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Sexualidad y adolescencia
                                                                                       L. Mitjans Lafont
                                                                                          Médico, Sexólogo.
                                            Unitat de Salut Sexual i Reproductiva, S. Promoció de la Salut.
                          Dirección General de Salut Pública, Conselleria de Sanitat, Generalitat Valenciana.



                                                         Rev Pediatr Aten Primaria. 2005;7 Supl 1:S 89-95



     Resumen
     Si durante la infancia el sexo es el hecho más radical a nivel existencial, durante la ado-
lescencia, además, se convierte en el hecho más radical a nivel vivencial. La adolescencia,
como período vital y social, se puede referenciar como un período de “reindividuación se-
xual”, en el que dominan unos cambios guía: pasar de un cuerpo de niña/o a un cuerpo de
mujer/varón; transformar una identidad infantil en una identidad adolescente; sustituir el
núcleo fusional familiar por el núcleo fusional externo; el deseo sexual, como investimien-
to erótico del “otro”, se convertirá en el motor vivencial que con más fuerza organizará el
mundo de los afectos y sentimientos.
     Las diferencias con base neuro-hormonal separan los puntos de arranque del proceso:
las chicas se adelantan casi dos años a los chicos. Pero tanto en ellas como en ellos el cuer-
po va a ser el escenario de la acción, el cuerpo como sustento y como carta de presentación
de esa nueva identidad incipiente. Sus nuevas capacidades fisiológicas procreadoras recién
estrenadas, la maduración ovárica y testicular, van a tomar significados vivenciales y socia-
les diferentes en nuestro contexto cultural: la legitimación del placer y el deseo sexual co-
mo un proceso activo va a ser mucho más lineal para los adolescentes y mucho menos ex-
plícito en las adolescentes.
     La sexualidad, la manera de vivirse como varón o como mujer, se convierte en la ado-
lescencia en el registro más emergente de sus vidas.
     Esta realidad marca los objetivos de competencia en la educación sexual en la adoles-
cencia.
     Palabras clave: Adolescencia, Identidad sexual, Deseo sexual, Sexualidad.

     Abstract
     If, during infancy, sex is the most radical act at an existential level, then, during adoles-
cence, it also becomes the most radical act in terms of experience. Adolescence, as a vital
and social period, can be refered to as a period of “sexual revindication” in which some
guideline changes dominate: the change from a childlike body to that of an adult, transform
an infantile identity into an adolescent one, sustitute the fusional family nucleus for an ex-
ternal nucleus; sexual desire, like the erotic awakening of the “other”, will be converted in
to the vital motor that, with more effort, will organise the world of affections and feelings.
     Neuro-hormonal differences separate the starting points of the process: girls overtake
boys by almost two years. However, as much for boys as for girls, the body is the scene of



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                                 Revista Pediatría de Atención Primaria
                                        Vol. VII, Suplemento 1, 2005
Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia


action, the body as sustenance and as presentation letter of theis new budding identity. It’s
new-found procreative, psychological capacities, ovarian and testicular maturity, will take
significant vital and social differences in our cultural context: legitimization of pleasure and
sexual desire as an active process will be much more lineal for adolescents and much less
explicit in adolescents.
     Sexuality, the way of living life as a man or a woman, becomes for adolescents, the
most apparent change of their lives.
     This reality marks the objectives of competence in sexual education in adolesence.
     Key words: Adolescence, Sexual identity, Sexual desire, sexuality



   La activación del sistema funcional                              de manera inequívoca en una de las dos
formado por el eje hipotálamo-hipofisa-                             nuevas situaciones posibles: ser una mu-
rio-gonadal (ovárico y testicular) y la                             jer o ser un hombre. Habitualmente este
subsiguiente cascada de procesos de                                 es un proceso identificatorio sin dema-
cambio madurativo que se producen en                                siada discontinuidad entre la identidad
una época del desarrollo vital de las ni-                           infantil y la nueva, las niñas construyen
ñas y niños reflejan sin lugar a dudas los                          mujeres y los niños varones.
aspectos filogenéticos del manteni-                                    Esta imagen de continuidad no debe
miento de la especie a través de la pro-                            engañarnos sobre el potencial de con-
creación sexuada y los aspectos ontoge-                             flicto que genera este período vital, tan-
néticos de la diferenciación sexual en la                           to a nivel vivencial del sujeto como del
especie humana.                                                     entorno que lo enmarca.
   Los cambios puberales (cambios so-                                  La adolescencia, como período vital y
mato-psíquicos), esencialmente dimór-                               social, se puede referenciar como un
ficos en cuanto a caracteres sexuales se-                           período de “reindividuación sexual”, en
cundarios, provocan una realidad social                             el que dominan unos cambios guía: pa-
radical: la capacidad de ser fértiles va a                          sar de un cuerpo de niña/o a un cuerpo
unir y a separar definitivamente a los                              de mujer/varón; transformar una identi-
sexos.                                                              dad infantil en una identidad adolescen-
   Esta capacidad para procrear tiene, co-                          te; sustituir el núcleo fusional familiar
mo hemos señalado, unas implicaciones                               por el núcleo fusional externo; el deseo
sociales de vital importancia. Este nuevo                           sexual, como investimiento erótico del
estatus implica la asignación de toda una                           “otro”, se convertirá en el motor viven-
cascada de prerrogativas y demandas                                 cial que con más fuerza organizará el
que va a situar a las niñas y a los niños                           mundo de los afectos y sentimientos.


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Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia



Los cuerpos y las identidades                       tales externos más o menos conforma-
   Decíamos que el primer mandato que               dos como hembra o como macho de la
deben cumplir los adolescentes será                 especie. Nadie pone en duda en esos
convertirse, casi de la noche a la maña-            momentos la bondad y la exclusividad
na, en mujeres y hombres.                           de la asignación en base a esa vulva y a
   Sí hay un rasgo estructural que se re-           ese pene. ¡Es una niña! o ¡es un niño!
pite en todas las sociedades humanas:                 Coincidiendo con el inicio del proceso
adjudicar de manera diferencial e ine-              de socialización temprano, que también
quívoca formas, funciones, pensamien-               inicia la época llamada como 2.ª infan-
tos, expectativas, apetencias, predispo-            cia, en la que el grado de individuación,
siciones e incluso derechos a cada sexo             por lo tanto de autonomía, ya permite
con el objetivo de clarificar en la organi-         claramente significar singularidades, esta
zación social la distinción entre varón y           asignación empieza a ser más exigente.
mujer. Constituyéndose ambos sexos de                 La presión, ejercida a través de la fa-
esta forma como polos opuestos, anta-               milia y del grupo, va aumentando en
gonizándose de forma artificial lo que              cuanto a la no adopción de esquemas
tal vez sólo sea una cuestión de matices.           vivenciales y comportamentales que es-
   Parece evidente que los sexos tienen             tén asignados de manera exclusiva al
diferencias entre sí, pero esto no signifi-         otro sexo. Va a ser en este período de
ca que sean diferentes, es fácil compro-            edad, entre los 3 y 5 años, cuando se
bar que las similitudes son más que las             consolida la identidad sexual nos referi-
diferencias.                                        mos a la clara identificación y pertenen-
   Es éste, la construcción social de los           cia a un sexo y el sentimiento inequívo-
sexos, un proceso que funciona desde el             co de fijación a él.
nacimiento del individuo como una es-                 Al llegar a la adolescencia todo esto se
tructura de complementariedad; ambos                complica y se amplifica. Si durante la in-
sexos se construyen en registros parale-            fancia el sexo es el hecho más radical a
los en los que existen algunas conver-              nivel existencial, durante la adolescen-
gencias entre ambos pero, sobre todo,               cia, además, se convierte en el hecho
muchos opuestos. La asignación de per-              más radical a nivel vivencial.
tenencia a un sexo o al otro será auto-               Los cambios que se sufren en la pu-
mática e inequívoca en la primera infan-            bertad no son un simple crecimiento,
cia en base a tener un cuerpo con geni-             son un cambio radical; se produce una


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Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia



transformación real en muy poco tiem-                               capacidades cognitivas. El mundo toma
po, casi una metamorfosis. Los cambios                              un nuevo significado.
van a arrancar del cuerpo y es a partir                               Sintéticamente: el “yo” adolescente
de ahí desde donde se inicia el proceso                             es un “yo” repleto de inquietudes y de-
de referenciarse y ser referenciado.                                seos de autonomía que se enfrenta a un
  Las diferencias con base neuro-hor-                               “yo” real lleno de limitaciones estructu-
monal separan los puntos de arranque                                rales sociales implícitas en la asignación.
del proceso: las chicas se adelantan casi                           La adolescencia es una época de exi-
dos años a los chicos. Pero tanto en ellas                          gencias y responsabilidades.
como en ellos el cuerpo va a ser el esce-
nario de la acción, el cuerpo como sus-                             La identidad sexual y los ritos
tento y como carta de presentación de                               de pertenencia
esa nueva identidad incipiente. En am-                                En el mismo orden de cambios la
bos la narcisificación corporal a través de                         identidad sexual se actualiza, de mane-
la mirada “del otro” toma en ese mo-                                ra simplista y con una gran exigencia,
mento vital la capacidad de reorganizar                             en las y los adolescentes con un manda-
la aceptación de ese nuevo cuerpo.                                  to claro: “ser una mujer es ser femenina
  Pero ese cuerpo puede convertirse                                 y esto conlleva tener una sexualidad fe-
también en un posible núcleo conflicti-                             menina”, “ser un varón es ser masculi-
vo. Bien a nivel superficial, cuando hay                            no y esto conlleva tener una sexualidad
una mala aceptación de los propios rit-                             masculina”.
mos, cuando hay falsas creencias sobre                                Nadie sabe bien qué es todo esto, la
el desarrollo y las propias capacidades y                           herencia biológica no va a ser lo que
en los problemas de aceptación de la fi-                            permita a una/un adolescente poder
gura corporal. O bien a niveles más                                 clarificar e identificarse con un modelo
profundos, como en la anorexia/buli-                                unificado de lo que es ser femenina y
mia, en las ansiedades graves de sepa-                              masculino. Mucho menos cuál va a ser
ración y en las transexualidades secun-                             el significado de tener una sexualidad
darias.                                                             femenina o masculina.
  La identidad de la adolescente y del                                La feminidad y la masculinidad son
adolescente se reafirma en ese nuevo                                constructos que surgen de los diversos
cuerpo, fuente de conflicto pero simul-                             sentidos que la sociedad le asigna a la
táneamente de ventajas, y en las nuevas                             imagen de mujer y de varón. Desde lue-


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go no son conceptos naturales, son con-              afianzar el cambio. Va a ser el “paso a la
ceptos históricos, culturales, psíquicos,            calle” el que marcará estos rituales de
sociales y relacionales. Es en el mundo              inclusión en el mundo adulto, conquis-
simbólico que se maneja en cada cultura              tándose al asumir los modelos que dan
donde se reflejan claramente estos cons-             consistencia al grupo de iguales.
tructos y lo que va a servir de referencia.             Sus nuevas capacidades fisiológicas
  Hasta hace unos años la adolescencia               procreadoras recién estrenadas, la ma-
disponía de los ritos de paso que facilita-          duración ovárica y testicular, van a to-
ban la adquisición de su nuevo estatus;              mar significados vivenciales y sociales
en nuestro ámbito cultural se carece de              diferentes en este paso en nuestro con-
las ritualizaciones de pasaje de la niñez al         texto cultural.
siguiente período vital. El significado de              El adolescente varón sabe que su eya-
este ocultamiento explícito tiene que ver            culación debe investirse relacionada con
con el propio alargamiento, hasta el ab-             la virilidad y como resultado inequívoco
surdo, del período de tránsito entre la ni-          de la erección. En este investimiento fá-
ñez y la juventud, la adolescencia.                  lico se relaciona de forma muy íntima la
  La propia Organización Mundial de la               masculinidad con la potencia y de paso
Salud, cuando define los límites de la               se legitima el placer.
adolescencia, incluye un período pre,                   La mayoría de mandatos explícitos
que se corresponde con el inicio de la               que reciben los chicos tienen que ver
pubertad, y un post, que casi se solapa              mucho, ya se inició en la infancia, con la
con la juventud, alargándose desde los               eliminación de todo rasgo de ambigüe-
10-11 años hasta los 21-23 años.                     dad y para ello hay que eliminar todos
  No caben ritos de paso a un período                los vestigios de componentes femeni-
tan indefinido, el tiempo de espera es               nos y ensalzar la masculinidad como re-
demasiado largo y la exigencia real es la            flejo cierto de la virilidad.
permanencia durante demasiado tiem-                     La masturbación se convierte en el
po en una situación en la que las capa-              modo de demostración de pertenecer a
cidades de autonomía e independencia                 esa categoría. Aunque rápidamente va
no se pueden llevar a cabo.                          a dejar paso al verdadero valor que sub-
  A pesar de esta ausencia de ritos for-             yace en esa demostración, el varón tie-
males, la maduración y las nuevas capa-              ne que ser el polo activo de la sexuali-
cidades exigen un escenario donde                    dad; es en este plano donde la agresivi-


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Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia



dad aparece como el proyecto de la                                     Así, la legitimación del placer en las
masculinidad. Así, la conquista sexual se                           adolescentes es mucho menos explícita
convierte en un elemento que no sólo                                que en los varones, y el deseo sexual
ofrece refuerzo narcisificante por el he-                           como un proceso activo mucho más di-
cho de “ser uno reconocido y deseado                                fícil de asumir.
por la persona deseada”, sino que tiene                                Éste no parece que sea el contexto
la función clara de refuerzo y manteni-                             donde ellas van a tener que incorporar-
miento de esa masculinidad siempre                                  se en ese rito de paso irremediable ha-
frágil. La penetración coital se convierte                          cia la adultez.
en la confirmación de haber realizado el
pasaje y en un espejismo de realización.                            A modo de discusión
  Es el encuentro con los otros (varo-                                Las y los adolescentes están empe-
nes) el espacio iniciático, que se enfren-                          zando a escribir su vida en solitario, un
ta a la familia, que va a ser asimilada co-                         esfuerzo considerable. Su sexualidad, la
mo el espacio fusional, protector, “cas-                            manera de sentirse como varón o como
trador” y feminizante.                                              mujer, se ha convertido en el registro
  Es la vertiente genital de la sexualidad,                         más emergente de sus vidas; no puede
vinculada al placer orgásmico, en la que                            ser de otra manera, la historia personal
los varones están mejor entrenados.                                 de cada individuo es una historia escrita
  Para ellas la maduración ovárica, vin-                            en clave sexual.
culada con la menstruación, tiene un re-                              Por otra parte caracteriza a las y los
ferente vivencial directo con otro regis-                           adolescentes el tener todas las puertas
tro, la responsabilidad, que es mucho                               abiertas en este proceso de construirse
más limitador. A esto se suma que en el                             adultas/os. Deberíamos ser capaces de
espacio simbólico legitimador y afianza-                            educar dejando que vayan cerrando las
dor de la feminidad, la identificación                              puertas que tienen que cerrar y dejando
con la madre (personalmente) y la ca-                               abiertas aquellas que cada una/o deba
pacidad de serlo (socialmente) es irre-                             dejar abiertas según su historia perso-
mediable, y éste es un registro deseroti-                           nal.
zado. Las chicas van a estar mejor en-                                El equilibrio entre los límites y la capa-
trenadas en la vertiente vinculada a los                            cidad de decisión debería marcar los ob-
afectos, la ternura, las caricias, los senti-                       jetivos de competencia en la educación
mientos, poco genitalizada.                                         sexual en la adolescencia.


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                                              Revista Pediatría de Atención Primaria
                                                     Vol. VII, Suplemento 1, 2005
Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia



Bibliografía                                                3. Foucoult M. Historia de la sexualidad. Ma-
   1. Bancroft J, Reinisch JM. Adolescence and           drid: Siglo XXI; 1987.
puberty. Oxford: Oxford University Press; 1991.             4. Laqueur T. La construcción del sexo. Ma-
   2. Capellá A. Sexualidades humanas, amor y            drid: Ediciones Cátedra; 1994.
locura. Conferencias de Psicoanálisis. Barcelona:           5. Master W, Johnson V, Kolodny RC. La se-
Editorial Herder; 1997.                                  xualidad humana. Barcelona: Grijalbo; 1985.




                                                x




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                                  Revista Pediatría de Atención Primaria
                                         Vol. VII, Suplemento 1, 2005

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Sexualidad y adolescencia

  • 1. Sexualidad y adolescencia L. Mitjans Lafont Médico, Sexólogo. Unitat de Salut Sexual i Reproductiva, S. Promoció de la Salut. Dirección General de Salut Pública, Conselleria de Sanitat, Generalitat Valenciana. Rev Pediatr Aten Primaria. 2005;7 Supl 1:S 89-95 Resumen Si durante la infancia el sexo es el hecho más radical a nivel existencial, durante la ado- lescencia, además, se convierte en el hecho más radical a nivel vivencial. La adolescencia, como período vital y social, se puede referenciar como un período de “reindividuación se- xual”, en el que dominan unos cambios guía: pasar de un cuerpo de niña/o a un cuerpo de mujer/varón; transformar una identidad infantil en una identidad adolescente; sustituir el núcleo fusional familiar por el núcleo fusional externo; el deseo sexual, como investimien- to erótico del “otro”, se convertirá en el motor vivencial que con más fuerza organizará el mundo de los afectos y sentimientos. Las diferencias con base neuro-hormonal separan los puntos de arranque del proceso: las chicas se adelantan casi dos años a los chicos. Pero tanto en ellas como en ellos el cuer- po va a ser el escenario de la acción, el cuerpo como sustento y como carta de presentación de esa nueva identidad incipiente. Sus nuevas capacidades fisiológicas procreadoras recién estrenadas, la maduración ovárica y testicular, van a tomar significados vivenciales y socia- les diferentes en nuestro contexto cultural: la legitimación del placer y el deseo sexual co- mo un proceso activo va a ser mucho más lineal para los adolescentes y mucho menos ex- plícito en las adolescentes. La sexualidad, la manera de vivirse como varón o como mujer, se convierte en la ado- lescencia en el registro más emergente de sus vidas. Esta realidad marca los objetivos de competencia en la educación sexual en la adoles- cencia. Palabras clave: Adolescencia, Identidad sexual, Deseo sexual, Sexualidad. Abstract If, during infancy, sex is the most radical act at an existential level, then, during adoles- cence, it also becomes the most radical act in terms of experience. Adolescence, as a vital and social period, can be refered to as a period of “sexual revindication” in which some guideline changes dominate: the change from a childlike body to that of an adult, transform an infantile identity into an adolescent one, sustitute the fusional family nucleus for an ex- ternal nucleus; sexual desire, like the erotic awakening of the “other”, will be converted in to the vital motor that, with more effort, will organise the world of affections and feelings. Neuro-hormonal differences separate the starting points of the process: girls overtake boys by almost two years. However, as much for boys as for girls, the body is the scene of 89 Revista Pediatría de Atención Primaria Vol. VII, Suplemento 1, 2005
  • 2. Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia action, the body as sustenance and as presentation letter of theis new budding identity. It’s new-found procreative, psychological capacities, ovarian and testicular maturity, will take significant vital and social differences in our cultural context: legitimization of pleasure and sexual desire as an active process will be much more lineal for adolescents and much less explicit in adolescents. Sexuality, the way of living life as a man or a woman, becomes for adolescents, the most apparent change of their lives. This reality marks the objectives of competence in sexual education in adolesence. Key words: Adolescence, Sexual identity, Sexual desire, sexuality La activación del sistema funcional de manera inequívoca en una de las dos formado por el eje hipotálamo-hipofisa- nuevas situaciones posibles: ser una mu- rio-gonadal (ovárico y testicular) y la jer o ser un hombre. Habitualmente este subsiguiente cascada de procesos de es un proceso identificatorio sin dema- cambio madurativo que se producen en siada discontinuidad entre la identidad una época del desarrollo vital de las ni- infantil y la nueva, las niñas construyen ñas y niños reflejan sin lugar a dudas los mujeres y los niños varones. aspectos filogenéticos del manteni- Esta imagen de continuidad no debe miento de la especie a través de la pro- engañarnos sobre el potencial de con- creación sexuada y los aspectos ontoge- flicto que genera este período vital, tan- néticos de la diferenciación sexual en la to a nivel vivencial del sujeto como del especie humana. entorno que lo enmarca. Los cambios puberales (cambios so- La adolescencia, como período vital y mato-psíquicos), esencialmente dimór- social, se puede referenciar como un ficos en cuanto a caracteres sexuales se- período de “reindividuación sexual”, en cundarios, provocan una realidad social el que dominan unos cambios guía: pa- radical: la capacidad de ser fértiles va a sar de un cuerpo de niña/o a un cuerpo unir y a separar definitivamente a los de mujer/varón; transformar una identi- sexos. dad infantil en una identidad adolescen- Esta capacidad para procrear tiene, co- te; sustituir el núcleo fusional familiar mo hemos señalado, unas implicaciones por el núcleo fusional externo; el deseo sociales de vital importancia. Este nuevo sexual, como investimiento erótico del estatus implica la asignación de toda una “otro”, se convertirá en el motor viven- cascada de prerrogativas y demandas cial que con más fuerza organizará el que va a situar a las niñas y a los niños mundo de los afectos y sentimientos. 90 Revista Pediatría de Atención Primaria Vol. VII, Suplemento 1, 2005
  • 3. Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia Los cuerpos y las identidades tales externos más o menos conforma- Decíamos que el primer mandato que dos como hembra o como macho de la deben cumplir los adolescentes será especie. Nadie pone en duda en esos convertirse, casi de la noche a la maña- momentos la bondad y la exclusividad na, en mujeres y hombres. de la asignación en base a esa vulva y a Sí hay un rasgo estructural que se re- ese pene. ¡Es una niña! o ¡es un niño! pite en todas las sociedades humanas: Coincidiendo con el inicio del proceso adjudicar de manera diferencial e ine- de socialización temprano, que también quívoca formas, funciones, pensamien- inicia la época llamada como 2.ª infan- tos, expectativas, apetencias, predispo- cia, en la que el grado de individuación, siciones e incluso derechos a cada sexo por lo tanto de autonomía, ya permite con el objetivo de clarificar en la organi- claramente significar singularidades, esta zación social la distinción entre varón y asignación empieza a ser más exigente. mujer. Constituyéndose ambos sexos de La presión, ejercida a través de la fa- esta forma como polos opuestos, anta- milia y del grupo, va aumentando en gonizándose de forma artificial lo que cuanto a la no adopción de esquemas tal vez sólo sea una cuestión de matices. vivenciales y comportamentales que es- Parece evidente que los sexos tienen tén asignados de manera exclusiva al diferencias entre sí, pero esto no signifi- otro sexo. Va a ser en este período de ca que sean diferentes, es fácil compro- edad, entre los 3 y 5 años, cuando se bar que las similitudes son más que las consolida la identidad sexual nos referi- diferencias. mos a la clara identificación y pertenen- Es éste, la construcción social de los cia a un sexo y el sentimiento inequívo- sexos, un proceso que funciona desde el co de fijación a él. nacimiento del individuo como una es- Al llegar a la adolescencia todo esto se tructura de complementariedad; ambos complica y se amplifica. Si durante la in- sexos se construyen en registros parale- fancia el sexo es el hecho más radical a los en los que existen algunas conver- nivel existencial, durante la adolescen- gencias entre ambos pero, sobre todo, cia, además, se convierte en el hecho muchos opuestos. La asignación de per- más radical a nivel vivencial. tenencia a un sexo o al otro será auto- Los cambios que se sufren en la pu- mática e inequívoca en la primera infan- bertad no son un simple crecimiento, cia en base a tener un cuerpo con geni- son un cambio radical; se produce una 91 Revista Pediatría de Atención Primaria Vol. VII, Suplemento 1, 2005
  • 4. Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia transformación real en muy poco tiem- capacidades cognitivas. El mundo toma po, casi una metamorfosis. Los cambios un nuevo significado. van a arrancar del cuerpo y es a partir Sintéticamente: el “yo” adolescente de ahí desde donde se inicia el proceso es un “yo” repleto de inquietudes y de- de referenciarse y ser referenciado. seos de autonomía que se enfrenta a un Las diferencias con base neuro-hor- “yo” real lleno de limitaciones estructu- monal separan los puntos de arranque rales sociales implícitas en la asignación. del proceso: las chicas se adelantan casi La adolescencia es una época de exi- dos años a los chicos. Pero tanto en ellas gencias y responsabilidades. como en ellos el cuerpo va a ser el esce- nario de la acción, el cuerpo como sus- La identidad sexual y los ritos tento y como carta de presentación de de pertenencia esa nueva identidad incipiente. En am- En el mismo orden de cambios la bos la narcisificación corporal a través de identidad sexual se actualiza, de mane- la mirada “del otro” toma en ese mo- ra simplista y con una gran exigencia, mento vital la capacidad de reorganizar en las y los adolescentes con un manda- la aceptación de ese nuevo cuerpo. to claro: “ser una mujer es ser femenina Pero ese cuerpo puede convertirse y esto conlleva tener una sexualidad fe- también en un posible núcleo conflicti- menina”, “ser un varón es ser masculi- vo. Bien a nivel superficial, cuando hay no y esto conlleva tener una sexualidad una mala aceptación de los propios rit- masculina”. mos, cuando hay falsas creencias sobre Nadie sabe bien qué es todo esto, la el desarrollo y las propias capacidades y herencia biológica no va a ser lo que en los problemas de aceptación de la fi- permita a una/un adolescente poder gura corporal. O bien a niveles más clarificar e identificarse con un modelo profundos, como en la anorexia/buli- unificado de lo que es ser femenina y mia, en las ansiedades graves de sepa- masculino. Mucho menos cuál va a ser ración y en las transexualidades secun- el significado de tener una sexualidad darias. femenina o masculina. La identidad de la adolescente y del La feminidad y la masculinidad son adolescente se reafirma en ese nuevo constructos que surgen de los diversos cuerpo, fuente de conflicto pero simul- sentidos que la sociedad le asigna a la táneamente de ventajas, y en las nuevas imagen de mujer y de varón. Desde lue- 92 Revista Pediatría de Atención Primaria Vol. VII, Suplemento 1, 2005
  • 5. Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia go no son conceptos naturales, son con- afianzar el cambio. Va a ser el “paso a la ceptos históricos, culturales, psíquicos, calle” el que marcará estos rituales de sociales y relacionales. Es en el mundo inclusión en el mundo adulto, conquis- simbólico que se maneja en cada cultura tándose al asumir los modelos que dan donde se reflejan claramente estos cons- consistencia al grupo de iguales. tructos y lo que va a servir de referencia. Sus nuevas capacidades fisiológicas Hasta hace unos años la adolescencia procreadoras recién estrenadas, la ma- disponía de los ritos de paso que facilita- duración ovárica y testicular, van a to- ban la adquisición de su nuevo estatus; mar significados vivenciales y sociales en nuestro ámbito cultural se carece de diferentes en este paso en nuestro con- las ritualizaciones de pasaje de la niñez al texto cultural. siguiente período vital. El significado de El adolescente varón sabe que su eya- este ocultamiento explícito tiene que ver culación debe investirse relacionada con con el propio alargamiento, hasta el ab- la virilidad y como resultado inequívoco surdo, del período de tránsito entre la ni- de la erección. En este investimiento fá- ñez y la juventud, la adolescencia. lico se relaciona de forma muy íntima la La propia Organización Mundial de la masculinidad con la potencia y de paso Salud, cuando define los límites de la se legitima el placer. adolescencia, incluye un período pre, La mayoría de mandatos explícitos que se corresponde con el inicio de la que reciben los chicos tienen que ver pubertad, y un post, que casi se solapa mucho, ya se inició en la infancia, con la con la juventud, alargándose desde los eliminación de todo rasgo de ambigüe- 10-11 años hasta los 21-23 años. dad y para ello hay que eliminar todos No caben ritos de paso a un período los vestigios de componentes femeni- tan indefinido, el tiempo de espera es nos y ensalzar la masculinidad como re- demasiado largo y la exigencia real es la flejo cierto de la virilidad. permanencia durante demasiado tiem- La masturbación se convierte en el po en una situación en la que las capa- modo de demostración de pertenecer a cidades de autonomía e independencia esa categoría. Aunque rápidamente va no se pueden llevar a cabo. a dejar paso al verdadero valor que sub- A pesar de esta ausencia de ritos for- yace en esa demostración, el varón tie- males, la maduración y las nuevas capa- ne que ser el polo activo de la sexuali- cidades exigen un escenario donde dad; es en este plano donde la agresivi- 93 Revista Pediatría de Atención Primaria Vol. VII, Suplemento 1, 2005
  • 6. Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia dad aparece como el proyecto de la Así, la legitimación del placer en las masculinidad. Así, la conquista sexual se adolescentes es mucho menos explícita convierte en un elemento que no sólo que en los varones, y el deseo sexual ofrece refuerzo narcisificante por el he- como un proceso activo mucho más di- cho de “ser uno reconocido y deseado fícil de asumir. por la persona deseada”, sino que tiene Éste no parece que sea el contexto la función clara de refuerzo y manteni- donde ellas van a tener que incorporar- miento de esa masculinidad siempre se en ese rito de paso irremediable ha- frágil. La penetración coital se convierte cia la adultez. en la confirmación de haber realizado el pasaje y en un espejismo de realización. A modo de discusión Es el encuentro con los otros (varo- Las y los adolescentes están empe- nes) el espacio iniciático, que se enfren- zando a escribir su vida en solitario, un ta a la familia, que va a ser asimilada co- esfuerzo considerable. Su sexualidad, la mo el espacio fusional, protector, “cas- manera de sentirse como varón o como trador” y feminizante. mujer, se ha convertido en el registro Es la vertiente genital de la sexualidad, más emergente de sus vidas; no puede vinculada al placer orgásmico, en la que ser de otra manera, la historia personal los varones están mejor entrenados. de cada individuo es una historia escrita Para ellas la maduración ovárica, vin- en clave sexual. culada con la menstruación, tiene un re- Por otra parte caracteriza a las y los ferente vivencial directo con otro regis- adolescentes el tener todas las puertas tro, la responsabilidad, que es mucho abiertas en este proceso de construirse más limitador. A esto se suma que en el adultas/os. Deberíamos ser capaces de espacio simbólico legitimador y afianza- educar dejando que vayan cerrando las dor de la feminidad, la identificación puertas que tienen que cerrar y dejando con la madre (personalmente) y la ca- abiertas aquellas que cada una/o deba pacidad de serlo (socialmente) es irre- dejar abiertas según su historia perso- mediable, y éste es un registro deseroti- nal. zado. Las chicas van a estar mejor en- El equilibrio entre los límites y la capa- trenadas en la vertiente vinculada a los cidad de decisión debería marcar los ob- afectos, la ternura, las caricias, los senti- jetivos de competencia en la educación mientos, poco genitalizada. sexual en la adolescencia. 94 Revista Pediatría de Atención Primaria Vol. VII, Suplemento 1, 2005
  • 7. Mitjans Lafont L. Sexualidad y adolescencia Bibliografía 3. Foucoult M. Historia de la sexualidad. Ma- 1. Bancroft J, Reinisch JM. Adolescence and drid: Siglo XXI; 1987. puberty. Oxford: Oxford University Press; 1991. 4. Laqueur T. La construcción del sexo. Ma- 2. Capellá A. Sexualidades humanas, amor y drid: Ediciones Cátedra; 1994. locura. Conferencias de Psicoanálisis. Barcelona: 5. Master W, Johnson V, Kolodny RC. La se- Editorial Herder; 1997. xualidad humana. Barcelona: Grijalbo; 1985. x 95 Revista Pediatría de Atención Primaria Vol. VII, Suplemento 1, 2005