El documento critica al expresidente Álvaro Uribe por no poder encontrar una actividad pacífica tras dejar la presidencia debido a su adicción al poder y al mando. Señala que Uribe solo sabe vociferar en Twitter y enviar comunicados de dudosa lógica, en lugar de dedicarse a actividades como escribir, coleccionar arte, contar chistes o viajar con amigos. Finalmente, sugiere que sería mejor que Uribe se callara en lugar de seguir incitando rabia y tensión.
Por qué no te callas? Un análisis de la situación política de Uribe
1. ¿Por qué no te callas?
Por: Héctor Abad Faciolinc
SI EL EX PRESIDENTE URIBE pensara y escribiera bien podría
dedicarse, como Lleras Camargo, Lleras Restrepo o López
Michelsen, a opinar en los periódicos, o a escribir sus
memorias. Pero Uribe no es un hombre de pensamiento, sino
un hombre de acción.
Si el ex presidente Uribe amara la música, la poesía o la
literatura, podría encontrar un puesto en alguna fundación de
apoyo a la cultura, como Belisario, o si amara las artes
plásticas, podría coleccionar buena pintura, como César
Gaviria. Pero al ex presidente Uribe no lo conmueve la novela,
no le interesa el arte, y la poesía que le gusta es la de Robledo
Ortiz.
Si le gustara el trago, podría consolarse, como Valencia, con unos
aguardientes, pero el ex presidente es abstemio.
Si fuera el ex presidente, al menos, un mujeriego, podría anular su
matrimonio, como hizo Turbay, e irse de Embajador al Vaticano con
una nueva esposa bien joven, que le hiciera masajes en los pies.
Pero al ex presidente no le interesa la lujuria.
2. Si le interesara la filología podría escribir un diccionario, como aquel
otro Uribe, Uribe Uribe, o traducir la Eneida, como Caro. Si le
gustara la comida, si tuviera sentido del humor, podría al menos
dedicarse a comer, y a contar chistes, como Samper. Pero se sabe
que Uribe ni siquiera entiende los chistes.
Si tuviera buenos amigos, podría viajar contento por cientos de
países, en compañía de otros jubilados jóvenes, como Pastrana.
Pero él no tiene amigos, sino aliados, que más que amarlo le
temen.
Entonces, como el ex presidente Uribe sólo tiene el vicio incurable
del poder, la adicción al mando, la costumbre irrefrenable de llevar
siempre las riendas, las espuelas y la fusta, entonces ahí lo
tendremos, vociferando en Twitter, enviando comunicados de muy
dudosa lógica jurídica o política, rojo de indignación, verde de rabia,
enfermo de ira, regañando a los columnistas, insultando a los
jueces, manoteando contra los traidores, aconsejando exilios a sus
ex funcionarios (no para protegerlos sino para que al fin, en la
desesperación de los interrogatorios, no acabe por zafárseles la
verdad).
Porque la verdad monda y lironda es que el DAS dependía y
depende de la Presidencia de la República. Y los del DAS pusieron
micrófonos en la sala de la Corte Suprema, para oír ilegalmente sus
deliberaciones.
Si el FBI o la CIA hubieran hecho esto en Estados Unidos, las
consecuencias para el gobierno que hubiera instigado semejante
insulto se oirían durante siglos. No es posible chuzar a la Corte
Suprema y luego pretender que la Corte Suprema se cruce de
brazos. Porque ordenarles a los servicios de inteligencia chuzar a
los altos magistrados y a los principales periodistas y opositores
políticos del país es un delito más grave, muchísimo más grave que
el escándalo de Watergate.
¿Por qué se va al exilio la señora Hurtado? Para no tener que decir
de dónde venía la orden de oír a los jueces, a los políticos y a los
periodistas, ya que confesar esa verdad era lo mismo que poner
3. una lápida en su pecho. Mejor callada en Panamá que acorralada
aquí entre la pared de la verdad y la espada del miedo.
Uribe y sus aliados son poderosos, pero hoy son los huérfanos y las
viudas del poder. Nosotros, los periodistas, podemos convertirnos
en los altavoces, en los amplificadores de sus rabietas y diatribas, o
simplemente dejarlo que grite y vocifere a solas en su Blackberry.
Tenemos la tentación de seguir en ese ambiente crispado, lleno de
rabia y adrenalina al que nos acostumbró su gobierno. Pero lo más
sensato sería hundir el botón de “mute” cuando estos cruzados del
odio vociferan, e insultan. Ya pasamos esa página, ese trago
amargo.
No le demos más prensa ni le prestemos más atención a tanta
rabia. Bajémosle la fiebre a todo esto hundiendo ese pedal que en
el piano se llama sordina. Que grite solo, como Chávez. Y
preguntémonos en silencio, simplemente, de cuando en cuando, por
qué no se callará. Porque eso sería lo mejor para todos: que se
callara.