El granjero Celestino descubre que la vaca Margarita, su preferida, ya no da más leche. Su esposa Celestina deduce que es porque el día anterior Celestino segó la hierba del prado donde pastoreaba Margarita, cortando también las flores que tanto le gustan comer. Al llevarle Celestino un ramo de flores de otro campo, Margarita vuelve a producir su cremosa leche perfumada.