Imagina que te pidieran escribir tu autobiografía y antes de entregarla a tu editor decidieras arrancar las páginas en las que relatas aquellos eventos que aun llevan para ti una carga de dolor o humillación, de culpa o resentimiento, de vulnerabilidad y derrota. ¿Sin esas páginas podrías decir que tu autobiografía está completa?, ¿sin esos eventos se podría entender plenamente quien eres hoy? ¿sin esas experiencias tu vida está completa? Con este artículo busco generar algunas comprensiones y, con un ejercicio sistémico, quizá hasta acompañarte a integrar los pasaje dolorosos de tu vida y, de esta manera, estar "completo" con todo lo que pasó, convirtiéndolo en una experiencia de aprendizaje y en un recurso de vida.
Taller de autoconocimiento personal quien-soy-yo.pdf
Le digo Sí a mi No: convirtiendo los desafíos en recursos personales
1. ¡NO!, enorme, sólido y rotundo
como un pesado muro. Ese ¡NO!
que levantamos, por sobrevivencia,
ante lo que dolió, humilló, denigró.
Ese ¡NO! que sentimos tan justo y
necesario para seguir adelante y
continuar con nuestras vidas. Ese
¡NO! como un pesado muro que
sostenemos, a veces, por horas,
quizás días o la vida entera.
Le digo SÍ
a mi NO*
*Frase que le escuché a Anton de Kroon, coach y consultor sistémico
Por Piero Alvarado Gervasi/ piero@congruencia.pe
Convirtiendo los desafíos
en recursos personales
2. El NO distrae nuestra atención y energía vital, nos aleja de lo esencial (como la
tranquilidad, la alegría, la plenitud), no nos provee de recursos (más bien nos
obstaculiza el acceso a ellos), ni aumenta las posibilidades (eso potencial que quiere
emerger). El NO nos mantiene des-integrados, incompletos, porque –lo queramos o no-
nuestra autobiografía jamás estará completa sin eso que pasó. Algo más: el NO resulta,
en el fondo y muy sutilmente, un juicio velado a la vida, cuando le decimos NO a lo que
pasó, de alguna manera, le estamos diciendo a la vida: “no fuiste justa, conmigo
fallaste”. En eso, algo de nuestra propia conexión esencial con la vida también se afecta.
El NO suele venir ataviado de todas las formas que
encontramos de mantener alejado, olvidado, oculto el
evento o la persona que aún nos duele, nos molesta, nos
altera. Mantener el NO es muy agotador, suele
sostenerse con rabia, juicio, desilusión, indiferencia, asco,
miedo, impotencia, dolor.
3. También puedes intentar decir SÍ a lo que pasó. SÍ, todas las veces que sea
necesario, y de nuevo SÍ, y otra vez. Llenarte el corazón, la mente y el alma de
SÍ, hasta que todas las fibras de tu ser vibren con esta poderosa afirmación: SÍ,
así fue, así dolió, así costó. Decir SÍ sólo es reconocer lo que pasó, sin ninguna
resistencia, no aprueba o desaprueba ningún evento, ni la conducta de nadie,
sólo reconoce el hecho tal cual: “sí, así fue” (porque en verdad “fue así”, no
fue diferente). Cuando el SÍ se hace un eco auténtico en tu ser, “lo que pasó”
cobra un nuevo cariz, como si un velo oscuro se retirase y permitiera que el
dolor o la rabia, la culpa o el resentimiento, se transformarán en aprendizaje,
en una valiosa lección de vida, en un renovado recurso para manejar con más
sabiduría lo que la vida generosa te regale. Al relacionarte de una manera
proactiva con “lo que pasó” recobras esa parte de tu energía que de alguna
manera se quedó estancada en ese momento e integras saludablemente ese
capítulo de tu vida. Decirle SÍ es recobrar la totalidad de tu historia personal.
De esta forma, algo nuevo va surgiendo entre tú y la vida, un bello movimiento
de reconciliación también se ha iniciado, le has vuelto a decir: eres perfecta y
sagrada. Tu pecho vuelve a insuflarse con plenitud, una vida completa vuelve a
estar disponible para ti y tu alma reconoce que SÍ, te lo mereces.
Y cuando dices SÍ a “lo
que pasó”, recuerda
no pelearte con tu NO.
Probablemente,
tendrás algo que
agradecerle a tu NO,
quizás fue la única
forma que
encontraste de
sobrevivir a lo que
pasó, lo que te
permitió continuar, lo
que te ayudó a seguir
adelante. Con gratitud
abraza a tu NO y dile
SÍ contigo también
estoy completo.
4. 1. Primero busca un lugar y momento tranquilo, sin interrupciones. Crea un momento especial
para ti.
2. Relájate tomando tres respiraciones conscientes y profundas.
3. Luego, cierra los ojos y visualízate de pie, frente a ti, a tu lado izquierdo, imagina el
evento/persona (lo que pasó), a tu lado derecho, frente a ti, la vida plena (completa).
4. Mira “Lo que pasó” y ensaya decirle: “Te veo”; “SÍ (así fue,…); “Mi historia está completa
contigo”.
5. Quédate con “Lo que pasó” hasta que sientas que el SÍ es realmente auténtico; hasta que
sientas que está saludablemente incorporado; hasta que sientas que de alguna manera ya
está cerrado y completo para ti, para eso puedes repetir el SÍ todas las veces que lo sientas
necesario.
6. Ahora, mira a la “Vida Plena” y tómala (a tu forma, a tu ritmo), completamente.
7. Cuando sientas que está bien para ti, mira a ambos y llevando tus manos al corazón, dale un
buen lugar a “Lo que pasó” y a la “Vida Plena”, sintiéndote completo y agradecido.
8. Poco a poco, a tu ritmo, puedes abrir tus ojos y vivir plenamente.
Te propongo un ejercicio sistémico para decirle Sí a tu NO*
*Este ejercicio es tributario y adaptado de uno que aprendí de Jan Jacob Stam