Este documento critica la cobertura negativa de los medios de comunicación peruanos sobre Venezuela y su gobierno. Argumenta que los medios peruanos están financiados por organizaciones estadounidenses como la NED y la USAID y sirven a sus intereses de desestabilizar a Venezuela. También critica a varios políticos peruanos por hacer juicios morales sobre Venezuela sin entender realmente la situación del país. El documento concluye que los medios peruanos carecen de perspectiva e independencia y solo sirven a los intereses extranjeros.
1. Venezuela versus prensa decadente
rubèn ramos
Los acontecimientos en Venezuela, que no sólo tienen que ver con la
reciente elección del Presidente Maduro, sino con el nacimiento de un
tipo superior de sociedad en ese país, inspirado en el legado
independentista de Bolívar y en las profundas transformaciones
sociales del “chavismo”, liderado por ese conductor infalible que fue
Hugo Chávez, excitó desde sus inicios la vocinglería sediciosa de la
prensa decadente del mundo, y del Perú en particular, puesta al
servicio de los intereses norteamericanos.
Nadie, medianamente informado, puede poner en duda de donde
procede el financiamiento de la Sociedad Interamericana de Prensa
SIP, y de su engendro llamado IPyS, instalado en todos nuestros
países, pero con una hiperactividad desestabilizadora en 10 estados
de Venezuela y con corresponsales en todo su territorio.
Nadie puede poner en duda que a todos los traficantes de la
información, autoidentificados como periodistas “independientes”,
analistas políticos y expertos internacionalistas, “defensores de la
libertad y la democracia”, los cobijan esas instituciones para medrar
del financiamiento de la Fundación para el desarrollo de la
democracia (NED), del Instituto Internacional Republicano (IRI), de
las Casas de la Libertad (Freedom House), de la Carnegie Foundation,
de la Trilateral, la CIA y, por supuesto, de la Agencia para el
desarrollo de los Estados Unidos-USAID. Financiamientos que se
otorgan a los dueños de las cadenas de radio y televisión, de los
grandes e incluso pequeños diarios de circulación nacional, de las
revistas, de las web y de los blogs que conforman sus “redes
sociales”.
Entre los “críticos” peruanos de la experiencia venezolana (algunos no
saben ni en qué parte de América latina se encuentra) empezaré,
primero, por los congresistas que se dieron cita en un conocido
programa de radio y televisión ligado a los intereses económicos del
diario El Comercio equivalente al Nacional de Caracas. Uno de estos
congresistas llegó al parlamento en el gobierno de Alan García,
representando al partido Popular Cristiano, su partido de origen.
Actualmente sigue de congresista pero esta vez representa a un vario
pinto grupo llamado “Alianza para el gran cambio” que lanzó como
candidato a la presidencia del Perú, al ciudadano norteamericano
Alejandro Kuczinsky. En las dos ocasiones ese congresista fue
financiado por el Instituto Internacional Republicano (IRI) de los
EEUU. Este Instituto, ligado al sector ultraconservador y belicista de
los republicanos norteamericanos, maneja las llamadas “Casas para
2. la democracia”. La del Perú, la dirige el mencionado congresista y
tiene como sede la región Arequipa, su ciudad natal.
Otro congresista, de la larga lista de los que hicieron “juicio moral” de
las recientes elecciones en Venezuela y del viaje del presidente
Humala a la juramentación del presidente Maduro, pertenece al
partido signado como uno de los más corruptos de la historia nacional
peruana. Es recordado por su “moral” esterilizadora durante el
régimen fujimorista. Otro, es un ex-premier de ese mismo régimen y
fue candidato a vice presidente cuando el súbdito japonés pretendió
su tercera reelección en el Perú. Recordado por su plasticidad
dancística, oficia actualmente de oráculo sobre cuestiones de política
internacional e “inconsistencias morales”. También está un
congresista que de comentarista deportivo saltó al parlamento
gracias a una de esas “fintas” permitidas por el actual sistema
electoral peruano. Igualmente están los congresistas adláteres que le
reclaman a Humala no haberle hecho caso a Vargas Llosa, o no
haber tenido en cuenta que “el príncipe de España” no asistiría a la
juramentación de Maduro. La lista sigue, pero por razones de espacio
pasaré a dar cuenta de otras especies decadentes.
Los y las telefronterizas, que “leen” las noticias y que suelen
autoidentificarse como periodistas y en algunos casos, incluso, como
analistas. Compasión, sin asomo alguno de acusación moral, pero sí
en mérito a su mediocridad e ignorancia, es lo que producen. Es
cierto que en condiciones de mercado, no importa mucho la “materia
gris”, sino cuán domesticado quedaste, tras tu paso por el instituto o
la escuela profesional, para repetir lo que no entiendes por
desconocimiento de lo que ocurre en tu país, y más allá de sus
fronteras.
Renglón aparte merecen los otros decadentes que “saben más por
zorros que por viejos”. Éstos son los adictos al servilismo. Su
vocación de cajas de resonancia los acostumbró a simplemente
acotar el amén a los invitados de sus jefes y de los dueños del medio
donde se entornillaron creyendo en la eternidad. Se enorgullecen de
tener como invitados a Uribe, a Vargas Llosa, a Yoani Sánchez, a
Naím, a los representantes yuppies de Capriles, a las periodistas
viajeras de Globo visión, y a todos los que por una u otra causa son
buscados por la justicia venezolana. Se sienten en el limbo al
escuchar desde Washington a Álvaro Vargas Llosa sentenciando de
inmoral el viaje de Humala a Venezuela.
Entiendo que esta prensa responde a los intereses privados de los
dueños de los medios, de la inversión extranjera y de los organismos
internacionales, que hacen cada día más desigual y más dependiente
el Perú. Es una prensa perversa en el sentido decadente. Sostengo
3. que todos los supuestos valores que dice defender y que oponen a los
valores de la revolución bolivariana, sintetizan sus más
contaminantes deseos decadentes.
Considero que cuando una prensa nacional pierde la perspectiva de la
integración que procure un mundo menos excluyente y unipolar,
carece de simiente para el futuro. La prensa peruana tal cual ha
quedado demostrado en las últimas semanas, es una prensa sin
instinto de vida, de duración, de acumulación de fuerzas, de poder.
Es la prensa que quiere y adula la embajada norteamericana y
viceversa.
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