Este documento argumenta que la alianza entre Israel, Estados Unidos y Europa busca destruir a Siria e Irán para controlar el Oriente Medio. Describe cómo esta alianza ha creado y armado varios grupos mercenarios en Siria, como los salafistas y el Ejército Libre Sirio, para sembrar el terror y justificar una invasión. Una invasión destruiría la economía y sociedad sirias e instalaría un gobierno títere, continuando el patrón de intervenciones occidentales en otros países árab
1. Siria: Desangrar para imperar
La alianza sionista imperial lista para atacar
rubèn ramos*
UNO. Cuando la alianza sionista imperial –judía, norteamericana y europea-
que domina el mundo, decide una invasión militar de la mano de la ONU
(creada por esa misma alianza para avalar sus genocidios y magnicidios), y de
la OTAN como aparato destructivo, no hay vuelta atrás.
A los adoradores del terror y de la muerte no les importa la humanidad.
Nacidos de la entraña del odio y herederos de Jacob y Esaú, lo que les importa
es dividir para destruir. Luego instaurar el imperio del FMI, del BM, de USAID,
del mercantilismo, la empresa privada, el tráfico de drogas, la corrupción, el
crimen organizado, la delincuencia, la prostitución, el desorden, la inseguridad,
la anomia.
Esto es Somalia, Kosovo, VietNam, Afganistán, Irak, Libia, Egipto. Pero
también, Sudán, Yemen, Zimbabue, Costa de Marfil, el Congo, Guinea,
República Centroafricana, Bangladesh, Chad, Níger, Nigeria, Mali, Kenia,
Burundi, Etiopía, Ruanda, Malawi y los 30 o más países restantes, donde
EEUU ha intervenido repetidas veces desde el término de la Segunda Guerra.
Según reza la doctrina: para “proteger los derechos humanos, la libertad, la
democracia”. Pero que, curiosamente, se concretan en el control del petróleo
que pasa por el estrecho de Ormuz y de Malaca, y en el “collar de perlas” que
circundan a Rusia, a Corea del Norte y a China.
En el colmo del cinismo, sus think tanks, han bautizado a los Estados invadidos
y usurpados como “Estados fallidos”, y les achacan una serie de características
que tienen que ver con lo que deja a su paso cada intervención militar.
En el caso de los países árabes, empieza prostituyendo la moral religiosa que
históricamente ha identificado y unido a los diferentes pueblos que constituyen
la base social de los Estados islámicos.
Para esto crea dinastías, ligas, emiratos, “ejércitos”, grupos, ONGs, sectas,
bandas, compañías, consejos, coaliciones. Todas, bajo el signo del desarraigo,
la enajenación y el mercenarismo costo/beneficio.
Allí están, como ejemplo, los “talibanes” afganos que le manejan el tráfico de
heroína y de opio a EEUU en la llamada “media luna dorada” (entre Paquistán,
Afganistán e Irán). Esto ha traído, como consecuencia, la emigración de
millones de campesinos afganos al ver usurpadas sus tierras fértiles para el
cultivo de la amapola. Más del 90 por ciento del suministro mundial de heroína
que canalizan la CIA y el FBI, está ligado al lavado de billones de dólares de
poderosas instituciones financieras norteamericanas y europeas.
Está el “Tamarrod” en Egipto, integrado por los “títeres” que las agencias de
seguridad norteamericanas e israelitas convocaron a través de las redes
2. sociales para “gestionar una identidad común”, joven, de rechazo al presidente
Mursi.
Y en Siria, están los “Wahhabíes” o “salafitas”, como prefieren llamarse. Se
trata de una secta disidente del sunnismo y tiene la mayor influencia sobre los
musulmanes sunníes en Arabia Saudita. Gozan del financiamiento y la protección
de la dinastía saudí que oprime este país, y de las monarquías de Qatar y de
Jordania. (Estos tres países, en tanto “protectorados” de EEUU, están ahora
confabulados contra Siria). Los “salafitas”, constituyen la base mercenaria que
manejan y arman EEUU, los Emiratos Árabes, Francia, Israel y el Reino Unido,
para sembrar el terror y la muerte en Siria.
Aquí, también está el “Ejercito Libre Sirio” o “Movimiento de Oficiales Libres”
que reúne a un grupo de desertores del Ejército sirio cooptados por la CIA y
amaestrados para dirigir a las bandas mercenarias salafitas y ser la alternancia
en un posible gobierno de transición o provisional mientras se prolongue la
destrucción de su propio país. Los financia la dinastía saudí y EEUU y arman
este país, Francia, Israel y el Reino Unido.
Igual están el “Consejo Nacional Sirio” que originalmente reclamó el liderazgo
de las bandas mercenarias de oposición al gobierno del Presidente Al Assad y
que luego en noviembre del 2012, cedió su lugar a la autodenominada
“Coalición Nacional de las Fuerzas de Oposición y Revolución Sirias” liderada
por el clérigo moderado Ahmed Muaz al Jatib que luego de pocos meses
renunció denunciando serias discrepancias al interior de la mentada Coalición.
Actualmente el liderazgo lo tiene Ahmad Yarba un fugitivo sectario digitado por
la alianza sionista para un eventual gobierno de transición dirigido por un
Consejo Militar, siguiendo el modelo aplicado en Egipto. Yarba fue recibido, hoy
29 de agosto, por el presidente “socialista” francés Francois Hollande con todas
las atenciones que le corresponden a un mandatario electo. La oportunidad
sirvió para que Hollande alucinara, una vez más, con estar listo para castigar al
gobierno sirio. El fugitivo Yarba, por su parte reitero su pedido de “ataque
punitivo” y “golpe de castigo” de sus amos occidentales contra su propio
pueblo.
DOS. Sostengo la hipótesis que quienes han instrumentalizado e
instrumentalizan las “sectas fundamentalistas”, los “ejércitos libres” y a sus
líderes o jefes, son precisamente los que nunca pudieron convivir en paz y
fueron arrojados de todo lugar por su envidia, su usura y su culto a la muerte.
No están sólo en Israel. Están en EEUU, Inglaterra, Francia, Holanda,
principalmente, pero también en Alemania, España y en toda Europa. Aquí y en
EEUU, los “fundamentalistas” religiosos y militares, son previamente formados
y adiestrados. Con su extremismo, laceran el Corán poniéndose al servicio del
Torá y de la Biblia. De la moral maniquea que proclaman estos “libros
virtuosos” escritos por los virtuosos del odio y de la muerte.
Una vez constituidas las formas de intromisión en la vida social, política y
económica de los pueblos árabes, el resto es sólo cuestión de tiempo. Éste
puede sobrevenir como una “tormenta en el desierto” (Irak), o como una
“primavera árabe” (Túnez, Libia, Egipto, Siria). Siempre supondrá una
3. intervención armada y sanguinaria para destruir. No los objetivos militares, sino
la infraestructura que representa la cultura, la civilización, el legado histórico de
esos pueblos milenarios.
TRES. A través de guerras y usurpaciones, la alianza sionista de Israel, de
EEUU y de Europa, se han propuesto la destrucción de los pueblos unidos en
la superioridad religiosa que supone el Corán. Se trata de una alianza animada
por el equívoco de una geopolítica que se confunde con la lujuria destructiva
del poder, la paranoia mercantilista, la destrucción de la humanidad. Se ha
constituido en el “realismo político” que pretende no sólo Palestina, sino el
dominio del mundo.
En esta perspectiva estamos hoy, frente a la penúltima invasión que esa
alianza sionista se impusiera para reordenar la geopolítica en Oriente Medio,
balcanizando la región.
De invadirse Siria, sólo faltaría Irán. No es un Estado árabe, pero si islamista.
Forma parte del blanco-objetivo que le permitirá a Israel completar la limpieza
étnica que inició hace rato en Palestina, y a EEUU, controlar los envíos iraníes
de petróleo a China e India, cerrando el cerco sobre el primero, y posicionando
mejor sus recientemente fluidas relaciones con India.
Pero igual, Irán es importante para EEUU desde una mirada estratégica fuera
de la región. Sobre todo, en cuanto a las relaciones del gobierno persa con
Venezuela y Bolivia y el entorno del ALBA. Esto afecta su proyecto Asia-
Pacífico que en América latina integran los “protectorados” de Chile, Perú,
Colombia y México, en la llamada Alianza del Pacífico.
CUATRO. La invasión a Siria concretaría, primero, la destrucción total de su
economía, ya venida menos en estos dos años de asedio permanente; la
persecución de los islamistas; la masacre de Hizbolá; el terrorismo sobre su
población civil. Todo dentro de una interminable e inducida lucha interna, como
la que tiene lugar en Irak, Afganistán, Libia, y ya se inició en Egipto.
Luego, vendrá un gobierno provisional y después uno elegido en elecciones
fraudulentas, y el establecimiento del “régimen permanente” a través del
ejército, el poder judicial, la iglesia, la burocracia manejada por la
institucionalidad financiera y de cooperación de NNUU, los partidos políticos
que se constituyan para apoyar al gobierno. En cualquier caso, se tratará de un
gobierno sólo nominativo, como todos los establecidos tras las invasiones
imperialistas. Otro auténtico “protectorado” por las agencias de seguridad
norteamericanas, el poder bélico de la OTAN y la institucionalidad de NNUU.
No importa cuán lejos estemos. Igual nos toca a todos. Y es que, cuando el
asentimiento se suma a la verborrea de la prensa decadente y de los analistas
y expertos internacionales, el crimen premeditado de mujeres, hombres y niños
-utilizando armas químicas para justificar una invasión-, nos hace cómplices de
su horror.