2. Dicen que Jesús era manso y humilde. Dicen que Él, aunque justo y recto, era blando y temeroso. Dicen que cuando estaba frente a soldados o cualquier otro hombre con autoridad no era sino un cordero entre leones hambrientos. Pero yo afirmo que Jesús tenía dominio sobre los hombres. Más aún: afirmo que Él sabía que tenía dominio sobre los hombres y lo proclamaba en las ciudades de Judea y Fenicia.
3. “ Yo soy la vida y el camino de la verdad.” ¿Qué hombre dócil y blando hubiese podido afirmarlo? ¿Qué hombre manso y humilde hubiese podido decir: “Yo estoy en Dios, nuestro Padre; y nuestro Dios, el Padre, está en mí”? ¿Qué hombre ignorante de sus propias fuerzas hubiera podido decir: “Aquel que no cree en mí no cree en esta vida ni en la vida eterna”?
4. ¿Qué hombre inseguro del paso de los tiempos proclamaría: “Vuestro mundo dejará su forma y no será más que cenizas dispersas antes de que muera el eco de mi mensaje”? ¿Dudaba de Sí mismo cuando respondió a quienes querían comprometerlo con una prostituta: “Aquel que no tenga pecado que arroje la primera piedra”? ¿Tenía miedo de la autoridad cuando echó a los comerciantes del templo, a pesar de que estaban con permiso de los sacerdotes? ¿Y sus alas, estaban rotas sus alas cuando proclamó a gritos: “Mi reino está por encima de vuestros reinos de esta tierra”?
5. ¿Acaso buscaba refugio en las palabras cuando insistía una y otra vez: “Destruíd este templo y lo reconstruiré en tres días”? ¿Era cobarde cuando agitaba sus manos en el rostro de los ricos gritándoles “mentirosos, ruines, sucios y pecadores”? Un hombre capaz de decir estas cosas a quienes gobernaban en Judea, ¿podrá ser tenido por manso y humilde? No, claro que no. El águila no construye su nido en el sauce llorón. Y el león no busca su guarida entre los helechos.
6. Me da asco, se me revuelven las entrañas cuando escucho a los mediocres llamar a Jesús manso y humilde para justificar su propia cobardía; y cuando el que se humilla, para sentirse importante, habla de Jesús como de un gusano que brillara a su lado. Sí, mi corazón late con asco frente a tales hombres. Prefiero predicar al cazador vigoroso y al de espíritu rebelde.