1. Movimientos sociales en Bolivia:
de la fuerza al poder
Ann Chaplin*
Resumen Este artı´culo sigue de cerca el desarrollo de las organizaciones
sociales en Bolivia, y explora algunos de los factores clave que
llevaron a los indı´genas excluidos y a sus organizaciones de la
marginalidad a los corredores del poder. La autora identifica las
pra´cticas colectivas indı´genas, la experiencia del movimiento sindical
minero y la participacio´n en el gobierno local como factores crı´ticos
en la transformacio´n de los movimientos sociales bolivianos. Estos
factores favorecieron la resistencia coordinada en contra de las
reformas neoliberales introducidas a partir de 1985, y contribuyeron
con el nuevo papel polı´tico proactivo de las organizaciones sociales.
La autora hace un recuento de co´mo esta resistencia llevo´ al
derrocamiento del presidente titular y al ascenso al poder de un lı´der
indı´gena. Finalmente, el artı´culo considera el papel que los
movimientos sociales desempen˜an en el proceso de cambio que tiene
lugar hoy en Bolivia.
En octubre de 2003, el presidente Gonzalo Sa´nchez de Lozada, uno de los
principales autores de las reformas neoliberales en Bolivia, se vio forzado
a huir del paı´s en medio de una revuelta de organizaciones sociales que
exigı´an su renuncia. A partir de mediados de los an˜os ochenta, los gobier-
nos neoliberales habı´an tratado de debilitar las organizaciones de la socie-
dad civil una tras otra. Sin embargo, frente a las injusticias y la exclusio´n
continuas, la gente apelo´ a sus organizaciones sociales para articular sus
demandas. En enero de 2006, Evo Morales Ayma se convirtio´ en el
primer presidente indı´gena de Bolivia, con el respaldo de los movimientos
sociales. En un paı´s en el que la mayorı´a de la poblacio´n es de origen
*e-mail: achaplin@megalink.com
& Oxford University Press and Community Development Journal. 2010
Todos los derechos reservados. Para permisos, enviar un e-mail a
journals.permissions@oxfordjournals.org
doi:10.1093/cdj/bsq028
Community Development Journal Pa´gina 1 de 10
2. indı´gena, pero en el que ser indı´gena era sino´nimo de pobreza y exclusio´n,
e´ste fue un momento histo´rico sin precedentes.
Este artı´culo considera los factores que se conjugaron para dar lugar a ese
cambio extraordinario y que llevaron a la poblacio´n de origen indı´gena y
popular a los corredores del poder, reflexionando, en particular, sobre la
transformacio´n del papel de los movimientos sociales bolivianos, de la pre-
sentacio´n de demandas dispares ante el gobierno, a un papel polı´tico ma´s
coordinado y proactivo. Finalmente, el artı´culo explora el papel que los
movimientos sociales desempen˜an en el proceso de cambio que tiene
lugar en Bolivia en la actualidad.
Desarrollo de las organizaciones sociales en Bolivia
Por muchos siglos, Bolivia ha dependido de la exportacio´n de materias
primas (primero plata, luego estan˜o, y ahora gas natural) para alimentar
el desarrollo industrial y financiero de otros paı´ses de Europa y Norteame´-
rica. El escritor uruguayo Eduardo Galeano habla de un puente de plata
que pudo haberse construido sobre el Oce´ano Atla´ntico con la plata que
se llevaron los espan˜oles del pueblo minero de Potosı´ en Bolivia
(Galeano, 1997). Cuando la industria del estan˜o colapso´ en los an˜os
ochenta, la produccio´n de coca adquirio´ un lugar prominente en la econo-
mı´a boliviana. Por siglos, la gran mayorı´a de los bolivianos habı´a vivido en
condiciones semifeudales; algunos trabajaban en las minas, otros en
grandes fincas, y los indı´genas vivı´an en las tierras ma´s pobres. Sin
embargo, la revolucio´n popular de 1952 que involucro´ a mineros, campesi-
nos y ciertos sectores de la clase media, trajo consigo cambios importantes.
Llevo´ a la nacionalizacio´n de las minas, a la reforma agraria y al derecho al
voto para los campesinos y las mujeres.
Las organizaciones sociales en Bolivia, como en muchas regiones de los
Andes, se basan principalmente en valores y pra´cticas indı´genas y campe-
sinas. El individuo y la comunidad tienen una relacio´n muy cercana: los
individuos contribuyen con el bien colectivo mientras que se benefician
de la colaboracio´n con los dema´s. Una familia o un individuo normalmente
ayuda a otros a arar la tierra o a recoger la cosecha. A veces, comunidades
enteras trabajan en conjunto para despejar rutas de acceso, excavar canales
de agua o transportar la cosecha o para ayudar a otras comunidades, y el
favor se devuelve a la postre, en ciertos casos hasta de´cadas despue´s. Las
decisiones importantes de la comunidad se toman de manera colectiva,
incluso en temas relacionados con el candidato por quie´n votar en las elec-
ciones.
Sin embargo, fue la Federacio´n Sindical de Trabajadores Mineros de
Bolivia (FSTMB), establecida en 1944, la que por de´cadas formara la
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3. columna vertebral de las organizaciones populares bolivianas y brindara
liderazgo a la Central Obrera Boliviana (COB), la confederacio´n sindical
de trabajadores establecida tras la revolucio´n de 1952. La COB ha sido
u´nica en Ame´rica Latina, ya que representa un espectro de organizaciones
sociales de varias clases sociales, y abarca una amplia variedad de posi-
ciones polı´ticas, no so´lo la de un partido. Los mineros solı´an reunirse con
campesinos, trabajadores de fa´bricas, profesores, trabajadores del sector
de la salud y el transporte, vendedores callejeros, estudiantes universitarios
y grupos culturales. Sus demandas tenı´an que ver a menudo con el mejo-
ramiento de las condiciones laborales ba´sicas y los derechos de sus miem-
bros, pero eran consistentes en las medidas que tomaban para defender sus
derechos polı´ticos; en repetidas ocasiones la COB y la Federacio´n de
Mineros se enfrentaron con los gobiernos dictatoriales.
En las u´ltimas de´cadas, tambie´n se han dado cambios demogra´ficos signi-
ficativos. La mayorı´a de la poblacio´n es de origen indı´gena (un 62% se iden-
tificaron como tal segu´n el censo de 2001) y vive tradicionalmente en zonas
rurales (un 38% segu´n el mismo censo), aunque un nu´mero cada vez mayor
ha abandonado el campo. Los indı´genas que migraron a las ciudades se lle-
varon consigo valores y tradiciones firmes, propios de las comunidades
rurales. Las comunidades indı´genas tienen tradiciones organizativas
fuertes que difieren entre las zonas altipla´nicas y los llanos. Los grupos indı´-
genas de las zonas montan˜osas se han organizado principalmente de dos
modos. Por un lado, la Revolucio´n de 1952 provoco´ reformas agrarias me-
diante las que los campesinos recibieron pequen˜os terrenos, en muchos
casos recobrados de manos de los grandes hacendados. Los campesinos
entonces adoptaron una forma de organizacio´n basada en la de los sindica-
tos de trabajadores: el sindicato agrario. Este u´ltimo se organiza desde el
nivel comunitario hacia arriba, donde eligen los miembros que participara´n
en las federaciones locales y regionales. En 1979, con el respaldo de la COB,
se creo´ la Confederacio´n Sindical U´ nica de Trabajadores Campesinos de
Bolivia (CSUTCB), reunio´ el movimiento campesino bajo el liderazgo de
Genaro Flores (quien quedo´ discapacitado como resultado de un disparo
despue´s del golpe militar de 1980). Esta organizacio´n nacional puso fin a
los muchos an˜os de manipulacio´n que a partir de 1952 sufrieran los
lı´deres y las organizaciones campesinas por parte del principal partido
gobernante -el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)- y de los
dictadores que rigieron el paı´s en los an˜os sesenta y setenta.
Los sindicatos agrarios suplieron una forma de organizacio´n rural que
data de la e´poca precolonial. El ayllu reu´ne familias de un grupo de comuni-
dades en una organizacio´n que ha sido tradicionalmente responsable por la
defensa de las fronteras territoriales y los recursos, la produccio´n agrı´cola, y
la justicia comunitaria. Bajo el dominio colonial espan˜ol, los lı´deres de los
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4. ayllus eran los responsables regionales de la ley y el orden y del pago de los
tributos a la corona espan˜ola. El aniversario 500 de la invasio´n espan˜ola en
1992 provoco´ el resurgimiento del orgullo indı´gena, impulsando a los
ayllus que todavı´a existı´an a reorganizarse y reafirmarse. En 1997, se estable-
cio´ una organizacio´n nacional de ayllus para representar sus intereses.
Las organizaciones indı´genas de los llanos, por su parte, tienen una historia
bastante diferente. La regio´n de los llanos orientales que hace 60 an˜os parecı´a
estar vacı´a (a excepcio´n de algunos colonos que vinieron de las tierras monta-
n˜osaseinmigrantesextranjerosquellegaronatraı´dosporlasvastasextensiones
de tierra cultivable), son el hogar de ma´s de 30 naciones indı´genas. Estos
grupos son muy variados, desde tribus amazo´nicas con poco contacto con el
mundo exterior, hasta los Guaranı´es que fueran “protegidos” por muchos
an˜os de las influencias externas por las misiones jesuitas en la regio´n. A
partir de los an˜os setenta, las ONG empezaron a trabajarcon grupos indı´genas,
en particularen Santa Cruz, en temasde derechos y empoderamiento. En 1982,
cuatro organizaciones indı´genas establecieron la Confederacio´n de Pueblos
Indı´genas de Bolivia (CIDOB). En 1990, los grupos indı´genas de los llanos lle-
varon a cabo la primera de varias marchas para presentar sus demandas en La
Paz, en especial aquellas relacionadas con la propiedad de las tierras. Desde
entonces, se han convertido en actores polı´ticos bien organizados, pero difer-
entes a sus equivalentes en el Altiplano y valles andinos.
Las reformas neoliberales socavan las organizaciones
sociales
El an˜o 1985 trajo un cambio de gobierno volviendo el MNR, partido promo-
tor de la revolucio´n nacionalista y estadista de 1952, al poder con inten-
ciones neoliberales. Las medidas extremas de ajuste de ese an˜o, seguidas
por el colapso del precio del estan˜o, resultaron en un e´xodo de las minas.
El cierre de la mayorı´a de las minas administradas por el Estado obligo´ a
27.000 mineros y a sus familias a dejar sus trabajos y sus hogares para bus-
carse una nueva vida en otra parte. Algunos fueron a las principales ciu-
dades a buscar trabajo, mientras que otros volvieron a trabajar la tierra.
Muchos migraron a los tro´picos (Chapare) en donde el cultivo de coca
ofrecı´a una forma alternativa de sustento.
El efecto en las organizaciones populares fue desastroso. Con la reduccio´n
de mineros a unos pocos, que quedaron a cargo de mantener algunas de las
minas, la influencia del FSTMB colapso´. Adema´s, dado el peso del sindicato
de mineros en la COB, e´sta se vio bastante debilitada. Las organizaciones
sociales no fueron capaces de contener las reformas econo´micas y polı´ticas
que siguieron y que tenı´an el objetivo de reducir la participacio´n del Estado
en la economı´a y en los beneficios de bienestar social, privatizando y ven-
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5. diendo industrias nacionales estrate´gicas y abriendo el paı´s al mercado libre.
Bolivia termino´ importando comestibles baratos: los huevos venı´an de Chile
y hasta las papas se traı´an de Argentina y Peru´. Los productores bolivianos
se vieron obligados a rebajar considerablemente sus precios. El precio que se
pago´ a nivel social fue muy alto y los niveles de pobreza aumentaron. El
censo de 2001 muestra que so´lo un 16% de la poblacio´n tiene sus necesidades
ba´sicas satisfechas. Gran parte de la poblacio´n apelo´ a actividades informales
para sobrevivir, y las organizaciones basadas en las relaciones laborales
dejaron de ser el catalizador principal de las organizaciones sociales.
Las reformas abren la puerta a nuevas formas de
organizacio´n
Comopartedesuprogramadereformasestructuralesdemediadosdelosan˜os
noventa, Sa´nchez de Lozada introdujo en 1994 la ley de “Participacio´n
Popular” que buscaba la descentralizacio´n de un 20% del presupuesto nacio-
nalenma´sde300municipios.Lasorganizacionessocialeslocalesparticiparı´an
en las decisiones de planeacio´n del uso de los recursos y en la fiscalizacio´n de
su uso por las autoridades. La descentralizacio´n de las responsabilidades
estatales tenı´a el objetivo de atender las necesidades a nivel local, pero
tambie´n buscaba socavar las fuertes organizaciones sociales establecidas a
nivel nacional. No obstante, tuvo el efecto contrario pues fue un estı´mulo
para aquellos movimientos que ya estaban organizados en base a lo territorial,
como las organizaciones campesinas e indı´genas y las juntas vecinales.
Los grupos campesinos e indı´genas y las juntas vecinales lentamente
empezaron a desempen˜ar un papel cada vez ma´s importante en el planea-
miento del uso de los recursos locales, reunie´ndose a decidir que´ comuni-
dades o barrios debı´an beneficiarse de los proyectos municipales. En
a´reas en las que la poblacio´n era predominantemente indı´gena y/o rural,
tambie´n comenzaron a lanzar sus propios candidatos a las elecciones. En
un principio, buscaron el apoyo de los partidos polı´ticos existentes para
que les incluyeran en las listas de candidatos locales, y luego empezaron
a organizar sus propios partidos como el Movimiento al Socialismo
(MAS) y el Movimiento Indı´gena Pachacuti (MIP), liderados por Evo
Morales y Felipe Quispe respectivamente.
Su participacio´n en las iniciativas de planificacio´n local, su experiencia
como candidatos en las elecciones y en la direccio´n de los gobiernos munici-
pales han sido factores crı´ticos para el desarrollo polı´tico de muchos lı´deres
indı´genas y populares. Mientras antes habı´an sido excluidos de participar en
el gobierno, ahora tenı´an la oportunidad tanto de aprender co´mo se dirige el
gobierno local, como de ganar confianza en sus propias habilidades para
enfrentar esas responsabilidades. Un buen ejemplo de esto es Rene´ Joaquino,
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6. un sastre cuyo e´xito como alcalde de Potosı´ garantizo´ su reeleccio´n en tres
ocasiones y adema´s fue candidato a la presidencia en 2009.
Sin embargo, aunque el desarrollo polı´tico de los lı´deres indı´genas mas-
culinos ha aumentado, todavı´a existen obsta´culos para la participacio´n de
las mujeres. En las comunidades indı´genas de la sierra las mujeres tradicio-
nalmente desempen˜an papeles representativos en sociedad con sus
maridos. Esta tradicio´n se mantiene en las comunidades indı´genas y a
menudo en zonas en las que los inmigrantes se han trasladado a las ciu-
dades. Desde cuando se casan, las parejas pueden ocupar cargos con cre-
cientes niveles de complejidad y responsabilidad. Sin embargo, en la
pra´ctica esto significa que es generalmente el hombre el que realiza las
tareas de representacio´n por fuera de la comunidad, y las mujeres indı´genas
poco se involucran en la polı´tica.
La innovacio´n electoral de la alternancia introducida por el gobierno de
Evo Morales, fortalece la norma electoral ya existente bajo la cual el 30%
de los candidatos deben ser mujeres. Estipula que si un hombre ocupa el
primer lugar en una lista de candidatos, el segundo lugar lo debe ocupar
una mujer o viceversa. Al principio, a las mujeres elegidas como concejales
municipales les fue difı´cil participar y hablaban poco en las sesiones. Sin
embargo, la situacio´n esta´ cambiando lentamente, y ahora son varias las
mujeres que son modelos de conducta para las jovencitas que crecen en las
comunidades. Rosa Choque Muruchi fue la primera alcaldesa de Uncı´a.
Su caso es inusual pues no esta´ casada y viene del ayllu Aimaya del Norte
Potosı´. Este empoderamiento de las mujeres jo´venes se debe en parte a los
esfuerzos de algunas ONG como el Centro de Investigacio´n y Promocio´n
Educativo, CIPE, en la regio´n del Norte Potosı´, que respalda la produccio´n
agrı´cola, trabajando con grupos de familias en los ayllus y respetando sus
conocimientos y pra´cticas culturales. El CIPE trabaja con familias indı´genas
tanto en sus comunidades como en las organizaciones del ayllu, e incluye
como parte integral de su programa, formacio´n para mujeres en alfabetiza-
cio´n, autoestima, y gobierno e instituciones locales. Estos son primeros
pasos trascendentales en el empoderamiento de las mujeres para enfrentar
cargos representativos en sus comunidades, aunque au´n queda mucho
camino por recorrer antes de que se extiendan a la mayorı´a de las mujeres.
Las organizaciones sociales empiezan a reagruparse
En parte como consecuencia de los espacios abiertos mediante la Ley de
Participacio´n Popular, y en parte estimuladas por los efectos de las polı´ticas
neoliberales, las organizaciones sociales empezaron a tener una voz ma´s
fuerte, que se vio amplificada por los crecientes niveles de organizacio´n y
movilizacio´n para hacer que se escucharan sus demandas. En todo el paı´s
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7. surgieron nuevas alianzas y formas coordinadas de resistencia a partir de
fines de los an˜os noventa.
Los productores de coca se organizaron para defenderse de las polı´ticas
gubernamentales de erradicacio´n de la planta de coca que respondı´an a las
demandas de los Estados Unidos, lo que llevo´ a choques frecuentes entre
los cocaleros y el eje´rcito y la policı´a antinarco´ticos. El liderazgo de Evo
Morales en la Coordinadora de las Seis Federaciones en el Chapare lo puso
en primer plano a nivel nacional. Al mismo tiempo, las organizaciones cam-
pesinas bloqueaban carreteras, con frecuencia paralizando el tra´fico por
varias semanas y llamando la atencio´n sobre los bajos precios que recibı´an
por sus productos. Las polı´ticas de privatizacio´n del gobierno, introducidas
como parte de las reformas neoliberales, provocaron la agrupacio´n de un
espectro de actores sociales para llevara cabo actos coordinados de resistencia.
En Cochabamba en 2000, una alianza de grupos cı´vicos se congrego´ para
prevenir que la empresa de agua privatizada subiera las tarifas e impusiera
precios demasiado altos para la mayorı´a de la poblacio´n por la conexio´n del
servicio. Los pequen˜os productores agrı´colas que vivı´an en las afueras de
los pueblos, los pobladores de los distritos ma´s pobres, los trabajadores
de fa´bricas y los productores de coca paralizaron la ciudad en varias oca-
siones en lo que se conocio´ como "la guerra del agua". Al final, a la
empresa internacional involucrada, Bechtel, se le pidio´ abandonar el paı´s,
y el suministro de agua regreso´ a manos de la administracio´n local.
Despue´s de varios an˜os de negociaciones, Bechtel acordo´ retirar su
demanda y recibio´ una compensacio´n nominal.
Otra experiencia de organizacio´n popular es El Alto, una ciudad de cerca de
un millo´n de habitantes ubicada en la planicie arriba de La Paz. La mayorı´a de
sus residentes son de origen campesino y retienen una fuerte tradicio´n comu-
nitaria. Despue´s del cierre de las minas, llego´ allı´ una oleada de mineros con
sus familias, quienes trajeron consigo su disciplina y su experiencia en orga-
nizaciones sindicales. Esta experiencia fue acogida en las juntas vecinales de
la ciudad, que venı´an trabajando en temas organizativos durante ya algu´n
tiempo. En agosto de 2003, cuando el alcalde intento´ introducir un aumento
en los impuestos catastrales, las juntas vecinales se activaron y la gente se
tomo´ las calles para protestar. Dos meses despue´s, El Alto fue el epicentro
del enfrentamiento con el presidente Sa´nchez de Lozada.
De una protesta localizada a una a nivel nacional
Estas expresiones localizadas de la disconformidad de indı´genas y campe-
sinos principalmente adquirieron cara´cter nacional en 2003 con lo que se
conocio´ como la “guerra del gas”. El gobierno introdujo una propuesta
para vender parte del gas natural de Bolivia a los Estados Unidos, exporta´n-
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8. dolo por Chile (paı´s con el que Bolivia tiene disputas territoriales de larga
data). La propuesta resulto´ ser extremadamente impopular, y un bloqueo
de una carretera por parte de los campesinos fue dispersado violentamente
por el Ministerio del Interior con la ayuda del eje´rcito. Seis manifestantes
fallecieron en el pequen˜o pueblo de Warisata al norte de La Paz.
Estos eventos fortalecieron un sentido de propo´sito comu´n entre los dife-
rentes movimientos sociales. Los campesinos de las zonas del Altiplano
contaron con el respaldo de cocaleros del subtro´pico, mineros sindicaliza-
dos y aquellos que trabajan en cooperativas, juntas vecinales en El Alto y
La Paz, y hasta de gente de clase media. Las demandas iniciales de los
movimientos (aumentar la renta del gas natural y convocar a una asamblea
constituyente para redactar una nueva constitucio´n) pronto cambiaron de
enfoque cuando 65 personas fueron asesinadas por el eje´rcito. En respuesta,
las demandas de la movilizacio´n cambiaron para exigir el derrocamiento
del presidente. Las ciudades de El Alto y La Paz se paralizaron completa-
mente durante casi diez dı´as. Todos los dı´as La Paz se convertı´a en un
mar de diversas organizaciones marchando en todas las direcciones pero
con un propo´sito similar. No habı´a un solo lı´der sino varios.
En diciembre de 2005, Evo Morales, un indı´gena, fue elegido presidente.
E´ste fue un evento sin precedentes que desplazo´ a las e´lites tradicionales del
poder polı´tico. Su gobierno pronto aumento´ los impuestos que pagan las
empresas de combustible, gas y mineras. Estos ingresos se distribuyeron
entre los sectores pobres de la poblacio´n en forma de pagos y subvenciones
para nin˜os y nin˜as, ancianos y ancianas, y mujeres embarazadas y con bebe´s
y tambie´n se canalizaron hacia los gobiernos regionales y municipales y las
universidades estatales. En 2006, se eligio´ una nueva Asamblea Constitu-
yente que reescribio´ la constitucio´n para, entre otras cosas, reconocer los
derechos de los indı´genas.
La presencia de un indı´gena cultivador de coca en la presidencia, sin
embargo, no es muy popular entre las e´lites, que han sido desplazadas
de sus posiciones de poder y toma de decisiones. El nuevo gobierno ha
enfrentado una oposicio´n ene´rgica y a veces hasta violenta. No obstante,
la participacio´n de indı´genas en los ma´s altos niveles del gobierno,
incluyendo algunas mujeres, ha generado un sentido enorme de empode-
ramiento. Hace 50 an˜os, los indı´genas no tenı´an permitido caminar por
las plazas principales de los pueblos mientras que hoy se pasean por los
pasillos del palacio presidencial.
Este cambio en el gobierno no solamente ha significado el reconocimiento
y la influencia polı´tica de los indı´genas y campesinos bolivianos, sino que
tambie´n ha introducido valores culturales indı´genas a sus polı´ticas. La polı´-
tica social del gobierno se basa en el concepto de “vivir bien”. E´sta es una
idea arraigada en la cultura indı´gena local, que pretende garantizar el
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9. acceso a los recursos necesarios para vivir y que insiste en la solidaridad
con los dema´s y la armonı´a con la naturaleza, en lugar de la competencia
con el pro´jimo por la acumulacio´n econo´mica. Se asemeja a la nocio´n de
“calidad de vida”; "vivir bien" implica que las necesidades materiales
este´n cubiertas, pero tambie´n involucra el crecimiento personal y el empo-
deramiento. En el contexto mundial actual en el que se esta´n cuestionando
los valores capitalistas y el consumo excesivo, esta idea resuena ma´s alla´ de
las fronteras bolivianas y ofrece las bases para la participacio´n del paı´s en
las reuniones internacionales sobre cambio clima´tico.
Conclusio´n
Este artı´culo ha postulado que los movimientos sociales que llevaron a Evo
Morales al poder esta´n arraigados en la fuerte tradicio´n organizativa que
au´n persiste en los Andes, y en particular en Bolivia. A pesar de vivir en con-
diciones difı´ciles, la gente se ha unido para formar sistemas de ayuda mutua
a nivel local. Aunque la migracio´n a las ciudades ha afectado estas estruc-
turas y pra´cticas, tambie´n les ha permitido diseminarse en las a´reas urbanas.
La naturaleza de las organizaciones sociales en Bolivia tambie´n ha tomado
forma debido al comportamiento excluyente del gobierno. Como sus deman-
das eranconstantemente ignoradas, las personasseacostumbrarona recurrira
la protesta para hacer oı´r sus voces. El rechazo del gobierno a la negociacio´n
provoco´ las movilizaciones masivas. A partir del retorno de la democracia a
principios de los an˜os ochenta, los partidos polı´ticos so´lo representaron los
intereses de una elite pequen˜a. No se realizaron esfuerzos para establecer vı´n-
culos con la mayorı´a excluida, excepto a la hora de las elecciones. Los partidos
se turnaban en el poder en una variedad de coaliciones. La mayorı´a silenciosa
observabaco´mosedesarrollaba la situacio´n,esperandoelmomento oportuno.
Por consiguiente, los partidos polı´ticos perdieron todo vestigio de respeto, y
fueron reemplazados por los movimientos sociales como interlocutores
entre la poblacio´n y el gobierno. El “movimiento de movimientos sociales”,
que forma el soste´n del “instrumento polı´tico” del MAS, se constituye en
una base polı´tica so´lida para el gobierno. Iro´nicamente, parte de su fortaleza
radica en su falta de una estructura formal.
Como hemos visto, las organizaciones sociales bolivianas que se han
formado en momentos neura´lgicos delos u´ltimos 50an˜os representan diversos
intereses. Algunas organizaciones representan gremios o asociaciones; los
campesinos, trabajadores de fa´bricas y mineros se organizan alrededor de
temas de produccio´n. Para algunos, el objetivo es mejorar los precios mientras
que paraotros lo importante sonlasrelacioneslaborales. Losgrupos indı´genas,
las juntas vecinales y los grupos que tratan problemas regionales se basan ma´s
en lostemas que tienenque vercon susregiones,como la propiedad de latierra
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10. y el acceso a los servicios ba´sicos. Lo esencial es que e´stas son organizaciones
democra´ticas que representan y responden a sus miembros en general, y,
como tales, no han sido controlados por los partidos polı´ticos. Este reconoci-
miento es una de las fortalezas clave de los movimientos sociales en Bolivia.
Lasorganizacionessociales(loscampesinoseindı´genas,losminerosquetraba-
jan para las cooperativas y los pensionados) respaldan al gobierno de Evo
Morales y al MAS, pero no son funcionales al gobierno. El gobierno esta´ con-
ciente de que la gente le puede retirar el respaldo en cualquier momento, y
esto mantiene las puertas del gobierno permanentemente abiertas.
Por eso, desde una situacio´n en que el movimiento sindical estaba desor-
ganizado y no era capaz de cuestionar la introduccio´n de las reformas neo-
liberales, las organizaciones sociales han sido capaces de reconstruirse, cada
una desde su propia perspectiva y atendiendo a sus necesidades y deman-
das propias. A medida que se desarrollaron a´reas de intere´s y demandas
comunes, empezaron a tomar impulso polı´tico, y el a´mbito y la relevancia
de las demandas pasaron de ser locales para convertirse en nacionales y
globales. Cuando se derroco´ al presidente Sa´nchez de Lozada en octubre
de 2003, las demandas de los movimientos tenı´an que ver con el aumento
de la renta del petro´leo y el gas y la redaccio´n de una nueva constitucio´n.
Evo Morales adopto´ estas demandas que se convirtieron en factores cen-
trales de sus polı´ticas de gobierno.
La participacio´n activa de las organizaciones sociales en el proceso de
cambio en Bolivia garantiza la continuidad de este proyecto polı´tico en
los pro´ximos an˜os. Los desafı´os para el gobierno sera´n cumplir las prome-
sas de redistribucio´n, creacio´n de empleo, construccio´n de un Estado ma´s
democra´tico, y, especialmente, la industrializacio´n de los recursos naturales
del paı´s. En el a´mbito internacional, mucho dependera´ de que´ tanta acogida
tenga la idea de "vivir bien" en un mundo preocupado por la amenaza
global del cambio clima´tico.
Ann Chaplin trabaja en asistencia social y como facilitadora de procesos de desarrollo, y ha
vivido y trabajado en los Andes durante los u´ltimos 30 aþos, la mayorı´a del tiempo en
Bolivia. Estudio´ idiomas y despue´s gobierno y sociologı´a en la Universidad de Essex. Reciente-
mente estudio´ fotografı´a documental en Newport, Gales.
Referencias
Galeano, E. (1997) The Open Veins of Latin America, Monthly Review Press, New York.
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