Este documento discute la imperfección y la voluntad de Dios. Argumenta que los imperfectos no son hijos de Dios ni han nacido de nuevo, y que la voluntad de Dios es la perfección, no la imperfección. Concluye que los imperfectos nunca podrán hacer la voluntad de Dios ni recibirán respuesta a sus peticiones, y que cada uno es responsable de sus propias decisiones y será juzgado por ellas.