2. CULTO A LA VIRGEN MARIA
• María, elevada por la gracia de Dios por encima de todos los
ángeles y de todos los hombres, como Madre de Dios
Santísima, es honrada por la Iglesia con un culto especial,
que difiere esencialmente del culto de adoración que se rinde
al Verbo Encarnado, así como al Padre y al Espíritu Santo...
Ese culto enteramente singular la Iglesia lo aprueba y
favorece." (Conc. Vat. II, Const. dogma. Lumen gentium,
nn.66 y 67).
3. EL CULTO EN GENERAL
• Se llama culto a la reverencia que damos a Dios y a los
santos por el honor que merecen. El culto -debido a nuestra
condición humana corporal-, lleva al hombre a exteriorizar
esa reverencia, que se manifiesta no sólo en actos interiores
sino también en prácticas externas. La Iglesia señala
oficialmente muchas prácticas de culto debido a Dios y a los
santos, aunque cada cristiano movido por su piedad, pueda
realizar algunos otros libre y espontáneamente.
4. CLASES DE CULTO
• Hay tres clases de culto, por razón de la distinta dignidad de aquellos a quienes se ordena
nuestra reverencia:
a) De latría o de adoración, que es debido sólo a Dios, como soberano Señor y por su infinita
excelencia.
b) De dulía o de veneración, que es debido a los ángeles y a los santos por la excelencia de sus
virtudes. Al honrar a los santos estamos honrando a Dios, puesto que Él se manifiesta en ellos y por
ellos somos atraídos hacia El.
El Concilio de Trento enseña la legitimidad de este culto, en contra de los protestantes que han
querido ver en ello un modo de superstición (cfr. Conc. de Trento, DZ. 941, 952 y 984).
c) Por último, el culto de hiperdulía o de veneración suprema, que es el culto debido a la Santísima
Virgen en razón de su eminente dignidad de ser la Madre de Dios.
La Sagrada Congregación de Ritos, Decreto del 1-VI-1884, dice: "Se debe a María un culto superior y
eminente sobre los santos, en cuanto que es la Madre de Dios"; (cfr. Conc. Vat. II, Const. dogin.
Lumenn gentiumi, n.66 y, S.Th., II-II, q.103, a.4.).
5. EL CULTO A SANTA MARIA
• Si la Virgen María es la Madre de Dios y Madre nuestra, si es nuestra intercesora y
mediadora ante la Trinidad Beatísima, es muy justo y propio de hijos agradecidos que le
correspondamos con un entrañable amor, que se manifestará en un culto de especial
veneración como merece la Reina del cielo.
• Elementos integrantes del culto mariano
• Se consideran elementos integrantes del culto a María los siguientes:
• a) Veneración. Es el reconocimiento de la excelencia de la Madre de Dios, fundamento del
culto mariano, que lleva a la piedad filial como Madre nuestra que es.
6. • b) Amor. Que se desprende del conocimiento íntimo de lo que es María y de lo que Ella supone en la vida
cristiana de cada hombre. Ella es la Madre amable, la Madre del Amor Hermoso. No se puede amar a Cristo sin
amar, en Él y por Él, a quien lo hizo nuestro hermano.
• c) Invocación. Como es Ella la Madre de misericordia, el pueblo cristiano ha tenido siempre la firme y fundada
persuasión del valimiento universal como celestial intercesora.
• d) Imitación. Imitar a María lleva consigo, por su influjo maternal, una configuración con su Hijo Jesucristo (cfr.
Cone. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.66).
• Lo anterior se puede resumir en las palabras que nos recoge el Concilio Vaticano II: "Recuerden los fieles que la
verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que
procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un
amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes" (Ibidem, n.67).
7. BREVE EXPOSICION HIS TORICA DEL
CULTO A MARIA
• Una breve exposición histórica del culto a María dará una mayor visión de la gran incidencia que
la veneración a María ha tenido en el Pueblo cristiano.
• En la Sagrada Escritura
• a) El primer momento de veneración a María lo registra San Lucas. Es del Arcángel Gabriel
cuando la saluda con reverencia diciéndole: "Dios te salve, María, llena eres de gracia" (Lc. 1,28).
• b) Más adelante, Santa Isabel alaba a María cuando exclama: "Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí que la Madre de mi señor venga a visitarme? “ (Lc.
1,42 ss).
• c) La misma virgen María profetiza, llena de humildad y de gozo: "He aquí que me llamarán
bienaventurada todas las generaciones, porque el Todopoderoso ha hecho maravillas en mí" (Lc.
1,47).
• d) Luego, años más tarde, cuando Jesús hablaba, inesperadamente una mujer del pueblo grita
con toda su alma: ¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron!" (Lc.
11,27).
8. • e) Después de la Ascención del Señor a los cielos, los Apóstoles perseveraban en unión con María, la
Madre de Jesús (cfr. Hechos 1,4).
• En el culto de la Iglesia
• a) Durante los tres primeros siglos, ante la imposibilidad de un culto externo y público --debido a las
persecuciones-, los cristianos veneran a María en las pinturas que se plasman en los murales de las
catacumbas. Con la paz constantiniana (en el siglo IV), que permite el culto público, y con el Concilio de
Efeso (en el siglo V), que define la divina Maternidad, el culto mariano se extiende y propaga por todas
partes.
• b) Desde el siglo IV y hasta nuestros días se construye Iglesias dedicadas a la Santísima Virgen,
Basílicas, Santuario y ermitas esparcidos por toda la tierra, como lugares de especial encuentro con
María, la Señora del dulce Nombre.
9. • c) Hace muchos siglos en la Iglesia se reza o se canta el Oficio divino en honor a María y,
en todo el mundo, se celebran Misas propias para honrarla.
• d) De las oraciones litúrgicas que existen para alabarla e invocar su protección y auxilio
maternales son tan, abundantes que, sería interminable su enumeración (cfr. Apéndice l).
• e) En el Calendario litúrgico, tanto universal como particular de países o regiones, existen
muchas celebraciones de fiestas marianas, tales como la de la Maternidad, la Anunciación,
la Asunción, la Natividad, la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Fátima, de
Lourdes, del Carmen y la solemnidad de Santa María de Guadalupe, etcétera.