Este documento resume las enseñanzas de Romanos 8 sobre la libertad que se obtiene a través de Cristo. Solo aquellos que tienen una relación personal con Cristo pueden ser libres. La ley no podía liberar del pecado y la muerte, pero Dios envió a su Hijo para condenar el pecado en la carne. Aquellos que viven guiados por el Espíritu Santo son hijos de Dios, herederos de su reino, y reciben su protección y cuidado tanto en la vida presente como en la venidera.