y otro suceso, sobre todo del primero, y el desempeño de conocidos líderes comunistas en ambas contingencias hizo que en el Colegio de la Independencia crecieran las simpatías de los estudiantes “alfeñiques” hacia el socialismo, a pesar de que el profesorado, mayoritariamente, fuera de orientación aprista. Se fabricó una suerte de “tradición” huelguística del colegio bolivariano que hacía de sus estudiantes, revoltosos por excelencia. Con razón o sin ella, a partir de 1950 se hizo ”tradicional” la huelga del año, organizada alternativamente por los estudiantes de cuarto o quinto, “evento” que iba forjando futuros líderes con tendencias izquierdistas. Estos acontecimientos, jornadas y tradiciones, determinaron que, años más tarde, ingresara oficialmente al PC muchos ex alumnos de este plantel al que propios y extraños prefieren llamar ”glorioso”. Todos con ideas definidas del socialismo y el comunismo. Entre los sucesos de junio del 50 y setiembre de 1952 habían mediado una serie de acontecimientos que transformaron la historia social de nuestra ciudad. Los trabajadores, en histórico congreso se habían unido en una sola organización: la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa (FDTA) y los estudiantes universitarios lo hicieron a través de la Federación Universitaria de Arequipa (FUA). Los acontecimientos de junio de 1950 habían determinado que a partir de la fecha apristas y comunistas se disputaran enconadamente la influencia política no solo en la Universidad sino, también, entre los estudiantes del Colegio de la Independencia. Del 51 al 56 habían ingresado a la Universidad los protagonistas del levantamiento del 50, entre ellos, Rómulo Gonzáles, Daniel Neira Salinas, Luis Ordóñez Carrera, Sigifredo Zegarra, Luis Yañez, Héctor Ballón y otros. El 56 ingresaron Juan Lazo y Marcial Chalco. En 1957 lo hicieron otro buen grupo, todos con ideas definidas del socialismo y el comunismo, muchos de ellos eran ya militantes de la juventud del PC. En la Universidad de San Agustín los estudiantes comunistas se fueron organizando en sucesivas agrupaciones: el Movimiento Autentico Revolucionario (MAR) el Frente Reformista Auténtico (FRA), hasta llegar al FER (reformista) para, luego, el 20 de junio de 1951 junto a otras agrupaciones políticas constituir (o más exactamente reconstituir) la Federación Universitaria de Arequipa (FUA), en base a la "Asociación Universitaria de Arequipa" que no tenía una configuración orgánica. A partir de entonces la FUA se forma en base a la estructuración descentralizada de los centros federados de alumnos de cada facultad, los mismos que deberían confluir en un organismo superior centralizado. Estudiantes de todas la tiendas políticas decidieron ese 20 de junio convocar a elecciones universitarias para el 9 de julio siguiente donde se elegiría presidente y vicepresidente de la federación de estudiantes y los delegados por cada Facultad o escuela profesional. Un total de 17 dirigentes estudiantiles se harían cargo, en adelante, de la organización estudiantil más