1. DESARROLLO LIBIDINAL
Y
ORGANIZACIONES SEXUALES
UNIVERSIDAD DEL VALLE DE
MÉXICO
CAMPUS HISPANO
KAREN DANAE SANTANA PÉREZ
“SEMINARIO DE FORMACIÓN EN
HABILIDADES CLÍNICAS”
FACILITADORES:
MTRO. JUAN ELÍAS CAMPOS
GARCÍA
MTRO. JOSÉ MANUEL BEZANILLA
SÁNCHEZ
2. Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil, por
inequívocas que puedan ser en los últimos años de la
infancia, parecen al comienzo perderse en lo indeterminable.
No poseemos una señal universalmente admitida que
permita determinar la naturaleza sexual de un proceso.
Los criterios biológicos, como las periodicidades de 23 y 28
días establecidas por W. Fliess [1906], son todavía
enteramente cuestionables; las propiedades químicas de los
procesos sexuales, cuya existencia estamos autorizados a
sospechar, esperan aún ser descubiertas.
3. Las perversiones sexuales de los adultos son algo aprehensible
e inequívoco.
Pueden llamárseles signos
degenerativos o de otro
mundo.
SEXUALIDAD REPRODUCCIÓN
NO COINCIDEN
4. Algo «sexual» no es «genital» ni tiene nada que
ver con la reproducción. Esta es sólo una
semejanza formalsemejanza formal
5. Lo que confiere un carácter tan inequívocamente sexual a la
práctica perversa, a pesar de la ajenidad de su objeto y de sus
metas, es la circunstancia de que el acto de la satisfacción
perversa desemboca la mayoría de las veces, en un orgasmo
completo y en el vaciamiento de los productos genitales.
MADUREZ DE LAS PERSONAS
En el niño difícilmente son posibles el orgasmo y laEn el niño difícilmente son posibles el orgasmo y la
excreción genitalexcreción genital
6. Perversiones sexuales Práctica sexual normal
Rara vez le falta un
rasgo perverso
El beso merece el nombre de un acto perversoacto perverso, pues
consiste en la unión de dos zonas bucales
erógenas en lugar de los dos genitales.
Pero nadie lo condena por perverso; al contrario, en la
representación teatral se lo admite como una alusión
velada al acto sexual.
7. Lo esencial de las perversiones no consiste en la
trasgresión de la meta sexual, ni en la sustitución de los
genitales, ni siquiera en la variación
del objeto, sino solamente en que estas desviaciones se
consuman de manera exclusiva,
dejando de lado el acto sexual al servicio de la reproducción.
Las acciones perversas dejan de
ser tales en la medida en que se integran en la
producción del acto sexual normal como unas
contribuciones que lo preparan o lo refuerzan.
9. La sexualidad infantil
carece, globalmente considerada, de semejante centramiento
y organización; sus diversas
pulsiones parciales tienen iguales derechos y cada una
persigue por cuenta propia el logro de
placer.
Tanto la ausencia como la presencia de centramiento
armonizan muy bien.
SEXUALIDAD
Perversa Normal
Nacen de lo infantil
10. Llamamos sexuales a las dudosas e indeterminables prácticas
placenteras de la primera
infancia porque el camino del análisis nos lleva a ellas desde los
síntomas pasando por un
material indiscutiblemente sexual.
Ya desde el tercer año de vida la sexualidad del niño,
empiezan a excitarse los genitales y quizá sobreviene
regularmente un período de masturbación infantil
satisfacción genital.
11. Las manifestaciones anímicas y
sociales de la vida sexual ya no se
echan
de menos
elección de objeto
preferencia tierna por
determinadas personas
predilección por uno de los
sexos
los celos
12. Los niños de entre tres y ocho años han aprendido a ocultar
lo sexualsexual, pero si ustedes prestan atención podrán reunir
buenas pruebas de los propósitos «sensuales» de esta ternura.
Más o menos desde el sexto al octavo año de vida en
adelante se observan una detención y un retroceso en el
desarrollo sexual, que, en los casos más favorables desde el
punto de vista cultural, merecen el nombre de período de
latencia.
Las vivencias y mociones anímicas anteriores al
advenimiento del período de latencia son víctimas, en su
mayoría, de la amnesia infantil, ese olvido que ya elucidarnos,
que oculta nuestros primeros años de vida y nos aliena de
ellos.
13. Desde el tercer año de vida, la
sexualidad del niño muestra mucha
semejanza con la del adulto; se
diferencia de esta por
la falta de una organización
fija bajo el primado de los
genitales
los inevitables rasgos
perversos
la intensidad mucho menor
de la aspiración en su
conjunto.
14. Ahora podemos indicar la conformación de la vida sexual del
niño antes de que se instaure el primado de los genitales; este se
prepara en la primera época infantil, la anterior al período de
latencia, y se organiza de manera duradera a partir de la
pubertad.
En esta prehistoria hay una suerte de organización laxa que
llamaremos pregenital: en esta fase no se sitúan en el primer
plano las pulsiones parciales genitales, sino las sádicas y anales.
La oposición entre masculino y femenino no desempeña todavía
papel alguno; ocupa su lugar la oposición entre activo y pasivo,
que puede definirse como la precursora de la polaridad sexual, con
la cual también se suelda más tarde.
Lo que nos parece masculino en las prácticas de esta fase, sí las
consideramos desde la fase genital, resulta ser expresión de una
pulsión de apoderamiento que fácilmente desborda hacia lo cruel.
15. Aspiraciones de meta pasiva se anudan a la zona erógena del
orificio anal, muy importante en este período.
La pulsión de ver y la pulsión de saber despiertan con fuerza;
los genitales participan en la vida sexual propiamente dicha
sólo
en su papel de órganos para la excreción de la orina.
En esta fase las pulsiones parciales no carecen de objetos, pero
estos no necesariamente coinciden en uno solo.
La organización sádico-anal es la etapa que precede
inmediatamente a la fase del primado genital.
16. Por detrás de la fase sádico-anal del desarrollo libidinal
obtenemos todavía la visión de una etapa de organización más
temprana, más primitiva aún, en que la zona erógena de la boca
desempeña el papel
principal.
La vida sexual -lo que llamamos la función libidinal- no
emerge como algo acabado, tampoco crece semejante a sí misma,
sino que recorre una serie de fases sucesivas que no presentan
el mismo aspecto; es, por tanto, un desarrollo retomado varias
veces, como el que va de la crisálida a la mariposa.
El punto de viraje de ese desarrollo es la subordinación de
todas las pulsiones parciales bajo el primado de los genitales y,
con este, el sometimiento de la sexualidad a la función de la
reproducción.
17. vínculo de las pulsiones
sexuales parciales con el objeto
El primer objeto de los componentes orales de la pulsión sexual es el
pecho materno, que satisface la necesidad de nutrición del lactante.
Llamamos a la madre el primer objeto de amor. De amor hablamos, en
efecto, cuando traemos al primer plano el aspecto anímico de las
aspiraciones sexuales y empujamos al segundo plano, o queremos olvidar
por un momento, los requerimientos pulsionales de carácter corporal o
«sensual» que están en la base.
Para la época en que la madre deviene objeto de amor ya ha empezado en
el niño el trabajo psíquico de la represión, que sustrae de su saber el
conocimiento de una parte de sus metas sexuales.
La madre cuida de todas las necesidades del niño, y por eso este tiene
interés en que ella no haga caso de ninguna otra persona.
el interés egoísta sólo ofrece el apuntalamiento al cual se anuda la
aspiración erótica.
18. En el caso de la niña pequeña, la actitud de tierna dependencia
hacia el padre, la sentida necesidad de eliminar por superflua a
la madre y ocupar su puesto, una coquetería que ya trabaja con
los recursos de la posterior feminidad, dan por resultado
justamente en la niña pequeña una imagen encantadora, que
nos hace olvidar la seriedad de esta situación infantil y las
posibles consecuencias graves que esconde.
No dejemos de agregar que con frecuencia los propios padreslos propios padres
ejercen una influencia decisiva para que despierte en el niño ladespierte en el niño la
actitud del Edipo:actitud del Edipo: se dejan llevar ellos mismos por la atracción
sexual y, donde hay varios hijos, el padre otorga de la
manera más nítida su preferencia en la ternura a su hijita, y la
madre a su hijo.
19. En la época de la pubertad, cuando la pulsión sexual plantea sus
exigencias por primera vez en toda su fuerza, los viejos objetos
familiares e incestuosos son retomados e investidos de nuevo
libidinosamente.
En esta se despliegan procesos afectivos muy intensos, que siguen
el mismo rumbo del complejo de Edipo o se alinean en una reacción
frente a él.
No obstante, y por el hecho de que sus premisas se han vuelto
insoportables, esos procesos tienen que permanecer en buena parte
alejados de la conciencia.
Desde esta época en adelante, el individuo humano tiene que
consagrarse a la gran tarea de desasirse de sus padres; solamente
tras esa suelta puede dejar de ser niño para convertirse en miembro
de la comunidad social.
20. Para el hijo, la tarea consiste en desasir de la madre sus deseos
libidinosos a fin de emplearlos en la elección de un objeto de amor
ajeno, real, y en reconciliarse con el padre si siguió siéndole hostil
o en liberarse de su presión si se le sometió corno reacción frente a
su sublevación infantil
Pero los neuróticos no alcanzan de ningún modo esta solución;
el hijo permanece toda la vida sometido a la autoridad del padre y
no está en condiciones de transferir su libido a un objeto sexual
ajeno. Esta misma puede ser, trocando la relación, la suerte de la
hija.
El complejo de Edipo es considerado como el núcleo de las
neurosis.
21. Todos los hombres, y no sólo los neuróticos, tienen
sueños perversos, incestuosos y asesinos concluimos que
también los que hoy son normales han recorrido la vía de
desarrollo que pasa por las perversiones y las
investiduras de objeto del complejo de Edipo, que esa vía
es la del desarrollo normal y que los neuróticos no hacen
más que mostrarnos aumentado y ampliado lo que el
análisis de los sueños nos revela también en las personas
sanas.
Este es uno de los motivos por los cuales el estudio de
los sueños precederá al de los síntomas neuróticos.