Un dragón vivía en una cueva debajo del castillo de Wawel en Cracovia y exigía un sacrificio semanal de ganado o doncellas de la ciudad. Un zapatero engañó al dragón rellenando una piel de oveja con azufre, lo que hizo que el dragón bebiera tanto agua que explotó. Ahora hay un monumento al dragón en la cueva y los turistas compran recuerdos con forma de dragón.