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Para comprender los orígenes del pronunciamiento militar de 1943 hay que
retroceder hasta la década de los años 30 del siglo pasado.


En 1930 un golpe de estado encabezado por José Félix Uriburu derrocó al
gobierno deHipólito Irigoyen y situó a la oligarquía en la cúspide del poder político
y económico de la sociedad. Se inaugura un período de la historia argentina
conocida como la “Década Infame” o “Restauración Conservadora” y que se
caracterizará por ser una etapa en el que los sucesivos gobiernos basarán su
poder en el establecimiento de un sistema político represivo y marcado por la
corrupción. Se alternarán en el poder hasta cuatro presidentes: el General José
Félix Uriburu, el General Agustín Pedro Justo, el abogado Roberto Ortiz y por
último Ramón Castillo.




4 de junio de 1943 - La Revolución de
los Coroneles
Fuente: Fragmento del libro Los mitos de la historia argentina 3, de Felipe Pigna, Buenos Aires,
Editorial Planeta, 2006.

A comienzos de la década del cuarenta los militares habían asumido gran parte de las
funciones que el Estado intervencionista de los treinta se autoadjudicó. Entre 1931 y
1937 el presupuesto militar se incrementó de 189 mil pesos a 315 mil. En octubre de
1941 fue creada la Flota Mercante del Estado, que se colocó bajo el Ministerio de
Marina. En ese mismo año se creó la Dirección de Fabricaciones Militares. Por aquellos
años convivían en las fuerzas armadas dos tendencias políticas: una, la que
representaba al general Justo, favorable a los Aliados, y otra llamada nacionalista, que
simpatizaba con el Eje.

En ese contexto las fuerzas armadas iban camino a transformarse en un poder en sí
mismo y en un árbitro “natural” de la situación nacional. El ambiente parecía propicio
para las conspiraciones. Así lo entendieron los militares del Grupo de Obra de
Unificación1 (GOU), una logia fundada el 10 de marzo de 1943 en los salones del Hotel
Conte, que estaba frente a la Plaza de Mayo, por iniciativa de los tenientes coroneles
Miguel A. Montes y Urbano de la Vega, que fue creciendo en influencia dentro de las
filas castrenses. Sus principales referentes eran el coronel Juan Domingo Perón y el
teniente coronel Enrique P. González. Los dos eran oficiales del Estado Mayor General,
graduados en la Escuela Superior de Guerra, de la que además Perón era profesor de
historia militar. Recuerda Perón:

“Antes del 4 de junio y cuando el golpe de Estado era inminente, se buscaba salvar las
instituciones con un paliativo o por convenios políticos, a los que comúnmente
llamamos acomodos. En nuestro caso, ello pudo evitarse porque, en previsión de ese
peligro, habíamos constituido un organismo serio, injustamente difamado: el famoso
GOU. El GOU era necesario para que la revolución no se desviara, como la del 6 de
septiembre. […] Conviene recordar que las revoluciones las inician los idea l i s tas con
entusiasmo, con abnegación, desprendimiento y heroísmo, y las aprovechan los
egoístas y los nadadores en río revuelto”.2

Los integrantes del GOU, que no ocultaban su simpatía por los regímenes de Alemania
e Italia y se declaraban partidarios de la neutralidad, anticomunistas y contrarios al
fraude electoral, comenzaron a preparar el asalto al gobierno y tomaron contacto
formalmente con dirigentes partidarios socialistas, conservadores y radicales que
coincidían en rechazar la candidatura de Patrón Costas.

El 7 de junio de 1943 fue la fecha elegida por Castillo para lanzar la candidatura de
Patrón Costas. El candidato había preparado su discurso de lanzamiento en el que,
contra todos los pronósticos, evitaba definirse sobre la neutralidad:

“Desde la edad de 23 años, en que fui llamado a ocupar el Ministerio de Hacienda de
mi provincia natal, he militado siempre en las filas de los partidos de derecha; lo
proclamo bien alto y con orgullo en esta alta hora en que el izquierdismo está en boga.
En el término conservador, como yo lo entiendo, caben todas las reformas que exija
nuestra evolución progresiva, para perfeccionar, depurar y hacer eficiente nuestra
democracia, para asegurar la libertad dentro del orden y para llegar a la paz social, no
por la lucha de clases, sino por la conciliación de sus intereses. […] Ser conservador es
querer una organización social y política con jerarquías, pero entiéndase bien, con la
jerarquía que da la conducta ejemplar, la inteligencia, la ciencia, el arte, el trabajo, los
servicios prestados al país; el nacimiento, cuando se sabe honrar la estirpe; la fortuna
cuando se es digno de ella. […] Seguimos el conflicto sin olvidar nuestros
antecedentes de Nación democrática, amante de la libertad, celosa de su
independencia, solidaria siempre con los grandes principios cuya subsistencia interesa
a toda la humanidad para mantener un mundo de libertad, de paz y de justicia”.3

Pero Patrón Costas nunca pudo pronunciar este discurso ni lanzar su candidatura a
presidente. En la madrugada del 4 de junio, un nuevo golpe de Estado dirigido por el
GOU derrocaba al presidente. Lo que sigue es el relato de Perón sobre los hechos:

“La revolución comenzó en el preciso instante en que los cuadros medios del Ejército,
entre quienes me identificaba, tomaron conciencia de la situación y resolvieron que las
cartas estaban echadas. El día 3 por la tarde estuve encerrado en mi departamento
planificando el día siguiente. Paralelamente, el doctor Castillo recorrió las guarniciones
de Palermo y terminó instalándose en la Rosada junto a todo el gabinete a la espera
de la tormenta inminente. Sabía que el golpe estaba en marcha. Para rematar la
velada, llamé por teléfono al general Ramírez que estaba en Campo de Mayo y le pedí
que fuese hasta Casa de Gobierno para saber cómo venía la mano. Le transmití: „decile
que no se puede joder más y que se las tiene que tomar‟. Todo había pasado tan
rápido que la mayoría de la población no se había enterado del cambio de gobierno,
fue entonces que le pedí a Mercante que hiciera salir a la calle a un grupo de efectivos
para que incendiaran algunos vehículos. Un poco de acción psicológica no viene nada
mal para despabilar a los curiosos”.4

El diario La Vanguardia trazaba este balance de la gestión de Castillo, que de alguna
manera también era un análisis de aquella Década Infame:

“El gobierno del doctor Castillo fue el gobierno de la burla y el sarcasmo. Su gestión
administrativa se desenvolvió en el fango de la arbitrariedad, el privilegio, la coima y el
peculado. Toleró ministros y funcionarios ladrones, y firmó, displicentemente, medidas
que importaban negociados. Nada ni nadie le contenía en su insana política de
rapacidad y de oligarquía. Eligió su sucesor a pesar del clamor de la opinión pública y
de la repugnancia de algunos miembros del partido oficial. La fórmula de los grandes
deudores de los bancos oficiales contaba con la impunidad oficial”.5

En la Rosada, aquel 4 de junio, se produjo la primera reunión de las nuevas
autoridades:

“Una vez tomado el poder nos sentamos alrededor de una mesa a discutir quién sería
el encargado de ocupar la primera magistratura.

Debía ser un general y de esto no había duda. Fue elegido por su buena voluntad y sus
buenas intenciones el general Pedro Pablo Ramírez. La sorpresa más significativa nos
la dio Rawson, que se sentó en el sillón presidencial y armó un gabinete a piacere, sin
consultar a nadie. Claro, pasó que se consideró el jefe supremo de la revolución, y
flojo de entendederas así como era, negoció con la oligarquía el nuevo elenco
gubernamental. El resultado fue que volvían al gobierno los que acabábamos de echar
a patadas. Recuerdo que fuimos hasta la Casa de Gobierno y entramos
intempestivamente al despacho principal. Él estaba allí, sentado muy ridículo detrás del
escritorio en el sillón de Rivadavia. Me acerqué y extendiéndole su renuncia le dije:
„puede ir saliendo, terminó su mandato‟. Rawson, levantó la vista y me dijo: „¡Cómo,
tan pronto!‟ Tomó sus cosas y se retiró”.6

Castillo, tras dejar la Casa Rosada, se refugió en un barreminas de la Armada a la
espera de unas hipotéticas fuerzas leales que sólo existían en sus deseos. El 5 de junio
por la mañana desembarcó en el puerto de La Plata y, al igual que Yrigoyen hacía casi
13 años, presentó su renuncia a la presidencia en la capital bonaerense. Terminaba, de
la misma manera en que había comenzado, una Década Infame que dejaba profundas
huellas en nuestro pueblo. Se iniciaba una nueva etapa que iba a cambiar por muchos
años el panorama político y social de la Argentina.

1 Este es el nombre que aparece en el escudo del grupo. Algunos autores definen la
sigla como Grupo de Oficiales Unidos.

2 Perón, Juan Domingo, Tres revoluciones, Buenos Aires, Síntesis, 1994.

3 Discurso que debió pronunciar en la convención del Partido Demócrata Nacional con
motivo de su candidatura a la presidencia de la Nación, Buenos Aires, junio 7 de 1943,
en Ernesto Araoz, Vida y obra del doctor Patrón Costas, Buenos Aires, Imprenta
Mercatali, 1966.

4 Perón, Juan Domingo, Tres revoluciones, op. cit.

5 La Vanguardia, 5 de junio de 1943.

6 Testimonio de Juan Domingo Perón, en Enrique Pavón Pereyra, Yo, Perón, Buenos
Aires, Milsa, 1993.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar

Lo ocurrido el 4 de Junio de 1943 ¿fue un golpe de Estado o una
Revolución? ¡Revolución! decimos quienes definimos a ésta en un sentido
ético, dentro del concepto ateniense, como lo hacía ese gran estratega que fue
Perón. Sí, fueron golpes de Estado los del 30, 55, 62, 66 y 76. Porque
reaccionaban contra una situación de legitimidad popular, sin proponerse una
“re evolución”, superación, al contrario, demostrando su desprecio por las
instituciones constitucionales. En cambio la Revolución del 4 de junio restituyó
los derechos conculcados al pueblo por una aristocracia fraudulenta, corrupta y
venal, que desconocía el concepto de bien común que –después del ´55-
desde el 2003, se está queriendo valorizar.



El 3 de junio por la mañana, un periodista amigo del teniente coronel González
le dijo que el ministro de Marina, Fincati, llevaba a la firma del presidente
Castillo un decreto que "separaba" al ministro de Guerra Ramírez de su cargo.
Presidente fraudulento, último de la
Década Infame, Santiago R. Castillo.

Nunca existió tal “decreto”. Pero González lo tomó por cierto. Era el disparador
que justificaba la Revolución del 4 de Junio. González, quien era yerno de
Ramírez, le dice a éste que ha sido "exonerado" y le solicita "que lo deje en
libertad para tomar contramedidas".
General Pedro Pablo
"Palito" Ramírez.

Ramírez no lo desdijo, imponiendo una condición: que en caso que se diera la
revolución fuese un general y no el GOU -Logia de jóvenes oficiales que fueron
la materia gris y los grupos de acción en esta rebelión, sus siglas significaban
Grupo de Oficiales Unidos- quien encabezase el pronunciamiento.
G.O.U. (Grupo de Oficiales
Unidos o Grupo Orden y Unidad).

González contactó a Perón. Éste interpreta que el desplazamiento sin renuncia
de Ramírez es un agravio al Ejército y descabeza al GOU, que juró responder
directamente al ministro de Guerra. "Entonces -dijo Perón- ha llegado el
momento de actuar". Los miembros del GOU, como el general Farrell, tenientes
coroneles Mercante, Juan Carlos Montes y Rafael Sarmiento, mayores Serafín
Maidana, Fernando González, Miguel Ángel Montes y Tomás Ducó, apoyaron
al coordinador (Perón).
Coronel Juan Domingo Perón, coordinador
del GOU.

La logia podía levantar al Ejército rápidamente. La primera división respondía a
un amigo personal de Castillo, el general Bassi, se resolvió iniciar el
movimiento con la marcha desde Campo de Mayo hacia Buenos Aires. Antes
de poner en marcha la operación, Montes redactó una proclama revolucionaria
que Perón hizo imprimir para repartirla a los oficiales de enlace.




                                Escena común en la Década Infame.

Los jefes de Campo de Mayo fueron convocados para esa misma noche a las
22 hs en la Escuela de Caballería, donde González sería el representante del
ministro de Guerra.
Mapa de Campo de Mayo.

Esa tarde, Robustiano Patrón Costas reunía a sus amigos para leerles el
discurso aceptando la candidatura presidencial que al otro día, a las 18 hs,
debía proclamar la convención demócrata nacional en el salón Príncipe Jorge
del City Hotel.




                                 Robustiano Patrón Costas.

Había que encontrar un general. Fue “el colado” Arturo Rawson, retirado, quien
cumplió ese cometido.
General Arturo Rawson, el "colado".

González habló, a mediodía, con el general Rawson para que se plegara a la
sedición: Rawson era un militar de prestigio y, además, era un caradura.
González no debió ser claro porque Rawson -que nada sabía del GOU- creyó
que "ante la renuncia (obligada) del ministro de Guerra" debía aprovecharse "la
circunstancia de la crisis" para hacer (su propia) revolución. Creería toda su
vida que "la revolución fue, efectivamente, precipitada por mí". Rawson pensó
que González lo invitaba a hacer la revolución.




                                          Aquí se reunían a conspirar los
generales del Hotel Jousten.

Así, Rawson actuó en consecuencia. Visitó a Ramírez en el ministerio de
Guerra. Éste confirmó su deposición. González habría confesado a Rawson
que Farrell y Perón estaban entre los militares descontentos, porque Rawson
los fue a ver a la Inspección de Montaña para que se integraran a "su"
revolución. El "colado" Rawson también comprometió a elementos propios (el
general Mason y los almirantes Sabá y Benito Sueyro, con quienes
"conspiraba" desde el hotel Jousten).




                                                Rawson, Ramírez y Farrell.

Los comandantes de Campo de Mayo (tres coroneles: Elbio Anaya, jefe del
acantonamiento, Eduardo Ávalos, director de la escuela de artillería y Emilio
Ramírez, director de la escuela de suboficiales) y tres tenientes coroneles sin
mando directo (González, secretario del ministerio de Guerra; Fernando
Terrera, jefe del estado mayor de Anaya, y Carlos Vélez, ayudante de
González) se reunieron a las 22 hs. en Campo de Mayo para resolver la actitud
de la guarnición. Llega la proclama redactada por Montes e impresa por Perón,
que debía distribuirse en caso de que los militares decidieran dar el paso. Es
aprobada sin objeciones.
Ya ascendido, el
general Eduardo Ávalos.

La proclama revolucionaria devolvía al pueblo los derechos y garantías
conculcados. "Las FF.AA. de la Nación […] guardianes del honor […] de la
patria, como asimismo del bienestar, los derechos y las libertades del pueblo
argentino, han venido observando […] el desempeño de las autoridades
superiores de la Nación. Ha sido […] dolorosa la comprobación. Se han
defraudado las esperanzas de los argentinos adoptando como sistema la
venalidad, el fraude, el peculado y la corrupción. Se ha llevado al pueblo al
escepticismo y a la postración moral, desvinculándolo de la cosa pública
explotada en beneficio de siniestros personajes movidos por la más vil de las
pasiones. […] conscientes de la responsabilidad que asumen […] ante el
pueblo, […] deciden cumplir con el deber de esta hora que les impone SALIR
EN DEFENSA DE LOS SAGRADOS INTERESES DE LA PATRIA.
PROPUGNAMOS la honradez administrativa, la unión de todos los argentinos,
el castigo de los culpables y la restitución al Estado de todos los bienes mal
habidos. SOSTENEMOS nuestras instituciones y nuestras leyes, persuadidos
que no son ellas, sino los hombres quienes han delinquido en su aplicación.
ANHELAMOS firmemente la unidad del pueblo argentino, porque el Ejército de
la patria […] luchará por […] la restitución de derechos y garantías
conculcados. LUCHAREMOS por mantener una real e integral soberanía de la
Nación, […] por hacer efectiva una absoluta, verdadera y leal unión y
colaboración americana y cumplimiento de los […] compromisos
internacionales".
Proclama
revolucionaria del 4 de Junio de 1943.

A la tres AM Rawson llega a Campo de Mayo, para asumir la jefatura de la
revolución. Lo aceptan, sólo porque es general. La mayor parte de los
miembros del GOU fue a cumplir su cometido.




                                                       Ingreso a Campo de
Mayo.

El general Bassi llama a Campo de Mayo. Atiende Rawson, se da a conocer y
Bassi le dice: "Quiero por su intermedio llamarlos a la prudencia". Rawson:
"Nuestra decisión es irrevocable, y sabemos que es la sangre el precio que
hemos de pagar […]”.
Aprestos del general
Arturo Rawson.

Llega Ramírez, enviado por… Castillo para demorar 24 hs todo apresto a fin de
"arreglar el mal entendido". Todos, desconcertados, miran a Rawson, pero éste
dice que no hay nada que hablar... Castillo debe irse.




                                                        Rawson, entre
Castillo Y Ramírez.

Ramírez no sabe qué decir. Las dudas son increíbles. ¿Y? "salimos o no
salimos". El comandante de Campo de Mayo, Anaya, pide instrucciones a
Ramírez. Éste calla. "Denle otro whisky al viejo a ver si se decide", aconseja su
yerno.
Ramírez toma un último whisky y da la orden. Se abren los portones de Campo
de Mayo y la tropa se pone en marcha con Rawson a su frente. Ramírez se
vuelve a Buenos Aires a dar cuenta al presidente del fracaso de su gestión.




10 mil hombres de las tres armas convergen sobre Buenos Aires. Son las seis
de la mañana.
Plaza de Mayo el 4 de
Junio de 1943.

En la residencia de Olivos, rodeado de funcionarios y dos generales amigos,
Castillo, incrédulo, intenta lo último: nombra al general Márquez jefe de la
represión.




                             Entrada a la Residencia Presidencial de Olivos.

A las 5.40 hs Castillo y los ministros van a la Rosada. A las 7 hs llega Ramírez
al despacho presidencial. Le informa a Castillo que no se pudo cumplir con su
orden… El presidente lo hace arrestar por Márquez y Ramírez advierte: "la
situación es grave. Rawson está dispuesto a luchar. […] debe evitarse todo
derramamiento de sangre".




                                       La casa Rosada por aquellos días.

A las 9.25 hs, Márquez informa a Castillo que no es posible resistir a las tropas
de Campo de Mayo. Castillo intenta embarcarse en el rastreador Drummond e
invita a los ministros a acompañarlo, supone que la Marina y el Interior le son
leales.




                                                         El Rastreador
Drummond dio una "vueltita" y volvió.

Las tropas de Campo de Mayo llegan a Circunvalación (Av. Gral. Paz). A la
columna que marchaba por la avenida Alvear (Libertador) la tirotean desde la
Escuela de Mecánica de la Armada, lo que cuesta 70 víctimas.




                                                      Tropas pasando
frente a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se produce un
evitable tiroteo que cobra la vida de 70 víctimas, seguramente todos
conscriptos.

La marcha siguió; a mediodía la columna llega al viejo Tiro Federal. Rawson se
adelanta al círculo militar y almuerza. El grueso sigue la marcha.
Revolución del 4 de
Junio de 1943, otra escena de la Plaza de Mayo.

Llegan a Plaza de Mayo, repleta de gente. Se destruyen constantemente –
como un símbolo del imperialismo inglés- los ómnibus de la Corporación de
transportes.

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Para comprender los orígenes del pronunciamiento militar de 1943 hay que retroceder hasta la década de los años 30 del siglo pasado

  • 1. Para comprender los orígenes del pronunciamiento militar de 1943 hay que retroceder hasta la década de los años 30 del siglo pasado. En 1930 un golpe de estado encabezado por José Félix Uriburu derrocó al gobierno deHipólito Irigoyen y situó a la oligarquía en la cúspide del poder político y económico de la sociedad. Se inaugura un período de la historia argentina conocida como la “Década Infame” o “Restauración Conservadora” y que se caracterizará por ser una etapa en el que los sucesivos gobiernos basarán su poder en el establecimiento de un sistema político represivo y marcado por la corrupción. Se alternarán en el poder hasta cuatro presidentes: el General José Félix Uriburu, el General Agustín Pedro Justo, el abogado Roberto Ortiz y por último Ramón Castillo. 4 de junio de 1943 - La Revolución de los Coroneles Fuente: Fragmento del libro Los mitos de la historia argentina 3, de Felipe Pigna, Buenos Aires, Editorial Planeta, 2006. A comienzos de la década del cuarenta los militares habían asumido gran parte de las funciones que el Estado intervencionista de los treinta se autoadjudicó. Entre 1931 y 1937 el presupuesto militar se incrementó de 189 mil pesos a 315 mil. En octubre de 1941 fue creada la Flota Mercante del Estado, que se colocó bajo el Ministerio de Marina. En ese mismo año se creó la Dirección de Fabricaciones Militares. Por aquellos años convivían en las fuerzas armadas dos tendencias políticas: una, la que representaba al general Justo, favorable a los Aliados, y otra llamada nacionalista, que simpatizaba con el Eje. En ese contexto las fuerzas armadas iban camino a transformarse en un poder en sí mismo y en un árbitro “natural” de la situación nacional. El ambiente parecía propicio
  • 2. para las conspiraciones. Así lo entendieron los militares del Grupo de Obra de Unificación1 (GOU), una logia fundada el 10 de marzo de 1943 en los salones del Hotel Conte, que estaba frente a la Plaza de Mayo, por iniciativa de los tenientes coroneles Miguel A. Montes y Urbano de la Vega, que fue creciendo en influencia dentro de las filas castrenses. Sus principales referentes eran el coronel Juan Domingo Perón y el teniente coronel Enrique P. González. Los dos eran oficiales del Estado Mayor General, graduados en la Escuela Superior de Guerra, de la que además Perón era profesor de historia militar. Recuerda Perón: “Antes del 4 de junio y cuando el golpe de Estado era inminente, se buscaba salvar las instituciones con un paliativo o por convenios políticos, a los que comúnmente llamamos acomodos. En nuestro caso, ello pudo evitarse porque, en previsión de ese peligro, habíamos constituido un organismo serio, injustamente difamado: el famoso GOU. El GOU era necesario para que la revolución no se desviara, como la del 6 de septiembre. […] Conviene recordar que las revoluciones las inician los idea l i s tas con entusiasmo, con abnegación, desprendimiento y heroísmo, y las aprovechan los egoístas y los nadadores en río revuelto”.2 Los integrantes del GOU, que no ocultaban su simpatía por los regímenes de Alemania e Italia y se declaraban partidarios de la neutralidad, anticomunistas y contrarios al fraude electoral, comenzaron a preparar el asalto al gobierno y tomaron contacto formalmente con dirigentes partidarios socialistas, conservadores y radicales que coincidían en rechazar la candidatura de Patrón Costas. El 7 de junio de 1943 fue la fecha elegida por Castillo para lanzar la candidatura de Patrón Costas. El candidato había preparado su discurso de lanzamiento en el que, contra todos los pronósticos, evitaba definirse sobre la neutralidad: “Desde la edad de 23 años, en que fui llamado a ocupar el Ministerio de Hacienda de mi provincia natal, he militado siempre en las filas de los partidos de derecha; lo proclamo bien alto y con orgullo en esta alta hora en que el izquierdismo está en boga. En el término conservador, como yo lo entiendo, caben todas las reformas que exija nuestra evolución progresiva, para perfeccionar, depurar y hacer eficiente nuestra democracia, para asegurar la libertad dentro del orden y para llegar a la paz social, no por la lucha de clases, sino por la conciliación de sus intereses. […] Ser conservador es querer una organización social y política con jerarquías, pero entiéndase bien, con la jerarquía que da la conducta ejemplar, la inteligencia, la ciencia, el arte, el trabajo, los servicios prestados al país; el nacimiento, cuando se sabe honrar la estirpe; la fortuna cuando se es digno de ella. […] Seguimos el conflicto sin olvidar nuestros antecedentes de Nación democrática, amante de la libertad, celosa de su independencia, solidaria siempre con los grandes principios cuya subsistencia interesa a toda la humanidad para mantener un mundo de libertad, de paz y de justicia”.3 Pero Patrón Costas nunca pudo pronunciar este discurso ni lanzar su candidatura a
  • 3. presidente. En la madrugada del 4 de junio, un nuevo golpe de Estado dirigido por el GOU derrocaba al presidente. Lo que sigue es el relato de Perón sobre los hechos: “La revolución comenzó en el preciso instante en que los cuadros medios del Ejército, entre quienes me identificaba, tomaron conciencia de la situación y resolvieron que las cartas estaban echadas. El día 3 por la tarde estuve encerrado en mi departamento planificando el día siguiente. Paralelamente, el doctor Castillo recorrió las guarniciones de Palermo y terminó instalándose en la Rosada junto a todo el gabinete a la espera de la tormenta inminente. Sabía que el golpe estaba en marcha. Para rematar la velada, llamé por teléfono al general Ramírez que estaba en Campo de Mayo y le pedí que fuese hasta Casa de Gobierno para saber cómo venía la mano. Le transmití: „decile que no se puede joder más y que se las tiene que tomar‟. Todo había pasado tan rápido que la mayoría de la población no se había enterado del cambio de gobierno, fue entonces que le pedí a Mercante que hiciera salir a la calle a un grupo de efectivos para que incendiaran algunos vehículos. Un poco de acción psicológica no viene nada mal para despabilar a los curiosos”.4 El diario La Vanguardia trazaba este balance de la gestión de Castillo, que de alguna manera también era un análisis de aquella Década Infame: “El gobierno del doctor Castillo fue el gobierno de la burla y el sarcasmo. Su gestión administrativa se desenvolvió en el fango de la arbitrariedad, el privilegio, la coima y el peculado. Toleró ministros y funcionarios ladrones, y firmó, displicentemente, medidas que importaban negociados. Nada ni nadie le contenía en su insana política de rapacidad y de oligarquía. Eligió su sucesor a pesar del clamor de la opinión pública y de la repugnancia de algunos miembros del partido oficial. La fórmula de los grandes deudores de los bancos oficiales contaba con la impunidad oficial”.5 En la Rosada, aquel 4 de junio, se produjo la primera reunión de las nuevas autoridades: “Una vez tomado el poder nos sentamos alrededor de una mesa a discutir quién sería el encargado de ocupar la primera magistratura. Debía ser un general y de esto no había duda. Fue elegido por su buena voluntad y sus buenas intenciones el general Pedro Pablo Ramírez. La sorpresa más significativa nos la dio Rawson, que se sentó en el sillón presidencial y armó un gabinete a piacere, sin consultar a nadie. Claro, pasó que se consideró el jefe supremo de la revolución, y flojo de entendederas así como era, negoció con la oligarquía el nuevo elenco gubernamental. El resultado fue que volvían al gobierno los que acabábamos de echar a patadas. Recuerdo que fuimos hasta la Casa de Gobierno y entramos intempestivamente al despacho principal. Él estaba allí, sentado muy ridículo detrás del escritorio en el sillón de Rivadavia. Me acerqué y extendiéndole su renuncia le dije: „puede ir saliendo, terminó su mandato‟. Rawson, levantó la vista y me dijo: „¡Cómo,
  • 4. tan pronto!‟ Tomó sus cosas y se retiró”.6 Castillo, tras dejar la Casa Rosada, se refugió en un barreminas de la Armada a la espera de unas hipotéticas fuerzas leales que sólo existían en sus deseos. El 5 de junio por la mañana desembarcó en el puerto de La Plata y, al igual que Yrigoyen hacía casi 13 años, presentó su renuncia a la presidencia en la capital bonaerense. Terminaba, de la misma manera en que había comenzado, una Década Infame que dejaba profundas huellas en nuestro pueblo. Se iniciaba una nueva etapa que iba a cambiar por muchos años el panorama político y social de la Argentina. 1 Este es el nombre que aparece en el escudo del grupo. Algunos autores definen la sigla como Grupo de Oficiales Unidos. 2 Perón, Juan Domingo, Tres revoluciones, Buenos Aires, Síntesis, 1994. 3 Discurso que debió pronunciar en la convención del Partido Demócrata Nacional con motivo de su candidatura a la presidencia de la Nación, Buenos Aires, junio 7 de 1943, en Ernesto Araoz, Vida y obra del doctor Patrón Costas, Buenos Aires, Imprenta Mercatali, 1966. 4 Perón, Juan Domingo, Tres revoluciones, op. cit. 5 La Vanguardia, 5 de junio de 1943. 6 Testimonio de Juan Domingo Perón, en Enrique Pavón Pereyra, Yo, Perón, Buenos Aires, Milsa, 1993. Fuente: www.elhistoriador.com.ar Lo ocurrido el 4 de Junio de 1943 ¿fue un golpe de Estado o una Revolución? ¡Revolución! decimos quienes definimos a ésta en un sentido ético, dentro del concepto ateniense, como lo hacía ese gran estratega que fue Perón. Sí, fueron golpes de Estado los del 30, 55, 62, 66 y 76. Porque reaccionaban contra una situación de legitimidad popular, sin proponerse una “re evolución”, superación, al contrario, demostrando su desprecio por las instituciones constitucionales. En cambio la Revolución del 4 de junio restituyó los derechos conculcados al pueblo por una aristocracia fraudulenta, corrupta y venal, que desconocía el concepto de bien común que –después del ´55- desde el 2003, se está queriendo valorizar. El 3 de junio por la mañana, un periodista amigo del teniente coronel González le dijo que el ministro de Marina, Fincati, llevaba a la firma del presidente Castillo un decreto que "separaba" al ministro de Guerra Ramírez de su cargo.
  • 5. Presidente fraudulento, último de la Década Infame, Santiago R. Castillo. Nunca existió tal “decreto”. Pero González lo tomó por cierto. Era el disparador que justificaba la Revolución del 4 de Junio. González, quien era yerno de Ramírez, le dice a éste que ha sido "exonerado" y le solicita "que lo deje en libertad para tomar contramedidas".
  • 6. General Pedro Pablo "Palito" Ramírez. Ramírez no lo desdijo, imponiendo una condición: que en caso que se diera la revolución fuese un general y no el GOU -Logia de jóvenes oficiales que fueron la materia gris y los grupos de acción en esta rebelión, sus siglas significaban Grupo de Oficiales Unidos- quien encabezase el pronunciamiento.
  • 7. G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos o Grupo Orden y Unidad). González contactó a Perón. Éste interpreta que el desplazamiento sin renuncia de Ramírez es un agravio al Ejército y descabeza al GOU, que juró responder directamente al ministro de Guerra. "Entonces -dijo Perón- ha llegado el momento de actuar". Los miembros del GOU, como el general Farrell, tenientes coroneles Mercante, Juan Carlos Montes y Rafael Sarmiento, mayores Serafín Maidana, Fernando González, Miguel Ángel Montes y Tomás Ducó, apoyaron al coordinador (Perón).
  • 8. Coronel Juan Domingo Perón, coordinador del GOU. La logia podía levantar al Ejército rápidamente. La primera división respondía a un amigo personal de Castillo, el general Bassi, se resolvió iniciar el movimiento con la marcha desde Campo de Mayo hacia Buenos Aires. Antes de poner en marcha la operación, Montes redactó una proclama revolucionaria que Perón hizo imprimir para repartirla a los oficiales de enlace. Escena común en la Década Infame. Los jefes de Campo de Mayo fueron convocados para esa misma noche a las 22 hs en la Escuela de Caballería, donde González sería el representante del ministro de Guerra.
  • 9. Mapa de Campo de Mayo. Esa tarde, Robustiano Patrón Costas reunía a sus amigos para leerles el discurso aceptando la candidatura presidencial que al otro día, a las 18 hs, debía proclamar la convención demócrata nacional en el salón Príncipe Jorge del City Hotel. Robustiano Patrón Costas. Había que encontrar un general. Fue “el colado” Arturo Rawson, retirado, quien cumplió ese cometido.
  • 10. General Arturo Rawson, el "colado". González habló, a mediodía, con el general Rawson para que se plegara a la sedición: Rawson era un militar de prestigio y, además, era un caradura. González no debió ser claro porque Rawson -que nada sabía del GOU- creyó que "ante la renuncia (obligada) del ministro de Guerra" debía aprovecharse "la circunstancia de la crisis" para hacer (su propia) revolución. Creería toda su vida que "la revolución fue, efectivamente, precipitada por mí". Rawson pensó que González lo invitaba a hacer la revolución. Aquí se reunían a conspirar los
  • 11. generales del Hotel Jousten. Así, Rawson actuó en consecuencia. Visitó a Ramírez en el ministerio de Guerra. Éste confirmó su deposición. González habría confesado a Rawson que Farrell y Perón estaban entre los militares descontentos, porque Rawson los fue a ver a la Inspección de Montaña para que se integraran a "su" revolución. El "colado" Rawson también comprometió a elementos propios (el general Mason y los almirantes Sabá y Benito Sueyro, con quienes "conspiraba" desde el hotel Jousten). Rawson, Ramírez y Farrell. Los comandantes de Campo de Mayo (tres coroneles: Elbio Anaya, jefe del acantonamiento, Eduardo Ávalos, director de la escuela de artillería y Emilio Ramírez, director de la escuela de suboficiales) y tres tenientes coroneles sin mando directo (González, secretario del ministerio de Guerra; Fernando Terrera, jefe del estado mayor de Anaya, y Carlos Vélez, ayudante de González) se reunieron a las 22 hs. en Campo de Mayo para resolver la actitud de la guarnición. Llega la proclama redactada por Montes e impresa por Perón, que debía distribuirse en caso de que los militares decidieran dar el paso. Es aprobada sin objeciones.
  • 12. Ya ascendido, el general Eduardo Ávalos. La proclama revolucionaria devolvía al pueblo los derechos y garantías conculcados. "Las FF.AA. de la Nación […] guardianes del honor […] de la patria, como asimismo del bienestar, los derechos y las libertades del pueblo argentino, han venido observando […] el desempeño de las autoridades superiores de la Nación. Ha sido […] dolorosa la comprobación. Se han defraudado las esperanzas de los argentinos adoptando como sistema la venalidad, el fraude, el peculado y la corrupción. Se ha llevado al pueblo al escepticismo y a la postración moral, desvinculándolo de la cosa pública explotada en beneficio de siniestros personajes movidos por la más vil de las pasiones. […] conscientes de la responsabilidad que asumen […] ante el pueblo, […] deciden cumplir con el deber de esta hora que les impone SALIR EN DEFENSA DE LOS SAGRADOS INTERESES DE LA PATRIA. PROPUGNAMOS la honradez administrativa, la unión de todos los argentinos, el castigo de los culpables y la restitución al Estado de todos los bienes mal habidos. SOSTENEMOS nuestras instituciones y nuestras leyes, persuadidos que no son ellas, sino los hombres quienes han delinquido en su aplicación. ANHELAMOS firmemente la unidad del pueblo argentino, porque el Ejército de la patria […] luchará por […] la restitución de derechos y garantías conculcados. LUCHAREMOS por mantener una real e integral soberanía de la Nación, […] por hacer efectiva una absoluta, verdadera y leal unión y colaboración americana y cumplimiento de los […] compromisos internacionales".
  • 13. Proclama revolucionaria del 4 de Junio de 1943. A la tres AM Rawson llega a Campo de Mayo, para asumir la jefatura de la revolución. Lo aceptan, sólo porque es general. La mayor parte de los miembros del GOU fue a cumplir su cometido. Ingreso a Campo de Mayo. El general Bassi llama a Campo de Mayo. Atiende Rawson, se da a conocer y Bassi le dice: "Quiero por su intermedio llamarlos a la prudencia". Rawson: "Nuestra decisión es irrevocable, y sabemos que es la sangre el precio que hemos de pagar […]”.
  • 14. Aprestos del general Arturo Rawson. Llega Ramírez, enviado por… Castillo para demorar 24 hs todo apresto a fin de "arreglar el mal entendido". Todos, desconcertados, miran a Rawson, pero éste dice que no hay nada que hablar... Castillo debe irse. Rawson, entre Castillo Y Ramírez. Ramírez no sabe qué decir. Las dudas son increíbles. ¿Y? "salimos o no salimos". El comandante de Campo de Mayo, Anaya, pide instrucciones a Ramírez. Éste calla. "Denle otro whisky al viejo a ver si se decide", aconseja su yerno. Ramírez toma un último whisky y da la orden. Se abren los portones de Campo de Mayo y la tropa se pone en marcha con Rawson a su frente. Ramírez se vuelve a Buenos Aires a dar cuenta al presidente del fracaso de su gestión. 10 mil hombres de las tres armas convergen sobre Buenos Aires. Son las seis de la mañana.
  • 15. Plaza de Mayo el 4 de Junio de 1943. En la residencia de Olivos, rodeado de funcionarios y dos generales amigos, Castillo, incrédulo, intenta lo último: nombra al general Márquez jefe de la represión. Entrada a la Residencia Presidencial de Olivos. A las 5.40 hs Castillo y los ministros van a la Rosada. A las 7 hs llega Ramírez al despacho presidencial. Le informa a Castillo que no se pudo cumplir con su orden… El presidente lo hace arrestar por Márquez y Ramírez advierte: "la situación es grave. Rawson está dispuesto a luchar. […] debe evitarse todo derramamiento de sangre". La casa Rosada por aquellos días. A las 9.25 hs, Márquez informa a Castillo que no es posible resistir a las tropas
  • 16. de Campo de Mayo. Castillo intenta embarcarse en el rastreador Drummond e invita a los ministros a acompañarlo, supone que la Marina y el Interior le son leales. El Rastreador Drummond dio una "vueltita" y volvió. Las tropas de Campo de Mayo llegan a Circunvalación (Av. Gral. Paz). A la columna que marchaba por la avenida Alvear (Libertador) la tirotean desde la Escuela de Mecánica de la Armada, lo que cuesta 70 víctimas. Tropas pasando frente a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se produce un evitable tiroteo que cobra la vida de 70 víctimas, seguramente todos conscriptos. La marcha siguió; a mediodía la columna llega al viejo Tiro Federal. Rawson se adelanta al círculo militar y almuerza. El grueso sigue la marcha.
  • 17. Revolución del 4 de Junio de 1943, otra escena de la Plaza de Mayo. Llegan a Plaza de Mayo, repleta de gente. Se destruyen constantemente – como un símbolo del imperialismo inglés- los ómnibus de la Corporación de transportes.