Amar a la naturaleza es amar a Dios y a la humanidad. Cuando la vida humana resuene con la naturaleza, el carácter humano florecerá en perfección. Las flores de la verdadera cultura del corazón, el mundo del verdadero arte, florecerán. Será el Jardín del Edén, el ideal original donde Dios, los seres humanos y toda la creación vivirán en completa armonía y expresarán su naturaleza original. Si ustedes practican tal amor verdadero en su vida diaria, ¿Qué puede Dios hacer sino otorgar Sus grandes bendiciones sobre ustedes? Vivirán por toda la eternidad en bendición y en felicidad.