6° SEM30 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
Textos tema 6. la primera guerra mundial parte 3
1. HMC IES Jaime Ferrán
1º Bachillerato
Textos del tema 6: la Primera Guerra Mundial 13
Texto 15: respuesta alemana a las condiciones impuestas en el Tratado de Versalles.
“Conocemos la fuerza del odio que aquí nos
enfrenta. Se nos pide que nos reconozcamos
responsables únicos de la guerra. Si saliera de mi
boca tal reconocimiento, estaría mintiendo”.
Graf Ulrich von Brockdorff-Rantzau, ministro de
Exteriores de la República de Weimar en las
negociaciones de paz de Versalles.
Texto 16: Negativa aliada a las propuestas alemanas en
Versalles 1919
Señor Presidente:
(…) La respuesta alemana protesta contra la paz, primero por juzgarla en
contradicción con las condiciones que han servido de base al Armisticio del 11
de Noviembre; después, por constituir una paz de violencia y no una paz de
justicia. (…)
Según la opinión de las Potencias aliadas y asociadas, la guerra que estalló el
primero de Agosto de 1914, constituye el crimen más grande contra la humanidad y
la libertad de los pueblos, que haya sido conscientemente realizado por una nación
que pretende ser civilizada. (…)
La responsabilidad de Alemania no se limitó al hecho de haber querido y
desencadenado la guerra. Alemania es igualmente responsable por su manera
salvaje e inhumana de conducirse durante la guerra.
Los alemanes fueron los primeros que han hecho uso de los gases tóxicos, a pesar
de los terribles sufrimientos que debía producir su ejemplo. Ellos tomaron la
iniciativa de los bombardeos por medio de aviones, de disparos a larga distancia
sobre las ciudades, sin razón militar, con el único objeto de menguar la moral de los
adversarios, alcanzando a las mujeres y a los niños. Ellos comenzaron la campaña
submarina, provocación de piratas al derecho internacional, condenando a muerte a
un gran número de pasajeros y de marinos inocentes, en pleno océano, lejos de
todo socorro, a merced de los vientos y de las olas y, lo que es peor todavía, a
merced de las tripulaciones de los submarinos. (…)
La terrible responsabilidad que gravita sobre Alemania se resume en el hecho que
sepultados en Europa yacen siete millones de muertos, al propio tiempo que veinte
millones de supervivientes, con sus heridas y sus sufrimientos, testimonian el hecho
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Textos del tema 6: la Primera Guerra Mundial 14
de que Alemania, por medio de la guerra, ha querido satisfacer su pasión de tiranía.
Las Potencias aliadas y asociadas creen que faltarían a aquellos que lo han
sacrificado todo por salvar la libertad del mundo sí transigieran en no considerar
esta guerra como un crimen contra la humanidad y el derecho. (…)
Así pues, la justicia es la sola base posible para saldar las cuentas de esta guerra
terrible (…) He ahí por qué las Potencias aliadas y asociadas han declarado
insistentemente que Alemania, como condición primordial del Tratado, debe llevar
a cabo una obra de reparación hasta el extremo límite de su capacidad, porque la
reparación de los daños causados constituye la esencia de la justicia (…)
Las Potencias aliadas y asociadas han examinado con solicitud la petición
presentada por la delegación alemana tendente a conseguir la admisión de Alemania
en la Sociedad de las Naciones. No pueden acceder a esta petición.
(…) Para terminar, las Potencias aliadas y asociadas deben afirmar claramente que
esta carta y el adjunto memorándum constituyen su última palabra (…)
En consecuencia, las Potencias aliadas y asociadas esperan de la delegación
alemana, en el plazo de cinco días a contar desde la fecha de la presente
comunicación, una declaración participándoles que está dispuesta a firmar el
Tratado en su forma actual.
Si la delegación alemana declara, en el término de cinco días, que está dispuesta a
firmar el Tratado tal y como es actualmente, serán tomadas las medidas necesarias
para la firma inmediata de la paz en Versalles.
(…)
Publicación alemana en alusión al trato recibido en el Tratado de Versalles.
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Texto 17: en relación a las consecuencias de la guerra.
Tal como estaba previsto, hay en el barrio una extrema penuria de harina y carne. Por consiguiente,
la ración de pan queda fijada en 150 gramos por adulto y 75 por niño menor de diez años. Vosotros,
panaderos, debéis elaborar una lista exacta de vuestros cliente, adultos y niño, que debéis controlar
severamente. Para los carniceros, tomaréis en seguida las mismas disposiciones, la ración será de 75
gramos para los adultos y 47 gramos para los niños. Deberéis racionar según las instrucciones
recibidas las legumbres y las patatas y recomendaréis rigurosamente que por economía no se pelen
las patatas antes de cocerlas.
Texto dirigido por el subprefecto de Valenciennes (Francia) a los alcaldes de los barrios, enero
1917
Texto 18: artículo publicado en el periódico El Mundo el día 12 de noviembre de 1998
Las dramáticas horas que siguieron al armisticio
La alegría por el fin de la Primera Guerra Mundial, hace 80 años, también estuvo teñida de tragedia
STEPHEN BATES The Guardian/EL MUNDO
La batalla que puso fin a la Primera Guerra Mundial terminó bruscamente. Los comandantes alemanes Hindenburg y Ludendorff se
dieron cuenta de que no podían ganar: estaban rodeados por los aliados, el descontento cundía en las ciudades alemanas y había
síntomas de subversión en el frente.
Cuando Ludendorff comunicó a sus hombres la rendición, los oficiales se quedaron boquiabiertos. El coronel Albrecht von Thaer
escribió: «Sus palabras tuvieron un efecto inenarrable. Mientras Ludendorff hablaba, se podían escuchar sollozos y quejidos... Yo
estaba a la izquierda del director general von Eisenhart. Nos dimos la mano de forma instintiva... Casi se la destrozo... Le dije:
«Excelencia, ¿es eso cierto?» Ludendorff permaneció impasible y, esbozando una triste sonrisa, me dijo: «Desgraciadamente sí. Así
están las cosas y no veo otra salida».
Pero el alto el fuego llegó demasiado tarde para algunos. El poeta Wilfred Owen había muerto una semana antes y sus padres
recibieron la noticia en su casa de Oswestry, justo cuando las campanas tocaban para celebrar el Armisticio. El soldado Louis Harris,
de Leeds, que había servido dos años en el frente, fue fusilado por deserción cuatro días antes del Armisticio. El sargento D'Heller,
del 415 Regimiento francés, que había retrasado su permiso para ir a ver a su hijo recién nacido, «porque no era el momento de
abandonar a sus compañeros», fue asesinado la noche del 10 de noviembre.
La misma mañana del 11 de noviembre se produjeron algunas bajas, a pesar de que la noticia del alto el fuego se propagó con gran
rapidez. A algunos no les gustó nada. Gunner Worsley, de la Artillería Real, estaba en ese momento en la casa de una mujer
francesa y afirmaba: «La mujer no quería que la guerra terminara. Seguía gritando: "¡Berlín, Berlín!" como si nos hubiéramos rendido
demasiado pronto. Quería venganza. Le contesté que yo hubiera podido morir y me dijo: "Ça ne fait rien" (no importa).
Algunos creían que todavía tenían que demostrar algo. Cerca de Verdún, la batería del capitán de artillería del Ejército
norteamericano Harry Truman, que después sería presidente, siguió disparando hasta las 10:45 de la mañana. Estaba probando
unos proyectiles de largo alcance. A las 11.00 en punto, un pelotón del segundo destacamento de Middlesex estaba situado justo
enfrente de una posición alemana: «No nos resultó fácil convencer a los hombres de que no debían atacar. Ellos decían que no se
enteraría nadie y que era una lástima no matar a unos cuantos alemanes más».
En Lessines, el general de brigada Bernard Freyberg dirigió una carga de caballería a las 10:55 y escribió a Churchill diciendo: «Ha
sido la mejor forma de acabar mi guerra, persiguiendo alemanes por las calles, estoy seguro de que le hubiera gustado». Se le
otorgó un galón más por esta última acción.
En el frente, el escritor John Buchan estaba con las tropas sudafricanas: «Dos minutos antes de que dieran las 11.00...vieron una
ametralladora alemana. Después de disparar una cinta entera, el soldado se levantó, se quitó el casco, saludó y se fue andando a la
retaguardia».
Dos minutos antes del alto el fuego, fuera de la ciudad de Mons, el soldado canadiense George Price se agachó para coger las flores
que le ofrecían unos niños belgas. Se quitó el casco y un francotirador alemán le disparó a la cabeza. Se cree que fue la última baja
de los aliados. La reacción al alto el fuego no produjo el mismo efecto en todo el mundo: «Hasta que Alemania no presente su
rendición incondicional, sería un gran error abandonar», escribió el capitán F.S.G. Barnett en una carta a su familia. «Dos victorias
en un día», escribió un soldado australiano. «Hemos ganado la guerra y hemos derrotado a la Quinta Compañía de Operaciones en
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un partido de fútbol, así que la noticia del Armisticio ha pasado a un segundo plano».
El cabo Flowers de la sección de transporte motorizado había conseguido salir vivo de la contienda. «Estábamos todos los
compañeros, celebrando la buena nueva, hablando... El oficial se acercó a mí y me dijo que tenía que hablar conmigo. Una vez en
su despacho me preguntó: "¿Ha tenido noticias de su mujer estos últimos días?" Le contesté que había recibido una carta el día
anterior en la que me decía que se había ido a cuidar a su madre, enferma de gripe.... y me cortó. Le dije: "No irá a decirme lo que
estoy pensando"."Me temo que sí. Tengo aquí un telegrama en el que dice que ha fallecido". Me desmayé en sus brazos».
En París, el primer ministro George Clémenceau, de 77 años, se fundió en un abrazo con su eterno rival, el presidente Raymond
Poincaré, y gritó: «¡Hoy he besado a más de 500 chicas!».
En St. Hippolyte du Fort, Marcel Barral recuerda: «Las campanas empezaron a tocar... Los alumnos salieron de las clases y se
precipitaron a la tienda de Lamouroux... Compraron todo tipo de petardos y cohetes». Pero uno de los chicos estaba triste: «Todos
estáis contentos. Vuestros padres van a volver, pero el mío está muerto».
En un hospital militar alemán, Adolf Hitler, que se recuperaba de un ataque aéreo que le había dejado temporalmente ciego, se
retorcía en su cama: «Metí la cabeza debajo de las sábanas... Todo había sido en vano... Aquellas noches sentí un gran odio.
Odiaba a los que eran responsables de aquella rendición... Esa noche decidí que si recobraba la vista, me metería en política».