1. ROGER OLASCOAGA
MADURO
Y EL SECRETO DEL MALETIN NEGRO
POR: HUGO BUELVAS POSADA- Director Revista Milenio.
La muerte es esa. Inmovilidad. Mudanza. Dejar de existir, pérdida de la dialéctica.
Reflexionar sobre los seres que viven y mueren es, posesionarnos sobre un peldaño.
Para algunos, la muerte es el cambio o evolución biológica. Si para alguien, la vida es
un baile, para otros, la muerte podría ser un cuento.
Roger Olascoaga Maduro, fue un cuento dentro de la sociedad en que vivió 60 años.
Un caballero, un mamagallista, un compañero, un fiel hijo, padre y hermano que,
siempre vivía sonriente y sonriéndole a la vida. El eterno enamorado del deporte y de
los toros. Sudoroso se veía andar por las calles de su Montería, sujetando entre su
brazo izquierdo un maletín negro, repleto de papeles, quien sabe de qué.
2. Su tono de voz fuerte y pausada, su entonación fonética, se hacía notoria al hablar por
un micrófono, retumbando melodiosamente en el sonido que brotaban las ondas
hertzianas. Su voz en la radio, se hacía entender. La locución la ligaba mucho con la
escritura. Ese era Roger Olascoaga Maduro, el muchacho que quiso enrolarse en la
radiodifusión para compenetrarse más con la sociedad humana.
A Roger, la vida lo hizo popular a través de la radio y algunos periódicos locales. Su alto
espíritu de compañerismo lo convierte en todo un carismático y emblemático
personaje, sobre todo, por su devoción con el folclor sinuano. Un defensor de sus
ancestros.
Aunque, la muerte nos discrimine y nos despoje de todo. La fama, la riqueza y el
poder. Roger, en el más allá, seguirá riéndose, burlándose jocosamente, como un todo
mamagallista. El caballero, el señor, como lo era él, para quienes lo pudimos
comprender, seguirá siendo el mismo que, por las mañanas solía salir a caminar hacia
el centro, no importándole las inclemencias de los rayos solares, para regresar al
mediodía a casa, con el mismo ánimo de buen conversador y risueño.
Ahora en su otra vida: la muerte, Roger está repleto de placeres y de felicidad porque,
su vida fue eso, un cuento, tal vez, un secreto guardado en algunos papeles, muy
escondidos en el viejo maletín negro. Si, en ese maletín, guardaba retazos de historias,
escritas a mano. Por eso, no podemos hablar de un todo de la vida de este caballero
periodista, que nos ha dejado.
Roger, aunque muerto, solo tu maletín negro podría descifrar tus secretos. Esos que
dejaste escondidos en el interior del bolso o maletín negro, quien sabe qué…. Quienes
aun seguimos acá, podemos algún día descubrir tus secretos.
Si la vida es risa, es mentira o es un cuento: la muerte es algo en sí. Cuando el
momento llega en la única que podemos confiar es en nosotros mismos. Esta es una
confrontación importante ante la cual nos presentamos con la sola armadura de
nuestra cruda humanidad, del registro real de lo que hemos hecho, de cómo hemos
escogido vivir nuestras vidas.
Roger, por haber vivido bien, tal vez, hayas muerto con un placentero descanso, como
un sueño bien ganado después agradables ejercicios.
Acá, dejas, por el momento, una radio desecha, desatinada, más bien, como una risa
gigante, sin poder entender a los de ahora. Tu allá, riéndote y convertido en un
cuento, esquivando el secreto guardado en tu viejo maletín negro.
Roger, que descanses en paz….Y un sentido adiós…