2. En 1863 nace el pintor
Joaquín Sorolla Bastida en
Valencia. Inicia sus estudios
de pintura en su ciudad.
En 1900 se instala en Madrid.
En 1910 comienzan las obras
de la nueva casa del pintor en
Madrid, allí la familia vivirá los
años más felices. Un pequeño
palacete donde el pintor
puede conciliar la vida familiar
y sus inquietudes artísticas.
3. El jardín será uno de los rincones preferidos
del artista. Sus esculturas clásicas, la frescura
y musicalidad de sus fuentes y los vivos
colores de azulejos y vegetación hacen de
este, un pequeño paraíso en la gran ciudad.
Joaquín Sorolla muere en Cercedilla (Madrid).
En1932 se inaugura el museo, tras el legado
testamentario de la viuda del pintor
Clotilde García del Castillo.
7. El primer director fue su único hijo varón,
Joaquín Sorolla García; también él dejó en
su testamento los nuevos fondos al Estado.
El Museo hoy es estatal y en 1963, bajo la
categoría Monumento, ha sido declarado
Bien de Interés Cultural.
8. Uno de los mayores encantos que tiene este
delicioso museo es su jardín, un espacio recogido,
fresco y umbrío, en el centro de Madrid.
En verano, cuando los termómetros se disparan,
resulta muy agradable acercarse una mañana al
museo, sentarse en uno de sus bancos, bajo los
árboles, junto a una fuente, y leer los periódicos, o
un libro, o simplemente dejar pasar el tiempo
escuchando el agua.
El Museo Sorolla: la casa
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12. Encontramos tres jardines creados por el
mismo Sorolla. El primero está inspirado en el
Laberinto de los Reales Alcázares de Sevilla, el
segundo en el Jardín de la Ría del Generalife y
el tercero es un mixto entre una pérgola de
origen italiano y una alberca sevillana.
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27. El interior se desarrolla sobre tres pisos. En la planta
baja encontramos el Patio Andaluz, un pequeño
recinto con una fuente central donde salta a la vista una
colección de cerámicas; desde aquí se accede a la Sala
de Dibujos, abierta al público desde 1951, presenta una
selección de dibujos, acuarelas y gouaches.
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32. Luego, en el interior, te espera una casa museo
en la que disfrutar no sólo de la espléndida obra
pictórica de Sorolla, sino también de un conjunto
de muebles y objetos de decoración de gran
valor y belleza que nos hablan del refinamiento
que rodeaba la vida del pintor.
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36. La visita al museo se inicia en las tres estancias
que conformaban la zona de trabajo de Sorolla:
su taller, la sala donde recibía a los clientes y
mostraba su obra y una sala dónde tenía expuestos
algunos de sus cuadros. Son espacios amplios, muy
luminosos (el pintor se encargó personalmente de
diseñar, junto con el arquitecto, los vanos que
debían tener estas estancias para poder pintar con
luz natural) y decorados con muebles de excelente
factura y objetos de anticuario
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41. Tallas barrocas, valiosas piezas de cerámica, bustos,
pequeñas esculturas. Y una reproducción de la
Victoria de Samotracia. Llama la atención una
preciosa cama-sofá en la que el pintor descansaba
cuando se quedaba a trabajar hasta tarde. En una
de las paredes interiores del mueble cama, una
estantería con libros. Junto a la cama, un retrato de
Gregorio Marañón, realizado por el pintor y,
enfrente, el pequeño mueble donde reposa su
paleta, los pinceles, las pinturas y el resto de los
accesorios de trabajo.
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72. La zona noble de la casa conserva muchos de
los objetos valiosos con los que convivió Sorolla:
lámparas de Tiffanys, algún pequeño mueble
Louis XV y varios bargueños y escritorios antiguos
preciosos. Las paredes del comedor están
adornadas con guirnaldas de flores y retratos de
su mujer e hijas, realizados por el pintor.