1. Resucitar, sentirse vivo, es dar la vida por los otros,
salir de nosotros mismos, dar nuestro tiempo, nuestras vidas,
nuestra paciencia, nuestro perdón , nuestra compasión, nuestro
abrazo... dar esperanza.
Resucitar, es intentar de llenar de belleza nuestro mundo, creer
en la poesía, en la armonía, en las cosas hechas con cariño y
con cuidado, en la comunidad.
Resucitar, es una invitación a la sencillez, a construir
relaciones de igualdad, levantar a los caídos, a tener un corazón
en el que quepan todos, a salir de la mediocridad para
comprometerse por el ser humano y la vida plena y abundante.
Resucitar, es comprometerse en seguir caminando, es atreverse
a decir, a gritar, a sentir que la vida tiene sentido dentro del
sin sentido de este mundo. Es apasionarse, volcarse en la caricia
que nos acerca al otro, tomar su mano, disfrutar del calor de
su cuerpo, de la fuerza de sus sentimientos y de sus besos.
Resucitar, es consolar, sanar heridas, acompañar dificultades,
poner la otra mejilla frente al ataque, liberar de toda culpa,
purificar de escrúpulos , cambiar nuestro dolor en solidaridad,
nuestra soledad en encuentros, nuestra vida gris en fiesta y
nuestra pobreza de espíritu en riqueza de fraternidad y
sensibilidad, misericordia.
Resucitar, es creer en la fuerza del amor que trasciende el
dolor, la injusticia, e incluso la muerte.
¡RESUCITEMOS! Sepamos descubrir cada día todas las seña-
les de la resurrección que hay a nuestro alrededor... y darles más
importancia que a las señales de muerte.