La autora describe el día en que su marido fue encarcelado injustamente en un país extranjero y cómo decidió perdonar a sus enemigos y amarlos a pesar de la injusticia, practicando la ética fundamental de su movimiento. Ella explica que sacrificarse a uno mismo e ir más allá del perdón y amor hacia los acusadores es lo que ellos llaman "El Espíritu de Danbury", que consiste en seguir dando incluso después de que te han quitado todo y confiar que algo mejor ocurrirá de acuerdo a la voluntad divina